10.05.2013 Views

Deberes y bendiciones del sacerdocio, Parte A

Deberes y bendiciones del sacerdocio, Parte A

Deberes y bendiciones del sacerdocio, Parte A

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Lección 35<br />

“Podía sentir la diferencia en los hogares de mis amigas, cuyas familias<br />

estaban unidas por el Evangelio... [Gracias al obispo y a los maestros<br />

orientadores, la situación comenzó a cambiar]. Poco a poco, el Evangelio<br />

comenzó a formar parte de nuestra vida... Las discusiones se hicieron cada<br />

vez menores en número y menos frecuentes… Nuestra familia sintió<br />

la responsabilidad de vivir como se nos había enseñado, especialmente<br />

ahora que teníamos una meta de poder entrar [en el templo]. Si se hablaban<br />

palabras ásperas precipitadamente, respondíamos con palabras de<br />

amor, tranquila y sinceramente... Podíamos sentir la emoción de ayudarnos<br />

los unos a los otros. Mamá y papá no siempre tenían que pedirnos<br />

que hiciéramos las cosas tres o cuatro veces; los quehaceres se hacían en<br />

silencio y rápidamente. El amor y un deseo de ayudar vencieron la amargura<br />

y el orgullo anteriores, así como las constantes peleas entre nosotros.<br />

“¿Qué había provocado esta diferencia? Muchas cosas. Quizá fue la realización<br />

de sueños largamente esperados. Cuando las oraciones familiares<br />

y las noches de hogar formaron parte de nuestra vida, aprendimos a<br />

conocernos y amarnos. La forma en que vivíamos permitió que nuestros<br />

testimonios crecieran —testimonios sobre la oración familiar, la lectura<br />

de las Escrituras, la noche de hogar, la asistencia a las reuniones de la<br />

Iglesia—. Pero nuestro testimonio más importante era el <strong>del</strong> principio<br />

<strong>del</strong> arrepentimiento, y también la existencia de Dios. Pasado algún tiempo,<br />

con un testimonio y la seguridad de que éramos dignos, estábamos<br />

preparados para ir al templo <strong>del</strong> Señor a ser sellados como familia por el<br />

tiempo y la eternidad...<br />

“Cuando llegamos ante la puerta <strong>del</strong> templo, se me hizo un nudo en<br />

la garganta; hubo un momento de vacilación y después entramos...<br />

Una obrera fue a buscarnos para conducirnos al cuarto de sellamientos.<br />

Mamá y papá estaban vestidos con su ropa <strong>del</strong> templo y tenían una expresión<br />

radiante en el rostro. Nos arrodillamos alrededor <strong>del</strong> altar, tomándonos<br />

de las manos; una obrera sostuvo al bebé para que también<br />

formara parte <strong>del</strong> grupo familiar.<br />

“En seguida se pronunciaron las palabras que nos unieron como familia<br />

por el tiempo y la eternidad.<br />

“Sé que mis padres me aman, porque me han sellado a ellos para siempre”<br />

(véase Brenda Bloxham, “Nuestros padres nos llevaron al templo”,<br />

Liahona, enero de 1975, págs. 17–18).<br />

Para algunas familias, la preparación financiera también es importante<br />

para poder ir al templo. A veces esto puede requerir años de planificación,<br />

ahorros y trabajo en conjunto. Muchas familias han sacrificado todo<br />

lo que tenían para poder ir al templo, pero debemos recordar que<br />

ninguna cantidad de dinero es más valiosa que nuestra familia eterna.<br />

269

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!