Torrentes Espirituales.pdf - Tesoros Cristianos
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A Molinos lo sellaron literalmente tras los portones de una mazmorra.<br />
Guyon se vería en breve fugitiva de la justicia. Cuando por fin dieron con<br />
ella, fue encarcelada en Vincennes, y después en la infame Bastilla.<br />
Guyon dice que es muy raro conseguir un avanzado estado de<br />
espiritualidad. Algo que atañe a muy pocos, e incluso entonces, un<br />
estado que únicamente se alcanza – por lo general – a una edad<br />
bastante madura, casi siempre poco antes de la muerte. Bien, ella era<br />
casi una cincuentona cuando escribió este libro. Asumo, pues, que ella<br />
misma teorizaba con ciertas partes de lo escrito aquí.<br />
Hasta donde mi lógica alcanza, <strong>Torrentes</strong> <strong>Espirituales</strong> no fue<br />
publicado hasta después de su muerte. Una cosa es segura: siempre que<br />
este libro se vuelve a llevar a una imprenta molesta, enoja y confunde a<br />
mucha gente.<br />
¿A qué se debe, pues, esta nueva edición?<br />
Como ya dije anteriormente, es tan simple como el hecho de que no<br />
existen muchas obras en la literatura cristiana que hablen del trato interno<br />
de la cruz en la vida diaria del creyente. Y hoy en día la iglesia parece<br />
alejarse más y más del tema del sufrimiento... casi cada hora que pasa.<br />
La mayoría de los cristianos, tras leer este libro, lo único que hacen<br />
es agitar sus manos con aire de desespero e intentar olvidar que alguna<br />
vez lo hayan leído. Puede que eso mismo sea lo más saludable que<br />
puedas hacer con él, si crees que todos los cristianos deben pasar por<br />
los niveles que ella describe. Pero, de hecho, no es eso lo que ella dice.<br />
Para comprender este libro en particular tienes que entender la tradición<br />
católica. Puede que Guyon fuera la católica romana más evangélica que<br />
hubiera escrito un libro en su época, pero era católica.<br />
Ahora bien, un católico que escribiera de un tema como el que ella<br />
escribió aquí, para ser considerada una buena católica, debía seguir una<br />
larga y bien establecida tradición. Esta tradición fue establecida allá en<br />
los tiempos de Agustín y Dionysius Exiguus. Estos dos hombres pusieron<br />
la vida cristiana por “etapas”. Todos los escritores posteriores estaban<br />
encadenados por la tradición a establecer una serie de etapas por las<br />
que, creían ellos, el alma debía atravesar con vistas a llegar a la<br />
“perfección”. La perfección, para la mente católica, no quiere decir<br />
ausencia de pecado o perfección... sino un estado de “estar en Dios”.<br />
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