Torrentes Espirituales.pdf - Tesoros Cristianos
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Este y otros saltos que quedan por delante están ahí para que tu<br />
redención prospere.<br />
Finalmente, el cristiano – el río – empieza a sentir que ha alcanzado<br />
la parte más baja de la montaña y que está en una región llana. De nuevo<br />
hay calma. El cristiano ha entrado en otra etapa en su experiencia<br />
espiritual. Quizá encuentra descanso una vez más y puede que dure<br />
muchos años. Poco a poco, sin embargo, el creyente se percata de que<br />
está experimentando otra vez inclinaciones por cosas que pensaba había<br />
dejado atrás hace tiempo. ¡Se queda perplejo! La paz parece escurrírsele<br />
entre los dedos, en tanto que las distracciones llegan como hordas.<br />
Vienen estaciones de sequía y aridez. En vez de pan sólo hay piedras.<br />
En el mejor de los casos la oración se hace algo desagradable. La<br />
pasión, que pensaba él estaba muerta, revive.<br />
El cristiano está maravillado. Habrá de volver a ese lugar del que ha<br />
caído o al menos quedarse donde está y no seguir cuesta abajo. Mas se<br />
ha alcanzado el final de la montaña. ¡No habrá ya más experiencias de<br />
alta montaña! El alma ahora debe prepararse para una buena zambullida.<br />
El cristiano retrocede, aferrándose a alguna de las hermosas devociones<br />
pasadas. Triplica su arrepentimiento, se engancha a todo aquello que le<br />
hayan enseñado alguna vez para poder mantener la fe y volver al Señor.<br />
Todo lo que trata de hacer se vuelve trabajoso. En todo esto siente que<br />
falla en alguna parte. “Algo se echa en falta en mi vida que está siendo la<br />
causa de todo esto. Si sólo pudiera enderezarlo.”<br />
El creyente ahora encara lo que para él parece ser un hecho obvio:<br />
que no va a recibir ayuda por parte del Señor. La infidelidad de Dios le<br />
aterroriza. Lamenta la pérdida de la presencia (sentida) de su Señor.<br />
Pero para sorpresa del cristiano, el Señor regresa.<br />
En este punto el cristiano incurre en el error de creer que los negros<br />
días son historia, que el Señor ha traído nuevas bendiciones, y que una<br />
nueva pureza ha sido, y será, establecida. Cree que ha llegado en verdad<br />
a desconfiar de la vida de su propio yo.<br />
Esta nueva relación que el cristiano tiene con su Señor es algo muy<br />
valorado y se considera cosa frágil. Ya no se desplaza<br />
tempestuosamente como antaño. No quiere perder el tesoro que una vez<br />
pensó había perdido. Es más sensible ante la posibilidad de desagradar a<br />
su Señor, no sea que el Señor se apartare de él. Trata de ser más fiel<br />
que nunca.<br />
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