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REVISTA DIALOGANDO - ISER Nº1 - 2013

Dialogando, revista del Instituto Superior de Estudios Religiosos –ISER- es una publicación privada fundada en 2013, como órgano académico del Instituto Superior de Estudios Religiosos–ISER. Tiene como objetivo la edición de artículos originales en el campo del diálogo religioso judeo-cristiano.

Dialogando, revista del Instituto Superior de Estudios Religiosos –ISER- es una publicación privada fundada en 2013, como órgano académico del Instituto Superior de Estudios Religiosos–ISER. Tiene como objetivo la edición de artículos originales en el campo del diálogo religioso judeo-cristiano.

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<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Revisa del Instituto Superior de Estudios Religiosos<br />

Año 1, N. 1, <strong>2013</strong><br />

Buenos Aires


ISSN 2347-0712<br />

Dialogando<br />

E. Mail: iser.1968@yahoo.com,ar<br />

secretaria@revistadialogando.com.ar<br />

Marcelo T. de Alvear 1640, 1 F<br />

1060 Buenos Aires<br />

Teléfono: 4813-2448<br />

Telefax: 4812-9341


Quiénes somos<br />

Directora<br />

Rab. Arq. Graciela Grynberg<br />

Secretaria de Redacción<br />

Dra. Celina A. Lértora Mendoza<br />

Consejo de Redacción<br />

Rdo. Dr. Jerónimo Granados<br />

Rab. Dr. Gabriel Minkowocz<br />

Dr. Aldo Ranieri<br />

Consejo Asesor<br />

Lic. Octavio Lo Prete (Argentina)<br />

Rdo. Dr. Joseph-Ignasi Saranyana (España)<br />

Rab. Dr. Abraham Skorka (Argentina)<br />

Comisión Académica<br />

Dr. Jorge Ayala (España)<br />

Dr. Jaime Bortz (Argentina)<br />

Dr. Martín Ciordia (Argentina)<br />

Dr. Pedro Coviello (Argentina)<br />

Dra. Isabel Fisflish (Chile)<br />

Dr. Leonardo Funes (Argentina)<br />

Dra. María Eugenia Góngora (Chile)<br />

Dr. Abelardo Levaggi (Argentina)<br />

Rab. Ernesto Yattah (Argentina)<br />

Dr. Mario Yutzis (Argentina)


ISSN 2347-0712<br />

<strong>DIALOGANDO</strong>, 1. N. 1, <strong>2013</strong><br />

Presentación<br />

Desde su reactivación en el año 2004, <strong>ISER</strong> ha tenido una sostenida producción<br />

académica, realizada los propios miembros o por invitados a las actividades públicas<br />

y abiertas que se organizan todos los años. Con estos materiales se publicaron tres<br />

libros. El primero, A la sombra de tus alas. Reuniones del Instituto Superior de<br />

Estudios Religiosos (<strong>ISER</strong>) 2005 (Buenos Aires, Ed. Lumen, 2006) contiene un<br />

grupo de investigaciones que ponen el acento en diversos abordajes de exégesis<br />

bíblica en las tradiciones judeo-cristianas. El segundo, Bajo la higuera. Reuniones<br />

del Instituto Superior de Estudios Religiosos (<strong>ISER</strong>( 2006 (Buenos Aires, Ed.<br />

Lumen, 2008) presenta otro dossier en que se añaden demás temas de historia de las<br />

relaciones interconfesionales y asuntos de interés actual.<br />

Con los trabajos presentados en las Jornadas ¿Qué paz es posible? Aportes desde el<br />

diálogo interreligioso, realizadas en Buenos Aires, ISEDET, 30 de junio y 1 de julio<br />

de 2009, se publicó el libro homónimo, en Buenos Aires, 2010.<br />

Luego de estas experiencias, las actividades de investigación de los miembros y los<br />

aportes de los invitados fueron configurando un material cada vez más amplio y<br />

diversificado, aunque siempre dentro del campo de los intereses fundacionales del<br />

Instituto. Hemos pensado entonces en la conveniencia de dar continuidad a las<br />

publicaciones teniendo un órgano propio, en forma de revista digital.<br />

Nace así Dialogando, como una propuesta para continuar y ampliar los marcos de<br />

referencia y los públicos interesados en los estudios religiosos judeo-cristianos.<br />

Esperamos que la propuesta sea acogida por todas aquellas personas que se interesan<br />

sinceramente por profundizar en las convicciones religiosas que han configurado<br />

nuestra historia compartida. Estas páginas están abiertas a todos los que quieran<br />

colaborar con su esfuerzo y trabajo personal en esta tarea.<br />

Graciela Grynberg<br />

Directora<br />

Celina A. Lértora Mendoza<br />

Secretaria de Redacción


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

6


ARTÍCULOS


ISSN 2347-0712<br />

<strong>DIALOGANDO</strong> 1, N. 1, <strong>2013</strong><br />

Shulján Aruj: diálogo y reconocimiento del otro<br />

en Lévinas y Ricoeur.<br />

Acogida y limitaciones de una amable invitación 1<br />

Fabio Samuel Esquenazi<br />

Universidad de Buenos Aires<br />

Buenos Aires<br />

“Poned vuestro corazón en todas las palabras que hoy pongo como testimonio<br />

ante vosotros, […] porque esta no es cosa vana para vosotros,<br />

porque es vuestra vida…”<br />

Deuteronomio 32: 46-47<br />

“El único valor absoluto es la posibilidad humana de otorgar a otro prioridad<br />

sobre uno mismo. […] El hombre es aquel que ha comprendido<br />

que la santidad es incontestable”.<br />

Emmanuel Lévinas<br />

“El creyente es el que se enfrenta a la lógica de la historia que crea víctimas y<br />

reivindica la esperanza de que esta realidad no sea lo último”.<br />

José María Mardones<br />

Como sabemos, עָרוּךְ‏ Shulján‏“)שֻׂלְחָן Aruj”, literalmente en hebreo “mesa<br />

tendida” o “mesa preparada”) es el título con que se denomina no sólo la obra de<br />

Rabí Iosef Caro –una de las recopilaciones más importantes de normas de conducta<br />

de la religión judía, publicada originalmente en 1565 2 -, sino también uno de los<br />

modos con que se designa al propio Talmud.<br />

1 Dejo constancia aquí de mi profunda deuda de gratitud con el Prof. Arturo Emilio Sala, cuya<br />

generosa praxis del diálogo iluminó estas reflexiones.<br />

2 Nos referimos a la primera edición de Alvise Bragadini, que vio la luz en Venecia, aunque<br />

sabemos que la composición de la obra fue completada en Biria, Galilea Superior, en 1555.


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

En una sociedad en crisis y tan secularizada como la actual, que menosprecia la<br />

vida y el compromiso ético, la potencia del título, consustancial con la lógica bíblica<br />

y talmúdica que encontraba en el pobre, la viuda, el huérfano y el extranjero un lugar<br />

de privilegio para una experiencia significativa de Dios, nos invita a pensar desde el<br />

campo intelectual en la actualidad del convite a compartir alimento, palabra y<br />

experiencia con todos y cada uno, rastreando su huella particularmente en<br />

pensadores de la heteronomía como Emmanuel Lévinas y Paul Ricoeur 3 . Se nos<br />

preguntará el por qué de la presente elección simbólica. La respuesta, urgente, es<br />

simple. Frente a una realidad que con velocidad de vértigo se olvida de los otros es<br />

menester oponer para su análisis figuras tan poderosas como la de una mesa servida<br />

a la cual, como quizá en ninguna otra encrucijada histórica del pasado, es necesario<br />

invitar honestamente a los destinatarios privilegiados de la experiencia ética judía,<br />

completados en su metonimia por todos los excluidos y las víctimas de la sociedad<br />

moderna.<br />

3 El corpus central de textos propios que citaremos (en su versión española, cuando no<br />

indiquemos lo contrario), incluye, de E. Lévinas: Totalité et infini. Essai sur l’exteriorité, La<br />

Haya, Martinus Nijhoff, 1984 [1961], 2ª edición en español: Totalidad e infinito. Ensayo<br />

sobre la exterioridad, trad. e introd. D. E. Guillot, Salamanca, Sígueme, 1987; Difficile<br />

liberté. Essais sur le judaïsme, París, Albin Michel, 1963, 2ª ed. castellana: Difícil libertad.<br />

Ensayos sobre el judaísmo, trad. N. Prados, Buenos Aires, Lilmod, 2005; Autrement qu’être<br />

ou au-delà de l’essence, Dordrecht, Martinus Nijhoff, 1986 [1974], en español: De otro modo<br />

que ser o más allá de la esencia, trad. e introd. A Pintor-Ramos, Salamanca, Sígueme, 2ª ed.,<br />

1995; De Dieu qui vient à l’idée, París, Vrin, 1986 [1982], ed. española: De Dios que viene a<br />

la idea, trad. J. Mª Ayuso y G. González R.-Arnaiz, Madrid, Caparrós, 1995; “Algunas<br />

reflexiones sobre la filosofía del hitlerismo”, trad. R. Ibarlucía y B. Horrac, Buenos Aires,<br />

FCE, 2002. De P. Ricoeur: Finitude et culpabilité, Paris, Editions Montaigne, 1960, versión<br />

castellana: Finitud y Culpabilidad, trad. C. Sánchez Gil, Pról. José Luis Aranguren, Madrid,<br />

Taurus, 1982; De l'interprétation -essai sur Freud, París, Seuil, 1965, en español: Freud: una<br />

interpretación de la cultura, trad. A. Suárez, México, Siglo XXI, 2004 [1970]; La métaphore<br />

vive, París, Seuil, 1975, trad. esp. de A. Neira: La metáfora viva, Madrid, Cristiandad, 1980;<br />

los tres volúmenes de Temps et récit: I –l’histoire et le récit, París, Seuil, 1983, trad. esp. de<br />

A. Neira: Tiempo y Narración I –Configuración del tiempo en el relato histórico, Madrid,<br />

Cristiandad, 1987; II –La configuration du temps dans le récit de fiction, París, Seuil, 1984,<br />

trad. de A. Neira: II –Configuración del tiempo en el relato de ficción, Madrid, Cristiandad,<br />

1987; III-Le temps raconté, París, Seuil, 1985, trad. de A. Neira: III –Experiencia del tiempo<br />

en la narración, Madrid, Cristiandad, 1990; Soi-même comme un autre, París, Seuil, 1990,<br />

trad. de A. Neira: Sí mismo como otro, México, Siglo XXI, 1996; y, De otro modo. Lectura de<br />

“De otro modo que ser o más allá de la esencia” de Emmanuel Lévinas, presentación de M.<br />

Maceiras Fafián, trad. A. Sucasas, Rubí (Barcelona), Anthropos, 1999.<br />

10


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Comencemos nuestra aproximación puntualizando que la inveterada relación con<br />

la Ley (la Torá), que determina y caracteriza la concepción judía de espiritualidad,<br />

abre su polisemia a una imagen 4 tan poderosa como la del Shulján Aruj. Lo<br />

antedicho no es en absoluto extraño por dos razones principales. En primer término,<br />

como analizamos en otro lugar 5 , por el refinamiento propio del simbolismo judío,<br />

condicionado y potenciado como lo ha estado desde sus orígenes por el peso del<br />

segundo mandamiento bíblico que prohibía la representación pictórica. En segundo<br />

término, como lúcidamente apunta Diana Sperling, por el hecho, vinculado<br />

filialmente con el anterior, de que “la ley, para regir, necesita de una puesta en<br />

escena” 6 , esto es, de una tensión dramática y su densidad simbólica consecuente,<br />

apreciables, por ejemplo, en el sacrificio de Abraham (la akedá de Génesis 22, 1-<br />

18 7 ), la Revelación Sinaítica de Éxodo 8 o la mesa dispuesta para compartir la<br />

existencia que es el Shulján Aruj.<br />

Como sintetiza esta autora,<br />

“de lo que se trata [en el judaísmo] es de erradicar [de una vez y para<br />

siempre] todo lo que [los] cultos [paganos] simbolizan y acarrean y de<br />

instaurar un nuevo modo de habitar el mundo […]. La Biblia no es un texto<br />

teórico, no es filosofía conceptual ni ilustración de una vida contemplativa.<br />

Una enseñanza de semejante envergadura no podría revestir el carácter de un<br />

enunciado lógico: debía ser transmitida con la vivacidad de la experiencia y<br />

la contundencia de lo vivido” 9 .<br />

De este modo, el Shulján Aruj, como otro escenario donde es posible “llevar la<br />

acción hasta su tensión máxima y la conciencia hasta su exasperación” 10 , es<br />

4 Entendemos aquí “imagen” en el sentido de “metáfora” que utiliza Alberto Sucasas para el<br />

contexto de filiación imaginaria del discurso filosófico, desde la que postula una metafórica<br />

de la arquitectura conceptual de la Ley (Cf. “El agua y la Ley. Contribución a una metafórica<br />

del judaísmo”, en A. Sucasas, Memoria de la Ley. Ensayos sobre pensamiento judío,<br />

Barcelona, Riopiedras, 2002: 35-70).<br />

5 Cf. F. S. Esquenazi, La mirada en el lenguaje místico de San Juan de la Cruz y en la Cábala<br />

hebrea, Tesis Doctoral, FFyL-UBA, en curso.<br />

6 D. Sperling, Filosofía de cámara, Buenos Aires, Mármol-Izquierdo Editores, 2008, p. 188.<br />

7 Cf. la edición española de la Biblia de Jerusalén, Bilbao, Desclée de Brouwer, 1975, p. 35.<br />

8 Cf. Éxodo, Caps. 19, 20 24 y 34, Biblia de Jerusalén, ob. cit., pp. 89-92, 95-96 y 107-109.<br />

9 D. Sperling, Filosofía de cámara, ob. cit., p. 188.<br />

10 Ibíd., p. 189.<br />

11


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

consecuente con una tradición tan rica como la judía porque pone en escena la<br />

verdadera compasión, entendida no como “experiencia de emotividad” sino como<br />

“experiencia de compromiso”, como práctica moral o conversio morum 11 que excede<br />

el mero anhelo universal de justicia, y como señalamiento de una praxis que me<br />

involucra y obliga, en palabras de José María Mardones, a “[mantener] despierta la<br />

atención puesta en la superación del estado de necesidad […] [de quienes comparten<br />

conmigo] la misma condición humana de [sufrimiento], dolor y muerte” 12 .<br />

Ahora bien, la experiencia radical del mal y la muerte del logos en Hiroshima,<br />

Auschwitz o los Balcanes, la herida abierta que sangra en Gaza -entre tantos otros<br />

lugares donde la crueldad ha dicho, según parece, su última palabra-, y las miles de<br />

víctimas que no encontraron nunca su Shulján Aruj 13 e interpelan nuestra conciencia<br />

como “testigos invisibilizados por nuestra propia ceguera […] [e] inevitables jueces<br />

de nuestra cotidiana injusticia” 14 , exigen una indagación ab initio de la resonancia<br />

que el convite a compartir la mesa de la gratuidad y la donación de sí ha tenido en<br />

dos referentes insoslayables del pensamiento filosófico contemporáneo como<br />

Lévinas y Ricoeur, preocupados, desde posiciones amablemente disímiles, por una<br />

ética de la alteridad y sus fundamentos.<br />

Veamos en primer lugar, entonces, esta acogida y sus implicancias en el autor de<br />

Totalité et Infini.<br />

Lévinas y los antecedentes del “heme aquí” como hipérbole moral<br />

Uno de los mayores aportes de la obra levinasiana al pensamiento<br />

contemporáneo ha sido su poderosa explicación de la influencia ex aequo y la<br />

irreductibilidad de los dos polos u orígenes que forman el andamiaje civilizatorio de<br />

Occidente: el logos griego con su tradición filosófica de la autonomía del Ser, y el<br />

11 Cf. el análisis de la relación conversio cordis-conversio morum en mi artículo -aún inédito-<br />

“Le refus lévinassien de la mystique. Raisons et observations”.<br />

12 J. M. Mardones, “Salvar a Dios: Compasión y solidaridad en la finitud”, en J. M. Mardones<br />

y Reyes Mate (eds.), La ética ante las víctimas, Rubí (Barcelona), Anthropos Editorial, 2003,<br />

p. 224-225.<br />

13 Para una ampliación temática, véase muy especialmente A. E. Sala, “Los Pliegues de<br />

Satanás”, en AA.VV., Márgenes de la justicia. Diez indagaciones filosóficas. Buenos Aires,<br />

Altamira, 2000: 65-100.<br />

14 J. M. Mardones, “Salvar a Dios: Compasión y solidaridad en la finitud”, art. cit., p. 56.<br />

12


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

imperativo profético de justicia propio del mesianismo mosaico; en otras palabras,<br />

Atenas y Jerusalén.<br />

Sin embargo, como recuerda Patricio Peñalver,<br />

“lo que está en la base de [la] diferencia [de Lévinas] respecto de anteriores<br />

filósofos judíos [es] la experiencia del fracaso ético-político del racionalismo<br />

europeo, y más precisamente, la experiencia del nazismo y la Shoah en el<br />

corazón de una cultura determinada en buena parte por las tensiones internas<br />

del idealismo alemán” 15 .<br />

Una mínima contextualización nos obliga a recordar la decisiva influencia que en<br />

el derrotero intelectual de Levinas tuvo la lectura inicial que hizo en Estrasburgo de<br />

las Logische Untersuchungen 16 (Investigaciones Lógicas), obra central del fundador<br />

de la escuela fenomenológica, Edmund Husserl. Para Husserl, desde su época de<br />

formación con Brentano, la crisis de la modernidad no era sino y esencialmente una<br />

crisis del pensamiento y sus principios, cuya solución vislumbraba en la puesta en<br />

evidencia, mediante una indagación radical de rigurosidad cartesiana, del origen y<br />

los postulados que otorgan sentido a la razón. Desde tales presupuestos, explorar el<br />

logos era examinar en su objeto o contenido los actos intencionales que lo<br />

constituyen, en un régimen estricto de suspensión de toda valoración posible. Por<br />

este camino, Husserl propugnaba una reconstrucción programática de los<br />

fundamentos del pensamiento racional, procurando no sólo optimizar su eficacia en<br />

el acercamiento a la realidad, sino, en particular, convertirlo en garantía excluyente<br />

de un horizon de sens para el hombre moderno. A pesar de la profundidad del<br />

diagnóstico y de la propuesta de solución de Husserl, éstos no fueron compartidos<br />

plenamente por la mayoría de sus primeros discípulos en Gotinga, -entre ellos, Edith<br />

Stein y Roman Ingarden-, quienes no acompañaron al maestro en su transición al<br />

idealismo a partir de 1913. Tampoco, por autores como Lévinas o Ricoeur, iniciados<br />

tempranamente en la reflexión fenomenológica, pero renuentes en sus desarrollos<br />

posteriores a aceptar la posibilidad de que la encrucijada de la modernidad pudiera<br />

resolverse exclusivamente dentro de los límites de la razón.<br />

15 P. Peñalver, “El Filósofo, el Profeta, el Hipócrita”, en Ética y subjetividad. Lecturas de<br />

Emmanuel Lévinas. G. González, R. Arnaiz (coord.), Madrid, Editorial Complutense, 1994, p. 185.<br />

16 Cf. E. Husserl, Logische Untersuchungen I/II (ed. Holenstein – Panzer, resp.), en:<br />

Husserliana, t. XVIII (1975) y XIX (1984). Edición Española: Investigaciones lógicas, vols.1<br />

y 2, trad. Manuel G. Morente y José Gaos, Madrid, Alianza Editorial, 1999.<br />

13


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

En el caso de Lévinas, su obra -con similar ademán existencial al que atraviesa la<br />

biblioteca ricoeuriana- puede ser leída como un desafío abierto y exigente contra<br />

una hermenéutica que sólo se mira a sí misma, desestimando la densidad existencial<br />

y las raíces históricas de la experiencia humana. Alberto Sucasas sintetiza muy<br />

claramente sus implicancias morales, al recordarnos que:<br />

“[…] la de Lévinas es una filosofía nacida de la escucha de las víctimas […]<br />

[pues] al hacer de la ética la filosofía primera, denunciando la complicidad<br />

entre el primado milenario de la ontología y la barbarie históricamente<br />

acontecida, […] apuesta por una renovación en profundidad del discurso<br />

sobre lo bueno y lo justo, aunque para ello sea preciso violentar la axiomática<br />

incuestionada durante siglos” 17 .<br />

La crítica de Emmanuel Lévinas al intelectualismo husserliano y,<br />

particularmente, su posterior decepción en relación con el ontologismo<br />

heideggeriano 18 , no se comprenden sino a la luz de su experiencia vital. Toda la<br />

biografía de Lévinas, quien perdió a su familia -con excepción de su mujer y de su<br />

hijo- en la Shoah y sobrevivió a ella en condiciones humillantes, estuvo, como<br />

confesó cierta vez, “dominada por el presentimiento y el recuerdo del horror nazi” 19 .<br />

En su Post scriptum a “Algunas reflexiones sobre la filosofía del hitlerismo” 20 ,<br />

leemos una perturbadora interpretación del Holocausto, con la pertinencia y la<br />

agudeza de un pensador que fue víctima lúcida y testigo de cargo de la degradación<br />

a la que puede llevar la ontología consagrada en la academia. Dice allí:<br />

17 A. Sucasas, “Interpelación de la víctima y exigencia de justicia”, en La ética ante las<br />

victimas, ob. cit., p. 87.<br />

18 Ésta, amarga e irreversible, por estar vinculada con la noticia –que recibió de su amigo<br />

Alexander Koyré- de las simpatías de Heidegger por el nacionalsocialismo. Llegó a decir:<br />

“[…] tuve la débil esperanza de que se tratara únicamente de la expresión del trastorno<br />

temporal de un gran espíritu especulativo aplicado a asuntos banales de índole práctica. La<br />

noticia hizo que se tambaleara mi firme convicción de que existe una distancia insalvable y<br />

eterna entre el odio criminal y enloquecido que proclama el mal desde las páginas de Mein<br />

Kampf y la agudeza intelectual y el virtuosismo extremadamente analítico de Ser y Tiempo<br />

[…]” (E. Lévinas, “Lo diabólico da que pensar”, en El Urogallo (Madrid), 42, noviembre<br />

1989, p. 44).<br />

19 E. Lévinas, Difícil libertad, ob. cit., p. 272.<br />

20 Prefacio agregado a la traducción norteamericana de este artículo de 1934, publicada en<br />

Critical Inquiry, otoño 1990, v. 17, N. 1, pp. 63-71, que citaremos según la edición de Fondo<br />

de Cultura Económica (cf. supra nota 2).<br />

14


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

“La fuente de la sangrienta barbarie del nacionalsocialismo no está en<br />

ninguna anomalía contingente de la razón humana, ni en ningún<br />

malentendido ideológico accidental […] [sino que] se vincula a una<br />

posibilidad esencial del Mal elemental al que la buena lógica podía conducir<br />

y del cual la filosofía occidental no estaba suficientemente a resguardo” 21 .<br />

Más adelante, en las líneas finales de este prefacio, como si su historia personal<br />

le aconsejara la conveniencia de vincular en un mismo texto su experiencia del<br />

horror con el nudo de su pensamiento, Lévinas se pregunta: “¿El sujeto alcanza la<br />

condición humana antes de asumir la responsabilidad por […] otro ser humano<br />

[…]?” 22 . Reflexionar sobre estas palabras significa penetrar en la centralidad de la<br />

perspectiva levinasiana, según la cual la alteridad es aquella dimensión de la<br />

interioridad inasequible a la razón y que, por lo mismo, requiere de reconocimiento.<br />

De tal modo, identidad personal y deber moral nacen y se comprenden sólo a la luz<br />

de una realidad que prefigura el ser con antelación a cualquier decisión individual,<br />

determinando así la preexistencia de la ética respecto de la ontología. En otras<br />

palabras, lo que viene a dejar en claro Lévinas es que la noción de responsabilidad<br />

precede a la libertad, tal como afirma Reyes Mate:<br />

“La libertad del otro es anterior a la mía y la mía sólo la descubro como<br />

escucha del otro. Es como si el otro estuviera de viaje antes de mi llegada y<br />

yo no pudiera empezar a ser más que respondiendo a los avatares de su<br />

aventura” 23 .<br />

La originalidad -la audacia- de la propuesta levinasiana se adensa en el<br />

señalamiento que practica. Así lo apunta Sucasas en el trabajo precitado:<br />

21 Ibíd., p. 23.<br />

22 Ibíd., p. 24.<br />

23 R. Mate, Memoria de Occidente. Actualidad de pensadores judíos olvidados, Rubí<br />

(Barcelona), Editorial Anthropos, 1997, p. 273. La utilización en esta cita de la primera<br />

persona del indicativo del verbo descubrir, resalta (aunque sin agotar toda la riqueza<br />

etimológica del latín discooperire) la inversión, ética, de la acepción “ver algo desde lejos” –<br />

un objeto que diviso o en el que reparo desde una posición de dominio-, por aquella otra de<br />

“aceptar lo que se me revela”; en otras palabras, “comprender que mi subjetividad se<br />

constituye en-cuanto-haciéndome-cargo-del-otro, propio del monoteísmo judío (ibid., p. 272;<br />

para todas las posibilidades semánticas, cf. M. Moliner, Diccionario de Uso del Español, 3º<br />

edición, Madrid, Gredos, 2007).<br />

15


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

“[De igual modo que] es esencial a la tradición filosófica, y en particular a la<br />

moderna, el fundamentar moral y política en la autonomía del sujeto,<br />

demonizando la heteronomía como residuo de barbarie incompatible con el<br />

progreso civilizatorio [...], para Lévinas la alternativa es clara […]: un nuevo<br />

pensamiento ha de promover la heteronomía como único medio de dejar atrás<br />

el nexo civilización-barbarie. La de rostro es su categoría esencial, pues<br />

nombra una experiencia […] y abre una escena, irreductiblemente ética, que<br />

interrumpe el designio egoísta […] El tú humano adquiere, en la epifanía del<br />

rostro, el carácter de un absoluto revelado en su inmediatez; el prójimo es,<br />

así, una presencia que obsesiona” 24 .<br />

Como veremos, la obsesión ética del rostro -asedio de una proximidad que nos<br />

interpela- comparte la dramaticidad propia de todas las figuras con las que Lévinas<br />

reprodujo en su pensamiento las categorías centrales de una tradición que apostó<br />

históricamente por la escucha atenta del otro y la santificación de la vida y la<br />

palabra. En sus palabras:<br />

“El principio rabínico según el cual los justos de todas las naciones participan<br />

del mundo futuro, no expresa simplemente una perspectiva escatológica.<br />

Afirma la posibilidad de [una] intimidad última, más allá de los dogmas […],<br />

la intimidad sin reserva. Allí reside nuestro universalismo. En la caverna<br />

donde reposan los patriarcas y nuestras madres, el Talmud hace descansar<br />

también a Adán y Eva: es para toda la humanidad que llegó el judaísmo” 25 .<br />

Rostro y Shulján Aruj: escenarios para una praxis de la compasión<br />

El recurso levinasiano a metáforas extremas como las de la piel desollada, la<br />

hemorragia incontenible o la del fuego y la ceniza -entre otras-, o la utilización de<br />

un conjunto específico de tropos para escenificar una intersubjetividad en clave<br />

ética capaz de subvertir el lenguaje de la tradición ontológica 26 , no es casual y<br />

24 A. Sucasas, “Interpelación de la víctima y exigencia de justicia”, art. cit., pp. 87-89 (que<br />

hemos adaptado).<br />

25 E. Lévinas, Difícil libertad, ob. cit., p. 199.<br />

26 En especial, en sus dos obras centrales, donde Lévinas despliega a su turno cada uno de los<br />

núcleos temáticos de su reflexión: Totalidad e infinito, para la noción de rostro; y, De otro<br />

modo que ser o más allá de la esencia, para la de sustitución (cf. supra nota 2). P. Peñalver,<br />

por su parte, repasa las figuras del lenguaje ético levinasiano; entre ellas: persecución,<br />

16


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

muestra una vez más la profunda vinculación entre la postura filosófica de Lévinas y<br />

su herencia judía 27 . Lo interesante aquí es el proceso que vinculó ambos territorios.<br />

Por una parte y en relación con su temprana fascinación por el método<br />

fenomenológico, el propio autor nos recuerda cómo, alentado por Gabrielle Peiffer:<br />

“[…] leí las Investigaciones lógicas minuciosamente y tuve la impresión de<br />

haber accedido no a una construcción especulativa inédita más sino a nuevas<br />

posibilidades de pensar, a una nueva posibilidad de pasar de una idea a otra<br />

[…], de desarrollar los “conceptos” […]; al hecho de que la mirada dirigida a<br />

una cosa es también una mirada encubierta por esa cosa, que el objeto es una<br />

abstracción cegadora cuando se lo considera aislado, que hace ver menos de<br />

lo que muestra generando un discurso ambiguo. […] A veces formulo esto<br />

diciendo que hay que pasar del objeto a su puesta en escena, del objeto a<br />

todos los fenómenos que su aparecer implica” 28 .<br />

Por otra parte, como descendiente de una tradición que afirma la fidelidad a una<br />

Ley, a un modelo moral, Lévinas, para quien “el judaísmo es la Biblia y el Talmud a<br />

través de Rashi” 29 , encontró en la literatura bíblica y talmúdica en la que se formó<br />

una simbología que le facilitó la mise en scène de una necesaria radicalidad -aquel<br />

“señorío de las formas” del que habla Enrique Kozicki 30 y comparten el Rostro y el<br />

obsesión, pasividad, vulnerabilidad, sensibilidad, recurrencia, proximidad, inspiración o<br />

profetismo (cf. Argumento de Alteridad: la hipérbole metafísica de Emmanuel Lévinas,<br />

Madrid, Caparrós, 2001, particularmente pp. 184-193).<br />

27 Cuyas modulaciones, por lo demás, tan pormenorizadamente analiza Sucasas en Levinas:<br />

lectura de un palimpsesto, Buenos Aires, Lilmod, 2006 (reescritura de su tesis doctoral de<br />

1992). Cf. también, U. Vázquez Moro, El discurso sobre Dios en la obra de E. Levinas,<br />

Madrid, Publicaciones de la Universidad Pontificia de Comillas, 1982.<br />

28 Citado por F. Poirié en: Emmanuel Lévinas. Qui êtes-vous?, Lyon, La Manufacture, 1987,<br />

pp. 73-74. La traducción y el destacado nos corresponden.<br />

29 E. Lévinas, ‘La lettre ouverte’, en: C. Chalier et M. Abensour, Cahier de l’Herne: E.<br />

Lévinas (T. 60), París, 1991, p 410 (en el original: ‘le Judaïsme, c’est la Bible et le Talmud,<br />

lus à travers les commentaires de Rachi’. La traducción es nuestra).<br />

30 “Si la normatividad supone, ante todo, el señorío de las formas, bien podemos decir que<br />

ese formalismo, con su formidable instrumental simbólico, responde a la definición de rito.<br />

De allí que la eficacia del mensaje de legalidad –en tanto rito, precisamente- está determinada,<br />

ante todo, por el “lugar” desde donde dicho mensaje es emitido, el lugar ritualmente investido<br />

por la Ley, es decir, […] la escena de la Ley. La noción de autoridad está atravesada por la<br />

misma secuencia conceptual. […] Va de suyo que “lugar” debe ser entendido […] como lugar<br />

17


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Shulján Aruj—, y una fundamentación para su propia axiomática, según la cual soy<br />

libre porque soy responsable, y no lo contrario. De este modo, el fértil encuentro<br />

entre su personal interpretación de las enseñanzas de Husserl y la “experiencia<br />

fundadora” que para él supuso la pertenencia al pueblo judío, dio lugar a otro modo de<br />

pensar la alteridad y al paroxismo de su hipérbole moral: la responsabilidad ante mi<br />

prójimo ha de ser infinita, hasta llegar a mi sustitución por el otro, porque su rostro<br />

-que habla y expresa un imperativo, “no matarás”- es sinónimo de infinito, ya no<br />

simple fenómeno o mero objeto del pensamiento o la reflexión, sino un enigma con<br />

quien me ata una relación ética que escapa a toda caracterización fenomenológica.<br />

Recordemos que Lévinas descubre en la tradición judía “momentos estelares que<br />

enriquecen y conforman la razón humana” 31 , verdades humanas trascendentes<br />

presentes en el Tanaj y que nuestro autor interpreta y universaliza. Son éstas,<br />

básicamente: 1) la obligación de sentirse mandado a estar a disposición frente a la<br />

vulnerabilidad y el sufrimiento del prójimo [Autrui], que Lévinas entiende tan<br />

exigente para todo ser humano como lo son para el ideal normativo judío de piedad<br />

los mandamientos de amar a Dios y amar al prójimo como a uno mismo, 2) la<br />

imposibilidad de dar cuenta filosóficamente de la causa que de tal modo nos obliga,<br />

y, 3) el conocimiento indubitable de que el carácter personal del mandato divino que<br />

recibo no se apoya en una epifanía 32 , sino en un mero rastro de quien me manda,<br />

que se revela en el rostro desnudo del otro sin mediación alguna. 33 .<br />

Pues bien, oponiendo la primera de estas verdades “universalizables” a la idea de<br />

Heidegger según la cual la conciencia plena de la propia muerte convierte al hombre<br />

en verdadero ser humano -el ser-para-la-muerte-, Lévinas señala que el judío<br />

tópico, como escena, [como el sedes latino, el lugar fundante, habilitante]”. E. Kozicki,<br />

Hamlet, el padre y la ley, Buenos Aires, Editorial Gorla, 2004, p. 77 (las cursivas adicionales<br />

son nuestras)<br />

31 R. Mate, “El fondo borroso de una página en blanco”, Prólogo a A. Sucasas, Levinas:<br />

lectura de un palimpsesto, op. cit., p. 14.<br />

32 Entendiendo aquí “epifanía” no como “revelación del rostro”, sino como “experiencia<br />

directa y personal de la divinidad” –o, textualmente, “amistad espiritual”, como leemos en<br />

Difícil libertad, ob. cit., p. 108. Esta interpretación llevaría a Lévinas, por su excesivo cuidado<br />

de no convertir a Dios en una idea que forme parte de una totalidad definida por el<br />

pensamiento, a rechazar el fenómeno místico, como analizamos en nuestro trabajo “Le refus<br />

levinasien de la mystique. Raisons et observations”, art. cit.<br />

33 Seguimos aquí de cerca la propuesta de análisis de Hilary Putnam, correspondiente a su<br />

artículo “Levinas and Judaism”, en S. Critchley y R. Bernasconi (compiladores), Cambridge<br />

Companion to Levinas, Cambridge University Press, 2002: 33-62.<br />

18


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

tradicional encuentra su dignidad obedeciendo el mandato ético fundamental de<br />

decirle “hineni” al otro -el “heme aquí” sin condiciones de Isaías 6,8-,<br />

proponiéndolo como antecedente de una nueva forma de entender la subjetividad.<br />

No sólo el otro es siempre una exterioridad que me interpela de manera paradójica -<br />

pues es mandato y, al mismo tiempo, súplica-, sino que resulta imposible conocer a<br />

Dios sin el prójimo, porque Dios adviene a la idea en el rostro sufriente de la<br />

víctima, que desde aquella exterioridad me llama a una relación ética en cuanto<br />

escenario en donde la trascendencia divina se revela 34 .<br />

Así, de igual modo que Heidegger señalaba al olvido del ser y su ocultamiento<br />

en el ente como el mayor error cometido por la cultura occidental, Lévinas viene a<br />

decirnos que el error, en realidad, ha sido el olvido del otro y el olvido de Dios -<br />

como lo absolutamente otro cuyo rastro está en la alteridad-, a quien el hombre ha<br />

negado de muchas maneras: ya fuere totalizándolo -esto es, violentándolo al<br />

tematizarlo-; abordándolo tradicionalmente como ente supremo que deviene ser<br />

impersonal; soslayando la desnudez del rostro, que es siempre la debilidad extrema<br />

de todos los desclasados y sufrientes de la sociedad moderna 35 ; o consagrando, en<br />

última instancia, una libertad sin restricciones y al ser como fuente última de<br />

sentido, cuyos senderos nos han llevado -con dolor, éste sí, perfectamente<br />

tematizable- a Auschwitz y no al Shulján Aruj.<br />

En definitiva, si como afirma Sucasas, el discurso levinasiano es una “semántica<br />

judía a través de las convenciones del lenguaje filosófico” 36 , cuya categoría axial -<br />

ese rostro desnudo que marca la irrupción de la trascendencia- “se alimenta, sin<br />

reconocerlo de un modo explícito, de la experiencia bíblica de la revelación” 37 , lo<br />

que nos interesa destacar como aporte a una escucha comprometida con el otro no es<br />

sólo “la coincidencia u homología estructural” entre revelación y epifanía del<br />

34 Postulado central que articula De Dios que viene a la idea, ob. cit. (cf. supra nota 2).<br />

35 Como cuando afirma “La relación con el Rostro es […] una relación con lo absolutamente<br />

débil –lo que está expuesto absolutamente, lo que está desnudo y despojado-, es la relación<br />

con lo desnudo y, en consecuencia con quien está solo y puede sufrir ese supremo abandono<br />

que llamamos muerte” (E. Lévinas, Entre nosotros. Ensayos para pensar en otro, trad. José<br />

Luis Pardo Torío, Valencia, Pre-Textos, 1993, p. 130).<br />

36 A. Sucasas, “El texto múltiple. Judaísmo y filosofía en Lévinas”, en: Memoria de la Ley,<br />

ob. cit., p. 153.<br />

37 Ibíd., p. 156.<br />

19


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

prójimo que me interpela 38 , es decir, no sólo esa deuda con lo invisible, sino la<br />

apuesta visible de una elección simbólica que escenifica el compromiso<br />

irrenunciable de Lévinas con la palabra y su puesta en práctica ética primordial: el<br />

diálogo. En efecto, la paradoja de la teofanía y de la interpelación del rostro que<br />

(me) habla y (me) dice “No matarás” -cara-a-cara de una experiencia íntima al<br />

tiempo que trascendencia absoluta oculta en la inmaterialidad de una Voz-, se<br />

resuelve de un único modo posible, consagrando el espacio de una palabra que me<br />

constituye cuando la escucho obedientemente, a pesar de los antecedentes de la<br />

Historia, sorda para el pobre, la viuda, el huérfano y el extranjero 39 .<br />

Ricoeur o el “yo decido” como otro escenario para la ética<br />

El irresistible atractivo del diálogo entre Emmanuel Lévinas y Paul Ricoeur<br />

acerca de la alteridad se vincula con la circunstancia de que, a pesar de haber<br />

compartido similares preocupaciones filosóficas y aún extra-filosóficas, ambos<br />

autores desarrollaron respuestas creativas y rigurosas, aunque mutuamente<br />

excluyentes, a partir de un común diagnóstico de las limitaciones de la<br />

fenomenología de Husserl. Como afirma Manuel Maceiras Fafián, en Ricoeur -como<br />

38 Ibíd., p. 155. Homología consustancial, por lo demás, con la tesis central de Sucasas, quien<br />

interpreta la escritura levinasiana como un palimpsesto o texto múltiple con dos niveles de<br />

sentido: el discurso filosófico manifiesto y su sustrato bíblico-talmúdico oculto. En su<br />

desarrollo –que aquí sólo apuntamos-, las nociones centrales de rostro y sustitución son el<br />

respectivo correlato filosófico-categorial de las ideas veterotestamentarias de revelación y<br />

redención. Se apunta así a una conciliación de la antítesis cercanía y trascendencia de<br />

Yahveh (en la figura del rostro), y a una configuración paradójica de la identidad y dignidad<br />

humanas por la sumisión a un imperativo ético -Dios o mi prójimo- (en la de sustitución).<br />

39 Cf. E. Lévinas, Difícil libertad, ob. cit., p. 108; asimismo, Totalidad e Infinito, ob. cit., p.<br />

260. La apuesta por el diálogo, la hipérbole del “a pesar de” levinasiano, puede apreciarse en<br />

contrastes discursivos como el siguiente. El mismo autor que sostuvo: “El sentido es el rostro<br />

del prójimo y cualquier recurso a la palabra se sitúa ya en el interior del cara a cara original<br />

del lenguaje. […] Ese “algo” que se llama significación surge en el ser con el lenguaje,<br />

porque la esencia del lenguaje es la relación con el Prójimo” (Totalité et infini, op. cit., pp.<br />

181-182); nos advierte también: “No me hago ilusiones: […] la humanidad llega a la amistad,<br />

incluso cuando la amistad parece interrumpida, pero construye también un orden político en el<br />

que el determinismo del ser puede reaparecer. […] Carezco de una filosofía optimista sobre<br />

el final de la historia […], pero lo humano consiste en actuar sin dejarse guiar por estas<br />

posibilidades amenazadoras. El despertar a lo humano es eso. Y en la historia ha habido justos<br />

y santos” (E. Lévinas, Entre nosotros. Ensayos para pensar en otro, ob. cit., p. 140,<br />

adaptado).<br />

20


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

en Lévinas- “el comentario [no] se desvanece en [una] ritualidad de indiferente<br />

erudición” 40 . Si Lévinas, con las herramientas conceptuales de la fenomenología,<br />

quiso demostrar la prioridad de la ética sobre el conocimiento, Paul Ricoeur, a partir<br />

de su filiación husserliana, pugnó por incorporar la teoría de la interpretación al seno<br />

de la reflexión filosófica, apropiándose críticamente de las ideas liminares de<br />

Schleiermacher y Dilthey 41 , en la senda de una tradición hermenéutica prestigiada,<br />

como sabemos, por Heidegger y Gadamer.<br />

Entendido esto, se impone que recordemos, como en el caso de Lévinas, el<br />

contexto formativo y la experiencia de vida de Ricoeur para intentar comprender su<br />

derrotero, sus opciones e intereses. Baste destacar, dentro de las limitaciones del<br />

presente trabajo, su temprano intento por articular realidad y lenguaje a partir de la<br />

convicción de que es en el dominio de este último donde se da cita toda inquietud<br />

filosófica genuina. También, su profundo compromiso intelectual, que lo llevó a<br />

desarrollar no sólo una teoría del texto -con similar predilección levinasiana por la<br />

simbólica bíblica-, sino, principalmente, una fenomenología de la vida práctica<br />

como superación del solipsismo husserliano, y, con ella, una ética entendida como<br />

“odisea de la libertad” 42 que encuentra su fundamento en la propia experiencia vital,<br />

impulsada por el deseo de ser y el esfuerzo por existir que nos dan sentido 43 . De tal<br />

modo, un “inventario incoherente” como el que Lévinas propone para su propia<br />

autobiografía 44 , no podría pasar por alto puntos muy concretos: su nacimiento en una<br />

devota familia de la minoría protestante francesa del segundo decenio del siglo XX;<br />

su orfandad de padre y madre a los dos años de edad; su precoz inclinación por el<br />

estudio, mediatizada por la austeridad y el rigor pietista de sus abuelos; una<br />

temprana fascinación por la hermenéutica bíblica y la homilética pastoral cristiana;<br />

una formación filosófica vinculada inicialmente a los nombres de Husserl,<br />

Heidegger, Jaspers y Marcel; su experiencia en los campos de detención del nazismo<br />

y el desconsuelo -en el atardecer de su vida- por el suicidio de su hijo Olivier, que lo<br />

40 M. Maceiras Fafián, “Reciprocidad y Alteridad”, en P. Ricoeur, De otro modo. Lectura de<br />

“De otro modo que ser o más allá de la esencia” de Emmanuel Lévinas, ob. cit., p. VII.<br />

41 Cf. a este respecto, P. Ricoeur, “La tâche de l’herméneutique: en venant de Schleiermacher<br />

et de Dilthey” (1975), en Du texte à l’action. Essaias d´hermèneutique, Seuil, Paris, 1986, pp.<br />

75-100.<br />

42 P. Ricoeur, Amor y Justicia, trad. T. D. Moratalla, Madrid, Caparrós, 1993, p. 70.<br />

43 “La ética es [el] trayecto que va de la creencia desnuda y ciega de un «yo puedo»<br />

primordial a la historia real donde se atestigua ese «yo puedo» (ibíd., p. 70).<br />

44 Cf. E. Lévinas, Difícil libertad, ob. cit., pp. 271-272.<br />

21


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

marcarían con la obsesiva letanía de la interrogación por el mal, la culpa y el<br />

sufrimiento, en la mejor tradición de Kierkegaard, Barth o Sabatier. Finalmente, un<br />

particular sentido de lo trágico logrado mediante el doloroso aprendizaje de que el<br />

acto más humilde de comprensión de sí no es sino una patética hecha de múltiples<br />

interpretaciones en conflicto.<br />

Demorémonos sólo en el comienzo del recorrido, donde podremos apreciar in<br />

nuce la estrategia discursiva de Ricoeur. Nuestro autor reconoce en<br />

“Autocomprensión e historia” -balance de medio siglo de reflexión filosófica- el<br />

“dinamismo propulsor” que para toda su obra representó el vínculo inicial con<br />

autores tan diversos como Marcel y Mounier, de quienes heredó el interés por la<br />

cuestión existencial y la temática del compromiso, y Husserl, en cuyo método<br />

fenomenológico encontró una respuesta a su exigencia de rigor reflexivo, como lo<br />

atestiguan los cinco años de estudio y traducción que dedicó a la obra del maestro<br />

durante su permanencia como prisionero de guerra. El antecedente explica por qué a<br />

lo largo de toda su aventura intelectual encontramos a Ricoeur poniendo “el acento<br />

sobre [la] estructura polémica de las influencias […], combatiendo siempre en dos<br />

frentes o reconciliando adversarios […] en el diálogo” 45 . Será la absoluta confianza<br />

en el lenguaje -vehículo dialógico por excelencia y medio privilegiado de acceso a la<br />

subjetividad- la que le permitirá fundamentar, en definitiva, la constitución ética del<br />

sujeto en una comprensión más rica y más profunda de los fenómenos de<br />

significación que dan cuenta de la condición humana.<br />

Puntualicemos lo dicho con vistas a dejar en claro qué tipo de eticidad propuso<br />

Ricoeur y qué consecuencias ha tenido para el ecumenismo 46 . Uno de los<br />

señalamientos tempranos de mayor importancia que realiza el autor de Soi-même<br />

comme un autre es que desde que Edmund Husserl desarrolló el concepto de<br />

intencionalidad de la conciencia sabemos que la “conciencia de algo” prima sobre la<br />

“conciencia de sí”, de modo tal que el sujeto, especialmente en la era de la fruición<br />

tecnológica, tiende a perderse entre los entes en su intento de apropiarse y disponer<br />

de ellos. Consecuentemente, viene a plantear nuestro autor, el único modo que tiene<br />

el yo de recuperarse es descifrando las huellas propias que dejó a lo largo de la<br />

45 P. Ricoeur, “Auto-compréhension et histoire”, en Paul Ricoeur: los caminos de la<br />

interpretación, T. Calvo Martínez y R. Ávila Crespo (eds.), Barcelona, Anthropos, 1991, p.<br />

10. La traducción es nuestra.<br />

46 Entiendo el término “ecumenismo” en sentido amplio, como sinónimo de diálogo<br />

interreligioso.<br />

22


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Historia -fundamentalmente el símbolo, la metáfora y el texto-, debiendo recurrir<br />

necesariamente para esto a una hermeneusis —ερμηνευτική τέχνη—, arte o técnica<br />

de la interpretación tendiente a dar con el sentido de tales huellas, distante, por<br />

mucho, de ser unívoco. La hermenéutica en cuanto teoría general de la<br />

interpretación tiene su origen fuera del ámbito específico de la filosofía y es una<br />

síntesis de disciplinas técnicamente diferentes -“hermenéuticas regionales”, en<br />

palabras de Ricoeur-, como la filología clásica, la exégesis bíblica y la<br />

jurisprudencia. Su axiomática plantea que la realidad no es sino un conjunto de<br />

textualidades heredadas u obras en las que el espíritu se afirma y concreta -mitos,<br />

narraciones, saberes, creencias, instituciones, monumentos, etc.-, que fundamentan<br />

nuestro conocimiento del mundo y del hombre. Al aplicar el modelo interpretativo<br />

de textos al ámbito de la ontología, la hermenéutica -con particular énfasis la<br />

fenomenología hermenéutica ricoeuriana-, sienta posición en torno al problema de la<br />

verdad y del ser, entendiendo aquélla como producto de una interpretación, y a éste -<br />

hombre, mundo- como una gran obra textual inconclusa, cuyo modo de<br />

comportamiento es análogo al del lenguaje escrito. Así, para la hermenéutica de<br />

inspiración fenomenológica, el centro de gravedad de la reflexión deja de ser el<br />

sentido de los textos particulares y sufre un corrimiento en dirección a la pregunta<br />

¿qué significa comprender?, en el amplio territorio ya pensado por Heidegger<br />

cuando concluyó que comprender es el modo de ser del hombre en el mundo. Así,<br />

en Ricoeur la hermenéutica se presenta como el desarrollo de un comprender<br />

ontológico que rechaza la tentación auto-referencial propia de la comprensión<br />

inmediata de sí de Husserl, entendiendo que todo conocimiento de sí, al estar<br />

necesariamente mediatizado por el lenguaje, debe proceder indirectamente, es decir,<br />

por la vía de una interpretación de signos, símbolos y textos.<br />

Si es verdad que Ricoeur no abandonó nunca el terreno de la fenomenología por<br />

su compromiso último con la subjetividad, también lo es el hecho de que su<br />

confianza en el lenguaje -que comparte con Lévinas- está basada en la capacidad de<br />

la lengua para abordar lo inabordable de manera directa, para abarcar lo imposible<br />

de reducir a puro sentido, aquella “dimensión interior” del ser que, en la reflexión<br />

levinasiana, exige reconocimiento 47 . De este modo ambos pensadores justifican con<br />

una apuesta lingüística sus respectivos planteos éticos, a pesar de las diferencias -en<br />

definitiva irreductibles- que mantienen en relación con el lugar que debe otorgarse a<br />

47 Cf. para este punto, con provecho, el artículo de A. E. Sala “Variaciones en torno al silencio<br />

y los límites del habla en la experiencia mística”, en: VV.AA., Variaciones del habla, Buenos<br />

Aires, Grupo Editor Altamira, 2004: 109-139.<br />

23


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

la hermenéutica -exterior a la filosofía, en Lévinas; consustancial con ésta, para<br />

Ricoeur-, o con la instancia última frente a la cual se asume la responsabilidad moral<br />

-aquel “algo” o “alguien” que precede y justifica la libertad del sujeto, propio del<br />

profetismo judío, en Lévinas; o, por el contrario, el tribunal del “sí mismo” en el<br />

contexto mayor de la razón comunitaria, que hunde sus raíces en la tradición<br />

luterana, en el caso de Ricoeur-. 48<br />

Shulján Aruj: el diálogo como praxis de la excedencia de sentido<br />

Para completar nuestra aproximación, señalemos que a partir de 1960, en las<br />

páginas finales de La symbolique du mal, Ricoeur orienta su indagación en dirección<br />

a la posibilidad de vincular una filosofía de la reflexión concreta con una<br />

hermenéutica simbólica 49 , cuyas modulaciones vertebran los hitos principales de su<br />

obra 50 y darán fundamento, desde una relectura de las estructuras y prácticas<br />

analizadas en sus trabajos previos, al abordaje final del sujeto y su clásica propuesta<br />

ética entendida como “intencionalidad de la ‘vida buena’ con y para otro en<br />

instituciones justas” de Soi-même comme un autre. 51<br />

Más allá de la particular concepción de nuestro autor respecto del símbolo, la<br />

metáfora y la riqueza de su interrelación para el análisis hermenéutico 52 , lo que<br />

48 Cf. M. Maceiras Fafián, “Reciprocidad y Alteridad”, ob. cit., p. VIII: “El deber adquiere<br />

sentido [para Ricoeur] sólo inscrito en una ontología de la libertad, razón de ser de la<br />

obligación. Como consecuencia, la eticidad en Levinas germina a partir del ‘heme aquí’ y en<br />

Ricoeur del ‘yo decido’. Y si en uno la responsabilidad es ante ‘algo’ o ‘alguien’ que previene<br />

a la libertad, en el otro toma la forma de obligación primordial ante sí mismo”.<br />

49 Cuya importancia rememorará de este modo años después: “[…] encontré como una<br />

exigencia de lucidez, de veracidad, de rigor, lo que llamaba, al final de Simbólica del mal, ‘el<br />

paso a la reflexión’. ¿Es posible –me preguntaba- articular una con otra, de manera coherente,<br />

la interpretación de los símbolos y la reflexión filosófica?” (P. Ricoeur, Freud: una<br />

interpretación de la cultura, ob. cit., p. 36).<br />

50 Esencialmente: Philosophie de la volonté. Finitude et Culpabilité, II, La symbolique du<br />

mal, para la semántica del mal; De l'interprétation -essai sur Freud, para su análisis de la<br />

hermenéutica y la simbólica psicoanalíticas; La métaphore vive, para su teoría del símbolo; y<br />

el conjunto de Temps et récit, para su semántica de la historia (cf. supra nota 2).<br />

51 P. Ricoeur, Sí mismo como otro, ob. cit., p. 176.<br />

52 Que desarrolla en La métaphore vive y encuentra una excelente síntesis en el Capítulo I de<br />

Hermenéutica y acción. De la hermenéutica del texto a la hermenéutica de la acción, Buenos<br />

Aires, Editorial Docencia, 1985.<br />

24


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

merece destacarse es la confianza de Ricoeur en la instrumentalidad y la<br />

profundidad simbólica del lenguaje con la que resuelve la necesidad de una<br />

fenomenología de la vida práctica, que no sólo muestre cómo el ser humano ve el<br />

mundo, sino cómo se vincula y qué puede esperar del mundo en función de sus<br />

acciones. Como afirma en Finitud y culpabilidad:<br />

“Yo apuesto a que comprendo mejor al hombre y los lazos que unen el ser<br />

del hombre con el ser de todos los demás seres, siguiendo las indicaciones<br />

del pensamiento simbólico. Esta apuesta se convierte entonces en la tarea de<br />

comprobarla y de saturarla en cierto modo de inteligibilidad” 53 .<br />

El paso siguiente en la apuesta de Ricoeur por las posibilidades del símbolo será<br />

su compromiso con el diálogo, como resultado de varias convicciones concurrentes,<br />

que podrían sintetizarse así: a) el símbolo y su “capa semántica”, la metáfora,<br />

permiten la irrupción en el mundo de lo sagrado, lo absolutamente otro, oculto al<br />

mundo en cuanto experiencia prelingüística, pero “vivo” en el lenguaje -lo que<br />

recuerda, a nuestro entender, la dimensión subjetiva digna de reconocimiento de<br />

Lévinas-; b) el carácter preverbal de la experiencia simbólica se manifiesta sólo al<br />

ser mediatizado por el discurso; c) consecuentemente, es en el diálogo, terreno<br />

privilegiado de la praxis de la palabra, donde los conceptos compartidos pueden dar<br />

testimonio de la “excedencia de sentido” anterior a aquélla, en toda su dimensión de<br />

puesta en escena y justificación de la subjetividad. En palabras del propio autor:<br />

“el símbolo nos habla como índice de la situación en que se halla el hombre<br />

en el corazón del ser […]. La misión del filósofo que investiga a la luz del<br />

símbolo consiste en romper el recinto cerrado y encantado de la conciencia<br />

del yo y […] el monopolio de la reflexión. El símbolo nos hace pensar que el<br />

Cogito está en el interior del ser y no al revés. […][Ésta] es la antinomia: […]<br />

¿cómo compaginar la inmediación del símbolo con la mediación del<br />

pensamiento?, […] empeño desesperado si no fuera porque el símbolo no es<br />

totalmente ajeno al raciocinio filosófico. Ahora bien, el símbolo se encuentra<br />

ya en el elemento de la palabra; […] arranca el sentimiento y aun el miedo al<br />

silencio y a la confusión, […] presta un lenguaje figurado a la confesión, y<br />

[…], gracias a él, el hombre sigue siendo lenguaje de arriba abajo”. 54<br />

53 P. Ricoeur, Finitud y culpabilidad, ob. cit., p. 496.<br />

54 Ibíd., pp. 491, 492, 497 y 498, que adaptamos.<br />

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<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Ricoeur es una voz privilegiada que se alza frente al desierto moral y la muerte<br />

de los sueños de racionalidad y justicia de la post-guerra, en cuyo contexto recupera<br />

para la ética el planteo acerca de la experiencia concreta del mal en la Historia,<br />

sorprendentemente olvidado por la mayoría de los acercamientos reflexivos de la<br />

época. Al hacerlo, recurrirá principalmente a la simbología bíblica, justificando su<br />

decisión en esta larga cita:<br />

“¿Por qué [recurro] a la simbólica primitiva? Porque el pensamiento no<br />

puede soportar la paradoja de un libre albedrío esclavo […]. Es imposible<br />

expresar en estilo directo el concepto de una libertad que hay que liberar […]<br />

precisamente de la propia esclavitud; y, sin embargo, a eso se reduce la<br />

temática central de la ‘redención’ o ‘salvación’ [...] El símbolo del cautiverio<br />

