Giobany Arévalo > Gabriela Torres Olivares >Anuar Jalife - Literal
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El nivel cero de<br />
la libertad no<br />
se utiliza para<br />
elegir sino para<br />
bloquear o para<br />
decir no a nuestra<br />
decisión.<br />
Los<br />
economistas<br />
liberales enfatizan<br />
la libertad de<br />
elección como el<br />
ingrediente clave<br />
de la economía de<br />
mercado.<br />
Al comprar<br />
cosas, de<br />
alguna manera<br />
estamos votando<br />
continuamente.<br />
formal el fetichismo involucra un gesto de transferencia<br />
sobre el sujeto del fetiche, funciona como una inversión<br />
exacta de la fórmula estándar de transferencia con el<br />
sujeto que supuestamente conoce. A lo que el fetiche da<br />
cuerpo es precisamente a mi rechazo por asumir subjetivamente<br />
lo que sé. ¿Queda claro cuál es mi punto? No<br />
creo que la gente sea estúpida, ni que tenga una mínima<br />
voluntad, pero escoge la estupidez voluntariamente. Detrás<br />
del populismo siempre hay algo de No quiero saber.<br />
Aun si no es algo reconocido, está implícito. En términos<br />
nietzscheanos, el populismo es una estrategia reactiva.<br />
Libertad<br />
El rechazo a saber nos confronta con el estancamiento,<br />
como solemos llamarlo, de nuestra sociedad de elección.<br />
Existen múltiples inversiones ideológicas en el tema de la<br />
elección. Como probablemente el lector sabe, los científi<br />
cos especializados en estudios del cerebro señalan que<br />
la libertad de elegir es una ilusión. Experimentamos que<br />
somos libres cuando somos capaces de actuar de la manera<br />
en que nuestro organismo nos determina a actuar.<br />
Esta es la suave cognición de la redefi nición de libertad.<br />
No niega la libertad, sólo nos dice que la libertad no es<br />
lo que uno cree. Libertad signifi ca que aun cuando no<br />
haya obstáculos que te impidan darte cuenta de lo que<br />
quieres de pronto, aún estás determinado por tu propia<br />
naturaleza inmanente. Sin embargo, Benjamin Libet defi<br />
ende la libertad humana. El nivel cero de la libertad no<br />
se utiliza para elegir sino para bloquear o para decir no<br />
a nuestra decisión.<br />
Los economistas liberales enfatizan la libertad de<br />
elección como el ingrediente clave de la economía de<br />
mercado. Al comprar cosas, de alguna manera estamos<br />
votando continuamente. A los pensadores existencialistas<br />
más profundos les gusta realizar variaciones sobre el<br />
tema de la auténtica elección existencial, donde el verdadero<br />
corazón de nuestro ser está en riesgo; se trata de<br />
una elección que involucra un compromiso existencial<br />
absoluto, en contraposición con las decisiones superfi -<br />
ciales de elegir estos o aquellos productos.<br />
En la versión marxista de este tema, la multiplicidad<br />
de opciones a elegir con las que el mercado nos bombardea<br />
obnubila la ausencia de verdaderas elecciones<br />
radicales que conciernen a la estructura fundamental<br />
de nuestra sociedad. Tal es la crítica marxista común:<br />
puedes elegir entre Coca-Cola o Pepsi y cosas parecidas,<br />
pero no puedes hacer una elección más radical. Sin embargo<br />
hay un rasgo que, a mi parecer, se pierde de vista<br />
con frecuencia: el que haya un requerimiento a escoger<br />
cuando dejamos ecuánimes las coordinaciones cognitivas<br />
básicas para tomar una decisión. Leonardo Padura<br />
(el escritor cubano autor de la tetralogía Habana) escribió<br />
en una de sus novelas: “Es terrible no conocer el<br />
pasado y aún así ser capaces de impactar el futuro”. Así<br />
que nuestra condición básica es estar obligados a tomar<br />
decisiones en una situación que permanece opaca. En la<br />
6 LITERAL. LATIN AMERICAN VOICES FALL, 2009<br />
“Hemos sido lanzados en una épo-<br />
ca en la que todo es provisional.<br />
Nuevas tecnologías alteran nuestra<br />
vida diariamente. Las tradiciones del<br />
pasado no pueden recuperarse. Al<br />
mismo tiempo, no tenemos ni idea<br />
de lo que traerá el futuro. Estamos<br />
obligados a vivir como si fuéramos<br />
libres”. (John Gray)<br />
elección estándar de la primera situación, lo único que<br />
nos queda es hacer el gesto vacuo de pretender que<br />
conseguimos libremente el conocimiento que el experto<br />
impone. Pero, ¿qué sucede si la elección es realmente<br />
libre y es por esta razón que la experiencia es más frustrante?<br />
Entonces nos encontramos en la posición de tener<br />
que decidir constantemente sobre asuntos que afectarán<br />
nuestras vidas de manera fundamental, pero que<br />
carecen de una base fundamentada en el conocimiento.<br />
Cito a John Gray: “Hemos sido lanzados en una época<br />
en la que todo es provisional. Nuevas tecnologías alteran<br />
nuestra vida diariamente. Las tradiciones del pasado no<br />
pueden recuperarse. Al mismo tiempo, no tenemos ni<br />
idea de lo que traerá el futuro. Estamos obligados a vivir<br />
como si fuéramos libres”.<br />
Esta presión por elegir no solamente involucra la<br />
ignorancia sobre el objeto de nuestra elección. Somos<br />
bombardeados por anuncios que nos piden que hagamos<br />
una elección sin estar realmente califi cados para<br />
hacer la elección adecuada. Peor aún, estamos invadidos<br />
por la imposibilidad de responder a la pregunta del<br />
deseo. Cuando Lacan defi ne el objeto del deseo como<br />
algo perdido, no se refi ere simplemente a que nunca sabemos<br />
lo que deseamos y estamos condenados a buscar<br />
por siempre el verdadero objeto. Lo que Lacan quiere<br />
decir es algo más radical: el objeto perdido es, en última<br />
instancia, el sujeto mismo. El sujeto como objeto implica<br />
que la pregunta del deseo, su enigma original, no<br />
es básicamente “¿qué quiero?”, sino “¿qué quieren los<br />
otros de mí?”, “¿qué objeto ven en mí?” Por lo cual, a<br />
propósito de la pregunta histórica de “¿por qué soy ese<br />
nombre?”, “¿por qué soy lo que dices que soy?” Lacan<br />
afi rma que el sujeto como tal es histérico. Él defi ne al<br />
sujeto como aquello que no es un objeto. El punto aquí<br />
es que la imposibilidad de identifi carse a sí mismo como<br />
un objeto, el no saber lo que uno es para los demás, es<br />
constitutivo del sujeto. De esta manera, Lacan genera la