terminante dice que @se $zt,is mnnibis Ka6ilzc eodem indulunz ...

taban aparejadas cincuenta hachas para acompañarlcs sus
casas, siendo ya dadas las once menos cuarto.
Aquella noche Iiubo muchas iluminaciones en las calles y
torres de la ciudad, y muchísimas casas estaban tapizadas
hasla sus tejados.
Y la poesia no quiso mostrarse indiferente, impasible, á
tanto entusiasmo y a tanta alegria. ),Cómo no? si ella canta
con los pintados pajarillos y con las flores del campo y con
las estrellas del cielo, y con las fuentes que se deslizan jii-
gue.lonas por enlre céspedes de verdor, y con el mar qiic
brama y con los arruilos del céfiro, y con las armonías de la
creaci6ri. iCórno no? A 'su corazón de ángel y 6 su lesniira
de virgen purísima, la impresionan con igual intensidad, la
I>ulliciosa algarada de los vivos, la callada Soledad de los
difuntos, la victoria de los vencedores, la liiimillacihn de
los .vencidos, los goces de la familia, las glorias de la patria,
las inenarrables dulzuras de la cLina, los tristes ayes, los
dolientes gemidos del sepulcro, la'fé del que espera, la espe-
ranza del qiie crce, el heroismo de la caridad, la aliente
coilstaricia del mártir, las asperezas del anacoreta, y no me-
110s que. todo lo que acabo de indicar, este marlirio lento, este
rriarlirio del corazón y del entendimiento: este martirio de
todas las pasiones, martirio incesante, ,de todos los días, de
todas las horas, de todos los momenlos, quc con mucha
frecuencia dura afios y más años, como en nuestro Santo'
aconleció; el mariirio fjsico y moral que constituye y forma
y esplendora y hace admirable la santidad de los confesores;
santidad que se va formando como la gota de agua, cuando
taladra la piedra, 6 cuando titilando desde la pefia, va perfi-
laudo la esialaclita , 6 conlo las mansas olas en días de pláci-
da calma van depositando la arena en la ribera, ola tras ola.
y esperando turng y sin perder un inslante ; como se va le-
rantantlo el edificio, ladrillo sobre ladrillo, pared sohre pared.
I,a poesía, ha dicho el inspirado autor de « 1.a rltlántida u, de
los S Idilis » y dcl o Canigó » es una blanca y hermosa hija del
cielo que, compadecida de los pobris hijos de Adin, descien-
de de vez cn cuando, de aquellas serenas alturas, a alentarnos
en nuestras empresas, 6. consolarnos en iiuestras tribulacio-
nes, prestándorios sus mismas alas, para volar sobre todas las
miserias humanas, hacia donde van los aromas de las flores,
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