[…] [tomado originalmente] de la teología de la historia, […] designó en<br />

primer lugar una situación comunitaria […]: la situación de un pueblo<br />

esclavizado por sus pecados […]. Esa situación comunitaria sigue evocando<br />

el acontecimiento histórico tan repetido en la liturgia, es decir, el estado de<br />

servidumbre del pueblo judío en Egipto, del que vino a librarle el Éxodo […].<br />

Este simbolismo constituye el centro de la experiencia judía, pero […]<br />

pertenece a todas las culturas, al menos por línea lateral”. 55<br />

Ahora bien, podría decirse que la figura del Shulján Aruj comparte destino -a<br />

simili- con toda la simbólica ricoeuriana, por semejanza de status y por el contraste<br />

central que establece en el contexto mayor de lo que nuestro autor denomina<br />

simbólica de la salvación. Veamos:<br />

“Los símbolos del mal, tanto en el nivel semántico como en el mítico, son<br />

siempre el revés de un simbolismo más vasto, de un simbolismo de la<br />

Salvación. Esto ya es cierto al nivel semántico: a lo impuro corresponde lo<br />

puro, a la errancia del pecado el perdón en su símbolo del regreso, al peso del<br />

pecado la remisión y, más generalmente, a la simbólica de la esclavitud la de<br />

la liberación; más claramente aún en el plano de los mitos, las imágenes del<br />

final dan su verdadero sentido a las imágenes del comienzo: la simbólica del<br />

caos constituye simplemente el prefacio de un poema que celebra la<br />

entronización de Marduk; al dios trágico responde la purificación de Apolo,<br />

del mismo Apolo que a través de su oráculo incitó a Sócrates a “examinar” a<br />

los otros hombres; al mito del alma desterrada responde la simbólica de la<br />

55 Ibíd., p. 308.<br />

26


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

liberación por el conocimiento; a la figura del primer Adán responden las<br />

figuras sucesivas del Rey, el Mesías, el Justo sufriente, el Hijo del Hombre,<br />

el Señor, el Logos. El filósofo no tiene nada que decir, como filósofo, acerca<br />

[de si] esas figuras se cumplen en el advenimiento de Cristo-Jesús, pero<br />

puede y debe reflexionar sobre esos símbolos como representaciones del fin<br />

del mal” 56 .<br />

Es en esta línea de análisis que, en definitiva, puede instalarse el mensaje del<br />

Shulján Aruj como representación o puesta en escena privilegiada de dicho fin del<br />

mal, en lo que tiene de consagración del diálogo como oposición radical al olvido de<br />

los otros, a la “sobria frialdad cainita” de la que habla Lévinas y que protesta<br />

“¿acaso soy yo guardián de mi hermano?” 57 .<br />

Conclusiones: El diálogo como apuesta a la escucha obediente de la alteridad y<br />

al ejercicio responsable de la libertad<br />

Recapitulemos los argumentos centrales que justifican la apuesta de Emmanuel<br />

Lévinas y Paul Ricoeur por el diálogo como práctica privilegiada del lenguaje. En el<br />

caso de Lévinas, vimos cómo la relación ética con el prójimo, que define como<br />

escucha obediente y desde la pasividad más radical de la responsabilidad que aquél<br />

me exige, contrapone la doble potencialidad de la palabra. En primer lugar, la<br />

potencialidad hermenéutica que, como en la ontología tradicional, permite<br />

tematizar o cosificar al otro gracias a la impersonalidad del ser, relativizando su<br />

humanidad al convertirlo en medio que obtiene su sentido sólo en relación con una<br />

totalidad con la que logro interpretarlo. En segundo lugar, la potencialidad ética,<br />

que fundamenta el diálogo y rescata como instrumento de ruptura con el ser<br />

impersonal por el hecho de que, más allá del ser -o, en lenguaje levinasiano, de otro<br />

modo que ser 58 -, me ha sido asignada una responsabilidad: Dios me ha hecho<br />

responsable de la vulnerabilidad y el sufrimiento del otro ser humano, y mediante el<br />

fiel cumplimiento de esta responsabilidad -que yo no he elegido desde mi libertadme<br />

constituyo como sujeto. Como afirma en Difícil libertad:<br />

56 P. Ricoeur, Freud: una interpretación de la cultura, ob. cit., p. 38.<br />

57 E. Lévinas, De Dios que viene a la idea, ob. cit., p. 125.<br />

58 Cf. el desarrollo de esta idea De otro modo que ser o más allá de la esencia, ob. cit.<br />

27


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

“[…] la relación ética [aparece] en el judaísmo como relación excepcional: en<br />

ella, el contacto con un ser exterior, en lugar de comprometer la soberanía<br />

humana, la instituye y la inviste”. 59<br />

Así, el compromiso con la vida y la palabra en Lévinas podría sintetizarse como<br />

respuesta a dos interrogantes esenciales. En principio, ¿por qué es posible pensar en<br />

una relación con los otros basada en la ética? Porque la ética es anterior a la<br />

comprensión ontológica del ser, o, en palabras del autor, “la conciencia de sí no es<br />

una inofensiva constatación que un yo hace de su ser, sino que es inseparable de la<br />

conciencia de la justicia y de la injusticia” 60 . Luego, ¿por qué no es la hermenéutica<br />

sino la ética la herramienta adecuada para salir al encuentro del otro? Porque la<br />

primera, producto de la racionalidad occidental, acepta al ser como la fuente última<br />

de sentido; mientras que la ética, entendida desde los parámetros del monoteísmo<br />

judío, es la única capaz de responder, como señala Reyes Mate, a “la autoridad del<br />

sufrimiento que una historia común ha dejado en el rostro del otro, convirtiéndole<br />

en viuda y huérfano, es decir, en un pobre” 61 .<br />

Por su parte, tenemos en Ricoeur una apuesta o “creencia” en el diálogo<br />

entendido como certeza en medio de la oscuridad del mundo, integrada a una ética<br />

que halla su fundamento en el deseo de ser y el esfuerzo por existir que caracteriza<br />

la “aventura” u “odisea” de la libertad humana. Cada ser, en su devenir, se afirma en<br />

un “yo soy” que implica el intento de perseverar en la existencia y la creencia en la<br />

propia libertad. Dicha perseverancia y tal creencia exigen a cada hombre dar<br />

testimonio de su capacidad de iniciar procesos nuevos en el mundo, para lo cual<br />

necesita del mutuo reconocimiento de un “tú”, agnición que hará posible que la<br />

libertad de ambos adquiera status de realidad y abandone el territorio de la mera<br />

creencia. De este modo, la ética como odisea vital sólo es posible mediante el<br />

testimonio siempre renovado de la libertad del “yo” y el reconocimiento del derecho<br />

del otro a atestiguar la que le es propia, camino que lleva a ambos a satisfacer el<br />

deseo de ser que los iguala. Profundizando en el razonamiento de Ricoeur, se<br />

concluye que el ejercicio de la verdadera libertad plantea como exigencia central el<br />

diálogo, porque su praxis no es el resultado de un mandato o una ley positiva, sino<br />

una tarea que nace y se sostiene en el ideal de la fraternidad como aprendizaje del<br />

reconocimiento del prójimo sin temor a su interpelación. Tamaño desafío, tanto<br />

59 E. Lévinas, Difícil libertad, ob. cit., p. 106.<br />

60 Ibíd., p. 106.<br />

61 R. Mate, Memoria de Occidente…, ob. cit., p. 275, que adaptamos.<br />

28


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

como la hermenéutica textual cuyo modelo presupone, nunca llega a su fin, sino que,<br />

muy por el contrario, se ha convertido en clamor frente a la carencia penosa de<br />

prácticas efectivas y comprometidas con un sincero deseo de reconocimiento del<br />

prójimo. Recordemos aquí las palabras de Adam Schaff:<br />

“Mientras nos entregamos a nuestros elevados enfrentamientos, el ‘hombre’<br />

vive y sufre […] las más variadas catástrofes, genocidios, indigencia [y] el<br />

deterioro de la tierra que habitamos [...] ¿No ha sonado todavía la hora de la<br />

cordura?” 62 .<br />

Si es evidente que dicha hora aún no ha sonado, es tiempo de revisar los motivos<br />

por los que el pensamiento se ha autolimitado en la tarea de aceptar la amable<br />

invitación a reconocernos en los demás, formulada por autores de la heteronomía tan<br />

notables como Lévinas y Ricoeur. La fuerza simbólica de una mesa preparada para<br />

nosotros marca, por contraste, la dificultad más evidente. Lidiamos con nuestra<br />

incapacidad de exceder el acto de pensar, lo que nos hace responsables de rechazar<br />

la humildad de la palabra que articula la generosidad de la confesión. Detrás de lo<br />

dicho resuena la sabiduría del Shulján Aruj, cuando en el texto del Viduy exige<br />

reconocer las culpas propias como paso previo al arrepentimiento y a la dignidad de<br />

sentarnos a compartir la gratuidad de la vida con todos y cada uno de nuestros<br />

semejantes:<br />

“Yo reconozco ante Ti Señor, mi Di-s y Di-s de mis antepasados, que mi<br />

[vida] y mi muerte están en Tus manos […] Sea tu Voluntad recuperarme por<br />

completo, pero si he de morir, sea mi muerte la expiación de los pecados,<br />

iniquidades y transgresiones que he cometido ante Ti” 63 .<br />

En definitiva, si las propuestas de Lévinas y Ricoeur comparten recursos y<br />

responden a un mismo compromiso a pesar de sus zonas de disenso, lo que las<br />

iguala, la creencia en el diálogo como instrumento para una búsqueda más humilde<br />

de la verdad, recupera la única esperanza a la que puede aferrarse la humanidad en la<br />

62 A. Schaff, Humanismo Ecuménico, trad. esp. G. Canal Marcos, Madrid, Trotta, 1993 p. 90.<br />

La adaptación y los resaltados nos corresponden.<br />

63 Shuljan Aruj, Yoreh De’ah, 338:2, que citamos según: J. H. Hertz (ed), The Authorized<br />

Daily Prayer Book, New York, Bloch Publishing Company, 1971 [1948], p. 1065. La<br />

traducción es nuestra.<br />

29


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

actual situación de egolatría y olvido del prójimo con la que convivimos. Lo que nos<br />

recuerdan ambos de manera indubitable, como Diana Sperling al recuperar el<br />

axioma levinasiano, es que:<br />

“[…] somos mortales pero no por castigo, accidente o degradación: lo somos<br />

porque nuestra vida es […] para más allá de nuestra propia muerte, para<br />

la vida del otro” 64 ,<br />

64 D. Sperling, Filosofía de cámara, ob. cit., p. 197.<br />

30


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

RESUMEN<br />

Shulján Aruj”, (literalmente en hebreo “mesa tendida” o “mesa preparada”) es el<br />

título con que se denomina la obra de Rabí Iosef Caro –una de las recopilaciones<br />

más importantes de normas de conducta de la religión judía, y es también uno de los<br />

modos con que se designa al propio Talmud. El título es consustancial con la lógica<br />

bíblica y talmúdica que encontraba en el pobre, la viuda, el huérfano y el extranjero<br />

un lugar de privilegio para una experiencia significativa de Dios. Desde el campo<br />

intelectual en la actualidad puede rastrearse su huella en pensadores de la<br />

heteronomía como Emmanuel Lévinas y Paul Ricoeur, Si sus comparten recursos y<br />

responden a un mismo compromiso a pesar de sus zonas de disenso, las iguala la<br />

creencia en el diálogo como instrumento para una búsqueda más humilde de la<br />

verdad.<br />

Palabras clave: experiencia religiosa – judaísmo – Emmanuel Lévinas – Paul<br />

Ricoeur<br />

ABSTRACT<br />

Shulján Aruj: dialogue and recognition of the other in Levinas and Ricoeur.<br />

Reception and limitations of a kind invitation<br />

Shulján Aruj (literally in Hebrew “set table” or “table ready”) is the title<br />

called the work of Rabbi Yosef Caro, one of the most important collections of rules<br />

of conduct of the Jewish religion, and also one of the ways in which designates the<br />

Talmud itself. The title is inseparable from biblical and Talmudic logic that was in<br />

the poor, the widow, the orphan and the stranger a place of privilege for a<br />

meaningful experience of God. From the intellectual field today can be traced its<br />

mark on thinkers heteronomy as Emmanuel Levinas and Paul Ricoeur, If your share<br />

resources and respond to the same commitment despite their areas of disagreement,<br />

the equals belief in dialogue as for a more humble search for truth.<br />

Keywords: religious experience - Judaism - Emmanuel Levinas - Paul Ricoeur<br />

31


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

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<strong>DIALOGANDO</strong> 1, N. 1, <strong>2013</strong><br />

ISSN 2347-0712<br />

Los Ángeles de la Conquista, la conquista de los Ángeles.<br />

El dilema iconográfico de los Ángeles Arcabuceros<br />

Jerónimo Granados<br />

ISEDET<br />

Buenos Aires<br />

Introducción<br />

El trabajo se centra temáticamente en la región andina del Cusco 1 y zonas de<br />

influencias del entonces imperio Inca. Se analizará la relación entre arte y el<br />

fenómeno religioso en los andes centrales donde tras la conquista se originan<br />

conflictos entre la cultura conquistadora que impone nuevos códigos de<br />

comunicación y la cultura local que apela a su ingenio para hacer sobrevivir gran<br />

parte de sus creencias. Para ello desde la fenomenología de la religión y una<br />

semiótica del arte se ofrecerá un instrumental metodológico adecuado. La<br />

representación de los ángeles en el Cusco inunda la fisonomía de la ciudad, en<br />

iglesias, monasterios, talleres de arte, frisos, solos, acompañados de santos, con<br />

vírgenes, etc. Todas estas representaciones, en mayor o menor medida, forman parte<br />

de la devoción popular. No expondré preguntas metafísicas sobre la existencia o no<br />

de los ángeles, ellos están ahí y son funcionales a la expresión de la fe de la<br />

población 2 . Desde la conquista, los pueblos originarios son los que han sufrido un<br />

1 El Cusco fue la capital del Imperio Inca (1483-1527), la que denominaban Ccosco. El<br />

significado original de esta palabra es incierto. Garcilaso la significa como el ombligo del<br />

mundo, entendida como axis mundi, como capital del Tawantisuyu (El Imperio Inca, país de<br />

las cuatro latitudes, es decir el Mundo). Los conquistadores la rebautizaron con el nombre de<br />

Nuevo Toledo). Los primeros cronistas denominaban a sus habitantes como los cuscos. Lo<br />

incaico es hoy más un sentimiento que una entidad concreta, sin embargo, existe tanto una<br />

identificación topológica como social de la población que se extiende en tiempo hasta llegar<br />

al Inka Huascar (rey) y su relación con la región que gobernaba (Franklin Pease). El<br />

antropólogo Jorge A. Flores Ochoa señala que el Cusco marca objetivamente una región<br />

indiana y autóctona que otorgan una identidad cultural y social. Ver Jorge Flores Ochoa,<br />

“Mestizos e Incas en el Cusco”, en 500 años de Mestizaje en los Andes, Lima, 1992, p. 214.<br />

2 Klaus Westermann, Gottes Engel brauchen keine Flügel 4 , Stuttgart 1987, p. 18. Los ángeles<br />

son tan inaccesibles al pensamiento objetivo como el mismo Dios. Por ello, la esencia o la<br />

existencia de los ángeles no se puede determinar. La Biblia tampoco se interesa sobre su


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

proceso de aculturación. No obstante, son los mestizos los que efectivamente<br />

consideran a los ángeles como seres vivos y relevantes para su fe. Para conseguir<br />

este objetivo la iglesia se valió de su doctrina y utilizó, entre muchos otros recursos,<br />

la angelología y el culto a los ángeles.<br />

En cambio, para los pueblos originarios, especialmente para aquellos que han<br />

tenido poco contacto con la “civilización occidental y cristiana” o se han resistido a<br />

ella en aspectos religiosos, han sufrido en menor medida la inculturación 3 o<br />

aculturación 4 , los ángeles son simples adornos o personajes irreales o a lo sumo<br />

entidades que corporizan sus propias deidades. Ellos ya tienen dentro de su panteón<br />

los propios mensajeros que conservan las formas primitivas de los animales que<br />

viven en la región andina (por ejemplo Pauluchas 5 y vizcachas 6 ), estos animales<br />

sirven de intermediarios con los apus 7 y otras deidades andinas.<br />

A pesar de la abrupta interrupción de las tradiciones culturales, estéticas y<br />

religiosas de los pueblos originarios, luego de 500 años pueden verse huellas<br />

precolombinas tanto en el arte como en las creencias religiosas, y en ambos casos se<br />

vistieron de ropajes nuevos aunque persistiendo gran cantidad de elementos<br />

ancestrales llegando a ser piezas únicas del arte universal: los Ángeles Arcabuceros.<br />

existencia en sí, ella simplemente menciona que se hacen presentes como mensajeros, más<br />

que interesarse de su apariencia se centra en su misión como mensajero de Dios y el mensaje<br />

a transmitir.<br />

3 Ver Wolfhart Pannenberg, “Notwendigkeit und Grenze der Inkulturation des Evangeliums”,<br />

en Geiko Müller-Fahrenholz; Wolfhart Pannenberg, Christentum in Lateinamerika. 500 Jahre<br />

seit der Entdeckung. Aus der Sicht der Entdeckten, Regensburg 1992: 141-154. Para este<br />

autor la inculturación del evangelio significa ante todo que el mensaje y la fe cristianos se<br />

hace carne en la vida de otra cultura y no se percibe como un cuerpo extraño (p.150).<br />

4 Se refiere a un proceso de adaptación cultural, donde la cultura dominadora determina los<br />

patrones culturales a seguir. Las modificaciones experimentadas pueden ser experimentadas<br />

en forma paulatina o abrupta y en gran medida originan un proceso de resistencia o negación<br />

de los nuevos patrones o hacer una elección selectiva de los mismos. Ver José Gushiken,<br />

Extirpación de la idolatría en la sierra de Lima, Lima 1993, p. 24 ss.<br />

5 Son una especie de centinelas o mensajeros de la fiesta del Qoyllurit’i. En la procesión<br />

algunos participantes llevan trajes de llamas.<br />

6 Del quechua, wiska seguido de cacha centinela: centinela de los encerrados. Ligidium<br />

peruvianum, son roedores que viven en la Puna entre los 800 y 4500 metros de altura en<br />

cuevas llamadas vizcacheras, y su piel se confunde con los colores de la montaña.<br />

7 Deidades representadas a través de las montañas.<br />

34


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Estructura y metodología<br />

El trabajo presenta un análisis de los ángeles desde la cosmovisión judeocristiana<br />

y la de los seres alados en el mundo incaico. Como punto de encuentro se analizarán<br />

los Ángeles Arcabuceros, particular creación de las escuelas de arte andino (escuelas<br />

de Cuzco, Quito, entre otras), también llamado barroco americano, y su relación con<br />

la población autóctona. Como trasfondo de esta interpretación están presentes los<br />

distintos métodos catequísticos, entre ellos los que utilizaban el arte como uno de los<br />

principales vehículos de evangelización. Por esta razón palabra e imagen y<br />

religiosidad se complementan e instrumentalizan mutuamente. A partir de esta<br />

situación la reserva de sentido que queda en el espacio de la comunicación de los<br />

contenidos religiosos nos permitirá descubrir reveladoras disquisiciones que van<br />

más allá del estilo o del mismo artista y su creación. Por ello, un análisis semiótico<br />

nos ayudará encontrar pistas de interpretación que fundamentarán este presupuesto.<br />

Las investigaciones sobre la conquista marcan distintas líneas de pensamiento<br />

que giran en torno a la leyenda negra y blanca. Más allá de las discrepancias que han<br />

originado tales posiciones, es claro que los imperios locales sucumbieron ante el<br />

dominio ejercido por los conquistadores. La continuidad de las distintas culturas y<br />

sus religiones dependió en gran manera de la pervivencia de las prácticas religiosas<br />

cotidianas de sus habitantes. Una tendencia es hablar de un proceso de aculturación<br />

que en el encuentro de las dos culturas involucradas crea una cultura cristiana o una<br />

evangelización de la cultura 8 . También es vista como una cruzada donde los<br />

intereses políticos y religiosos trabajaban en connivencia y donde el límite de una se<br />

confundiría con la otra 9 . El resultado de esta operación fue una conquista despiadada<br />

que pretendía solamente apropiarse de las riquezas sin importar los medios<br />

esclavizantes utilizados y que en definitiva iban en contra del mismo mensaje<br />

8<br />

Ver Manuel Marzal, “Peruanische Identität und Soziallehre der Kirche”, en Peter<br />

Hünermann, Juan Carlos Scannone (Ed.), Wissenschaft, kulturelle Praxis, Evangelisierung.<br />

Methodische Reflexionen zur katholischen Soziallehre, Mainz 1993: 367-396. y Manuel<br />

Marzal, La transformación religiosa peruana, Lima, Pontificia Universidad Católica del<br />

Perú., 1988.<br />

9 Ver Enrique Dussel (Coordinador general), Historia General de la iglesia en América<br />

Latina, Tomo I, 1, Salamanca, Sígueme, 1983. Dussel aduce que hablar de una explotación de<br />

clases sería un anacronismo histórico, sin embargo no niega el genocidio, la esclavitud y la<br />

opresión ejercida en aquella época y que se continúa hasta el día de hoy.<br />

35


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

evangelio 10 . Entre estas dos posiciones, especialmente con motivo del aniversario de<br />

los 500 años del “descubrimiento de América” se ha querido suavizar esta situación<br />

refiriéndose a este acontecimiento como a un encuentro de culturas cuya interacción<br />

resultó en una cultura americana que es visible especialmente en su arte, arquitectura<br />

y literatura. Estos elementos son visibles en muchas ciudades y regiones<br />

americanas 11 .<br />

Todo vestigio de cultura precolombina fue destruido o quedó en ruinas,<br />

especialmente en sus centros de poder, y marcó el inicio de una nueva etapa para los<br />

sobrevivientes marcada por prácticas inquisidoras de los “visitadores”. Esta<br />

institución fue aprovechada para aumentar el control sobre la población local 12 y sus<br />

costumbres “no cristianas” que era menester extirpar y cuya descripción fue<br />

realizada, entre otros, por Pablo José de Arriaga en su obra “Extirpación de<br />

Idolatrías en el Perú” 13 .<br />

10 Ver Gustavo Gutiérrez, Theologie der Befreiung (Teología de la liberación), 1972,<br />

München, Mainz 1986.<br />

11 Ver Graciela María Viñuales, Ramón Gutiérrez, Ernesto J. A. Maeder, Alberto Nicolini,<br />

Iberoamérica, tradiciones, utopías y novedad cristiana, siglos XVI a XVIII, Madrid,<br />

Encuentro, 1992.<br />

12 Ver Henrique Urbano y Gabriela Ramos, (Compiladores.), “Catolicismo y Extirpación de<br />

idolatrías, Siglos XVI-XVIII”, en Cuadernos para la Historia de la Evangelización en<br />

América Latina 5, Cusco, 1993. La inquisición en sí no se encargaba de las cuestiones<br />

indígenas ni tampoco fue la responsable del genocidio indígena. Su tarea se circunscribía a la<br />

extirpación de idolatrías, sin embargo muchos conquistadores aprovechaban su estructura y<br />

accionar para controlar a la población local y obrar sus excesos entre la población local.<br />

13 Pablo José de Arriaga, Eure Götter werden getötet Ausrottung des Götzendienstes in Peru<br />

(1621). Extirpación de la Idolatría del Piru, Madrid 1968, Compilado por Karl A. Wipf,<br />

Wissenschaftliche Buchgesellschaft, Darmstadt 1992. Pablo José de Arriaga (1564-1622)<br />

pertenecía a la Compañía de Jesús y fue un testigo ocular de lo que acaecía en las nuevas<br />

tierras. Él narra a lo largo de los veinte capítulos de su libro la indiferencia e incapacidad del<br />

clero para comunicar las buenas nuevas y además marca la resistencia y persistencia de los<br />

chamanes para mantener los ritos “idolátricos” ancestrales. Como punto principal Arriaga<br />

intenta describir la “idolatría” y los métodos para su “extirpación” (cap. 11). Sin embargo ya<br />

en el primer capítulo él sienta las bases de su ideología: “Siempre se entendió que en todas las<br />

Prouincias, y aun pueblos de los Indios del Pirú, aunque a tantos años, que son Christianos,<br />

auían quedado algunos rastros al tan antiguo, y de Idolatría. Ni se marauillará, que mal tan<br />

antiguo, y tan arraigado, y connaturalizado en los Indios, no se haya del todo desarraigado,<br />

quien vuiere leído las historias Ecclesiásticas del principio, y discurso de la Iglesia, y<br />

entendiere lo que a passado en nuestra España, donde aun siendo aduenedicos los Iudios, pues<br />

36


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Finalmente, para completar el estudio de las imágenes utilizaremos el análisis<br />

semiótico y la teoría iconológica a partir de Panofsky. A pesar de las limitaciones<br />

que cualquier análisis de este tipo puede tener, creo que nos permitirá acercarnos a<br />

una interpretación de estas figuras y su uso multiforme, especialmente por parte de<br />

los pueblos originarios.<br />

América de los Incas<br />

El Imperio Inca, ubicado a lo largo de varios miles de kilómetros de los Andes,<br />

con su capital en el Cusco, fue el resultado de una serie de culturas previas<br />

milenarias que fueron forjando una sociedad ordenada por la naturaleza y sus ciclos<br />

de vida. Su existencia como sociedad se extendió entre los años 1200-1532,<br />

alcanzando su mayor desarrollo como imperio hacia el 1438. El poder de Pachacuti<br />

y su hijo Tupa Inca llegó a sojuzgar a más de cien pueblos extendiendo la lengua<br />

quechua, ingeniería, religión y costumbres. Pero fue bajo Huana Cápac (1483-1527)<br />

que el imperio experimentó su mayor esplendor y extensión 14 . En 1532 llega<br />

Francisco Pizarro y asume el poder del Tawantisuyu 15 , que se dividía en cuatro<br />

Suyus compuesto por el Hanan (arriba) y Hurin (abajo) En estas cuatro regiones se<br />

organizaba el imperio social, política, económica y religiosamente 16 .<br />

entraron en ella más ha de mil y quinientos años en tiempo del Emperador Claudio, a penas se<br />

ha podido extirpar tan mala semilla en tierra tan limpia, y donde está tan cultiuada, y pura, y<br />

continua la sementera del Euangelio, y tan vigilante sobre ella el cuidado, y solicitud del<br />

tribunal rectíssimo del Santo Oficio” (Cap. I).<br />

14 José Tamayo Herrera, “Los Incas y el Cuzco”, en Marco Curatola; Fernando Silva-<br />

Santisteban, Editores, Historia y Cultura del Perú, Lima 1993, p. 199 ss. Jorge A. Flores<br />

Ochoa; Elizabeth Khon Arce; Roberto Samanez Argumedo, Pintura mural en el sur andino,<br />

Lima, 1993, p. 24.<br />

15 En quechua: tawa, también tahua, cuatro; ntin marca la unidad; y suyu significa país. El<br />

país de las cuatro direcciones del mundo o de las cuatro direcciones del cielo. Las<br />

coordenadas del Imperio Inca (Tawantisuyu) está formado por el entrecruzamiento de<br />

diagonales que forman cuatro regiones de Imperio Inca: Chinchasuyu (oeste) y Antisuyu<br />

(norte), estos forman la parte superior de la mitad (hanan) –y el Collasuyu (Este) y Cuntisuyu<br />

(Sur)– estos forman la mitad inferior (hurin). En el centro se encuentra la capital del Imperio<br />

Cusco. Ver Reiner Tom Zuidema y Deborah Poole, “Los límites de los cuatro suyus icaicos<br />

en el Cusco”, en Bulletin de L'Institut Francais D'Etudes Andines (Lima) XI, N. 1-2, 1982:<br />

83-89.<br />

16 Juan María Ossio, Los indios del Perú, Madrid, 1992, p.75 ss. Sobre la organización social<br />

sólo se cuenta con fuentes de cronistas que describían la nueva sociedad más desde una propia<br />

concepción de la sociedad que de la que observaban. No se sabe a ciencia cierta si el poder<br />

37


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Una religión enigmática<br />

La religión del pueblo inca sólo se puede analizar, aunque limitadamente, a<br />

través de fuentes arqueológicas, de los cronistas y la tradición oral. Esta religiosidad<br />

estaba sostenida por el devenir de la naturaleza y sus manifestaciones girando la<br />

vida a su alrededor. La inmensidad de las montañas, la dependencia de los tiempos<br />

de lluvia regían el calendario litúrgico y sus deidades y marcaban los ritos agrarios.<br />

A pesar de la verticalidad del poder y la oficialización de la religión muchas<br />

costumbres religiosas ancestrales pervivieron a lo largo de los siglos sobreviviendo a<br />

las imposiciones religiosas de los conquistadores y que hasta el día de hoy perviven<br />

revestidas de distintos ropajes, entre ellos el cristiano 17 . Gran parte de esta<br />

religiosidad se puede estudiar desde la fenomenología de la religión pero también el<br />

análisis del arte y sus símbolos nos permite descubrir parte del mundo inca. Una<br />

gran parte de esta simbología puede verse a través del mundo aculturizado de<br />

mestizos cronistas donde se puede leer entre líneas gran cantidad de elementos<br />

pertenecientes a la propia cultura. Entre otros se puede nombrar a Diego de Castro<br />

Tito Cussi Yupanqui (1570), Juan de Santacruz Pachacuti (1613), el Inca Garcilaso<br />

de la Vega (1609-1616) y Felipe Guamán Poma de Ayala (1615) 18 .<br />

estaba organizado a partir de una diarquía o de una dinastía. Ver Pierre Duviols, “Algunas<br />

reflexiones acerca de las tesis de la estructura dual del poder incaico”, en Histórica (Lima)<br />

Vol. IV, N. 2, diciembre 1980: 183-197.<br />

17 Para ampliar estos temas ver Jorge A. Flores Ochoa, “Aspectos mágicos del pastoreo, enqa,<br />

enqaychu, illa y khuya rumi en Uywamichiq punarunakuna”, Lima, Pastores de puna, 1977;<br />

Jorge A. Flores Ochoa (Compilador), “Sociedad y cultura en la puna alta de Los Andes”, en<br />

América Indígena (México) Vol. XXXV, N. 2, Abril-Junio, 1975, pp. 297, 314-319; Elio R.<br />

Masferrer Kan, “Criterios de organización andina recuay siglo XVII”, en Bulletin de L'Institut<br />

Français D'Etudes Andines (Lima) XIII, N. 1-2, 1984, p. 53; Elio Masferrer Kan,<br />

Aproximación a un modelo de las relaciones hombre-naturaleza en la religión andina<br />

colonial: El punto de vista del ritual (Lima) segunda serie tomo III, 1977: 28-42; Juan María<br />

Ossio, El simbolismo del Agua y la Representación del tiempo y el espacio en la fiesta de la<br />

Acequia, de la Comunidad de Andamarca, Perú 1975; José Carlos Flores Lizano, Una<br />

interpretación teológica del sincretismo andino en Q'ero y Lauramaca, México 1984: 253-<br />

292.<br />

18 Rolena Adorno, “Las otras fuentes de Guamán Poma, sus lecturas castellanas”, en Histórica<br />

(Lima) Vol. II, N. 2, diciembre, Perú 1979, p. 137. Sobre las obras ver Inca Gracilazo de la<br />

Vega: Comentarios reales de los Incas, Tomo I y II, Venezuela 1976, Lisboa 1609, y Felipe<br />

Guamán Poma de Ayala, Nueva corónica y buen gobierno. Codex péruvien illustré (Ca.1600).<br />

Jerónimo Granados, “Guaman Poma de Ayala, palabra e imagen de la cultura andina<br />

aculturada”, en: Cuadernos de Teología (Buenos Aires) 21, 2002; 295-315.<br />

38


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Un elemento básico para la transmisión de las costumbres religiosas lo<br />

constituyó el aislamiento de grandes porciones de la población que mantuvieron su<br />

ethos e idioma. Como una cultura ágrafa 19 apenas pudo dejar su legado en dibujos,<br />

esculturas y prendas de vestir. En este sentido, vestigios dejados desde tiempos<br />

inmemoriales de culturas preincaicas se puede visualizar la correspondencia con el<br />

ritmo de la naturaleza y su influencia en la sociedad 20 .<br />

A este mundo de imágenes pertenecen las figuras zoomórficas, que para nuestro<br />

análisis se centrarán en las aves y una serie de seres voladores que se corresponden<br />

con los atributos ornitológicos 21 .<br />

Los pájaros y los seres voladores<br />

Las regiones andinas, por su geografía posee grandes extensiones de selvas<br />

donde es propicia la vida silvestre de muchos animales, entre ellas las aves que van<br />

desde los diminutos colibríes, pasando por las águilas, hasta los grandes cóndores<br />

que surcan los cielos de los Andes.<br />

Los pueblos andinos han plasmado constantemente estos animales en sus<br />

expresiones artísticas y su significación siempre estuvo relacionada con marcas de<br />

poder jerárquico o religioso. Especialmente en el arte textil, murales, utensilios<br />

mortuorios y tumbas se encuentran las mayores fuentes para estudiar este<br />

fenómeno 22 . El lenguaje icónico que estas piezas de arte transmitían estaba plagado<br />

de ideas y pensamientos que resultan difíciles de descifrar más allá de una<br />

interpretación especulativa y simbólica. Y es en estas obras donde se plasman los<br />

atributos de ciertos animales sobre los hombres para realzar su figura o importancia<br />

19 Los Aztecas, pero especialmente los Mayas experimentaron un desarrollo insipiente<br />

escriturístico en Mesoamérica.<br />

20 Anne Marie Hocquenghem, Iconografía Mochica, Lima, 1987, p. 188. Ver también Claude<br />

Levi-Strauss, Mythologicas, Frankfurt, Mythologiques, 1966.<br />

21 Según la interpretación de algunos investigadores estas morfologías de seres voladores<br />

fueron asumidas por las deidades incas. (Pardo 1938, Fernández Baca 1971, Kauffmann Doig<br />

1972). Federico Kauffmann Doig, La Pluma en el antiguo Perú. Las plumas del Sol y los<br />

Ángeles de la Conquista, Lima, 1993, p. 32.<br />

22 Ver Ferdinand Anton, Altindianische Textilkunst aus Peru, Leipzig 1984; Anne Marie<br />

Hocquenghem, Iconografía Mochica, Lima, 1987, p. 13 ss; Federico Kaufmann Doig,<br />

“Arquitectura Zoomorfa, la ciudad del Cusco, con anotaciones acerca de la arquitectura e<br />

iconografía Chapín”, Boletín de Lima N. 38, Lima, 1985: 27-34.<br />

39


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

política o religiosa. Por ello el arte funciona como un espejo de sus propias creencias<br />

que les permite comunicarse con lo trascendente donde las figuras naturales, entre<br />

otras los pájaros o seres voladores junto a otras manifestaciones zoomorfas, son las<br />

intermediarias para esa comunicación 23 .<br />

EL hierático pájaro Indi<br />

Pedro Sarmiento de Gamboa 24 resume el mito del Pájaro Indi (1572) 25 , que luego<br />

de reunir fragmentariamente datos a partir de la tradición oral reconstruye una<br />

historia que da fundamento a la sociedad en su totalidad 26 . Esta historia cuenta cómo<br />

el primer soberano Manco Cápac a su muerte lega el Pájaro Indi a sus descendientes.<br />

Lo tenía encerrado en una pequeña caja y nadie podía abrirla, de lo contrario una<br />

maldición caería sobre él y sus descendientes. Para la cuarta generación dominaba el<br />

cuarto soberano Mayta Cápac, que por su curiosidad abrió la caja. En vez de un<br />

castigo recibió el poder del Pájaro Indi y al hablar con el pájaro recibió la gran<br />

sabiduría.<br />

El nombre de de Indi del mito hierático se corresponde al nombre Inti, el cual es<br />

el nombre genérico que se le da al sol. En Cusco hay un templo que se llama<br />

Indikancha (Indi-lugar o Indi-templo), luego los españoles lo denominarían<br />

Qorikancha o Templo del Sol. Qori (Curi) fue también el nombre para la función<br />

del Dios del Agua o Illapa (trueno). La relación entre ambos nombres –Indi y Qori–<br />

se concreta en un ave hierática, el águila. Ya los antecesores la consideraban un ave<br />

sobrenatural 27 . Un testimonio iconográfico lo da un retrato de Manko Cápac donde<br />

se lo puede ver con el ave emblemática 28 .<br />

23 Anne Marie Hocquenghem, Iconografía Mochica, Lima, 1987, p. 195ss.<br />

24 Ver Pedro Sarmiento de Gamboa, Historia de los Incas. Buenos Aires 1942. MS.1572.<br />

25 Sol.<br />

26 Comp. Federico Kauffmann Doig; Ramón Mujica Pinilla, Las plumas del Sol y los Ángeles<br />

de la Conquista, cit., p. 20.<br />

27 Para los egipcios el águila simbolizaba al sol y al hijo del sol. Esto se puede leer en los<br />

jeroglíficos y en las imágenes del templo donde aparece el Rey-Dios Horus representado a<br />

través del águila. En la historia religiosa de muchas culturas las aves de rapiña, tales como<br />

halcones o águilas, jugaban un rol muy importante. Inclusive en la imaginería cristiana como<br />

en la heráldica estos animales simbolizaban cualidades especiales. Heinrich und Margarethe<br />

Schmidt, Die vergessene Bildersprache christlicher Kunst, p. 34.<br />

28 Ver Federico Kauffmann Doig, “La Pluma en el antiguo Perú”, en Federico Kauffmann<br />

Doig; Ramón Mujica Pinilla, Las plumas del Sol y los Ángeles de la Conquista, cit., p. 20.<br />

40


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

El colibrí y el cóndor<br />

El colibrí es un ave tropical de llamativos colores y de una agilidad y astucia<br />

extraordinaria al volar, estas y otras características llevaron a que las culturas<br />

precolombinas lo consideraran dentro de su universo simbólico. La cultura Nazca y<br />

sus conocidas figuras cavadas en la tierra son tema de investigación en varios<br />

sentidos, uno de ellos en relación a la religiosidad autóctona. Entre ellas se<br />

encuentra un colibrí, cuyo pico está dirigido hacia la el sol naciente 29 . Por otro lado,<br />

la iconografía mochica nos muestra cómo sus cualidades fueron trasladadas a ciertos<br />

personajes de la sociedad, como fue el caso de los chasques o mensajeros que<br />

recorrían a gran velocidad grandes extensiones; o los guerreros que imitaban la<br />

sagacidad y la astucia de esta aves pequeñas 30 .<br />

Especialmente en tumbas 31 , protegidas por la poca humedad y el saqueo, se han<br />

encontrado tejidos y utensilios de hechura muy refinada confeccionados con plumas.<br />

Ponchos, abanicos y coronas señalan un arte plumario muy desarrollado y cuyo fin<br />

era ornamentar a la casa real y sus cortes. Los cronistas relatan cómo el colibrí era<br />

un bien muy cotizado y por ello se lo cazaba en masa y era un factor muy importante<br />

en la economía local 32 . Para ello, los artistas llevaba a cabo la confección de las<br />

vestimentas con las plumas del pecho del colibrí que eran las más suaves brillantes y<br />

coloridas. El arte plumario 33 no se limitaba solamente al colibrí, también fueron<br />

utilizadas para ello plumas del papagayo, guacamayo, tunqui, chaina, quito,<br />

pilcopichiu, corequenque, parihuana, entre otras aves que habitaban los Andes y la<br />

Amazonia.<br />

29 Siegfried Huber, Im Reich der Inka. Die altperuanischen Königreiche, Schweitzer 1976, p.<br />

292 ss.<br />

30 Comp. Anne Marie Hocquenghem, Iconografía Mochica: 190-195. A pesar de contar sólo<br />

con fuentes iconográficas sobre el significado de los colibríes, durante el período inca los<br />

colibríes eran cocinados para debilitar el poder enemigo (Rowe, Cobo). En el folclore andino<br />

los colibríes son sinónimo de amor y las novias son comparadas con estas aves. Hoy son<br />

cazados por jóvenes de la calle Huaylas y se comen su cerebro.<br />

31 En esta línea, se puede ver la tumba del ‘Señor de Sipán’ al norte del Perú donde permanece<br />

casi intacta la vestimenta de aquella época.<br />

32 Ver L. Millones y R. P. Schaedel, “Plumas para el sol: comentarios a un documento sobre<br />

cazadores y cotos de caza en el antiguo Perú”, Bulletin de L'Institut Français D'Etudes<br />

Andines (Lima) XI, N. 1-2, 1980: 59-88.<br />

33 Ver Ferdinand Anton, Altindianische Textilkunst aus Peru, p. 190 ss.<br />

41


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Otro ave significativa en la región andina es el cóndor (Vultur gryphus), del<br />

vocablo quechua cuntur. Por su tamaño (1,30 m. de largo y 4,60 m de ancho con<br />

alas extendidas) y su longevidad que llega a superar los cuarenta años, ha poseído<br />

atributos hieráticos. En la cultura Chavín el artista ordenaba la representación del<br />

mundo visible bajo una constelación surrealista o abstracta donde las imágenes<br />

representaban habilidades y cualidades. Por ello, la representación de su realidad se<br />

alejaba de sí misma y ayudaba a caracterizarla con creaturas extraordinarias que<br />

mezclaba según su criterio o las necesidades de representación. Entre estas figuras<br />

extraordinarias encontramos felinos (puma o jaguar), monos, aves rapaces (águila,<br />

halcón o cóndor), reptiles (serpientes), inclusive plantas, todas conjugando figuras<br />

antropomórficas de alto contenido simbólico 34 .<br />

Estas figuras abundan en todo el territorio andino y pueblan el panteón andino en<br />

diversos monumentos como la estela de Raimondi o el obelisco Tello donde pueden<br />

verse estas combinaciones antropozoomórficas 35 . En el mismo sentido, la cultura<br />

Chancay marca los atributos del cóndor en varios personajes. Según las crónicas de<br />

Cristóbal de Albornoz, los campesinos de la zona mantienen viva la memoria de<br />

antiguas leyendas donde los guerreros se cubrían de plumas y alas de cóndores. 36<br />

Los pastores de la región del Cusco también poseían, según los relatos del mismo<br />

cronista la capacidad de convertirse en cóndores y así escapar de los guerreros del<br />

Cusco 37 .<br />

El arte incaico tiene un desarrollo diferenciado, donde lo lineal y lo geométrico<br />

predominan en la concepción estética de la realidad, de este modo la representación<br />

34 Ver Federico Kauffmann Doig, La Pluma en el antiguo Perú, p. 30, John Howland Rowe,<br />

“Estudio de su forma y significado”, Historia y Cultura, N. 6, 1973: 249-276.<br />

35 Federico Kauffmann Doig, Historia del Perú Antiguo. Una nueva perspectiva. Preincas y<br />

el Incario (Lima) Vol. I, Lima 1990, p. 131 ss., 204 ss. En este sentido el autor destaca las<br />

figuras zoomórficas aladas formadas por felinos y aves rapaces que vuelven cíclicamente en<br />

el arte precolombino.<br />

36 José Antonio de Lavalle; Werner Lang, Colección arte y tesoros del Perú, Lima, Chancay,<br />

1982, p. 150 ss.<br />

37 Jorge A. Flores Ochoa, El Cuzco. Resistencia y continuidad, pp. 44-45. “Ona chilligua, un<br />

llano a donde los ingas tubieron batalla con los changas y los vencieron e huyeron los<br />

changas, y dizen que se volvieron condores y se escaparon. Y ansi, los más ayllos de los<br />

chancas se llaman condor guachos” (Cristóbal de Albornoz, 1975 -c.1613-, p. 26).<br />

42


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

orgánica pasa a un segundo plano. Sin embargo, en el Machu Picchu 38 pueden verse<br />

figuras zoomórficas, como la de un cóndor que está formada por una serie de piedras<br />

que forman la figura. Además los cóndores también están presentes en diversos ritos<br />

contemporáneos como el pagapu 39 . En un documento datado en 1701, este rito era<br />

confirmado por el indio Joan Tomas, que era curaca 40 y que había dirigido una<br />

ceremonia con la aparición de un cóndor 41 . A pesar de que se suele representar al<br />

halcón como el animal de estos ritos, el intermediario entre apus y chamanes es el<br />

cóndor.<br />

38 Del quechua: Machu, vieja; Picchu, montaña: montaña vieja. Este complejo arqueológico<br />

pertenece al departamento del Cusco, en la provincia de Urubamba. Limita al este con la<br />

cordillera de Vilcanota surcada por los ríos Apurimac y Urubamba (2350 m sobre el nivel del<br />

mar). En 1911 Hiram Bingham y un equipo de la universidad de Yale trabajaron sobre este<br />

complejo habitacional, oculto hasta entonces por la selva.<br />

39 El pagapu es un ritual contemporáneo que se dirige a los apus para protección de las<br />

chacras donde se cultiva (chacra pagapu), o para aumentar la cría de animales (animal<br />

pagapu), la saludo o el bienestar de las personas (runa pagapu). Para llevara adelante el rito<br />

es necesario la presencia del pongo (celebrante), suficiente coca, bebidas alcohólicas y tabaco,<br />

además de la disposición de un lugar sagrado con una mesa que sirve de altar para el<br />

celebrante. El momento más importante de la ceremonia se encuentra cuando el Apu se hace<br />

presente (Señor Wamani). Los presentes lo distinguen por el ruido del aleteo de un cóndor. El<br />

rito es corto y se lleva adelante en horario nocturno. Luis Millones, “Shamanismo y política<br />

en el Perú colonial: los cuaracas de Ayacucho”, Histórica (Lima) Vol. VIII, N. 2, diciembre,<br />

1984, p. 137 ss.<br />

40 Estos personajes hacían a la vez de cacique y chamán y durante la época colonial eran los<br />

intermediarios entre los pobladores y conquistadores.<br />

41 “... y que el dicho Don Pedro Ygnacio Erman y tia se sentaron alRe(de)dor de la dicha<br />

manta Paxa y luses y que // el dicho Don Pedro Ygnacio enpesso a dar Voses disiendo en la<br />

lengua del Yndio = Vaina Condor Apu Condor ya es tiempo aora de que me fauorescas que<br />

ia llegado el plaso que medistes en lo que Comunicamos y que disiendo esto se aparecioen<br />

medio de ellos Un Condor Grande y se paso al lado del dicho Don Pedro Ygnacio de que<br />

quedo este declarante admirado por que estando Serrada la pueerta no bido por donde entro el<br />

dicho Condor y ...” Ver Documento: Autos contra don Pedro Ignacio Inga. Año 1703. Don<br />

Bernardo de Figueroa Br. (?) con el capitán Sancho de Castro sobre propiedad de una<br />

capellanía que fundó Doña Isabel Barreto en folio 45 año de 1709. Archivo Arzobispal de<br />

Ayacucho Sección Hechicerías e Idolatrías Herejías. Dogmas. En Luis Millones, Shamanismo<br />

y política en el Perú colonial: los cuaracas de Ayacucho, p. 139 ss.<br />

43


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

El arte, un medio catequístico y de resistencia<br />

En medio de la compleja sociedad latinoamericana donde conviven sectores<br />

poblacionales de diverso origen hay una constante dada por la pervivencia de los<br />

pueblos originarios y su ethos. Estos pueblos unen a las antiguas costumbres con las<br />

nuevas tanto en lo cultural, lo religioso como en el arte. A pesar de su avanzado<br />

desarrollo cultural algunos elementos como la escritura fueron apenas desarrollados,<br />

entre ellos se cuenta a los mayas como los más avanzados, en el incario a lo sumo se<br />

había desarrollado un sistema mnemotécnico denominado tocapus 42 . Por ello, junto<br />

a una rica tradición oral, el arte fue el medio más utilizado para la comunicación de<br />

historias, costumbres y creencias y fue este arte la que permitió una primera<br />

comunicación con los conquistadores 43 .<br />

Luego de Trento, el arte, en su estilo barroco, fue uno de los métodos elegidos<br />

por la iglesia para viabilizar la transmisión de gran parte de su doctrina. Al llegar al<br />

continente americano se crearon escuelas de arte como la de Cusco y Quito. Estas<br />

empresas artísticas fueron las encargadas de crear el gran imaginario cristiano cuya<br />

interpretación variaría según lo interpretara el creador o el receptor de la obra de<br />

arte. El “panteón” religioso se multiplicaría y entrelazaría entre santos, huacas y<br />

deidades, sin excluir al taitacha Jesús. Así es que los Ángeles Arcabuceros llevaron<br />

los atributos de Illapa, el Dios trueno; o el apóstol Santiago también identificado con<br />

Illapa 44 . La figura polifacética de Santiago, que ya en España era conocido como<br />

42 José Antonio de Lavalle; Werner Lang, Arte y Tesoros del Perú. Arte Textil y Adornos.<br />

Primera Parte, Lima 1987, p. 166. Los Incas contaban también con los Quipus, con los cuales<br />

podían hacer y recordar diversos cálculos numéricos.<br />

43 Ver José de Mesa y Teresa Gisbert, Historia de la pintura cuzqueña, dos Volúmenes,<br />

Lima, 1982; y Teresa Gisbert, Iconografía y mitos indígenas en el arte, La Paz, 1980.<br />

44 Comp. Barbara Gretenkord, “Indianische Einflüsse im Architektur - und Altardekor<br />

andiner Kolonialbauten: Santiago und Illapa”, en Trigon 4, Kunst, Wissenschaft und Glauben<br />

im Dialog, Dreieck, Berlin 1994, pp.148ss. Esta autora investiga las fuentes hispánicas y<br />

prehispánicas y las relaciona entre Santiago e Illapa. Ella demuestra cómo los cronistas<br />

describían a ambos seres y cómo asumían indistintamente los atributos formando una<br />

ecléctica creencia que hasta la actualidad juega un rol importante en la religiosidad popular.<br />

pp.152-153. Utiliza como base los textos de Guamán Poma de Ayala. Guman Poma relata lo<br />

siguiente sobre Santiago: “Desto echó a huyr Mango Ynga y los demás capitanes y yndios y<br />

se fueron al pueblo de [Ollantay] Tanbo con sus capitanes y demás yndios los que pudieron.<br />

Y desde entonses los yndios al rrayo les llama y le dize Sanctiago porque el sancto cayó en<br />

tierra como rrayo, yllapa, Santiago como los cristianos dauan boses, deziendo “Santiago”. Y<br />

44


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Santiago Matamoros y que se había transformado en el emblema de la expulsión de<br />

los moros, ahora en América se había transformado en Santiago Mataindios, con<br />

toda la connotación que esto significó para el sojuzgamiento de los pueblos<br />

originarios. La versatilidad de este personaje lo llevaría a transformarse en tiempos<br />

de las independencias locales del dominio español en Santiago Matagodos 45 .<br />

En este complejo entretejido de costumbres religiosas y representaciones que se<br />

reciclan a sí mismas, la tradición oral juega un papel muy importante. Un análisis<br />

sistemático de ella deja reconocer una serie de elementos que se remontan a tiempos<br />

precolombinos y que en su constante desarrollo sigue dando elementos para<br />

reinterpretar la realidad de estos pueblos 46 . Sin embargo, siempre existió la fuerte<br />

idea de poner orden en este mundo ecléctico bajo la lupa cristiana y esto supone una<br />

responsabilidad de los agentes religiosos, donde lo cuantitativo juega un rol<br />

importante. La mayor presencia de sacerdotes podría llegar a catequizar a estas<br />

sociedades y por ende terminar con tanta desviación religiosa 47 . Y mucho más<br />

utópica es la idea de pensar que antes de que vinieran los ibéricos ya entre estos<br />

pueblos se gestaba una especie de cristianismo, en la línea de que se había ido<br />

conformando casi paralelamente con Europa 48 . Esta idea se remontaría inclusive a<br />

tiempos precristianos llegando hasta el mismo Pentateuco y la historia de Noé. Un<br />

ací lo oyeron los yndios ynfieles y lo uieron al santo caer en tierra como rrayo. Y ancí los<br />

yndios son testigos de uista del señor Sanctiago y se deue guardarse esta dicha fiesta del señor<br />

Santiago en este rreyno como pascua porque del milagro de Dios y del señor Santiago se<br />

ganó”, Felipe Guamán Poma de Ayala, Nueva corónica y buen gobierno. Codex péruvien<br />

illustré (Ca.1600). Université de Paris, prólogo de Richard Pitschmann, Paris 1936, pp. 404-<br />

405 [406-407]. Ver también Mariano Delgado, Gott in Lateinamerika. Texte auf fünf<br />

Jahrhunderten. Ein Lesebuch der Geschichte, Dusseldorf, Patmos, 1991, pp. 91-92.<br />

45 Jerónimo José Granados, Bild und Kunst im Prozess der Christianisierung Lateinamerikas.<br />

Ästhetik –Theologie – Liturgie, Horst Schwebel (Comp.) T.14. Lit, Münster, Hamburg,<br />

London, 2003, p. 13ss.<br />

46 Ver Efraín Morote Best, Aldeas sumergidas. Cultura popular y sociedad en los andes, en<br />

Biblioteca de tradición oral andina N. 9, Cusco, 1988.<br />

47 Ver Henrique Urbano y Gabriela Ramos, (Compiladores), “Catolicismo y Extirpación de<br />

idolatrías, Siglos XVI-XVIII”, Cuadernos para la Historia de la Evangelización en América<br />

Latina (Cusco) 5, 1993; y Enrique Dussel, Die Geschichte der Kirche in Lateinamerika,<br />

Historia del cristianismo en América Latina, Mainz, 1988, p. 120.<br />

48 Enrique Urbano (Ed.), “Mito y simbolismo en los Andes. La figura y la palabra.<br />

Introducción al estudio del espacio simbólico andino”, Estudios y debates regionales andinos<br />

(Cusco) N. 84, 1993: 7-52.<br />

45


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

lugar claro donde se puede ver esta concepción es en la Nueva Corónica y Buen<br />

Gobierno de Felipe Guamán Poma de Ayala, donde desde una ficción se integra al<br />

mundo americano a la historia judeocristiana y de este modo se justifica una<br />

pertenencia a un mundo y religión para poder beneficiarse de las leyes dictadas por<br />

los pueblos cristianos 49 .<br />

Ángeles y seres voladores<br />

En la experiencia religiosa han existido entidades que tienen como función la<br />

comunicación entre los seres terrenales y las deidades. Esta función estuvo a cargo<br />

de diferentes personajes que tuvieran la particularidad de la comunicación con lo<br />

trascendental. Más allá de la variada y amplia gama de las características de estas<br />

uniones terreno-celestiales, se destacan ciertas características anatómicas a través de<br />

las cuales les facilitara la llegada a aquellos lugares que los seres comunes no tenían<br />

acceso. Mircea Eliade menciona el poder volar y el tener alas como una fórmula que<br />

simboliza el trascender la condición humana donde la capacidad de volar da ese<br />

acceso a las realidades últimas 50 . Cómo opera esta comunicación y las funciones que<br />

tiene el “mensajero” tendrá diversas manifestaciones, estas van desde viajes<br />

mentales hasta la incorporación de la fauna local; en el caso de los incas ciertas aves<br />

jugaron un papel muy importante en esta tarea de la comunicación, aunque no se<br />

quedaron sólo con ellas sino que tuvieron otros animales que cumplían la función de<br />

mensajeros o comunicadores con lo trascendental. A la llegada de los<br />

conquistadores, la combinación de diversos factores produjo una lectura de la<br />

imaginería cristiana que derivó en creaciones artísticas sin precedentes en la historia<br />

del arte: la creación de los denominados Ángeles Arcabuceros 51 . Los historiadores<br />

de arte Mesa y Gisbert se concentraron en el análisis de los Ángeles Arcabuceros de<br />

Calamarca y los consideran como una creación auténtica del arte hispano-americano<br />

en su fase barroca o también llamado el Barroco Americano 52 .<br />

49 Ver Jerónimo José Granados, “Felipe Guaman Poma de Ayala, palabra e imagen de la<br />

cultura andina aculturada”, Cuadernos de Teología 21, I.U.ISEDET, 2002: 295-315; Felipe<br />

Guamán Poma de Ayala, Nueva corónica y buen gobierno. Codex péruvien illustré (Ca.1600).<br />

Paris, Université de Paris, prólogo de Richard Pitschmann,1936.<br />

50 Mircea Eliade, Tratado de historia de las religiones, T. I, Madrid, Cristiandad, 1970, p.<br />

137.<br />

51 José de Mesa y Teresa Gisbert, Los Ángeles de Calamarca, La Paz, 1983; y Ramón Mujica<br />

Pinilla, Ángeles apócrifos en la América Virreinal, Lima, 1992.<br />

52 Ver José de Mesa y Teresa Gisbert, Los Ángeles de Calamarca, cit., p. 10.<br />

46


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

En el proceso hermenéutico de la pintura se deja entrever una relación estrecha<br />

entre palabra y forma-imagen. El proceso de creación operado en América se nutrió<br />

de las imágenes traídas de Europa y su contenido, pero una vez libradas a manos de<br />

los pintores locales se desprendieron de gran parte del bagaje judeo-cristiano para<br />

entrar en un proceso de reinterpretación cuyo resultado se puede constatar hasta<br />

nuestros días en la arquitectura, la pintura y hasta en las liturgias rituales<br />

