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Deberes y bendiciones del sacerdocio, Parte A

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Lección 16<br />

Cuando tres meses más tarde se le pidió que hablara acerca de la experiencia<br />

que había tenido él, se comportó muy amistoso y de buen carácter,<br />

y sus hijos expresaron entusiasmo por lo que había sucedido en<br />

sus noches de hogar.<br />

Su esposa dijo: “Ha sido una experiencia maravillosa para nosotros.<br />

Las mejores lecciones que tuvimos fueron las que enseñó Juan”.<br />

Él bajó la vista por un momento y permaneció en silencio; entonces dijo:<br />

“No …en realidad no lo hice tan bien”.<br />

Su esposa no obstante fue muy sincera y vehemente cuando replicó:<br />

“Juan, tus lecciones estaban llenas de poder; nos hicieron sentir como<br />

una verdadera familia. ¡Jamás olvidaremos lo que nos dijiste!”.<br />

Juan se sintió profundamente conmovido por las palabras de su esposa.<br />

Levantó la mirada y dijo: “Supongo que las lecciones salieron bastante<br />

bien. La verdad es que no quería tener las noches de hogar; simplemente<br />

no creí que pudiera hacerlas. Pero una noche, después de que mi esposa<br />

había enseñado una lección una semana y mi hija la siguiente,<br />

decidí que yo también trataría de hacerlo”.<br />

Los ojos se le llenaron de lágrimas cuando dijo: “Jamás olvidaré el buen<br />

sentimiento que me embargó al hablar sobre cosas buenas con mi familia.<br />

Fue entonces que sentí, por primera vez, que era el padre que se suponía<br />

que debía ser” (véase George D. Durrant, Love at Home Starring<br />

Father, págs. 41–43).<br />

Esta narración ilustra lo que sucede cuando asumimos nuestra responsabilidad<br />

de enseñar a la familia.<br />

■ Pida a varios hermanos que compartan experiencias que hayan tenido<br />

al enseñar el Evangelio a sus hijos.<br />

El élder Boyd K. Packer dijo: “La mayor parte de lo que hacemos es<br />

enseñar; el mostrarle a un pequeño cómo atarse el cordón <strong>del</strong> zapato...<br />

el ayudar a una hija a preparar una nueva receta, dar un discurso en la<br />

Iglesia, expresar un testimonio, dirigir una reunión de liderazgo y, por<br />

supuesto, enseñar una clase. Todo esto es enseñar y lo hacemos constantemente...<br />

Cuando predicamos, hablamos o contestamos en las reuniones,<br />

estamos enseñando” (Teach Ye Diligently [este libro se llama en<br />

español Enseñad diligentemente, pero ha sido traducido por Deseret<br />

Book], págs. 2–3).<br />

La enseñanza en la Iglesia<br />

La mayor parte de la enseñanza que impartimos se lleva a cabo de manera<br />

informal, en conversaciones casuales; pero la Iglesia también nos<br />

brinda muchas oportunidades de enseñar en clases organizadas.<br />

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