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El presente estudio revela que el género travesti se presenta como un acto<br />

performativo que sólo existe en ese hacerse continuo. En contra de cualquier tipo de<br />

identidad esencialista (ninguna persona nace siendo una travesti), el género travesti se<br />

constituye a través de una imitación idealizada de la feminidad: se visten, maquillan y<br />

transforman su estética de manera “(hiper)femenina”, pero –simultáneamente- sus<br />

cuerpos y deseos sexuales descartan toda inteligibilidad desde el momento en que se<br />

reconoce que tienen la capacidad de brindar placer sexual a través de sus “vigorosos”<br />

penes. La particularidad travesti, pues, evidencia que no sólo ponen de relieve cómo se<br />

hace el género, sino que al mismo tiempo descentran la manera en que los cuerpos se<br />

hacen legibles. Las travestis encarnan un tipo ideal y ficcional de mujer y, al mismo<br />

tiempo, se sabe que al menos simbólicamente pueden hacer uso de una genitalidad<br />

típicamente “masculina”. Lo femenino y lo masculino interactúan, negocian, juegan y se<br />

articulan en un mismo cuerpo. En fin, deliberadamente las travestis pueden actuar tanto<br />

como mujeres y como hombres, sin ser mujeres ni hombres. Y la capacidad de esta<br />

doble actuación es la que las convierte, según su propia concepción, en personas<br />

“poderosas”. Las travestis no consideran sus cuerpos como un “error de la naturaleza”,<br />

tampoco reniegan del duro recorrido que tienen que transitar para modificar<br />

exteriormente sus cuerpos y convertirse en personas deseadas y admiradas.<br />

Definitivamente, transformarse en travesti forma parte de un acto que las empodera.<br />

A pesar de los debates y las posiciones contrarias, la alianza –muchas veces<br />

frágil- establecida entre el movimiento feminista y las personas que encarnan otras<br />

variantes de género (travestis, transexuales, transgéneros, entre otras denominaciones)<br />

permite visualizar el carácter ficcional del sexo, es decir, no existe una correspondencia<br />

entre el sexo atribuido al nacer y el género construido y performado. Los estudios trans<br />

(en un sentido amplio) permiten cuestionar que los binomios hombre-mujer y<br />

heterosexual-homosexual no son las únicas alternativas identitarias de género y de<br />

sexualidad posibles. En los últimos años, activistas y académicas/os destacan la<br />

importancia de un trabajo conjunto entre los estudios feministas y los estudios trans<br />

pues están íntimamente vinculados (Enke, 2012). Si los estudios feministas aportaron la<br />

gran premisa, de la mano de Simone de Beauvoir (1962 [1949]), que una se convierte en<br />

mujer; los estudios trans amplían su significado al proponer que no existe ningún<br />

proceso natural a través del cual nos convertimos en mujeres. Precisamente, el concepto<br />

‘transfeminismo’ se utiliza para articular la teoría feminista con los estudios trans. Surge<br />

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