“cristianas” 53 . No obstante, más allá del estilo artístico se encuentra el sentido y la<br />

expresión de las enseñanzas importadas. Por ello el barroco, que contenía fuertes<br />

elementos de la contrarreforma, viabilizó gran parte del dogma cristiano que era<br />

preciso traspasar a las nuevas comunidades conquistadas 54 . Par ello se valió del culto<br />

a los ángeles.<br />

La angelología: una enseñanza de la Iglesia y sus consecuencias<br />

La palabra ángel, del hebreo mal’ak, en griego ángelos y en latín angelus tiene<br />

por significado mensajero (de Dios). Si bien la tradición judeo-cristiana desarrolló<br />

esta figura, la fenomenología de la religión avanza sobre distintas expresiones<br />

religiosas y el abanico de personajes de este tipo y su morfología. Hay tantos<br />

atributos y funciones diversas como religiones que utilizan estas imágenes aladas.<br />

Especialmente las religiones monoteístas, como Zoroastrismo, Judaísmo,<br />

Cristianismo y el Islam han experimentado diversos tipos de hierofanías de Dios.<br />

Los intermediarios de su palabra se han dado a través de distintos tipos de<br />

mensajeros como ángeles o profetas 55 , entre otros. Para Severino Croatto estos<br />

intermediarios responden a una remota forma de politeísmo a través de los cuales el<br />

ser humano experimentaba la trascendencia 56 .<br />

Las distintas designaciones para referirse a los ángeles varían de cultura en<br />

cultura y su referencia, por ello tratar de encontrar un modelo único no es posible.<br />

53 Ver Elizabeth Khon Arce; Jorge A. Flores Ochoa; Roberto Samanez Argumedo, “De la<br />

evangelización al incanismo. La pintura mural del sur andino”, Histórica, (Lima) Vol. XV, N.<br />

2, diciembre, 1991: 165-205.<br />

54 Mercedes López-Baralt, “La contrareforma y el arte de Guamán Poma, notas sobre una<br />

política comunicacional visual”, Histórica (Lima) Vol. III, Nr. 1, julio, 1979: 81-97.<br />

55 Comp. Volkmar Hirth, Gottes Boten im Alten Testament; die alttestamentliche Mal'ak-<br />

Vorstellung unter besonderer Berücksichtigung des Mal'ak-Jahwe-Problems, Berlin 1975, p.<br />

48 ss; y Klaus Westermann, Gottes Engel brauchen keine Flügel, Stuttgart, 1987, p. 15.<br />

56<br />

José Severino Croatto, Los lenguajes de la experiencia religiosa. Estudio de<br />

Fenomenología de la Religión, Buenos Aires 1994, p. 117 ss.<br />

47


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Más allá de expresar a un intermediario con la trascendencia no es posible avanzar.<br />

Ya en el antiguo oriente existieron los prototipos monumentales antropozoomórficos<br />

que representaban tanto a siervos de deidades, intermediarios, mensajeros o hasta los<br />

mismos dioses 57 .<br />

Los judíos diferencian diversos tipos de ángeles: Cherubim, Seraphim y<br />

Ophannim los cuales se encuentran cerca del trono divino, que nunca descansan y<br />

que resguardan el trono del supremo (Enoc.7, 1) (etiópico o 1. Enoc). La forma<br />

típica de los Cherubim surge de la imaginería zoomórfica de antiguo Oriente, que<br />

solían tener cuatro o seis alas. De esta imagen proviene la personificación de Yavé<br />

que aparece en los textos más antiguos en el Génesis (Gen.16, 7ss). Finalmente, el<br />

desarrollo de esta forma deviene en la representación del ángel que, en tiempos<br />

posteriores, recién será considerado como mensajero. Esta caracterización se puede<br />

constatar en textos como Tobías (Tob. 5,4ss, 5,5) o el Deuteroisaías donde la ciudad<br />

de Sión aparece corporizada como una mujer, y que es descripta como la mensajera<br />

(Is.40, 9-11). La palabra hebrea para designar a esta figura es mebasséret (Is. 40,9)<br />

que luego, en los evangelios, es retomada, pero esta vez en masculino; será el que<br />

proclama el evangelio o la buena noticia e inaugura el concepto de evangelista y<br />

evangelio en Juan o Jesús (Mc. 1.1.14; 13,10; Lc. 2,10; 4,18 entre otros textos) 58 .<br />

Los ángeles, más allá de ser comunicadores de buenas nuevas, marcarán una<br />

relación soteriológica entre Dios y los seres humanos (Hch. 8,26).<br />

La iconografía angelológica se irá desarrollando en el arte griego basándose en<br />

las formas zoomórficas del antiguo oriente hasta llegar a las figuras antropomórficas<br />

de bellas proporciones. De este modo los dioses griegos representarán a sus<br />

servidores y mensajeros con formas humanas 59 . Estos personajes fueron tomados por<br />

el arte antiguo y medieval, corporizados como ángeles hasta llegar a ser el prototipo<br />

57 Comp. Volkmar Hirth, Gottes Boten im Alten Testament; die alttestamentliche Mal'ak-<br />

Vorstellung unter besonderer Berücksichtigung des Mal'ak-Jahwe-Problems, Berlin 1975, pp.<br />

32-47. Este autor, luego de comparar textos antiguos de oriente, concluye de su análisis que la<br />

forma judía de Mal’ak no contiene ninguna referencia directa con las formas monumentales<br />

de oriente.<br />

58 Ver. J. Severino Croatto, La palabra profética y su relectura hermenéutica, Bs. As. 1994,<br />

pp. 27-29.<br />

59<br />

Santiago Sebastián, Contrarreforma y barroco, Lecturas iconográficas e iconológicas,<br />

Madrid, 1989, p. 316. Las representaciones angelológicas provienen probablemente de las<br />

Victorias (nikés) o se trata de los Erotes o Cupidos, en todo caso son parte del panteón griego.<br />

48


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

de la belleza divina y la representación aceptada dentro del arte cristiano 60 . Una vez<br />

asumidas estas formas en el arte, su representación a lo largo de la historia será una<br />

de las más variadas de la iconografía cristiana donde se efectuarán interpretaciones y<br />

reinterpretaciones acomodando o actualizando la forma a las necesidades doctrinales<br />

o de otra índole.<br />

En la doctrina de la iglesia oriental la angelología tiene un lugar predominante<br />

hasta el presente. En occidente su utilización tuvo un sesgo pragmático y sus<br />

representaciones adornaban periféricamente las representaciones más importantes.<br />

Sin embargo, en el cristianismo primitivo el culto a los ángeles experimentó un<br />

crecimiento notable y se temía que fuera más relevante que el culto a Cristo. Por este<br />

motivo, el culto a los ángeles que en el concilio de Nicea (325) fue declarado dogma<br />

de la iglesia, luego en el Concilio de Laodicea (363) fue suprimido. A partir de ese<br />

momento no existía más la posibilidad de su adoración fuera del culto oficial. Es en<br />

este concilio también donde se canonizaron los nombres de los ángeles bíblicos<br />

Miguel, Gabriel y Rafael, quedando fuera una gran cantidad de nombres de ángeles<br />

apócrifos 61 que ya venían del judaísmo tardío donde aparecen cientos de nombres de<br />

ángeles 62 . Finalmente, es en el Concilio de Laterán (756) donde finalmente se sella<br />

la veneración a los tres ángeles ya canonizados por Laodicea 63 .<br />

Al Pseudo Dionisio Aeropagita (VI-VII) se le atribuye el tratado Hierarchia<br />

coelestis (Sobre la Jerarquía Celestial). En esta obra sienta las bases para una<br />

representación neoplatónica cristiana de la jerarquía angelológica. Según el tratado<br />

existen tres jerarquías. En la primera se encuentran los Serafines, Querubines y<br />

60 Para profundizar el traspaso de las imágenes griegas de la antigua mitología griega a las<br />

representaciones artísticas cristianas ver Edwin Panofsky, Sinn und Deutung in der bildenden<br />

Kunst, Meaning in the Visul Arts, New York 1957, Köln 1975: 53-62.<br />

61 En los evangelios apócrifos aparecen nombres como Uriel, Jehudiel, Barachiel y Seathiel o<br />

Seactiel.<br />

62 Ramón Mujica Pinilla, Ángeles apócrifos en la América Virreinal, cit., p. XXII. En el libro<br />

de Raziel del judaísmo místico son nombrados más de 700 ángeles.<br />

63 Jorge Bernales Ballesteros y otros, Pintura en el Virreinato del Perú. La pintura en Lima<br />

durante el Virreinato, Colección arte y tesoros del Perú, Banco Crédito del Perú, Lima, Perú<br />

1989, p.72.<br />

49


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Tronos; en la segunda las Dominaciones, Virtudes y Potestades; y en la tercera<br />

Principados, Arcángeles y Ángeles 64 .<br />

En siglo XIII, Tomás de Aquino (Doctor Angelicus) escribe en su Summa<br />

Teologica sobre la existencia de los ángeles y sobre el ángel de la guarda. Para él,<br />

los ángeles son un misterio de la fe que sin una revelación, el espíritu humano no<br />

alcanza a descubrirlos 65 . Para Tomás los ángeles son puro espíritu y mensajeros 66 .<br />

La influencia del tomismo no se hizo esperar en tierras americanas. En el Cusco hay<br />

expresiones iconográficas donde se lo puede ver con alas. A pesar de ser uno de sus<br />

atributos su representación es poco común. Sin embargo los artistas locales<br />

desarrollaron su figura y lo representaron con alas 67 .<br />

La llegada de la Reforma y su estricta prohibición del culto a los ángeles, entre<br />

otras reformas de la piedad popular, provocó que resurgieran, alentadas por la<br />

Contrarreforma, antiguas teorías angelológicas, reavivándose el culto a diversos<br />

ángeles, instaurándose la fiesta del ángel de la guarda, y sus representaciones<br />

iconográficas. Finalmente, esto llevó a Clemente X a consolidar el culto a los<br />

ángeles en España y su propagación en sus colonias 68 . Sin embargo, esta ferviente<br />

64 J. Plazaola “Influjo de la iconología del Pseudo-Dionisio en la iconografía medieval”, en<br />

Revista de Estudios eclesiásticos (Madrid) N. 237, 1986, p. 152. Ver Pseudo Dionisio<br />

Aeropagita, Obras completas del Pseudo Dionisio Areopagita, Madrid 1990, pp. 119-188.<br />

65 Ferdinand Holböck, “Thomas von Aquin als ‘Doctor angelicus’ und ‘Doctor angelorum’”,<br />

en Tumult (Berlin) N. 6 Engel, 1983, p. 42 ss.<br />

66 Jorge Bernales Ballesteros y otros, Pintura en el Virreinato del Perú. La pintura en Lima<br />

durante el Virreinato, Lima, Banco de Crédito de Perú, 1989, p. 31ss., 72 y Ferdinand<br />

Holböck, “Thomas von Aquin als ‘Doctor angelicus’ und ‘Doctor angelorum’”, en Tumult<br />

(Berlin) N. 6 Engel, 1983, p. 44.<br />

67 Héctor H. Schenone, Iconografía del arte colonial. Los Santos, Vol. II, Bs. As., Fundación<br />

Tarea, 1992: 763-767. También en Francisco Stastny, ‘Jardín Universitario y Stella Maris’.<br />

Invenciones iconográficas en el Cuzco, Cuzco 1982. Stastny describe la pintura “El Jardín<br />

universitario de San Antonio Abad”. En su descripción resalta el nivel cultural e iconográfico<br />

de esta obra donde se representa el renacimiento del nivel cultural de Perú. ‘El Colegio de San<br />

Antonio’ aparece con el sostén de Dios a través de la ortodoxia tomista y el prestigio de las<br />

castas incaicas.<br />

68 Jorge Bernales Ballesteros y otros, Pintura en el Virreinato del Perú. La pintura en Lima durante<br />

el Virreinato, Colección arte y tesoros del Perú, Banco Crédito del Perú, Lima, 1989, p. 74.<br />

50


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

corriente de adoración pronto mermó, no así la rica iconografía y cierta devoción<br />

popular 69 .<br />

El barroco, estilo de la Contrarreforma<br />

Hacia fines del siglo XVII el arte experimentó un cambio importante. El<br />

manierismo intelectual fue girando hacia un estilo más perceptivo, el barroco. Con<br />

este estilo se inaugura una nueva época y culmina la tradición cultural que venía<br />

desde el Medioevo. El manierismo 70 fue el último intento de reavivar esta época y el<br />

barroco, que comenzó siendo movimiento entre dos momentos de la historia del arte<br />

como fue el renacimiento y el clasicismo (comienzos del siglo XVII hasta mediados<br />

del XVIII), pasó a ser un concepto que abarcó todas las expresiones de la cultura,<br />

poesía, música, filosofía y teología. En el barroco convivieron grandes antagonismos<br />

de la expresión humana, y si bien se diferenciaba del manierismo y el gótico, que<br />

fueron amplias expresiones de Europa, tenían en común su estrecha relación con la<br />

Iglesia. Esta época también se asocia con el absolutismo ejercido por la<br />

Contrarreforma que imponía su ethos a un mundo que iba en camino a un<br />

aburguesamiento marcado por las nuevas sociedades que se iban fundando al<br />

amparo de la ruptura feudal de dominación.<br />

En la vigésimo quinta sesión del Concilio de Trento el 3 de septiembre de 1563,<br />

se acepta el decreto que pautaba la veneración de imágenes y santos. Esto estaba<br />

motivado por dos razones, la primera para defender el uso de la imagen frente a la<br />

iconoclasia reformada, llevadas adelante especialmente por las tradiciones calvinista<br />

y zwingliana, y en mucho menor medida por Lutero 71 . En segundo lugar se pretendía<br />

69 Para profundizar sobre el tema ver TRE, Theologische Realenzyklopädie. Engel, Berlin<br />

1989, pp.581-615.<br />

70 No se puede negar que el Manierismo fue un estilo muy significativo para la iglesia. El<br />

sentimiento interior que emanaba de las pinturas manieristas se correspondía a la motivación<br />

de la iglesia para su uso como vehículo para imponer la fe. Obras de este estilo, tanto en<br />

Europa como en América, emanaban un realismo acompañado de espiritualidad, gracia y<br />

mística. De ahí que, junto al barroco, sirvió como complemento para las necesidades de la<br />

iglesia. Comp. Eva Karcher, “Ursache und Wirkung des Bildverständnisses des Konzils von<br />

Trient”, en Rainer Beck, Reiner Volp, Gisela Schmirber (Comp.), Die Kunst und die Kirche,<br />

München 1984, p. 89ss.<br />

71 Ver Jerónimo Granados, Iconoclasia, un conflicto persistente, en Celina Lértora Mendoza<br />

(coord.), A la sombra de tus alas, reuniones del Instituto Superior de Estudios Religiosos<br />

(<strong>ISER</strong> 2005), Lumen, Bs. As. 2006, pp.17-39. Para Martín Lutero las imágenes religiosas no<br />

51


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

una correcta guía para el uso de las imágenes en el ámbito eclesiástico que<br />

protegiera de las representaciones falsas de lo divino con motivos costumbristas o de<br />

origen pagano 72 .<br />

Varios factores impulsaron el barroco. Luego de Trento, la contrarreforma<br />

impulsó la arquitectura de enormes obras encargadas por eclesiásticos y particulares,<br />

donde la competencia artística jugaba un papel preponderante y en este sentido los<br />

jesuitas tuvieron un rol preponderante 73 . Los Jesuitas resultaron ser una orden de<br />

importancia para las aspiraciones expansionistas de España y el manejo de las<br />

fronteras y el control de los pueblos originarios que eran integrados a las llamadas<br />

reducciones jesuíticas.<br />

A pesar de que la cultura barroca colaboró para unificar el catolicismo<br />

internacional en torno a su jerarquía encabezada por el papa y la iglesia romana, esta<br />

unidad se vio fuertemente amenazada por las discrepancias originadas en el seno<br />

mismo de las iglesias católicas nacionales y sus estados. Esto significó una estocada<br />

contra la cultura barroca internacional. Sin embargo, bajo Urbano VIII Roma fue<br />

considerada la ciudad barroca por excelencia 74 . Además, su proyección hacia<br />

América le permitió continuar su desarrollo y los conquistadores y el clero se<br />

sirvieron de este estilo para imponer una homogeneización a la ecléctica sociedad<br />

son ni buenas ni malas, se pueden o no utilizar, las imágenes son libres. En última instancia<br />

deben servir al evangelio, especialmente para comunicarlo a los iletrados. Lutero se inscribía<br />

en la línea de la biblia-pauperum. De hecho su traducción de la Biblia al alemán fue ilustrada<br />

por grabados de Lucas Cranach. Ver también Horst Schwebel, Das Christusbild in der<br />

bildenden Kunst der Gegenwart, Wilhelm Schmitz, Gießen 1980, pp.111-116; y Anonym,<br />

Biblia Pauperum, Armenbild, die Bilderhandschrift des Kodex Palatinus latinus 871 im<br />

Besitz der Biblioteca Apostolica Vaticana, Stuttgart und Zürich 1995<br />

72 Comp. Eva Karcher, Ursache und Wirkung des Bildverständnisses des Konzils von Trient,<br />

en Rainer Beck, Reiner Volp, Gisela Schmirber (Comp.), Die Kunst und die Kirche, München<br />

1984, p. 83.<br />

73 W. Weisbach, Der Barock als Kunst der Gegenreformation, Berlin 1921. Tanto el barroco,<br />

como el manierismo no fueron ningún descubrimiento de la iglesia, sino que sirvieron a la<br />

institución en un sentido pedagógico y pragmático y de este modo alcanzar los objetivos<br />

planteados por Trento. Eva Karcher, “Ursache und Wirkung des Bildverständnisses des<br />

Konzils von Trient”, en Rainer Beck, Reiner Volp, Gisela Schmirber (Comp.), Die Kunst und<br />

die Kirche, München 1984, p. 92.<br />

74 Comp. Arnold Hauser, Sozialgeschichte der Kunst und Literatur, Bd. I, München 1953,<br />

p.468ss., y Arnold Hauser, Der Ursprung der modernen Kunst und Literatur. Die<br />

Entwicklung des Manierismus seit der Krise der Renaissance, München 1979, p. 150ss.<br />

52


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

formada por diversos imperios. Esto fue imponiendo un ethos barroco en la sociedad<br />

americana que marcó durante siglos una estética que hasta hoy puede verse en sus<br />

expresiones artísticas 75 . De este modo, el clero se propuso la expansión de la fe<br />

católica (propagatio fidei) como un objetivo claro, sin importar su profundización.<br />

Por ello, las representaciones de santos y vírgenes debían comunicar un mensaje<br />

claro y debían convencer en un idioma que resultara persuasivo 76 . Esta cultura<br />

impregnó toda la sociedad americana, desde las cortes hasta los sectores más<br />

populares de la sociedad y su religiosidad. Para ello, se valieron no sólo de las<br />

pinturas, esculturas y la arquitectura, sino también de expresiones litúrgicas a la<br />

usanza medieval con procesiones, adoración de reliquias y auto sacramentales.<br />

Los ángeles en el arte colonial<br />

La temática de la pintura barroca en los andes centrales está íntimamente<br />

relacionada con la cristianización del continente americano. Sus temas predilectos<br />

giraban en torno relacionados a la niñez de Jesús, la pasión y escenas de la vida de<br />

María. No así la Trinidad, ya que pasar este tema teológico a la tela presentaba<br />

dificultades muy difíciles de salvar. Para la idiosincrasia local la representación de<br />

santos en pinturas o esculturas constituía una realidad más palpable, ya que sólo la<br />

idea de tratarse de un ser vivo, común que pasó a ser un personaje notable luego de<br />

la muerte representaba mejor la idea que ellos mismos tenían sobre sus ancestros<br />

luego de la muerte. Fenomenológicamente también cuadraban con su idea de<br />

patrones y protectores de un pueblo 77 . Quizás la mayor expresión de esta devoción<br />

se dé en los diferentes Corpus que festeja la comunidad cusqueña que culmina con el<br />

llamado Corpus Grande donde convergen todos los Santos y Vírgenes patronales.<br />

Junto a estos representantes no faltan los acompañantes, los ángeles y arcángeles<br />

que siguen cumpliendo su función de servidores e intermediarios con lo<br />

trascendental. Sin embargo, es en este tema donde la historia nos muestra una serie<br />

iconográfica inédita y de interpretaciones varias, como lo representan los Ángeles<br />

75 En esta línea ver Pedro Morande, “Die Herausbildung des Barockethos als Kern der<br />

iberoamerikanischen kulturellen Identität”, en, Peter Hünermann, Juan Carlos Scannone (Ed.),<br />

Wissenschaft, kulturelle Praxis, Evangelisierung, Mainz 1993, pp. 341-342.<br />

76 Ver Santiago Sebastián, Contrarreforma y barroco, Lecturas iconográficas e iconológicas,<br />

p. 145ss.<br />

77 Ver Héctor H. Schenone, Iconografía del arte colonial. Los Santos, cit. Este autor describe<br />

una lista completa de Santos, Vírgenes, atributos y sus representaciones.<br />

53


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Arcabuceros. Es en estas obras que se puede ver todo el arte europeo expresado a<br />

través del manierismo, barroco entre otras características en el ropaje y utensilios,<br />

sin embargo son totalmente anacrónicas con el desarrollo de estos estilos en<br />

Europa 78 .<br />

Las órdenes jesuíticas fueron las encargadas de incorporar las representaciones<br />

angélicas al catálogo pictórico de América. En Europa, la inquisición tenía muy<br />

controlado el culto a los Ángeles y sus representaciones, especialmente por su<br />

interpretación cabalística la cual estaba estrictamente prohibida. Sin embargo, y a<br />

efectos de la cristianización, fueron propagadas sus imágenes. Entre ellas fue de<br />

gran importancia y significado fue el desarrollo de los Siete Ángeles de Palermo 79<br />

que fue descubierto en 1516 en un antiguo fresco con su representación. De los siete<br />

arcángeles, Gabriel, Rafael y Miguel fueron los más representados. Un texto de<br />

Cornelio Alipo y uno grabado de Jerónimo Wierix (Antwerpen) muestra cómo en el<br />

siglo XV estos siete ángeles fueron difundidos por toda Europa. Ya en el continente<br />

americano, las órdenes infundieron una gran popularidad a estos arcángeles 80 .<br />

A pesar de la popularidad de estos ángeles, la Inquisición siguió prohibiendo su<br />

culto, pero en realidad ya no tanto por la devoción que pudieran despertar en<br />

competencia con otras como las del gran panteón de santos y vírgenes, sino porque<br />

consideraba este culto a los siete ángeles como una acción subversiva pues contenía,<br />

a su criterio, las características de la cábala judía, que relacionaba a estos ángeles<br />

78 Jorge Bernales Ballesteros y otros, Pintura en el Virreinato del Perú. La pintura en Lima<br />

durante el Virreinato, Lima, Colección arte y tesoros del Perú, Banco Crédito del Perú, 1989, p. 3.<br />

79 Peter Schäfer, “Rivalität zwischen Engeln und Menschen, Untersuchungen zur rabbinischen<br />

Engelsvorstellung”, VII, en Studia Judaica (Berlin) VIII, 1975, p. 22. Un grupo de siete<br />

ángeles ya son mencionados antes del tiempo de los macabeos en el libro de Tobías. Se puede<br />

reconocer como “uno de los siete santos” a Rafael (Tob.12, 15). También en la sección<br />

angelológica del libro de Enoc (Kap. 20) se nombra en la versión griega en llamado<br />

fragmento Gizeh a un grupo de siete ángeles formado por Uriel, Rafael, Raguel, Miguel,<br />

Sariel (= Suriel?), Gabriel y Remiel; del mismo modo se mencionan los animales que<br />

simbolizan el Apocalipsis “siete sabios (ser humano = Ángel)” (90,21ss.), y en el libro<br />

astronómico se habla de “aquellos siete santos”, que Enoc devuelve a la tierra (81,5).<br />

Finalmente, reconoce la prueba. Leví, siete hombres de blancas vestimentas, las que Leví<br />

coloca la túnica sacerdotal (Cap. 8).<br />

80 Comp. Ramón Mujica Pinilla, Ángeles apócrifos en la América Virreinal, Lima, 1992,<br />

p.6ss. y Jorge Bernales Ballesteros y otros, Pintura en el Virreinato del Perú. La pintura en<br />

Lima durante el Virreinato, cit., pp.74-76.<br />

54


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

con los siete planetas de la astrología. Sin embargo, a efectos de su utilidad para la<br />

conquista y la catequización fueron propagados por todas partes creando una vasta<br />

iconografía angelológica con características únicas en su género, incluyendo las<br />

representaciones de los Ángeles Arcabuceros 81 . Son precisamente estas figuras que<br />

suscitarán más de una interpretación, que se alejarán de las posibles del lado de la<br />

conquista y se encarnarán en las tradiciones religiosas locales.<br />

Las pinturas de los Ángeles Arcabuceros<br />

Desde la conquista hasta el siglo XX, las pinturas de los Ángeles Arcabuceros<br />

fueron investigadas en su mayor parte desde sus aspectos iconográficos 82 . Existe<br />

bibliografía con las descripciones de los atributos de los ángeles y algunas<br />

referencias a estilos pictóricos o morfológicos. Sin embargo existen contenidos<br />

teológicos que van más allá inclusive de especulaciones tendenciosas favorables a la<br />

doctrina de la iglesia. Por ello, mayormente cualquier disquisición teológica que<br />

emanara de las pinturas servía especialmente a la Extirpación de Idolatrías. Hoy, el<br />

llamado barroco americano y sus implicancias en relación a la imaginería propia de<br />

los incas nos lleva preguntarnos cuál fue la relación entre ambas formas de<br />

representar y concebir lo representado; y qué relación tienen con los seres alados y<br />

otros representantes del mundo lumínico.<br />

Desarrollo y características de las pinturas<br />

En la iglesia de Calamarca 83 , en Bolivia, hay una colección de más de treinta<br />

pinturas de ángeles, de los cuales muchos llevan indumentaria militar. Su creación,<br />

si bien se circunscribe a los maestros de la región (ca.1680), sin embargo está muy<br />

emparentada con las obras del círculo de José López de los Ríos 84 . Desde Lima y<br />

Cusco en Perú, pasando sobre Sucre y Potosí en Bolivia, hasta llegar a Uquía en<br />

Argentina, permanecen hoy todavía estos ángeles en añosas iglesias y son protegidos<br />

y restaurados como patrimonio cultural de la humanidad. Gran cantidad de estas<br />

81 Comp. Ramón Mujica Pinilla, Ángeles apócrifos en la América Virreinal, Lima, Perú 1992,<br />

pp.7-8.<br />

82 José de Mesa y Teresa Gisbert, Los Ángeles de Calamarca, La Paz, 1983, p. 10.<br />

83 En la lengua Aimara, Kala Marca significa pueblo de piedra. Este pueblo queda en el<br />

departamento La Paz en Bolivia. Ver José de Mesa y Teresa Gisbert, Los Ángeles de<br />

Calamarca, La Paz, 1983, p .3.<br />

84 José de Mesa y Teresa Gisbert, Los Ángeles de Calamarca, La Paz, 1983, p. 11.<br />

55


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

pinturas se pueden encontrar diseminadas por todo el mundo, aunque no más en<br />

grupos como se las puede apreciar en algunas iglesias latinoamericanas. Se pueden<br />

distinguir dos grupos claramente diferenciados, uno con indumentaria femenina, que<br />

portan en sus manos elementos simbólicos como espadas, trigo, coronas, etc. y los<br />

llamados Ángeles Arcabuceros que visten ropaje militar contemporáneo. Se dejan<br />

ver grupos de Ángeles Arcabuceros como restos de colecciones mayores en diversas<br />

iglesias: Iglesia San Francisco de Paula, Uquía, Jujuy; Iglesia de la Asunción,<br />

Casabindo, Jujuy; en la iglesia de Calamarca, Bolivia, 60 km de La Paz y en la<br />

iglesia de Challapampa, Puno, Perú 85 .<br />

Héctor Schenone 86 señala que en realidad se trata de una tropa de ángeles<br />

portadores de diversos atributos. A pesar del nombre genérico que se les ha dado, no<br />

todos tienen armas sino que también llevan otros elementos. También se hace la<br />

pregunta de si en realidad estas armas son Arcabuces 87 . Por otro lado, Mesa y<br />

Gisbert los denominan ángeles andinos en la línea de las pinturas de José López de<br />

Los Ríos que pintó la obra El Juicio. Y afirman que este artista puede haber sido el<br />

creador de los Ángeles Arcabuceros 88 . El nombre genérico dado a este grupo de<br />

ángeles no se sabe de dónde proviene, sin embargo podría ser denominado como una<br />

hueste de ángeles, donde alguno de ellos portaría un arma o arcabuz. A pesar de que<br />

85 Diversas fundaciones han financiado la restauración de antiguas obras de arte. En Buenos<br />

Aires la Fundación Tarea con apoyo de la Fundación Antorchas y la Academia Nacional de<br />

Bellas Artes restauraron las pinturas de la iglesia en Uquía.<br />

86 José de Mesa y Teresa Gisbert, Los Ángeles de Calamarca, La Paz, 1983, p. 18 ss.<br />

87 Los arcabuces o mosquetes datan del siglo XVI-XVII. La dificultad de entenderlos como<br />

arcabuces o no radica en que su representación no siempre es clara. La explicación para esto<br />

es que estas pinturas fueron realizadas por pintores incas que en muchos casos desconocían<br />

los detalles de estas armas y pintaban algo parecido de acuerdo a su interpretación. Para<br />

corroborar este tipo de “errores” morfológicos se puede ver en la pintura sobre la Última Cena<br />

que se encuentra en la Catedral de Cusco. La mesa tiene servido un cuy o cobayo que es la<br />

interpretación dada al cordero o, como Flores Ochoa afirma, se trata de una vizcacha que está<br />

rodeada junto a otros alimentos locales. Ver Jorge A. Flores Ochoa; Elizabeth Khon Arce;<br />

Roberto Samanez Argumedo, Pintura mural en el sur andino, Colección arte y tesoros del<br />

Perú, Lima, Perú 1993, p.192. En este sentido, Panofsky afirmó que lo mismo sucedía con los<br />

aborígenes australianos que interpretaban a la Eucaristía como a un banquete o convite a una<br />

comida. Ver en Anne Marie Hocquenghem, Iconografía Mochica, Lima, 1987, p. 187 cita al<br />

autor Panofsky.<br />

88 José de Mesa y Teresa Gisbert, Los Ángeles de Calamarca, La Paz, Bolivia 1983, p. 10.<br />

56


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

podría buscarse su origen en Europa 89 , como muchos de los modelos tomados para<br />

las pinturas locales, todos los indicios llevan a una producción local, especialmente<br />

por el contenido simbólico de muchos de los elementos que los ángeles poseen 90 .<br />

Entre los elementos que se puede comprobar una correspondencia directa entre<br />

los seres alados y los ángeles están las alas, sin embargo la forma y color son<br />

distintos: Las alas de los Ángeles Arcabuceros por su morfología y color son de<br />

papagayos, este detalle marca ya una diferencia de interpretación que va más allá del<br />

color o forma del ala.<br />

No es nuevo que los ángeles sean representados como soldados (miles coelestis)<br />

de las huestes celestiales 91 . Varios textos de la Biblia mencionan las huestes<br />

celestiales de ángeles al servicio de Dios, como por ejemplo en Is. 40,20 o Ef. 6,1-<br />

12. 14-15. La iconografía los describe como un ejército con ángeles portando<br />

banderas, trompetas y tambores, también con espadas, lanzas y arcabuces. Los<br />

atuendos del los ángeles son suntuosos. El ángel andino viste un traje compuesto por<br />

una camisa, falda y sobrefalda en un tupido brocato 92 . La camisa posee una amplia<br />

89 Héctor Schenone menciona a Bárbara Aitken, que en 1938 visitó una colección de diez<br />

ángeles en la Ermita de Allende en Azcaray, España. Aunque es muy posible que el camino<br />

seguido por estos cuadros haya sido de América a Europa como donación para la capilla.<br />

Héctor H. Schenone, Salvando alas y halos. Pintura colonial restaurada, Catálogo,<br />

Fundación Tarea, Bs. As. 1989, p. 35.<br />

90 Vea José de Mesa y Teresa Gisbert, Los Ángeles de Calamarca, cit., p. 10.<br />

91 Por ejemplo una obra de Guariento, Huestes Celestiales (mediados del siglo XV), que se<br />

encuentra en el Museo Cívico de Papua. La representación de ángeles en ropas militares y<br />

armados caracterizan en la iconografía occidental al Arcángel Miguel y sus huestes. Esta<br />

figura se fusiona en la época de apogeo de las órdenes de los Templarios y se fue<br />

mimetizando con la figura de un joven caballero templario. La representación de ángeles<br />

guerreros en relación con los ideales templarios aparece como la reavivación de la esencia<br />

cristiana. Yendo a la antigüedad podemos comprobar que los modelos para reproducir estos<br />

ángeles guerreros estuvieron inspirados en el armamento de ejércitos romanos. Otras<br />

representaciones muestran ya en el siglo XII a Miguel y sus huestes luchando contra el<br />

dragón, como la que muestra en Civate, San Pietro al Monte, al este del hall de ingreso.<br />

92 Brocato o brocateado: en algunas pinturas del Renacimiento tardío y del Barroco temprano<br />

el uso de una pátina dorada extraída de oro genuino se aplicaba con pinceles de espesura<br />

mediana y fina. En el periodo Barroco la técnica del uso de la pátina dorada más conocida era<br />

el brocateado y se utilizaban láminas de oro. Existían dos formas de uso, la primera realizaba<br />

relieves de pátina dorada sobre la superficie de la tela y la segunda utilizaba la pátina dorada<br />

sin relieve. La primera se hacía con una medida de aceite, resina y tierra o madera y se<br />

57


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

manga que termina en un puño de fina batista transparente. El traje está todo<br />

bordado con piedras preciosas. La capa la completa dos colas volantes. Los colores<br />

de la capa son mayormente el violeta y el rojo, y toda la figura es realzada gracias al<br />

fondo oscuro.<br />

Los trajes de los ángeles se corresponden a las vestimentas militares del siglo<br />

XVIII según la moda francesa. La pose de los ángeles fue tomada del Libro Militar<br />

de Ejercicio para las armas de Jacob de Gheyn (1607) o el libro de H. Hexham,<br />

Principios de Arte Militar 93 (1637) 94 . Las facciones femeninas de los rostros pueden<br />

ser interpretadas como las de un joven que en la pintura de la época era la forma de<br />

representarlos. A pesar de todas estas combinaciones aparentemente inusuales, en su<br />

conjunto los ángeles mantienen las características típicas de su representación.<br />

Tanto los nombres como los atributos también sufrieron notables cambios. Estas<br />

transformaciones ocurrieron porque la mayoría de los que realizaban estas obras no<br />

agregaba la lámina de oro cuando la mezcla estaba aún fresca. La segunda requería de una<br />

técnica llamada mordiente que usaba una mezcla de resina oleaginosa que se mantenía fresca<br />

por algún tiempo lo que permitía agregar y retener la lámina de oro. Se utilizaban plantillas o<br />

esténcils para agregar la pátina dorada en el ropaje de las figuras andinas. Los esténcils de<br />

murciélago son planiformes y no sirven para lograr los pliegues de los ropajes o los contornos<br />

de las figuras. Los artistas solucionaban esta dificultad parcialmente aplicando un glaseado de<br />

ámbar o de marrones transparentes a la pátina dorada. (Mi traducción). Brocato o brocateado:<br />

“In some paintings of the late Renaissance and early Baroque periods, gilding made of<br />

genuine ground gold was applied with both medium and fine brushes. More common during<br />

the Baroque period was the gilding technique known as brocateado, using gold leaf. There<br />

were two variations, the first producing gilding in low relief on the surface of the painting,<br />

and the second without reliefThe former was made with ‘size’ prepared with oil, reisin, and<br />

earth or bole, and the gold leaf was applied while it was still sticky. The second was the<br />

mixtion or mordiente (mordent) procedure, using a resinous-oily mixture that remained sticky<br />

for some time an retained the gold leaf. Gilding on the robes of the figures in Andean painting<br />

was often applied in patterns determined by plantillas or stencils. Bat stencils are flat, and<br />

cannot follow the folds of the robes or dhe countours of the figures. The artists partially<br />

corrected the problem by applying glazes of umber or transparent browns to parts of the<br />

gilding”, Ver Pedro Querejazu, “Materials & Techniques of andean Painting”, en Gloria in<br />

Exelsis, Nueva York, Catálogo, 1985, pp.,81ss.<br />

93 Ver Julia P. Herzberger, Angels wiht guns. Image & interpretation, in Gloria in Excelsis,<br />

cit., p.67ss. Y Héctor H. Schenone, Salvando alas y halos. Pintura colonial restaurada,<br />

Catálogo, Fundación Tarea, Bs. As. 1989, p. 19.<br />

94 Ver Ramón Mujica Pinilla, Ángeles apócrifos en la América Virreinal, cit., p. 161 ss.<br />

58


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

conocían el idioma o directamente eran iletrados; de ahí la gran diversidad de<br />

nombres al copiarlos de otras obras. El nombre de alguno de estos ángeles se llegó a<br />

escribir hasta de nueve formas distintas 95 . Por esta razón, se puede hablar de gran<br />

cantidad de ángeles apócrifos creados en forma incidental 96 , que nos acerca más a<br />

una identificación del panteón autóctono. Además, tampoco conocían ni el origen ni<br />

los contenidos teológicos que sustentaban estas figuras. Estos nuevos seres<br />

voladores se diferenciaban teológicamente, aunque no del todo morfológicamente,<br />

de sus propias concepciones sobre este tipo de personaje. A pesar del estricto control<br />

llevado adelante por los agentes eclesiales, la ignorancia de lo nuevo sumado las<br />

propias apreciaciones sobre el tema devinieron en lo que hoy conocemos como<br />

ángeles Arcabuceros 97 .<br />

Interpretación de los Ángeles Arcabuceros<br />

Los Ángeles Arcabuceros del Imperio Austroandino representaron por un lado<br />

una respuesta de la Contrarreforma contra los atributos chamánicos del guerrero inca<br />

alado. Por el otro, personificaron a Illapa que se encarnaba en el curaca andino 98<br />

como representante del Inca guerrero. Es significativo mencionar que gran cantidad<br />

de iconografía recreada entre 1650 y 1750 en ambientes dominados por la enseñanza<br />

y el magisterio jesuíticos desempeñó un papel fundamental para la resignificación de<br />

las creencias de los pueblos andinos en términos bíblicos y cristianos. La pintura<br />

cusqueña y altoperuana en general muestran diversos temas entre ellos el Paraíso,<br />

las postrimerías y los ejércitos de Ángeles Arcabuceros 99 .<br />

95 José de Mesa y Teresa Gisbert, Los Ángeles de Calamarca, cit., p. 5 ss.<br />

96 Comp. Ramón Mujica Pinilla, Ángeles apócrifos en la América Virreinal, pp. 163ss.<br />

97 Comp. Héctor H. Schenone, Salvando alas y halos. Pintura colonial restaurada, cit., p.14-<br />

18; y José de Mesa y Teresa Gisbert, Los Ángeles de Calamarca, cit., p. 15 ss.<br />

98 El curaca (kuraka) gravita en forma central dentro del Ayllu. Es el que posee los atributos<br />

chamánicos que lo comunican con lo trascendente. Su función es transmitida de generación en<br />

generación y el vela por su continuidad. Durante la conquista su función se extendió a ser un<br />

intermediario entre los locales y los conquistadores.<br />

99 Véase al respecto Teresa Gisbert, El Paraíso de los pájaros parlantes. La imagen del otro<br />

en la cultura andina, La Paz, Plural-Universidad Nuestra Señora de La Paz, 1999; Ramón<br />

Mujica Pinilla, Ángeles apócrifos en la América Virreinal, Lima-México-Madrid, FCE-<br />

Instituto de Estudios Tradicionales, 1992; y José Burucúa, “Ángeles arcabuceros: Milenio,<br />

Anticristo, judíos y utopías en la cultura barroca de América del Sur”, en Temas medievales,<br />

CONICET, N. 3, 1993.<br />

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<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

El elemento nuevo, distintivo y único es el arcabuz, y que lo denominaban<br />

“trueno de mano” pues el sonido que emitía al disparar se asemejaba al ruido del<br />

trueno. Es muy posible que la llegada de los españoles haya suscitado<br />

especulaciones relativas al lugar de origen de éstos y sus poderes desconocidos,<br />

objetivados en sus aparatos de guerra, y por ello hayan sido tomados por<br />

extraordinarios y factibles de ser relacionados con lo trascendental. Además, los<br />

mismos españoles pudieron ser considerados en primera instancia como enviados de<br />

Viracocha 100 . Sumado a esto, y no lejos del miedo producido por sus vestimentas y<br />

el ruido de estas armas 101 , la presencia de los españoles seguramente infundió en<br />

ellos una sumisión inusitada y respeto.<br />

Su admiración por el arcabuz tiene como trasfondo su cosmovisión religiosa. El<br />

vocablo quechua Illapa significa trueno, pero también honda 102 , y desde el arribo de<br />

los españoles se sumó el significado de arcabuz. Esta múltiple significación se puede<br />

resumir en la figura de Illapa. Un dibujo de Felipe Guamán Poma de Ayala muestra<br />

al Inca con la honda en la mano invocando a Illapa. Esta deidad está relacionada con<br />

el bienestar político y económico. Fue la deidad de la guerra, pero también del<br />

trueno que traía consigo el agua y con ésta la buena cosecha. También su función era<br />

de escarmiento, ya que castigaba los malos espíritus con el rayo. Illapa ha llegado<br />

hasta nuestros días involucrado con diversas figuras del panteón cristiano, entre ellas<br />

la de Santiago 103 . Santiago es un personaje versátil que es interpretado con<br />

100 Esta figura tiene un nombre genérico y está compuesta por un grupo de cuatro creadoreshéroes.<br />

Su poder se extiende desde el lago Titicaca y toda la región andina. El ciclo de<br />

Viracocha describe de diversas formas el origen de los seres humanos. Junto a este ciclo se<br />

encuentra del ciclo de Ayar y ambos forman el principio y fundamento místico que legitima la<br />

creación y la dinastía incaica. Ver Enrique Urbano, Wiracocha y Ayar, héroes y funciones en<br />

las sociedades andinas, Cusco, Perú 1981. De la rica tradición de relatos míticos, resalta la de<br />

Viracocha.<br />

101 Julia P. Herzberger, “Angels wiht guns. Image & interpretation”, en Gloria in Excelsis,<br />

cit., p. 64 ss.<br />

102 La honda era un arma con características especiales que utilizaban los guerreros incas y<br />

que al hacerla girar antes de largar el proyectil el ruido que producía era semejante al del rayo<br />

o trueno.<br />

103 Esta controvertida figura de la conquista, encarnada de la eficiente Santiago Matamoros a<br />

Santiago Mataincas en América, es una de las preferidas entre la población nativa por su<br />

relación con la deidad local Illapa. Para impedir la propagación del culto a Santiago, las<br />

autoridades eclesiásticas prohibieron que la gente pusiera como nombre a sus hijos el nombre<br />

de Santiago, Ver Mariano Delgado, Gott in Lateinamerika. Texte auf fünf Jahrhunderten. Ein<br />

60


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

fundamentos pseudobíblicos o de las tradiciones populares arraigadas y<br />

magnificadas por eventos épicos como la lucha y posterior derrota sobre los moros<br />

en la península ibérica.<br />

La polifacética figura de Illapa permite también una serie de transferencia de<br />

atributos. Existe una doble correspondencia con los ángeles arcabuceros, por un lado<br />

se transfieren a los ángeles Arcabuceros los atributos de Illapa y por el otro, los<br />

conquistadores aprovechan su iconografía para convertirlos en símbolo religioso y<br />

de conquista 104 .<br />

Ángeles fi arma fi ARCABUZ ‹ honda ‹ Illapa<br />

Arcabuceros<br />

(Santiago)<br />

› fl<br />

____________________________________________________________<br />

Este esquema nos permite ver cómo los Ángeles Arcabuceros personificaron a<br />

Illapa y éste, a su vez, también a Santiago, algo semejante sucedió con el mismo<br />

Tupac Amaru en relación a Santiago. En este sentido, Panofsky señala que temas de<br />

la antigüedad como los mitológicos pueden ser representados no sólo a través de<br />

formas antiguas sino que también a través de representaciones contemporáneas 105 .<br />

Lesebuch der Geschichte, Dusseldorf, Patmos, 1991, p. 92. Ver también Jorge A. Flores<br />

Ochoa; Elizabeth Kuon Arce, Roberto Samanez Argumedo, Pintura mural en el sur andino,<br />

Lima, Colección arte y tesoros del Perú, 1993: 192-197. La compleja interpretación de esta<br />

figura señala las variadas funciones y obrar del Illapa personificado en Santiago.<br />

104 Comp. Hans-Jürgen Prien, Die Geschichte des Christentums in Lateinamerika, Göttingen<br />

1978, p.77. El carácter guerrero-militar de la misión española se vio reflejado en la<br />

iconografía, estilo que se extendió a lo largo de los siglos XVII y XVIII. Muchos temas<br />

incluyeron motivos militares y estas pinturas no son la excepción, lo cual no significa que su<br />

interpretación sea siempre la de los españoles misionarios.<br />

105 Edwin Panofsky, Sinn und Deutung in der bildenden Kunst, p.51. Según la teoría de Eco se<br />

pueden catalogar códigos iconográficos como por ejemplo un hombre, caballo o en este caso<br />

agregamos un ángel-arcabuz. Los significados del código iconográfico se pueden transformar<br />

en significante y de este modo connotar expresiones culturales complejas. Ya no se trata solo<br />

de un hombre, un caballo; sino de hombre-monarca, caballo-bucéfalo, o en nuestro caso<br />

ángel-Illapa. Dan lugar a configuraciones sintagmáticas muy complejas que pueden ser<br />

reconocidas ya que se fundan en unidades de reconocimiento muy aparentes, es decir son<br />

61


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Siguiendo su razonamiento, y considerando que no es conocida la representación de<br />

Illapa, aunque ya fue referida su correlación semántica respecto al sol en el<br />

Coricancha, donde su representación no era circular sino antropomórfica, en la línea<br />

de la representación de la Puerta del Sol de Tihuanaco. Acá se informa sobre la<br />

relación que existe entre Illapa y la guerra y el sonido fuerte que ocasiona un<br />

elemento, que se asemeja a la honda, al ser utilizado. Una representación literal del<br />

trueno estaría dada por el rayo. Tal como lo muestra un plano o esquema del templo<br />

del Coricanacha descrito por cronista Pachacuti Yamqui (1613) donde aparece<br />

dibujado un rayo 106 .<br />

Panofsky, en su libro El Significado de las artes Visuales, desarrolla un método<br />

iconológico para acercarse al significado de una obra de arte. Distingue tres pasos<br />

para llegar a su interpretación: el primero lo denomina la descripción<br />

preiconográfica: sujeto primario o natural, donde se consignan los datos fácticos,<br />

como lo son los hechos y cosas descritas, y los datos expresivos, como lo son las<br />

expresiones y actitudes. En este estadio se forma un catálogo de temas y motivos, un<br />

corpus de imágenes donde prevalece la percepción. El segundo paso es la<br />

descripción iconográfica: sujeto secundario o convencional; se identifican las<br />

imágenes históricas, alegóricas y anecdóticas. En este estadio se supone el<br />

conocimiento de fuentes literarias o de la tradición oral. El tercer paso es la<br />

descripción iconológica; consiste en dilucidar el contenido o significación de la obra<br />

de arte. Aquí aparecen subyacentes los símbolos y significados culturales que ponen<br />

de relieve la mentalidad básica que llevó a expresar de una forma determinada una<br />

obra 107 .<br />

Ya hemos descrito las imágenes de los ángeles en trajes militares con armas, se<br />

los ha identificado como huestes celestiales y se los ha tomado como modelo de los<br />

Ángeles Arcabuceros. Efectivamente, la Biblia habla de las miles coelestis, que<br />

portan lanzas y espadas. ¿Estos ángeles “contemporáneos” de la conquista, pueden<br />

llegar a ser una reinterpretación actualizada que dejó de lado la vestimenta militar<br />

romana y las ineficaces lanzas y espadas? Los cronistas informaron sobre una deidad<br />

llamada Illapa que tuvo su doble identificación en la honda y en el arcabuz. Una<br />

complejas pero reconocibles de inmediato. en Se trata de variaciones iconográficas a través<br />

de las cuales se puede reconocer. Comp. Umberto Eco, Einführung in die Semiotik, p. 248.<br />

106 Ver Barbara Gretenkord, “Indianische Einflüsse im Architektur- und Altardekor andiner<br />

Kolonialbauten: Santiago und Illapa”, p. 149.<br />

107 Ver Erwin Panofsky, Sinn und Deutung in der bildenden Kunst, pp. 36-67.<br />

62


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

representación de Guamán Poma de Ayala nos muestra Illapa y su correspondencia<br />

con la honda. Ahora bien, nos queda una cuestión a considerar y esto es las alas. En<br />

este caso la situación es inversa. El arcabuz o la honda sería correcto ya que Illapa<br />

es representado por la honda, sin embargo las alas no se corresponden pues no es un<br />

ángel, a pesar de que éste conlleve las características metonímicas del ave hierática,<br />

pero no del ángel 108 .<br />

Hay dos fuentes literarias distintas que nos dan a su vez certidumbre e<br />

incertidumbre sobre nuestra imagen. En el caso de interpretar a la imagen como<br />

Ángel Arcabucero, entonces las espadas, lanzas e inclusive las alas son claros<br />

elementos de las huestes celestiales, no así el arcabuz. En este caso no alcanzan las<br />

fuentes literarias. Mientras no haya fuentes europeas de ángeles con arcabuces queda<br />

la pregunta de su origen en otro lugar o situación. Sin embargo, sí existen en<br />

América desde el siglo XVIII. Por lo tanto sí hay un typus de Ángel con arcabuz,<br />

más no un typus de Illapa con alas. Cabe preguntarse, si en realidad el artista pintó a<br />

su propia deidad agregando las alas. Esto quiere decir que los artistas han<br />

representado a Illapa y no al ángel Arcabucero del Imperio Austroandino.<br />

¿Por qué los artistas consideraron correcto pintar el motivo (imagen) del arcabuz<br />

como a Illapa en el Ángel, y no el motivo de las alas sobre Illapa? Ya se mencionó<br />

la censura que los artistas locales sufrían y que esto les impedía expresar su propia<br />

imagen o cosmovisión religiosa de otro modo. Sólo podían tomar el imaginario<br />

permitido y transformarlo. Es claro que la versátil correspondencia entre arte -temas<br />

cristianos y palabra– y catequización resultara en un motivo (imagen)<br />

sobreentendido que diera por resultado el Ángel Arcabucero, que en su propagación<br />

resultara en diversas interpretaciones. Para reforzar esta idea, es necesario recordar<br />

los atributos ornitológicos encarnados en los propios seres voladores donde su<br />

representación sobrevivió ampliamente a las censuras eclesiales. Estas<br />

representaciones autóctonas, si bien no pudieron ser realizadas nunca más en la<br />

forma ancestral, las nuevas estuvieron reemplazando la morfología, no así su<br />

contenido simbólico religioso. Estos atributos, sumados los de Illapa encarnados en<br />

el Inca rey o sus caciques se dejan ver en una pintura del Corpus Christi del siglo<br />

XVIII Regreso de la procesión a la Catedral de la Escuela Cusqueña de Arte. En<br />

esta representación se pueden visualizar claramente los caciques con sus<br />

108 Ya fue señalado hasta qué punto las alas o las plumas de aves son una parte de la<br />

representación que no tiene una función ornamental sino de significado metonímico. Las alas<br />

no representan al pájaro sino las cualidades de las aves traspasadas a los seres humanos.<br />

63


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

vestimentas, tocado de plumas y armas que son las mismas que llevan los Ángeles<br />

Arcabuceros 109 . También en Lima, para la Fiesta de San Miguel, los caciques se<br />

vestían del mismo modo. Sin embargo, en una oportunidad aprovecharon la<br />

situación para alzarse en armas en contra del Virrey. La rebelión armada fue<br />

sofocada y desde entonces la vestimenta de los ángeles arcabuceros fue prohibida<br />

por ser considerada nociva para la paz social 110 . Es claro que los altos jefes<br />

asumieron en esta vestimenta las ancestrales costumbres. La aparente asunción de<br />

símbolos cristianos sirvió solo para camuflar los privilegios que desde tiempos<br />

inmemoriales poseían los caciques, no así el común del pueblo. Esta paradoja de<br />

poder permanecería en tanto y en cuanto fuera instrumental al poder colonial y sus<br />

intereses y por supuesto de aquellos que detentaran algún tipo de poder, sean estos<br />

españoles o descendientes de los incas.<br />

Conclusión<br />

En todo proceso interpretativo quedan claroscuros. En nuestro caso, la<br />

pertinencia de los ángeles arcabuceros radicados en la iconografía colonial y su<br />

utilización tanto por parte de los españoles como de los pueblos originarios nos da<br />

un margen de incertidumbre como para dudar hasta dónde fueron catequizados o<br />

convertidos los pueblos originarios. El mismo Enrique Dussel 111 se lo pregunta, a<br />

pesar de su convicción de que en América Latina había empezado un proceso de<br />

catequización y que los responsables de esto deberían tomarlo en serio para que<br />

América Latina llegara a ser un pueblo cristiano. Sin caer en extremos y<br />

permaneciendo en el respeto que toda religiosidad merece, el panteón y los rituales<br />

podrán ir transformándose a partir de las exigencias de los tiempos con imposiciones<br />

o tiempos laxos de las religiosidades predominantes. Sin embargo, y ante el embate<br />

conquistador cristiano del siglo XVII, y con el ensayo de extirpación de idolatrías<br />

ejercido por el aparato represor de la iglesia, permitió que la religiosidad oficial<br />

prácticamente expirara. Sin embargo, aún queda mucho por conocer del sustrato<br />

sobreviviente llamado religiosidad popular. Esta religiosidad subyace hasta hoy en<br />

109 En el sur de España se puede ver una obra con la representación de una procesión del<br />

Corpus escoltada por soldados con arcabuces o mosquetes. Ver Gerhard Matern, Zur<br />

Vorgeschichte und Geschichte der Fronleichnamsfeier besonders in Spanien, Studien zur<br />

Volksfrömmigkeit des Mittelalters und der beginnenden Neuzeit, Zweite Reihe. T.10 ,<br />

Deutschland 1962, p.284.<br />

110 José de Mesa y Teresa Gisbert, Historia de la pintura cuzqueña, Tomo I., Lima, 1982, p. 307.<br />

111 Enrique Dussel, Die Geschichte der Kirche in Lateinamerika, p. 120.<br />

64


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

día y gracias a su continua transformación sobrevive sobre sólidas creencias que<br />

permiten su desarrollo mientras permanezcan el hábitat y el ethos y se reforzará a<br />

través de sus rituales. Sea por tema de salud, de supervivencia ante los embates<br />

climáticos, la inseguridad de la vida o de los valores heredados, siempre habrá una<br />

manera de permitir la entrada de nuevas formas icónicas, rituales y hasta creencias.<br />

Hoy muchos de estos ángeles están presentes como arte, en museos, hoteles,<br />

colecciones privadas o simplemente como una reproducción 112 . Sin embargo, su<br />

paso por la historia del arte y la religión fue un eslabón más entre las tradiciones<br />

religiosas que los originaron desde los pueblos del lejano oriente, pasando por el<br />

judaísmo y el cristianismo, desembocando en un remoto Cusco donde personajes<br />

alados autóctonos encontraron la fuerza creadora y de creencias de los que los<br />

convirtieron en Ángeles Arcabuceros. Así el Ángel Arcabucero dejó de ser mito para<br />

llegar a ser arte y permanecer en la historia.<br />

112 Horst Schwebel, “Redierunt Angeli - Revision des Engelmythos?”, en: Horst Schwebel y<br />

Andreas Mertin (Ed.), Bilder und ihre Macht, Verhältnis von Kunst und christlicher Religion,<br />

Stuttgart, Kath. Bibelwerk 1989, p. 65.<br />

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<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Ilustraciones<br />

Emblema con el pájaro Indi, Manco Cápac<br />

Personajes con alas, dibujo mochica<br />

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<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Personaje alado, cóndor. Tejido<br />

Arte plumario Chimu<br />

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<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Colibrí, dibujo Nazca, Huari<br />

Machu Picchu, Cóndor<br />

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<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Personajes alados, mensajeros, Mochica<br />

Ángel Arcabucero, posiciones según libro ejercicios de Armas de Gheyn<br />

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<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Ángeles Arcabuceros, Salamiel y Eliel<br />

con detalle de postura del soldado Jujuy Argentina<br />

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<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Ángel Arcabucero de Calamarca,<br />

José López de los Rios, Asiel timor Dei<br />

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<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Ángel Mendível, mosaico<br />

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<strong>DIALOGANDO</strong><br />

RESUMEN<br />

El trabajo se centra temáticamente en la región andina del Cusco y zonas de<br />

influencias del entonces imperio Inca. Se analizará la relación entre arte y el<br />

fenómeno religioso en los andes centrales donde tras la conquista se originan<br />

conflictos entre la cultura conquistadora que impone nuevos códigos de<br />

comunicación y la cultura local que apela a su ingenio para hacer sobrevivir gran<br />

parte de sus creencias. Para ello desde la fenomenología de la religión y una<br />

semiótica del arte se ofrecerá un instrumental metodológico adecuado. La<br />

representación de los ángeles en el Cusco inunda la fisonomía de la ciudad, en<br />

iglesias, monasterios, talleres de arte, frisos, solos, acompañados de santos, con<br />

vírgenes, etc. Todas estas representaciones, en mayor o menor medida, forman parte<br />

de la devoción popular.<br />

Palabras clave: angelología colonial – iconografía colonial – arte mestizo -<br />

religiosidad popular<br />

ABSTRACT<br />

The conquest’s Angels of the Angels. The iconographic dilemma of the Ángeles<br />

Arcabuceros<br />

The work is thematically centered on the Andean region of Cusco and then<br />

influences areas Inca empire. The relationship between art and religion in the central<br />

Andes where after the conquest conflicts between the conquering culture that sets<br />

new communication codes and local culture that appeals to your ingenuity to survive<br />

much of their beliefs originate will be analyzed. To do this from the phenomenology<br />

of religion and art semiotics an appropriate methodological tools will be offered .<br />

The representation of angels in the Cusco floods the appearance of the city, in<br />

churches, monasteries , art workshops , friezes , alone , accompanied by saints,<br />

virgins , etc. . All these representations, to a greater or lesser extent, are part of<br />

popular devotion<br />

.<br />

Keywords: colonial angelology - colonial iconography – “mestizo” art - popular<br />

religiosity<br />

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<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

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<strong>DIALOGANDO</strong> 1, N. 1, <strong>2013</strong><br />

ISSN 2347-0712<br />

Relacionándonos con nuestro Creador<br />

Graciela de Grynberg<br />

Seminario Rabínico<br />

Buenos Aires<br />

El ser humano en todos los tiempos, ha tenido necesidad de comunicarse con el<br />

Creador, para agradecerle, honrarlo, pedirle cosas, arrepentirse. Es su manera de<br />

sentir que no esta solo en este mundo, que hay alguien superior que lo creó y que<br />

sigue en relación con él, preocupándose por su vida.<br />

La manera de comunicarse fue cambiando a través de la historia. Al principio<br />

utilizó altares y sacrificios y luego lo hizo a través de la palabra.<br />

Estos altares y sacrificios fueron construidos de manera muy simple en su<br />

comienzo.<br />

La primera ofrenda que encontramos en el texto bíblico es en Génesis 4:4-6: “Al<br />

cabo de un tiempo Caín hizo del fruto de la tierra ofrendas para Dios. Y también<br />

Abel ofreció de las primeras y mejores crías de su rebaño”.<br />

Luego del diluvio, Noé sacrificó animales a Dios:<br />

“Erigió Noe un altar para Adonai, tomó de todos los animales puros y de<br />

todas las aves puras y ofreció holocaustos en el altar. Inhaló Adonai el grato<br />

aroma” (Génesis 8:20-21).<br />

También leemos cómo Dios le ordenó a Abraham sacrificar a su hijo Isaac<br />

“….Toma, ahora, a tu único hijo, a quien amas, a Isaac y vete a la tierra de Moriah<br />

y ofrécelo allí como holocausto sobre uno de los montes que Yo habré de indicarte”.<br />

Abraham obedeció a Dios, pero en el momento en que Abraham estaba por<br />

sacrificar a Isaac, Dios intervino y proveyó un carnero para que muriera en lugar de<br />

Isaac (Génesis 22:2-13).<br />

Estos fueron los primeros sacrificios realizados por el hombre. Sencillos, sin<br />

lugar establecido, sin diseño.


