Revista Derecho en Sociedad, n.° 2 - Febrero 2012 - Ulacit
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DERECHO EN SOCIEDAD, N. º 2. <strong>Febrero</strong> de <strong>2012</strong><br />
<strong>Revista</strong> Electrónica de la Facultad de <strong>Derecho</strong>, ULACIT – Costa Rica<br />
Aquí nuestra alternativa es meridiana: o sucumbimos a Schmitt, o reflotamos la<br />
democracia de la mano de Kels<strong>en</strong>. Con el primero ya sabemos el presupuesto y sus<br />
resultados: una democracia de id<strong>en</strong>tidad que se define como homog<strong>en</strong>eidad nacional e<br />
igualdad sustancial y que, sin embargo, precisa de una repres<strong>en</strong>tación tan total que<br />
preludia la aparición del dictador más absoluto y terrible, el que dice personalizar al<br />
pueblo <strong>en</strong>tero 34 . En cambio con Hans Kels<strong>en</strong>, aunque haya caído la concepción pura del<br />
derecho y su formalismo positivista, se manti<strong>en</strong>e la pot<strong>en</strong>cialidad de su reconstrucción<br />
democrática para el siglo XXI: el valor de la libertad como autodeterminación de un<br />
individuo que, <strong>en</strong> un Estado incluso democrático, sólo podrá participar <strong>en</strong> la<br />
construcción y desarrollo de un ord<strong>en</strong> jurídico, siempre coercitivo y que constriñe su<br />
esfera de actuación (Sanz Mor<strong>en</strong>o 2002; 2009).<br />
Por tanto, algo ya ha quedado pat<strong>en</strong>te de nuestro recorrido: la retórica de la soberanía<br />
nacional es la antinomia del valor constitucional de la democracia. De un lado, la soberanía ti<strong>en</strong>de a la<br />
unidad (al poder total); de otro, la democracia debe buscar la participación de los más y,<br />
por ello, pres<strong>en</strong>tará siempre una pluralidad política. Atribuir soberanía a un sujeto<br />
colectivo, nacional y prexist<strong>en</strong>te, como fundam<strong>en</strong>to ontológico del ord<strong>en</strong> constitucional,<br />
busca definir el poder, pero no nos pres<strong>en</strong>ta sus manifestaciones. En la realidad, la<br />
titularidad del poder (el pueblo/nación, como sujeto político con voluntad de acción y<br />
decisión) se concreta <strong>en</strong> sus formas de expresión (<strong>en</strong> democracia, el ejercicio de los<br />
derechos políticos por parte de las personas capaces de plasmarlos, los ciudadanos<br />
pl<strong>en</strong>os).<br />
Así, <strong>en</strong> el Estado constitucional y democrático de <strong>Derecho</strong>, aunque se recoge <strong>en</strong> solemnes<br />
declaraciones la soberanía nacional y/o popular, se ha suprimido toda totalización del<br />
poder bajo la proclama de palabras cuyo cont<strong>en</strong>ido vi<strong>en</strong>e delimitado por los preceptos<br />
insertos <strong>en</strong> la Constitución y su integración <strong>en</strong> un ord<strong>en</strong> internacional que rechaza<br />
indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias absolutas. Desaparece el Poder constituy<strong>en</strong>te y ya todo poder es constituido; por<br />
ello, lo absoluto devi<strong>en</strong>e <strong>en</strong> limitado. De ahí que podemos hablar de una democracia<br />
convertida <strong>en</strong> nomocracia: el gobierno del pueblo, <strong>en</strong> imperio de la Constitución; la<br />
34 La democracia de id<strong>en</strong>tidad de Schmitt, al concebirse desde una noción de igualdad que se convierte <strong>en</strong><br />
igualación <strong>en</strong>tre gobernantes/gobernados, los que mandan y los que obedec<strong>en</strong>, parte de una supuesta<br />
homog<strong>en</strong>eidad sustancial que disuelve al individuo <strong>en</strong> el ser colectivo que lo id<strong>en</strong>tifica. Pero, con el<br />
carácter inorgánico del pueblo (el sujeto colectivo informe se determina a través de sus repres<strong>en</strong>tantes), la<br />
necesidad de acudir a una repres<strong>en</strong>tación total coloca a la democracia ante su verdadera plasmación<br />
práctica: bajo ropajes plebiscitarios o de aclamación popular, la exig<strong>en</strong>cia de un pueblo/nación con<br />
voluntad propia se concreta <strong>en</strong> la destructiva relación amigo/<strong>en</strong>emigo y <strong>en</strong> su realización por el<br />
repres<strong>en</strong>tante supremo del soberano, el dictador que conc<strong>en</strong>tra todo el poder y crea el “derecho” de la<br />
nada, o, peor, lo saca de su chistera.<br />
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