Año 7 Nº28 - Diciembre 2011 - Argentores

opinión en México, cosa que no es frecuente entre
autores teatrales. Generalmente, es un mundo más
marginal. Ella, en cambio, ha logrado trascender y
es una voz importante.
¿Cuáles han sido sus últimas obras luis Mario?
La última que hice fue el año pasado y la comen-
té hace un rato: Nueve días de guerra en Facebook.
Lo que hice fue tomar un fenómeno que se estaba
dando en Internet a partir de la invasión de Israel a
la franja de Gaza, que fue a fines de 2008 y princi-
pios de 2009. Eso generó una polémica que duró
muchos días en Internet y particularmente en Face-
book. Y a mi me llamó mucho la atención el fenóme-
no porque era una mezcla de discusión política con
relaciones amistosas, y elaboré como una suerte de
neoteatro-documento, porque es tal cual. Retomé
toda la discusión que duró nueve días y terminó en
un verdadero linchamiento virtual. Fue un fenóme-
nos que presencié por primera vez. O sea, me tocó
presenciar como decenas y decenas de personas bo-
rraban a una persona porque no estaban de acuerdo
con sus sentimientos políticos. Y eso a mí me pare-
ció terrible, porque no tiene implicaciones reales en
la medida que no lo están lastimando físicamente,
pero moralmente lo estaban destrozando a ese per-
sonaje. Todo el mundo decidió borrarlo y eso me pa-
reció un episodio digno de ser retratado.
¿Hay alguna otra en preparación?
Sí, esto ahora estoy preparando una trilogía que
ya tengo prácticamente terminada, que es un drama
prehispánico. En realidad, es la saga de una guerra
de treinta años que ocurrió en el siglo xV en México y
que fue la que dio pie al surgimiento del Imperio Azteca.
O sea, cuando los mellicas eran todavía un pueblo
de mercenarios que se vendían al mejor postor para
hacer la guerra. Y, sin embargo, una serie de sucesos
dieron pie a que, en medio del río revuelto, fueran los
“ganones”, los que ganaran, y así se constituyó el Imperio
Azteca, lo que yo llamo el primer concepto de
nación en México. Realmente, porque era una confederación
de estados o de pequeños reinos eso que en
1428 se constituyó. Y lo que tiene de particularidad
esa trilogía es que cada una de las tres obras está basada
sobre una obra de Shakespeare distinta. Retomé
los darmas históricos de Shakespeare y tome algunas
cosas de Ricardo III, El Rey Juan y Enrique IV, que digamos
funcionan como una superestructura de estas
tres historias y hacen una saga de alrededor de treinta
años. Supuestamente se mostrará en julio, en el
programa de la Olimpíada Cultural en Inglaterra. Se
estrenan las tres como un solo espectáculo, aunque
las escribí como obras autónomas. Cada una tiene su
protagonista con su propio arco dramático y empieza
y concluye. Pero, cronológicamente, si hay voluntad
de hacer una sola secuencia que va de la primera a la
tercera se pueden montar ligadas. Las tres tienen una
duración de cinco horas y están programadas para
darse en la sede de la Royal Shakespeare Company,
con unos veinte actores y hablada en inglés.
¿Y en México?
Hay aparentemente una coproducción y la compañía
viajará a México al Festival Cervantino. Y ahí
la directora se quedará para hacer una reposición
con actores mexicanos. Es un proyecto bastante
interesante, que a mi me emociona. No me puedo
imaginar a todos los actores ingleses en taparrabos,
así con plumas y cuero, pero habrá que meterlos a
la cama de bronceado. Es un cruce interesante porque
no deja de oírse la obra de Shakespeare pero la
historia es totalmente mexicana.
A.C.
Edgar Chías
T E A T R O Y T E L E V I S I ó N
CONVERSACIóN CON EL DRAMATURGO ARGENTINO JORGE NUÑEz
Un hombre condenado a ser libre
Hay escritores que han vivido historias tan fuertes como las ficciones que han creado. Jorge
Nuñez es uno de ellos. Autor de distintos títulos teatrales, entre ellos Lo que mata es la humedad,
y guionista muy celebrado de telenovelas en México, su existencia soportó distintas vicisitudes,
desde el secuestro durante la dictadura y el exilio por falta de trabajo en el país hasta un presente
más reconfortable, en el que sigue produciendo para la televisión y el teatro aztecas y aspira a
retornar con frecuencia a la Argentina para tratar de probar que también se puede ser profeta en
la propia tierra. Muchos aspectos de esa agitada y por momentos apasionada vida son contados
aquí con gran sinceridad y sencillez, sin resentimientos, pero con plena lucidez sobre lo vivido
y la conciencia de que toda violación a los derechos humanos merece castigo de la justicia.