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Deberes y bendiciones del sacerdocio, Parte A

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Lección 4<br />

información, el quórum, bajo la dirección de su presidencia, ayuda a los<br />

miembros <strong>del</strong> quórum que lo necesiten. Después de la familia, el quórum<br />

es la primera fuente de ayuda para los que se encuentran en necesidad.<br />

■ ¿Cuáles son algunas de las maneras en que los miembros <strong>del</strong> quórum<br />

<strong>del</strong> <strong>sacerdocio</strong> pueden ayudarse unos a otros?<br />

■ Pida a los miembros que lean y marquen D. y C. 108:7. ¿Qué nos dice<br />

este pasaje de las Escrituras que podemos hacer para fortalecernos<br />

los unos a los otros? (Escriba las respuestas en la pizarra).<br />

Hagamos nuestra parte como miembros <strong>del</strong> quórum <strong>del</strong> <strong>sacerdocio</strong><br />

Uno de los propósitos <strong>del</strong> quórum <strong>del</strong> <strong>sacerdocio</strong> es ayudar a cada poseedor<br />

de éste a aprender a ejercer su <strong>sacerdocio</strong> y ayudar a sus compañeros<br />

de quórum en momentos de necesidad. Este objetivo puede<br />

cumplirse si cada miembro tiene el deseo de ayudar y se determinan<br />

las necesidades específicas de los miembros <strong>del</strong> quórum. Por esta razón,<br />

debemos mantener a nuestros líderes <strong>del</strong> quórum informados sobre<br />

las necesidades que veamos, incluso nosotros mismos debemos<br />

estar dispuestos a pedir ayuda cuando la necesitemos. Los miembros<br />

<strong>del</strong> quórum no pueden ayudar a otras personas a menos que conozcan<br />

sus necesidades. Ciertamente, cada poseedor <strong>del</strong> <strong>sacerdocio</strong> debe tratar<br />

de solucionar sus propios problemas, pero hay circunstancias en que<br />

necesitamos de la ayuda <strong>del</strong> quórum. No deberíamos sentirnos avergonzados<br />

de pedir ayuda, ya que esto proporcionará a los demás la<br />

oportunidad de prestar servicio.<br />

El siguiente relato muestra cómo un quórum ayudó a uno de sus<br />

miembros:<br />

“En el otoño de 1918, ese terrible año en que había terminado la Primera<br />

Guerra Mundial, durante la cual murieron más de 14 millones de personas<br />

como consecuencia <strong>del</strong> horrible azote de ‘la peste negra’ o la gripe<br />

española,… el invierno llegó temprano... y congeló gran parte de la cosecha<br />

de remolacha. Mi padre y mi hermano Francis trataban desesperadamente<br />

de recoger <strong>del</strong> helado suelo una carga de remolachas por día;<br />

tenían que arrancar las remolachas de la tierra, cortarles los tallos y luego<br />

arrojarlas, una por una, en un vasto vagón, tras lo cual transportaban<br />

la carga a la planta azucarera. Era un lento y tedioso trabajo debido a la<br />

helada y a la falta de ayuda en la granja, ya que mi hermano Floyd y yo<br />

nos hallábamos en el servicio militar...<br />

“Mientras ellos se hallaban ocupados de ese modo, en la única fuente<br />

de ingresos de la familia, un día, mientras cenaban, recibieron una llamada<br />

telefónica de nuestro hermano mayor, George Albert..., en la que<br />

comunicaba la trágica noticia de que Kenneth, el hijo de nueve años de<br />

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