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DANIEL SCHÁVELZON<br />
discutida por los morenos, quienes acl<strong>ar</strong><strong>ar</strong>on que "después de su primera misa,<br />
discurrieron por los conventos donde hay hermandades de menores [no de<br />
edad sino la raza] hasta lleg<strong>ar</strong> a nuestra p<strong>ar</strong>roquia; allí no entr<strong>ar</strong>on sino que<br />
en el lado de la calle form<strong>ar</strong>on su baile" 156 . Todavía después de 1823<br />
solicit<strong>ar</strong>on a la Iglesia de Monserrat que se les permitirá hacer bailes en el<br />
terreno baldío que había al lado, permiso que nunca logr<strong>ar</strong>on. Pocos años más<br />
t<strong>ar</strong>de no necesit<strong>ar</strong>ían hacernos en el atrio o en la calle o terreno de al lado, sino<br />
que ya tendrían sus propios sitios, con su red, religión y sacerdote. Allí los<br />
persiguió el racismo de otra manera; todavía a fines del siglo XX un autor<br />
podía public<strong>ar</strong> en un libro editado por el municipio de la ciudad que "las fiestas<br />
en general, eran bailes, especies de ritos salvajes realizados al son de<br />
instrumentos primitivos; bailaban horas y horas danzas lujuriosas, casi<br />
siempre indecentes" 157 .<br />
Es posible que después del inicio del siglo XIX se fueran definiendo<br />
dos nuevos santos patrones: San Benito, santo negro italiano que fue<br />
canonizado en 1807, años de la prohibición de la trata de esclavos por<br />
Inglaterra, y San Baltas<strong>ar</strong>, que llegó a la ciudad <strong>com</strong>o imagen religiosa a fines<br />
del siglo XVIII. Es interesante ver que en los estudios hechos por Rosal no hay<br />
bautismos con esos nombres antes de 1820, lo que corrobora la cronología que<br />
asumimos aquí. San Benito va a ser -al menos según las pocas evidencias<br />
disponibles- el primer santo adorado por la población afro que lleg<strong>ar</strong>á a tener -o<br />
al menos p<strong>ar</strong>eciera que tuvo- una capilla propia dentro del caserón de Rosas en<br />
Palermo. Mucho se ha escrito al respecto, y los historiadores no se han podido<br />
poner de acuerdo por la confusión que hay entre la existencia de una capilla en<br />
el edificio (erigida por el maestro Miguel Cabrera en 1838), el nombre que<br />
tenía el terreno desde mucho antes y una capilla existente en la zona de la<br />
familia Cueli. Todo eso, más la estrecha relación entre Rosas y las<br />
colectividades afros, hacen confusa la situación.