TTP Sandra Michilena y BayronChiariello.pdf
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CAPÍTULO I<br />
1.- EL NUEVO CINE LATINOAMERICANO<br />
La década de los sesenta en América Latina se caracterizó por una serie de<br />
acontecimientos políticos, sociales y económicos, originados por los procesos<br />
opresores que regían en la época. Para Manuel Herrera cineasta cubano y director de<br />
la Cinemateca de Cuba (2009:32), uno de los más emblemáticos y representativos<br />
acontecimientos es la nombrada Revolución Cubana, que tres meses después dio paso<br />
a la fundación del ICAIC (Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos)<br />
que desde su surgimiento comenzó a despertar en América Latina una nueva forma de<br />
hacer cine, con un carácter más experimental y con nuevos contenidos para exponer.<br />
Es el ICAIC junto con el Cinema Novo Brasileño, cuya consigna “una cámara en el<br />
hombro y una idea en la cabeza” los que contribuyeron a que surja una mentalidad<br />
revolucionaria (anticolonialista y antiimperialista) en América Latina. Para Manuel<br />
Herrera, Hombres de mal tiempo de Alejandro Saderman o La primera carga al<br />
machete de Manuel Octavio Gómez fueron una de las primeras películas en pregonar<br />
que las artes debían estar al servicio de la revolución social.<br />
Así, el arte revolucionario nace de una toma de conciencia de la realidad, donde<br />
el artista forma parte del contexto político y social que lo define. En este<br />
sentido, el arte revolucionario propone los esteticismos como un núcleo que<br />
conforma la realidad humana, eliminando la separación entre intelectuales,<br />
artísticos y técnicos, vale decir, propone un arte total y único (Giunta,<br />
2004:333).<br />
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