Les Thompson – La Santa Trinidad
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L a S a n t a T r i n i d a d / 63<br />
Biblia los contradijo, mostrando como las palabras: Yo soy<br />
Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí, podían<br />
igualmente incluir al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, ya<br />
que —como vimos en el capítulo anterior— las tres personas<br />
juntas subsisten en una sola esencia divina infinita. Tales<br />
tipos de argumentos eran complicados, y las luchas entre los<br />
grupos eran fuertes, pero a la vez fueron muy importantes.<br />
Sin esas luchas no tendríamos la claridad que hoy tenemos<br />
al hablar del único Dios que se nos presenta en la Biblia.<br />
Otra ilustración, posterior a la monárquica, nos puede<br />
servir para mostrar cómo una doctrina falsa lleva a otras.<br />
Esta comenzó como una contienda entre amigos, Atanasio y<br />
Apolinar, que habían trabajado juntos en el ya citado Credo<br />
de Atanasio. Allí Atanasio y Apolinar establecieron que la<br />
infinita esencia de Dios no era divisible, que para formar<br />
una sola naturaleza unida cada una de las tres personas<br />
tenía que poseer la total plenitud o perfección de la divinidad.<br />
No obstante, Apolinar se puso a pensar en otro tema, el<br />
de la Segunda Persona de la <strong>Trinidad</strong> cuando se humanó.<br />
¿Qué fue aquello que nació de la Virgen María? ¿Era Dios u<br />
hombre, o quizás una mezcla? ¿Cómo pudo Jesucristo ser<br />
cien por ciento Dios cuando evidentemente nació de una<br />
mujer que no era Dios? ¿Sería posible que la Virgen María<br />
—una mujer natural— fuera la madre de un hijo que literalmente<br />
fuera Dios? ¿No sería, más bien, que lo que nació<br />
de María en Belén fue lo más parecido a una mezcla?<br />
Dándole vueltas a esas preguntas, Apolinar llegó a una<br />
conclusión errada. Comenzó a enseñar que Jesucristo era<br />
una mezcla del Logos (Dios) y del hombre. Decía que ni era