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LA ESTACIÓN DOWNBELOW

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capitana de la Norway relajó sus músculos, cuya tensión le había pasado casi<br />

inadvertida, y ordenó al mando militar que organizase la alerta.<br />

Signy, era el tercer jefe, por orden jerárquico, de los quince comandantes de<br />

la Flota de Mazian. Tenía cuarenta y nueve años. La Rebelión del Más Allá se<br />

había iniciado hacía bastante más tiempo y durante su carrera sirvió como<br />

piloto de un carguero y luego como capitana de una nave de reconocimiento,<br />

pasando por todo el escalafón, siempre al servicio de la Compañía Tierra.<br />

Tenía los cabellos plateados y el rostro todavía joven. Los tratamientos de<br />

rejuvenecimiento, que tenían el inconveniente de producir canas, conservaban<br />

el resto de su aspecto en torno a los 36 años biológicos. Pero, teniendo en<br />

cuenta todo lo que había luchado y lo que había visto se sentía mucho más<br />

vieja.<br />

Se reclinó sobre el sillón, que quedaba enfrente de las estrechas naves de<br />

curvada estructura que emergían del puente, pulsó los sensores de la consola<br />

adosada a uno de los brazos de su sillón para controlar las operaciones, dio un<br />

vistazo a las activas estaciones y a las pantallas que mostraban las<br />

teleimágenes y señales que sus receptores pudieron captar. Estaban a salvo.<br />

Aunque, a decir verdad, estaba viva gracias a que nunca terminaba de dar<br />

crédito a tal enjambre de datos; aunque se adaptaba a ellos como tuvieron que<br />

hacer todos, todos los que habían luchado en aquella guerra. La Norway, era<br />

pura chatarra, como su tripulación, compuesta por restos de las Brasil, Italia,<br />

Wasp, y de aquel error llamado Miriam B. Algunas de sus piezas databan de<br />

los días de la guerra de los mercantes. Aprovechaban todo lo que podían y<br />

desechaban lo menos posible... incluso de las naves que iban bajo su<br />

protección. Muchos años atrás, la guerra tenía aún un cierto aire heroico, con<br />

gestos caballerosos, de enemigos que salvaban de la muerte a sus propios<br />

enemigos y confraternizaban con ellos durante las treguas.<br />

Eran humanos, y la Profundidad demasiado grande, algo que todos tenían<br />

muy en cuenta. Pero ya era distinto y de entre todos aquellos civiles neutrales,<br />

ella había seleccionado a quienes podían serle útiles, a un grupo con<br />

posibilidades de adaptación. En Pell protestarían. Pero no iba a servirles de<br />

nada porque la guerra había tomado otro giro y quedaban al margen de<br />

cualquier elección.<br />

Maniobraron lentamente, a la marcha más adecuada para que los cargueros<br />

pudiesen moverse en el espacio real, a una distancia que el Norway o las<br />

naves de reconocimiento, menos cargados, podían cruzar a través de la luz. Se<br />

habían acercado peligrosamente a la masa de la estrella Pell, fuera del plano<br />

de la órbita de su sistema planetario, exponiéndose al riesgo de colisiones o de<br />

accidentes durante el salto interestelar. Pero, era el único medio para que los<br />

cargueros pudiesen ganar velocidad y tiempo.<br />

—Recibimos instrucciones de aproximación desde Pell —dijo su<br />

lugarteniente.<br />

—De acuerdo. Pero no se detenga, Graff —repuso ella a la vez que pulsaba<br />

el sensor de otro canal.<br />

—Di, ponga todas las tropas en estado de alerta y despliegue todas nuestras<br />

armas —ordenó. Y volvió a dirigirse a su lugarteniente.<br />

—Comunique a Pell que deben evacuar un sector, cerrando herméticamente<br />

todos los sectores. Y advierta al convoy que si alguien rompe la formación<br />

durante el acercamiento lo desintegraremos sin más. Que no lo duden ni un<br />

instante.

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