descargar “Kipus de la Solidaridad” - Hermanos Maristas Chile

claro que la nueva civilización que proclamamos es la que
se basa en el amor y la solidaridad. Evangelizar es, desde
luego, procla mar a Jesucristo explícitamente, pero también
nos exige el compromi so de luchar por el nacimiento de una
civilización de amor, solidari dad y diálogo, y entregarnos a
la labor de reconstruir la unidad de nuestro mundo fragmentado”.
(Mov. Champagnat de la Familia Marista, una
gracia para todos nosotros).
Su sucesor, el Hno. Benito Arbués, impulsó fuertemente
entre 1993 y 2001 el proceso de Refundación. Para ponerlo
en marcha, explicaba la importancia de ser fieles a lo que ha
estado en el origen de las congregaciones: los pobres como
motor de cambios y como motivación impulsora; la fuerza de
la misión como desplazamiento a las fronteras (el margen,
peligro, aventura, vanguardia, desafío, novedad); y la tendencia
a un camino espiritual de más implicación en el mundo.
En la circular “Dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar”
(2006), el Hno. Seán Sammon, Superior General entre 2001
y 2009, precisaba quiénes son los pobres para clarificar cuáles
son los destinatarios de nuestra acción: “cuando el fundador
habló de los pobres, él se refería claramente a los niños
y jóvenes que eran económicamente débiles. Es preciso tener
esto bien en cuenta, ya que en nuestro mundo hay unas cuantas
formas de pobreza y al menos otras tantas definiciones.
Pero como hermanos de Marcelino no estamos llamados a
dar respuesta a cada una de ellas”. En la misma circular ofrece
una interesante visión de la Solidaridad: “no es un derecho
que podamos exigir o dar por garantizado. Es, más bien, un
regalo que nos ofrecen los que sufren la pobreza, los que están
arrinconados por la sociedad en la que viven. Y lo dan
a su propio tiempo y manera, y sólo a los que vienen a ellos
despojados de actitudes de paternalismo y superioridad”.
En el año 2007, en Mendes (Brasil), se realizó la Asamblea
de la Misión Marista. Allí se proyectó el futuro de nuestro
apostolado, compartiendo la misión entre Hermanos y Laicos,
abiertos a los soplos del Espíritu, con énfasis en la evangelización,
y asumiendo los nuevos desafíos de la educación
y defensa de los derechos del niño. Un reto para la educación
es acompañar “a nuestros niños y jóvenes de manera que
lleguen a ser personas comprometidas en la construcción
de una sociedad más justa y solidaria”. Del mismo modo, se
pide denunciar las estructuras que oprimen a los niños y jóvenes,
ser testigos de la defensa de sus derechos y favorecer las
oportunidades para que participen en la toma de decisiones.
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Más recientemente, en la fase preparatoria del XXI Capítulo
General (2009), los representantes del Cono Sur Marista,
resumían en este llamado lo que hoy estamos invitados a vivir:
“Pequeños hermanos, laicas y laicos de María: vayan a la
Galilea de los niños y jóvenes pobres, y allí me encontrarán”.
Y en entre las propuestas concretas que hacían para la región,
se encontraba: promover experiencias de voluntariado en las
comunidades maristas; crear una comisión que esté atenta a
la realidad de los niños y jóvenes pobres; promover experiencias
concretas y fuertes de solidaridad, sobre todo en los que
están a cargo de la gestión de la misión marista.
Fue en este Capítulo que sonó con fuerza: ¡Con María, salgan
deprisa a una nueva tierra! En la sesión inaugural, el Hno. Seán
invitó a mirar a través de los ojos de los niños pobres. Y en el discurso
de clausura, el Hno. Emili Turú, nuevo Superior General,
insistió en ver el mundo desde abajo y convertirnos en expertos
en la defensa de los derechos de los niños y los jóvenes. Este
énfasis transversal quedó plasmado en la tercera prioridad, que
marca el rumbo para los próximos ocho años: “Una presencia
fuertemente significativa entre los niños y jóvenes pobres”. Se
invita a “animar a sus alumnos a transformar sus corazones,
sus vidas y actividades, para que crezcan como personas comprometidas
en la construcción de una sociedad justa y solidaria,
en el respeto por la vida, conscientes de la ecología en
vistas a conseguir un mundo mejor y sostenible”. También se
nos pide recordar a “María y José huyendo rápidamente a
Egipto para proteger al niño Jesús. Esta imagen nos inspira
a convertirnos en expertos y defensores de los derechos de
los niños y jóvenes de manera valiente y profética en los foros
públicos. Nos sentimos impulsados a desafiar las políticas sociales,
económicas, culturales y religiosas que oprimen a los
niños y jóvenes. Ahora es el momento para todos nosotros de
unirnos a los esfuerzos de la Fundación Marista para la Solidaridad
Internacional (FMSI)”.
En síntesis, de este breve recorrido por el magisterio marista,
se pueden reconocer por lo menos estas tres constantes:
y Atención directa y presencia entre los niños económicamente
pobres, que crecen en contextos de vulnerabilidad
y riesgo social.
y Formación de todos los alumnos maristas en la solidaridad,
la conciencia social y el compromiso con la justicia.
y Y - especialmente a partir del último tiempo - la promoción
y defensa de los derechos de niños, niñas y jóvenes.