El telón de terciopelo - Grand Guignol Ediciones
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J OSÉ I GNACIO DE A RANA<br />
Los car<strong>de</strong>nales iban ahora a celebrar una ceremonia que, aunque<br />
también recogida en la tradición <strong>de</strong> las elecciones papales, se había ido<br />
transformando <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía al menos cuatro pontificados. Se acercarían<br />
al papa y le manifestarían su acatamiento arrodillándose ante él<br />
recibiendo a cambio un simulacro, apenas un a<strong>de</strong>mán, <strong>de</strong> abrazo por<br />
su parte. Luego todos formarían el cortejo con el que el Santo Padre<br />
saldría al exterior para ser ovacionado por el pueblo e iniciar el viaje <strong>de</strong><br />
retorno a Nueva York don<strong>de</strong>, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la catedral <strong>de</strong> San Patricio, impartiría<br />
su primera bendición Urbi et Orbi, “a la ciudad y al mundo”,<br />
unas palabras sagradas que durante siglos resonaron en la plaza <strong>de</strong> San<br />
Pedro <strong>de</strong> Roma ante miles <strong>de</strong> peregrinos y que ahora se diluirían entre<br />
el rumor colmenario <strong>de</strong> la urbe norteamericana, ajena en un gran porcentaje<br />
<strong>de</strong> sus habitantes a lo que estaba sucediendo en aquel preciso<br />
lugar <strong>de</strong>l multirracial Manhattan.<br />
Carlos Sonseca caminaba <strong>de</strong>spacio; le pesaban los pies pero todavía<br />
más le pesaban la conciencia y los recuerdos. Des<strong>de</strong> luego, su voto no<br />
había sido en ninguna <strong>de</strong> las sesiones <strong>de</strong>l cónclave para el car<strong>de</strong>nal Lacoste;<br />
tampoco el <strong>de</strong> muchos otros, al menos al principio, pues habían<br />
sido necesarias doce votaciones para obtener un resultado canónicamente<br />
válido: la mitad más uno <strong>de</strong> los car<strong>de</strong>nales allí reunidos según<br />
las disposiciones que estableció muchos años atrás Juan Pablo II,<br />
quien modificó la mayoría anteriormente requerida <strong>de</strong> los dos tercios.<br />
Mas una vez proclamada la elección no le quedaba otro remedio que<br />
acatar la <strong>de</strong>cisión, dictada, según era dogma <strong>de</strong> fe, por el propio Espíritu<br />
Santo, y prestar obediencia al nuevo sucesor <strong>de</strong> Pedro.<br />
No obstante, en su interior se <strong>de</strong>batía la duda <strong>de</strong> si en aquella ocasión<br />
la voluntad <strong>de</strong> los electores no había estado <strong>de</strong>masiado mediatizada<br />
por otros intereses muy distintos a los que hubiesen provenido <strong>de</strong><br />
las alturas celestiales. Muchos car<strong>de</strong>nales llegaron al cónclave aleccionados<br />
por los po<strong>de</strong>rosos lobbies que nada tenían que ver con el régimen<br />
interno <strong>de</strong> la Iglesia. Por otra parte, la rigi<strong>de</strong>z <strong>de</strong> aislamiento que<br />
siempre caracterizó estas <strong>de</strong>cisivas reuniones car<strong>de</strong>nalicias se había relajado<br />
extraordinariamente con el cambio <strong>de</strong> los tiempos, la <strong>de</strong>claración<br />
<strong>de</strong> obsoletas <strong>de</strong> tantas costumbres ancestrales y, sobre todo, los<br />
sofisticados sistemas <strong>de</strong> comunicación existentes que podían salvar<br />
cualquier distancia, cualquier muro por alto y espeso que fuera y hasta<br />
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