CONSTELACIONES DIAGRAMADO.indd - Escritores y Poetas en ...
CONSTELACIONES DIAGRAMADO.indd - Escritores y Poetas en ...
CONSTELACIONES DIAGRAMADO.indd - Escritores y Poetas en ...
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
P<strong>en</strong>sé que Tania me iba a dar algún sermón sobre mi<br />
apatía, mi machismo, los milicos, el saqueo de la patria, los<br />
dólares, Ronald Reagan, Francisco Javier Cuadra, y cómo<br />
todo el hemisferio occid<strong>en</strong>tal, excepto ella misma, eran culpables<br />
por sus problemas. Pero <strong>en</strong> vez de eso tomó mi mano<br />
y la apretó con fuerza. Yo le respondí con más fuerza. Las<br />
olas rev<strong>en</strong>taban a metros de su espalda. Parecía mucho más<br />
segura de sí misma que cuando la había conocido. ¿Por qué<br />
de pronto la <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro más bonita?, p<strong>en</strong>sé.<br />
- ¿Caminemos? —le dije—.<br />
Después de almorzar, fuimos a un s<strong>en</strong>dero paralelo a<br />
un río torr<strong>en</strong>toso. Tomaba una hora y media llegar hasta el<br />
v<strong>en</strong>tisquero donde supuestam<strong>en</strong>te habría hielo, nieve, cascadas,<br />
y una vista inolvidable de los bosques andinos. Tuve<br />
ganas de tomar fotos pero me di cu<strong>en</strong>ta que no había comprado<br />
rollo, así que volví a guardar la cámara.<br />
Tania andaba l<strong>en</strong>to, había <strong>en</strong>contrado algo <strong>en</strong> el suelo<br />
que le llamaba la at<strong>en</strong>ción; insectos, flores, hormigas, caminos<br />
de caracoles; cosas que sólo a ella le importaban. Calculé<br />
que a esa velocidad volveríamos de noche y la adelanté<br />
unos cuantos metros.<br />
Le tomé el olor a una hoja cualquiera, era fuertísimo.<br />
Arranqué un par para llevármelas. También arranqué un<br />
copihue y lo puse ad<strong>en</strong>tro de mi billetera. Hice lo mismo<br />
con un pedazo de helecho y una flor blanca que no había<br />
visto antes. De pronto, me s<strong>en</strong>tí sólo. Miré a mi espalda,<br />
Tania ya no estaba ahí. La esperé pero no llegó. Retrocedí<br />
varios metros por el s<strong>en</strong>dero y sólo <strong>en</strong>contré a un par de<br />
turistas extranjeros. Encontré a un chil<strong>en</strong>o y le pregunté<br />
si existía algún camino alternativo, alguna desviación. Me<br />
respondió que no, que ese era el único s<strong>en</strong>dero.<br />
Volví al principio y salí a buscarla de nuevo, pero esta<br />
vez junto al guardaparques. Ya estaba hirvi<strong>en</strong>do <strong>en</strong> rabia.<br />
Gritamos su nombre <strong>en</strong> medio del estru<strong>en</strong>do del río. Le<br />
15