LA INDEPENDENCIA

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Ep:sodios Históricos Mexicanos
Luisa sonrió en media de su tristeza, y de su seno sacó una have
que mostró a Olazagoitia.
—Comprendo,—dijo éste sonriendo a su vez;—le tienes bajo
have.
Justo: cuando ustedes me dejaron sola en esta sala, corri a mi
habitación.
—El angelito dormIa acariciado sin duda par los angeles sus herman
os.
En los primeros instantes pensé haberle tornado en mis brazos
y traérmele conmigo.
Pero refiexioné que podlan arrancármele de ellos,. abusando de
mi debilidad, y besándole tn la frente, espejo de su inocencia, volvi
a salir, dando doble vuelta a Is have de mi puerta.
Y mi puerta es tan fuerte que en vano intentarian forzarla.
—Bien hiciste, hija mia: mientras con nosotrosesté ese inocente,
podemos tener confianza en Dios.
—AsI lo creo tarnbién yo, pero ,me dirá usted, por fin, ho que esa
carts contenia? -
Nos arrojan de esta casa, es cierto? *
—Lo Cs; pero no saidremos de ella.
—Por qué? no serla rnás conveniente?...
—Esta casa es tuya, hija mia, yo te hago obsequio de ella, los necios,
invitándorne a venderla, me proporcionan los medios para ha.
cer de ti lo que ehlos deberlan haber hecho, su dueña finica y absoluta.
—Qué dice usted?
—Que sin duda para ese falso ministro de Dios, amparar a, un
inocente es un delito, y defenderle contra quien quiera queleoprima,
un sacrilegio.
Como tal estiman Is protección que quise dispensarte, y en su
esttpida preocupación, juzgan que esta casa esta maldita de Dios.
Necios, mil veces necios!
Cufln pobre idea tienen de su Dios, puesto que le insultan y
ofen den con su bárbaro fanatismo!
Cuando desaparecerá de la tierra Is maldita raza de los fariseos1
Pero no temas, hija mia: Dios no estA con ellos, Dios no puede
estar con los que oprimen al dëbil en nombre del mártir del Cal-