Sementera: 312 litros de grano - citaREA

COT — 337 — COT
pequeña talla; habita debajo de las piedras, y
desova escondiendo la postura en un agujero,
donde el macho, según creencia vulgar, vigila
por la seguridad de su descendencia.. La
carne es agradable, y adquiere color rojizo al
cocerse; mas por su pequeña talla no suele
ser presentado el pez en las mesas de los
ricos. Es uua presa viva que persiguen las
anguilas, truchas, salmones, percas, lucios
y otros peces, y que se debe. utilizar para
alimentarlos y cebarlos en las cetarias.
GOTO.—Se confunde á veces esta voz con
monte, bosque y dehesa. Según el doctor Rosal,
coto vale lugar vedado; de cauto (lat.), que
es lo mismo; de aquí cotarro y cotorro, pedazo
de tierra ó monte cercado, que dice soto ó
sotillo, y cotorrera la que á tales lugares se
retira con hombres, como á lonja de sus torpes
mercaderías, que de cárcava dicen carcaveras.
De donde también lo que dicen de las cortas
de leña en el monte he comprado un corro de
leña, como cotorro, perdida la media sílaba,
y acotar hacer coto ó prohibido.
Según Covarrubias, coto es la dehesa ó término
cerrado donde está vedado y defendido
el entrar á pastar.
La misma Real Academia dice también coto
el terreno vedado. Se dijo coto redondo por
muchos autores lo que la misma Academia
llama término redondo, es decir, el territorio
exento de jurisdicción de todos los pueblos
comarcanos; pero esta acepción no responde
bien al concepto forestal ni al agrícola.
El infatigable D. Fermín Caballero, en su
proyecto de ley para el fomento de la población
rural, define la finca rural diciendo que
es el pedazo de tierra unido, ó sea coto redondo,
de la cabida que suele cultivar un labrador
regular de la comarca, etc., y también llama
coto acasarado al cortijo, masada, masía ó
tierra cercada ó libre, con casa de labor en ella.
Algunas veces coto se confunde con egido,
pero éste es término común de pastos, y propiamente
hablando, nadie tiene que ver con
el coto.
Entre los forestales modernos se da generalmente
el nombre de coto al monte vedado
para ganados y también para caza. Esto es lo
más común. Así se dice terreno acotado por
terreno vedado á la entrada de ganados, y
coto de caza por el monte que se veda á este
ejercicio.
J. Jordana.
COTO ACASARADO.—No hay nación
en Europa tan interesada como España en la
formación del coto acasarado. Tener una heredad
de bastante extensión para que con su
producto pueda sostenerse una familia; construir
en esa heredad una casa en que el dueño
fije su residencia; aislar la hacienda en el término
jurisdiccional, de suerte que ni tenga
que estar gravada con servidumbres de paso,
ni sea preciso constituir para el servicio de
las labores mancomunidad de aguas y pastos
con otros vecinos, son circunstancias de influjo
poderoso para el progreso agrícola.
D. Fermín Caballero ha expuesto con recto
criterio las ventajas que resultan para el cultivo,
para las buenas costumbres de las familias
y para la paz de los pueblos del acaparamiento
de las fincas; nosotros, aceptando
como exactas sus observaciones, nos proponemos
completar su trabajo examinando la
cuestión bajo distintos puntos de vista.
La aversión más ó menos fuerte á vivir eu
el campo necesariamente se ha de convertir
en tendencia más ó menos enérgica á vivir en
centros populosos. Donde hay espíritu rural
el aumento de la población da por resultado
la multiplicación de caseríos y de aldeas; donde
el absentismo domina se traduce en ensanche
de las villas, de las ciudades y de la
corte, notándose que es mayor proporcionalmente
el de las poblaciones de más vecindario.
La concentración urbana no puede ser juzgada
de un modo cerrado. En absoluto podemos
decir que es perjudicial á los intereses
agrícolas; pero esos intereses uo son los únicos
atendibles en la sociedad; hay otros de
suma importancia á los cuales es favorable, y
de aquí nace la necesidad, para ser justos, de
que uo sea radical la opinión contra ella.
No cabe duda de que la concentración urbana
facilita la comunicación entre los vecinos
y acelera la terminación de los negocios.
La aproximación de las viviendas evita la
pérdida de tiempo que han de emplear los
ciudadanos para auxiliarse en sus muchas relaciones.
Mas por esto mismo, á medida que
la concentración se aumente, disminuirá el
número de poblaciones, y por consiguiente
será más dificultoso el trato entre ellas.
Como regla general se puede establecer que
conviene haya grandes centros urbanos para
todo lo que necesite población aglomerada, y
urbanización diseminada para todo lo que requiera
trabajo aislado, ó siempre que éste
haya de aplicarse independientemente del
concurso ajeno, en cuyo caso se halla el agrícola.
Los que atienden más que á la economía
rural á la centralización política y administrativa,
procuran por los medios de que disponen,
la formación de grandes centros de
población; los que ponen el interés agrícola
sobre todos los intereses, conceptúan que la
absorción de la aldea por la ciudad es una
verdadera calamidad para la producción y un
gran peligro para el sosiego público.
El trabajo industrial necesita pueblos; el
trabajo rural reclama familias, como se decía
en las Juntas de Agricultura de 1849. Para
el tiempo y sazón, para brazos, para observación
y vigilancia, para la cría de animales
útiles, para el acarreo de las mieses y abonos,
para la elección de bestias de labor, para la
moral pública y privada, para todo, en fin,
la familia agrícola, la agricultura y el Estado
, todos ganan en el sistema de labores pobladas.
La industria, por el contrario, no se
puede establecer sin la acumulación de bra-