El telón de terciopelo - Grand Guignol Ediciones
El telón de terciopelo - Grand Guignol Ediciones
El telón de terciopelo - Grand Guignol Ediciones
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
J OSÉ I GNACIO DE A RANA<br />
lado a uno <strong>de</strong> esos guardianes. Por eso le dije que quizá ésta sea la única<br />
oportunidad <strong>de</strong> vernos a solas.<br />
—Santidad —intervino Sonseca mientras Pío bebía un trago <strong>de</strong><br />
vino para hume<strong>de</strong>cer la garganta antes <strong>de</strong> seguir hablando—, yo estoy<br />
seguro <strong>de</strong> que somos muchos los que estamos dispuestos a hacer valer<br />
sus prerrogativas <strong>de</strong> vicario <strong>de</strong> Cristo, los que le obe<strong>de</strong>ceríamos en<br />
todo y haríamos saber al mundo la verdad <strong>de</strong> lo que me está contando.<br />
—Desengáñese. Ni los mismos jesuitas que aún conservan <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
su fundación por su compatriota san Ignacio el cuarto voto <strong>de</strong> obediencia<br />
ciega al papa moverían un hilo para cambiar toda esta trama.<br />
<strong>El</strong>los son uno más <strong>de</strong> esos grupos <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r que se disputan el dominio<br />
<strong>de</strong>l cascarón <strong>de</strong> la Iglesia. <strong>El</strong> bando principal, sin embargo, lo<br />
constituye la Fraternidad <strong>de</strong> la Acción Divina que usted conoce bien;<br />
recuerdo que me hizo un retrato muy exacto, que en aquel momento<br />
no creí tanto, <strong>de</strong> ellos cuando hablamos en Orense. Se quedó corto,<br />
mi buen amigo, muy corto. De entonces acá su influencia se ha centuplicado;<br />
a sus filas pertenecen la mayoría <strong>de</strong> quienes me controlan<br />
hasta la respiración.<br />
—Pero quedamos otros.<br />
—A los que nadie haría el menor caso en el or<strong>de</strong>n actual. Si por una<br />
ocasión <strong>de</strong> la fortuna o <strong>de</strong> la provi<strong>de</strong>ncia pudiesen alzar la voz, otras<br />
mil atronarían el ambiente consiguiendo que nadie les oyese o, lo que<br />
es peor, que les tomaran por locos que <strong>de</strong>sbarran en apoyo <strong>de</strong> ocultos<br />
intereses. ¡Qué ironía!<br />
—Nada hay peor que la con<strong>de</strong>na al silencio.<br />
—A veces el silencio autoimpuesto tiene sus ventajas; no <strong>de</strong>ja ver la<br />
siguiente jugada a nuestros enemigos y eso los <strong>de</strong>sconcierta. Lo quieren<br />
saber todo, dominar todo, pero sólo tienen po<strong>de</strong>r sobre lo que se<br />
manifiesta, no sobre lo que se guarda en el hondón silencioso <strong>de</strong>l<br />
alma. Y ahí es don<strong>de</strong> <strong>de</strong>bemos <strong>de</strong>jar que reposen nuestros proyectos y<br />
el ansia por llevarlos a cabo algún día.<br />
La comida se había enfriado en los platos sin que apenas la hubiesen<br />
tocado. La pequeña habitación estaba llena <strong>de</strong> humo <strong>de</strong> los cigarrillos<br />
que, uno tras otro, fumaba Sonseca; un pequeño extractor disimulado<br />
entre los adornos <strong>de</strong> escayola <strong>de</strong>l techo luchaba sin mucho éxito por<br />
<strong>de</strong>spejar el aire, pero esa neblina <strong>de</strong> tabaco no parecía molestar a Attile<br />
[44]