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M A Y O - Antônio Tallon Y Castilla

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dispuesto a cambiar su destino, creyendo posiblemente que el punto geográfico influiría en el<br />

presagio histórico. Pero, además, acabó frustrando las expectativas del sacerdote. Cuando los<br />

otros nos decepcionan... da asco. Porque, como nos ha dicho recientemente Saramago, el<br />

único Nobel lusitano, no conocemos al otro y no lo conoceremos jamás porque no; porque no<br />

vamos directamente a su encuentro. Antes de Saramago, Aristóteles ya afirmaba que el<br />

hombre, para ser humano, ha de convertirse en un animal político. Bueno, pues el navío<br />

llevaba en sus cámaras una carga pesada de gente joven, inquieta, desbordante, por lo tanto,<br />

era necesario alimentarla con diversiones a todo pasto. Cuando el barco atracó en el puerto de<br />

Tenerife por algunas horas, la zona tropical aplatanó la conciencia de Rafael Belén y le<br />

incendió las pasiones escondidas en las tripas, hasta alcanzar la alta tensión.<br />

Desentendimiento total entre logos pathos y ethos. Pasaba las mañanas encendiéndole las<br />

velas a Cucala en la capilla y en la siesta se reunía con el sacerdote para responder a sus<br />

preguntas, cada vez más interesado en la química del Cursillo. Cucala pagaba el café y, con<br />

música de concierto como fondo, Rafael Belén fue desgranando uno a uno los santos trucos<br />

utilizados en el movimiento. Todo iba bien, pero, en aguas tropicales y cuando faltaban pocas<br />

jornadas para cruzar la línea del Ecuador, Aguilar empezó a faltar a las citas matutinas con el<br />

presbítero. Éste lo buscaba en el camarote, en los laberínticos pasillos de babor y estribor, en<br />

las complicadas plantas que se extienden de proa a popa, en cubierta... Cucala lucía una<br />

holgada sotana cruda, caminaba decidido, como dirigiéndose a alguna parte, silueta de recio<br />

payés y acento de inconfundible tarraconense. ?Qué pasó? Rafael Belén se había unido a un<br />

grupo de chicos jóvenes y a su primo Pedro, quien con él compartía un camarote. Por las<br />

mañanas Cucala paseaba por cubierta y dejaba recado con el pariente de Aguilar:<br />

-- !Dígale a su primo que lo espero en la capilla!<br />

Habría de esperarlo sentado para no cansarse. ?Qué le estaba ocurriendo al hermano<br />

entrañable? Lo inevitable; Rafael Belén, de buenas a primeras, se hizo un tremendo lío<br />

tratando de conciliar sus devociones religiosas con sus violentos impulsos sensuales; y acabó<br />

enredándose en las pícaras diversiones de Neptuno, tan agradables a la juventud. Charlas y<br />

roces con chicas chilenas en la piscina, juegos de bingo con los compañeros emigrantes<br />

encontrados por los rincones de cualquier salón, baile insaciable hasta la madrugada, después<br />

de haber visto en buena compañía una película ligera en cubierta... El grupo de muchachas

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