Fertilización de alfalfa - Revista Agromercado

E n
F E R T I L I Z A C I Ó N
Martín Díaz-Zorita
CONICET-FAUBA / DZD Agro
Nitragin Argentina S.A.
mdzorita@speedy.com.ar
las especies forrajeras, al igual que para todos
los cultivos, existe una estrecha relación
entre la disponibilidad u oferta de nitrógeno (N) y la
materia seca producida. En el caso de las leguminosas
(ej. alfalfa, tréboles, etc.) la grandes cantidades
requeridas de este elemento son provistas mayoritariamente
de la atmósfera a través de la fijación
simbiótica con bacterias del genero Rhizobium. La
cantidad de N fijado es variable y estudios desarrollados
por el proyecto PRONALFA del INTA demuestran
que, bajo condiciones ambientales no restrictivas
para el normal desarrollo del cultivo, este proceso
provee en promedio unos 350 kg/ha/año.
Cuando no se presentan limitantes marcadas para la
fijación (sequías, compactación, etc.) por cada
1.000 kg de materia seca producida se incorporan
unos 23 kg de N provenientes de la atmósfera a través
de la fijación biológica del N –FBN-(Racca y col.,
2001). En cambio, bajo condiciones de estrés el
aporte de N por FBN es de aproximadamente el
40% del total acumulado por la pastura.
Para lograr un exitosa nodulación y posterior fijación
del N es importante sembrar semillas inoculadas con
cepas capaces de infectar las raíces y efectivamen-
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Nitrógeno en pasturas
con leguminosas
La buena nutrición nitrogenada es garantizada principalmente por una sólida
nodulación, la que se logra a través del buen uso y manejo de inoculantes
de calidad reconocida y con óptimas prácticas culturales. Entre estas últimas
se destaca la provisión oportuna de los nutrientes específicos para la planta
y para el Rhizobium.
te fijar N del aire. Abundan los estudios locales que
muestran beneficios de esta práctica sobre la producción
de forraje de alfalfa. Los rizobios son seres
vivos que tienen demandas específicas para lograr
una adecuada supervivencia en el momento de germinación
y emergencia del cultivo. Algunos de los
principales factores de mortandad del Rhizobium
son la falta de humedad edáfica en el momento de
la siembra, los suelos salinos, niveles de pH no óptimos
para la especie, etc. Es creciente el uso de semillas
con tratamiento industrial de inoculación junto
con aportes de funguicidas con cubiertas minerales
con Ca, Mg y polímeros protectores (“semillas
peleteadas”). Estos compuestos no sólo prolongan
la vida de las bacterias del inoculante sino que también
permiten mejoras en la eficiencia de implantación
y producción de forraje (Figura 1).
Estudios en el oeste de Buenos Aires y en el centro
de Santa Fe, entre otros ambientes, son coincidentes
en mostrar que pasturas de alfalfa adecuadamente
provistas en fósforo respondieron positivamente
al agregado de nitrógeno y otros elementos
junto con una mejora en la nodulación de los
cuadernillo clásico de forrajeras -febrero 2007- N.° 135
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