noche de perr - Emeequis
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A mi madre<br />
La vida en pareja suele ser una batalla confusa y, las más<br />
<strong>de</strong> las veces, cruel y bárbara, en la que el amor <strong>de</strong> pronto<br />
se pier<strong>de</strong> <strong>de</strong> vista hasta quedar vuelto un murmullo, y el<br />
combate cuerpo a cuerpo se traslada <strong>de</strong>l <strong>de</strong>licioso ámbito<br />
<strong>de</strong>l romance a la necesidad (¿o necedad?) <strong>de</strong> mantener vivo<br />
el chance <strong>de</strong> seguir juntos, un contrato asumido o no por<br />
ambas partes, con <strong>de</strong>rechos que tien<strong>de</strong>n a volverse abuso y<br />
<strong>de</strong>beres odiosos. La convivencia se traslada <strong>de</strong>l terreno <strong>de</strong>l<br />
abandono amoroso al <strong>de</strong> los acuerdos y las conveniencias<br />
frías y <strong>de</strong>scaradas, al <strong>de</strong> ce<strong>de</strong>r terreno en unos asuntos <strong>de</strong><br />
la vida cotidiana para ganar po<strong>de</strong>r en otros. Se inventan<br />
estrategias, se hacen treguas, se negocia, se pier<strong>de</strong> y se<br />
vence. La música <strong>de</strong> fondo que acompaña a las parejas ya no<br />
es aquella que los hizo bailar la <strong>noche</strong> en que inauguraron<br />
su amor, sino la melodía disonante <strong>de</strong> los gritos, el llanto y<br />
los sollozos soterrados, los portazos, las ofensas, la ley <strong>de</strong><br />
hielo, el extravío irremediable <strong>de</strong>l respeto, incluso los golpes<br />
y la violencia moral, las verda<strong>de</strong>s que por no <strong>de</strong>clararse a<br />
viva voz se vuelven mentiras po<strong>de</strong>rosas, las mentiras que<br />
por dichas se vuelven verda<strong>de</strong>s frágiles.<br />
¿Y el amor?<br />
El amor suele morir, ese amor primitivo e irresponsable<br />
que hacía entregarnos a la locura, a la pérdida <strong>de</strong> la voluntad<br />
y la agonía, a la furia <strong>de</strong> lo incierto y lo sorpresivo. Las parejas<br />
que sobreviven a esta muerte <strong>de</strong> pronto terminan navegando<br />
en una rutina sorda, en una cotidianidad que es más bien<br />
una circunstancia <strong>de</strong> conveniencia: <strong>de</strong> pronto, sin darse<br />
cuenta, uno necesita al otro para sobrevivir y viceversa. La<br />
batalla se traslada al mundo <strong>de</strong> los hábitos, <strong>de</strong> las acciones<br />
que se multiplican idénticas en el paso <strong>de</strong> los amaneceres<br />
juntos, allí, en la misma cama don<strong>de</strong> se ronca por igual,<br />
don<strong>de</strong> el calorcito <strong>de</strong>l otro es una condición necesaria y<br />
suficiente para po<strong>de</strong>r dormir o mal dormir a perpetuidad,<br />
en la misma mesa en la que se come la misma sopa <strong>de</strong> todos<br />
los mismos días. Uno, entonces, sin darse cuenta, como un<br />
soldado que ha sobrevivido a la guerra en la cual se ha visto<br />
caer a tantos, uno es ese plato <strong>de</strong> comida, uno es ese cuerpo<br />
duplicado en la cama <strong>de</strong>l dormir y <strong>de</strong>l yogar, uno es el ser<br />
mismo <strong>de</strong>l otro.<br />
Así, cuando los hijos se van y se vuelven unos <strong>de</strong>sconocidos,<br />
cuando los viejos compañeros <strong>de</strong> la guerra mutua se<br />
miran a los ojos en la soledad <strong>de</strong> la vejez, <strong>de</strong>scubren que ese<br />
