noche de perr - Emeequis

A doña Trini, doña Cata y tatik Samuel
Ellos llegaron temprano. La cita era en Serapaz (Servicios
y Asesoría para la Paz, AC), allá por los rumbos de
la colonia Del Valle de la ciudad de México. Eran las ocho
de la mañana del 21 de abril de 2009. Cada uno llegó por
su lado. Ellos muy respetados y reconocidos: don Samuel
Ruiz andaba de semblante serio, a su lado, vigoroso y valiente,
el obispo Raúl Vera parecía no tener sentido del
humor (después nos sorprendería) y fray Miguel Concha,
como siempre, llegó saludando, haciendo gala de
sensibilidad tempranera. También, ocultas y ocultos del
frío, en una camioneta llegaron ellas y ellos. Esta vez con
sombrero y paliacates pero sin machetes: los ofendidos y
agraviados de San Salvador Atenco. No éramos todos los
que estábamos ni estábamos todos los que somos, pero
al fin estábamos completos. Cada quien por sus motivos
respectivos tomamos camino y nos acompañamos.
Partimos en grupo hacia el penal de máxima seguridad
de El Altiplano, ubicado en el Estado de México. La
razón: la visita de estos ministros de la fe a Ignacio del
Valle Medina, Felipe Álvarez Hernández y Héctor Galindo
Gochicoa, detenidos y puestos en prisión a raíz
de los hechos del 3 y 4 de mayo de 2006 en San Salvador
Atenco. No era la primera vez, ya lo habían intentado, sin
lograrlo, hace algunas semanas. Llegamos alrededor de
las 11:30 horas. Samuel Ruiz, Raúl Vera y Miguel Concha
lograron entrar. Un nutrido grupo de reporteros intentaron
conseguir una declaración; no la hubo, así que nos
tocó esperar. Y la espera se hizo larga, tan larga como el
día. Afuera, Trinidad y Catalina, compañeras de Ignacio
y de Felipe, aguardaban con paciencia —ya van a ser tres
años de que les fueron arrebatados sus esposos— bajo
el sol inclemente de estas tierras. Sol mezclado con un
viento que quema. Pasaron las horas hasta que, junto con
el crepúsculo, salieron los religiosos y luchadores sociales.
El reloj marcaba las 18:30. Impacientes, los medios se
arremolinaron alrededor de ellos. Lo que de su boca salió
fueron espinas, dardos:
Tardaron, una vez que ingresaron al penal y sólo para
llegar al lugar donde cada uno de ellos se iba a entrevistar
con Nacho, Felipe y Héctor, en distintos momentos y por
separado, una hora. Pasaron 12 filtros para ello, los desvistieron,
les hicieron pruebas toxicológicas pero, después
de todo, pudieron ver enteros a los presos. De ellos
dijeron que no han bajado la guardia, que sus convicciones
siguen firmes… dijeron que los vieron enteros.
Es un penal de máxima seguridad. Conscientes estaban
de lo que las reglas de ingreso implicaban y por
ello había también indignación en sus palabras: Nacho,
Felipe y Héctor duermen en un reducido espacio, viven
ahí 23 horas al día, sólo salen una hora de esa celda que
se agiganta al salir de ella y de esa cárcel es de donde los
quieren sacar.
Por eso estos hombres de Dios encabezan la Comisión
por la Libertad para los Presos Políticos de Atenco.
Nacho, Felipe y Héctor son sólo tres de ellos. Nueve más
están en el penal de Santiaguito, también regenteado por
el poder de Enrique Peña Nieto. Pero no están solos, hay
un grupo de intelectuales, artistas y más de 130 organizaciones
estudiantiles, sindicales, civiles y religiosas de
todo México y del mundo que piden lo mismo. De ahí es
de donde los queremos sacar.
Por Mardonio Carballo
las
plumas de
la serpiente
Vuelo XVI
Visitando el altiplano
A continuación, algunos puntos del pronunciamiento
que leyó a nombre de los tres religiosos fray Miguel
Concha:
“Lamentamos que Ignacio del Valle, Héctor Galindo
y Felipe Álvarez sigan a casi tres años de los hechos
represivos, presos bajo acusaciones que no pueden ser
comprobadas y bajo estricto control carcelario. Estos
tres integrantes del Frente en Defensa de la Tierra son
parte de un movimiento social cuyas demandas son
justas y legítimas. Es condenable el tratar como delincuentes
a ciudadanos que se organizan y se movilizan en
defensa de sus derechos. Estas tres personas no son delincuentes.
Son presos políticos del Estado mexicano (…)
demandamos su libertad, ya que es injusto que personas
inocentes se encuentren en prisión. Son políticas y no
jurídicas las razones por las que se encuentran todavía
en reclusión. Su encierro en un penal de máxima seguridad
constituye un castigo inusual y desproporcionado al
considerarlos y otorgarles el tratamiento de reos de alta
peligrosidad”.
Los religiosos se fueron. Nosotros también con el
viento. Las esposas, compañeras y simpatizantes del
Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra borraron sus
pasos de este día con la lluvia que nos cayó justo después.
Pero a este tecleador le siguen retumbando en los
oídos las palabras de Raúl Vera: ¿Cómo diablos se escapó
El Chapo Guzmán del penal de Puente Grande, si es tan
complicado tanto entrar como salir? ¿Qué funcionario
está viviendo como rey a causa de esto?
Y mientras el eco de estas interrogantes me sigue
perturbando, me despido suscribiendo con lo siguiente:
Libertad y justicia para los presos políticos de Atenco.
Tlaskamati miak.
| EMEEQUIS | 27 de abril de 2009
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