por tad a - Reporte Indigo

política
Minutos antes de perder la vida, muy probablemente pasaron
por la mente de Norma los rostros de su seres más queridos. El de
su hija Leia Sofía. El de Guadalupe, su madre. El de José Antonio,
su padre. Los de Juan Carlos, Carmen y Ana Laura, sus hermanos.
“Están deshechos”, asegura Margarita. “Me atrevo a decir que,
Norma era el pilar de esa familia. Toda su familia giraba alrededor
de ella”.
A “Normita”, como la llamaba el presidente cuando la conoció
de 23 años, la velaron en Gayosso. Justo arriba de la capilla de Juan
Camilo Mouriño. Luego le rindieron un homenaje en el Campo
Marte. El jueves 6 de noviembre la cremaron.
Una comadre de Norma Angélica, que labora en la Presidencia,
le pidió a su madre que no se preocupara. Que el cuerpo que le
entregarían sería el de su hija. Que no tuviera ningún pendiente
por eso.
La familia Díaz Aguíñiga conservó las cenizas de Norma durante
nueve días, mientras duraron los rosarios. Luego las depositaron
en la catedral de Ecatepec.
Miriam Enríquez Santuario dice que quiere que recuerden a
Norma “como alguien fuerte, con un espíritu de trabajo increíble.
Una excelente madre. Una excelente hija. Una excelente amiga”.
Se lamenta porque desde hace cinco meses no veía a su gran
amiga y confidente. Que no lograron comunicarse los días previos
a ese martes negro. Pero dice que se consuela pensando “que
algún día la voy a ver. Y nos vamos a poner al tanto, como siempre
lo hacíamos”.
Agrega que “como dijo nuestra amiga Alejandra, Norma era tan
lista que aprendió muy rápido. Por eso se nos adelantó”.
Al fondo, en el centro, junto a su pareja, Miguel, en un cumpleaños.