noche de perr - Emeequis

Berlín, Alemania.– Benedikt tiene apenas siete años. Es menudo
de cuerpo. La blancura de su piel armoniza con el color castaño
de su cabello. Su voz es delgada pero firme. En un casi perfecto
y fluido español lee: “Los árboles del parque estaban de fiesta.
Todos tenían hojas verdes y brillantes. Muy contentos, mecían
su follaje con el suave viento de la primavera. Sólo la Jacaranda
seguía sin hojas, como si estuviera seca”.
Tras breves segundo de pausa, María –la maestra– le pide a
otro niño, Josef, que continúe con la lectura. Él también acaba
de cumplir siete años. A diferencia de Benedikt, es más alto y
grande. Sus cabellos rubios caen desordenados sobre su rostro.
Con un poco más de dificultad, pero en un entendible español,
continúa:
–¡Sería mejor que la cortaran! –dijo un álamo.
–¡No se ve bonita entre nosotros!
La Jacaranda se estremeció de miedo.
–¿De verdad me irán a cortar?, se preguntó y se puso a llorar.
Benedikt y Josef son alemanes, nacidos en Berlín. El primero
proviene de una familia bicultural: su madre es argentina y su
padre alemán. En el caso de Josef, tanto el padre como la madre
son alemanes. Desde hace año y medio, los dos han aprendido a
leer y escribir en español como primera lengua.
Las herramientas de la que ha echado mano su profesora
no son materiales pedagógicos diseñados por el Ministerio de
Educación alemán ni cuadernos de gramática provenientes de
España, sino los libros de texto oficiales de la Secretaría de Educación
Pública de México.
El salón de clases de la escuela primaria estatal Joan Miró es
luminoso, grande y colorido. Un ventanal que corre de pared a
pared, y sobre el que hay pegadas infinidad de mariposas multicolores
de papel, permite que los incipientes rayos de sol se filtren.
La primavera, según marca el calendario oficial, ya llegó. Y con
ella, las lecturas y lecciones referentes a esta estación del año con
la que se dan por terminados los casi seis meses de temperaturas
heladas y cielos nublados en este lado del mundo.
El resto de la clase, otros 10 niños provenientes también de
familias mixtas, sigue con atención la lectura de La Jacaranda. Todos
cursan segundo año de educación primaria. Ninguno de ellos
ha visto en su corta vida un árbol de jacaranda. Las condiciones
climáticas de este país no son aptas para la supervivencia de este
tipo de árboles y arbustos originarios de la América intertropical.
Pero a partir de la lectura y con las coloridas ilustraciones del
libro, ahora saben cómo es un árbol de Jacaranda. Y no sólo eso.
La lectura les ayuda a enriquecer su vocabulario y conocer cada
vez más la gramática del español.
–¿Qué es follaje? –pregunta Naja en otro momento de la
lectura. Rubia de cabellos y de color de piel muy blanca, Naja
también tiene padres alemanes, aunque su madre es de ascendencia
venezolana.
Tras resolver su duda, María Lenci, la profesora de nacionalidad
argentina, pide a la clase que le señale algún sustantivo
que aparezca dentro de la lectura.
“Árboles”, responde la propia Naja.
–¿Quién me dice qué es un verbo?
–Es algo que tiene acción –responde Ana, nacida en Munich
de padres españoles.
–¿Miedo es un verbo? –pregunta Naja.
–No. Miedo es un sustantivo –le aclara Benedikt.
Los padres de familia de la clase –12 niños en total– decidieron
que sus hijos serían alfabetizados en español. El alemán quedó
como segunda lengua dentro de su formación, aunque es el idioma
en el que están en contacto todo el tiempo fuera de la escuela.
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A menudo
despreciados por las
escuelas privadas en
México, los libros de texto
gratuito elaborados por la
Secretaría de Educación
Pública han causado
furor en Berlín, Alemania.
Para ser más exactos, en
uno de los experimentos
educativos europeos de
mayor avanzada: las escuelas
públicas Europaschulen.
La enseñanza es bilingüe
en ellas y, si así lo deciden
los padres, los niños son
alfabetizados en español.
Y aquí es donde entran los
libros de la SEP. Que llegaran
allá fue pura casualidad.
Una mera iniciativa personal
de una maestra de origen
mexicano. Y ahora son
la sensación entre la
comunidad de profesores:
“Los libros mexicanos dan
una visión más amplia
porque apuntan más a
pensar, escribir, confrontar,
entrevistar, investigar”.
Quién lo dijera.
Texto y fotos: Yetlaneci Alcaraz