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noche de perr - Emeequis

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| EMEEQUIS | 27 <strong>de</strong> abril <strong>de</strong> 2009<br />

10<br />

cuarto <strong>de</strong><br />

huéspe<strong>de</strong>s<br />

Pensando en<br />

doña Amalia<br />

Por Marcela Briz Garizurieta<br />

Tuve el privilegio <strong>de</strong> tratarla <strong>de</strong> cerca los<br />

últimos años <strong>de</strong> su vida. Comíamos con regularidad<br />

al menos dos domingos al mes, casi<br />

siempre acompañadas <strong>de</strong> nuestra querida<br />

amiga Alicia Torres, y cuando estaba con<br />

nosotras la dulce Coty, hermana <strong>de</strong> doña<br />

Amalia, la reunión se hacía una fiesta.<br />

En aquellas sobremesas memorables,<br />

bebiendo un chocolate caliente, acompañado<br />

<strong>de</strong> un panecito con nata, como a ella le gustaba,<br />

disfrutábamos <strong>de</strong> una charla colmada<br />

<strong>de</strong> recuerdos y reflexiones inteligentes <strong>de</strong><br />

parte <strong>de</strong> doña Amalia.<br />

Había una gran i<strong>de</strong>ntificación entre<br />

nosotras, que se expresaba en un lenguaje<br />

común producto <strong>de</strong>l origen michoacano <strong>de</strong><br />

mi familia y <strong>de</strong> mi interés por la historia,<br />

sobre todo <strong>de</strong> la época revolucionaria y <strong>de</strong>l<br />

periodo en el que el general Lázaro Cár<strong>de</strong>nas<br />

fue gobernador <strong>de</strong> Michoacán, tema <strong>de</strong> mi<br />

tesis <strong>de</strong> licenciatura. De ello surgió la i<strong>de</strong>a<br />

<strong>de</strong> encargarme <strong>de</strong> or<strong>de</strong>nar una serie <strong>de</strong> notas<br />

que ella había acumulado a lo largo <strong>de</strong> varios<br />

años para su eventual publicación, lo cual<br />

propició una mayor cercanía y comunicación<br />

entre nosotras.<br />

Doña Amalia era una mujer apasionada<br />

por la historia <strong>de</strong>l país y siempre pendiente<br />

<strong>de</strong>l acontecer diario. Resultaba verda<strong>de</strong>ramente<br />

admirable cómo, hasta sus últimos<br />

momentos, no <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> leer los periódicos<br />

y estaba al tanto <strong>de</strong> todo lo que ocurría, teniendo<br />

siempre un análisis y una opinión<br />

reflexiva al respecto. Su memoria prodigiosa<br />

no la abandonó nunca. Era, a<strong>de</strong>más,<br />

una ávida lectora; siempre estaba leyendo<br />

algún libro, ya fuera <strong>de</strong> historia o <strong>de</strong> temas<br />

políticos <strong>de</strong>l momento. En todos los libros<br />

que leía marcaba las partes que le intere-<br />

saban. Y cuando algo le causaba indignación, anotaba al<br />

margen expresiones <strong>de</strong> <strong>de</strong>saprobación hacia los personajes<br />

o hechos que reprobaba.<br />

La personalidad <strong>de</strong> doña Amalia <strong>de</strong>spertó en mí una<br />

verda<strong>de</strong>ra admiración y fue un ejemplo <strong>de</strong> vida que me<br />

acompañará siempre. Me impresionaba observar cómo<br />

habiendo pasado por un cúmulo <strong>de</strong> experiencias, no sólo<br />

positivas sino también muy amargas, tenía la virtud <strong>de</strong><br />

seguir apreciando profundamente la vida y manteniendo<br />

la confianza en los seres humanos. Esa capacidad <strong>de</strong><br />

renovación vital que la caracterizaba era estimulada sin<br />

duda por las cualida<strong>de</strong>s que la <strong>de</strong>finieron, como su firme<br />

