La Tradición Puntana - Gobierno de San Luis
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LA TRADICIÓN PUNTANA 22<br />
pueda regar alfalfares, sin previo permiso <strong>de</strong>l juez <strong>de</strong> aguas, bajo la pena <strong>de</strong> 50 pesos <strong>de</strong><br />
multa».<br />
Finalmente, para el cultivo <strong>de</strong> la tierra, se ofrecía proporcionar peones, a fin <strong>de</strong><br />
estimular, eficazmente, la agricultura y sus industrias <strong>de</strong>rivadas.<br />
Toda infracción era castigada con multa o trabajos aplicados a las obras públicas,<br />
encargándose <strong>de</strong> hacer efectivas esas responsabilida<strong>de</strong>s, en la ciudad, al alguacil mayor D.<br />
Pedro Lucero y en la campaña, a los jueces respectivos.<br />
<strong>La</strong> primera <strong>de</strong> estas medidas, se imponía con todo rigor, porque en Cuyo existían agentes<br />
secretos <strong>de</strong> los realistas y americanos indiferentes, que <strong>de</strong>sacreditaban el nuevo or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> cosas<br />
o toleraban las maquinaciones reaccionarias <strong>de</strong> nuestros enemigos, precisamente cuando por<br />
todas partes asomaban serios peligros. <strong>La</strong> vigilancia y la energía <strong>de</strong> Dupuy, no dieron lugar a<br />
que, por entonces, se aplicara ningún castigo por esta causa.<br />
Después, no podían ser más acertadas y previsoras las razones y estímulos con que se<br />
fomentaba la agricultura, necesitando sacar los productos <strong>de</strong> la tierra, no solamente para el<br />
sustento <strong>de</strong> la población, sino también para el abastecimiento <strong>de</strong>l ejército, que <strong>de</strong>bía sostener la<br />
provincia con sus propios recursos.<br />
<strong>La</strong>s <strong>de</strong>más, eran actos <strong>de</strong> buen gobierno, tendientes a cambiar el miserable aspecto <strong>de</strong> la<br />
ciudad, <strong>de</strong>bido en gran parte a la apatía <strong>de</strong> los vecinos y al abandono <strong>de</strong> la autoridad comunal.<br />
Tan oportunas medidas, produjeron un verda<strong>de</strong>ro <strong>de</strong>spertamiento en toda la provincia,<br />
traduciéndose en iniciativas y activida<strong>de</strong>s bien dirigidas y fecundas para el progreso local.<br />
Mientras se alentaba al trabajo, los alcal<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Hermandad hacían componer los<br />
caminos, recogían los datos sobre todos los recursos con que se pudiera contar en un caso<br />
necesario y levantaban un minucioso censo <strong>de</strong> la población masculina, en vista <strong>de</strong> un<br />
reclutamiento general, para la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> la patria.<br />
Diariamente llegaban <strong>de</strong> todas partes los informes requeridos, y con la mayor celeridad<br />
posible, se tomaban las medidas tendientes a asegurar el or<strong>de</strong>n, el método y los buenos<br />
resultados <strong>de</strong> tan múltiples tareas.<br />
El activo Dupuy, no se daba un momento <strong>de</strong> reposo, pues, cuando no atendía su<br />
<strong>de</strong>spacho, estaba en la comandancia militar, en el cuartel o recorría la ciudad para imponerse<br />
personalmente <strong>de</strong> sus necesida<strong>de</strong>s y remediarlas <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> sus faculta<strong>de</strong>s. Y se estaba recién en<br />
los preliminares <strong>de</strong> la gran labor que <strong>de</strong>bía imponerle su celo <strong>de</strong> funcionario y su honor <strong>de</strong><br />
soldado.<br />
Dupuy estaba consagrado a estas tareas, cuando, a fines <strong>de</strong> agosto, llegó a <strong>San</strong> <strong>Luis</strong> el<br />
general <strong>San</strong> Martín, nombrado gobernador inten<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> Cuyo. Al informarse <strong>de</strong> tan afanosa<br />
labor, sintióse satisfecho. Había dado con uno <strong>de</strong> los hombres que necesitaba para secundar sus<br />
planes. También Dupuy le proporcionó otra íntima satisfacción, encontrando la discreta<br />
oportunidad para entrevistarse con D. Juan Martín <strong>de</strong> Pueyrredón, enemistado con <strong>San</strong> Martín<br />
por los sucesos <strong>de</strong>l año 1812, que lo habían arrojado <strong>de</strong>l gobierno y con<strong>de</strong>nado al <strong>de</strong>stierro en<br />
<strong>San</strong> <strong>Luis</strong>. Estos dos ilustres compatriotas, al encontrarse al pie <strong>de</strong> la sierra puntana, se<br />
reconciliaban sinceramente, para realizar, poco <strong>de</strong>spués, una gran misión histórica. Al<br />
continuar <strong>San</strong> Martín su viaje a Mendoza, se <strong>de</strong>spidió <strong>de</strong> los dos amigos, sellando, con un<br />
cariñoso apretón <strong>de</strong> manos, una amistad que <strong>de</strong>bía ser dura<strong>de</strong>ra y fecunda para la libertad <strong>de</strong><br />
América.