amor muerto ha resucitado en una necesidad <strong>de</strong> pertenencia,<br />
en el reconocimiento absoluto sobre el otro. El <strong>de</strong>sconocido<br />
<strong>de</strong>viene reconocido, a pesar <strong>de</strong> que sigamos viviendo en<br />
las pequeñas prisiones <strong>de</strong> la vida diaria, en las que unos se<br />
vuelven celadores y otros abnegados prisioneros.<br />
Esto les ha ocurrido a Rudi y a Trudi: el ciclo <strong>de</strong>l amor<br />
se ha completado y lo que sigue es la irremediable pérdida<br />
<strong>de</strong>l compañero vaticinada por la muerte. Y contra la muerte<br />
nada se pue<strong>de</strong>, por más que reconozcamos que la felicidad<br />
es la certeza <strong>de</strong> que en la pareja superviviente uno tiene al<br />
otro.<br />
En la nostálgica y hermosa película Las flores <strong>de</strong>l cerezo<br />
<strong>de</strong> Doris Dörrie, Rudi, el hombre que invernaba en la inconsciencia<br />
<strong>de</strong> la vida diaria, encuentra a su mujer muerta<br />
Las fLores <strong>de</strong>L cerezo<br />
aLemania / francia / Japón, 2008<br />
Dir. Doris Dörrie<br />
Con elmar Wepper y Hannelore elsner<br />
Por Armando Vega-Gil*<br />
www.myspace.com/armandovegagil<br />
Las flores<br />
<strong>de</strong>l cerezo<br />
junto a él en uno <strong>de</strong> esos amanecer que <strong>de</strong>bían repetirse al<br />
infinito. Una <strong>noche</strong> antes, tratando <strong>de</strong> re<strong>de</strong>scubrirse en un<br />
pequeño viaje en busca <strong>de</strong> los hijos y el mar Báltico, Trudi<br />
—quien intenta vivir cada día como su fuera el último, pues<br />
su esposo tiene una enfermedad incurable y mortal—, le<br />
ha dado a su compañero el abrazo último, el beso que ya<br />
no se repetirá. ¿Quién habitará tu hueco en nuestra cama,<br />
amor mío? ¿Qué cuerpo llenará el espacio que dibujaba en<br />
el mundo tu cuerpo que ahora no es más que ceniza? ¿Quién<br />
vestirá tus ropas que se enfrían ineluctablemente, quién me<br />
dará <strong>de</strong> comer esa sopa que ya es una con mi lengua y mi<br />
sangre? ¿Por qué te mantuve prisionera en esta casa cuando<br />
lo que tú querías era viajar lejos y bailar con las sombras<br />
que dibujan tu ausencia en la herida que llevo abierta en<br />
mis a<strong>de</strong>ntros?<br />
Rudi, en su pérdida absoluta y radical, <strong>de</strong>scubre que ese<br />
viejo amor que había silenciado tras las bárbaras batallas<br />
<strong>de</strong> la convivencia, en realidad no había muerto, sino que<br />
era una raíz añosa que, necia, invencible, había mantenido<br />
el principio <strong>de</strong>l cual habían partido para estar juntos. ¿Por<br />
qué <strong>de</strong>cidí vivir contigo, Trudi? ¿Por qué <strong>de</strong>cidiste vivir<br />
conmigo? ¿Llega tar<strong>de</strong> la pregunta? ¿He <strong>de</strong> llevarte al Japón<br />
como llevo ahora tus ropas sobre mí? Sí, y danzaré con tu<br />
sombra leve que se me va <strong>de</strong> las manos para <strong>de</strong>scubrir que<br />
el amor es como las flores <strong>de</strong>l cerezo, fugaces, aisladas en<br />
el tiempo, pero tenaces, continuas, <strong>de</strong> una belleza que se<br />
escon<strong>de</strong> en los meandros <strong>de</strong>l tiempo. <br />
permanencia<br />
involuntaria<br />
* Músico, cineasta<br />
y escritor. Es fundador<br />
<strong>de</strong> Botellita <strong>de</strong><br />
Jerez y conductor<br />
<strong>de</strong> Radio Cinema<br />
Paradiso en Código<br />
DF, estación <strong>de</strong><br />
radio por internet