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Algunos salieron del corazón del hombre y otros, fueron a pedido de Dios.<br />

Una vez que fueron entregados los Diez Mandamientos en el Monte Sinaí<br />

(Éxodo 20:1-14) hubo necesidad de guardar las tablas en algún lugar seguro para ser<br />

transportadas durante la travesía en el desierto durante 40 años. Durante el mismo<br />

hicieron cuarenta y dos campamentos o paradas hasta que cruzaron el río Jordán e<br />

ingresaron a la tierra de Israel (Números 33:1– 49). Así leemos del texto bíblico:<br />

“Conforme con todo lo que Yo te hago ver a ti, la forma del Tabernáculo y la forma<br />

de todos los enseres, y así habrías de hacer” (Éxodo 25:9).<br />

“Y harán para Mí un Santuario y yo moraré en medio de ellos… Y harás una<br />

cortina de lana azul, púrpura y escarlata y lino finamente hilado…y la cortina<br />

dividirá para ustedes entre el Sancta, Sancto Sanctórum y harás un patio para<br />

el Santuario…de cien codos de largo y cincuenta codos de ancho…” (Éxodo<br />

25:8, 26:31-33, 27:9-18).<br />

Como vemos Dios dio las directivas de cómo iba a ser el Santuario Móvil,<br />

Mishkán y todo lo que contiene. Nuestros sabios nos cuentan que Dios creó el<br />

mundo porque “deseó tener una morada para Sí en los planos inferiores” 1 , por lo<br />

tanto el mundo físico debía convertirse, de esta manera, en un hogar para Él.<br />

La construcción del Santuario Móvil por parte del pueblo de Israel en el Desierto<br />

del Sinaí marcó el primero de los esfuerzos de construir una morada para Dios.<br />

De quince materiales nos habla el texto bíblico con los cuales fue construido el<br />

Mishkán: “Oro, plata y cobre; azul, púrpura y lana teñida con carmesí, lino, y pelo<br />

de cabra; pieles de carnero teñidas de rojo, pieles de tájash y madera de acacia;<br />

aceite para iluminar, y especies olorosas para el óleo de unción y el incienso; piedras<br />

shóham y gemas para colocar en el efod y en el pectoral” (Éxodo 25:3-7),<br />

representando una muestra de los recursos animales, vegetales y minerales de la<br />

tierra, siendo utilizados en este primer espacio físico dedicado al servicio a Dios.<br />

El Santuario era una estructura rectangular cuya área interior medía treinta<br />

‘codos’ de este a oeste, diez ‘codos’ de norte a sur, y diez ‘codos’ de altura (aprox.<br />

15 x 5 x 5 metros). Sus paredes Norte, Sur y Este fueron armadas con paneles de<br />

madera de acacia enchapados en oro.<br />

1 Midrash Tanjumá, Nasó 16; Tania, cap. 36.<br />

76


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

El Santuario acompañó al pueblo judío en sus viajes por el desierto. Cuando los<br />

judíos levantaron campamento, el Santuario era desmantelado, cargado en carros<br />

tirados por bueyes, y erigido nuevamente en su próximo lugar en el cual iban a<br />

permanecer.<br />

Su techo era de tres capas de cobertura estilo carpa: un tapiz interior hilado en<br />

lana y lino teñidos de azul, púrpura y rojo; una segunda cobertura de pelo de cabra<br />

entretejido; y una tercera cobertura exterior de pieles animales.<br />

Del lado oriental del Santuario, sin pared, había una cortina, el masáj, sostenida<br />

por cinco postes. A diez ‘codos’ de su pared occidental, otra cortina, el parójet,<br />

suspendida de cuatro postes, dividía el Santuario en dos cámaras: una cámara<br />

exterior, de 20 x 10 ‘codos’ de tamaño, llamada “El Santo”, y una interior de 10 x 10<br />

‘codos’, llamada el Sancta, Sancto Sanctórum.<br />

Este lugar contenía el “altar de oro” sobre el que se quemaba el incienso, ketoret,<br />

la “mesa” sobre la que se disponía el “Pan de la Proposición”, léjem hapaním. Isaac<br />

Abarbanel 2 lo compara con el maná. Los panes estaban divididos en pares de 6 y 6<br />

significando el sustento de día y de noche. En Shabat el Kohen, sacerdote, ordenaba<br />

los panes, simbolizando que el día Sábado en el desierto no caía el maná. Estaba<br />

cerca del Arca, mostrándonos que lo espiritual depende de lo material y viceversa.<br />

Algunos comentaristas basados en el libro del Zohar, ven en la mesa el símbolo de<br />

la vida material del ser humano: el ser humano tiene que crear y producir, pero debe<br />

invocar la bendición de dios que recaerá únicamente si el hombre hace sus propios<br />

esfuerzos 3 . La “Menorá”, que es el candelabro de siete brazos. Y de la Torá<br />

encontramos la descripción de cómo debía ser la Menorá... harás también un<br />

candelabro de oro puro, labrado a martillo... su pie, su tronco, sus copas, sus globitos<br />

y sus flores procederán de sí mismo... y seis brazos saldrán de sus lados. Tres brazos<br />

del candelabro de un lado de él y tres brazos del candelabro del otro lado de él..."<br />

(Éxodo 25:31-39). Este candelabro o Menorá fue labrado durante la travesía en el<br />

desierto. Estuvo en el Tabernáculo luego fue llevado al santuario de Shiló y más<br />

tarde se lo trasladó al Templo de Jerusalén que construyó el Rey Salomón.<br />

2 Lisboa 1437- Venecia 1508<br />

3 Tomado del comentario del Rabino Edery al capítulo 25, versículo 23 del libro de Exodo.<br />

77


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

El Sancta, Sancto Sanctórum, al que ningún hombre podía entrar a excepción del<br />

Kohén Gadol, el Sumo Sacerdote, en el día de Iom Kipur incluía el Arca que<br />

contenía las Tablas del Pacto, coronada por dos keruvím, querubines de oro macizo.<br />

Circundando el Santuario estaba el “Patio”, jatzér, un área de 100 x 50 'codos' de<br />

tamaño, cercado por una partición de lino tejido. Dentro del patio, frente al<br />

Santuario, se alzaba el “altar exterior” sobre el que se ofrendaban a Dios los<br />

sacrificios, que eran ofrendas cerealeras y de animales. Entre el altar exterior y el<br />

Santuario estaba el “Piletón de Cobre”, kior, en el que los sacerdotes lavaban sus<br />

manos y pies antes de ingresar al Santuario a realizar cualquier parte de su servicio.<br />

El Beit HaMikdash, erigido en Jerusalén como un hogar permanente para Dios,<br />

fue diseñado según el modelo del Santuario: la azará (equivalente al Patio del<br />

Santuario), el heijal (equivalente al “Santo”), y el Sancta, Sancto Sanctórum.<br />

Tabernáculo, proviene de la palabra en latín “tabernaculum” que quiere decir<br />

tienda. Tabernaculum es el diminutivo de taberna que significa cabaña, caseta.<br />

También se lo llama “santuario” o “tienda de reuniones”, que significa morada.<br />

Sin saber, los judíos en el desierto bajo las órdenes de Betzalel, el arquitecto y<br />

con directivas celestiales, habrían comenzado a realizar lo que hoy llamamos<br />

arquitectura.<br />

El Mishkán fue inaugurado al inicio del segundo año de la salida de Egipto del<br />

pueblo de Israel, el 1*de Nisán (Éxodo 40). Acompañó al pueblo durante 39 años,<br />

hasta la llegada a la Tierra de Cnaan. Obviamente el Mishkán era desmontable y<br />

móvil a raíz de los viajes y paradas que realizó el pueblo durante ese lapso.<br />

Al morir Moisés, Josué queda como líder del pueblo y es quien está al mando de<br />

la conquista e instalación del pueblo en la Tierra de Israel.<br />

Durante 14 años permanecen en Gilgal con el Santuario Móvil. Siete años les<br />

tardó conquistar la tierra y siete años repartir las tierras entre las tribus.<br />

Luego viajaron a Shiló Allí construyeron un santuario con paredes de piedra. Las<br />

cortinas que hacían las veces de techo, no fueron cambiadas.<br />

78


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

De Shilóse trasladaron a la ciudad de Nob, donde erigieron un santuario que<br />

estuvo allí por espacio de 13 años.<br />

Luego del episodio de David y Goliat se trasladaron a Guibón y construyeron un<br />

Santuario que duró cuarenta y cuatro años.<br />

Después de cuatrocientos ochenta años desde la salida de Egipto, el rey Salomón<br />

construye el Primer Templo en Jerusalén el Bet Hamikdash, el Sagrado Templo. Se<br />

construyó en el siglo X a.e.c.(aproximadamente en la década de 960 a.e.c.), para<br />

sustituir el Tabernáculo que durante siglos, desde el Éxodo, se venía utilizando<br />

como lugar de reunión y de culto a Dios. Contó para esta empresa con la ayuda del<br />

rey de Tiro, Hiram.<br />

El Templo marcó el final de un largo viaje y del cumplimiento de un sueño.<br />

No poseía elementos desmontables. Todo era fijo: su techo, sus paredes de<br />

piedra.<br />

A partir de ese momento y a pesar de la destrucción de ambos Templos (el<br />

Primer Templo fue destruido por el rey Nabucodonosor en el año 586 a.e.c. y el<br />

segundo en el año 70 e.c. por el emperador Tito), la presencia de Dios se posó allí, y<br />

nunca más se retiró.<br />

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<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Ilustraciones<br />

Templo- reconstrucción 1<br />

Templo- reconstrucción 2<br />

80


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Tabernáculo<br />

Tabernáculo<br />

81


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Miskán<br />

82


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

RESUMEN<br />

El ser humano en todos los tiempos, ha tenido necesidad de comunicarse con el<br />

Creador, para agradecerle, honrarlo, pedirle cosas, arrepentirse. La manera de<br />

comunicarse fue cambiando a través de la historia. Al principio utilizó altares y<br />

sacrificios y luego lo hizo a través de la palabra. Estos altares fueron construidos de<br />

manera muy simple en su comienzo. Los primeros sacrificios eran sencillos, sin<br />

lugar establecido, sin diseño.<br />

Luego de la peregrinación en el desierto se construyeron santuarios con diseño. Se<br />

pasa revista a esta historia<br />

Palabras clave: templo – Tabernáculo – alianza - sacrificio ritual<br />

ABSTRACT<br />

In relationship with our Creator<br />

Human beings in all times, has had a need to communicate with the Creator, to<br />

thank, honor, ask things, repent. The way to communicate was changing throughout<br />

history. Initially used altars and sacrifices, and then through the word. These altars<br />

were built very simply at the start. The first sacrifices were simple, without<br />

provisions, without design. After wandering in the wilderness sanctuaries were built<br />

with design. It reviews this story.<br />

Keywords: temple - Tabernacle - covenant - ritual sacrifice<br />

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<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

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<strong>DIALOGANDO</strong> 1, N. 1, <strong>2013</strong><br />

ISSN 2347-0712<br />

La recepción de Gn 17 en Génesis Rabbah<br />

Andrea Hojman<br />

Centro de Estudios Salesiano<br />

Buenos Aires<br />

En este trabajo nos proponemos presentar un ejemplo significativo del<br />

funcionamiento de la exégesis del judaísmo clásico. Tomaremos un fragmento del<br />

Génesis Rabbah (GnR), el midras más extenso del período amoraíta que ha llegado<br />

a nosotros. Nos detendremos especialmente en las secciones que comentan el texto<br />

bíblico de Gn 17.<br />

Sobre todo para los lectores cristianos, el abordaje de un midras requiere de una<br />

introducción a este amplio “espacio” que constituye la literatura rabínica del<br />

judaísmo clásico 1 . Esto servirá de contextualización al tiempo que brindará algunas<br />

claves desde las que afrontar la lectura.<br />

1. Ubicándonos: la literatura rabínica del judaísmo clásico<br />

Entrar en una tierra poco conocida demanda por parte del explorador algunas<br />

pistas que orienten el camino. Con el fin de acercarlas, presentamos a continuación<br />

un puñado de elementos que pretenden contextualizar la lectura y servir de guías<br />

interpretativas.<br />

a) Pluralidad y diversidad de la literatura rabínica del judaísmo clásico<br />

Se llama genéricamente literatura rabínica del judaísmo clásico a una pluralidad<br />

compleja de obras, datadas entre los siglos I y VIII e.c., es decir, desde la dispersión<br />

luego del año 70 hasta lo que se considera la fecha la edición del Talmud<br />

Babilónico 2 .<br />

1 Para una introducción completa y exhaustiva puede verse H. L. Strack-G. Stemberger,<br />

Introducción a la literatura talmúdica y midrásica, Valencia, Institución San Jerónimo para la<br />

Investigación Bíblica, 1988.<br />

2 La época a la que nos referimos es extensa, pero conoce diferencias de períodos según los<br />

sujetos y la tarea a que se dedicaron, según la relación entre enseñanza y tradición. El


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Su nota característica es la diversidad, tanto en lo que hace a los contenidos, los<br />

géneros literarios, los ámbitos de producción y transmisión, cuanto en la inclusión<br />

de distintas opiniones sin que se dé una exclusión mutua.<br />

En cuanto a los contenidos, encontramos traducciones interpretativas de la Biblia<br />

Hebrea (como los targumim), obras de exégesis (midrasim) y literatura en que<br />

predomina lo legal (Misnah, Toseftah, Talmud). En relación a los géneros, hallamos<br />

uno narrativo (haggadah) y otro jurídico-legal (halakah), conociendo cada uno<br />

subgéneros 3 . Los ámbitos de producción y transmisión también son variados: la<br />

sinagoga, el bet hammidras, la escuela, círculos literarios y hasta en momentos de<br />

divertimento 4 .<br />

Todo esto se ve coronado con un rasgo común a todas estas formas de literatura<br />

como es la notable aceptación y transmisión de distintas opiniones, expresadas en la<br />

citación de dichos de diversos sabios sin que ninguna elimine la enseñanza de otro.<br />

primero, que se extiende desde el S. I al III d.C., es el de los tannaítas (del hebreo, tanna’im:<br />

repetidores, transmisores). Se debió a ellos la tarea de recopilación de la Torah Oral en la<br />

Misnah y la Toseftah). En los siglos IV-V d.C., los amoraítas (proveniente de la raíz ’mr:<br />

decir), se ocuparon de comentar y discutir sobre las enseñanzas de los tannaítas, actividad que<br />

constituirá la gemarah, la cual, reunida con la Misnah, conforma el Talmud, y el trabajo<br />

exegético recopilado en numerosos midrasim. Los siglos VI-VII d.C. corresponden a los<br />

saboraítas (proveniente de la raíz sbr, opinar, explicar), a quienes debemos el Talmud<br />

Babilónico. El desarrollo de la tradición continúa y, hasta el siglo XI d.C., los gaonitas (del<br />

hebreo ga’on, eximio, ilustre) son los directores de las academias talmúdicas y responsables<br />

de las decisiones religioso-jurídicas. Cf. Strack-Stemberger, 36-37.<br />

3 Puede verse la clasificación de géneros que ofrece Strack-Stemberger, 95.<br />

4 Cf. G. Aranda Pérez – F. García Martínez – M. Pérez Fernández, 500. Todas las<br />

clasificaciones son, por cierto, algo artificiales y forzadas, puesto que se entrecruzan en las<br />

obras concretas. Así, por ejemplo, una misma obra puede contener textos de diversos géneros,<br />

y un texto predominantemente hagádico puede admitir, y de hecho lo hace, cantidad de frases<br />

de tipo jurídico. Difícil es también ser taxativos con respecto a los ámbitos de producción,<br />

dado que muchas veces parece aventurado adjudicar una obra en su conjunto a un contexto<br />

escolar o sinagogal. En lo referente a contenidos, un targum -que habitualmente es designado<br />

como traducción- introduce comentarios de tipo exegético.<br />

86


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

b) Una Torah “bipolar”<br />

La comprensión de esta literatura debe inscribirse en las delicadas relaciones<br />

existentes entre las así llamadas Torah Escrita y Torah Oral. La tarea de los sabios y<br />

maestros puede entenderse como una ardua labor hermenéutica, que se despliega en<br />

la tensión entre la Revelación contenida en un texto considerado sagrado (Torah<br />

Escrita) y las nuevas situaciones que era necesario afrontar. Su alta legitimidad y su<br />

íntima vinculación con la Torah Escrita llevaron a denominarla Torah Oral.<br />

La Torah es ahora una bipolaridad. Los dos polos se articulan y se tensan entre<br />

subordinación y legitimación 5 . Si por un lado, la Torah Oral está subordinada a la<br />

Escrita que es su primera fuente; por el otro, aquella goza de tal legitimidad y valor<br />

que el judaísmo rabínico la considera como parte de la revelación de Dios a Moisés.<br />

“La Escritura, la Mishnah, el sabio, los tres hablaron con igual autoridad.<br />

Verdad, una cosa debía alinearse con la otra, la Mishnah con la Escritura, el<br />

sabio con la Mishnah. Pero no sucedió que un componente de la Torah, la<br />

palabra de Dios a Israel, se posicionara en un círculo sagrado excluyendo al<br />

otro. La interpretación y lo que fue interpretado, exégesis y texto pertenecían<br />

a lo mismo [...] Las colecciones de cosas que dijo [el rabino] acerca de la<br />

Escritura constituyeron composiciones integrantes de la Torah [...] Por tanto,<br />

en el rabino, la palabra de Dios se hizo carne [...] Produciendo al rabino como<br />

Torah encarnada nació el Judaísmo, la fe en la Torah: la revelación siempre<br />

presente, el canon siempre abierto” 6 .<br />

Una ulterior complicación proviene del hecho de que esta tradición<br />

hermenéutica, al inicio exclusivamente oral, sufre un cambio decisivo al ser<br />

plasmada por escrito. Este pasaje parece haber surgido de la necesidad en el seno de<br />

la comunidad de recoger este variado y rico material. El fenómeno se debe, sin duda,<br />

a causas complejas y variadas que no podemos aquí exponer con detalle:<br />

“…muy posiblemente tiene sus hitos principales en la destrucción del<br />

Segundo Templo en el año 70, la fijación del canon bíblico aproximadamente<br />

5 Cf. L. Girón Blanc, “Literatura derasica”, El Olivo 36, 1992: 83-103, 87 (en adelante: Girón<br />

Blanc).<br />

6 J. Neusner, Midrash in Context. Exegesis in Formative Judaism, Philadelphia, Fortress<br />

Press, 1983, 136.137 (en adelante: MC).<br />

87


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

en el año 100, y el desastre con el que termina la segunda revuelta judía<br />

capitaneada por Bar Kokbá en el año 135, sin olvidar la posible influencia del<br />

creciente Cristianismo” 7 .<br />

El origen oral no debe ser perdido de vista en ningún momento por los<br />

intérpretes, ya que afecta de manera decisiva la identidad del texto, aún en su actual<br />

forma escrita.<br />

c) Los midrasim<br />

El término midras admite diversos niveles de significación. Tanto en la Escritura<br />

como en la Misnah la raíz aparece connotando variados sentidos 8 . Es tanto un<br />

género literario consistente en una interpretación y aplicación peculiar del texto<br />

bíblico, como un grupo de obras.<br />

7 L. Girón Blanc, “Literatura derasica”, El Olivo 36,1992: 83-103, 87.<br />

8 La raíz aparece en la Biblia en el sentido básico de buscar, investigar, indagar, inquirir (cf.<br />

Dt 13,15; Lv 10,16). Cuando tiene a Dios o lo divino como sujeto supone el derecho divino a<br />

exigir o reclamar (cf. Gn 9,5; Dt 23,22; Ez 34,10). Cuando tiene a Dios o lo divino como<br />

objeto tiene el sentido de consultar a Dios, los dioses, los profetas o los adivinos (cf. Gn<br />

25,22; Ez 14,7) o buscar a Dios (cf. Os 10,12; Sal 24,6). En textos tardíos el objeto de la<br />

búsqueda no es Dios sino su palabra, sus mandatos, su ley (cf. Esd 7,10; I Cro 28,8; II Cro<br />

18,4; Is 34,16). Midras como sustantivo sólo aparece dos veces en la Biblia y en época tardía:<br />

II Cro 13,22 y 24,27, en ambos casos suponiendo la referencia a una obra escrita que versa<br />

sobre un escrito anterior considerado sagrado o autoritativo. En la Misnah el verbo d.r.sh ha<br />

quedado especializado para señalar el estudio y la exposición de la Escritura. En la mayoría<br />

de los escritos rabínicos no implica sólo la actividad de estudio, sino especialmente la<br />

exposición o explicación del sentido de un texto. Cf. Pérez Fernández, 469-473. Cabe agregar<br />

una definición aún más amplia aportada por J. Neusner. Según él, en el judaísmo clásico<br />

existen tres formas de acercamiento a la Escritura que merecen ser calificadas como<br />

midrasim: Paráfrasis, en la que el exégeta traduce las palabras hebreas al idioma en uso y<br />

adiciona frases y sentencias revisando el sentido del texto recibido (al arameo, targumim; al<br />

griego, Aquila, LXX); Profecía, donde el lector toma la Escritura como una fuente para<br />

interpretar el presente y el futuro (los pesher de los esenios de Qumrán, pasajes del Evangelio<br />

de Mateo); y finalmente, Parábola, donde el exégeta busca significados más profundos (los<br />

midrasim en sentido estricto). Cf. J. Neusner, What is Midrash?, Philadelphia, Fortress Press,<br />

1987, 7-12. (En adelante: WM).<br />

88


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Pero la palabra midras recibe también una significación mucho más estricta, que<br />

es la que utilizaremos de aquí en adelante:<br />

“Midras es un tipo de literatura, oral o escrita, que tiene su punto de partida<br />

en un texto fijo, canónico, considerado como la palabra revelada de Dios por<br />

el midrashista y su audiencia, y en el cual este verso original es<br />

explícitamente citado o claramente aludido […] Para que algo sea<br />

considerado Midras, debe tener una clara relación con el aceptado texto<br />

canónico de la Revelación. Midras es un término dado a una actividad judía<br />

que encuentra su lugar en la vida religiosa de la comunidad judía. Mientras<br />

otros hacen exégesis de sus cánones de revelación y mientras los judíos hacen<br />

exégesis de otros textos, sólo los judíos que explícitamente atan sus<br />

comentarios a la Biblia están incluidos en Midras” 9 .<br />

Se caracteriza, entonces, por su naturaleza exegética, su fontalidad en la<br />

Escritura y su telos en la comunidad.<br />

Cuatro notas lo especifican a la vez que lo diferencian de otras formas literarias<br />

que les son más o menos contemporáneas: la distinción neta entre texto bíblico e<br />

interpretación; la explicitación, en la mayoría de los casos, de la técnica o sistema de<br />

razonamiento mediante el cual se obtiene la interpretación; el uso expreso de la<br />

Escritura como recurso o soporte de la interpretación; y la citación de los nombres<br />

de los rabinos que proponen o transmiten una determinada interpretación 10 .<br />

d) Criterios hermenéuticos<br />

La literatura midrásica, como obra de interpretación que es, no se llevó a cabo<br />

sin criterios de exégesis y hermenéutica. Los sabios se dejaron orientar por ciertos<br />

principios fundamentales que subyacen a cualquier intento concreto y práctico de<br />

interpretación sistemática 11 :<br />

9 G. Porton, “Defining Midrash”, en J. Neusner (ed.), The Study of Ancient Judaism, New<br />

York, Ktav, 1981, 55-92, 62. Citado en WM, 9-10.<br />

10 Cf. Pérez Fernández, 524-525.<br />

11 Cf. Strack-Stemberger, 47-69; Pérez Fernández, 513-517; Girón Blanc, 94-95; M. Pérez<br />

Fernández, Midrás Sifré Números, Estella, Verbo Divino, 1989: 17-34.<br />

89


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

- La Torah se explica por la Torah (Torah min-hattorah) 12 y la Torah Oral es su<br />

correcta interpretación. Tal como reza el dicho atribuido a R. Aqiba, es valla<br />

protectora de la Torah.<br />

- La Escritura es una, por lo que no puede contener contradicciones. Esto<br />

conlleva por parte de los exégetas un gran esfuerzo de armonización.<br />

- La Escritura no contiene ni puede contener párrafos o palabras ociosas. Célebre<br />

es el dicho de GnR 1,14: “Porque no hay palabra baladí para vosotros, (Dt 32,7) y si<br />

os resulta baladí es que no sabéis interpretar”. Las repeticiones son sólo aparentes.<br />

Por tanto, ante cualquier afirmación que resulte paralela o duplicada, el buen<br />

intérprete debe preguntarse qué nuevo significado quiere enseñar el texto: “Una<br />

perícopa formulada en un lugar en el que le falta algo, si vuelve a repetirse en otro<br />

lugar es sólo por lo que le falta en el primero” (SNm 2,1); y “toda perícopa que una<br />

vez formulada se vuelve a repetir, sólo se repite en razón de algo nuevo que hay en<br />

ella” (Sot 3a).<br />

- La Escritura contiene pluralidad de sentidos, los cuales se nominan con el<br />

acróstico pardes: peshat o sentido literal; remez o alusión; deras o interpretación y<br />

sod o sentido oculto, místico.<br />

- La Escritura puede y debe actualizarse. Este proceso establece un puente entre<br />

la “historia bíblica” y los eventos contemporáneos, por el que se producen dos<br />

efectos recíprocos: primero, se remueve a las historias bíblicas de su ubicación en<br />

“otro tiempo”, y segundo, los hechos contemporáneos pierden su peculiaridad y<br />

especificidad. Sucediendo en el mundo de hoy entran también en la paradigmática<br />

conformación de la existencia mítica. De este modo, los relatos bíblicos suceden<br />

cada día y los hechos de cada día se hacen contemporáneos a los relatos de la<br />

Escritura.<br />

De la aplicación de estos principios básicos resultan algunas normas, llamadas<br />

middot, que ayudan a decidir en los casos concretos. Algunas de ellas se compilaron<br />

y sistematizaron en una suerte de listas. Así pues, contamos con las siete reglas de R.<br />

Hillel, las trece de R. Ismael, y las treinta y dos reglas de R. Eleazar, hijo de R. José,<br />

12 Generalmente, un verso de la Torah (entendiendo aquí por “Torah” el Pentateuco) se<br />

interpreta con un texto de los Profetas o de los Escritos.<br />

90


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

el galileo 13 . Este fenómeno no se comprende sino en el contexto de una marcada<br />

“academización” de la exégesis, lo cual conlleva dos significaciones. Por un lado, la<br />

progresiva complejización de las normas. Por otro, el intento de estos rabíes y sus<br />

escuelas de ejercer control sobre el abanico creciente de grupos e individuos que<br />

reivindicaban algún tipo de “inspiración” y diversas capacidades interpretativas.<br />

e) Contexto socio-político-religioso de surgimiento<br />

Una última consideración se refiere al contexto socio-político y religioso de<br />

surgimiento de esta literatura. Esto merece una aproximación en distintas escalas.<br />

En primer lugar, tenemos una serie de acontecimientos decisivos de los siglos I y<br />

II e.c. Luego de la destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70, el judaísmo<br />

comienza a transitar un largo proceso de grandes cambios en la configuración de su<br />

propia identidad 14 : los rollos de la Torah sustituyen el culto sacrificial, los rabinos a<br />

la casta sacerdotal y la sinagoga al Templo. También la tierra ha sido sustituida por<br />

una situación de diáspora masiva, con su centro floreciente en Babilonia. El estudio<br />

de la Torah, la oración y la ética constituyen los pilares de la nueva forma de<br />

judaísmo 15 . Luego del segundo levantamiento judío, acaudillado por Bar Kokbah, en<br />

que los judíos son vencidos, Jerusalén fue destruida por completo y se construyó una<br />

nueva ciudad totalmente helenizada, llamada ahora Colonia Aelia Capitolina, con un<br />

templo dedicado a Júpiter Capitolino, a Juno y a Minerva. Se prohibió a los judíos<br />

practicar la circuncisión, celebrar el sábado, enseñar públicamente la Torah,<br />

constituir doctores de la Ley y hacer prosélitos. La voluntad revolucionaria de los<br />

judíos se sofocó por completo. Sin embargo, no sucedió lo mismo con su tenacidad<br />

en la construcción y consolidación identitaria. El proceso de composición de la<br />

Misnah estaba en marcha y llegaría a concretarse aproximadamente en el año 200.<br />

En segundo lugar, es necesario considerar una serie de acontecimientos más<br />

próximos al lapso de tiempo que nos interesa y en el que tomará su forma final el<br />

13 Pueden encontrarse explicadas y relacionadas en Strack-Stemberger, 49-69; Girón Blanc,<br />

95-96.<br />

14 Cf. J. Neusner, “Varieties of Judaism in the Formative Age”, en A. Green (ed.), Jewish<br />

Spirituality. From the Bible through the Middle Ages, New York, Crossroad Publishing, 1986,<br />

171-197, 171-172.<br />

15 Así reza el tratado de Pirke Abot: “Sobre tres cosas descansa el mundo: Sobre la Torah,<br />

sobre el culto y sobre el ejercicio de las obras de amor.” Ab 1,2.<br />

91


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

GnR (siglos IV-V e.c.). Se verificó un cambio radical en el escenario del “mundo”:<br />

la irrupción del cristianismo pero, sobre todo, su elevación al rango de religión<br />

oficial del Imperio de Constantino y su consiguiente empoderamiento modificarían<br />

radicalmente las bases del escenario socio-político-religioso. 16<br />

El sistema propuesto por la Misnah se vio desafiado por este nuevo actor que<br />

reclamaba la validez de su propia interpretación de las Escrituras y de la historia.<br />

Ellos veían en Jesús de Nazaret a su Mesías, se veían a sí mismos como Pueblo de<br />

Dios, sucesor de Israel -y las más de las veces- como el Nuevo y Verdadero Israel.<br />

Aún más, para demostrar ambas afirmaciones se apelaba a las mismas Escrituras que<br />

usaban los judíos. A ellas se agregaba un corpus textual que daba cuenta de la<br />

novedad de Jesucristo, considerado también parte de la Revelación.<br />

“Para casi todos en el mundo Romano los eventos más importantes de los<br />

siglos IV y V […] fueron, primero, la legalización del cristianismo, seguido<br />

muy rápidamente por su adopción como la religión más favorecida del<br />

estado, y luego por la deslegitimación del paganismo (y la degradación<br />

sistemática del judaísmo)” 17 .<br />

Cinco eventos de central importancia sucedieron para la historia del judaísmo en<br />

este período 18 . Ante todo, la conversión de Constantino al cristianismo. No<br />

contamos con evidencias que nos permitan reconstruir la reacción de los judíos ante<br />

la constitución del cristianismo como la religión favorecida del Imperio. Pero lo<br />

cierto es que en Israel, Constantino y su madre Helena, construyeron templos y<br />

lugares de culto en los sitios considerados sagrados para los judíos. “Ellos<br />

reescribieron el mapa de la Tierra de Israel” 19 . Muy claramente trasmite Neusner lo<br />

que podría significar para los judíos este cambio de escenario:<br />

“Un cambio en el Imperio desde el culto a Zeus hacia la adoración a Mitra no<br />

significaba nada; el paganismo era lo que era, careciendo de toda<br />

diferenciación a los ojos judíos. El cristianismo era algo más. Era diferente.<br />

16 Cf. WM, 45-51.<br />

17 MC, 111.<br />

18 Cf. MC, 113-114.<br />

19 MC, 114.<br />

92


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Era similar al judaísmo. Los cristianos leían la Torah y reivindicaban declarar<br />

sus sentidos” 20 .<br />

El segundo acontecimiento fue la reversión al paganismo por parte del<br />

emperador Juliano en el año 360 e.c. Esto significó para los judíos el mejoramiento<br />

general de su situación social. Sobre todo despertó su esperanza con un permiso para<br />

reconstruir el Templo de Jerusalén. De este modo parecía responder a las<br />

expectativas mesiánicas. Su plan era demostrar la falsedad de la profecía de Jesús<br />

referente al Templo. Sin embargo, murió antes de poder llevarlo a cabo y las<br />

esperanzas depositadas en él terminaron en la decepción más profunda.<br />

En tercer lugar, la “despaganización” del Imperio Romano, con la consiguiente<br />

formación de una nueva política agresiva contra los paganos. Sus expresiones fueron<br />

el ataque sistemático a templos y a sinagogas, a las personas y a sus propiedades.<br />

Desde la subida de Teodosio II en el 383 e.c. hasta la muerte de su hijo Arcadio en<br />

el 408 e.c., la persecución a los judíos se hizo encarnizada. Todas las formas de<br />

administración judía en la tierra de Israel fueron abolidas. Se promulgaron leyes que<br />

los redujeron a ciudadanos de segunda clase. No podían tener puestos públicos, pero<br />

sin embargo, debían seguir sirviendo en los concilios de las ciudades y recaudar<br />

impuestos. Más tarde fueron removidos de lo primero sin dejar lo segundo. Entre los<br />

años 404 y 438 e.c. tuvieron prohibido desempeñarse en el servicio civil, representar<br />

ciudades, servir en la armada, y hasta fueron expulsados de todo oficio público. En<br />

el año 425 e.c. se suprime el Sanedrín. En fin, el paso al siglo V e.c. constituyó el<br />

aislamiento de los judíos, la degradación de su estatuto social y la suspensión de su<br />

autonomía.<br />

En cuarto lugar, la cristianización de la mayoría de la población en la tierra de<br />

Israel. Variadas son las causas: el impacto de la predicación cristiana, la situación<br />

social favorable desde la conversión de Constantino, las diversas formas de<br />

persecución sistemática a paganos y judíos, el retorno de muchos cristianos a Israel.<br />

Gran parte de la población adoptó el cristianismo, incluso muchos judíos<br />

decepcionados luego de la muerte del emperador Juliano.<br />

Semejante cúmulo de desafíos urge a los judíos a profundizar en su trabajo<br />

hermenéutico para definir y consolidar su propia identidad y para establecer el modo<br />

20 MC, 114.<br />

93


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

en que la Escritura debía ser leída. El inmenso esfuerzo constructor de este sistema<br />

se corona con la proclamación de su carácter de Torah Oral.<br />

“Los sucesos políticos del Cristianismo hicieron aguda la cuestión del plan de<br />

Dios para Israel. Esos documentos releyeron el Génesis para producir una<br />

teoría de la historia y sus leyes (GnR), y el Levítico para producir una teoría<br />

de la sociedad y sus reglas (LvR)” 21 .<br />

Los rasgos apologéticos de esta literatura son claros: la insistencia en su propia<br />

autoridad en la interpretación de las Escrituras conformando un sistema<br />

hermenéutico que pretende ofrecer la legítima lectura del texto así como restringir<br />

cualquier otro tipo de interpretación; su naturaleza de Torah Oral en adición a la<br />

Torah Escrita; la justificación de su propio sistema socio-religioso mediante la<br />

lectura actualizante de los relatos bíblicos 22 .<br />

Un modelo parece repetirse: el rebrote de la esperanza mesiánica seguida de una<br />

fuerte desilusión da lugar a la producción de un libro. Ya dos siglos antes, en<br />

tiempos de la revuelta de Bar Kokbah, la decepción en torno a la figura de quien<br />

había sido proclamado mesías produjo la Misnah. También ahora, la esperanza<br />

despertada por las iniciativas reconstructoras del Emperador Juliano y el desencanto<br />

luego de la frustración de sus planes, dan lugar a la composición del Talmud de la<br />

Tierra de Israel y de las grandes colecciones de exégesis, entre ellas el GnR 23 .<br />

2. Génesis Rabbah: características generales<br />

a) Datación y lugar de composición<br />

Datar con precisión esta obra es por lo demás complejo. Diversas problemáticas<br />

deberían ser abordadas: la adjudicación, la referencia a nombres de sabios y rabinos,<br />

así como de acontecimientos o personajes del mundo público, las fuentes que GnR<br />

habría utlilizado y el testimonio que otros textos han dejado de él, las lenguas en que<br />

ha sido escrito. Todas estas cuestiones exceden claramente este marco.<br />

21 MR, 11.<br />

22 Cf. MC, 117-123.<br />

23 Cf. MC, 116-117.<br />

94


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Sin embargo, podemos sostener aquí algunas afirmaciones básicas. Se trata del<br />

primer midras haggádico amoraíta conservado. Hablamos del período comprendido<br />

entre los siglos IV y V e.c. No obstante, no se descarta la posibilidad de que recoja<br />

materiales más antiguos y dichos transmitidos oralmente, incluso del período<br />

tannaítico 24 .<br />

Por el contrario, ninguna certeza podemos tener acerca de la prehistoria de GnR.<br />

Existen hipótesis que sostienen tanto la existencia de dos obras diferentes luego<br />

reunidas, como la ampliación de un texto inicialmente más reducido. Lo que sí<br />

resulta claro es que en su proceso de formación, el texto ha sufrido ampliaciones y<br />

pérdidas. Esto se aprecia en la comparación entre los diversos testigos. Se considera<br />

adiciones más tardías a algunos pasajes que difieren notablemente del resto en<br />

lenguaje, estilo y carácter 25 .<br />

El lugar de composición parece ser más fácilmente reconocible:<br />

“Lo que sí resulta seguro es que GnR fue redactado en Palestina; prueba de<br />

ello es no sólo la preponderancia de los rabinos palestinos o determinadas<br />

alusiones históricas, sino, sobre todo, la lengua: Predominantemente el<br />

hebreo, con muchas palabras griegas, pero también partes en arameo<br />

galilaico. A ello puede añadirse aún el testimonio de la tradición: Rashi a Gn<br />

47,2 llama a GnR Aggadat Eres Yisrael” 26 .<br />

b) Contenido y organización<br />

Se trata de un comentario seguido al libro del Génesis, frase por frase, incluso a<br />

veces palabra por palabra. Sólo a partir del capítulo 93 se abandona este<br />

procedimiento. El estilo general de la obra es preponderantemente haggádico.<br />

Girón Blanc 27 lo ha ubicado entre los midrasim escolares, por su estilo exegético<br />

predominante. Sin embargo, mientras se asemeja a otros midrasim escolares, “su<br />

24 Repetidas veces se encuentra la palabra tanya, lo cual introduce enseñanzas de la época<br />

tannaíta.<br />

25 Se trata de los capítulos 75, 84, 88, 91, 93 y 95-100.<br />

26 Vegas Montaner, 33.<br />

27 Girón Blanc, 88-89.<br />

95


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

contenido, a base de leyendas bíblicas, es enormemente popular [...] su estructura<br />

interna no es la de la exégesis halákica, sino la de una cierta homilía” 28 .<br />

La diversidad de materiales, que incluye desde simples explicaciones hasta<br />

exposiciones haggádicas complejas, atestigua un intrincado proceso de compilación,<br />

selección y edición.<br />

La organización general de la obra sigue un doble camino. Por un lado, sigue el<br />

ciclo trienal de lecturas palestinense, por lo que consta de 101 secciones o capítulos<br />

(en Palestina denominadas sedarim) 29 . Por otro, persiste la habitual división típica<br />

del ciclo anual babilónico, en la que el libro del Génesis contiene doce porciones (en<br />

Babilonia llamadas parashot).<br />

A diferencia de los midrasim tannaíticos y salvo siete excepciones, todas las<br />

secciones están introducidas con varios proemios, llegando en ocasiones a nueve<br />

proemios en una sola sección. El total de ellos es de 246. Su estilo es el clásico de<br />

los midrasim del período amoraítico. Abren cada sección, en la mayoría de las veces<br />

(199) con una frase tomada de los Escritos (sobre todo de los Salmos o Proverbios)<br />

y sólo algunas de los Profetas (37) y muy pocas de otro libro del Pentateuco (10).<br />

Estos proemios son generalmente anónimos. Con ellos, se nos ha legado “una<br />

magnífica antología de ‘proemios’ homiléticos y [...] riquísima información sobre<br />

leyendas populares de antiquísimo origen palestinense” 30 .<br />

Habitualmente, las secciones no tienen fórmula de conclusión. Algunas de ellas<br />

terminan con un versículo que funciona de apertura a la sección siguiente.<br />

Una característica de GnR, al igual que otros midrasim amoraítas antiguos, los<br />

tannaítas y los dos talmudim, son sus repeticiones.<br />

28 Pérez Fernández, 490.<br />

29 Según el manuscrito de mayor importancia que se encuentra en la Biblioteca Vaticana.<br />

Otros manuscritos y versiones ofrecen pequeñas variaciones en el número de capítulos. Strack<br />

y Stemberger complejizan la cuestión asegurando que “aún en la época gaónica no había un<br />

ciclo homogéneo en Palestina, sino que las lecturas variaban de un lugar a otro. Esto es lo que<br />

prueban las diferentes listas de perícopas”, Strack-Stemberger, 329-330.<br />

30 Pérez Fernández, 490.<br />

96


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

3. GnR 46-47: una lectura midrásica de Gn 17 31<br />

Los pasos dados hasta aquí nos han ofrecido un conjunto de herramientas<br />

necesarias para acceder a la lectura de algunos fragmentos del GnR. Se trata de una<br />

suerte de “equipamiento” para ir al texto, a la vez que de “claves” para aprovechar<br />

mejor la lectura.<br />

Nos centramos ahora en dos porciones del GnR (46-47) donde los midrasistas<br />

comentan el texto bíblico de Gn 17. Buscamos aquí explicitar algunas notas<br />

interpretativas presentes en el texto. Las organizamos en dos grupos: el primero se<br />

refiere a los aspectos metodológicos, es decir, a la tarea exegética de los midrasistas;<br />

el segundo, a los contenidos del texto.<br />

3. 1. Aspectos metodológicos<br />

A) La integridad del texto<br />

La exégesis midrásica toma el texto bíblico como una unidad. Esto se ve<br />

reflejado sobre todo en dos niveles. En primer lugar, al interior de Gn 17, donde los<br />

midrasistas no han observado quiebres ni incoherencias; no han expresado sospechas<br />

acerca de su integridad. Más bien, lo han interpretado como un continuum que goza<br />

de armonía interna. En segundo lugar, en la transición entre Gn 17 y la escena<br />

siguiente. Con gran habilidad, han entrelazado estas escenas adelantando la<br />

aparición de los personajes del episodio siguiente esperando a Abraham mientras él<br />

hablaba con Dios:<br />

Y terminó de hablar a él y ascendió Elohim de sobre Abraham. teney: 32<br />

Aquel que se despide de su amigo, ya sea grande, ya sea pequeño, tiene que<br />

pedir de él permiso. ¿De quién tú aprendes (esto)? De Abraham. Una vez,<br />

Abraham estaba hablando con el Santo, Bendito Él. Vinieron los ángeles<br />

servidores para hablar con él. Les dijo a ellos: Me voy a despedir primero de<br />

31 La lectura hermenéutica que ofrecemos a continuación pudo realizarse gracias a una lectura<br />

literal del texto de GnR 46-47 hecha con el Rab. Abraham Skorka en el curso de algunas<br />

entrevistas. Seguimos la edición crítica de GnR de M. A. Mirqin, Tel Aviv, 1956-1967. (En<br />

adelante: MAM). Para citar las explicaciones del Rab. Abraham Skorka usaremos la sigla AS.<br />

32 Se explicó/se enseñó. Enseñanza proveniente de la época tannaíta.<br />

97


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

la Sekinah, que es más grande que ustedes, y después hablo con ustedes 33 .<br />

(GnR 47, kb).<br />

Algo similar se verifica al final de la parashah 47 donde, a modo de apertura a la<br />

sección siguiente, se cita Gn 18,1:<br />

Dijo a él el Santo, Bendito Él: Hasta que no te circuncidaste sucedía que los<br />

hijos de los hombres venían a ti. Ahora yo con mi gloria vengo y me<br />

manifiesto a ti, como está escrito: Y se presentó a él YHWH en la encina de<br />

Mambré (Gn 18,1). (GnR 47, y).<br />

B) Normas hermenéuticas utilizadas<br />

Los principios fundamentales que rigen la interpretación rabínica han sido<br />

utilizados en estos fragmentos. Numerosos pasajes de otros libros bíblicos han<br />

venido a explicar éste, demostrando que la Torah se explica por la Torah. Ambas<br />

secciones comienzan con la cita de otro texto; en GnR 46 de los Profetas (Os 9,10) y<br />

en GnR 47 de los Escritos (Prov 12,4).<br />

El presupuesto tácito de la inexistencia de contradicciones e incoherencias<br />

genera la necesidad de superar las aparentes mediante el recurso a un sentido más<br />

profundo. Ejemplo de esto es la pregunta respecto de por qué Abram no fue<br />

circuncidado antes, teniendo en cuenta la importancia de la circuncisión y las<br />

repetidas ocasiones en que hubiera sido posible llevarla a cabo. La respuesta expone<br />

una coherencia más profunda, diciendo: “Todo esto no fue hecho así para que Isaac<br />

salga de una gota santa” (GnR 46,b).<br />

La repetición de la bendición a Sarah (cf. 17,16) se explica por la necesidad de<br />

una doble bendición, una para que tenga un hijo, la otra para que tenga leche; o para<br />

que vuelva a su juventud (cf. GnR 47,b). De modo análogo sucede con la expresión<br />

circuncidar circuncidarás (cf. 17,13), de donde se explican dos pasos a realizar en el<br />

rito de la circuncisión (cf. GnR 46,yb). No se piensa en la extrañeza de la repetición,<br />

sino que se la toma como algo necesario, que no sobra, y que hay que saber<br />

interpretar para extraer una enseñanza. La Torah no contiene párrafos o palabras<br />

ociosas<br />

33 “Pidió Abraham permiso del Santo, Bendito Él, porque vinieron los ángeles y lo esperaban<br />

para hablar con él. Como dice (Gn 18,2) Y vió tres hombres...” MAM, 175.<br />

98


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

La actualización permanente del texto bíblico demuestra la contemporaneidad<br />

que se establece entre el relato y las nuevas circunstancias en las que éste se<br />

interpreta. Esto se ve reflejado, por ejemplo, en la discusión sobre la necesidad de<br />

recircuncidar al prosélito ya circuncidado o al que nace circunciso:<br />

teney: R. Simeon ben Eleazar dijo: No discutieron la casa de Shammai y la<br />

casa de Hillel sobre aquel que nació circuncidado, que es necesario hacer<br />

fluir de él la sangre del pacto, porque es un prepucio escondido.<br />

¿Sobre qué discutieron? Sobre un extranjero que se hace prosélito [y ya está]<br />

circuncidado. Que la casa de Shammai decía que es necesario hacer fluir de<br />

él la sangre del pacto, y la casa de Hillel decía que no es necesario. R. Eleazar<br />

ben R. José, el galileo, dice: La casa de Shammai y la casa de Hillel no<br />

discutían sobre esto ni sobre esto, que es necesario hacer fluir de él la sangre<br />

del pacto. ¿Y sobre qué discutieron? Sobre quien nació circuncidado. Cuando<br />

el octavo día es Sabbat, la casa de Shammai dice: Es necesario hacer fluir de<br />

él la sangre del pacto, y la casa de Hillel dice: No es necesario. (GnR 46, yb)<br />

Además de estos principios básicos de interpretación, en GnR 46-47 aparece la<br />

utilización explícita de tres middot. Dos veces aparece la mención del recurso al qal<br />

wahomer (cf. GnR 46, t; 47, h). Se trata de una argumentación que “consiste en una<br />

deducción o inferencia de menor a mayor […] El esquema de argumentación es el<br />

siguiente: Si esto es así, con cuánta mayor razón esto otro habrá de ser también<br />

así” 34 . Veamos un ejemplo:<br />

R. Abba bar Kahana en nombre de R. Biryai: Aquí el hijo de la señora<br />

aprende del hijo de la sierva. He aquí que lo bendije, éste es Ismael, y<br />

multiplicaré a él, éste es Ismael, cuánto más (qal wahomer) mi berit 35 la<br />

estableceré con Isaac! (GnR 47, h).<br />

34 Girón Blanc, 95.<br />

35 La categoría berit requiere una explicación. Se trata de una categoría es compleja y<br />

polisémica. Su traducción frecuente en los vocablos como “alianza” o “pacto” entraña<br />

dificultades, dado que manifiesta sólo uno de sus rasgos semánticos y anula otros. En algunos<br />

casos, berit equivale a una promesa de Dios, un juramento que Él toma sobre sí mismo. En<br />

otros, se refiere al status que resulta de ese acto y que significa una relación permanente entre<br />

Dios y la casa de Abraham. Por último, en otros contextos, remite a una obligación impuesta<br />

por Dios sobre el ser humano o el pueblo que establece la necesidad del sujeto humano de<br />

adherir al mandato divino. El caso de Gn 17 es especialmente paradigmático y conflictivo. En<br />

la misma perícopa aparecen todas estas significaciones de berit.<br />

99


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Por su parte, el gezerah sawah es una deducción por analogía que “consiste en<br />

inferir relaciones de dos o más textos bíblicos por el hecho de tener una palabra en<br />

común, aunque los contextos puedan ser aparentemente muy diferentes” 36 .<br />

Yo quiero dar mi berit entre yo y tú y acrecentaré... (17,2). Dijo R. Huna en<br />

nombre de Bar Kappara: Estaba sentado Abraham y dedujo una gezerha<br />

sawah: Se dice orlah en referencia al árbol; se dice orlah en referencia al<br />

Adam, ¿qué orlah se dice en relación al árbol? Un lugar que hace frutos.<br />

¿Cómo se dice orlah del Adam? Un lugar que hace frutos (GnR 46,d).<br />

Por útlimo, el notariqon “es un recurso por el que se interpreta una palabra como<br />

si fuera una sigla o abreviatura, entendiendo que cada una de las letras es, a su vez,<br />

la inicial de otra palabra” 37 . Así aparece en GnR 46:<br />

Yo; he aquí mi berit contigo (17,4). R. Abba y R. Berekiah y R. Samuel bar<br />

Ammi estaban sentados y estudiaban y preguntaban: ¿De dónde (que hay) un<br />

notariqon de la Torah? (Porque) está dicho: Y te convertirás en padre de una<br />

muchedumbre de naciones. Para “Abraham” (le) faltaba una res 38 (GnR<br />

46,z).<br />

La discusión se basa en la posibilidad de que el nombre de Abraham sea<br />

resultado de un acróstico de las palabras ’ab hamon goyim (padre de muchedumbre<br />

de naciones).<br />

Otros recursos utilizados son las numerosas citaciones de enseñanzas tannaíticas<br />

introducidas por los vocablos teney/tanya’ y de polémicas entre escuelas (cf. GnR<br />

46, yb); la enseñanza por medio de ejemplos de tipo haggádico (cf. GnR 46,d.y;<br />

47,a.d.w.z); o de tono halákico (cf. GnR 46,j.t.yb); las explicaciones gramaticales<br />

(cf. GnR 47,h.t); el juego de palabras y la personificación. Las dos últimas merecen<br />

ser ejemplificadas.<br />

Los términos que se elijan en castellano deben regirse por el contexto en que aparece la<br />

palabra hebrea. Ellos pueden revestir diversos matices, tales como “alianza”, “promesa”,<br />

“juramento”, “garantía”, “mandato”.<br />

36 Girón Blanc, 95.<br />

37 Girón Blanc, 96.<br />

38 “Pero como el nombre de Abram contenía una res, aunque no fuera la inicial ni final de otra<br />

palabra, Dios la dejó para el notariqon”. AS, 8, nota 3; Cf. MAM, 168.<br />

100


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

En GnR 46,g aparecen ambos recursos: el juego con la palabra day (suficiente)<br />

relacionado con el nombre divino ’el Sadday, y la caracterización de la circuncisión<br />

como “alguien” que puede estar triste:<br />

Y dijo a él: Yo soy ’el Sadday. Dijo: Si preciosa es la circuncisión, ¿por qué<br />

no le fue dada a Adam, el primero? Dijo a él el Santo, Bendito Él, a<br />

Abraham: Es suficiente para ti [que seamos] yo y tú en el mundo. Y si tú no<br />

recibes el circuncidarte, es suficiente para mi mundo hasta acá. Es suficiente<br />

para el prepucio hasta aquí. Es suficiente para la circuncisión, que estuvo<br />

triste hasta ahora! [...]<br />

Dijo a él el Santo, Bendito Él: Abraham, es suficiente para ti que yo soy tu<br />

