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Experiencias
Experiencia de vida rural
en el secano costero
} Instituto O’Higgins, Rancagua
Por espacio de una semana en el mes
de octubre de cada año los alumnos y
alumnas de Tercero Medio (16 – 17 años)
viven esta experiencia de solidaridad.
Durante esos días, los que han aceptado
voluntariamente, se insertan en una familia
del secano costero de la Sexta Región,
aprendiendo y valorando la cultura campesina
y reconociendo su dignidad. Son
varios los aprendizajes que se adquieren
con esta acción. Les permite conocer la
realidad de otras familias; reconocen la
riqueza de su propia familia; les ayuda
a avanzar en el plano afectivo, al sentirse
acogidos y aceptados por lo que son y
hacen; se propicia la iniciativa y la originalidad
personal; les ayuda a descubrir
personas distintas, apreciar la cultura y el
trabajo rural. Todo esto realizando un servicio
concreto y efectivo a la comunidad
que los acoge.
La preparación se inicia en el mes de abril
cuando los profesores responsables se con-
tactan con los respectivos curas párrocos de
Marchigüe, La Estrella y Litueche para revisar
el listado de familias que están dispuestas
a recibirlos. Luego, en dos o tres visitas
posteriores, recorren las casas, confirmando
personalmente y asegurando las fechas
en que se hará efectiva la experiencia.
En forma paralela, se informa y motiva
tanto a alumnos y alumnas como a sus
apoderados. Además, se comunica del
proceso al Consejo Directivo y al Consejo
de Profesores de la sección correspondiente.
Finalmente, en el mes de septiembre, se
reciben las autorizaciones de los padres
que respaldan la participación de sus hijos
e hijas; generalmente, corresponde a
un 95%, unos 35 alumnos de cada curso.
La experiencia se inicia a las 08:00 hrs. del
día acordado, cuando se presentan con su
bolso de ropa, útiles de aseo personal y una
caja de mercadería para la familia. En la capilla
del colegio se realiza la oración de envío
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y luego suben al bus que los llevará hasta el
secano costero. Dos profesores se hospedan
en la casa parroquial y los visitan a todos
cada día para conocer lo que hacen y cómo
se van sintiendo en sus nuevos hogares.
El espacio físico es muy hermoso. La
calma que entregan las pequeñas colinas
que invita a quedarse; esta tranquilidad
es percibida por los jóvenes. En sus conversaciones
dejan entrever lo que significa
levantarse con los pájaros y acostarse
con el canto de los grillos. No es extraño
escucharles hablar sobre el valor de la
naturaleza; lo que producen las estrellas;
la sencillez y cercanía de estas familias
amigas; la nostalgia por los que están en
la ciudad; la amistad que se genera entre
dos o tres que quedaron cerca; a valorar la
vida del campo…
Durante el día los jóvenes acompañan a
las familias en sus tareas habituales, trabajan
con ellos, dialogan, comen juntos,