REVISTA DIALOGANDO - ISER Nº1 - 2013

REVISTA DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - ISER
“[…] la relación ética [aparece] en el judaísmo como relación excepcional: en
ella, el contacto con un ser exterior, en lugar de comprometer la soberanía
humana, la instituye y la inviste”. 59
Así, el compromiso con la vida y la palabra en Lévinas podría sintetizarse como
respuesta a dos interrogantes esenciales. En principio, ¿por qué es posible pensar en
una relación con los otros basada en la ética? Porque la ética es anterior a la
comprensión ontológica del ser, o, en palabras del autor, “la conciencia de sí no es
una inofensiva constatación que un yo hace de su ser, sino que es inseparable de la
conciencia de la justicia y de la injusticia” 60 . Luego, ¿por qué no es la hermenéutica
sino la ética la herramienta adecuada para salir al encuentro del otro? Porque la
primera, producto de la racionalidad occidental, acepta al ser como la fuente última
de sentido; mientras que la ética, entendida desde los parámetros del monoteísmo
judío, es la única capaz de responder, como señala Reyes Mate, a “la autoridad del
sufrimiento que una historia común ha dejado en el rostro del otro, convirtiéndole
en viuda y huérfano, es decir, en un pobre” 61 .
Por su parte, tenemos en Ricoeur una apuesta o “creencia” en el diálogo
entendido como certeza en medio de la oscuridad del mundo, integrada a una ética
que halla su fundamento en el deseo de ser y el esfuerzo por existir que caracteriza
la “aventura” u “odisea” de la libertad humana. Cada ser, en su devenir, se afirma en
un “yo soy” que implica el intento de perseverar en la existencia y la creencia en la
propia libertad. Dicha perseverancia y tal creencia exigen a cada hombre dar
testimonio de su capacidad de iniciar procesos nuevos en el mundo, para lo cual
necesita del mutuo reconocimiento de un “tú”, agnición que hará posible que la
libertad de ambos adquiera status de realidad y abandone el territorio de la mera
creencia. De este modo, la ética como odisea vital sólo es posible mediante el
testimonio siempre renovado de la libertad del “yo” y el reconocimiento del derecho
del otro a atestiguar la que le es propia, camino que lleva a ambos a satisfacer el
deseo de ser que los iguala. Profundizando en el razonamiento de Ricoeur, se
concluye que el ejercicio de la verdadera libertad plantea como exigencia central el
diálogo, porque su praxis no es el resultado de un mandato o una ley positiva, sino
una tarea que nace y se sostiene en el ideal de la fraternidad como aprendizaje del
reconocimiento del prójimo sin temor a su interpelación. Tamaño desafío, tanto
59 E. Lévinas, Difícil libertad, ob. cit., p. 106.
60 Ibíd., p. 106.
61 R. Mate, Memoria de Occidente…, ob. cit., p. 275, que adaptamos.
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