Dios, es suficiente para ti que yo soy tu patrón; y no solamente para ti, sino<br />

que es suficiente para mi mundo que yo soy su Dios, es suficiente para mi<br />

mundo que yo soy su patrón.<br />

R. Nathan en nombre de R. Axa y R. Berekiah en nombre de R. Isaac: Yo soy<br />

’el Sadday. Yo soy quien dijo a mi mundo, a los cielos “suficiente” y a la<br />

tierra “suficiente”, porque si no les hubiese dicho “suficiente”, hasta ahora se<br />

estarían diseminando y agrandando.<br />

También aparece la personificación de la letra yod:<br />

Dijo R. Simon ben Joxay: La yod que tomó el Santo, Bendito Él, de Saray<br />

estaba volando y se quejó delante del trono del Santo, Bendito Él, y dijo<br />

delante de Él: Señor del Universo, porque yo soy la más pequeña entre las<br />

letras me sacaste de Sarah, la justa? (GnR 47,a).<br />

C) Tendencia a la dramatización y al diálogo<br />

El midras empapa de dialogicidad al pasaje bíblico. Si en Gn 17, lo que<br />

encontramos es más bien un monólogo divino interrumpido por una sola<br />

intervención verbal de Abraham (cf. Gn 17,18), en GnR 46-47, éstas se multiplican<br />

y el texto se enriquece con el recurso a la dramatización. La tensión dramática puede<br />

verse en el ejemplo citado de GnR 46,g.<br />

101


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

D) La lectura “mítica” del texto bíblico<br />

Los exégetas del GnR han leído Gn 17 en tanto relato mítico. 39 Es decir, su<br />

lectura del texto bíblico no ha buscado satisfacer la curiosidad por hechos pasados,<br />

sino que ha afirmado y confirmado que lo que sucedió a los antepasados debía<br />

volver a suceder y reactualizarse en las nuevas circunstancias: “… adoptaron para<br />

ellos la realidad de la Escritura, su historia y doctrinas. Transformaron esa historia<br />

de una secuencia de eventos de otro tiempo, […] en un mundo mítico siempre<br />

presente” 40 .<br />

Los relatos míticos tiene influencia hacia “el detrás” y hacia “el delante”. Por un<br />

lado, el objetivo de la interpretación mítica de Gn 17 en tanto relato fundacional fue<br />

la recreación del mundo de Israel en el tiempo difícil del cambio de escenario sociopolítico-religioso<br />

que les tocaba vivir. La orden recibida por Abraham debía ser<br />

recibida también por su comunidad. La actualización se debía llevar a cabo mediante<br />

la relectura del relato mítico y la dramatización del rito de la circuncisión.<br />

Por el otro, los relatos míticos “cierran” sobre sí misma la historia signándola<br />

con una marca indeleble, de modo que lo que sucede hoy ya ha sucedido “en otro<br />

tiempo” y debe seguir sucediendo. La Escritura dicta los contenidos de la historia.<br />

3. 2. Aspectos de contenido<br />

A) La circuncisión como clave hermenéutica<br />

El tema de la circuncisión desborda los límites que tiene en el texto bíblico.<br />

Mientras en Gn 17, aparece sólo en los vv.9-14.23-27, en GnR el dato de la edad de<br />

Abraham, sus caídas, el nombre divino ’el Sadday, la integridad requerida al<br />

patriarca, la promesa de la tierra se asocian a la circuncisión. La berit como tal se<br />

identifica con la circuncisión. Por esto, sostenemos que la circuncisión funciona,<br />

para los midrasistas, como la clave hermenéutica de Gn 17 mirado en su conjunto.<br />

39 Seguimos la definición de mito de J. S. Croatto: “El mito es el relato de un acontecimiento<br />

originario, en el que actúan los Dioses, y cuya intención es dar sentido a una realidad<br />

significativa.” J. S. Croatto, Experiencia de lo sagrado. Estudio de fenomenología de la<br />

religión, Estella, Guadalupe-Verbo Divino, 2002, 207.<br />

40 WM, 49.<br />

102


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

La argumentación se reparte entre cuestiones que hacen a la naturaleza,<br />

importancia de la circuncisión y su carácter identitario para los descendientes de<br />

Abraham. Otras se refieren al modo concreto de llevarla a cabo. Finalmente, otras se<br />

relacionan con los prosélitos y los paganos, que dejaremos para los puntos<br />

correspondientes a la relación con ellos.<br />

Los midrasistas caracterizan la circuncisión con dos notas: preexistencia y<br />

personificación. Ella existía antes del momento en que fuera llevada a cabo por<br />

Abraham y posee rasgos humanos. El tiempo de su concreción en la carne de<br />

Abraham ha sido cuidadosamente preparado (cf. GnR 46,b). La radicalidad de su<br />

importancia es tal que Dios podría renunciar a su Creación en el caso de que<br />

Abraham no aceptase recibirla: “Y si tú no recibes el circuncidarte, es suficiente<br />

para mi mundo hasta acá” (GnR 46,g).<br />

La circuncisión distinguirá y signará a Abraham de modo tal que aparece la<br />

inquietud por su relación con los demás. Su preocupación recibe como respuesta la<br />

seguridad de la presencia divina:<br />

“Dijo Abraham: Hasta que no me circuncidé, sucedía que los que van y los<br />

que vuelven venían a mí. Dirás: Desde que me circuncidé, ¿no vendrán (más)<br />

a mí? Dijo a él el Santo, Bendito Él: Hasta que no te circuncidaste sucedía<br />

que los hijos de los hombres venían a ti. Ahora yo con mi gloria vengo y me<br />

manifiesto a ti, como está escrito: Y se presentó a él YHWH en la encina de<br />

Mambré (Gn 18,1)” (GnR 46,g).<br />

La entrada a la tierra tiene como presupuesto la práctica de la circuncisión:<br />

“Si reciben tus hijos la circuncisión, ellos entrarán a la tierra, y si no, no<br />

entrarán; si reciben tus hijos el sabbat, ellos entrarán a la tierra, y si no, no<br />

entrarán. R. Berekiah y R. Xelbo en nombre de R. Abin ben R. José: Está<br />

escrito: Ésta es la cosa que circuncidó Josué (Jos 5,4) – Una cosa dijo a ellos<br />

Josué y los circuncidó. Dijo a ellos: ¿Qué piensan ustedes, que entrarán a la<br />

tierra incircuncisos?” (GnR 46,t).<br />

Las dos caídas de Abraham se relacionan con las dos veces que sus hijos<br />

recibirían este signo desde su estancia en Egipto hasta su llegada a la tierra, una por<br />

mano de Moisés y la otra de Josué (cf. GnR 46,b.w.g).<br />

103


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Una promesa se destina a aquellos que la practican. Dios los preservará de todo<br />

peligro y tendrá misericordia con ellos. Elocuente es el relato que imagina a los hijos<br />

de Ptolomeo leyendo el libro del Génesis y actuando de acuerdo a él, aún entre<br />

llantos. Cuando la vida de su padre estuvo en peligro, Dios mismo lo salvó (cf. GnR<br />

46,y). La circuncisión actúa como una ofrenda de aroma agradable ante la presencia<br />

de Dios y asegura su misericordia en favor de su pueblo:<br />

Y tomó Abraham a Ismael, su hijo, y a todos los nacidos de su casa. Dijo R.<br />

Aibu: En el momento que circuncidó Abraham a todos los nacidos de su casa<br />

levantó una colina de prepucios, y brilló sobre ellos el sol y se pudrieron, y el<br />

olor subió delante del Santo, Bendito Él, como un dulce incienso y como un<br />

sacrificio que se eleva totalmente. Dijo el Santo, Bendito Él: En el momento<br />

en que los hijos de éste lleguen a hacer transgresiones y cosas malas, yo<br />

recordaré en favor de ellos este olor y me llenaré de misericordia con ellos<br />

(GnR 47,z).<br />

Además, el dolor sufrido se interpreta como ocasión de una doble recompensa<br />

(cf. GnR 47,t).<br />

En cuanto al modo de practicarse, el primer problema es qué debe entenderse por<br />

‘orlah (prepucio). Radica aquí la cuestión de la carnalidad de la circuncisión. El<br />

texto no deja lugar a dudas de que el rito debe practicarse sobre el miembro<br />

masculino, la “‘orlah del cuerpo”. Todo tipo de espiritualización queda descartado<br />

(cf. GnR 46,h). La disyuntiva entre lo masculino y lo femenino se resuelve por el<br />

recurso al absurdo (cf. GnR 46,h.yg). El oficiante del rito debe estar circuncidado<br />

(cf. GnR 46,t.yb).<br />

Debe practicarse en pleno día y sin esconderse. El ejemplo de Abraham es<br />

exhortativo y correctivo para los judíos del siglo IV-V que conviven con la tentación<br />

de ocultarla o disimularla (cf. GnR 47,j).<br />

En un contexto en que la circuncisión había llegado a consolidarse como signo<br />

distintivo de la identidad judía, era prohibida por el Imperio y se perseguía a quienes<br />

fueran circuncidados; en un contexto en que era interpretada por el cristianismo<br />

empoderado en clave espiritual, era necesario y hasta urgente reafirmar su carácter<br />

identitario, su obligatoriedad para todo el que se considerase judío y su carnalidad en<br />

la interpretación legítima para el judaísmo.<br />

104


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

B) La preocupación por los prosélitos<br />

El pasaje de GnR 46,b manifiesta una real preocupación por la incorporación de<br />

prosélitos. La posibilidad de que Abram fuera circuncidado a los cuarenta y ocho<br />

años, cuando conoció a su Creador, se descarta porque se la considera un posible<br />

obstáculo para los prosélitos: “¿Y por qué no se circuncidó a los cuarenta y ocho<br />

años, cuando conoció a su Creador? Para no cerrar una puerta delante de los<br />

prosélitos”. Esto sugiere dos cosas: por un lado, que los prosélitos se acercaban a<br />

edades de madurez; pero sobre todo que se establecía para ellos un tiempo de<br />

distancia entre “conocer al Creador” y su incorporación definitiva al judaísmo<br />

mediante la circuncisión.<br />

En segundo lugar, en GnR 46,yb se atestigua una polémica entre la casa de<br />

Shammai y la de Hillel. Los sabios discuten sobre el objeto de esta polémica y el<br />

midras no resuelve el problema. Lo que sí queda claro es que la situación de los<br />

prosélitos, la apertura del judaísmo rabínico a su incorporación y el modo de hacerla<br />

efectiva eran problemas candentes en el contexto de producción del GnR.<br />

C) La relación con los paganos<br />

La relación con los paganos aparece en cuatro momentos del texto. Tres de ellos<br />

están relacionados con la circuncisión. Se plantean dos problemáticas que<br />

presuponen un fluido intercambio comercial entre judíos y paganos -tal vez<br />

cristianos- en el tiempo de producción del GnR: “Se va a un mercado de servidores<br />

de estrellas en los días festivos para comprar de ellos casas, campos, y viñedos y<br />

siervos y siervas” (GnR 47,y).<br />

Los sabios se preguntan si, en el caso de la compra de un hijo de una sirvienta de<br />

paganos, debe efectuarse la circuncisión a los ocho días. La respuesta es positiva.<br />

También se establece que incluso en sabbat se puede proceder a la compra de<br />

siervos paganos entregando el dinero al día siguiente. Pero lo más interesante es la<br />

justificación de la compra de siervos incircuncisos: “…porque él [Dios] los reúne<br />

bajo las alas de la Sekinah” (GnR 47,y).<br />

En GnR 46,t se deduce mediante el recurso a un qal wahomer que un pagano<br />

incircunciso no puede circuncidar.<br />

105


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Por último, en GnR 47,b, se trata de la reivindicación de la figura de Sarah ante<br />

los paganos, quienes no tendrán ya motivos para humillarla.<br />

En suma, todos estos textos ofrecen un testimonio del real intercambio existente<br />

entre judíos y paganos en los S. IV-V, que pasa por las coordenadas comerciales,<br />

sociales y religiosas.<br />

D) El lugar de Sarah<br />

Varias son las temáticas a las que aparece ligada la figura de Sarah: la<br />

interpretación del cambio de nombre, el alcance legal de la incorporación o no de<br />

este cambio, la relación mujer-varón, la bendición, la fertilidad y la maternidad, el<br />

honor.<br />

El cambio de nombre de Saray por el de Sarah recibe tres interpretaciones. La<br />

primera, acudiendo al valor numérico de las letras hebreas, entiende que la y (de<br />

valor 10) fue dividida por Dios en dos h (de valor 5). Una de ellas fue puesta en el<br />

nombre de Abraham y la otra en el de Sarah. De este modo, es el mismo Dios quien<br />

se encarga de otorgar igual valor al patriarca y a la matriarca. La segunda,<br />

recurriendo a la personificación, imagina a la pequeña letra y, sin lugar entre los<br />

nombres y quejándose por esto ante Dios. En su queja llama a Sarah con un<br />

calificativo de gran importancia en la tradición bíblica: “justa”. Sin embargo, la<br />

respuesta de Dios vuelve al androcentrismo más tajante: la y ha conseguido un<br />

honor mayor al ser trasladada del final de un nombre femenino al comienzo de uno<br />

masculino. Con este recurso, se explica no sólo el cambio de nombre de Sarah sino<br />

también el nombre de Josué. Una tercera interpretación relaciona el cambio con un<br />

viraje hacia la universalidad: “En el pasado era Saray para su pueblo, ahora será<br />

Sarah para todos los que vienen al mundo” (cf. GnR 47,a).<br />

A diferencia del caso de Abraham, el que no respeta el cambio de nombre de<br />

Sarah no transgrede un precepto, puesto que este cambio no fue obligado mediante<br />

un precepto. Sólo Abraham fue obligado por Dios a llamarla con el nuevo nombre<br />

(cf. GnR 46,j).<br />

Un dicho de R. Axa introduce la temática de la relación mujer-varón: “Su<br />

marido se corona a través de ella y ella no se corona a través de su marido” (cf. GnR<br />

47,a). Tal sentencia es susceptible de una doble interpretación. Por un lado, en clave<br />

androcéntrica, es posible entender que, mientras el varón puede recibir honores<br />

106


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

gracias a la mujer, ella no es capaz de recibirlos a través de él. Por el otro, el mismo<br />

Mirqin ofrece una interpretación que pretende ser reivindicatoria del lugar de la<br />

mujer en la tradición rabínica. De todos modos, adolece de otorgarle un rol<br />

meramente funcional. Su intento termina siendo igualmente androcéntrico y<br />

patriarcal.<br />

Este dicho, por lo demás ambiguo, se matiza con el que lo sucede<br />

inmediatamente: “en todo lugar el marido da órdenes, pero aquí: Todo lo que ella te<br />

diga escucha en su voz (Gn 21,12)”.<br />

Otra temática que hace a la relación mujer-varón es el de la poligamia. El texto<br />

es confuso. Según la lectura de Mirqin, la aclaración de Gn 17,16 (“también daré<br />

desde ella un hijo para ti”) es innecesaria en el contexto. De allí se desprende que<br />

Abraham entendiera que debía traer a Queturá (cf. GnR 47,b).<br />

La bendición, la fertilidad y la maternidad aparecen claramente asociadas. La<br />

bendición de Dios tiene como efecto la vuelta a la juventud de la fertilidad, a la<br />

maternidad y a la lactancia (cf. GnR 47,b). La imagen de Dios incorpora un aspecto<br />

medicinal y otro artesanal, adelantándose para ofrecer las condiciones necesarias<br />

para la maternidad: “Ella no tenía lo más importante del útero y le esculpió el Santo,<br />

Bendito Él, lo más importante del útero” (GnR 47,b). Esto se completa con el<br />

retorno a la juventud en la vida sexual: “Sarah tenía noventa años no había<br />

envejecido” (GnR 47,g).<br />

Finalmente, la vergüenza causada por la esterilidad es trocada por Dios en honor:<br />

“Yo doy su temor sobre todos los servidores de estrellas [paganos], que no estén<br />

contando sus días y gritándole ‘mujer estéril’” (GnR 47,b).<br />

El aspecto masculino de la sexualidad, manifestado en la circuncisión, y el<br />

femenino, en la fertilidad y la maternidad, se unen para ofrecer una imagen<br />

antropológica completa de la berit con Dios.<br />

Observando el texto en su conjunto, se advierte una oscilación en relación al<br />

lugar de la mujer: éste fluctúa entre valorización y marginalidad.<br />

107


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

E) La relación Isaac-Ismael<br />

Asociado al lugar de Sarah aparece el problema de la relación entre Isaac e<br />

Ismael. El midras es muy cuidadoso en rescatar la figura de Ismael sin dejar de<br />

otorgar el privilegio a Isaac.<br />

En primer lugar, es necesario subrayar el interés por reivindicar el lugar de<br />

Ismael. En la interpretación de los sabios, la pregunta de Abraham de Gn 17,18 no<br />

deja lugar a dudas de que el advenimiento de Isaac no descarta ni sustituye su amor<br />

por su primer hijo:<br />

“Se asemeja a un querido del rey, a quien el rey le aumentó la pensión, le<br />

dijo el rey: Yo pido que se te duplique tu pensión. Le dijo [el hombre]: No<br />

llenes mi espíritu con frialdad, no me elimines la primera! Por eso [dice]: Si<br />

Ismael estuviera ante ti” (GnR 47,d).<br />

Incluso, el GnR llega a la audacia de intercambiar sus lugares:<br />

“Aquí el hijo de la sierva aprende del hijo de la señora. He aquí que yo lo<br />

bendije, éste es Isaac, y multiplicaré a él, éste es Isaac, y acrecentaré a él,<br />

éste es Isaac, y para Ismael ya te escuché sobre la mano del ángel. R. Abba<br />

bar Kahana en nombre de R. Biryai: Aquí el hijo de la señora aprende del<br />

hijo de la sierva. He aquí que lo bendije, éste es Ismael, y multiplicaré a él,<br />

éste es Ismael...” (GnR 47,h).<br />

Sin embargo, tomando el texto en su conjunto, se observa una preeminencia de<br />

Isaac por sobre Ismael. El hijo de Sarah ocupa un lugar de privilegio. La berit se<br />

establece con él (cf. GnR 47,h). La circuncisión de Abraham tiene estricta relación<br />

con el nacimiento de Isaac. Ningún otro momento de su vida fue elegido para la<br />

circuncisión sino la inminencia del advenimiento de Isaac: “Todo esto no fue hecho<br />

así para que Isaac salga de una gota santa” (GnR 46,b). No obstante, es bueno notar<br />

que la pregunta por el motivo por el que Abraham no fuera circuncidado para el<br />

nacimiento de Ismael queda sin respuesta (cf. GnR 46,b).<br />

Tal vez el dato más concluyente acerca de la preeminencia de Isaac es que la<br />

línea de descendencia de Abraham se continúa a través suyo:<br />

108


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

“Así fue en el principio: Uno fue Abraham (Ez 33,24) y después dos:<br />

Abraham e Isaac; y después tres: Abraham, Isaac y Jacob, y después más: Y<br />

los hijos de Israel fructificaron, crecieron y se multiplicaron (Ex 1,7)” (GnR<br />

46,a).<br />

Nuevamente hay que notar que el pensamiento de los rabíes oscila, en este caso,<br />

entre apertura a la universalidad y particularismo. Esto se manifiesta de modo<br />

particular en relación a la descendencia legítima (Ismael/Isaac) pero también pudo<br />

verse reflejada en las temáticas referidas a los paganos y a los prosélitos.<br />

F) “Ausencias” significativas<br />

Una última consideración se refiere a algunas “ausencias”. En un comentario<br />

exegético frase por frase, como es el de GnR, resulta significativo que algunas<br />

palabras o expresiones que aparecen en Gn 17 tal como lo conocemos hoy, no hayan<br />

sido tomadas en consideración por los midrasistas. Variadas interpretaciones de este<br />

hecho podrían ensayarse, pero las complejas cuestiones de crítica textual y los<br />

procesos de producción de los textos, hacen que su tratamiento sea inviable en este<br />

marco. Simplemente nos limitaremos a enunciarlas.<br />

En primer lugar, la expresión berit ’olam (irrevocable, perdurable), repetida tres<br />

veces en Gn 17 tal como ha llegado a nosotros. En segundo lugar, la relación con<br />

Dios de “ser para ti Elohim y para tu descendencia después de ti”. Tercero, la<br />

especificación “toda la tierra de Canaán” prometida “para posesión perdurable”.<br />

Cuarto, la entidad de la circuncisión como signo de la berit. Quinto, el castigo<br />

establecido para el rebelde al pacto de la circuncisión. Sexto, la risa de Abraham.<br />

Por último, la imposición del nombre de Isaac.<br />

Conclusión<br />

En un contexto socio-político y religioso de grandes cambios que desafiaban su<br />

identidad a la vez que ponían en crisis su interpretación de la historia y de las<br />

Escrituras, el judaísmo clásico estuvo urgido y fue capaz de generar un proceso de<br />

construcción y consolidación identitaria de variadas expresiones. Una de las más<br />

destacadas fue la producción literaria junto con un complejo sistema hermenéutico<br />

que guiara y controlara la variedad de posibles interpretaciones.<br />

109


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Podemos decir que se conforma un fecundo triángulo entre texto bíblicocontexto<br />

contemporáneo-interpretación. Esta última se vuelve normativa y se<br />

legitima llegando a constituirse en Torah Oral.<br />

Leyendo los fragmentos de GnR 46-47 pudimos ver reflejada la tarea exegética<br />

del judaísmo clásico en acción. Hemos constatado la flexibilidad de un texto que se<br />

desplaza entre comentarios de tipo filológico, legal, didáctico, exhortativo y poético.<br />

Aplicando diversas normas hermenéuticas, los midrasistas han sabido ver en Gn 17<br />

un texto siempre actual y capaz de decir algo nuevo a sus contemporáneos. Lo han<br />

leído como una unidad y con la libertad necesaria para dramatizarlo e imaginar<br />

diálogos. Respondiendo a sus preocupaciones concretas y a su contexto vital<br />

destacaron algunas temáticas al tiempo que no advirtieron o incluso desoyeron otras.<br />

Ante todo, entendieron la circuncisión como clave interpretativa de Gn 17 poniendo<br />

de relieve la centralidad y desafíos que ésta suscitaba.<br />

Los comentarios exegéticos a Gn 17 compilados en el GnR aportan muchos<br />

elementos a la exégesis contemporánea. Las metas y las metodologías difieren; los<br />

resultados se enriquecen mutuamente.<br />

110


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

RESUMEN<br />

En este trabajo nos proponemos presentar un ejemplo significativo del<br />

funcionamiento de la exégesis del judaísmo clásico. Tomaremos un fragmento del<br />

Génesis Rabbah (GnR), el midras más extenso del período amoraíta que ha llegado<br />

a nosotros. Nos detendremos especialmente en las secciones que comentan el texto<br />

bíblico de Gn 17.<br />

Palabras clave: exégesis judía – judaísmo clásico – midras – período amoraíta<br />

ABSTRACT<br />

Reception in Genesis 17 Genesis Rabbah<br />

In this paper we intend to present a significant example of how the exegesis of<br />

classical Judaism. We'll take a fragment of Genesis Rabbah (GnR), the longest<br />

period Midrash of amoraíta has come to us. We stop especially in the sections<br />

discussed the biblical text of Genesis 17.<br />

Keywords: Jewish exegesis - classical Judaism - Midrash - period amoraíta<br />

111


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

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<strong>DIALOGANDO</strong> 1, N. 1, <strong>2013</strong><br />

ISSN 2347-0712<br />

La lectura en España de la Declaración vaticana<br />

Nostra aetate. Sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas<br />

y sus repercusiones en el diálogo judeo-cristiano<br />

Manuel Lázaro Pulido<br />

ISCR “Sta. Mª de Guadalupe” (UPSA)<br />

Universidade Católica Portuguesa<br />

Cáceres<br />

1. El horizonte del diálogo interreligiosos de una nueva eclesiología: Nostra<br />

aetate<br />

No supone ninguna novedad afirmar que el Concilio Vaticano II tuvo un carácter<br />

marcadamente eclesiológico 1 , de forma que la doctrina conciliar puede leerse en sus<br />

diversos aspectos esenciales, aún hoy 2 , en relación a la idea que sobre sí misma ha<br />

de hacerse de forma constitutiva (Lumen gentium 3 , y sus significativos-estructurales:<br />

la labor teológica-educativa (Dei Verbum, Gravissimus educationis) 4 , la expresión<br />

litúrgica y la tarea significativa (Sacrosantum concilium) 5 , la tarea de gobierno<br />

(Christus Dominus, Orientalium ecclesiarum), el estado de las diversas formas de<br />

vida de la Iglesia (Optatam totius, Presbyterorum ordinis, Perfectae caritatis,<br />

Apostolicam actuositatem) 6 . Y su misión hacia el exterior. Las relaciones de la<br />

1 Esta mirada centrada en el ser de la Iglesia favoreció a su vez el impulso eclesiológico como<br />

puede verse en los propios manuales. Cf. Juan Planellas, La recepción del Vaticano II en los<br />

manuales de eclesiología españoles: I. Riudor, J. Collantes, M. M. Garijo-Guembe, S. Pié-<br />

Ninot, E. Bueno, Roma, Gregorian Biblical BookShop, 2004.<br />

2 Cf. Yves Congar, Le concile de Vatican II. Son Église, peuple de Dieu et corps du Christ,<br />

Paris, Beauchesne, 1984; Philippe Bordeyne – Laurent Villemin, Vatican II et la théologie:<br />

Perspectives pour le XXI e siècle, Paris, Cerf, 2006.<br />

3 Cf. Ciriaco Scanzillo, La Chiesa sacramento di comunione, commento teologico alla Lumen<br />

gentium, Napoli, Edizioni dehonianae, 1987.<br />

4 Cf. Manuel Gordillo, “Líneas fundamentales de la educación cristiana. Estudio sobre la<br />

declaración ‘Gravissimum educationis’, del Concilio Vaticano II”, Excerpta e<br />

dissertationibus in Sacra Theologia, 12, 1987: 69-118.<br />

5 Cf. Annibale Bugnini, La riforma litúrgica (1948-1975), Roma, Ed. Liturgiche, 1983.<br />

6 Cf. Gilles Routhier – Guy Jobin (dir.), L’Autorité et les Autorités. L’herméneutique<br />

théologique de Vatican II, Paris, Éd. du Cerf, 2010; Donald B. Cozzens, The Changing Face


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Iglesia con la sociedad actual en general tocada por los problemas del secularismo<br />

entonces reinante (Gaudium et spes) 7 , dominada por la comunicación interpersonal y<br />

social (Inter mirifica) que construye una sociedad plural (Dignitatis humanae) y que<br />

nos invita a considerar de nuevo el diálogo fecundo con las diferentes tradiciones y<br />

expresiones religiosas, un diálogo interno al cristianismo en los que llamaremos<br />

ecumenismo 8 , el diálogo desde la cristiandad (Unitatis redintegratio), la llamada a<br />

extender la fe católica desde estos nuevos paradigmas sociales (Ad gentes) lo que<br />

lleva a un nuevo modelo constructivo y abierto de diálogo con las religiones no<br />

cristianas (Nostra aetate).<br />

Nostra aetate aparece como una guía en las relaciones entre la Iglesia católica y<br />

las religiones no cristianas 9 . Una guía implica un rumbo. Y este rumbo se orientó en<br />

base a una nueva eclesiológica, un planteamiento que constituye una extensión<br />

pastoral 10 y misional de los principios doctrinales expuestos en el capítulo segundo<br />

de la Constitución Dogmática sobre la Iglesia Lumen gentium dedicado al Pueblo de<br />

Dios. El Pueblo de Dios aparece en una antropología dominada por su carácter<br />

social e histórico y su universalidad: todos los hombres están llamados a pertenecer<br />

al Pueblo de Dios y en razón a esta universalidad ha de acercarse a todas las gentes<br />

en sus expresiones religiosas y culturales, de modo que se pueda ver no las<br />

diferencias, sino las convergencias, siempre bajo la visión-misión del carácter<br />

salvífico de la Iglesia que se manifiesta en la palabra de Dios y en los sacramentos.<br />

De esta forma, alimentado con la doctrina de Lumen gentium, en relación a la<br />

comunidad judía, la Iglesia católica sabe de la elección de Israel como el Pueblo de<br />

Dios, en el Antiguo Testamento, pero no renuncia al carácter misionero en virtud de<br />

su universalidad. En Nostra aetate la religión judía no aparece como una relación de<br />

naturaleza “extrínseca” a la Iglesia católica, sino que en cierto modo, se siente como<br />

“intrínseca” (n. 4). De ahí que las relaciones son de naturaleza distinta a las que<br />

of the Priesthood: A Reflection on the Priest’s Crisis of Soul, Collegeville, MN, Liturgical<br />

Press, 2000.<br />

7 Cf. J. Cordero, “El principio antropológico en la Const. Gaudium et spes del Vaticano II”,<br />

Ciencia Tomista, 96, 1969: 613-646.<br />

8 Cf. F. Rodríguez, “Historia del movimiento ecuménico”, en César izquierdo (dir.),<br />

Diccionario de Teología, Pamplona, Eunsa, 2006: 287-292.<br />

9 Cf. José Morales, Teología de las religiones, Madrid, Rialp: 116-122.<br />

10 Cf. Serafino Lanzetta (ed.), Concilio Vaticano II, un concilio pastorale. Analisi storicofilosofico-teologica,<br />

Frigento, Casa Mariana Editrice, 2011.<br />

114


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

establecen con otra religión, pues, en cierta medida, son los hermanos predilectos y<br />

se podría decir, así, que son nuestros hermanos mayores. De esta forma, Nostra<br />

aetate se constituye en el símbolo de un cambio de la relación entre la Iglesia<br />

católica y la comunidad judía apostando, ya sin posibilidad de retorno, en lo que<br />

podríamos señalar como una teología de la continuidad del cristianismo con el<br />

Antiguo Testamento (la fórmula de Mainz expresada por Juan Pablo II, el 17 de<br />

noviembre de 1980 11 , que habla del “pueblo judío de la Antigua Alianza, la cual<br />

nunca fue revocada”) que favorece el diálogo en un clima que no sin dificultades<br />

(alimentado por miedos y recelos mutuos) se sustenta en el respeto compartido y una<br />

creciente amistad y que ha tenido como fruto visible el creciente diálogo sobre las<br />

relaciones entre Israel y la Santa Sede. Diversos documentos posteriores como<br />

“Orientaciones y sugerencias para la aplicación de Nostra Aetate” (1974) o el<br />

redactado con motivo del Jubileo de 2000 con “Memoria y reconciliación de la<br />

Iglesia y las culpas del pasado”, o más reciente el de la Pontificia Comisión Bíblica<br />

“El pueblo judío y sus sagradas escrituras en la biblia cristiana”. Realidades que son<br />

expresión del impulso vaticano.<br />

Dicho esto entendemos que la Declaración del Concilio Vaticano II Nostra<br />

aetate, sobre la relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas, se funda,<br />

como aparece en el Proemio (NA 1) en los principios fundamentales de la<br />

trascendencia divina, la capacidad de respuesta que las religiones tienen del<br />

presupuesto fundamental de la estructura antropológica humana en su plenitud y la<br />

capacidad salvífica de las que están dotadas:<br />

“Todos los pueblos forman una comunidad, tienen un mismo origen, puesto<br />

que Dios hizo habitar a todo el género humano sobre la faz de la tierra, y<br />

tienen también un fin último, que es Dios, cuya providencia, manifestación<br />

de bondad y designios de salvación se extienden a todos, hasta que se unan<br />

los elegidos en la ciudad santa, que será iluminada por el resplandor de Dios<br />

y en la que los pueblos caminarán bajo su luz.<br />

Los hombres esperan de las diversas religiones la respuesta a los enigmas<br />

recónditos de la condición humana, que hoy como ayer, conmueven<br />

íntimamente su corazón: ¿Qué es el hombre, cuál es el sentido y el fin de<br />

nuestra vida, el bien y el pecado, el origen y el fin del dolor, el camino para<br />

conseguir la verdadera felicidad, la muerte, el juicio, la sanción después de la<br />

11 Cf. United States Catholic Conference, Pope John Paul II on Jews and Judaism: 1979 –<br />

1986, Washington, D.C., Office for Publishing and Promotion Services, 1987.<br />

115


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

muerte? ¿Cuál es, finalmente, aquel último e inefable misterio que envuelve<br />

nuestra existencia, del cual procedemos y hacia donde nos dirigimos?”.<br />

Ahora bien junto a esta vocación, ciertamente universalizante, de buscar lo<br />

común de la experiencia religiosa que comparte sus especificidad a través de sus<br />

bases verticales y horizontales en las diferentes formas de expresión y positividad, la<br />

lógica de la Declaración aún con vocación extrínseca no puede sino centrar la<br />

relación común de pertenencia a la Dios desde el concepto de Revelación cristiana y<br />

la mediación de Cristo, de ahí que afirme:<br />

“La Iglesia católica no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de<br />

santo y verdadero. Considera con sincero respeto los modos de obrar y de<br />

vivir, los preceptos y doctrinas que, por más que discrepen en mucho de lo<br />

que ella profesa y enseña, no pocas veces reflejan un destello de aquella<br />

Verdad que ilumina a todos los hombres. Anuncia y tiene la obligación de<br />

anunciar constantemente a Cristo, que es ‘el Camino, la Verdad y la Vida’<br />

(Jn, 14,6), en quien los hombres encuentran la plenitud de la vida religiosa y<br />

en quien Dios reconcilió consigo todas las cosas” (NA 2).<br />

En este sentido, desde la perspectiva católica, la religión judía se sitúa en un<br />

lugar de privilegio respecto de otras religiones positivas, pues ella comparte la<br />

recepción de la verdadera Revelación divina, aunque no acepta a Jesucristo como<br />

único mediador. En virtud de su patrimonio común el Concilio invita al diálogo<br />

fructífero entre las dos religiones:<br />

“Como es, por consiguiente, tan grande el patrimonio espiritual común a<br />

cristianos y judíos, este Sagrado Concilio quiere fomentar y recomendar el<br />

mutuo conocimiento y aprecio entre ellos, que se consigue sobre todo por<br />

medio de los estudios bíblicos y teológicos y con el diálogo fraterno” (NA 4).<br />

La situación de “privilegio” que se mantiene entre ambas religiones depende,<br />

pues, de dos “ítems”: la doctrina salvífica nacida de la creencia en el mismo Dios<br />

revelado y la mediación de Cristo. Cómo se evalúen estas dos circunstancias será<br />

decisivo en la práctica del diálogo interreligioso entre Iglesia Católica y la<br />

comunidad judía. El desarrollo teológico católico postconciliar ha basculado entre<br />

una apuesta por la centralidad teocéntrica como núcleo de la salvación del hombre<br />

(modelo pluralista o teocéntrico) y la afirmación absoluta de la mediación salvífica<br />

de Jesucristo (modelo exclusivista), para aterrizar en un modelo calificado por<br />

116


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

algunos como “cristocéntrico o inclusivista” en el que “Cristo es el mediador<br />

universal de la revelación y de la salvación y, por lo tanto, los valores positivos o<br />

‘semillas del Verbo’ que aunque de manera parcial, reconocemos en las otras<br />

religiones, están ya incluidas por derecho propio, en el evento de Jesucristo y de<br />

ellas adquieren su alcance y su eficacia” 12 .<br />

Como ya señalamos en otros trabajos 13 hablando sobre el ecumenismo, el<br />

pontificado del papa emérito Benedicto XVI –en consonancia con la posición<br />

teológica mantenida por el “teólogo” y Prefecto de la Congregación para la Doctrina<br />

de la fe, J. Ratzinger–, mantuvo una posición eclesiológica (que es la que impera en<br />

la cuestión ecuménica) que refleja una posición metafísica (estructurante de la<br />

realidad) que ayuda a sustentar la perspectiva respecto del diálogo entre las<br />

confesiones y que tampoco varía en la base de la posición dogmática en materia<br />

interreligiosa. Desde una orientación platónico-agustinista afirma (esta vez a través<br />

del texto del documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Communionis<br />

notio) que el diálogo ecuménico “no es el resultado de la comunión de las Iglesias,<br />

sino que, en su esencial misterio, es una realidad ontológica y temporalmente previa<br />

a cada concreta Iglesia particular” 14 . Postura ontológica que puede extrapolarse al<br />

diálogo interreligioso, al ser una posición “radical” en el sentido de sustentar la raíz<br />

de cualquier comprensión de la comunidad de salvación y experiencia religiosa del<br />

hombre.<br />

Desde esta óptica de estructura de la realidad religiosa, la cuestión<br />

epistemológico-dogmática cobra sentido, especialmente en el mundo del siglo XXI,<br />

dominado por un escepticismo radical que se transmite axiológicamente a un<br />

relativismo moral, según el análisis de Benedicto XVI y en él de la jerarquía<br />

católica. Todo ello motiva que la centralidad de la Verdad, con todo lo que ello<br />

significa de asidero de una realidad irrenunciable y no permeable supone.<br />

Efectivamente, esta “obsesión” mediatiza la cuestión del diálogo interreligioso. Así<br />

entendemos que la fidelidad a la Verdad (nacida de Jesucristo) es cuestión<br />

irrenunciable en Benedicto XVI, algo que para él es esencial en la búsqueda del<br />

12 Piero Coda, “El cristianismo y las religiones”, en Teología, 90, 2006: 270.<br />

13 Cf. Manuel Lázaro, “La riflessione ecumenica nel pontificato di Benedetto XVI. Unità in<br />

comunione: fundamento e prospettiva”, en Studi Ecumenici, 25, 2007: 205-231.<br />

14 Congregación para la Doctrina de la Fe, “Carta a los Obispos de la Iglesia católica sobre<br />

algunos aspectos de la Iglesia considerada como comunión-Communionis notio” (28 de mayo<br />

de 1992), 3, en AAS 85, 1993: 838-850.<br />

117


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

entendimiento, la relación dialógica ecuménica y en el diálogo interreligioso: “la<br />

cuestión acerca de la verdad es ineludible. Es necesaria para el hombre y afecta<br />

precisamente a las decisiones supremas de su existencia” 15 . De ahí que dicha<br />

cuestión no puede soterrarse en aras a unos criterios comunes de encuentro<br />

entendiéndolos como neutrales. Con suma claridad lo expresa J. Ratzinger:<br />

“La impresión dominante del hombre actual suele ser la de que todas las<br />

religiones, las cuales pretenden afirmarse a sí mismas a costa de las demás y -<br />

con una incomprensible ceguera- no son capaces de ver que, en realidad,<br />

todas ellas son una misma cosa [...] A la pretensión de ser la única verdadera,<br />

expresada por una determinada religión, difícilmente responderá el hombre<br />

de hoy día con un brusco ‘¡no!’; lo más probable es que relativice tal<br />

pretensión diciendo: ‘¡Existen muchas religiones!’ (‘Es gibt viele<br />

Religionen’). Y detrás de ello se encuentra casi siempre, de alguna forma, la<br />

opinión siguiente: con figuras cambiantes, todas las religiones son en<br />

principio iguales; cada individuo tiene la suya” 16 .<br />

Esta situación teológica que ha dominado las últimas décadas (desde el<br />

pontificado de Juan Pablo II, siendo Prefecto Joseph Ratzinger) ha impregnado, sin<br />

duda, las realidades nacionales y está en el trasfondo teológico del diálogo Iglesia<br />

católica y comunidad judía. Siendo este un aspecto importante no es el único. Y es<br />

que el mismo diálogo en sí es una circunstancia real y configuradora de la realidad<br />

eclesial en sí. Como ha puesto de manifiesto el papa Francisco, en relación al<br />

cambio de mentalidad en las relaciones entre católicos y judíos: “A este cambio de<br />

mentalidad ciertamente contribuyó, por parte católica, la reflexión del Concilio<br />

Vaticano II, pero una aportación no menor vino por la vida y la acción, por ambas<br />

partes, de hombres sabios y generosos, capaces de reconocer la llamada del Señor y<br />

de encaminarse con valentía por senderos nuevos de encuentro y de diálogo” 17 . Las<br />

15 J. Ratzinger, Fe, verdad y tolerancia. el cristianismo y las religiones del mundo,<br />

Salamanca, Sígueme, 2005: 193.<br />

16 Ibid., 21. Cf. Josef Thomé, Es gibt viele Religionen Über die absolute Wahrheit des<br />

Christentums, Frankfurt, Verlag Josef Knecht-Carolusdruckerei, 1953.<br />

17 Papa Francisco, “A una delegación de la Comunidad judía de Roma” (11 de octubre de<br />

<strong>2013</strong>). Disponible en<br />

http://www.vatican.va/holy_father/francesco/speeches/<strong>2013</strong>/october/documents/papafrancesco_<strong>2013</strong>1011_comunita-ebraica-roma_sp.html.<br />

Consultado el 10 de noviembre de<br />

<strong>2013</strong>.<br />

118


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

palabras del Santo Padre recuperan el espíritu de Nostra aetate con aires reavivados,<br />

aire nuevo para todos: católicos y judíos. Como señala Carlos Lepe:<br />

“La declaración Nostra Aetate comienza afirmando algunas ideas esenciales,<br />

las cuales darán lugar a un espacio renovado para el diálogo judeocristiano:<br />

que, desde la perspectiva cristiana, existe un vínculo fundamental entre el<br />

cristianismo y el judaísmo; que este vínculo se extiende a todo el Antiguo<br />

Testamento, no sólo como escritura sagrada, venerada por los cristiano, sino<br />

como recuerdo vivo de las palabras y hechos que revelan que hay un único<br />

Dios, creador del cielo y de la tierra; finalmente, que la historia de salvación<br />

de los cristianos viene a ser un injertarse en la historia de salvación que Dios<br />

ha desarrollado con el pueblo de Israel” 18 .<br />

2. Sobre el interlocutor: apuntes sobre la presencia judía en la España<br />

contemporánea<br />

Como venimos diciendo, el Concilio Vaticano II, a través de la Declaración<br />

Nostra Aetate. Sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas,<br />

proporcionaba de forma sobria algunas indicaciones, en relación al judaísmo, a<br />

modo de criterio de mínimos, sobre los aspectos a tener en cuenta a la hora de<br />

establecer un diálogo. Muchos aspectos hay que tener presente. Los cristianos tienen<br />

en sus manos la obligación moral y pastoral de no olvidar la condena del<br />

antisemitismo y todo tipo de discriminación, el deber de la comprensión y estima<br />

mutua y renovada, y procurar tener un mejor conocimiento de la sustancia de la<br />

tradición religiosa del Judaísmo y la forma como los propios judíos la definen. Con<br />

energía lo ha proclamado recientemente el papa Francisco:<br />

“Lo he dicho otras veces y me agrada repetirlo ahora: es una contradicción<br />

que un cristiano sea antisemita. Un poco sus raíces son judías. ¡Un cristiano<br />

no puede ser antisemita! ¡Que el antisemitismo sea desterrado del corazón y<br />

de la vida de cada hombre y de cada mujer!” 19 .<br />

18 Carlos Lepe, “Nostra Aetate. La declaración fundamental, 1ra. parte”, Diario judío.com.<br />

Disponible en http://diariojudio.com/opinion/nostra-aetate-la-declaracion-fundamental-1raparte/53129/.<br />

Consultado el 16 de noviembre de <strong>2013</strong>.<br />

19 Papa Francisco, “A una delegación de la Comunidad judía de Roma” (11 de octubre de<br />

<strong>2013</strong>). Cit.<br />

119


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Pero esta “obligación” que nace del mutuo y profundo conocimiento y de la<br />

oración compartida no siempre es fácil. Los deseos son deseos porque no son<br />

realidades cumplidas. Por lo que esta indicación supone como punto de partida una<br />

realidad marcada por el desconocimiento generalizado, cuando no el enfrentamiento<br />

o la indiferencia. De hecho los esfuerzos de diálogo no han pasado de ser, en<br />

muchas ocasiones, monólogos en los que el “otro” interlocutor está puesto ahí por<br />

una de las partes. Pero el diálogo no es eso. Diálogo es un dinamismo interpersonal<br />

(o intercultural, religioso...) que implica un verdadero reconocimiento mutuo y la<br />

oportunidad de ampliar sus expectativas en el conocimiento del otro.<br />

Uno de los hechos que sin duda caracterizan la presencia o la falta de la misma<br />

respecto de los diversos temas es la urgencia real que suponen para una comunidad,<br />

sea cual sea, pensante. Hablamos de algo, pensamos sobre un tema, o introducimos<br />

un objeto de estudio cuando este se nos aparece, en un sentido fenomenológico y<br />

socialmente comprobable. Dialogamos cuando tenemos la convicción de un sujeto<br />

formado con quien conversar.<br />

La Iglesia católica española siempre ha visto, como Iglesia universal, en las<br />

diferentes expresiones religiosas existentes, entidades dignas y propias de<br />

consideración, más allá de la proporción sociológica existente. Pero no es menos<br />

cierto, creo, que en España, por sus peculiares circunstancias históricas y sociales,<br />

las diferentes religiones o expresiones religiosas no han tenido en la época moderna<br />

y contemporánea, ni tienen, una presencia cuantitativa, más allá de las referencias<br />

culturales y de patrimonio, significativa. Creo que se impone un análisis sobre la<br />

realidad religiosa en España, de lo que se conoce en la sociología y fenomenología<br />

religiosa y que se refleja en el mundo del derecho como minorías religiosas,<br />

expresión de la pluralidad religiosa, que nos ayude a entender en su contexto<br />

sociológico y antropológico, la “tímida” lectura de la Declaración Nostra Aetate por<br />

parte de la Iglesia católica Española. Por eso, me gustaría fijarme en el marco<br />

general de las minorías religiosas en España, en un primer momento, para, después<br />

señalar la realidad de la comunidad judía. No se trata de un estudio<br />

superespecializado, pero sí pretendemos presentar un esbozo de la situación.<br />

120


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

2.1. Realidad de las minorías religiosas en España<br />

La realidad religiosa española está marcada por un laicismo programado,<br />

enseñando, comunicado, publicitad 20 … Aun así, según el Centro de Investigaciones<br />

Sociológicas (CIS), el 73,1% de los españoles se considera católico, lo que supone,<br />

aproximadamente, 34.496.250 personas. Se contabilizan 22.686 parroquias,<br />

diseminadas en 14 Provincias Eclesiásticas divididas en 69 diócesis, además del<br />

Arzobispado castrense. El número de sacerdotes incardinados en las diócesis<br />

españolas es de 18.633, con un número de religiosos que alcanzan los 61.106<br />

(49.640 religiosas y 11.466 religiosos). En España hay 104 congregaciones<br />

masculinas y 303 femeninas. Y el futuro, aún con todas las dificultades, parece que<br />

puede mantenerse teniendo en cuenta que en el curso 2010/2011 había un total de<br />

1.227 seminaristas mayores y 1.292 menores. La presencia social de la Iglesia<br />

católica se hace fuerte en el terreno de la Educación, en el que el número de alumnos<br />

matriculados en la asignatura de religión en los ciclos de Educación Infantil,<br />

Primaria, Secundaria y Bachillerato asciende a 4.440.191, lo que supone una media<br />

del 71 % de los estudiantes. Esto supone que tres de cada cuatro alumnos, optan,<br />

cada año, libre y voluntariamente, por recibir la enseñanza católica de la enseñanza<br />

religiosa escolar. Esta hegemonía real, sin duda, tiene un influjo en la percepción de<br />

las conversaciones, diálogos, documentos y estudios teológicos. Sean cual fueran las<br />

razones, nos interesa señalar la realidad. Lo que hay 21 .<br />

Lo que existe es, también, una creciente realidad interreligiosa. Los fieles de las<br />

religiones llamadas minoritarias (protestantes, musulmanes, judíos, mormones,<br />

budistas, testigos de Jehová...) se aproximan, en una contabilidad generosa, a la cifra<br />

de dos millones y medio de personas. La minoría es importante, pero no se puede<br />

olvidar que gran parte de la misma se debe al fenómeno migratorio 22 , especialmente<br />

en el número creciente de musulmanes y evangélicos 23 venidos de la emigración del<br />

20 Con títulos que generan opinión: Rafael Díaz, España laica. Ciudadanía plural y<br />

convivencia nacional, Madrid, Espasa Calpe, 2008.<br />

21 Jesús Domínguez (ed.), La Iglesia Católica en España. Nomenclátor <strong>2013</strong>, Conferencia<br />

Episcopal Española, Madrid, Edice, <strong>2013</strong>.<br />

22 Cf. Rosa Aparicio – Andrés Tornos – Jesús Labrador, Inmigrantes, integración, religiones.<br />

Un estudio sobre el terreno, Madrid, UPCO, 1999.<br />

23 Cf. Klaus Van der Grijp, “Investigando la historia del protestantismo ibérico: balance<br />

bibliográfico”, Anales de Historia Contemporánea, 17, 2001: 37-52.<br />

121


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Magreb, en el primer caso y de Iberoamérica en el segundo 24 . El reto consiste en ver<br />

la evolución en las segundas y terceras generaciones, amenazadas por la crisis y el<br />

salvaje laicismo. Efectivamente, los inmigrantes lo son exclusivamente en la primera<br />

generación: sus hijos ya son culturalmente españoles, y su creencia religiosa<br />

posiblemente no se mantendrá asociada a la cultura de los progenitores 25 .<br />

Los datos que acabamos de señalar no hacen sino avalar una de las<br />

características de la cultura en España, fruto del devenir de su historia, y es que<br />

existe una marcada presencia y la visibilidad de las manifestaciones de religiosidad<br />

católica en la vida cotidiana: expresiones lingüísticas, culturales, festividades... Y a<br />

pesar de que en los tiempos más recientes, especialmente, en las dos últimas<br />

décadas, las llamadas confesiones minoritarias están buscando su lugar en el<br />

espacio público, su visualización está lejos de alcanzar la de la Iglesia católica. Esto<br />

provoca que se produzca una merma en el reconocimiento efectivo de la diversidad<br />

religiosa. Y esto afecta lógicamente no tanto al sentimiento de un profundo y<br />

diálogo entre la Iglesia católica en términos de ecumenismo y relaciones<br />

interreligiosas, especialmente cercanas en su raíz con la comunidad Judía, cuanto al<br />

sentido axiológico y a la perentoriedad del mismo.<br />

2.2. La comunidad judía en España<br />

En general, la presencia de los judíos en España es un fenómeno arraigado en el<br />

tiempo, pero que tiene en la modernidad unas características propias 26 . El hecho de<br />

que tenga un arraigo nace de la historia compartida, pues a pesar de las secuelas<br />

traídas por la ausencia de judíos en territorio español desde la emigración masiva de<br />

1391, y la posterior expulsión definitiva del año 1492, la presencia de su cultura se<br />

ha dejado sentir, de una forma cada vez más valorada, en los vestigios de las<br />

antiguas juderías que están presentes en muchas poblaciones (ciudades y villas) de la<br />

24 Cf. Joan Lacomba, El islam inmigrado. Transformaciones y adaptaciones de las prácticas<br />

culturales y religiosas, Madrid, Ministerio de Educación y Ciencia, 2001.<br />

25 José Manuel López, “La segunda generación no es inmigrante” Documentación social, 147,<br />

2007: 129-146. Cf. Fernando Vidal – Julio Martínez, La prueba del Ángel. Religión e<br />

integración social de los inmigrantes, Madrid, Universidad de Comillas, 2006.<br />

26 Haim Beinart, Los judíos de España, Madrid, Mapfre, 1992; Julio Caro Baroja, Los judíos<br />

en la España moderna y contemporánea, Istmo, Madrid 1986. En general María José Cano –<br />

Miguel Ángel Espinosa, Historia y cultura del pueblo judío, Granada, Universidad de<br />

Granada, 2007.<br />

122


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

geografía española 27 . Vestigios que no solo son y se significan como testigos mudos<br />

de una presencia (y a veces convivencia), sino que se han convertido en los motores<br />

impulsores de modernas iniciativas que han favorecido el resurgimiento y la<br />

visualización de las comunidades judías de la España actual y de su significación en<br />

el legado y el patrimonio histórico y cultural de España. Es el caso de la Red de<br />

Juderías de España 28 , nacida en 1995. Se trata de una iniciativa de los municipios de<br />

Hervás (Cáceres) y Gerona con el fin de poner en valor y desarrollar el rico<br />

patrimonio judío existente en estas ciudades, muestra del enriquecimiento mutuo<br />

existente en tiempos medievales 29 ; una iniciativa que en la actualidad integran más<br />

de una veintena de municipios españoles. Además, los judíos nunca desaparecieron<br />

del todo en España. Lo que sucedió es que desaparecieron las expresiones de una<br />

vida comunitaria organizada lo que sin duda, como hemos señalado, es vital en su<br />

significación social, y lógicamente en la existencia y en la constitución de la<br />

identidad de un grupo étnico-religioso.<br />

La presencia moderna de las comunidades judías en territorio español se<br />

inaugura en Andalucía. En Sevilla, a finales del siglo XIX, se crean las primeras<br />

comunidades desde la diáspora del siglo XV. Es en la capital hispalense donde se<br />

formará la primera comunidad judía organizada y estructurada. La presencia judía en<br />

Andalucía le debe mucho a su vecindad con Marruecos. De allí vienen comunidades<br />

sefardíes a tierras del sur de España. En el primer tercio del siglo XX existía un<br />

clima de integración cultural apoyada por la monarquía de Alfonso XIII y que<br />

recorría toda la nación española especialmente tras el final de la inquisición en 1834.<br />

En ese mismo año ya se tienen noticias de familias de Madrid que organizan rezos<br />

en sus casas particulares. Y aunque aún no tienen una sinagoga, ni está constituida<br />

una comunidad como tal, estas irán apareciendo en las primeras décadas del siglo<br />

XX, hasta la Primera Guerra Mundial. La libertad de culto de 1869 apoyará también<br />

esta reaparición de los judíos en España, pues dicha ley supuso, de hecho, la<br />

abolición del Decreto de expulsión.<br />

27 Cf. María Antonia Bel Bravo, Sefarad. Los judíos de España, Sílex, Madrid, 1997.<br />

28 Cf. http://www.redjuderias.org/<br />

29 Shlomó Ben Ami, “Sobre la influencia recíproca entre cristianos y judíos en la España<br />

medieval”, Identidad y testimonio. Actas del IV Simposio Hispano-Israelí, Madrid, Centro de<br />

Estudios Judeo Cristianos, 1979: 3-30.<br />

123


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

A Madrid no vienen judíos provenientes de Marruecos, sino que retornan<br />

algunos oriundos del centro de Europa 30 . Con el advenimiento de la Gran Guerra<br />

(1914), en la que España no participa, se observa un incremento en la recepción de<br />

judíos, lo que impulsa en la capital, especialmente, lo que ya había sucedido en<br />

Sevilla. Es decir, la organización de Comunidades judías estructuradas. Así se<br />

inaugura la primera sinagoga (Midrás Abarbanel) en febrero de 1917 y la primera<br />

Comunidad Israelita de Madrid se autoriza en mayo de 1920 (será reconocida<br />

oficialmente durante el periodo de la Segunda Republica en 1931, si bien no contaba<br />

con muchos miembros, unos 30), obteniendo el permiso en 1922 para la habilitación<br />

de un recinto donde poder construir un cementerio hebreo en el recinto civil del<br />

Cementerio de Madrid. Dos años más tarde, en 1924, se acentúa el clima aperturista<br />

del Estado Español y se promulga un Real Decreto que otorga la nacionalidad<br />

española a los sefardíes 31 . En Cataluña es a partir de 1918 que empieza a observarse<br />

una aparición pública del puedo judío. En la década de los treinta, con el<br />

advenimiento del partido Nazi al poder las comunidades judías españolas se verán<br />

incrementadas, especialmente en sus miembros. La llamada Solución Final atrae<br />

unos 5.500 judíos a España. Un detalle lo podemos ver en la capital, que pasa de<br />

tener unos 45 miembros en 1934 a más de 500, refugiados, muchos de los cuales<br />

pasan por España camino de otros destinos, allende el Atlántico, preferentemente.<br />

La comunidad catalana era más amplia, contaba hacia 1918 con 1.000 miembros,<br />

duplicándose en la siguiente década, y estaba más desarrollada como muestra el<br />

hecho de que en ella se contaba con los medios suficientes para la elaboración de<br />

comida Kosher.<br />

Las tensiones de la Guerra Civil (1936-1939), sin embargo, afectarán a todas las<br />

esferas que reflejan el carácter identitario, y provoca que tanto en Sevilla, como en<br />

30 Cf. Isidro González, El retorno de los judíos, Madrid, Editorial Nerea, 1991; Antonio<br />

Marquina – Gloria Inés Ospina, España y los judíos en el siglo XX, Madrid, Espasa Calpe,<br />

1987; H. Méchoulan (dir.), Los judíos de España: historia de una diáspora 1492- 1992,<br />

Madrid, Trotta – Fundación Amigos de Sefarad – Sociedad Quinto Centenario, 1993. Sobre<br />

esta época concreta cf. Bern Rother, “España y los judíos: de los albores del siglo XX a la<br />

guerra civil”, Uriel Macías –Yolanda Moreno – Ricardo Izquierdo (eds.), Los judíos en la<br />

España contemporánea: historia y visiones, 1898-1998, Cuenca, Ediciones de la Universidad<br />

de Castilla La Mancha, 2000: 153-172 (ver allí una apreciable bibliografía: 170-172).<br />

31 Celia Prados, “La expulsión de los judíos y el retorno de los sefardíes como nacionales<br />

españoles. Un análisis histórico-jurídico”, Francisco Javier García – Nina Kressova.<br />

(Coords.), Actas del I Congreso Internacional sobre Migraciones en Andalucía, Granada,<br />

