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Torrentes Espirituales.pdf - Tesoros Cristianos

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El desdichado río, ahora zambullido en un abismo, cae como una<br />

piedra a cada vez mayor profundidad, hasta que haya un fin a todas las<br />

buenas intenciones y austeridades.<br />

Compara ahora la diferencia entre el estado de este río torrencial<br />

cuando fluía de su fuente de origen, fluyendo armoniosamente por las<br />

llanuras y riachuelos que eran dejados atrás. Y ahora mira su horrible<br />

inmersión.<br />

Y aun así, éste era su destino.<br />

Ocurre algo muy interesante en esta época. El alma empieza a<br />

acostumbrarse a esta situación. Permanece sin esperanza de ninguna<br />

clase y sin ningún pensamiento de escapar. Es totalmente incapaz de<br />

aliviar la situación. Los motivos ocultos del corazón están siendo<br />

aniquilados y se vuelven polvo. Al menos, la aniquilación de las cosas<br />

oscuras del yo ha empezado.<br />

Ahora el cadáver no es más que polvo; el alma ya no sufre por lo que<br />

le rodea. Se ha hecho a este extraño y casi indescriptible paisaje.<br />

El creyente deja de mirar a todo, y es como una persona que ya no<br />

es, y que nunca más será. Previamente este cristiano se horrorizaba de<br />

su naturaleza. Ahora no hay reacción. Anteriormente, venía temblando a<br />

tener comunión con Él, con temor a deshonrar a Dios. Ahora parece<br />

aproximarse a esa comunión como algo innato a su curso. Ya no hay<br />

más sentir, ni de lo que acarrea dolor, ni de lo que acarrea placer. Las<br />

cenizas descansan en una especie de paz, pero una paz sin esperanza;<br />

las cenizas no tienen esperanza. Incluso cuando el alma percibía que se<br />

estaba descomponiendo, aún había eso: un darse cuenta. Ahora ha<br />

caminado por todo ese estado, y nada, ni por dentro ni por fuera, le<br />

afecta ya.<br />

Con el tiempo, en este cristiano que está siendo reducido a la nada,<br />

se halla entre sus cenizas un germen de inmortalidad. Protegido bajo<br />

todo ese montículo existe, como si fuera una semilla, algo que, a su<br />

debido tiempo, vivirá. Pero, ten por seguro, el devoto no se da cuenta de<br />

esto. Ni siquiera se le pasa por la cabeza que alguna vez sea reavivado o<br />

resucitado.<br />

¿Hay fidelidad en esta alma? Lo único que se deja enterrar, aplastar,<br />

es la fidelidad; ¡la única fidelidad que ha quedado es una persona muerta!<br />

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