LOS DOS ENEMIGOS - Liberbooks
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Emilio Salgari<br />
—¿Ha aceptado?<br />
—Sí. Se unirá a nosotros.<br />
—¿Conoce quiénes somos?<br />
—He pensado que no se le debía ocultar la menor cosa.<br />
Considero, mi apreciado Sandokan, que nuestras correrías<br />
fueron muy comentadas en la India. Los piratas de<br />
Mompracem son los héroes del momento, luego de la gran<br />
lección que dimos a James Broocke. En estas regiones se<br />
nos conoce más de lo que tú supones.<br />
—¿Y el teniente, pese a todo eso, aceptó?<br />
—No hemos venido para saquear la India —dijo Yáñez,<br />
mientras reía—, sino para liberarla de una horrible secta<br />
que ocasiona grandes estragos entre sus pobladores.<br />
Favorecemos en exceso a nuestra antigua enemiga Inglaterra<br />
para que sus oficiales dejen de estar interesados en<br />
la lucha. ¡Quién puede asegurar, mi estimado Sandokan,<br />
que el día menos pensado los antiguos jefes de los «tigres<br />
de Mompracem» no se convertirán en rajaes y marajaes!<br />
—Siempre antepondré mi isla y mis «tigres» —repuso<br />
Sandokan—. Tendré en toda ocasión más poderío y mayor<br />
libertad, que siendo rajá bajo la desconfiada mirada de<br />
los ingleses. Pero vamos a dejar eso y ocupémonos de los<br />
thugs. En el instante en que has penetrado estaba tratando<br />
de eso precisamente con Tremal-Naik y Surama. Luego de<br />
lo que ha ocurrido esta noche considero que ha llegado<br />
la ocasión de que dejemos tranquilos a los tigres de cuatro<br />
patas y que ataquemos inmediatamente a los de dos.<br />
Los thugs han comprendido o, como mínimo, sospechado<br />
nuestros propósitos. Nos espían. Respecto a eso no cabe<br />
la menor duda. A quienes vigilaban era a nosotros y no<br />
al teniente.<br />
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