Instituto de Migraciones, 2011: 2119-2126.<br />

124


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Madrid y Barcelona las comunidades judías sean cerradas. Este fenómeno supera el<br />

régimen franquista y está alejado del sentimiento español, y ha de entenderse en la<br />

tensión de la Europa y la crisis de pensamiento de Occidente que tiene su ensayo<br />

general en la Guerra Civil española y su confirmación catastrófica en la II Guerra<br />

Mundial. No ayuda nada la propia dinámica dictatorial que niega el permiso de<br />

reunión, lo que supone que cualquier comunidad que no tenga un tratamiento<br />

consolidado con el Régimen puede ser tachada de subversiva. Y esto supone en los<br />

judíos volver a una situación, ya conocida y sufrida durante mucho tiempo, de vivir<br />

un judaísmo en la clandestinidad y de forma individual, lo que, por otra parte, no es<br />

posible, pues para rezar es necesario tener un mínimo de personas (10, un miniam)<br />

que realicen un acto religioso. La tensión entre el acto de fe, la expresión religiosa y<br />

la lectura subversiva y proscrita en términos políticos y de legalidad va a aparecer de<br />

forma especial en la comunidad judía. Pero, repetimos es una tensión que nace<br />

especialmente de las circunstancias socio-políticas, más que de un impulso contrario<br />

al judaísmo, una especie de antisemitismo recalcitrante (lo que no significa que<br />

fuera inexistente 32 ). De hecho, en la década de los sesenta (en plena dictadura),<br />

gracias a la emigración de los judíos sefardíes, se vive una nueva etapa de presencia<br />

judía en España.<br />

Del Protectorado francés y la zona española marroquí de Tánger –en un<br />

momento histórico marcado por los movimientos de los miembros del pueblo judío<br />

coincidentes con la creación del Estado de Israel (1952) la independencia de<br />

Marruecos (1956) y la Guerra de los Seis Días (1967)– algunos judíos se trasladan a<br />

España en un movimiento migratorio que tiene como lugares preferentes de destino<br />

el propio Estado de Israel, junto a diversos lugares en América (especialmente<br />

Venezuela, Canadá y Argentina). La actitud gubernamental del régimen franquista<br />

fue la de facilitar la nacionalidad española a los judíos provenientes de Marruecos<br />

que quisieran emigrar hacia la península 33 . Aquí se puede observar lo mismo que<br />

anteriormente. La apertura religiosa es la visualización y expresión de unos signos<br />

de apertura de España como nación, y especialmente del Régimen que quiere atraer<br />

turismo y dar una imagen renovada, por un lado, y mantener una posición<br />

32 Gonzalo Álvarez, El antisemitismo en España: la imagen del judío (1812-2002), Madrid,<br />

Marcial Pons, 2002.<br />

33 Cf. Haim Ayni, España, Franco y los judíos, Madrid, Altelana, 1982. Cf. Bernd Rother,<br />

Franco y el Holocausto, Madrid, Marcial Pons Historia, 2005; Jacobo Israel Garzón –<br />

Alejandro Baer (eds.), España y el Holocausto (1939-1945). Historia y testimonios, Madrid,<br />

Federación de Comunidades Judías de España y Hebraica Ediciones, 2007.<br />

125


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

geoestratégica en el Sahara y Marruecos por otro, así como contar con cierta<br />

afinidad con el gobierno de los Estados Unidos. En fin, circunstancias políticas que<br />

se reflejan en los campos sociales y religiosos. Y que en términos numéricos supone<br />

que en España se experimente un incremento de la población judía. Podemos hablar<br />

de la existencia en 1966 de unos 12.000 miembros adscritos a Comunidades judías<br />

(3.000 en Barcelona, la más numerosa; 2.000 en Madrid; 1.500 en Málaga; 400 en<br />

Ceuta y Melilla respectivamente; 150 en Valencia; y Comunidades menores en<br />

Sevilla, Córdoba, Mallorca, San Sebastián y Canarias).<br />

La presencia de los judíos, aunque desde estos momentos se amplía en España,<br />

sigue teniendo una cantidad menor a los otros destinos mencionados y, por lo tanto,<br />

sus consecuencias en la visualización no depende tan solo de la cultura receptora (en<br />

este caso de la católica España del momento), como de la percepción que los judíos<br />

tienen de España. Una de ellas nace de una percepción que podríamos decir realista,<br />

que nace de la situación de una economía española que en la década de los cincuenta<br />

no está muy desarrollada, tímidamente se está abandonando la autarquía, y que aún<br />

no conoce el “boom” turístico de los sesenta, trasladando al exterior una imagen<br />

deteriorada de España, especialmente respecto a sus vecinos europeos y del arco<br />

occidental.<br />

Otra de ellas, y quizás más importante, es simbólica. Una imagen que expuso de<br />

forma clarividente el Presidente de la comunidad judía de Sevilla:<br />

“Hay algunas teorías... que cuando la Inquisición los grandes rabinos, cuando<br />

salieron maldijeron a España. Porque nosotros llamábamos a España Sefarad<br />

la bella, estábamos aquí encantados... Los rabinos dicen que maldijeron a<br />

España porque el judío tiene un lema, que en inglés se dice ‘we forgive we<br />

never forget’, perdonamos pero no olvidamos. Igual pasó con el holocausto<br />

nazi, perdonamos pero no olvidamos. Con España lo mismo, ese sentimiento<br />

en 500 años en Marruecos ha ido trasladándose de generación en generación.<br />

España, de España nos echaron, de España... ni, ni... ¿me explico? A pesar de<br />

todo algunos dijeron: no, España es nuestro país y volvemos a nuestro país,<br />

caso de los judíos, por ejemplo de mi familia y de muchos como yo.<br />

Entonces, nos planteamos volver a España en los años cincuenta, sesenta”<br />

(Sevilla, 15/04/08).<br />

En todo caso, y a pesar de las dificultades, en la última década del franquismo<br />

(1965-1975) se experimenta, como hemos señalado, una apertura del régimen<br />

126


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

dictatorial hacia el pluralismo religioso, y va configurándose la presencia judía,<br />

especialmente con la constitución en 1964 del Consejo de Comunidades Israelitas de<br />

España, formado por las comunidades de Barcelona, Madrid, Ceuta y Melilla, al<br />

amparo de la Ley de Asociaciones Políticas, que elimina el obstáculo de poder<br />

realizar reuniones. En Sevilla, por ejemplo, se constituye formalmente la<br />

Comunidad Israelita de Sevilla en 1967. Por su parte, en Madrid se coloca la primera<br />

piedra primera piedra de la nueva sinagoga y centro comunal de Madrid, en lo que<br />

es la actual sede de la Comunidad Judía de Madrid (en la calle Balmes, 3), en 1968,<br />

y se nombra al primer rabino. Es el primer acto público de una serie de hechos en la<br />

capital de España que se reflejan ya en la época democrática en la construcción en<br />

1979 de un nuevo cementerio en Hoyo de Manzanares.<br />

La Ley de Libertad Religiosa de franquismo de 1967 (Ley de Regulación del<br />

ejercicio del derecho civil a la libertad religiosa) fue un primer e importante signo<br />

que permitió la creación de comunidades en otras ciudades españolas como Málaga,<br />

Alicante, Palma de Mallorca, Valencia, Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria (y,<br />

posteriormente, en otras ciudades mediterráneas), pero no fue suficiente. Es la<br />

democracia la que asegurará la presencia de las minorías religiosas, al menos<br />

legalmente. En el sentido de que el galopante laicismo de Estado ha creado una<br />

situación de hipocresía política en la que se favorecen las leyes de libertad religiosa,<br />

ahogando toda posibilidad de expresión real y de sesarrollo público de las<br />

condiciones necesarias para las mismas, especialmente en los ocho últimos años de<br />

vida política española. En todo caso, como señalaba en una entrevista el año 2006, el<br />

Presidente de la Comunidad Judía de Madrid y Presidente de la Federación de<br />

Comunidades Judías de España: “Es evidente que la democracia y el fin de la<br />

proscripción que se da en 1978 es lo que ha dado la posibilidad de desarrollarse a las<br />

minorías después del período franquista, y aunque hubo una ley franquista de<br />

libertad religiosa en 1967, no cabe duda que la Ley de Libertad Religiosa de 1980 es<br />

la que ha permitido el desarrollo”. Efectivamente esta ley proporcionó una nueva<br />

cobertura legal que culminó el 16 de julio de 1982 con la erección bajo la nueva<br />

cobertura legal de las comunidades israelitas arraigadas de Barcelona, Madrid, Ceuta<br />

y Melilla. Se solidificó la presencia judía, comunitaria y pública con la fundación de<br />

la Federación de Comunidades Israelitas de España (FCIE) y la incorporación de<br />

nuevas comunidades. En 2004 la FCIE cambió su denominación por la Federación<br />

de Comunidades Judías de España (FCJE).<br />

La realidad numérica de las comunidades judías en España se puede contabilizar<br />

con un número de unos 48.000 judíos (datos 2009, 40.000 según la página web de la<br />

127


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

FCJE) 34 . Y, como hemos señalado, la inmigración ha contribuido recientemente a<br />

este crecimiento (cabe señalar la procedente de Argentina, Chile, Uruguay y<br />

Colombia). A fecha 2 de abril de 2009 estaban inscritas, en el Registro de Entidades<br />

Religiosas del Ministerio de Justicia, 21 comunidades de las que 15 pertenecen a la<br />

Federación de Comunidades Judías de España (ver lista en cuadro final). Según la<br />

Federación de Comunidades Judías con unos 40 lugares de culto. Existen más de 30<br />

sinagogas en España, algunas con capacidad de hasta 800 personas y cementerios<br />

judíos en Madrid, Barcelona, Sevilla, Málaga, Melilla, Ceuta, Palma de Mallorca,<br />

Benidorm y La Línea de la Concepción.<br />

Los judíos españoles son de origen mayoritariamente sefardí, se trata de quienes,<br />

como hemos señalado, bien obtuvieron su nacionalidad, bien vinieron de las<br />

comunidades marroquíes, especialmente a través de las ciudades españolas de Ceuta<br />

y Melilla. Junto a los sefardíes existen judíos asquenazitas, provenientes de las<br />

citadas migraciones de judíos centroeuropeos durante el periodo de la Segunda<br />

República, que se han visto incrementados por el movimiento migratorio en la<br />

década de los noventa del siglo XX, y la llegada de judíos provenientes de países<br />

sudamericanos especialmente de Argentina. En Barcelona la sinagoga cuenta con<br />

dos salas, toda vez del sentimiento de unión que siempre reinó en la Ciudad Condal,<br />

cuya Comunidad (la Comunidad Israelita de Barcelona” se define como “el conjunto<br />

de todos los hebreos que residen en Barcelona”.<br />

A pesar de no ser una realidad numéricamente muy significativa, sin embargo,<br />

como hemos visto, los judíos han estado muy presentes en la sociedad española<br />

(para lo bueno y para lo malo). Y nadie ha dudado de que se trate de una religión<br />

arraigada en la sociedad española. Por eso, la religión judía, en el Estado español es<br />

reconocida como una confesión de “notorio arraigo”. En primer lugar, fue aceptada<br />

por la Comisión Asesora de Libertad Religiosa, y, tres años después, en 1992, se<br />

firmó el Acuerdo de cooperación con el Estado español (Ley 25/1992, de 10 de<br />

34 http://www.fcje.org/. Cf. Aurelio Cebrián, “Judíos y judaísmo. Situación y distribución<br />

territorial en España”, XX Siglos, 4, 1998: 101-112; Id., “Los judíos españoles hoy”, Anales<br />

de Historia Contemporánea, 17, 2001: 467-484; Jacobo Israel Garzón – Alejandro Baer –<br />

Alberto Benasuly – Uriel Macías, Los judíos en la España contemporánea. Apuntes históricos<br />

y judrídicos, Madrid, Federación de Comunidades Judías de España y Hebraica Ediciones,<br />

2009.<br />

128


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

noviembre 35 ). Se trata de un acuerdo específico (Acuerdo de Cooperación del<br />

Estado Español con la Federación de Comunidades Israelitas de España) dentro de<br />

una serie de acuerdos similares (que se firmaron también con las confesiones<br />

evangélica y musulmana) y que implican que se les reconozcan unos derechos. En<br />

general estos acuerdos regulaban aspectos relacionados con la:<br />

- Protección jurídica de sus lugares de culto (iglesias, mezquitas o sinagogas).<br />

- Estatuto de los dirigentes religiosos (pastores, imanes o rabinos).<br />

- Asistencia a sus fieles en las fuerzas armadas, cárceles u hospitales.<br />

- Reconocimiento civil del matrimonio religioso.<br />

- Enseñanza religiosa en las escuelas.<br />

- Beneficios fiscales.<br />

- Conmemoración de festividades.<br />

- Regulación de enterramientos y cementerios.<br />

- Sello de garantía de alimentos propios y su disponibilidad en los centros públicos.<br />

- Participación en las comisiones encargadas de velar por la libertad religiosa.<br />

En concreto, la regulación con la Comunidad judía, sellado en el acuerdo entre el<br />

Estado español y la Federación suponía abordar los siguientes aspectos, como<br />

sintetiza Aurelio Cebrián:<br />

- El Estatuto de los ministros de culto judío (asimilados a trabajadores por cuenta<br />

ajena, en las mismas condiciones que la legislación establece para los clérigos de la<br />

Iglesia Católica).<br />

- La protección jurídica de los lugares de culto (inviolabilidad en los términos<br />

establecidos en las Leyes).<br />

- La observancia de las reglas tradicionales judías relativas a inhumaciones,<br />

sepulturas y ritos funerarios.<br />

- El establecimiento del derecho de los militares y soldados, penados, hospitalizados<br />

o funcionarios públicos judíos a recibir asistencia religiosa y participar en ritos<br />

propios.<br />

- La atribución de efectos civiles al matrimonio celebrado según el rito judío.<br />

- La enseñanza religiosa judía en centros docentes (se garantiza el ejercicio del<br />

derecho a recibirla en los centros públicos o privados y en los niveles de educación<br />

infantil, primaria y secundaria –y cursos y seminarios en universidades públicas- que<br />

será impartida por profesores designados por las Comunidades pertenecientes a la<br />

35 Ley 25/1992 por la que se aprueba el acuerdo de cooperación del Estado con la<br />

Federación de Comunidades Israelitas de España. BOE 272, 12-11-1992.<br />

129


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Federación de Comunidades Israelitas-; asimismo podrán establecerse centros<br />

universitarios y seminarios).<br />

- La exención del impuesto sobre bienes inmuebles, lugares de culto, locales de<br />

oficinas, y centros de formación de ministros de culto.<br />

- La exención del impuesto sobre sociedades, siempre que los bienes y derechos<br />

adquiridos se destinen a actividades religiosas y asistenciales.<br />

- La exención del impuesto sobre transmisiones patrimoniales y actos jurídicos<br />

documentados, siempre que los bienes y derechos se destinen a actividades<br />

religiosas y asistenciales.<br />

- El establecimiento de beneficios fiscales típicos de las asociaciones dedicadas a<br />

actividades religiosas, benéfico-docentes, o de asistencia social y sin ánimo de lucro.<br />

- La conmemoración de festividades religiosas judías (Año Nuevo –Rosh Hashaná–,<br />

Día de la Expiación -Yon Kippur-, Fiesta de las Cabañas –Succoth– Pascua –Pesaj–,<br />

y Pentecostés –Shavnot–), y el descanso semanal el viernes por la tarde y el sábado,<br />

en sustitución de lo que dispone el Estatuto de los Trabajadores como norma<br />

general.<br />

- La colaboración del Estado en la conservación y fomento del Patrimonio Histórico<br />

y Artístico español de origen judío, así como en el reconocimiento de los productos<br />

y denominaciones elaboradas de acuerdo con la Ley judía 36 .<br />

Para velar por el cumplimiento, la religión judía se visualiza institucionalmente<br />

en la Federación de Comunidades Judías de España (FCJE) como entidad que<br />

representa las comunidades religiosas judías ante el Estado español, cuenta con su<br />

propia inscripción (nº 2970-SE/D, del 01/09/1982), lo que no anula la propia<br />

independencia de cada comunidad que tiene, a su vez, una inscripción individual en<br />

el Registro de Entidades Religiosas del Ministerio de Justicia. La FCJE forma parte<br />

del Congreso Judío Europeo (EJC) y del Congreso Judío Mundial (WJC) .<br />

Asimismo, tiene acuerdos con el Comité Judío Americano (AJC) y el Congreso<br />

Judío Latinoamericano (CJL).<br />

La FCJE ejerce una función interna que consiste en actuar de enlace entre las<br />

diferentes comunidades judías, y otra externa en cuanto que extiende su función<br />

mediadora a las autoridades competentes en el territorio del Estado español. Esta<br />

función es muy importante teniendo en cuenta el estatuto que tiene la Comunidad<br />

Judía dentro del ordenamiento jurídico en España, mediados por el Acuerdo de<br />

cooperación firmado con el Estado español. De modo que mediante la FCJE se<br />

36 Aurelio Cebrián, “Los judíos españoles, hoy”, ob. cit.: 272-273.<br />

130


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

llevan a cabo las negociaciones pertinentes tanto para su modificación y mejora,<br />

cuando es preciso, como para la garantía de su aplicación. Para cumplir esta función<br />

de representación ante las autoridades públicas, la FCJE cuenta con un órgano<br />

interno que es la Comisión Permanente, y más específicamente, su Presidente.<br />

3. Documentos de la Iglesia Española<br />

Para que exista un diálogo tiene que existir sujetos del mismo (punto 2) y<br />

expresión de la voluntad (punto 1). Pero su efectividad tiene que trabajarse,<br />

buscarse, mimarse, incluso. No vale con existir con (cristianos católicos y judíos), ni<br />

expresar aunque sea dogmáticamente la intención del “quererse” (Nostra aetate),<br />

tiene que entenderse como un hecho a realizarse.<br />

Y nos referimos a esta circunstancia aquí, a la luz de la mirada que hemos<br />

realizado que, recordemos, pretendía (y pretende) rastrear en diversas etapas la<br />

lectura que en España se ha hecho de la Nostra aetate y el diálogo judeo-cristiano, a<br />

través de diferentes pasos: a nivel eclesial (documentos), teológico (estudios,<br />

bibliografía, enfoques) y pastoral (pasos concretos dados de acercamiento y<br />

encuentro). Así, en cierta manera en buena lógica, la CEE ha referido en diversas<br />

ocasiones la voluntad salvífica y la centralidad de Cristo y la Iglesia, contra<br />

posiciones teológicas que pudieran orientar otras prioridades:<br />

“No basta con afirmar sin más la identidad del ‘Jesús de la historia’ y el<br />

‘Cristo de la fe’, sino que es preciso añadir, al mismo tiempo, que el mismo y<br />

único Jesucristo está en la Iglesia, que la Iglesia está en Jesucristo (cf. Jn<br />

15,1ss; Gál 3,28; Ef 4,15-16; Hch 9,5), y que a la totalidad del misterio<br />

salvador de Cristo pertenece también la Iglesia, donde Él prolonga su<br />

presencia y su obra salvadora (cf. Col 1,24-27)” 37 .<br />

37 Comisión Episcopal para la Doctrina de la fe de la CEE, “Nota doctrinal: Cristo presente en<br />

la Iglesia. Nota doctrinal sobre algunas cuestiones cristológicas e implicaciones<br />

eclesiológicas” (20 de febrero de 1992). Cf. Juan Carlos García (Ed.), Documentos de la CEE,<br />

ob. cit.: doc. 21; Boletín Oficial de la Conferencia Episcopal Española, 34, 1992: 107-113.<br />

En este caso es significativa la “Nota sobre el libro de José María Vigil (CMF), Teología del<br />

pluralismo religioso. Curso sistemático de Teología Popular (Ediciones El Almendro,<br />

Córdoba 2005, 389 pp.)”, del mismo organismo de la CEE del 4 de enero de 2008 (Boletín<br />

Oficial de la Conferencia Episcopal Española, 80, 2007: 121-123).<br />

131


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Y siendo el diálogo con las religiones, teóricamente, uno de los retos más<br />

importantes para la Iglesia, según las propias afirmaciones de los teólogos y las<br />

autoridades, siempre que se realiza una pregunta sobre el tema, sin embargo la<br />

documentación oficial al respecto emitida por la Conferencia Episcopal Española<br />

(CEE) es casi inexistente, lo que no significa a priori que sea inadecuada.<br />

Se trata de los siguientes documentos:<br />

3.1. Comisión Permanente (115ª): La Jornada Ecuménica de Oración por la Paz,<br />

del 23 de octubre de 1986 38 .<br />

Se trata de una simple carta recordatoria y exhortatoria, no específica sobre la<br />

necesidad de trabajar con todas las confesiones y religiones a favor de la paz. Pero<br />

no se trata de un documento específico. En todo caso el ofrecimiento expreso creo<br />

que es positivo, no tanto por que pueda suponer una reflexión teórica (es imposible),<br />

cuanto a que supuso, como acontecimiento mundial, la expresión tácita de la<br />

vinculación afectiva y la propuesta efectiva de Nostra aetate en el concierto de las<br />

naciones. La religión es, al contrario de lo que se dice con excesiva frecuencia, un<br />

instrumento de paz y de humanización.<br />

3.2. Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales: “Orientaciones para la<br />

celebración de los matrimonios entre católicos y musulmanes en España”, del 01 de<br />

marzo de 1988 39 .<br />

Este documento tiene una orientación pastoral. El documento comienza con un<br />

análisis de la situación del problema en España relativo al matrimonio en el Islam,<br />

después el matrimonio en la Iglesia católica y pasa después a unas orientaciones<br />

prácticas. Desde el inicio se insiste en que ha de realizarse una acogida sincera y una<br />

colaboración generosa que huya de todo paternalismo, y más aún, de un proselitismo<br />

camuflado. Se trata de un acercamiento que será superado más tarde por la realidad<br />

española y que precisará de otro documento posterior que se publica en 2008:<br />

38 Juan Carlos García (Ed.), Documentos de la CEE, 1983-1990, Madrid, BAC, 2003: doc. 59;<br />

Boletín Oficial de la Conferencia Episcopal Española, 11-12, 1986: 193-194.<br />

39 Juan Carlos García (Ed.), Documentos de la CEE, 1983-1990, ob. cit.: doc. 83; Boletín<br />

Oficial de la Conferencia Episcopal Española, 18, 1988: 60-68.<br />

132


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Asamblea Plenaria (92ª), “El matrimonio entre católicos y musulmanes” del 28 de<br />

noviembre de 2008 40 .<br />

3.3. Comisión Permanente (142ª): “La fe en el mismo Dios, compromiso para la<br />

paz”, del 28 de febrero de 1991.<br />

El documento está redactado tras la final de la primera guerra de Irak. Se insiste<br />

en dos circunstancias. La primera, en sintonía con 3.1., subrayar que la religión no<br />

es fuente de conflicto sino de paz, de ahí que se afirme tajantemente que: “No ha<br />

sido ésta, sin embargo, una ‘guerra de religión’, ni en nombre de ninguna religión”,<br />

pues “la oración colectiva de judíos, musulmanes y cristianos por la paz nos lleva al<br />

respeto mutuo y a la superación de toda discriminación, resentimiento y rencor entre<br />

las tres grandes religiones monoteístas del mundo” (n. 5). El trasfondo descansa en<br />

la enseñanza del concilio Vaticano II, y aquí sí se señala como las orientaciones<br />

conciliares animan al estudio de lo común que descansa en Dios como fuente<br />

imprescindible para superar las barreras que llevaron a las desavenencias. Los<br />

fundamentalismos son deformantes, y no podemos realizar una caricaturización de<br />

la esencia de las grandes religiones monoteístas, sino recordar que en cuanto a los<br />

musulmanes “que adoran al único Dios viviente y subsistente, misericordioso y<br />

todopoderoso” (n. 5). Solo de ahí surge el aprecio, un vínculo afectivo que se hace<br />

más patente en con el judaísmo, y hace rechazar cualquier antijudaísmo o<br />

antisemitismo, pues “Entre el cristianismo y el judaísmo existe un vínculo espiritual<br />

y los cristianos reconocemos que los orígenes de nuestra elección y de nuestra<br />

vocación están en Moisés y los Profetas” (n. 5).<br />

3.4. Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales: “Discurso de Adolfo<br />

González Montes, Presidente de la Comisión Episcopal de Relaciones<br />

Interconfesionales, en la conmemoración conjunta de las comunidades israelitas de<br />

España y la Conferencia Episcopal Española del XL Aniversario de la declaración<br />

Nostra aetate”, del 28 de octubre de 2005 41 .<br />

Se trata sin duda del documento más teológico y centrado en lo que nos ocupa: la<br />

lectura de la Declaración Nostra aetate y su relación con el diálogo entre cristianos<br />

católicos y judíos. El inicio así lo corrobora:<br />

40 Boletín Oficial de la Conferencia Episcopal Española, 82 (2008): 93-105.<br />

41 Disponible en<br />

http://www.conferenciaepiscopal.nom.es/archivodoc/jsp/system/win_main.jsp.<br />

133


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

“Al conmemorar hoy juntos, representantes de las Comunidades Israelitas de<br />

España y de la Conferencia Episcopal Española, el XL Aniversario de la<br />

Declaración Nostra aetate sobre las religiones no cristianas, del II Concilio<br />

del Vaticano damos gracias a “Dios clemente y misericordioso, rico en<br />

piedad y leal” (Sal 86/85,15), que nos ha concedido conocerle e invocarle<br />

como herederos que somos de una historia de revelación redentora que nos<br />

une y que nos coloca ante las naciones como testigos del amor y de la<br />

fidelidad de Dios”.<br />

El firmante del documento, Mons. Adolfo González Montes –obispo de Almería<br />

y Presidente de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales– antes de<br />

ser nombrado obispo de Ávila en 1997, fue catedrático de Teología Fundamental en<br />

la Universidad Pontificia de Salamanca, siendo su labor académica muy vinculada a<br />

la labor del diálogo ecuménico e interreligioso, no en vano en 1982 fue nombrado<br />

director del Centro de Estudios Orientales y Ecuménicos “Juan XXIII” de la UPSA,<br />

y director de la revista Diálogo Ecuménico, editada por este Centro. Dirigiendo,<br />

también, la colección de publicaciones de teología e historia del ecumenismo de la<br />

UPSA Bibliotheca Oecumenica Salmanticensis. En el terreno ecuménico destacó su<br />

participación desde 1994 a 1997 como miembro del Comité de Organización de la II<br />

Asamblea Ecuménica Europea de Iglesias, que se celebró en Graz (Austria) en 1997.<br />

Y este bagaje se deja traslucir en el texto.<br />

No pasa por alto las faltas de comprensión del pueblo católico frente a los judíos,<br />

como señala NA 4. Recuerda el sincero acercamiento par aponer fin a las heridas<br />

que realizó Juan Pablo II y los signos de Benedicto XVI, entonces el Sumo<br />

Pontífice, recordando oportunamente las palabras del cardenal Walter Kasper,<br />

Presidente de la Comisión para las Relaciones con el Judaísmo en sus “Reflexiones<br />

del Cardenal Walter Kasper sobre el antisemitismo” 42 :<br />

“La Iglesia, en tanto que pueblo mesiánico, no sustituye a Israel sino que se<br />

injerta en él, según la doctrina de Pablo, mediante la adhesión a Jesucristo,<br />

muerto y resucitado, salvador del mundo, y este lazo constituye un vínculo<br />

espiritual radical único y que no puede ser suprimido de parte cristiana. La<br />

concepción opuesta, es decir, la de un Israel en otro tiempo (olim) elegido,<br />

42 Comisión para las Relaciones con el Judaísmo, “Reflexiones del Cardenal Walter Kasper<br />

sobre el antisemitismo”, Service d’Information 113, 2003/II-III: 87.<br />

134


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

pero subsiguientemente repudiado para siempre por Dios y reemplazado por<br />

la Iglesia, aun habiendo conocido una amplia difusión durante casi veinte<br />

siglos, no representa en realidad una verdad de fe, como bien puede verse en<br />

los antiguos Símbolos de la Iglesia primitiva igual que en la enseñanza de los<br />

principales Concilios, en particular del II Concilio del Vaticano (Lumen<br />

Gentium, n. 16; Dei Verbum, nn.14-16; NA, n. 4)”.<br />

Como se ha señalado en líneas anteriores, el autor recuerda la necesidad de la<br />

formación que queda patente en el espíritu de la Declaración conciliar en el<br />

documento<br />

“Orientaciones acerca de una correcta presentación de los judíos y del judaísmo<br />

en la predicación y en la catequesis de la Iglesia Católica” de 1985 43 . El principio<br />

que parece subyacer al hecho de que mediante una correcta instrucción los cristianos<br />

“lleguen a un aprecio real y afectivo de la herencia israelita”, es por una parte que no<br />

se puede querer lo que no se conoce (pedagogía del amor), por otra, por la propia<br />

esencia del amor nacida de la entraña de uno mismo en tanto que la herencia israelita<br />

es “parte sustancial de la fe cristiana”.<br />

El conocimiento mutuo lleva a realizar una acción conjunta de propuesta moral<br />

para la humanidad. Recuerda Mons. Gónzalez Montes el documento redactado por<br />

la Delegación del Gran Rabinato de Israel para las relaciones con la Iglesia Católica<br />

y de la Comisión de la Santa Sede para las relaciones religiosas con el Judaísmo “La<br />

importancia de las enseñanzas fundamentales contenidas en nuestras sagradas<br />

Escrituras comunes para la sociedad contemporánea y la educación de las futuras<br />

generaciones” 44 , donde “se pone de manifiesto nuestra común visión de la<br />

aportación de la Biblia a la conciencia religiosa de la humanidad como fundamento<br />

de la educación moral de las futuras generaciones”. No se trata así de hablar, sino de<br />

43 Comisión para las Relaciones con el Judaísmo, “Orientaciones acerca de una correcta<br />

presentación de los judíos y del judaísmo en la predicación y en la catequesis de la Iglesia<br />

Católica” (mayo de 1985). Disponible en<br />

http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/chrstuni/relations-jewsdocs/rc_pc_chrstuni_doc_19820306_jews-judaism_fr.html.<br />

44 Comisión para las Relaciones con el Judaísmo, “Declaración conjunta al final del tercer<br />

encuentro entre la Delegación del Gran Rabinato de Israel y la Comisión de la Santa Sede<br />

para las Relaciones religiosas con el judaísmo” (3 de diciembre de 2003). Disponible en<br />

http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/chrstuni/relations-jewsdocs/rc_pc_chrstuni_doc_20031203_jerusalem-kislev-5764_it.html.<br />

135


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

conocerse y quererse como paso previo a la vocación común que nace de la Palabra<br />

de Dios de proponer al mundo futuro una moral enraizada en la Biblia.<br />

La intención de la pedagogía propuesta aparece también en el texto, en las<br />

palabras del Presidente de la Federación de Comunidades Judías de España, Jacobo<br />

Israel Garzón:<br />

“Creo que, en la medida en que no nos conozcamos lo suficiente y no nos<br />

acerquemos, la declaración Nostra Aetate será siempre un deseo<br />

irrenunciable.<br />

Porque sólo en la medida en que nos reconozcamos en el otro vamos a poder<br />

considerarlo un par, un hermano, y entonces haremos realidad uno de los<br />

preceptos más bellos que la Torá nos ha legado:<br />

Vehaabta lereajá camoja, ‘amarás a tu prójimo como a ti mismo’.<br />

Y seguir el consejo moral del rabino Hilel: ‘No hagas a otro lo que no deseas<br />

para ti mismo’” 45 .<br />

3.5. Comité Ejecutivo (332ª), “Carta de apoyo de la CEE al Papa Benedicto XVI.<br />

Sentimientos de comunión y afecto ante las voces que han puesto en duda su amor<br />

por el pueblo judío” del 12 de febrero de 2009 46 .<br />

Si bien con anterioridad existe un documento orientado a la polémica suscitada<br />

por las palabras de Benedicto XVI en Ratisbona (Presidencia: “Carta de adhesión de<br />

Ricardo Blázquez, Presidente de la CEE, y de Juan Antonio Martínez Camino,<br />

Secretario General de la CEE, al Papa Benedicto XVI con motivo de la repercusión<br />

suscitada por su lección en la Universidad de Ratisbona” del 27 de septiembre de<br />

2006 47 ). En 2009 otra vez ante una polémica surge la comunión eclesial para<br />

subrayar los valore del concilio Vaticano II, encarnados en el Romano Pontífice:<br />

“Pocos, como Vuestra Santidad, han comprendido que, como enseña el Concilio<br />

Vaticano II, se trata de ‘un pueblo amadísimo para Dios a causa de sus padres y en<br />

virtud de la elección, pues Dios no se vuelve atrás después de haber llamado y dado<br />

sus dones’ (LG 16)”.<br />

45 “Palabras pronunciadas en el mismo acto por el Presidente de la Federación de<br />

Comunidades judías de España”, en Ibíd.<br />

46 Boletín Oficial de la Conferencia Episcopal Española, 83, 2009: 23.<br />

47 Boletín Oficial de la Conferencia Episcopal Española, 77, 2006: 145.<br />

136


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

4. Reflexión final<br />

No estamos mudos. Tenemos referencias claras. Hay atisbos de mucho positivo,<br />

y mucho que mejorar. La documentación no es mucha en lo específico de nuestra<br />

realidad, y tampoco la elaboración teológica, demasiado centrada, quizás, ad extra<br />

en el ecumenismo. La reflexión teológica sobre el judaísmo viene casi<br />

exclusivamente orientada a las fuentes judías del pensamiento cristiano y a lo sumo<br />

sobre la convivencia intercultural entre las religiones en la Edad Media (acaso habría<br />

que ver si existe alguna lectura metafórica al respecto). Si bien quizás no hay un<br />

silencio, si que existe un cierto susurro que, ya hemos anunciado puede tener una<br />

sustantividad teológica-eclesiológico, que más que implicaciones teológicodogmáticas,<br />

tienen un trasfondo pastoral, por otra parte, muy importante. El diálogo,<br />

el conocimiento, el reconocimiento, la afectividad no puede frenarse por la urgencia<br />

pastoral de la CEE, de la situación político-social, cultural, histórica... Parece que<br />

siguen abiertos detalles que merecen ser señalados:<br />

a. La Iglesia realiza transversalmente una lectura sobre la experiencia<br />

interreligiosa que justifica que no sea solapada, pero que se muestra insuficiente,<br />

como puede extraerse de una lectura cuantitiva y cualitativa de la lectura de los<br />

diversos documentos realizados por la CEE. Los índices temáticos que aparecen en<br />

las compilaciones de dicha documentación muestran una sequía conceptual<br />

relevante.<br />

b. Las autoridades eclesiásticas en España no entienden “realmente” como<br />

prioritaria, en nuestra realidad la acción interreligiosa dentro de su acción pastoral.<br />

Pensemos que en el “Plan de formación sacerdotal para los seminarios mayores. La<br />

formación para el ministerio presbiteral”, en el Plan de Estudios no aparece ninguna<br />

materia teológica al respecto (queda la cuestión de las diversas religiones reducida a<br />

la Fenomenología e historia de las religiones en el ciclo de filosofía) 48 .<br />

c. Teniendo en cuenta lo anterior y sin anularlo se puede sostener que la Iglesia<br />

jerárquica confía en la discusión teológica como fuente orientativa al respecto sin<br />

reparar a una vertiente normativa, confiada solo a la doctrina vaticana.<br />

48 Cf. LXV Asamblea Plenaria de la CEE, “Plan de formación sacerdotal para los seminarios<br />

mayores. La formación para el ministerio presbiteral”, (16 de febrero de 1996). Cf. Juan<br />

Carlos García (Ed.), Documentos de la CEE, 1995-2000, Madrid, BAC, 2004: doc. 33;<br />

Boletín Oficial de la Conferencia Episcopal Española, 51, 1996: 115-163.<br />

137


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

d. Sin duda alguna no podremos olvidar la “emergencia” del diálogo<br />

interreligioso orientado en un primer momento (décadas anteriores) a las religiones<br />

orientales, y posteriormente en un segundo momento al diálogo Islam y cristianismo<br />

(significativamente a partir de la década de los noventa y especialmente de<br />

septiembre de 2001), una discusión en el que el trasfondo del conflicto palestino y el<br />

Estado de Israel está en la conciencia europea y muy mediatizada en la sociedad<br />

española.<br />

e. Existe una sensibilidad mayor de unión de las religiones frente al “laicismo”<br />

imperante en la Sociedad Española y la defensa de la “libertad religiosa” efectiva y<br />

real.<br />

A partir de aquí podremos comprender mejor los esfuerzos existentes de diálogo<br />

teológico y práctico-pastoral. En fin, queda por continuar el análisis de lo “poco”<br />

dicho y los silencios, así como de la literatura secundaria, escasísima, y las posibles<br />

analogías que puedan extraerse. Y comenzar a ver la literatura específica nacida de<br />

esfuerzos más concretos como los que se realizan en el Centro de Estudios Judeo-<br />

Cristianos con sede en Madrid cuyos resultados pueden observarse en su revista El<br />

Olivo<br />

Un acercamiento a la realidad del diálogo entre la Iglesia católica y los<br />

documentos generados por él y el judaísmo en la época posconciliar, trasluce que<br />

aún en tímidos intentos, el silencio gana al ruido. La falta de urgencia del diálogo<br />

interreligioso, no implica el olvido, pero implica algo. Un “plus” en el caso español<br />

que tiene, como señalamos en años anteriores, un componente eclesial en cuanto que<br />

la Iglesia jerárquica confía en la discusión teológica como fuente orientativa al<br />

respecto sin reparar a una vertiente normativa, confiada solo a la doctrina vaticana.<br />

Y también una urgencia socio-política en el sentido en que la Iglesia tiene una<br />

urgencia orientada a la defensa de la libertad religiosa. Ahora bien, este frente<br />

abierto con las instancias administrativas, nacidas de ciertos diseños de corte<br />

nihilista y que se reflejan en un ateismo beligerante (y en un interesado fomento de<br />

la indiferencia religiosa para dejar morir el ser vivo de inanición), todo ello en aras a<br />

la mansedumbre de una sociedad diseñada desde el partido como única instancia<br />

moral de la sociedad democrática, en vez de aglutinar las fuerzas implicadas (las<br />

diferentes confesiones y religiones envueltas) se ha derivado en una lucha por las<br />

migajas del sistema. La maquiavélica inteligencia de los diseñadores políticos, ha<br />

vertido sus premisas del poder al diálogo religioso, en una estrategia muy estudiada<br />

(y vieja) del “divide y vencerás”. Así no pocas veces han provocado entidades como<br />

138


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Pluralismo y convivencia o el Observatorio de las religiones minoritarias, que en<br />

lugar de favorecer la expresión y visibilidad de las diferentes expresiones religiosas<br />

(como se supone deben hacer), entre ellas el judaísmo, en la sociedad española y<br />

reivindicar la necesaria expresión religiosa de los ciudadanos como sujetos<br />

personales y comunidades personales y ciudadanos en la esfera pública, han<br />

favorecido la discusión, el enfrentamiento ante supuestos privilegios de parte. Como<br />

hemos dicho antes las “migajas” de las sobras del banquete político. Este lugar<br />

común, la urgencia del hecho religioso que todos compartimos, es el mejor espacio<br />

de ruptura de la diferencia estadística en un contexto social y político.<br />

La minoría judía es una mayoría esencial. Y en la unión con todas las<br />

confesiones en la comprensión, el estudio mutuo y la oración, sin olvidar la sincera<br />

propuesta salvífica e identitaria de cada una, gana su visibilidad. Y es que se llega al<br />

fin de la discriminación cuando no se menciona a la misma en nada en la actividad<br />

desempeñada, sea de forma positiva o negativa. En este sentido y a pesar del poco<br />

ruido documental, hay que mencionar que los acercamientos e iniciativas que<br />

existen en el diálogo interreligioso, y por lo tanto, cristianismo católico y judaísmo<br />

tienen en las delegaciones episcopales de ecumenismo y diálogo interreligiosos uno<br />

de los motores fundamentales. Decir otra cosa sería injusto.<br />

Por otra parte, también es justo decir que vivimos en un momento histórico,<br />

social, cultural, religioso en el que el diálogo implica libertad. Pero la libertad<br />

supone responsabilidad desde la acción voluntaria sustentada en el conocimiento, de<br />

modo que la bondad de la acción libre recae siempre en la responsabilidad de la<br />

búsqueda de la verdad (llegar a la misma es más difícil y pertenece al terreno de la<br />

ciencia y de los objetos naturales). Esto supone que si bien los judíos hoy se sienten<br />

con la fuerza moral suficiente y poseen la libertad efectiva para realizar las<br />

consideraciones que estimen oportunas con total libertad, de modo que como no<br />

puede ser de otra forma, pueden (y deben) hablar francamente. No es menos cierto<br />

que su franqueza, en el ejercicio de la libertad en la responsabilidad tiene que<br />

llevarles, también a ellos, a la búsqueda del conocimiento del otro. De su realidad<br />

teológica, pastoral, cultura, social... en la empatía. La visibilidad también se hace en<br />

la proposición. Ser asertivos supone hablar sobre las inquietudes en un ánimo<br />

dialogante.<br />

Quisiera finalizar enfatizando lo común, la necesidad mutua, no solo la<br />

necesidad intrínseca, por nuestra propia naturaleza religiosa y herencia común, de<br />

diálogo, sino la convicción extrínseca de que compartimos más que nunca ante una<br />

139


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

sociedad que ya siendo postsecular de hecho, sigue regida por instituciones<br />

periclitadas que intentan mantener en todas sus formas un ficticio secularismo.<br />

Comparto así algunas palabras que el papa Francisco dirigió a la delegación del<br />

Simon Wiesenthal Center, organización internacional judía para la defensa de los<br />

derechos humanos el 24 de octubre de <strong>2013</strong> 49 . Al respeto y la estima mutua, el Papa<br />

señala el compromiso común en la lucha conjunta contra la intolerancia: “allí donde<br />

se persigue y se margina a una minoría por causa de sus convicciones religiosas o<br />

étnicas está en peligro el bien de toda una sociedad y todos debemos sentirnos<br />

implicados. Pienso con especial dolor en los sufrimientos, la marginación y las<br />

auténticas persecuciones que no pocos cristianos están sufriendo en diversos países<br />

del mundo. Unamos nuestras fuerzas para favorecer una cultura del encuentro, del<br />

respeto, de la comprensión y del perdón mutuos”. Y para ello es necesaria la<br />

formación, el diálogo y la vida, concluyo con sus palabras que pueden animar a<br />

todos a realizar más aún por el conocimiento mutuo. Desde España, como hemos<br />

visto no pocas veces deficitaria, excepto en núcleos de convivencia, se ha de<br />

fomentar no sólo el diálogo, sino “la pasión por el encuentro”:<br />

Para la construcción de una cultura así desearía destacar, en particular, la<br />

importancia de la formación: una formación que no es sólo transmisión de<br />

conocimientos, sino paso de un testimonio vivido, que presupone el establecimiento<br />

de una comunión de vida, de una ‘alianza’ con las jóvenes generaciones, siempre<br />

abierta a la verdad. A ellas, en efecto, debemos saber transmitir no sólo<br />

conocimientos sobre la historia del diálogo judeo-católico, las dificultades<br />

afrontadas y los progresos realizados en las últimas décadas: sobre todo debemos ser<br />

capaces de transmitir la pasión por el encuentro y el conocimiento del otro,<br />

promoviendo una implicación activa y responsable de nuestros jóvenes. En esto, es<br />

de gran importancia el compromiso compartido al servicio de la sociedad y de los<br />

más débiles. Os aliento a seguir transmitiendo a los jóvenes el valor del esfuerzo<br />

común para rechazar los muros y construir puentes entre nuestras culturas y<br />

tradiciones de fe. Sigamos adelante con confianza, valor y esperanza. Shalom!<br />

49 Papa Francisco, “Discurso del Santo Padre Francisco a una delegación del “Simon<br />

Wiesenthal Center”, (24 de octubre de <strong>2013</strong>). Disponible en<br />

http://www.vatican.va/holy_father/francesco/speeches/<strong>2013</strong>/october/documents/papafrancesco_<strong>2013</strong>1024_delegazione-simon-wiesenthal-center_sp.html.<br />

Consultado el 10 de<br />

noviembre de <strong>2013</strong>.<br />

140


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Anexo<br />

Cuadro: Lugares de culto.<br />

(Fuente: Observatorio de la religión)<br />

http://www.observatorioreligion.es/buscador/search_comunidades.srv?ccaa=&com<br />

u=&prov=&city=&conf=Jud%EDos<br />

Ver también: http://fcje.org/index.php/comunidades<br />

Dirección de la FCJE:<br />

C/ Miguel Ángel nº 7-1º C. 28010 Madrid<br />

Teléfono: 91.700.12.08<br />

Fax: 91.391.57.17<br />

Correo electrónico: fcje@fcje.org<br />

Página Web Oficial: http://fcje.org<br />

Nombre Dirección Población Provincia<br />

Asociación Judía de la Sangre 5 4º Valencia Valencia/València<br />

Aviv<br />

Comunidad Israelita Berlín Bloque I Benidorm<br />

Alicante/Alacant<br />

de Alicante Bajo<br />

Comunidad Israelita Porvenir 24 Barcelona Barcelona<br />

de Barcelona<br />

Comunidad Israelita Valldoreix Sant Cugat del Vallès Barcelona<br />

de Barcelona<br />

Comunidad Israelita Millán Astray 3 Ceuta Ceuta<br />

de Ceuta<br />

Comunidad Israelita Sargento Coriat 8 Ceuta Ceuta<br />

de Ceuta<br />

Comunidad Israelita Alférez Díaz Melilla<br />

Melilla<br />

de Melilla<br />

Otero 6<br />

Comunidad Israelita Comisario Valero Melilla<br />

Melilla<br />

de Melilla<br />

5<br />

Comunidad Israelita Duquesa de la Melilla<br />

Melilla<br />

de Melilla<br />

Victoria 19<br />

Comunidad Israelita<br />

de Melilla<br />

(Sinagoga<br />

Benarroch<br />

Turzman)<br />

General<br />

Marina 71<br />

Melilla<br />

Melilla<br />

141


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Comunidad Israelita<br />

de Melilla<br />

(Sinagoga Yamin<br />

Benarroch Z. L.)<br />

Comunidad Israelita<br />

de Málaga<br />

Comunidad Israelita<br />

de Tenerife<br />

Comunidad Israelita<br />

de Valencia<br />

Comunidad Israelita<br />

de Torremolinos<br />

Comunidad Judía<br />

de Madrid<br />

Comunidad Judía<br />

de Madrid, Oratorio<br />

"Hasdey Leah"<br />

Comunidad Judía<br />

de Madrid, Oratorio<br />

"Maimónides" del<br />

Centro Ibn Gabirol<br />

Comunidad Judía<br />

de Madrid, Oratorio<br />

"Or Hayeladim"<br />

Comunidad Judía<br />

Ner Tamid de La<br />

Coruña<br />

Comunidad Judía<br />

Oneg Shabat de<br />

Madrid<br />

Comunidad Judía<br />

de Alicante Centro<br />

Comunidad Judía<br />

de Marbella<br />

Comunidad Judía<br />

de Sevilla<br />

López Moreno<br />

12 2<br />

Duquesa de<br />

Parcent 4 3º<br />

San José 18-20 7º<br />

Ingeniero Joaquín<br />

Benlloch 29 1°,<br />

Puerta 2<br />

Melilla<br />

Málaga<br />

Santa Cruz de<br />

Tenerife<br />

Valencia<br />

Melilla<br />

Málaga<br />

Colegial 15 Torremolinos Málaga<br />

Balmes 3 Madrid Madrid<br />

General Orgaz 5 Madrid Madrid<br />

de Alcobendas 7 Alcobendas Madrid<br />

Judíos Trinquete<br />

11<br />

Madrid<br />

Santa Cruz de<br />

Tenerife<br />

Valencia/València<br />

Madrid<br />

del Ejército 72 5º Coruña (A) A Coruña<br />

Violeta 89 Tres Cantos Madrid<br />

Juan de Herrera 19<br />

Entreplanta<br />

Alicante/Alacant Alicante/Alacant<br />

Duque de Marbella<br />

Málaga<br />

Ahumada 10<br />

Entreplanta 26-5<br />

Bustos Tavera 8 Sevilla Sevilla<br />

Comunidad Judía Monsenyor Palma<br />

Illes Balears<br />

de les Illes Balears Palmer 3<br />

Comunidad Judía Fontán 11 Oviedo Asturias<br />

142


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

del Principado de<br />

Asturias<br />

Comunidad Masorti<br />

Bet-El<br />

Comunidade Xudia<br />

B'nei Israel de<br />

Galicia<br />

Comunitat Jueva<br />

Bet Shalom de<br />

Catalunya<br />

Comunitat Jueva-<br />

Atid de Catalunya<br />

Progressiva<br />

Javad Lubavitch,<br />

Comunitat Jueva de<br />

Barcelona<br />

Sinagoga y<br />

Comunidad Israelita<br />

de Las Palmas de<br />

Gran Canaria<br />

Eladio López<br />

Vilches 18<br />

Francisco Añon 22<br />

5º-A<br />

Perez Galgós 23<br />

Bajo<br />

Madrid<br />

Coruña (A)<br />

Barcelona<br />

Madrid<br />

A Coruña<br />

Barcelona<br />

Tres Torres 39 Barcelona Barcelona<br />

Joan Gamper 27 Barcelona Barcelona<br />

Remedios 10 2º<br />

Palmas de Gran<br />

Canaria (Las)<br />

Las Palmas<br />

143


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

RESUMEN<br />

La Declaración del Concilio Vaticano II Nostra aetate, sobre la relaciones de la<br />

Iglesia con las religiones no cristianas, se funda en los principios de la trascendencia<br />

divina, la capacidad de respuesta que las religiones tienen del presupuesto<br />

fundamental de la estructura antropológica humana en su plenitud y la capacidad<br />

salvífica de las que están dotadas. Desde esta perspectiva se analiza la recepción en<br />

España, y el diálogo con el judaísmo en el contexto de las minorías religiosas.<br />

Palabras clave: diálogo judeo-cristiano – religiones no cristianas – documentos<br />

conciliares – documentos episcopales españoles<br />

ABSTRACT<br />

The reading of the Vatican Declaration Spain Nostra Aetate. On the relations of the<br />

Church with non-Christian religions and their impact on Jewish-Christian dialogue<br />

Declaration Nostra Aetate of the Second Vatican Council on the relations of the<br />

Church to Non-Christian religions, is founded on the principles of divine<br />

transcendence, the responsiveness that religions have the fundamental premise of<br />

human anthropological structure correctly and the saving ability that are equipped.<br />

From this perspective the reception in Spain, and dialogue with Judaism in the<br />

context of religious minorities analyzes.<br />

Keywords: Jewish-Christian dialogue - Non-Christian Religions - conciliar<br />

documents - Spanish episcopal documents<br />

144


<strong>DIALOGANDO</strong> 1, N. 1, <strong>2013</strong><br />

ISSN 2347-0712<br />

De la disputa a la condena.<br />

Cuestiones interreligiosas bajomedievales<br />

Celina A. Lértora Mendoza<br />

CONICET/FEPAI<br />

Buenos Aires<br />

Introducción<br />

Si bien los estudios medievalistas desde hace tiempo se interesan en el<br />

pensamiento controversial, especialmente para reconstruir sus esquemas lógicos y<br />

epistemológicos, esta tarea se hace habitualmente sobre textos filosóficos y/o<br />

científicos, pero no sobre textos religiosos. El estudio puntual de autores que además<br />

de su obra filosófica, científica y teológica, han participado activamente en<br />

controversias, generalmente no incluye este tipo de análisis para las obras<br />

apologéticas, las que suelen estudiarse sin tener en cuenta el aspecto controversial,<br />

considerando que se trataría de una “controversia ficticia o virtual”.<br />

Mi investigación se propone: 1. Determinar la incidencia de los modelos lógicos<br />

y epistemológicos de argumentatividad en el desarrollo controversial, tanto de<br />

auténticas controversias como de controversias virtuales; 2. Señalar los aspectos de<br />

convergencia y los de divergencia en relación a la apologética posterior,<br />

especialmente la cristiana.<br />

En una primera etapa, cuyos resultados expone este trabajo se analizan –dentro<br />

de la literatura cristiana- dos modelos que, si bien corresponden al mismo período<br />

cronológico (siglos XIII y XIV) representan, desde el punto de vista teórico y<br />

programático, dos enfoques de los cuales el primero iba cediendo su lugar -<br />

preponderante antes- al segundo, que se impondrá en la práctica católica hasta bien<br />

entrado el siglo XIX: el modelo controversial y el apologético.<br />

Del primero se tomarán, a su vez, dos exponentes: la figura de Ramón Lull (y en<br />

general el lulismo) y un texto que representa el modelo tardío y final, que a su vez<br />

marca el pasaje al segundo modelo, el libro La Corte Imperial. Del segundo modelo,<br />

el apologético, se toman a su vez dos figuras representativas de dos modos de<br />

encararla, el de Raimundo Martí y el de Nicolás Eimeric, ambos dominicos ibéricos.


