LA INDEPENDENCIA
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I<br />
- -"4-'<br />
—Lisonjero estã usied coninigo. y agradecindose10 conlo dini-<br />
nado de su boridad para con ml pobre persona, ahora ya no solo<br />
ml mario, sino mis brazos, también ofrezco a usted si favorecerme<br />
quiere aceptándolos.<br />
— I Con todo ml corazón!--exclamO D. Joaquin abrazando con-<br />
movido al buen doctor Oliva.<br />
Tras de esta demostración de afecto, y una vez serenos los dos<br />
uevos amigos, el doctor dijo:<br />
—Con que SI: usted estuvo en el paiacio durante el atentado?<br />
—E st u ye.<br />
—Y no fué necesario hacer uso de ]as armas: es cierto?<br />
—Contra quién hubiera podido emplearlas si Apodaca no con-<br />
taha con quien pudiese defenderle?<br />
—Cómo no? los alaharderos y soldados de marina...<br />
—;Gran puñado por cierto! todos los prirneros y pocos de los<br />
segundos permanecieron adictos al virey; pero quë hubieran po-<br />
dido hacer todos ellos contra las huestes de los conjurados que cu-<br />
brIan ci espacio libre de la plaza con los cuerpos de órdenes miii-<br />
tares, Infante D. Carlos, Castilla, compañIas de marina v cahalle-<br />
na de los ilamados Integros?<br />
—;Sin embargo de haber puesto sobre las arinas a tanta gente,<br />
nada ilego a noticia del virey!<br />
—Nada; ó asI al menos debemos suponerlo, porque cuando los<br />
jefes de la asonada, teriiente coronel D. Francisco Buceli. 'c capi-<br />
tanes de Ordenes Llorente y Carballo solicitaron entrar a hablarle,<br />
Apodaca presidia tranquilo como siempre su Junta de Guerra de<br />
todas las noches.<br />
—No estaba entonces solo?<br />
—No: Ic acompañaban los oliciales superiores del ejército real,<br />
y entre ellos los generales Liñán y Novella.<br />
La osadla de Buceli, al solicitar hablarle interrumpiendo la<br />
junta de guerra, bastO a Apodaca para adivinar de lo que se trata-<br />
ba, y asI se lo dijo a los oficiales alli presentes.<br />
La indignación, real en algunos de ellos, fingida en los más, es-<br />
taiió en violentas frases contra los presuntos amotinados.<br />
Pero Apodaca los ohligo a moderarse diciéndoles, que en la gra-<br />
ve situación en que la cosa ptiblica se encontraba, era preciso, no<br />
exaltarse. de modo, que solo se consiguiese añadirle lena al tuego.