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LA ESTACIÓN DOWNBELOW

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determinada... si sobrevivían las suficientes naves a la operación inicial, si la<br />

Unión respondía como esperaban. Era una locura.<br />

La Flota continuó sola, sin el apoyo de los mercantes ni los estacionados,<br />

como había seguido su rumbo sola, durante años, antes de aquello...<br />

V<br />

Pell: 5/5/52<br />

Angelo Konstantin alzó la vista del escritorio cubierto de notas e informes de<br />

emergencia que requerían su atención inmediata.<br />

—¿La Unión? —preguntó consternado.<br />

—Un prisionero de guerra —le dijo el jefe de seguridad, que estaba de pie,<br />

visiblemente inquieto, ante el escritorio—. Forma parte de la evacuación de<br />

Russell. Lo han confiado a nuestra seguridad separado de los otros. Recogido<br />

de una cápsula, una pequeña nave, y confinado en Russell. Le transportaba la<br />

Norway... sin dejarlo suelto entre los refugiados, porque le habrían matado.<br />

Mallory añadió una nota a su expediente: «Ahora es problema vuestro». Son<br />

sus palabras, señor.<br />

Angelo abrió el expediente y miró la foto de un joven, el registro del<br />

interrogatorio que ocupaba varias páginas, el documento de identidad de la<br />

Unión, y una hoja de bloc de notas con la firma de Mallory y unas palabras:<br />

«joven y asustado».<br />

Se llamaba Joshua Halbraight Talley y era técnico en sondeos, integrado en<br />

una pequeña nave sonda de la flota de la Unión.<br />

Angelo tenía ya quinientos individuos y grupos que habían creído que les<br />

devolvían a sus bases; había advertencias de más evacuaciones en las<br />

instrucciones secretas que Mallory había dejado, y que ocuparían por lo menos<br />

la mayor parte de las secciones naranja y amarilla, desmantelando más<br />

oficinas; y seis agentes de la Compañía convencidos de que se adentraban en<br />

las profundidades del espacio para inspeccionar la guerra, sin que ningún<br />

mercante quisiera aceptar el certificado de la Compañía para admitirles a bordo.<br />

Con todo aquello tenía de sobras: no necesitaba problemas de los niveles<br />

más inferiores.<br />

El rostro del muchacho le obsesionaba. Miró otra vez el retrato, ojeó de<br />

nuevo el informe del interrogatorio, se fijó en algunos puntos y recordó que el<br />

jefe de seguridad seguía de pie delante de él.<br />

—Bien, ¿qué está haciendo con él?<br />

—Sigue detenido. Ninguno de los demás oficiales quiere tomar una decisión.<br />

En Pell nunca había habido un prisionero de guerra. La guerra jamás había<br />

llegado hasta allí. Pensando en ello, Angelo se sintió aún más inquieto ante la<br />

situación.<br />

—¿Tienen algo que sugerirnos los de Asuntos Legales?<br />

—Sugirieron que yo tomara la decisión pertinente.<br />

—No estamos preparados para esa clase de detención.<br />

—No, señor —convino el jefe de seguridad.

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