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La Tradición Puntana - Gobierno de San Luis

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LA TRADICIÓN PUNTANA 40<br />

Después <strong>de</strong> estos sucesos, Ortiz se alejaba <strong>de</strong>l gobierno con el espíritu apesadumbrado<br />

por los males sufridos y los más graves que preveía, no sin antes <strong>de</strong>jar iniciadas las<br />

negociaciones <strong>de</strong> un tratado con Córdoba, por el estilo <strong>de</strong>l que vinculó las provincias <strong>de</strong> Cuyo;<br />

el que fue suscripto por su sucesor, Pru<strong>de</strong>ncio Vidal Guiñazú, en 1829. Su i<strong>de</strong>a fija era la unión<br />

<strong>de</strong> los pueblos, para evitar a todo trance, el <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n y la anarquía que nos llevaría a un<br />

abismo. Pero su gran voluntad, sus constantes empeños y toda su hábil diplomacia, no<br />

pudieron <strong>de</strong>tener los acontecimientos, <strong>de</strong>biendo resignarse a esperar mejor oportunidad, en su<br />

retiro <strong>de</strong> Mendoza. Cuando Quiroga se apo<strong>de</strong>ró <strong>de</strong> Cuyo y fue árbitro <strong>de</strong> los <strong>de</strong>stinos <strong>de</strong>l<br />

interior, sabemos, <strong>de</strong> buen origen, que Ortiz tuvo con él varias conferencias y no es aventurado<br />

pensar le sugiriera la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la organización nacional, que durante tanto tiempo tuvo fija en su<br />

mente como gobernante y como ciudadano.<br />

A principios <strong>de</strong> 1834, vino Ortiz a Buenos Aires a reclamar unas sumas que había<br />

anticipado, como gobernador <strong>de</strong> <strong>San</strong> <strong>Luis</strong>, para los gastos <strong>de</strong> la guerra <strong>de</strong>l Brasil y sobre las<br />

cuales se le había formulado cargo por la administración puntana.<br />

Quiroga tenía fijada allí su resi<strong>de</strong>ncia y comenzaba a adaptarse a la vida culta <strong>de</strong> aquel<br />

medio, circunstancia que veían con agrado algunos unitarios, acariciando siempre la esperanza<br />

<strong>de</strong> quebrar el prestigio <strong>de</strong> Rosas por intermedio <strong>de</strong> aquel potente brazo.<br />

Ortiz frecuentaba su casa, cultivando una vieja amistad y era consultado por su po<strong>de</strong>roso<br />

amigo sobre asuntos particulares y hasta <strong>de</strong> índole política.<br />

En eso se produjo el conflicto entre las provincias <strong>de</strong>l Norte, y Rosas encarga a Quiroga<br />

la misión que es tan conocida. El caudillo busca su hombre <strong>de</strong> confianza, capaz <strong>de</strong> asesorarle y<br />

<strong>de</strong> guiarle con acierto, y <strong>de</strong>signa secretario al señor Ortiz.<br />

De la correspon<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> Quiroga a Rosas en esa ocasión, <strong>de</strong>duce el espíritu sutil <strong>de</strong>l<br />

doctor David Peña, el <strong>de</strong>cidido empeño <strong>de</strong>l caudillo para dar una constitución al país; pues, si<br />

tales fueran sus intenciones, el verda<strong>de</strong>ro inspirador no pudo ser otro que Ortiz, que como<br />

hemos dicho tenía ascendiente sobre Quiroga, por su pru<strong>de</strong>ncia, su saber y su probidad.<br />

<strong>La</strong>s notas dirigidas en 1835 a los gobernadores <strong>de</strong> Tucumán, <strong>San</strong>tiago <strong>de</strong>l Estero y al<br />

representante <strong>de</strong> Salta, así como el tratado que se suscribió entre ellos, son las mismas i<strong>de</strong>as y<br />

hasta el mismo estilo <strong>de</strong> las comunicaciones <strong>de</strong> Ortiz, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el año 21 al 27, cuando realizó los<br />

tratados <strong>de</strong> Huanacache y <strong>de</strong> Córdoba y vinculó a estos pueblos para reunir en <strong>San</strong> <strong>Luis</strong> un<br />

congreso nacional, encargado <strong>de</strong> dictar la constitución.<br />

Tantos afanes no pudieron por entonces realizarse; pero quedaba arrojada la semilla y<br />

por eso creemos que <strong>de</strong>bió ser horrible la tortura moral <strong>de</strong> Ortiz, en la víspera <strong>de</strong> Barranca-<br />

Yacu, cuando piensa en lo más caro que pue<strong>de</strong> haber en la vida, ─la familia y la patria─ y<br />

cuando sabe que va a ser sacrificado por su lealtad a un hombre, en quien él vislumbraba un<br />

rayo <strong>de</strong> esperanza para los futuros <strong>de</strong>stinos <strong>de</strong>l país.<br />

Y allí sucumbió, envuelto en una espantosa tragedia. Su cadáver fue llevado a Sinsacate,<br />

don<strong>de</strong> el médico doctor Enrique Mackay Gordon, constató que una herida <strong>de</strong> bala en el vientre,<br />

le había causado una muerte instantánea. Sepultado en la capilla <strong>de</strong> ese lugar, más tar<strong>de</strong> su<br />

inconsolable viuda, la dignísima matrona Inés Vélez <strong>de</strong> Ortiz, llevó sus restos a Mendoza,<br />

rindiéndole los suyos el último homenaje <strong>de</strong> la piedad y <strong>de</strong>l amor.

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