carácter, el compromiso irrenunciable a sus convicciones,<br />

la congruencia en su actuar y la tenacidad con la que<br />

perseguía sus propósitos.<br />

Pero esa faceta <strong>de</strong> seriedad, muy apegada al <strong>de</strong>ber ser <strong>de</strong><br />

doña Amalia, contrastaba con su tierna capacidad maternal<br />

<strong>de</strong> dar cobijo y seguridad a muchos que la ro<strong>de</strong>ábamos<br />

sin que nadie se sintiera menos importante o relegado <strong>de</strong><br />

su afecto; así la sentía yo, cerca y pendiente. Porque ella<br />

siempre estaba al tanto <strong>de</strong> todo. Si alguien estaba enfermo,<br />

había que mandarle algo; si alguien cumplía años, había que<br />

hacerle sentir que era recordado; si se había sufrido alguna<br />

pérdida, también estaba ahí su presencia reconfortante. O<br />

simplemente había que hacer sentir a la gente su cariño con<br />

algún <strong>de</strong>talle. Era especialista en los <strong>de</strong>talles, gozaba con<br />

dar. Prefería que le regalaran algo para dar que para usarlo<br />

o disfrutarlo ella misma. No se diga cuando ella recibía en<br />

su casa, en don<strong>de</strong> todo, absolutamente, estaba dispuesto y<br />

consi<strong>de</strong>rado con cuidado por ella misma; sólo Celeste, su<br />

nuera, era capaz <strong>de</strong> auxiliarle en esos menesteres, ya que la<br />

conocía y la entendía muy bien.<br />

La personalidad <strong>de</strong> doña Amalia nunca se opacó con la<br />

figura pública <strong>de</strong> su esposo y compañero <strong>de</strong> vida, el general<br />

Lázaro Cár<strong>de</strong>nas; ser pareja fue lo mejor que les pudo<br />

pasar a los dos. Creo que cada uno <strong>de</strong> ellos así lo reconoció<br />

siempre.<br />

El gran amor y la admiración que toda su vida sintió<br />

doña Amalia por el general y su firme convicción <strong>de</strong> seguir<br />

sus enseñanzas quizás fueron la causa <strong>de</strong> esa perfecta unión<br />

entre ambos. Como ella misma lo apuntaba, al explicarse<br />

las razones <strong>de</strong> su actuar en función <strong>de</strong> las enseñanzas <strong>de</strong>l<br />

general: “Fue el ejemplo cotidiano <strong>de</strong> ver cómo se manifestaba<br />

ante cualquier persona <strong>de</strong> diferente condición<br />

social, su trato y atenciones con la gente; su actitud fue<br />

lo que se dice ‘predicar con el ejemplo’. Yo me propuse<br />

seguirlo en todo. Y creo que él no tuvo frustración por mi<br />

conducta”¹.<br />

Pero no basta con amar y admirar a alguien para seguirlo<br />

en su comportamiento. Como tampoco es suficiente convivir<br />

con una persona para parecerse a ella. Son necesarias cualida<strong>de</strong>s<br />

muy especiales que tienen que ver con la capacidad<br />

<strong>de</strong> reconocer valores y establecer <strong>de</strong>beres, configurando un<br />

actuar ético, una convicción, un camino <strong>de</strong> vida. Camino<br />

que no fue fácil para doña Amalia y que la obligaba a contar<br />

con una gran sensibilidad para captar situaciones <strong>de</strong> lo que<br />

ocurría en su entorno, como ella <strong>de</strong>cía:<br />

“En todos los momentos <strong>de</strong>l día había que apren<strong>de</strong>r algo<br />

que no siempre se intuía en el instante. La manera <strong>de</strong> actuar<br />

era toda diferente en él. Lo acompañé en todos los acontecimientos<br />

que me tocó vivir a su lado; lo seguí sin dudar un

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