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Torrentes Espirituales.pdf - Tesoros Cristianos

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El desdichado ve a otros creyentes engalanados con tantos trofeos<br />

de victoria... Es obvio que el Señor, el Novio, ha extendido muchos<br />

adornos sobre estos creyentes. El cristiano desolado admira mucho estas<br />

cosas, y se ve a sí mismo en un abismo vacío. Sin embargo, no tiene<br />

ganas de obtener todas las maravillas que sus ojos contemplan. Por una<br />

razón, y es que se siente demasiado indigno de ellas. Se regocija, no<br />

obstante, al ver que otros hallan favor con el Señor.<br />

Cuando el creyente se embarcó en este largo viaje, tenía un celo de<br />

la presencia de Dios y deseaba mantener al Señor siempre con él. Ahora<br />

está agradecido cuando siente que el Señor no le está mirando, porque<br />

no le gustaría que el Señor contemplara un espectáculo así. El cristiano<br />

ha alcanzado el punto donde no halla bien alguno en su desnudez, su<br />

muerte, o en esta putrefacción... que recientemente ha descubierto<br />

acerca de sí mismo.<br />

El Señor ha dejado a éste desnudo, con el fin de que el Señor Mismo<br />

pueda ser su ropa.<br />

“Revestíos del Señor Jesucristo.”<br />

Mata para que Él Mismo pueda ser la vida del creyente.<br />

“Si hemos muerto con Cristo, resucitaremos juntamente con él.”<br />

El Señor aniquila al cristiano sólo para transformarle en Él.<br />

La pérdida de la virtud personal sólo toma lugar por niveles, al igual<br />

que el resto de las pérdidas. El final es algo así como una total<br />

desesperación; este creyente no sólo ha perdido la esperanza depositada<br />

en sus virtudes externas, sino que aun el amor propio ha perdido su<br />

poder.<br />

En esta estación en particular, la oración es muy dolorosa. De hecho,<br />

no es sorprendente que un cristiano llegue a ser incapaz de aferrarse a la<br />

oración. Había un tiempo en el que se percibía una profunda calma en la<br />

oración, y esa calma sostenía la oración. Pero Dios ha apartado esto. La<br />

oración parece que se ha perdido. El cristiano se ve igual que otros<br />

creyentes que nunca antes han practicado la oración. Empero, hay una<br />

diferencia: siente el dolor de la pérdida.<br />

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