150 aniversario de la ley hipotecaria - Foros del 150 aniversario de ...

especial 150 aniversario de la ley hipotecaria
Señor:
Siempre me ha llamado
poderosamente la atención
el hecho de que la
Ley Hipotecaria de 1861
se promulgara en un momento
histórico que está
muy cerca de la media aritmética
entre la desamortización
y la creación del
primer Banco Hipotecario.
Ello puede tener importancia
sobre todo si se
parte de la idea de que en
la Historia no hay casualidades.
Los eruditos suelen
recordar precedentes
más antiguos entre los
que se encuentra una llamada
Pragmática de don
Carlos y doña Juana, probablemente
muy influida
por los asesores flamen-
24 • registradores de españa
luis díez-picazo
catedrático de derecho civil
cos que vinieron a nuestra
patria con el Rey que
según la copla era medio
flamenco.
No resisto en estos momentos
la tentación de
transcribir las elegantes
palabras que don León Galindo
y de Vera y don Rafael
de la Escosura y Escosura
dedicaron a este
momento histórico (cfr.
“Comentarios a la legislación
hipotecaria de España
y Ultramar”, 3a ed.,
Tomo I, Madrid, 1896).
Al Ínclito Emperador D.
Carlos I de Castilla, le corresponde
la gloria de haber
iniciado tan provechosa
institución. El 10 de febrero
de 1538, estableció
en Flandes el Registro, para
evitar engaños y proteger
la propiedad y la buena fe
de los contratantes.
Apresurándose las Cortes
de Toledo, celebradas
en 1539, a solicitarlo para
Castilla, y en su petición 11
a suplicaron “que en cada
ciudad, villa o lugar, cabeza
de jurisdicción, hubiese
un libro en donde constasen
todos los contratos de
censos, tributos, imposiciones
e hipotecas que afectasen
a las fincas”, y pronto
la Pragmática del mismo
año, expedida por Don
Carlos y su infeliz madre
Doña Juana, sancionó la
petición de las Cortes. En
esta ley es donde la palabra
registrador se encuentra
por primera vez usa-
da para significar el funcionario
que inscribía los
derechos reales, así como
las de registrar y registro,
ya se usaron en las antedichas
leyes forales de 1442
y 1488, para indicar el acto
de inscribir y el libro donde
se extendía el asiento.
Limitábase el registro,
según la Pragmática, a los
contratos de constitución
de tributos, censos, hipotecas
y ventas de bienes inmuebles;
no se extendía a
la imposición de aquellos
por última voluntad ni por
prescripción, ni a las servidumbres,
ni a las hipotecas
legales y generales;
pero aún así, con todas sus
imperfecciones, el pensamiento
ya tenía forma; la