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MEMORIAS DE ALLA, DEL FRIO - Instituto Antártico Uruguayo

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Memorias de allá, del frío<br />

Con estas historias terminan las expediciones de la época heroica de la Antártida, pues con el advenimiento<br />

de la aviación, las travesías se tornaron más técnicas y con menos esfuerzo personal de los participantes.<br />

Se diría que desde ese momento comienza una nueva generación de exploradores.<br />

Efectivamente, alrededor del año 1929 comenzaron a gestarse exploraciones con aviones, como por<br />

ejemplo la de Lars Christensen y su esposa Ingrid, noruegos, que con un pequeño aeroplano transportado<br />

a bordo de su buque Norvegia, sobrevolaron tierras antárticas desconocidas.<br />

Lincoln Ellsworth, norteamericano, admirador de los pioneros que llegaron al Polo Sur, realizó importantes<br />

travesías a través de la Península Antártica a bordo de pequeños aviones con esquíes.<br />

El más famoso y heroico de los nuevos exploradores fue el norteamericano Comandante Richard Byrd,<br />

sin dudas el que más logros alcanzó ya que en 1929 sobrevoló el Polo Sur, siguiendo por aire el mismo<br />

camino que hizo Amundsen en un recorrido de dieciocho horas y media. Estuvo apoyado por una impresionante<br />

infraestructura de navíos y personal, así como de los más modernos recursos técnicos de<br />

la época.<br />

Desde 1933 a 1935 realizó la segunda expedición; pasó el invierno de 1934 totalmente solo en una estación<br />

dotada de excelente equipamiento y comunicación diaria por radio con una base de la misma<br />

expedición, a 200 kilómetros de “Advance Base”, a 80º 8’ de latitud sur, lugar donde se encontraba<br />

Byrd.<br />

Al despedirse de sus compañeros les dijo “Pase lo que pase pensad, que yo en esta caseta estoy en<br />

mejor situación de la que estaríais vosotros en el caso de una travesía antes de tiempo por la barrera<br />

de hielos. Os repito una vez más la orden de no venir hasta que haga un mes que el sol haya reaparecido”<br />

Le quedaban siete meses de soledad en el refugio, pero al poco tiempo se produjo un escape de gas<br />

que le provocó serios problemas de salud y quedó sin calefacción.<br />

No dio aviso a sus compañeros para que no corrieran riesgos al intentar rescatarlo. Finalmente, tuvo<br />

que operar el radio manualmente, pues la rotura del equipo eléctrico lo obligó a ello ya que no quería<br />

dejar de comunicarse: de haberlo hecho, seguramente sus órdenes serían desobedecidas.<br />

Al término de su odisea y cuando fueron a buscarlo, era un espectro del hombre que había sido siete<br />

meses antes. Pero, conservando toda su entereza, no relató sus penurias. Sin embargo, sus compañeros,<br />

al observar cómo había vivido todo ese tiempo, recompusieron el cuadro de graves dificultades que<br />

Byrd había enfrentado.<br />

Años más tarde, el Comandante Byrd publicó el libro “Alone”, donde relata sus experiencias:<br />

“Una parte de mí mismo se quedó para siempre en el grado 80 de latitud Sur. Allí dejé la juventud, la<br />

vanidad, la incredulidad En cambio me llevé de allí algo que antes no había poseído: el aprecio de la<br />

vida y de sus valores humildes. Todo esto ocurrió hace cuatro años. El caos del mundo no ha podido<br />

hacer variar en mí esas nuevas maneras de sentir y pensar. Ahora vivo sencillamente disfrutando de la<br />

paz del alma…El hombre sólo se vuelve sabio cuando se da cuenta que no es irremplazable”<br />

Comandante Richard Byrd<br />

Algunos años después de todos estos sucesos ocurrió algo que se ha mantenido y que es de muy buen<br />

augurio para la Antártida y para la Humanidad: El Tratado <strong>Antártico</strong>, que explicaré más adelante.<br />

IMAGINANDO:<br />

7 de Enero de 1911<br />

Al despertarme, el barco se sacude terriblemente y a pesar de estar acostumbrado a que esto suceda,<br />

mi coy se hamaca casi hasta el techo al ritmo de las hamacas del resto de la tripulación. El ruido del<br />

mar contra el casco es también estruendoso, con golpes sólidos, que deben ser provocados por témpa-<br />

Crónicas de un uruguayo en la Antártida<br />

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