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CONSTELACIONES DIAGRAMADO.indd - Escritores y Poetas en ...

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con varias capas de cinta adhesiva. Me pregunté cómo, t<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do<br />

plata para viajar y para comprar películas a destajo,<br />

no t<strong>en</strong>ían como para cambiar un vidrio.<br />

- Hola Javier. ¿Están tus papás?<br />

- Hola don Carlos. Salieron pero vuelv<strong>en</strong> al tiro, fueron<br />

a comprar al almacén.<br />

- ¿Y te dejaron aquí solo?<br />

- No. Con el Max.<br />

- ¿Quién es el Max?<br />

- Mi bóxer atigrado. Me lo trajeron de Santiago. Se demoró<br />

como dos semanas <strong>en</strong> llegar. Lo mandaron por avión<br />

y luego por bus. Era así de chiquitito cuando llegó.<br />

- ¿Y dónde se fue?<br />

- Parece que se fue al bosque. ¿Me lo podría traer,<br />

por favor?<br />

El chico t<strong>en</strong>ía un l<strong>en</strong>guaje perfecto; casi afeminado,<br />

iba p<strong>en</strong>sando, mi<strong>en</strong>tras me internaba <strong>en</strong> el bosque de eucaliptos<br />

que estaba detrás de la casa. Grité “¡Max! ¡¿Dónde<br />

estás?!”. Los troncos eran altísimos, todo era sombras bajo<br />

las ramas, no había señales de Max. Sólo podía oír las hojas<br />

secas cruji<strong>en</strong>do bajo mis zapatos. Me s<strong>en</strong>tí como <strong>en</strong> un<br />

cu<strong>en</strong>to para niños; cruzaba el bosque para buscar a un perro<br />

mágico que me conduciría a través de una escalera invisible<br />

hacia un punto secreto <strong>en</strong>tre el cielo y la tierra donde me<br />

daría las respuestas para el 26,3% de las grandes preguntas<br />

de la humanidad, tras lo cual yo quedaría, sino completo,<br />

al m<strong>en</strong>os más tranquilo y, quién sabe, incluso predispuesto<br />

para la felicidad.<br />

Max se acercó por <strong>en</strong>tre los árboles. Era un perro de<br />

rostro feo pero amigable. Me agaché para recibirlo. Buscó<br />

mi mano y mordió mis dedos suavem<strong>en</strong>te. Supuse que<br />

era su manera de saludar. Por instinto profesional revisé la<br />

elasticidad de su pellejo y el color de sus orejas. Parecía un<br />

ejemplar sano y bi<strong>en</strong> hidratado; el primer animal completam<strong>en</strong>te<br />

sano que veía <strong>en</strong> semanas.<br />

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