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Se pretende así dar un muestro representativo de las diversas tendencias que<br />

presenta la literatura de la época, de modo que queden justificadas algunas<br />

observaciones generales y conclusiones preliminares..<br />

Desarrollo<br />

1. El diálogo controversial<br />

El diálogo controversial tiene una larga historia en el ámbito cristiano,<br />

habiéndose iniciado tempranamente sobre todo en relación a los judíos, aunque<br />

también con respecto a los paganos (si bien en este caso con sesgo más bien<br />

apologético y defensivo). Nombres como Justino, Tertuliano, Clemente Alejandrino,<br />

Orígenes, Agustín de Hipona, jalonan esfuerzos por hacer comprender a los<br />

incrédulos la verdad y la bondad de la fe cristiana, cuando todavía no era una<br />

religión ampliamente extendida en Occidente. En la Edad Media latina, pueblos ya<br />

totalmente cristianizados se enfrentaban a dos fenómenos de diversidad religiosa: el<br />

judaísmo superviviente y afincado en sus territorios, irreductible a todos los intentos<br />

de conversión; y el islamismo que, habiendo conquistado zonas anteriormente<br />

cristianas, arrasando en ellas esa tradición sustituida por una islamización<br />

sorprendentemente veloz, amenazaba a Occidente tanto desde las armas como desde<br />

su religión, su cultura y su ciencia.<br />

Además de la lógica defensa armada, los cristianos, que no podían ignorar los<br />

avances culturales del Islam, se interesaron por aprovecharse de sus conocimientos,<br />

pero salvando las diferencias religiosas no negociables, por lo cual paralelamente al<br />

interés por el pensamiento islámico (fundamentalmente la tradición greco-árabe)<br />

procuraron pensar la diferencia religiosa en términos de controversia. Dos nombres<br />

son de cita inexcusable: Juan Escoto Erígena, de la época carolingia, y Pedro<br />

Abelardo, en el siglo XII. Entre ellos corren largos períodos de silencio, hasta que en<br />

el siglo XIII hace eclosión nuevamente la tradición controversial. Pero los tiempos<br />

habían cambiado y con ellos los métodos y los objetivos, que se hacen más<br />

complejos e incluso variables según los intereses sectoriales que promueven estas<br />

prácticas. Dentro de esta gran variedad destaca la figura de Llull y sus epígonos, que<br />

van acentuando la veta apologética y luego condenatoria, hasta confundirse con otro<br />

modelo que será victorioso: el inquisitorial.<br />

146


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

1.1. La tradición de Ramón Llull<br />

Ramón Llull es una figura compleja y ha sido muy controvertida. También lo es<br />

el tiempo en que vivió y las circunstancias de las que fue testigo y actor. Este<br />

aspecto constituye un marco necesario para la comprensión de su pensamiento y<br />

obra 1 .<br />

La vida de Llull 2 estuvo decididamente determinada por las circunstancias<br />

geopolíticas del Mediterráneo suroccidental dominado por las diferentes líneas de<br />

las casas reales de Aragón y Anjou; implicaban una situación de frontera y no se<br />

correspondían con el modelo social del resto de la cristiandad. Lull buscará también<br />

posteriormente el apoyo de la casa real francesa y tomará conciencia del tipo de<br />

temas que preocupaba a la intelectualidad cristiana representada en la Universidad<br />

de París. Mallorca fue recuperada en 1229 por los cristianos, después de haber sido<br />

musulmana por más de tres siglos. Los cristianos se convirtieron en una minoría<br />

selecta y dominante, los judíos al comienzo vieron alentada su permanencia por su<br />

papel en el sistema financiero y económico, mientras que los musulmanes vivieron<br />

desde la reconquista en un clima de permanente hostilidad, fueron desposeídos de<br />

sus tierras y sus derechos y la población autóctona sobreviviente fue reducida a<br />

cautividad. Los vencedores redactaron un “Libro de Repartimientos” para legitimar<br />

la usurpación de tierras que ellos consideraban como reconquista de sus primitivos<br />

propietarios no islámicos. Tal vez la situación insular de Mallorca como frontera con<br />

el Islam y el acoso de los piratas bereberes contribuían a la desconfianza cristiana.<br />

Ya en el reinado de Jaime I el Conquistador, luego de la toma de Mallorca, se<br />

afianzó la idea de crear con las Baleares un reino insular/continental independiente<br />

que gravitara en la zona catalano-aragonesa en torno a la corona. Jaime II, que sube<br />

al trono a la muerte de su padre, en 1276, fue el primero de los tres reyes de un<br />

efímero reino que en 1343 sucumbió a las pretensiones reintegracionistas de Aragón.<br />

1 Principales ediciones de la obra luliana: Beato Raimundo Llull, Obres Catalanes de Ramon<br />

Lull, ed. S. Galmés et alii (Barcelona 1905-1950) 21 vol.; Ídem, Obres essencials, ed. M.<br />

Batliori et alii (Barcelona 1957-60) 2 vol.; Ídem, Opera latina, edición crítica en curso a<br />

cargo del Raimundus Lullus-Institut, Universidad de Friburgo im Br. vol. I-V (Palma de<br />

Mallorca 1959-67); vol. VI- (Turhout 1978- ) en la serie CCCM; Ídem Opera omnia, ed. J.<br />

Salzinger (Mainz 1721-42) 8 vols.; reed. F. Stegmüller (Frankfurt am M. 1965).<br />

2 Sigo aquí especialmente la presentación muy documentada de Fernando Domínguez<br />

Reboiras, “Algunas reflexiones sobre el trasfondo geopolítico del pensamiento luliano”, Pedro<br />

Roche Armas (Coordinador), El pensamiento político en la Edad Media, Madrid, Ed.<br />

Fundación Ramón Areces, 2010: 403-417.<br />

147


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Jaime II reina hasta 1311, y alienta los propósitos de Llull, de quien era amigo<br />

personal, hasta 1285 en que estalla un conflicto entre los reyes hermanos de<br />

Mallorca y Aragón (Pedro III). En 1282, a raíz de las Vísperas Sicilianas y la<br />

proclamación de Pedro como rey de Sicilia, el papa Martín IV excomulga a Pedro y<br />

otorga todos sus reinos al segundo hijo del rey de Francia, Charles de Valois. Jaime<br />

II se pone de parte del Rey de Francia Felipe III, cuya invasión a Cataluña fue un<br />

fracaso, muriendo en Perpiñán, ciudad de su aliado mallorquín. El nuevo rey<br />

catalano-aragonés, Alfonso III, invade Mallorca y Menorca (isla musulmana súbdita<br />

de Mallorca, a cuyos habitantes vende como esclavos, repoblándola con catalanes).<br />

Por eso Llull debe emigrar a Francia 3 .<br />

Aunque en 1298 Jaime II recuperó la isla, el eje occitano-insular no renació<br />

porque Montpellier gravitó cada vez más en torno a Francia y las Baleares, como<br />

Cerdeña, se encuentran bajo la hegemonía aragonesa. Los proyectos de Llull en<br />

Mallorca no prosperan, sea por motivos de carencia económica o por enfriamiento<br />

de las relaciones con el rey. De hecho, hasta la muerte de Jaime de Mallorca (1311)<br />

Llull buscó ayuda en Aragón. La cristianización de los cautivos mallorquines que<br />

Llull se propuso, no se realizó en general con el apoyo de sus dueños catalanes sino<br />

que más bien estuvieron en contra. Ni al rey ni a los cristianos pudientes les<br />

convenía la cristianización de los cautivos y no la apoyaron. Su cristianización y<br />

romanización fue producto del tiempo y de las interacciones sociales.<br />

Es interesante repasar -afirma Domínguez Reboiras 4 - el título que Llull se daba<br />

con orgullo de “abogado de los infieles”. Su actitud con los moros de Mallorca es<br />

ambigua. Por una parte puede parecer revolucionaria y concordante con el carácter<br />

fantástico y utópico de sus proyectos, que incluiría la defensa de la población<br />

agrícola autóctona en conflicto con la ciudad. Pero por otro su propio proyecto<br />

procura la aceleración del proceso de aculturación en beneficio final de las<br />

estructuras urbanas. No usa el árabe por amor a esa lengua, sino como un vehículo<br />

más eficaz. Sin embargo hay que reconocer su buena disposición con respecto a los<br />

musulmanes oprimidos. Otros estudiosos valoran más la postura de Llull con<br />

3 Domínguez Reboiras, cit., p. 411. Este motivo parece plausible, aunque es diferente del que<br />

presentan otros autores, que en general se inclinan por la atracción de París como centro<br />

intelectual. Ambas motivaciones no se excluyen; en todo caso Paris tenía, a deferencia de la<br />

Mallorca, una secular tradición cristiana e intelectual.<br />

4 Art. cit., p. 415.<br />

148


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

respecto a los islámicos mallorquines. Así, Guasp Gelabert 5 , al vincular la posición<br />

misionera de Llull con la tradición cristiana misional que había conseguido<br />

cristianizar a los pueblos bárbaros pero se sentía amenazada por el Islam, observa<br />

que en el siglo XII le opuso las cruzadas, mientras que en el XIII, las órdenes<br />

mendicantes, creación propia del siglo, asumieron una nueva forma de predicación.<br />

Lull, luego de su conversión (de vida pecaminosa a vida ascética), en junio de 1263,<br />

dedicó dos años (1263-1265) a hacer peregrinación penitencial. Luego se dedica al<br />

estudio y a la preparación de su Ars Magna, concebida como instrumento de<br />

predicación. En 1280 se dirige a Roma para interesar al Papa y a la curia, yendo en<br />

total cinco veces y presentándose como “el procurador de los infieles” 6 , buscando la<br />

creación de colegios con estudios de lenguas y preparación del clero para esa<br />

misión. Mientras que para Francisco de Asís y Domingo de Guzmán las misiones<br />

eran sólo un aspecto, y no el principal, de su carisma, para Lull eran la idea motriz<br />

de toda su obra y su acción. Se lo suele considerar un escritor místico, sin embargo<br />

es igualmente importante como escritor misional: “Todas sus especulaciones<br />

científicas tienen por fin servir a este ideal. De las obras lulianas es posible sacar una<br />

verdadera misionología: para una teología y metodología de evangelización, nada<br />

falta, sino que abunda, en los libros del Beato mallorquín; principios teológicos;<br />

métodos de misionar; conocimiento de las religiones falsas, creencias, costumbres y<br />

modos de vivir los infieles; disputas apologéticas; organización del esfuerzo<br />

misionero; comportamiento de los cristianos para con los conversos, etc.” 7 .<br />

Aun cuando alguna vez se le retacearon los títulos de teólogo y filósofo, al<br />

menos este último ya nadie lo discute. Queda en pie, sin embargo, la pregunta de por<br />

qué se dedicó Llull a la filosofía teniendo en cuenta que, tanto por sus intereses<br />

personales como por su propia biografía, no fue nunca un profesor ni un escritor de<br />

textos académicos. Pero no está descaminado responder con sus propias palabras de<br />

la Vita coaetanea: “Christum integre deservire” (cf. ROL VIII, p. 274). Es decir,<br />

parte de su necesidad personal de restaurar la integridad de la fe, luego de su<br />

5 Bartolomé Guasp Gelabert, El beato Ramón Lull, procurador de los infieles, Palma, Atlante,<br />

1958. Texto de su Panegírico en la Basílica de San Francisco de Palma de Mallorca, el 3 de<br />

julio de 1958, fiesta luliana.<br />

6 Guasp cit., p. 6. Es decir, el autor enfatiza que el título que se adjudicó no se refería<br />

exclusivamente a su actividad en relación a los islámicos de Mallorca, sino en general. No<br />

parece, sin embargo, que este título de “infieles” cuadre a los judíos, y además, de hecho, en<br />

ese caso no había un lugar de poder de ellos al que dirigirse para convertirlos.<br />

7 Ibíd., p. 15.<br />

149


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

“conversión” que le llevó a abandonar una vida dedicada a otros intereses. Decide<br />

pues, dedicarse intelectualmente a la fe, a su justificación y difusión. Podría decirse<br />

que Llull fue ante todo un apologeta, además de ser claramente un misionero, un<br />

apóstol en el sentido de “tradere aliis contemplata”. Pero la fe, conforme lo veía en<br />

su tiempo, corría diversos peligros, uno de ellos y no menor, la presencia fuerte de<br />

otras religiones, especialmente la judía y la islámica, además de las disensiones entre<br />

cristianos y las herejías. De todas estas desviaciones se ocupó, en mayor o menor<br />

medida. La raíz común de su preocupación es que estas divergencias rompen lo que<br />

el considera una necesaria unidad: la integridad de su fe indubitada no es<br />

compartida por todos, y esto es propiamente un “escándalo”, una piedra en el<br />

camino que debe ser removida. Podría hasta decirse que la integridad universal de la<br />

fe se convierte, para él, en una necesidad de la integridad de su fe personal. De ahí<br />

su profundo compromiso con la apologética y la misión: no se puede servir integer a<br />

Cristo si no se procura, por acciones propias, que los demás separados se acerquen a<br />

él. Podría también decirse que Llull, en su vocación misionera, siente la necesidad<br />

de comprender la posición del otro, como un primer paso de su apologética. Otro<br />

paso preliminar es la comprensión filosófica acerca de la verdad sobre estos temas<br />

disputados 8 . Ambos caminos se unen en la propuesta del Ars, cuya apreciación<br />

caleidoscópica remite a este ramillete de preocupaciones y proyectos.<br />

También hay que decir que, en su mente, carecía de sentido preguntar si su obra<br />

magna, así como las que se derivan teórica y prácticamente de ella, son filosofía o<br />

teología; en mi concepto, compartía una tradición que prescindía de esta distinción<br />

hija del aristotelismo al que Ramón no fue nunca adicto y del cual sospechaba,<br />

especialmente en su versión averroísta 9 . En esta perspectiva, la comprensión de la fe<br />

estaba inescindiblemente ligada a su personal preocupación por restaurar la<br />

integridad de la fe cristiana. Para ello emprendió la búsqueda de un método y<br />

elaboró el recurso demostrativo de las figuras, de las cuales se sirve en casi todas sus<br />

obras y especialmente en la principal de las apologéticas: El libro del gentil y los<br />

tres sabios. Otra obra en que expresa su pensamiento interreligioso es La disputa de<br />

los cinco sabios, escrita en Nápoles en 1294) que expone las posiciones del<br />

8 He tratado este tema en el trabajo anterior “Las disputas religiosas bajomedievales: sus<br />

presupuestos teóricos: Raimundo Llull” (inédito).<br />

9 Me ocupé de este tema en mi artículo “La polémica antiaverroísta de Raimnundo Llull<br />

¿Controversia filosófica o religiosa”, Silvana Filippi (ed.) Controversias filosóficas,<br />

científicas y teológicas en el pensamiento tardo-antiguo y medieval, Rosario, UNR Inst. Sup.<br />

Don Bosco, 2011: 325-335.<br />

150


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

cristianismo romano, ortodoxo griego, nestoriano y jacobino, disputando con un<br />

musulmán. La tesis del libro es que es necesario que los cristianos lleguen a la<br />

unidad para enfrentar a los musulmanes.<br />

La obra apologética de Llull está íntimamente ligada a su acción. Varios pasos<br />

de su vida lo muestran claramente. En el Concilio de Vienne (octubre de 1311 a<br />

mayo de 1312) obtuvo un éxito parcial pero auténtico. De los tres propósitos citados<br />

en su Vida, el primero, fundación de escuelas misionales, fue incluido en el canon<br />

11 del Concilio que ordenaba la enseñanza del árabe, el hebreo y el caldeo (arameo<br />

o siríaco) en París, Oxford, Bolonia, Salamanca y la corte papal. El segundo, la<br />

creación de una nueva orden militar en reemplazo de las existentes se cumplió<br />

parcialmente: no se fundó una nueva pero los bienes de los templarios pasaron a los<br />

Hospitalarios. Sólo no se cumplió el tercer propósito, de combatir a los averroistas 10 .<br />

En una línea conexa de preocupación, entre septiembre-octubre de 1311, cuando<br />

viaja de París a Vienne para el Concilio, escribe el Phantasticus o Disputatio Petri<br />

Clerici et Raimundi pohantfastici; el clérigo va a pedir prebendas, Ramón discute<br />

inútilmente con él y reconvence de que nada se puede hacer con quien no acepta sus<br />

puntos de vista y se persuade de que Dios no perdonará a los que piensan y obran<br />

como Pedro. Precisamente el que Pedro sea inmune a los argumentos por las<br />

“razones necesarias” es una muestra de su perversión 11 . La Disputatio contra los<br />

musulmanes fue escrita en Bugia durante una estadía en que intentó convencer a los<br />

islámicos, sin éxito y fue expulsado (1306), pero esta versión se perdió en el<br />

naufragio de la nave que lo lleva a Pisa, donde después hizo una nueva versión en<br />

latín de la Disputatio, y a la vez escribió el Ars brevis, resumen del Ars generalis<br />

ultima, que acabó también allí 12 . En el Desconhort (1295) se lamenta de haber<br />

decidido poner la vida entera al servicio del ideal cristiano (hacer conocer, amar y<br />

servir a Dios) en vista de los escasos resultados, expresándolo como el deseo<br />

filantrópico de llevar la Palabra a quienes no han tenido la dicha de nacer cristianos.<br />

Como apunta acertadamente Francesca Chimento, en su afán de convertir a los no<br />

cristianos, con las disputas y las armas intelectuales, piensa en una especie de<br />

comisión permanente y no en una disputa puntual y episódica, como la de Barcelona<br />

10 Cf. Lola Badía y Anthony Bonner, Ramón Llull: vida, pensamiento y obra literaria,<br />

Barcelona, Sirmio, 1993, pp. 62-63.<br />

11 Badía y Bonner, ob. cit., p. 210.<br />

12 Badía y Bonner, cit., pp. 54-55.<br />

151


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

en 1263 13 . Chimento concuerda con Pere Villalba, al decir que Llull es el primer<br />

autor que considera el mundo musulmán como una unidad de pensamiento y de<br />

creencias, y aunque los considere “infieles”, es una religión que puede y debe ser<br />

combatida con las armas de la razón y la teología cristiana, de ahí la importancia de<br />

la unión de los cristianos con el papa para el ideal de la implantación de la verdad<br />

cristiana en el mundo islámico 14 .<br />

Pero esto no significa ninguna especie de relativismo tolerante en cuanto a las<br />

creencias mismas. Al contrario, le molesta la tibieza con que los poderes cristianos<br />

toleran la existencia de numerosos no creyentes y frente a eso afirma una voluntad<br />

homogeneizadora de conversión. Y para garantizar el acatamiento a las normas<br />

considera conveniente instaurar sistemas de espionaje, secreto y anónimo, la<br />

denuncia pública, la penitencia y el castigo, incluso físico, pues ello producirá<br />

finalmente una sociedad virtuosa. La fórmula amor/temor es su patrón general<br />

conductual y afectivo 15 . Este aspecto de su pensamiento invita a dimensionar a Llull<br />

como un hombre de su tiempo, que acepta los patrones de conducta generales y cuyo<br />

concepto del “diálogo” y la “tolerancia” entre religiones, aun cuando es sin duda<br />

notablemente avanzado para la intelectualidad y la clerecía medias de su tiempo, no<br />

pueden interpretarse con criterios contemporáneos. Por eso no podemos ver –en él,<br />

como sí la veríamos en nosotros- una contradicción ente sus propuestas dialogales y<br />

su exhortación a la recuperación de Tierra Santa. En este sentido, como advierte<br />

Trias Mercant 16 , ya en 1939, los hermanos Carreras y Artau planteaban -<br />

fundadamente a mi juicio- la relación entre el Liber de acquisitione Terrae Sanctae<br />

y el pensamiento político general de Llull, al ocuparse de nociones como imperium,<br />

pax universalis y bellator rex, en el Arbre de ciencia y el Liber de fine. Este autor<br />

admite también la contextualización del pensamiento político de Llull propuesta por<br />

Elías de Tejeda en 1949, en el marco del pensamiento político catalán del siglo XIII;<br />

pero advierte que las ideas políticas de Llull se integran con dos instancias o<br />

13 Francesca E. Chimento: “El Felix e la teoria politica di Raimondo Lulio: spunti di<br />

reflessione”, Pedro Roche Armas (Coordinador), El pensamiento político en la Edad Media,<br />

Madrid, Ed. Fundación Ramón Areces, 2010: 391-401.<br />

14 Ibíd., p. 401.<br />

15 Rubén Luzón Díaz, “El ideal de reforma sociopolítica en el Llibre d'Evast e Blanquerna, de<br />

Ramón Llull”, Pedro Roche Armas (Coordinador), El pensamiento político en la Edad Media,<br />

Madrid, Ed. Fundación Ramón Areces, 2010: 507-516.<br />

16 Sebastià Trias Mercamt, “El arte luliano y la ciencia política”, Actas del II Congreso<br />

Nacional de Filosofía Medieval, Zaragoza, Sociedad de Filosofía Medieval, 1996: 489-497.<br />

152


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

dimensiones diferentes: por una parte el pensamiento referido a la comunidad<br />

política, tema tanto del Libre de Pasatge (1292) como del Liber de fine (1305) y que<br />

incluye las preocupaciones referidas al emplazamiento y defensa de la ciudad; por<br />

otra el bellator rex se relaciona con el concepto de comunidad cristiana y la<br />

reconquista de Tierra Santa.<br />

En cuanto a los recursos teóricos implementados por Llull para su propuesta, no<br />

se duda de que se sirvió tanto de su propia inventiva como de elementos recibidos.<br />

Aunque, como se sabe, no tenía mayor estima por Aristóteles, del cual tal vez sólo<br />

tenía un conocimiento de segunda mano, aparecen en su obra motivos claramente<br />

aristotélicos, que integraban la ya sólida tradición del aristotelismo cristiano latino y<br />

no sólo la del heterodoxo averroísmo. Por ejemplo, el Libre de contemplació incluye<br />

temas como la teoría del conocimiento, los esquemas hilemórficos, el uso del<br />

esquema de las cuatro causas, la profundización en la ontología del ser creado, las<br />

reflexiones sobre los universales y los predicamentos, si bien todo ello subordinado<br />

a una intención fundamental: la comprensión de la fe a través de la significación y<br />

demostración de las cosas creadas, conforme a la secular tradición paulina. Por esto,<br />

la gran empresa que acomete el Libre de contemplació es la formulación de un mode<br />

e manera con que desentrañar la significatio; cuestión no de palabras, sino<br />

apprehensio rerum. La ascensio luliana precisa de dos escaleras: una representa el<br />

orden jerárquico de los seres; la segunda, escalona la búsqueda de la signíficacatio.<br />

Son, con pequeños retoques, las dos escaleras del De ascensu et descensu intellectus<br />

(I; ROL IX, p. 22-23).<br />

En este contexto queda clara la génesis de sus figuras, que son los medios (en el<br />

sentido de la silogística aristotélica) de las demostraciones en el modelo de Llull. La<br />

figura lulina se forma a partir de las proprietates y las qualitates – y en esto consiste<br />

la significatio- según los principios que derivan del ordenamiento de la<br />

realidad/creación. Comprender la “significación” según estos principios constituye<br />

la “demostración” en sentido lulista. Después de la etapa inicial del Libre de<br />

contemplació, la figura elemental apunta la universalización de esta comprensión y<br />

la define como inventio. Definitivamente los principios absolutos/dignidades<br />

aparecen como las propiedades y cualidades de una figura universal. De modo que al<br />

usar inventivamente estas figuras universales, se está reconstruyendo, en la medida<br />

humana posible, el Ars Dei. Por eso constituyen una verdad absoluta e indubitable.<br />

Llull y los judíos. Dentro de las disputas con los no cristianos, debe plantearse<br />

una diferencia entre musulmanes y judíos, además de las ya mencionadas, que hacen<br />

153


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

más bien a aspectos secundarios. Por una parte, y desde el punto de vista de la<br />

relación histórica, como indican Gutiérrez y Pernil Alarcón, el pensamiento judío<br />

no puede equipararse ni al islámico ni al cristiano; aunque haya un tronco inicial<br />

común y en España (Sefarad) el judaísmo creó una cultura propia 17 . Por otra parte,<br />

en las obras controversiales, Lull manifiesta profundo respeto por las tradiciones<br />

judías, a las que no ve –al contrario de las islámicas- como un peligro grave para los<br />

cristianos. Podría decirse, muy sintéticamente, que Llull visualiza especialmente a<br />

los islámicos como “más enemigos” del cristianismo, tanto por el mayor<br />

apartamiento dogmático como por la acogida a teólogos y filósofos, como Averroes,<br />

cuyo pensamiento rechaza profundamente 18 .<br />

1. 2. Un testimonio tardío: el libro La Corte Imperial 19<br />

Me he ocupado de esta obra en un trabajo especial 20 , por lo que aquí solamente<br />

trazaré un resumen. Se trata de un escrito de la segunda mitad del siglo XIV,<br />

posiblemente inspirado en la escuela lulista. En realidad, bajo una forma literaria<br />

controversial, la obra es una suma dogmática del cristianismo, justificada con<br />

técnicas apologéticas muy variadas. Esto puede constatarse fácilmente por el elenco<br />

de las cuestiones tratadas. Los personajes son judíos, islámicos, un gentil y la Reina,<br />

17 Aurora Gutiérrez Gutiérrez y Paloma Pernil Alarcón, “Estudio Preliminar” en Raimundo<br />

lujlio Libro del Gentil y los tres sabios, Estudio preliminar por Aurora Gutiérrez Gutiérrez y<br />

Paloma Pernil Alarcón, Texto, traducción y notas por Matilde Conde Salazar, Madrid, BAC,<br />

2007, p. 11.<br />

18 Cf. Anthony Bonner, “L'apologètica de Ramon Martí i Ramon Llull davant de l'Islam i del<br />

judaisme”, El debat intercultural als segles XIII i XIV. Actes de les Primeres Jornades de<br />

Filosofia Catalana, Girona 25-27 d'abril del 1988, ed. Marcel Salleras, “Estudi General” 9<br />

(Girona: Col·legi Universitari, 1989), pp. 171-185, con una actualización de los puntos de<br />

vista sobre la sinceridad del diálogo luliano, tema que ya había sido adelantado, entre otros,<br />

por Eusebio Colomer, “Ramón Llull y el judaísmo en el marco histórico de la edad media<br />

hispana”, Estudios lulianos 10, 1966: 5-45; 12, 1968: 131-144. .<br />

19 Cito por la edición interpretativa de Adelino de Almeida Calado, Corte Enperial,<br />

Universidad de Aveiro, 2000, basada en el manuscrito n. 803 de la Biblioteca Pública<br />

Municipal de Porto.<br />

20 “Literatura antijudía bajomedieval. La polémica judeo cristiana en la obra Corte Imperial”,<br />

A la sombra de tus alas. Reuniones del Instituto Superior de Estudios Religiosos (<strong>ISER</strong>) 2005,<br />

coord. C. A. Lértora Mendoza, Bs. As. Ed. Lumen, 2006: 79-102<br />

154


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

que expone las verdades cristianas en base a argumentos ya estandarizados, logrando<br />

convencer al pagano pero no a los otros.<br />

De las técnicas argumentativas, muchas son simples exposiciones sugeridas<br />

literariamente por preguntas del pagano (es decir, preguntas racionales). Otras, muy<br />

pocas, son respuestas a objeciones del musulmán. Una parte considerable está<br />

constituida por la controversia con los rabinos, cuya secuencia muestra un giro muy<br />

importante en relación a las controversias más antiguas, tanto por el orden y<br />

estructuración del debate y las cuestiones disputadas, como por los argumentos<br />

esgrimidos.<br />

La primera cuestión debatida es el reconocimiento de Jesús como Mesías. El<br />

primer argumento judío es: muchos judíos conocedores de las escrituras murieron<br />

judíos, y no hallaron en ellas prueba de Jesucristo. Se les responde que otros sí<br />

creyeron, como Nataniel, Nicodemo, Gamaliel, que fueron muy doctos, y también<br />

Pablo, y otros no se atrevían a confesar a Jesucristo por temor, como Josefo. Las<br />

razones por las cuales los judíos rechazaron a Jesucristo -según la Reina- fueron<br />

principalmente tres 21 : 1. Mengua de los bienes temporales de los que siempre fueron<br />

codiciosos y que su ley les prometía en abundancia, mientras que la ley de Cristo<br />

aconseja lo contrario. 2. Porque desde su nacimiento son criados en odio a<br />

Jesucristo y se les enseña continuamente que la ley de Cristo es falsa; y como<br />

aquellas cosas que se inculcan desde la niñez son como una segunda naturaleza, es<br />

difícil que enderecen el entendimiento. 3. “La altura y dificultad” de aquellas cosas<br />

que deben creer, como la Trinidad, o las dos naturalezas de Cristo, o el sacramento<br />

del cuerpo de Cristo. En esta tercera razón se explicitan los tres puntos de mayor<br />

controversia: la Trinidad, la naturaleza divina de Jesús y la Eucaristía.<br />

El dogma trinitario intentará ser probado conforme al siguiente proyecto: “quiero<br />

probar por vuestra escritura auténtica que en la unidad de esencia de Dios hay<br />

pluralidad de personas” 22 . Las pruebas son de varios tipos, que se usan casi siempre<br />

en el mismo orden. 1. Constancias estrictamente lingüísticas, por ejemplo que “Dios<br />

creó” (Gen. 1, 1 ss.) en hebreo es Eloim, que es plural de El, lo que se repite en<br />

muchas partes. 2. Pruebas hermenéuticas, que deducen significaciones a partir de<br />

una exégesis literal. Así, la frase “Dios creó” en el primer tipo de prueba, arribaría a<br />

que el texto habla de “los dioses” (en plural) y que por tanto hay más de un Dios;<br />

21 Ibíd., p. 44.<br />

22 Iíd., p. 45.<br />

155


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

entonces se corrige indicando que el nombre indica la esencia y como hay una sola<br />

esencia de Dios, se refiere a un solo Dios. Nótese que aquí se introduce una<br />

interpretación de tipo filosófica, es decir, la relación entre los nombres divinos y su<br />

denotado (esencia de la divinidad). 3. Argumentos de “doble entrada”, es decir,<br />

aquellos en que la conclusión del dogma trinitario es presentada como la única<br />

explicación de una situación redaccional, y supone el uso de los dos tipos anteriores:<br />

en la frase “Dios creó” el sustantivo está en plural y el verbo en singular, esto quiere<br />

decir que la interpretación debe conjugar la unidad con la pluralidad; por lo tanto, si<br />

el verbo que indica la acción y como tal se atribuye a la esencia (como causa agente<br />

o activa) está en singular, es porque la esencia es singular; pero si el nombre (que se<br />

refiere al agente como individuo) está en plural, es porque son varios, y tratándose<br />

de la esencia divina no pueden ser sino “personas”.<br />

El dogma de la encarnación es introducido a continuación, y como advertencia<br />

de la Reina a los gentiles que ya habían aceptado la Trinidad, indicando que eso no<br />

era todo, sino que también había que creer en la encarnación, es decir, en la<br />

divinidad de Jesús. Luego de un amargo reproche a los judíos, indica que este<br />

dogma es el más claro y abundante en la Sagrada Escritura recibida por los judíos.<br />

Naturalmente los argumentos giran alrededor de los textos de Isaías y Jeremías que<br />

contienen expresiones mesiánicas, relacionados con la cuestión de si el<br />

Tetragrámaton, como nombre propio de Dios, que significa la esencia de Dios con<br />

sus propiedades (mientras que los otros, como Eloim y Adonai, son nombres<br />

derivados de sus acciones) incluye también a Cristo. En varios de estos pasos, los<br />

rabinos objetan a la Reina que su lectura no es igual a la de los cristianos, y<br />

naturalmente defienden que la suya es la válida. Aquí se produce un corte abrupto en<br />

el diálogo disputativo, porque la Reina no acepta esta doble lectura y al texto<br />

defendido por los judíos lo considera siempre corrupto. Ahora bien, en la<br />

argumentación encarnacionista de la Reina se nota el influjo de ciertas teologías de<br />

fines del siglo XIII y principios del XIV, lo que demuestra también que en este<br />

punto, frente al cual quedan insensibles judíos y musulmanes, importaba a los<br />

redactores tomar posición en la secular controversia cristiana sobre los motivos de la<br />

encarnación, introduciendo en un contexto apologético interconfesional ciertas<br />

disputas que en ese tiempo se producían en el seno de los maestros escolásticos, lo<br />

que añade un indicio más del carácter interno y no realmente dialogal de esta obra.<br />

La eucaristía o “Sacramento del Altar” es el tercer dogma cristiano en disputa. El<br />

fundamento ya se había expuesto al hablar de la muerte redentora del Mesías, pero<br />

ahora se trata de la fórmula “mi cuerpo, mi sangre”, es decir la comunión con la<br />

156


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

divinidad. Sobre la comida divina, hay una exposición relativa a pasajes proféticos<br />

que se aplican a Jesús como Mesías. Ni siquiera se mencionan objeciones. Al llegar<br />

a este punto, la Reina renuncia a intentar convencer a los judíos y anuncia que se<br />

dirigirá sólo a los gentiles 23 . Debe señalarse aquí que la eucaristía debía ser para los<br />

judíos un escándalo tan grande como la encarnación, o tal vez incluso más, al pensar<br />

en “comer” a Dios. Esta situación de auténtico rechazo queda plasmada en la<br />

introducción al tema, que no es mencionado por la Reina sino por un rabino.<br />

Al final de la exposición de los principales dogmas del cristianismo en<br />

controversia con gentiles, judíos y musulmanes, el resultado es que los primeros lo<br />

aceptan, y no los otros dos grupos. La Reina, después de escuchar la aceptación de<br />

los gentiles, dice a los judíos: “Y vosotros, pueblo de Israel, a quienes debía<br />

primeramente ser pregonada la palabra de Dios y la fe de Cristo, ¿qué es lo que<br />

diréis, puesto que habéis visto como la probé por vuestras escrituras y por otras<br />

abundantes buenas razones?”. A lo que respondió uno de los rabinos: “Señora<br />

Reina, digo por mí y por la mayor parte de los judíos, que una creencia tal como la<br />

vuestra no puede entrar en nuestros corazones, aunque algunos pocos de nosotros<br />

me parece que os creen, a quienes tenemos por hombres sin seso. Pero a nosotros, a<br />

la mayor parte, déjanos vivir y morir en la ley de nuestro padres” 24 .<br />

La disputa concluye pues, con el fracaso de toda argumentación apologética<br />

frente a las dos grandes religiones, y con la afirmación cristiana de que las razones<br />

alegadas eran verdaderamente probatorias. Este camino cerrado, ya en la segunda<br />

mitad del siglo XIV, sugiere la idea de otros recursos en la estrategia de conversión<br />

de los no cristianos. Ya no volverán a darse disputas exegéticas, que suponían una<br />

base común de entendimiento textual, pues, como hemos visto, frente a la<br />

imposibilidad de una exégesis consensuada, se termina por considerar que las<br />

lecturas son diferentes porque, o bien los textos divergentes son corruptos, o porque<br />

voluntariamente los judíos se niegan a aceptar la “buena” exégesis. Los teólogos<br />

moralistas habían elaborado ya una categoría para expresar esta situación: la<br />

ignorancia voluntaria, que no sólo no excusa de pecado, sino que ella misma lo es, y<br />

agrava cualquier pecado cometido en su consecuencia. Pero en el caso de este libro,<br />

mientras que de los musulmanes sólo se afirma el hecho, en el caso de los judíos se<br />

imputa la perfidia. Es decir, que si luego de haber perdido la batalla argumentativa<br />

se niegan a aceptar, su actitud debe ser de mala fe. Creo que esta larga tradición<br />

23 Ibid., p. 211.<br />

24 Ibíd., p. 223.<br />

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<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

controversial autogratificante explica que luego cualquier judío fuese considerado<br />

no-cristiano de mala fe.<br />

2. La apologética<br />

La otra línea de la disputa está dada por la apologética, es decir, la que sólo se<br />

sirve de la controversia con la finalidad explícita de fundamentar la fe cristiana y<br />

refutar las demás, lo que indirectamente constituye un eslabón para llegar al mismo<br />

resultado visto en punto anterior: la radical mala fe de los que no aceptan la prédica<br />

cristiana. Sin embargo, la apologética no es homogénea, ni siquiera tomando los dos<br />

siglos decisivos que estoy considerando: XIII y XIV, y solamente en el ámbito de la<br />

latinidad. En líneas generales, pueden reconocerse tres grandes modelos: 1. El<br />

modelo teórico y general, que correspondería a lo que hoy suele denominarse<br />

“teología natural”, representado sobre todo por la Summa contra Gentes de Tomás<br />

de Aquino; sus notas distintivas pueden reducirse a dos: a) no se dirige contra una<br />

religión positiva determinada y b) no tiene por objeto ninguna decisión de tipo<br />

religiosa o moral condenatoria, es decir, no presupone ni considera el aspecto<br />

subjetivo de la cuestión. 2. El modelo mixto, que hace uso de los principales<br />

resultados del modelo teórico, pero los enfoca en concreto contra determinados<br />

grupos religiosos más que contra simples no-creyentes que, por lo demás, eran un<br />

grupo hipotético y no real en la época que nos ocupa; la obra de Raimundo Martí<br />

sería un ejemplo de este modelo. 3. El modelo inquisitivo o inquisitorial, en que los<br />

puntos de discrepancia son enunciados no sólo como argumentos débiles o<br />

insuficientes (primer modelo) o como erróneos (segundo) sino como auténticos<br />

pecados en sí mismos, productos de la perversión y la mala fe de quienes los<br />

enuncian y que por eso mismo justifican el castigo. El deslizamiento de los modelos<br />

del primero al tercer tipo señala también un pasaje teórico muy significativo, entre la<br />

adhesión y hasta la confianza en la racionalidad objetiva del cristianismo, a la<br />

subjetividad que supone una opción de conciencia recta o torcida cuya acentuación<br />

disminuye proporcionalmente la necesidad de aportar pruebas argumentativas. Esto<br />

explica también, al menos en parte, el pasaje del género disputativo-argumentativo<br />

al moral y jurídico. A los efectos que aquí interesan sólo tomaré dos ejemplos, uno<br />

del modelo mixto y otro del inquisitivo, representados por Raimundo Martí y<br />

Nicolás Eimeric.<br />

158


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

2.1. Raimundo Martí<br />

Raimundo Martí 25 , fraile dominico catalán, nació c. 1220 y murió después de<br />

1284. Fue un destacado teólogo y orientalista, habiéndose dedicado desde 1250, por<br />

indicación de su Orden, al estudio de las lenguas orientales. El rey Jaime I de<br />

Aragón lo incluyó (en 1264) en la comisión encargada de investigar los textos<br />

religiosos del judaísmo en el contexto de la denuncia hecha en Francia por el<br />

converso Nicolás Donin, en 1240, debate que fue un precedente de la Disputa de<br />

Tortosa.<br />

Sobre la base de sus amplios y profundos conocimientos de lenguas y literatura<br />

árabe y hebrea, Martí escribió varias obras polémicas, contra el judaísmo y el<br />

islamismo, con la peculiaridad de usar sus textos sagrados en sus lenguas originales.<br />

Hacia 1256 escribió Explanatio simboli apostolorum ad insitutionem fidelium edita;<br />

en fecha incierta, aunque antes de 1278, escribió la Summa contra Alcoranum y<br />

Capistrum Judaeorum 26 , y después de esta fecha Pugio fidei Christianae, escrita en<br />

latín y hebreo, la más importante y a la que me referiré aquí.<br />

Martí puede considerarse, si no el primero, sí el más relevante apologeta<br />

cristiano antijudío, con un tenor ya próximo al sesgo inquisitorial. Siguiendo la<br />

tesitura común a todo el siglo XIII, el Pugio fidei 27 , en cuanto a su base dogmática y<br />

argumentativa, se aproxima a la Summa contra Gentes de Tomás de Aquino 28 . Pero<br />

a diferencia de ésta, que es un tratado teórico sobre la existencia, atributos de Dios y<br />

25<br />

Su nombre aparece de diversos modos: Ramón, Ramon, Raimondo, Raimundus,<br />

Raymundus, Raymundo o Raymond, y su apellido como: Martí, Marti, Martín, Martin,<br />

Martini o Martines.<br />

26 Esta obra fue impresa en París en 1651 y en Leipzig en 1687.<br />

27 Se cita por Raimundi Martini OP, Pugio Fidei Adversos Mauros et Judaeos, cum<br />

observationibus Josephi de Voisin, et Introductione Jo. Benedicto Carpzovi, qui simul<br />

appendicis loco Herman Judaei Opusculum de sua conversione ex Mscto Bibliothecae<br />

Paulinae Academiae Lipsiensis recensuit, Lipsiae, Sumtibus Haeredum Friderici Lanckisi,<br />

1687.<br />

28 Sobre las relaciones entre ambas obras se ha especulado bastante, sin resultados positivos<br />

hasta ahora. Se ha dicho que el Pugio sirvió de fuente a la Summa, lo que hoy parece<br />

descartable; también la inversa se presenta como posible, porque las fechas de composición<br />

son cercanas; sí parece probable que Tomás escribiera su Summa por sugerencia de Martí, al<br />

que debió conocer. En todo caso puede concordarse en que la sección teórica de ambas remite<br />

a una tradición escolástica ya bastante consolidada en la segunda mitad del siglo XIII.<br />

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la justificación racional de las principales verdades sobre la creación (el hombre y el<br />

mundo), el Pugio fidei se dirige específicamente contra judíos e islámicos, y más<br />

acentuadamente contra los judíos, continuando y ahondando las disputas teológicas<br />

que tenían por centro la lectura del Antiguo Testamento como profecía sobre la<br />

venida de Cristo 29 , asunto que no tiene igual relevancia en el Islam, pues tiene otro<br />

texto sagrado.<br />

La obra de Martí se divide en tres partes. La primera, escrita en latín, contiene<br />

una suma de las verdades cristianas, algunas de las cuales son en realidad<br />

proposiciones filosóficas también compartidas por judíos e islámicos y que forman<br />

parte del conjunto teórico de la teología natural que el Aquinate expone en su<br />

Contra Gentes. Así, enuncia que tratará la diversidad de los que yerran sobre la fe,<br />

estando en contra de cualquiera de los siguientes puntos: Dios existe, la voluntad no<br />

es el sumo bien, el alma racional es inmortal, el mundo no es eterno, Dios conoce<br />

otras cosas además de conocerse a sí mismo, habrá resurrección de los cuerpos.<br />

De todos estos puntos doctrinales, es claro que se ocupa especialmente de los<br />

“errores” de Averroes y sus seguidores, a los que denomina “la secta de los<br />

Filósofos”. Siguiendo la línea argumentativa de Tomás, analiza y critica las razones<br />

de la eternidad del mundo tomadas por parte de Dios, por parte de la causalidad y<br />

por parte de los entes generados (que en realidad son los argumentos de los Libros<br />

VII y VIII de la Física y el Lambda de la Metafísica de Aristóteles). Su crítica, en el<br />

mismo sentido de Tomás -que a su vez lo había tomado de Maimónides- es que los<br />

argumentos aristotélicos no concluyen con necesidad. La conexión con estos autores<br />

es clara, y se diferencia de otra línea argumentativa que, siguiendo a los Padres, y<br />

representada en esta época especialmente por Buenaventura, afirma positivamente<br />

que el mundo no pudo ser creado desde la eternidad. Los capítulos 13 y 14 reafirman<br />

esta conexión y la adhesión esencial a las pruebas aristotélicas del Primer Motor, al<br />

sostener que la creación en el tiempo se conoce por revelación, no por<br />

argumentación, y que el propio Aristóteles no consideraba demostrativas sus<br />

29 Sobre los textos talmúdicos invocados en esta obra se ha discutido si son auténticos o<br />

inventados por Martí. Lo primero ha sido sostenido por Baer, con quien ha polemizado Díaz<br />

Macho (“Acerca de los midrasim falsificados de Raimundo Martí”, Sefarad 9, 1949: 165-<br />

196). Es un asunto interesante en el que no es posible entrar, bastando indicar, como señala<br />

Díaz Macho que, al menos la falsificación voluntaria y personal puede ponerse en duda,<br />

debido a la gran variedad de textos más o menos sincréticos que circulaban en su ámbito,<br />

donde había ya muchos conversos.<br />

160


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

argumentaciones sobre la eternidad del mundo. Como puede apreciarse, aquí la<br />

cerrada controversia es con el averroísmo, ya que la posición sostenida por Martí es<br />

perfectamente compatible con la teología judía y, además, es sostenida por una<br />

autoridad del RAMBAM.<br />

Otro tanto hay que decir de los capítulos dedicados a explayar la tesis de que<br />

Dios conoce otras cosas además de sí mismo (lo que Aristóteles, en definitiva, había<br />

negado, y por lo cual -desde el punto de vista histórico filosófico- Averroes lo había<br />

interpretado correctamente). Concretamente, en sendos capítulos intentará probar<br />

que: Dios conoce los singulares, conoce las cosas que no existen, conoce desde la<br />

eternidad las cosas contingentes, conoce los pensamientos, conoce el infinito,<br />

conoce las cosas viles y repugnantes, conoce las cosas buenas y las malas.<br />

Sentada esta primera parte, más bien anti-averroista, con desarrollos análogos a<br />

los de Llull, la obra se encamina más directamente contra los principios de la fe<br />

judía, en las dos partes siguientes, que están escritas en hebreo y en latín.<br />

La Segunda Parte desarrolla en 15 capítulos los principales argumentos<br />

apologéticos: 1. De las doce tribus de Israel diez fueron condenadas; 2. En el<br />

tiempo de Cristo, los judíos se dividieron en judíos y cristianos (los judíos que<br />

creyeron en Él); 3-5. El Mesías debía venir según el cómputo de las setenta semanas<br />

de Daniel y conforme la profecía de Gen. 49 y Da. 5; 6. El Mesías de los judíos<br />

nació el día en que el segundo templo fue destruido; 7. Cristo es la piedra desechada,<br />

según la profecía; 8. Que Jesús destruyó la idolatría; 9-11. Pese a las objeciones<br />

judías, Malaquías y el Talmud prueban que el Mesías ya ha venido; 12-14. El<br />

Mesías no vino por los judíos ni de Daniel y no valen las objeciones tomadas de<br />

Deut. 13. Finalmente sostiene que las promesas y las advertencias de Dios son en<br />

general condicionales, y que por esa razón a veces ordena algo que en sí no quiere.<br />

Todos estos desarrollos, está claro, no se refieren al Islam sino secundariamente y<br />

por vía negativa (en cuanto coinciden con los judíos en no aceptar al Mesías).<br />

Ahora bien, la pretensión de Martí, también es claro, es de vencer al judaísmo en<br />

su propio terreno, es decir, no apelando a textos que los judíos no retienen como<br />

sagrados, ni inspirados, ni revelados (como el Nuevo Testamento y partes del<br />

Antiguo); por eso sólo se esgrimen argumentos y se reinterpretan los textos del<br />

Pentateuco y los Profetas. Este criterio tiene a su vez, una consecuencia teórica y<br />

una práctica. La teórica sería un argumento a fortiori, en cuanto los judíos serían -<br />

deberían ser- absolutamente convencidos de su error ya que se les han mostrado sus<br />

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propios textos sagrados. La consecuencia práctica es la sospecha de “pravidad” que<br />

surge de la negativa a aceptar estos argumentos, convirtiendo su fe en una<br />

obstinación malvada (de mala fe). Ya se ha visto que éste es el punto de vista al que<br />

arriba -en otro contexto, incluso más “dialogante”- el libro La Corte Imperial.<br />

La Tercera Parte, más compleja desde el punto de vista teórico, también en<br />

hebreo y latín, se divide en tres Distinciones. En la primera se retoman temas de<br />

teología natural y de un estilo apologético cercano a la Teología Fundamental.<br />

Puede advertirse que el realidad retoma el tratado de los atributos divinos, que había<br />

quedado interrumpido en la Primera Parte, pero ahora intercalando los motivos de<br />

credibilidad de la Trinidad. Por lo tanto, reafirma primeramente la unicidad de Dios<br />

y la imposibilidad de pluralidad de “dioses”, pero no de “personas divinas”, lo cual<br />

le lleva a trazar la distinción entre la interpretación judía y la cristiana sobre las<br />

propiedades divinas (cap. 5), mostrando en los textos considerados revelados por los<br />

judíos, la referencia o “indicio” de la Trinidad (el “hagamos” del Génesis, las<br />

menciones -aunque aisladas- al Padre, al Hijo y al Espíritu, la profecía de Isaías 9, etc.).<br />

La Segunda Distinción es una suma de las creencias (que deberían ser<br />

exactamente compartidas por judíos y cristianos) contenidas en el relato de la<br />

creación y la caída de los primeros padres: el hombre fue creado a imagen y<br />

semejanza de Dios, el precepto de no comer del árbol de la ciencia, la tentación de la<br />

serpiente, la caída y la expulsión del paraíso, el pecado original (se explaya aquí<br />

sobre las diferentes denominaciones y concepciones acerca del mismo) y que los<br />

hombres estuvieron excluidos de la salvación hasta la venida de Cristo e iban al<br />

infierno y que sólo por Él hemos sido liberados. Puede apreciarse que, salvo este<br />

último aspecto, el resto de la doctrina es común (incluso a los islámicos) pero Martí<br />

insiste en el modus probationis que liga el conjunto de estas creencias con el resto,<br />

no compartido. La estrategia sería, entonces, probar la conexión entre los dos<br />

conjuntos de modo que aceptado uno (es decir, este conjunto compartido) es<br />

necesario lógicamente aceptar el otro. Tenemos aquí otro camino hacia la sospecha<br />

de mala fe en caso negativo.<br />

Finalmente, la Tercera Distinción se dedica al otro punto de disputa con los<br />

judíos: el carácter divino del Mesías. Este punto es también negado por los<br />

islámicos, pero Martí no se ocupa en esto del Corán sino sólo de los textos aceptados<br />

como sagrados por los judíos, siguiendo la línea que ya he mencionado. Los 20<br />

primeros capítulos de esta parte son, pues, una suma de los dogmas cristianos,<br />

siguiendo aproximadamente el orden que las da el Credo niceno: Dios envió a su<br />

162


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Verbo, el Mesías es Dios, vino a salvar al género humano y no sólo a los judíos,<br />

nació de una Virgen, su genealogía consta en los Evangelios, no vino a abrogar sino<br />

a completar la Ley y los Profetas, las leyes ceremoniales no deben ahora observarse<br />

literalmente, los nuevos sacramentos de la fe son el Bautismo, la Penitencia y la<br />

Eucaristía, Jesús padeció, murió, descendió a los infiernos, resucitó, ascendió a los<br />

cielos, está sentado a la diestra de Dios, y envió al Espíritu Santo que nos dio la<br />

Nueva Ley.<br />

Nos interesan más especialmente los tres últimos capítulos, que tratan un puntos<br />

de gran conflicto interreligioso: la “reprobación” (o “condenación”) de los judíos,<br />

que ha sido una constante de la teología católica hasta recientemente. Sentado el<br />

principio general (cap. 20) de que los judíos fueron reprobados por su contumacia, al<br />

negarse a aceptar la evidencia de la venida del Mesías, que cumplía las profecías de<br />

los textos sagrados, el cap. 22 30 se ocupa de los aspectos jurídicos de la reprobación,<br />

señalando los pasos históricos que, incluso antes de la venida de Cristo, habían ido<br />

abrogando la Antigua Ley: la derogación del Sanedrín como tribunal supremo, los<br />

pseudoprofetas ejecutados por Nabucodonosor, el rechazo de los falsos Doctores<br />

(judíos) a causa de su infatuación. Otros puntos en que Martí sienta doctrina contra -<br />

o al menos diversa del- judaísmo son: los Ángeles caídos, el tiempo de la venida del<br />

Mesías, la razón de la maldición a Cam, el dolo judío en su negativa religiosa.<br />

Para completar el cuadro condenatorio final de los judíos, el capítulo 23 31 resume<br />

los cargos contra ellos: se han quedado sin la Religión verdadera por no convertirse,<br />

han sido castigados por su infidelidad, ya no poseen la verdad, sólo un resto de<br />

Israel se salvará (conforme a las tradiciones de Habacuc y Daniel).<br />

A pesar del estilo claramente condenatorio, mucho más fuerte que el de Llull, en<br />

las partes dedicadas a la controversia hermenéutica sobre los textos relativos al<br />

Mesías, la obra, en su conjunto, aparece con un visible equilibrio entre este aspecto<br />

y la Teología Fundamental que, más que contra el Islam como religión, aparece<br />

dirigida a ciertos islámicos (además, filósofos aristotélicos) cuyas doctrinas, que el<br />

propio Martí debe reconocer como bien fundamentadas, aunque erróneas, le parecen<br />

más peligrosas que la actividad de los creyentes islámicos qua tales. Este equilibrio<br />

parece haberse roto en los siglos posteriores.<br />

30 Ibíd., p. 919 ss.<br />

31 Ibíd., p. 953-960.<br />

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La Introducción de Juan Benedicto Carpzovi sobre la “teología judaica”, a lo<br />

largo de 12 capítulos, muestra que en el siglo XVII el sesgo anti-judío de la<br />

apologética católica prevalecía sobre el anti-islámico. En ella se firma, por ejemplo:<br />

que la “teología judaica” se llama así abusivamente, mejor sería denominarla<br />

“Mateologia”; que no es obra de los antiguos judíos, que es una doctrina puramente<br />

humana 32 ; que muchos cristianos escribieron contra ella, y de diversos modos y que<br />

de todos el más célebre es el Pugio Fidei de Raimundo Martí 33 , pasando por alto<br />

que, como se ha visto, la intención del dominico medieval era mucho más amplia.<br />

2.2. Nicolás Eimeric<br />

Esta controvertida figura raramente ha sido estudiada con objetividad y<br />

desapasionamiento. Aquí no entraré en este aspecto controvertido de su<br />

personalidad, y me limitaré a tomar los acontecimientos más importantes de su vida,<br />

que permiten considerarlo un iniciador de la práctica inquisitorial generalizada, es<br />

decir, la que propugna no solamente la acción de los inquisidores “a pedido de parte<br />

interesada”, o sea frente a denuncias, sino también “de oficio” (buscando herejes<br />

ellos mismos).<br />

Para un resumen de su vida y obra me baso en la correcta síntesis de Josep<br />

Brugada i Gutiérrez 34 . Este autor señala, en primer lugar, la ubicación de Eimeric en<br />

la tradición dominica. Domingo de Guzmán (1170- 1221) fundador de la Orden de<br />

Predicadores, fue el creador de la militia de Cristo, que tenía por finalidad la<br />

conversión de todos los no creyentes y la extirpación de la herejía. Sus frailes se<br />

dedicaron ampliamente a esto y en España lo hicieron especialmente en la zona<br />

catalana-aragonesa. En ese contexto, Arnau de Vilanova aparece como un precursor<br />

en el siglo XIII de la “heretica pravidad”. En especial resultaba suspecta la<br />

curiosidad por aprender las ciencias de los filósofos. Por otro lado, estaban los<br />

místicos y visionarios, muy peligrosos en el criterio de los obispos de la región 35<br />

32 Ibíd., p. 15.<br />

33 Ibíd, p. 83 y 89.<br />

34 Nicolau Eimeric (1320-1399) i la polèmica inquisitorial, Barcelona, Rafael Dalmau Editor,<br />

1998.<br />

35 Ibíd., pp. 17-22. En la diócesis de Gerona hubo una gran actividad inquisitorial. De 1319 a<br />

1476 se sustanciaron 22 procesos por diferentes causas y con distintas penas, ninguna por<br />

judaizante (p. 27).<br />

164


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

En el Concilio de Narbona de 1227 se inicia la extirpación de la herejía cátara y<br />

se convoca a todos los obispos de la Cristiandad. En esta época comienzan a<br />

redactarse códigos y manuales de procedimiento inquisitorial. Es en este contexto<br />

que debe verse a Eimeric, quien en 1356 es nombrado Inquisidor General de la<br />

Corona catalana-aragonesa por el rey Pedro III. Su actividad, así como los conflictos<br />

con los reyes, con otras autoridades y con los fieles mismos, han sido objeto de<br />

muchas apreciaciones 36 . Más allá de ellas, los hechos centrales que nos interesan<br />

son los siguientes. La primera polémica de carácter persecutorio se suscitó durante<br />

el Reinado de Pedro el Ceremonioso; se planteó el asunto con el ciudadano Francesc<br />

Roma (Francisco Roma) que fue acusado por el inquisidor que quiso accionar contra<br />

él, pero el rey lo impidió y allí comenzaron las disputas. Hubo otros conflictos<br />

civiles que pusieron a la ciudad de Tarragona contra Eimeric, en las que también<br />

intervino el Papa Gregorio XI. Finalmente en 1375 el rey lo expulsó y Nicolás fue a<br />

Aviñón sirviendo a los papas Clemente VII y Benedicto XIII y enseñando teología<br />

en la Curia. Defendió el teocratismo y atacó con energía a astrólogos, nigromantes,<br />

alquimistas, y por otro lado a los joaquinistas y los espirituales. Aparentemente por<br />

aquí vino su “tirria” a Llull 37 . Como puede apreciarse, a diferencia de Martí, Eimeric<br />

no se caracterizó por un interés especial en contra de los judíos, sino que ellos<br />

fueron visualizados indirectamente, en cuanto negadores de algunos dogmas que él<br />

defendía cerradamente. Estando en Aviñon, Eimeric escribió en 1376 el Directorium<br />

36 Brugada opina al respecto que, en general, durante la época “de estricta observancia moral”<br />

(el franquismo y la teología preconciliar) se lo juzga más positivamente, como Jaime Roura<br />

Roca, quien afirma al respecto: “No podemos encogernos de hombros y quedar en la cómoda<br />

posición de quien no opina. Actualmente el juicio que los autores dan de Eymerich va<br />

mejorando cada vez más. Para nosotros Eymerich no es un falsario, un hombre de intenciones<br />

torcidas, vengativo o de genio agrio y desabrido. Eymerich fue un hombre recto, que actuó sin<br />

doblez, de buena fe. Su temperamento fuerte y apasionado fue la causa de que cuando<br />

emprendía / un asunto llevara los grandes principios de su fe y de su conciencia a sus últimas<br />

consecuencias y, a veces, se excedió en su celo. Eso le acarreó su infortunio” (Jaime Roura<br />

Roca, Posición doctrinal de Fr. Nicolás Eymerich, O.P, en la polémica luliana, Gerona,<br />

Monografías del Instituto de Estudios Gerundenses del Patronato “José María Cuadrado”,<br />

1959, pp. 45-46). Pero esta posición no es compartida, y muchos sostienen lo contrario, como<br />

Miguel Batllori, Emili Grahit y otros. Eufemià Fort i Cogul y E. Finke lo consideran una<br />

personalidad agresiva y naturalmente violenta y polémica (ibíd., pp. 39-44). Por tanto,<br />

concluye, más que balancear y contabilizar juicios, se trata de ver los hechos, posición que<br />

comparto y aplico aquí.<br />

37 Ibíd., pp. 57-61.<br />

165


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Inquisitorum, que contiene la denuncia y fragmentos de la obra de Llull, y a partir de<br />

la cual se agudizó la polémica antilulista; volveré sobre esto.<br />

Con la muerte de Pedro el Ceremonioso y el advenimiento al trono de Juan I (a<br />

principios de 1387), las cosas fueron más favorables para Eimeric porque se reactivó<br />

la inquisición. En junio de 1367 el infante Juan había hecho quemar en Barcelona a<br />

dos judíos y descuartizar por caballos a un cristiano presos en Montblanc,<br />

inculpados de que el cristiano había vendido a lo judíos hostias consagradas. Luego,<br />

en 1390, fue ajusticiado otro reo por haber hablado contra Cristo y su madre, en este<br />

caso fue torturado y masacrado por la chusma. Este tipo de procesos arbitrarios e<br />

incontrolados se hizo bastante común en Barcelona. Por eso Eimeric en su Manual<br />

establece con doto detalle qué tipos de penas y de qué forma se ha de aplicar a los<br />

herejes, opinando que debía ser el fuego, pero previamente cortándoles la lengua o<br />

amordazándolos para que no profirieran blasfemias y este “diabólico tormento” fue<br />

aplicado en toda Europa durante los siglos XV, XVI y XVII. Lo que pasaba en<br />

Cataluña, por tanto, no era una excepción 38 .<br />

En 1387 Juan I permite la reinstalación de Eimeric, que renueva su obsesionada<br />

campaña contra los lulistas. Juan I prohibió la lectura del Arte luliano y la enseñanza<br />

de su doctrina en Barcelona, como muestra de su deferencia por el Inquisidor. Pero<br />

en junio de 1388 la situación política cambió y Eimeric perdió el favor del rey a<br />

causa de un problema con la ciudad de Valencia que pidió un juicio contra Eimeric.<br />

El rey estaba cansado de los exabruptos del Inquisidor, porque sus ataques a lo<br />

lulistas lo habían indispuesto con muchos sectores, a tal punto que en abril de 1389<br />

el Consejo de los Cien pidió al rey un severo castigo para Eimeric. En este pedido se<br />

aprecia la solidaridad de los ciudadanos de Barcelona y Valencia contra el<br />

inquisidor. El debate por la ortodoxia de Llull toma matices muy antipopulares y el<br />

rey también termina tratándolo de “ingrato enemigo” y lo exilia 39 .<br />

Entre 1394 y 1397 Eimeric vivió en Aviñón, dedicado a terminar algunas obras.<br />

