LOS DOS ENEMIGOS - Liberbooks

Emilio Salgari
—Es Punthy, que regresa —anunció Tremal-Naik, saliendo
fuera de la tienda con gran celeridad—. El perro llega a
tiempo al refugio.
—¿Le acompañará Darma? —inquirió Sandokan.
—Fíjese usted: allí llega dando grandes saltos —dijo el
señor De Lussac—. ¡Qué inteligente es ese animal!
—Ya tenemos el huracán encima de nosotros —dijo uno
de los conductores de los elefantes.
Un cegador relámpago acababa de rasgar la masa de
espesos vapores, mientras que una gran ráfaga de viento,
de una enorme violencia, barría la jungla, haciendo que
los bambúes, de colosales proporciones, se doblaran hasta
el mismo suelo, y obligando a retorcerse a las ramas de los
taras y también de los nipales.
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