A la muerte del papa Clemente VII y la subida al pontificado de Benedicto XIII (el<br />

Papa Luna), Eimeric es acusado de herejía por un canónico de la Curia, y luego<br />

hubo otros cargos. Hay una memoria de los Consejeros de Barcelona sobre los<br />

hechos de Eimeric, lo que hace pensar que no era un hombre inclinado a las<br />

exquisiteces de la diplomacia. A la muerte de Juan I, en 1396 (por un accidente de<br />

38 Ibíd., pp. 70-73.<br />

39 Ibíd., pp. 79-82.<br />

166


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

caza) le sucede su hermano Martín I quien, conocedor de todos los problemas que<br />

Eimeric había causado en las relaciones de la Iglesia con la Corona, pide al papa que<br />

los confesores de la casa real, que tradicionalmente eran dominicos, fueran en<br />

adelante franciscanos 40 . Con esta medida puede decirse que se cierra el ciclo<br />

inquisitorial de Eimeric, quien murió el 4 de enero de 1399. Sus hermanos de Orden<br />

le pusieron el siguiente epitafio: “Hic jacet R. P. Fr. Nicolaus Eymerici, qui fuit<br />

predicador veridicus, inquisior intrepidus et doctor egregius. Nam ultra XI sacra<br />

volumina compilavit, et etiam XL annis pro fide católica viriliter decertavit” 41 . Su<br />

inquina contra los lulistas y otros grupos religiosos no le obrevivió mucho; en<br />

cambio, su Directorium habría de darle fama secular, tanto a favor como en contra.<br />

En efecto, Eimeric puede ser considerado el caso-límite, o sea un momento de<br />

inflexión entre la apologética (que todavía conserva elementos disputativos) y la<br />

dogmática inquisitorial que se afianza precisamente a partir de ésta, su obra central.<br />

Profundizando más en su obra, podemos ver que Eimeric presenta dos facetas<br />

apologéticas de sesgo inquisitorial, la primera y más controvertida -en su momento e<br />

incluso actualmente- fue su controversia con los lulistas, y se centra en una postura<br />

ultra-defensiva de la ortodoxia católica, contra cualquier expresión de pensamiento<br />

que pudiera implicar, aunque fuera remotamente, una tesis heterodoxa. El otro, más<br />

general, es su posición de defensa global del dogma frente a cualquier atacante,<br />

católico o no. La relación entre ambas facetas no es casual, y hasta podría decirse<br />

que su gestión anti-lulista fue una especie de “versión restringida” o “preliminar” del<br />

Directorium.<br />

2.2.1. La lucha de Eimerich contra Llull y los lulistas<br />

Aunque éste es un capítulo secundario en el tema del diálogo interreligioso de<br />

Ramón, es necesario incluirlo como muestra de que, aun en este aspecto, las<br />

cerradas posiciones de Eimeric respecto al dogma y al magisterio, eran coherentes<br />

con su postura inquisitorial. Conviene entonces, recordar brevemente esta historia 42 .<br />

Una de las oposiciones más cerradas al lulismo fue siempre la del tomismo,<br />

iniciada precisamente con Eimeric como portavoz de la apologética combativa<br />

40 Ibíd., pp. 84-86.<br />

41 Ibíd., p. 87.<br />

42 Sigo básicamente la exposición de Forti i Cogul, La inquisició i Ramon Llull, Barcelona,<br />

Rafael Dalmau editor, 1972<br />

167


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

dominica anterior de la cual se trató en el punto anterior. Uno de los temas de<br />

acusación era la defensa de la inmaculada. El rey Pedro el Ceremonioso ya se<br />

quejaba en una carta de 1367 de la persecución de que eran víctimas los lulistas. La<br />

bula que habría obtenido Eimeric el 26 de enero de 1376 en Aviñón fue considerada<br />

desde el principio de dudosa autenticidad 43 . En Barcelona Eimeric fue rechazado<br />

por Pedro el Ceremonioso, pero en 1383 volvió a la carga contra los lulistas con su<br />

libro Condenación, donde entresaca proposiciones que según él habían sido<br />

condenadas por Gregorio XI; el rey mandó encarcelarlo y ejecutarlo pero finalmente<br />

fue desterrado de Girona a Avignon. Nombrado Inquisidor General Benet Ermengol,<br />

los lulistas pidieron protección. Una junta de teólogos de Barcelona, reunida en el<br />

convento de San Francisco el 19 de mayo de 1386, examinó algunas de las<br />

proposiciones “condenadas” tomadas –según Eimeric- de Filosofía de amor. De lo<br />

actuado se labró un acta notarial en que consta: 1. que la redacción de las<br />

proposiciones había sido muy alterada en relación al original; 2. que no<br />

representaban la doctrina de Lull y por tanto no caían en la condenación del Papa,<br />

que había leído texto adulterados 44 .<br />

Luego de estos hechos se sucedieron diversas embajadas y gestiones en Roma,<br />

auspiciadas por el Rey Juan, en defensa de la obra de Lull, pero no tuvieron un<br />

resultado positivo inmediato. Probablemente Clemente VII, por cautela, alargaba los<br />

trámites para no incomodar a Eimeric, que le era adicto. Éste prosiguió con sus<br />

acusaciones hasta que el rey, en vista de la inacción del Papa, lo depuso como<br />

inquisidor de la corona de Aragón, en 1392. Finalmente Eimeric fue desterrado<br />

definitivamente y se refugió en la corte de Avignon hasta la muerte de Juan I;<br />

entonces pidió al rey Martín permiso de regresar a Girona, donde murió al poco<br />

tiempo, en 1399, como se ha dicho.<br />

Luego de la muerte de Clemente VII, en 1394, fue elegido papa Pedro Luna<br />

(Benedicto XIII), quien nombró un juez especial, el Cardenal Lleonard, para estudiar<br />

la cuestión de la bula de Gregorio XI; pero Eimeric tramó intrigas de modo que la<br />

causa resultó inoperante 45 , al tiempo que escribió un libro contra los lulistas -<br />

Fascinación de los lulistas- dedicado al Papa. En 1395 la Universidad de Lérida<br />

envió a un comisionado, Antonio Riera, a la Corte papal, que llevó al cardenal<br />

Lleonard la bula de 1376 atribuida a Gregorio XI pidiendo la búsqueda del original,<br />

43 Forti, cit., p. 12.<br />

44 Forti, cit., pp. 22-24.<br />

45 Forti, cit., p. 42.<br />

168


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

de lo cual resultó que no estaba registrada 46 . La historia de este documento es<br />

compleja, así como son dispares las posiciones de los historiadores al respecto.<br />

En síntesis, Eimeric escribió una serie de obras antilulistas, algunas de las cuales<br />

tuvieron más trascendencia y constituyeron verdaderos obstáculos a la aprobación y<br />

difusión de sus ideas 47 . Una impugnación global de esta obra se debe a un lulista<br />

destacado: el canónigo mallorquín Antoni Bellver, que escribió Apología de la<br />

doctrina lulliana contra Els calúmnies d’Eimeric al seu “Directori”, donde muestra<br />

mucha erudición pero también muchas afirmaciones denigrantes y excesivas con<br />

Eimerich. En todo caso, la creciente revaloración teórica (filosófica y religiosa) de<br />

Llull ha convertido en obsoletas las ideas anti-lulistas de Eimeric y sus partidarios.<br />

46 Forti, cit., pp. 43-44.<br />

47 Son ellas:<br />

- Esporgueu el vell ferment. Se sabe poco de este tratado. Se dijo que siendo contemporáneo<br />

al Diálogo, podría ser de 1389; pero se sabe que compuso esta obra en Avignon, cuando<br />

murió Pedro el Ceremonioso y volvió a Cataluña; entonces sería de fines de 1386 o principio<br />

de 1387;<br />

- Tratado contra la doctrina de Raimundo Lulio. Es el que presentó al Papa Clemente VII<br />

donde pretende demostrar, en un Directorio, que leyó 20 obras lulianas encontrando 135<br />

aserciones heréticas, 38 errores y muchísimas falsedades y lo conecta con la pretendida bula<br />

condenatoria de Gregorio XI en 1376. Fue escrito probablemente en 1389 y presentado al<br />

Papa junto con el Diálogo, formando un solo volumen. La segunda fue impresa en Barcelona<br />

en 1503 y en Roma en 1585;<br />

- Diálogo contra los lulistas. Está fechada el último día de 1389;<br />

- Fascinación de los lulistas. Fue escrito en Aviñón y dedicado al papa Benedicto XIII, es por<br />

tanto una obra tardía, porque Pedro Luna ascendió al pontificado a fines de 1390;<br />

- Encantament de la Universitat de Lleida sobre els vint articles qui hi publicà l’estudiant<br />

Antoni Riera. Es una refinada ironía antilulista (la alusión al encantamiento) y defiende la<br />

autenticidad de la bula. Dedicó el tratado a los profesores y alumnos de Lérida en abril de<br />

1396;<br />

- Directorium. Ésta es la obra más conocida de Eimeric. No es propiamente contra Lull sino<br />

un manual didáctico y normativo para los inquisidores, pero en ella se lo denuncia como autor<br />

de una doctrina herética y es la obra que más daño hizo al lulismo, por su amplia difusión.<br />

Parece que data de 1376, pero su autor la fue ampliando después. La primera edición es de<br />

Barcelona, 1503, seguida de muchas otras con los comentarios de Francisco Peña.<br />

169


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

2.2.2. El Directorium 48<br />

Como se ha dicho, esta obra representa un punto de inflexión entre la apologética<br />

y la dogmática inquisitorial. Las relaciones entre esta obra y el Pugio fidei de Martí<br />

son indudables, en conjunto, pero obviamente una no se deriva de otra directamente;<br />

incluso hay entre ellas más diferencias de motivaciones y enfoques que entre el<br />

Pugio y la Summa Contra Gentes de Tomás de Aquino, razón por la cual,<br />

precisamente, se ha insistido en que ésta ha servido de fuente a aquél. De todos<br />

modos, y a los efectos que aquí interesan, ambas obras tienen en común el género<br />

apologético con sesgo inquisitorial, aunque más acusado éste en el Directorium.<br />

Esta obra, de largo aliento, forma parte del conjunto de obras denominadas<br />

inquisitoriales por Jaime Roura Roca 49 , y sin duda es no sólo la más importante de<br />

ellas sino de toda su obra, ya que ha sido utilizada durante todos los siglos que duró<br />

la Inquisición y en todos los Estados que aplicaron procedimientos inquisitoriales.<br />

Como se ha indicado, es un texto muy extenso y detallado sobre las prácticas<br />

48 Se cita por Directorium Inquisitorum F. Nicolai Eymerich OP cum Commentariis Francisci<br />

Peniae, Venetiis, apud Marcum Antonium Zalterium, 1595, página /columna.<br />

49 Ob. cit. pp 69-84 presenta el catálogo completo de las obras de Eimeric. Las que integran<br />

este grupo son:<br />

1. Directorium Inquisitorum, Aviñón 1376 (se conservan 8 Ms) Principales ediciones:<br />

Barcelona 1503, Joan Luschner; Roma 1578, 1585 y 1587, Mons. Peña; Venezia 1595 y<br />

1607, Zalterium.<br />

2. Contra Daemonum invocatores, Gerona 1359? (1 Ms).<br />

3. Elucidarius Elucidarii, Seo de Urgel, 1393 (2 Ms). Edición en Yves Lefêvre,<br />

L’elucidarium et les lucidaires, Bibliothèque des Ecoles françaises d’Athènes et de Rome, n,<br />

180, Appeendix, pp. 483-521 (su objeto es corregir la obra de Honorio Augustodunense).<br />

4. Contra prefigentes certum terminum fini mundi, Aviñón 1395 ( 1 Ms).<br />

5. Contra hereticaliter asserentes Beatum Johanem Evangelistas fuisse Virginis Mariae filium<br />

naturalem et quedam alia falsa, Aviñón 1396 (1 Ms) (un obispo sostenía que las palabras de<br />

Cristo en la cruz habían transubstanciado a Juan en hijo natural de María, con la integridad de<br />

nuestros primeros padres).<br />

6. Contra calumpniantes preheminentiam Christi et virginis eius matris, Aviñón 1395 (1 Ms)<br />

(contra los que no admitían el parto natural de María).<br />

7. Contra astrologos imperitos atque contra nigromanticos de occultis perperam iudicantes,<br />

Aviñón 1395 (1 Ms) (se refiere a diversas clases de magia negra).<br />

8. Contra alchimistas, Aviñón 1396 (1 Ms).<br />

9. Correctorius correctorii, Aviñón 1396 (1 Ms) (contra el De contemptu mundi sive de<br />

villitate conditionis humanae de Inocencio III).<br />

170


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

procesales, con gran acopio de erudición canonista, y relativamente poco de<br />

exposiciones propiamente teológicas. Ya se ha indicado que la preocupación<br />

principal de su autor fue proveer de un manual procedimental que tuviera en cuenta<br />

todos los posibles casos de desviación dogmática, constituyeran o no propiamente<br />

herejía. Más aún, se podría decir que está pensado para proporcionar fundamentos y<br />

legitimidad canónica a las investigaciones, las denuncias y los procesos<br />

antiheréticos. Por esta razón, como es claro, los judíos, en cuanto tales, no podían<br />

caer directamente en sus prescripciones, ya que sólo pueden ser herejes quienes<br />

alguna vez han sido bautizados y por tanto están bajo la jurisdicción de la Iglesia<br />

Católica. Para hacerlos entrar en este marco se requería una justificación teórica<br />

distinta y más amplia, que sin duda le era proporcionada por el Pugio de Ramón<br />

Martí.<br />

El Directorium se ocupa específicamente de los judíos en su Segunda Parte,<br />

Cuestión 22, titulada “Los errores de los judíos”, preguntando cuáles son. A esto<br />

responde en primer lugar que sólo aceptan el Pentateuco, los libros de los Reyes y<br />

los Profetas, del Antiguo Testamento y no reconocen el Nuevo, por lo cual sólo<br />

aceptan la circuncisión y ninguno de los sacramentos de la Iglesia 50 . El segundo<br />

error es creer que Jesucristo sólo fue un hombre y profeta engañoso, que de modo<br />

blasfemo, mendaz y dañoso se consideró el Cristo o Mesías prometido, y no<br />

reconocer que ya ha venido 51 . En tercer lugar se consideran justificados sólo por la<br />

vieja ley, no reconociendo que -como dice el Apóstol Pedro- sólo se ha dado a los<br />

hombres bajo el cielo, un nombre [Jesús el Cristo] por el cual puedan ser salvados 52 .<br />

Como puede apreciarse, el material “herético”, o -en todo caso- “blasfemo” no es<br />

sino la afirmación de los principios fundamentales del Judaísmo y, en tanto tal,<br />

ajeno a las cuestiones de fe de los creyentes cristianos. No parece que Eimeric,<br />

50 1. Ad hunc respondemus quod Iudaei a Juda filio Iacob sic dicti, quinque libros Moysi, et<br />

libros Regum, et Prophetarum de antiquo testamento recipiunt: Testamentum novum<br />

respuunt. Baptismum non, sed circuncisionem admittunt; Sacramenta Ecclesiae, nisi<br />

matrimonium, contemnunt: Articulos fidei, nisi creationis mundi, non credunt (307/2)<br />

51 2. Dominum nostrum Jesum Christum esse, et fuisse purum hominem, ac prophetam<br />

deceptorem, et detectabilem blasphemantes, mendaciter, fallaciter, ac damnabiliter proferunt.<br />

Christum seu Messiam in lege promissum, qui iam venit, non agnoscentes, venturum<br />

pronuntiant, desiderant, et affectant (308/1).<br />

52 3. Per solam legem veterem se iustificare existimant, et salvari: eum tamen secundum<br />

veritatem irrefragabilem fidei ortodoxae, non sit aliud nomen sub caelo dato hominibus, nisi<br />

nomen Domini Nostri Jesu Christi, in quo oportet salvos fieri, teste apostolo Petro (308/1).<br />

171


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

personalmente, tuviera interés en la persecución religiosa a los judíos, si no estaban<br />

vinculados a cristianos heterodoxos o suspectos. Pero en tiempos posteriores, sobre<br />

todo luego de la expulsión de 1492, el problema del judaísmo, convertido en<br />

criptojudaísmo, llamó más la atención de los inquisidores, que se sirvieron de las<br />

cláusulas procedimentales del Directorium, aunque no hallaban en él abundante<br />

materia de incriminación. Posiblemente para dar más peso a estos breves textos, casi<br />

invisibles en una obra voluminosa, es que los comentadores se ocuparon de señalar<br />

que la “pravedad” judía había sido vista y condenada por muchos autores cristianos.<br />

El comentarista Francisco Peña, en esta línea, añade a esta breve cuestión un<br />

Comentario 53 en que recuerda a los que refutaron los errores judíos escribiendo<br />

contra ellos. Menciona en general condenaciones e invectivas de muchos pontífices,<br />

especialmente Inocencio IV, Gregorio XIII, Clemente I y muchos escritores. Los<br />

principales mencionados (los enuncia desordenadamente, en el orden que sigue) son:<br />

Jerónimo, Agustín, Isidoro, Tertuliano, Atanasio, Crisóstomo, Justino Mártir, Pablo<br />

de Burgos (Scrutinio Scripturarum), Porchetus (Victoria contra Iudaeos), Rabbi<br />

Samuel (De adventu Messiae), Julianus Domerius (Adversus Judaeos), Petrus Bles,<br />

Archidiacono Bathoniensis (Contra Iudaeos), Guido Carmelita (De haeresibus<br />

Iudaeorum), Arnaldus Albertinus, Nicolás de Lira, Pedro Bruto Obispo Catarense,<br />

Pedro Gelatino (Contra Iudaeos), Luis Vives. Obsérvese que, aparte de los Santos<br />

Padres, se ha preocupado de mencionar a conversos y a autores contemporáneos y<br />

posteriores a Eimeric, de modo que la conexión buscada entre su texto y el mayor<br />

peso condenatorio y antijudío quedara afirmado.<br />

Discusión y conclusiones preliminares<br />

Los textos analizados, aunque todavía sin el confronte con los análogos<br />

producidos por la comunidad judía, permite visualizar los intereses especulativos y<br />

prácticos de los cristianos que asumían la discusión religiosa con el judaísmo y el<br />

islamismo que, como se ha visto, aunque globalmente cerrada en la defensa de los<br />

tres principales dogmas cristianos negados por los otros dos credos (la Trinidad, la<br />

Encarnación y la Eucaristía), tenía peculiaridades derivadas no sólo de la diferencia<br />

dogmática entre judíos e islámicos, sino también diferencias pragmáticas, sobre todo<br />

de índole social y política. En cierto sentido pues, los judíos parecían más<br />

“peligrosos” porque interactuaban permanentemente con cristianos, y de allí también<br />

los diversos intentos de expulsión que se sucedieron a partir de comienzos del siglo<br />

XIV. Por otra parte, también parecía más inexplicable la negativa judía a concordar<br />

53 Ibíd., Comm. 47 (308/1).<br />

172


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

con la interpretación cristiana de los textos mesiánicos del Antiguo Testamento. Tal<br />

vez por todo esto finalmente el acento inquisitorial y condenatorio terminó<br />

poniéndose sobre los judíos.<br />

Desde otro punto de vista, también con los judíos era más fácil acordar métodos<br />

argumentativos (aunque de hecho no se logró), porque en el mismo Nuevo<br />

Testamento hay ejemplos de exégesis judío asumida por los primeros cristianos. Con<br />

todo, hay que señalar que las controversias internas del cristianismo, sean teológicas<br />

o filosóficas, que se daban en el marco escolástico, diferían en varios aspectos de las<br />

estrategias usadas en las controversias religiosas, como puede verse en el material<br />

analizado. En una primera aproximación conclusiva, podría decirse lo siguiente.<br />

1. Para el caso de Lull y su escuela, hay una significativa relación entre el<br />

modelo argumentativo general y el usado en las controversias, sólo que en este caso<br />

resulta enmascarado por la forma redaccional.<br />

2. Las formas controversias opuestas (apologética fuerte, sea el modelo mixto y<br />

más aún el inquisitorial) siguen el modelo argumentativo escolástico fuerte, por eso<br />

pretenden haber llegado a resultados definitivos e intelectualmente conminatorios.<br />

Puede decirse entonces que, en cuanto la apologética judía usa formas no<br />

conmensurables de argumentación, que no responden al modelo estandarizado de la<br />

escolástica, se produce entre amabas confesiones el efecto del “diálogo de sordos”<br />

teórico, justificando indirectamente las condenaciones morales y la incriminación<br />

jurídica.<br />

173


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

RESUMEN<br />

Mi investigación se propone: 1. Determinar la incidencia de los modelos lógicos<br />

y epistemológicos de argumentatividad en el desarrollo controversial, tanto de<br />

auténticas controversias como de controversias virtuales; 2. Señalar los aspectos de<br />

convergencia y los de divergencia en relación a la apologética posterior,<br />

especialmente la cristiana. En este trabajo se analizan –dentro de la literatura<br />

cristiana- dos modelos que representan dos enfoques, de los cuales el primero iba<br />

cediendo su lugar -preponderante antes- al segundo, que se impondrá en la práctica<br />

católica hasta bien entrado el siglo XIX: el modelo controversial y el apologético.<br />

Del primero se tomarán, a su vez, dos exponentes: la figura de Ramón Lull (y en<br />

general el lulismo) y un texto que representa el modelo tardío y final, La Corte<br />

Imperial. Del segundo modelo, el apologético, se toman a su vez dos figuras<br />

representativas de dos modos de encararla, el de Raimundo Martí y el de Nicolás<br />

Eimeric, ambos dominicos ibéricos.<br />

Palabras clave: diálogo interreligioso – controversias religiosas – disputas<br />

medievales - apologética católica<br />

ABSTRACT<br />

Of the dispute to the sentence. Late Mediaeval interfaith issues<br />

My research aims to: 1. To determine the incidence of logical and<br />

epistemological models argumentatividad controversial development in both virtual<br />

and real disputes disputes 2. Note areas of convergence and divergence with respect<br />

to the rear apologetics especially Christian. In this paper are analyzed in literature<br />

Christian two models represent two approaches, the first of which was giving way<br />

before, the second leading, to be imposed on Catholic practice well into the<br />

nineteenth century: controversial model and apologetic. Take the first turn two<br />

exponents: the figure of Ramon Lull (and generally Lullism) and text that represents<br />

the late and final model, The Imperial Court. The second model, the apologetic, take<br />

turn two representative figures of two modes face it, the Raymond Marti and<br />

Nicholas Eimeric, both Iberian Dominicans.<br />

Keywords: interreligious dialogue - religious controversies - medieval disputes -<br />

Catholic Apologetics<br />

174


<strong>DIALOGANDO</strong> 1, N. 1, <strong>2013</strong><br />

ISSN 2347-0712<br />

Enfrentamientos ideológicos y sociales durante<br />

el período del Segundo Templo.<br />

Las sectas judías: saduceos y fariseos<br />

y su relator más conspicuo: Flavio Josefo<br />

Gabriel Minkowicz<br />

Lydia Norma Garchtrom<br />

Universidad de Buenos Aires<br />

Buenos Aires<br />

El período histórico en el que se desenvolvió el reinado de los Macabeos, desde<br />

el punto de vista del contacto con otras culturas, quedó marcado por la influencia<br />

que en diversos grados sufrieron los judíos por el mundo helenístico y luego el<br />

grecorromano, y que fue lo suficientemente importante como para suavizar en<br />

ciertas circunstancias el rigor legalista y del monoteísmo.<br />

Puede así visualizarse que la vida religiosa judía tanto en Palestina como en la<br />

diáspora recibió influencias exteriores semíticas, egipcias, griegas e iraníes y que<br />

han sido importantes elementos para influir en la diferenciación interior de una<br />

religión que sin embargo antes como ahora, llama la atención por su unidad, que no<br />

necesariamente debemos considerar como uniformidad. A esta multiplicidad la<br />

podríamos llamar grupos religiosos, más adecuado que sectas, ya que las mismas<br />

comparten ciertas particularidades que marcan perspectivas con límites no abruptos.<br />

Ellas son:<br />

a. No existe en el judaísmo, en el siglo I un magisterio universalmente reconocido, y<br />

susceptible de formular normas de fe.<br />

b. Las atribuciones del sacerdocio son ante todo rituales.<br />

c. El Sanedrín era una corte de justicia que interpreta y aplica la Ley de Moisés,<br />

antes que un concilio que enuncia proposiciones doctrinarias, y no plantean una<br />

opinión uniforme.<br />

d. Los rabinos de la época que aparecen como jefes espirituales del pueblo se<br />

contentan también ellos con interpretar, a la luz de una tradición transmitida de


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

generación en generación, pero con matices y hasta oposiciones considerables de<br />

una escuela a otra, las prescripciones de la Torah 1 .<br />

Es la observancia lo que está en el pensamiento y el corazón de todos, la pobreza<br />

del contenido doctrinario y la ausencia de una autoridad aceptada por todos en la<br />

materia, explica el carácter bastante indefinido de la ortodoxia. Definir que es ser<br />

judío en esa época es plegarse a los imperativos, morales y rituales de la Torah, que<br />

constituye la carta de la alianza con el Dios único, cuya voluntad se consigna, siendo<br />

esta afirmación monoteísta y el shemá la única profesión de fe que el judaísmo<br />

conoce en la época de los Macabeos.<br />

En las condiciones detalladas ninguna línea de demarcación absolutamente<br />

rigurosa separa aún a la ortodoxia y a la heterodoxia. Por ello las diversas tendencias<br />

que juntas constituyeron el judaísmo pueden con alguna apariencia de razón<br />

pretender que representaron la forma auténtica del judaísmo Por eso los grupos que<br />

vulneran estos límites, tal como los samaritanos se encontraron netamente fuera de<br />

la comunidad judía.<br />

Dentro de este contexto es que podemos aplicar el término de secta, más fácil de<br />

visualizar cuando nos referimos a los saduceos, a los fariseos y a los esenios,<br />

quienes ya fueron conocidos y descriptos por Flavio Josefo en su libro Antigüedades<br />

judías, y quien vio en ellos tres formas igualmente válidas del judaísmo.<br />

Saduceos y Fariseos. Algunas diferencias y enfrentamientos<br />

Los saduceos, en hebreo seddukim, hijos de Sadoq 2 , fueron un grupo religioso,<br />

caracterizado por ser miembros de la clase alta de la sociedad hebrea de su época,<br />

por lo que fueron buscados por los conquistadores para someter al pueblo, esto les<br />

1 La Torah, o Pentateuco contiene los cinco libros de Moisés: Génesis, Exodo, Levítico,<br />

Números y Deuteronomio. Ver G. Minkowicz, L. Gachtrom y D. Vear, Introducción a las<br />

fuentes del derecho hebreo; Buenos Aires, Lilmod, 2010: 43-59. Sobre este período, en<br />

general, ver H. H. Ben Sasson, Historia del pueblo judío, T I, Madrid, Ed. Alianza, 1988; D.<br />

Cohen Gerson, La época Talmúdica”, Buenos Aires, Paidós, 1965; James Parkes, Historia<br />

del pueblo judío”, Buenos Aires, Paidós, 1965.<br />

2 Sadok fue Sumo Sacerdote en el Templo de Jerusalem (Ezequiel 40:46; 44:15), en la época<br />

del Rey Salomón (1Reyes 2:27-35). Sobre este punto, ver Marcel Simon, Las sectas en el<br />

tiempo de Jesús, Buenos Aires, Eudeba 1962.<br />

176


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

garantizaba a los saduceos sus propios intereses con una potencia ocupante que les<br />

permitía practicar libremente su religión. Se sometieron a griegos y a romanos,<br />

adoptando sus modas y sus culturas siendo estas sumisiones lo que les permitió<br />

obtener cargos públicos importantes; formaban parte del grupo el sumo sacerdote, la<br />

aristocracia y los propietarios de tierras.<br />

Si bien fueron muy poderosos políticamente durante el reinado de los Asmoneos,<br />

con la llegada de Salomé Alejandra al poder perdieron su influencia a favor de los<br />

fariseos. Fueron enemigos de toda innovación ritual o doctrinal, siendo este un punto<br />

de oposición con los fariseos, que llevó a los saduceos a atenuar el rigorismo en<br />

materia de observancia. No interpretaron la letra del mandamiento, siendo muy<br />

severos en materia penal, tal como lo acredita Flavio Josefo quien también refiere<br />

que niegan la soberanía del destino y hasta la intervención de Dios en el mundo y los<br />

asuntos humanos; no creen en la permanencia del alma sino que piensan que<br />

desaparecen con los cuerpos; atribuyen al hombre un libre albedrío sin restricciones;<br />

no creían en los ángeles y en los malos espíritus, los demonios, repudiaban las<br />

especulaciones coloreadas de astrología y de magia, negando la angelología<br />

desarrollada por los fariseos.<br />

Constituyeron un grupo ritualista para con las ampliaciones doctrinales y<br />

cualquier innovación. Las informaciones que se tienen de los mismos provienen de<br />

fuentes que les fueron contrarias, del grupo que los derrotó, perdiéndose todo dato<br />

de los mismos desde la caída del Segundo Templo, que era su lugar de dominio y<br />

gobierno.<br />

Los Fariseos, en hebreo prushim, que significa “separados”, unieron un<br />

legalismo en el plano de la observancia con una modalidad de espíritu bastante<br />

abierta en materia de doctrina. Flavio Josefo los describe como una orden que pasa<br />

por ser superior a los demás judíos por su piedad y por una interpretación más<br />

exacta de la Ley. El ideal fariseo reside en una piedad ejemplar, centrada en la ley,<br />

es un hombre de escuela y estudio que orienta la conducta para ellos. Si bien el<br />

código de la Torah, regula la vida no ha previsto todas las situaciones posibles, y se<br />

les permite sacar una casuística que quedó plasmada y ex puesta en el Talmud 3 .<br />

3 El Talmud cuyo nombre esta identificado con la palabra hebrea limud o “estudio”. El<br />

Talmud extiende, explica y complementa al Tanaj y a la Mishná, pero no puede, por<br />

definición, contradecir a la Torah. Es una obra que recoge principalmente las discusiones<br />

rabínicas sobre leyes judías, tradiciones, costumbres, leyendas e historias. El Talmud se<br />

177


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Los fariseos representaron una especie de clase media, predominando su liturgia<br />

en la sinagoga, lugar de estudio y de plegaria. Esta red de sinagogas facilitó la<br />

salida de la crisis consecutiva a la ruina del Templo, durante el asedio de Jerusalén,<br />

Yohanán ben Zakkay 4 , logró salir de la ciudad sitiada, y con autorización de Tito<br />

logró abrir en Yavne una escuela rabínica, asegurando así por siglos el porvenir del<br />

judaísmo. Toda la tradición oral, aceptada por ellos, que se formó por el transcurso<br />

del tiempo quedó plasmada en la Mishnah 5 y el Talmud posteriormente. En materia<br />

ritual se caracterizaron por la abundancia de prescripciones, en particular en lo que<br />

se refiere a la materia de la pureza ritual.<br />

Los datos consignados respecto a las particularidades de ambos grupos permiten<br />

vislumbrar la existencia de un enfrentamiento que se plasmó en tiempos de los<br />

Asmoneos.<br />

Durante esta época, en el reinado de Alejandro Janeo, se planteó un conflicto<br />

entre varias facciones sobre quién debía constituir el consejo de Estado y quién<br />

debía aprobar la legitimidad de la forma de culto que como los asuntos de estado,<br />

caracteriza por preservar la multiplicidad de opiniones a través de un estilo de escritura<br />

asociativo, mayormente en forma de preguntas, producto de un proceso de escritura grupal, a<br />

veces aparentemente contradictorio. Dos obras talmúdicas fueron elaboradas, una de ellas en<br />

Babilonia dando origen al Talmud babilónico, canonizado hacia el año 500 de E.C.<br />

aproximadamente y el otro en tierra de Israel bajo el nombre de Talmud Jerosolimitano, hacia<br />

el año 400 de la E.C. compone de dos partes Mishná y Guemará; por ello el texto del Talmud<br />

es bilingual, en lo que refiere a los textos misnáicos habrá de mantenerse la lengua hebrea<br />

propia de esta legislación, en cambio la parte de comentarios rabínicos que hacen a la<br />

Guemará habrá de utilizarse el arameo. Al grupo de rabinos que elaboraron el Talmud se los<br />

denomino Amoraitas, del hebreo amar, cuyo significado es hablar, interpretar. Ver G.<br />

Minkowicz, L. Gachtrom y D. Vear, Introducción a las fuentes del derecho hebreo cit., pp.<br />

100-135. Texto: La Misna, ed. Preparada por Carlos del Valle, Madrid, Ed. Nacional, 1981.<br />

4 Yohanán ben Zakkay (37 a.e.c.-83 e.c.) Fue el discípulo predilecto de Hilel, quien predijo<br />

con exactitud que llegaría a ser un gran Sabio y dirigente de su pueblo. El Rabino Yohanan<br />

llegó a la prominencia en los años precedentes a la destrucción del Segundo Templo.<br />

5 La Mishnáh cuyo significado es el de “estudio”, “repetición”, constituye el primer código<br />

de leyes hebreas que recoge y consolida la tradición oral judía desarrollada durante siglos<br />

desde los tiempos de la Torah o Ley Escrita, y hasta su codificación a manos de Rabí Yehudá<br />

Hanasí, hacia finales del siglo II. Está organizada en seis órdenes que contienen 527 capítulos.<br />

Ver: G. Minkowicz, L. Gachtrom y D. Vear, Introducción a las fuentes del derecho hebreo<br />

cit., pp. 91-100.<br />

178


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

que eran administrados por la misma autoridad. Esto enfrentó a saduceos con<br />

fariseos. Pero las diferencias reales eran más profundas. El motivo principal se<br />

relacionaba con la pregunta de quienes eran los sucesores legítimos de los profetas.<br />

Los profetas habían sido los primitivos maestros de la Torah, y sobre todo sus<br />

intérpretes a la luz de los problemas contemporáneos y las nuevas situaciones.<br />

Los saduceos argüían que el papel de intérprete había sido confiado a los<br />

oficiantes delegados por la Torá para administrarla, los sacerdotes y la adinerada<br />

aristocracia del país que controlaba desde tiempo inmemorial los asuntos del<br />

Templo y el Estado.<br />

Los fariseos argüían que el sacerdocio era meramente una clase hereditaria<br />

consagrada a ejecutar el ritual del Templo. La forma en que los mandamientos<br />

debían ser cumplidos no era de ninguna manera de conocimiento propio de los<br />

sacerdotes, esta era la función de todos los hombres del libro, “los discípulos de<br />

Moisés” y los herederos de los profetas, de aprobar sobre la decencia y sobre el<br />

comportamiento sacerdotal, lo que tácitamente se extendía a cualquier porción de la<br />

Torah no dirigida específicamente a sacerdotes sino aplicable a la vida diaria del<br />

pueblo en su totalidad.<br />

Mientras los gobernantes Macabeos aceptaron el punto de vista fariseo sobre la<br />

ley y el gobierno judío, los fariseos aprobaron su gobierno y fueron sus<br />

propagandistas. Tuvieron serias disputas con Alejandro Janeo situación que revirtió<br />

durante el reinado de su viuda Alejandra Salomé, la que al darse cuenta que los<br />

fariseos contaban con el apoyo de las masas, reemplazó a los funcionarios de su<br />

esposo por representantes del partido popular, los que dirigidos por Simón ben<br />

Shetaj 6 , quien ocupó un cargo en el Sanhedrín 7 y formó una de las parejas de sabios<br />

6 Simón ben Shetaj era el hermano de la reina del rey Yanai, Salomé Alejandra. Ocurrió que<br />

el rey tenía que ser juzgado y Simón ben Shetaj era uno de los jueces el cual le pidió que se<br />

parara como está escrito en la Torah. El rey Yanai se enojó diciendo que como él le iba a<br />

pedir al rey que se pare!!!, por lo cual mandó a perseguir a todos los Sabios de la época. Por<br />

ello Salomé Alejandra escondió a su hermano. Cuando fue posible que Simón ben Shetaj<br />

regresara a la vida pública, era de los únicos del Sanhedrín que todavía era fiel a la Torah, no<br />

como muchos que eran Caraitas, y por su inteligencia eventualmente retiro a los Caraitas del<br />

Sanhedrín.<br />

7 Sanhedrín nombre con el que se identificaba al Alto Tribunal de Justicia hebreo. Ver “Los<br />

orígenes de la figura del juez y de la función judicial en el derecho hebreo”, G. Minkowicz y<br />

179


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

más famosas, reformó el procedimiento legal y ritual de acuerdo a su propio<br />

programa, fijando los días de sus nuevas reformas como feriados nacionales, de<br />

modo que clasificaron a los oponentes saduceos conjuntamente con los restantes<br />

enemigos de los judíos cuyas derrotas eran celebradas anualmente. Esta victoria fue<br />

de corta vida, ya que ni Herodes ni los fariseos habrían aceptado por su propia<br />

voluntad el dominio del otro.<br />

La información más esencial que tenemos sobre estas sectas la proveyó Flavio<br />

Josefo y si bien este conocimiento se puede calificar de simplificado en exceso,<br />

constituye la única fuente completa, ya que no se dispone como complemento o<br />

correctivo más que algunas indicaciones diseminadas en el Nuevo Testamento y en<br />

la literatura cristiana y judía de los siglos siguientes.<br />

La biografía de Flavio Josefo se puede conocer a partir de dos de sus obras<br />

Autobiografía y La Guerra de los Judíos, se pueden conocer algunos detalles a partir<br />

de los escritos de otros autores como Suetonio, Apio y Dio Casio, pero no es<br />

mencionado en la literatura rabínica.<br />

Flavio Josefo nació alrededor del año 37 e.c., en el seno de una familia<br />

sacerdotal de Judea, ligada por parte de madre con la monarquía de los Asmoneos,<br />

mostrándose orgulloso de su estirpe como surge de sus escritos.<br />

Su nombre originario era Yosef ben Matityahu, que cambió posteriormente<br />

cuando el emperador Vespasiano lo hizo ciudadano romano, lo latinizó asociándolo<br />

a la familia de su benefactor como Titus Flavius Iosephus.<br />

Desde sus primeros años recibió una esmerada educación judía, la que podía<br />

disponer el hijo de un sacerdote, con una seria instrucción en ley judía, y estando a<br />

cargo de los mejores rabíes. Desde muy pequeño se destacó por su buena memoria y<br />

facilidad para el aprendizaje, situación que le permitió desarrollar sus dotes<br />

intelectuales. A los 14 años ya era buscado por los sacerdotes y líderes de Jerusalén<br />

para consultarlo sobre temáticas de ley judía o halajá.<br />

Cuando tenía 16 años comenzó a conocer las principales sectas judías: fariseos,<br />

saduceos y esenios, ocupando los siguientes años en la investigación para elegir la<br />

L. Garchtrom, en el Diario de Doctrina y Jurisprudencia El Derecho, N. 12.750 del 16 de<br />

Mayo 2011, editado por la Universidad Católica Argentina.<br />

180


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

mejor de ellas. También se sabe que viajó al desierto para conocer a un eremita que<br />

vivía una estricta vida ascética. A los 19 años volvió a Jerusalén y se unió a los<br />

fariseos.<br />

Nada se conoce de su vida en los años siguientes, hasta que a la edad de 26 años<br />

actuó en la defensa de sus compañeros sacerdotes los que por motivos<br />

insignificantes fueron encarcelados y enviados a Roma. No se sabe si de manera<br />

oficial Josefo fue a Roma y consiguió la liberación de los mismos, devolviéndolos a<br />

Jerusalén. En Roma pudo ver el poderío del ejército romano, lo que lo convenció de<br />

la necesidad de instar a sus conciudadanos a no rebelarse contra Roma, pero no fue<br />

escuchado y debió buscar refugio en el Templo.<br />

En el año 66 e.c. estalló la Gran revuelta Judía, y fue designado por el Sanedrín<br />

de Jerusalén como comandante en jefe de Galilea, organizando su administración y<br />

defensa. Capituló en el año 67, tras seis semanas defendiendo la inexpugnable<br />

fortaleza de Jotapata , la mayoría de sus compatriotas murieron a consecuencia de un<br />

pacto suicida celebrado entre ellos, que Josefo no cumplió siendo capturado y<br />

llevado ante Vespasiano. No se sabe claramente cual fue su actitud ya que su obra<br />

Autobiografía plantea su acción como pacifista intentando dividir a su gente en<br />

facciones para lograr ese fin, y en Las guerras judías describe cómo fortificó<br />

ciudades, dio entrenamiento militar, etc. Lo que se sabe es que encontró mucha<br />

oposición en Galilea, y que alcanzó algunos éxitos pero encontró muchos<br />

problemas.<br />

Ante Vespasiano dio muestras de su gran formación y predijo que pronto sería<br />

emperador, lo que lo llevó a ganase el perdón cuando se cumplió su predicción, esto<br />

ocurrió en el año 69 e.c.<br />

En el año 70 e.c. se unió al séquito de Tito, hijo de Vespasiano en su mar- cha<br />

hacia Judea siendo testigo ocular de la destrucción de Jerusalén y del Segundo<br />

Templo. En esas circunstancias participó como mediador entre ambas partes,<br />

tratando de convencer a sus compatriotas de cesar en la re -vuelta. Hacia el año 70<br />

e.c viajó a Roma, y por orden del emperador se le otorga la ciudadanía romana, una<br />

pensión y una casa para vivir que había pertenecido a Vespasiano, siendo éste el<br />

lugar en el que desarrollará su trabajo literario e histórico. Murió probablemente en<br />

el año 101, durante el mandato de Trajano.<br />

181


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Su obra<br />

Su obra 8 no fue preservada por las comunidades judías, sino por cristianos en<br />

Europa y en regiones tan alejadas como Etiopía y Armenia. En el siglo X circuló una<br />

obra basada en una traducción latina de las obras de Josefo, estaba escrita en hebreo<br />

era de autor anónimo y se hizo popular bajo el nombre de Yosippon.<br />

El método utilizado por Josefo abarcó el uso de las fuentes, modificando su<br />

lenguaje, y ocasionalmente conservando palabras y frases, con la revisión del<br />

lenguaje hay también una revisión del contenido, pero permanece fiel al original.<br />

En su relato la sucesión de los acontecimientos no siguen siempre el orden<br />

cronológico, sino que algunas veces las organiza con un sentido temático, lo que<br />

aparece como la desviación del orden bíblico en algunos pasajes. El método<br />

empleado fue el histórico-gráfico griego, trató de hablar sobre temas que otros<br />

habían hablado pero de un modo mejor. Su obra literaria fue escrita en griego de la<br />

koiné. El orden cronológico de su creación fue: La guerra de los judíos, Las<br />

antigüedades judías, La vida y Contra Apión.<br />

a. La guerra de los judios. Fue su primer trabajo publicado alrededor del año 75<br />

e.c., nació probablemente como respuesta al emperador como precio a su libertad y<br />

la propiedad que recibiera. Desde que comenzó a depender de la dinastía imperial,<br />

tuvo interés de revelar algunas cosas y ocultar otras. El argumento de la obra relata<br />

la historia de la revuelta judía contra Roma, siendo precedida de un prefacio que<br />

abarca desde el tiempo de Antíoco Epifanio hasta el comienzo de la guerra.<br />

Diferentes autores opinan de diferentes modos sobre el propósito de la obra, unos<br />

dicen que era para proporcionar una nueva relación entre roma- nos y judíos, otros<br />

dicen que Vespasiano pretendió advertir a los enemigos poderosos de Roma, que<br />

ella destruiría cualquier enemigo que tratara de renovar la guerra.<br />

b. Las antigüedades judías. Fue su segunda obra, escrita 20 años después de la<br />

Guerra Judía. Las circunstancias habían cambiado y también los propósitos y las<br />

motivaciones del autor. Es a través de esta obra que conocemos las sectas judías<br />

mayores, entre ellas los saduceos y los fariseos.<br />

8 En castellano, Flavio Josefo, Obras Completas, Buenos Aires, Acervo Cultural, 1961.<br />

182


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Su propósito era iluminar el mundo no judío sobre de la naturaleza del judaísmo,<br />

el título refleja su intención, demostrando la antigüedad de los judíos, si bien es<br />

posible que hubiera elegido el título en una analogía con la obra Antiquitates<br />

Romanae de Dionisio de Halicarnaso. La obra contiene la historia judía desde sus<br />

orígenes hasta el comienzo de la guerra (66 e.c.) Relata no siempre de la misma<br />

manera que la Biblia sucesos bíblicos, ya que los trata de adaptar a los lectores de<br />

cultura helénica.<br />

c. La vida. Aparentemente apareció como un apéndice de Antigüedades, fue<br />

publicada en el 93 o 94 e.c. Fue escrita en respuesta a los ataques de Justo de<br />

Tiberías, ante la acusación a Josefo de forzar la ciudad de Tiberías para apoyar la<br />

revuelta. Al parecer Justo quería exonerar su ciudad de cualquier guerra culpable y<br />

ganarle nuevamente la posición de honor que tenía bajo Claudio. Josefo hace una<br />

apología de su vida comenzando con una mirada sobre su juventud, luego explica<br />

sus actividades en Galilea y concluye con un resumen de su vida posterior. Presenta<br />

un problema de veracidad al plantear contradicciones con el paralelo en La guerra<br />

de los judíos.<br />

d. Contra Apión. Consiste en una refutación al antisemitismo. Se dirige contra<br />

Apión, refutando sus calumnias contra los judíos y al mismo tiempo haciendo una<br />

exposición positiva de la esencia del judaísmo. La obra termina con la conclusión de<br />

que los judíos son un pueblo muy antiguo y que han iniciado a otros pueblos en<br />

muchas y hermosas ideas.<br />

Conclusión<br />

La obra de Flavio Josefo cobra importancia a partir de ser la única fuente directa<br />

y completa para la historia del período del Segundo Templo. Además la<br />

confrontación de sus escritos con los hallazgos arqueológicos y con otros autores,<br />

afirman la veracidad de los hechos relatados a ese respecto.<br />

El relato de los hechos que nos brinda Flavio Josefo nos permite ponderar la<br />

realidad del momento con gran viveza, pudiéndose percibir del relato que la<br />

extracción social y sus diferencias conceptuales marcaron una oposición entre<br />

ambos grupos que produjeron enfrentamientos ideológicos y sociales entre los<br />

mismos.<br />

183


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

La victoria final de los fariseos quedó plasmada luego de la caída del Segundo<br />

Templo, con la creación de la Academia de Yavne y otras que marcaron el<br />

nacimiento del judaísmo que nos rige hasta el día de hoy 9 , en contraposición los<br />

saduceos desaparecieron de la historia luego de la caída del Segundo Templo,<br />

siendo conocidos solamente por las informaciones de sus detractores y de los grupos<br />

que los derrotaron.<br />

9 Pierre Vidal Naquet, Los judíos, la memoria y el presente, Buenos Aires, Fondo de Cultura<br />

Económica, 1996.<br />

184


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

RESUMEN<br />

El período histórico en el que se desenvolvió el reinado de los Macabeos, desde<br />

el punto de vista del contacto con otras culturas, quedó marcado por la influencia<br />

que en diversos grados sufrieron los judíos por el mundo helenístico y luego el<br />

grecorromano, y que fue lo suficientemente importante como para suavizar en<br />

ciertas circunstancias el rigor legalista y del monoteísmo. A esta multiplicidad la<br />

podríamos llamar grupos religiosos, más adecuado que sectas, ya que las mismas<br />

comparten ciertas particularidades que marcan perspectivas con límites no abruptos.<br />

Dentro de este contexto es que podemos aplicar el término de secta, más fácil de<br />

visualizar cuando nos referimos a los saduceos, a los fariseos y a los esenios,<br />

quienes ya fueron conocidos y descriptos por Flavio Josefo en su libro Antigüedades<br />

judías, y quien vio en ellos tres formas igualmente válidas del judaísmo. El trabajo<br />

analiza la interpretación histórica contenida en esta obra.<br />

Palabras clave: judaísmo helenista – sectas judías - Flavio Josefa – monoteísmo<br />

ABSTRACT<br />

Ideological and social conflicts during the Second Temple period. Jewish sects:<br />

Sadducees and Pharisees and most conspicuous speaker: Josephus<br />

The historical period in which the reign of the Maccabees unfolded, from the<br />

point of view of contact with other cultures, was marked by the influence to varying<br />

degrees the Jews suffered from the Hellenistic world and then the Greco-Roman ,<br />

and that 's what important enough to soften in certain circumstances the legalistic<br />

rigor and monotheism. At this multiplicity could call it more suitable than sects<br />

religious groups, since they share certain characteristics that make prospects with no<br />

sharp boundaries. Within this context we can apply the term sect, easier to visualize<br />

when we refer to the Sadducees, the Pharisees and the Essenes, who were already<br />

known and described by Josephus in his book Jewish Antiquities, and who saw<br />

These three equally valid forms of Judaism. The paper analyzes the historical<br />

interpretation contained in this work.<br />

Keywords: Hellenistic Judaism - Jewish sects - Flavius Josephus - monotheism<br />

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<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

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<strong>DIALOGANDO</strong> 1, N. 1, <strong>2013</strong><br />

ISSN<br />

El concepto de Berakhah 1 en la tradición rabínica 2 Abraham Skorka<br />

Seminario Rabínico Latinoamericano<br />

Buenos Aires<br />

El concepto de Berakha en la Biblia<br />

Abordar el análisis del concepto de Berakhah en la literatura rabínica requiere<br />

de una sucinta introducción de la utilización del mismo en la Biblia, que es la base y<br />

el fundamento del desarrollo del pensamiento rabínico posterior. La raíz del<br />

sustantivo y del verbo es BRKh, similar a la del vocablo rodilla, razón por la cual<br />

hubo quienes relacionaron los dos conceptos, tal como podría inferirse de Salmos<br />

95: 6 (“Venid, postrémonos e hinquémonos; arrodillémonos (nivrekhah) delante<br />

del Señor nuestro Hacedor”) y de Isaías 45: 23, siendo la posición de arrodillado<br />

aquella en la que se recibe la bendición.<br />

De acuerdo al rabí Shlomoh ben Adret 3 debe relacionarse la raíz referida con la<br />

del vocablo Berekha, que denota una pileta de la cual se extraía agua para beber,<br />

1 Hemos utilizado las siguientes reglas para la transliteración de los vocablos hebraicos: un<br />

apóstrofe después de una vocal designa que ésta se aplica a la consonante a’in; la jaf se<br />

designó mediante: kh, la kaf (jaf degushah) mediante: k, también la kof se ha designado<br />

mediante la k, la he mediante: h; la jet mediante: h, la zain mediante: z, la tzadi mediante: tz,<br />

la shin mediante: sh, la yud shorshit mediante y, las demás consonantes y vocales por sus<br />

respectivos equivalentes en el alfabeto latino. En algunos términos, como Qumran, se utilizó<br />

la transliteración más tradicional. En las citas de otros textos se respetó la forma adoptada por<br />

los mismos.<br />

D”H= Dibur HaMathil, refiere a las primeras palabras del párrafo de un texto bíblico,<br />

talmúdico o de algún código dado, que se colocan delante de los comentarios y exégesis de<br />

aquellos, y a su vez sirven de referencia para éstos.<br />

Todo texto talmúdico que se cita pertenece al Talmud Babilónico, salvo que se explicite que<br />

el mismo es del jerosolimitano.<br />

La traducción de los textos hebraicos y arameos fueron hechos por el autor.<br />

2 Texto expuesto en el 2º Simposio: Judíos y Cristianos en diálogo, Castelgandolfo 25-28 de<br />

Junio de 2007.<br />

3 Sh”uT ha-RaShBa, Helek 5, Siman 51.


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

asearse, purificarse 4 o lavar la ropa 5 . Famoso es el relato y la inscripción hallada en<br />

el canal que se construyó en los tiempos de Ezequías 6 para concentrar en una<br />

Berekhah las aguas que fluían del manantial de Shiloah, y la Brekhah de Givon 7 ,<br />

conocida por los dramáticos acontecimientos acaecidos en la misma en los tiempos<br />

de Saul. Del modo en que el agua fluye y se multiplica en la Berekhah<br />

alimentándose del manantial, al decir del RaShBa, la bendición hace fluir lo bueno<br />

de la vida en la existencia del bendito.<br />

El Prof. Humberto Cassuto 8 , por su parte, considera que el verbo BRKh denota<br />

el concepto de regalo, y en tal sentido aparece en Génesis 24: 1 (Dios bendijo a<br />

Abraham con todo, refiere a que le concedió un hijo con Sarah), ídem 24: 35, ídem<br />

33: 11 (esta cita es muy significativa, ya que Ya’akov le dice a E’sav: ‘toma, por<br />

favor, mi berakhah -refiriéndose al presente que le estaba otorgando- que te he<br />

traído), etc. Cassuto cita el uso de BRKh en los escritos ugaríticos refiriendo al<br />

regalo de tener hijos que confieren los dioses a los padres.<br />

Muy sugestivo es, de acuerdo a Cassuto, el verbo acadio K(kaf)RB, que designa<br />

tanto la ofrenda que el hombre le brinda a la deidad así como todo lo bueno que el<br />

hombre considera que ha recibido de la deidad. Pese a que en hebreo es K(kof)RB el<br />

verbo que designa la acción de otorgar una ofrenda a Dios, la relación dual de darle<br />

a Dios y de recibir de Él, que aparece en el uso del verbo acadio, también se halla en<br />

el uso del verbo BRKh, pues en la Biblia dicho verbo designa tanto al hombre que<br />

bendice a Dios así como Dios bendiciendo al hombre.<br />

Más allá de todas estas disquisiciones, lo que resulta absolutamente claro de<br />

todas las referencias bíblicas, es que no es el hombre el que tiene el poder de<br />

bendecir, pues el mismo se halla solamente en manos de Dios. Esto es resaltado<br />

especialmente en el relato de Balak y Bila’am, en Números 22-24. Bila’am, que<br />

tenía fama por su sapiencia y poder espiritual, sólo puede decir aquello que Dios le<br />

confiere. Balak lo convoca para maldecir al pueblo, él sólo lo puede bendecir, pues<br />

4 Isaías 22: 11.<br />

5 Sdeh Khoves, ‘terreno del lavado de ropa’ que se halla al costado del canal de la ‘Berekhah<br />

superior’, es descripto en Reyes II, 18: 17; Isaías 7: 3; 36:2.<br />

6 Reyes II, 20: 20.<br />

7 Samuel II, 2: 13.<br />

8 Ítem Berakha en la Encyclopaedia Biblica, Tomus Secundus, Instituti Bialik, Hierosolymis,<br />

1954.<br />

188


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

es esta la voluntad divina. El hombre sólo puede invocar a Dios para que Él otorgue<br />

su bendición sobre el invocado. Esto resulta evidente de las bendiciones de Itzhak a<br />

Ya’akov y E’sav, de la bendición sacerdotal 9 , etc.<br />

Es importante que la invocación sea hecha por una persona con atributos<br />

espirituales superlativos, adquiridos mediante una conducta especial. Los hijos del<br />

segundo patriarca lucharon por obtener la bendición de su padre, pues por su rectitud<br />

Dios escucharía su invocación. Los sacerdotes debían cumplir con normas<br />

especiales de pureza para ser aptos de invocar a Dios para que le otorgue la<br />

bendición al pueblo.<br />

Es sobre esta concepción de la Berakha en la Biblia que se desarrolló el tema en<br />

la literatura talmúdica, entendiendo por tal los conceptos vertidos por los sabios<br />

tanaitas y amoraitas, contenidos en los talmudes de Babilonia y Jerosolimitano y en<br />

los textos midrashicos.<br />

En la literatura talmúdica<br />

La Mishnah, código base del Talmud, se halla dividida en seis órdenes y cada<br />

orden, a su vez, en tratados. El primer tratado, del primer orden denominado<br />

Zera’im (=semillas, pues trata de las prescripciones y normas en la labor agrícola,<br />

base de la economía del pueblo en tiempos bíblicos y talmúdicos 10 ) se denomina<br />

Berakhot, pues antes de ingerir los alimentos, necesidad primaria del hombre, se<br />

debe decir una Berakhah 11 . En la concepción de los sabios del Talmud, la primera<br />

manifestación de la fe se realiza mediante una expresión verbal de agradecimiento al<br />

Creador. ‘Dijo el Rabi Meir: Todo hombre debe bendecir 100 bendiciones cada<br />

9 Números 6: 22-27.<br />

10 De acuerdo a Shabat 31, a, a este orden también se lo conoce con el nombre de: Orden de la<br />

Fe, pues, explica Rash”i (D”H: Seder Zera’im), es sobre la fe del hombre que se sustenta la<br />

correcta separación del diezmo. De acuerdo a Tosafot (D”H: Emunat Ze Seder Zera’im), la<br />

explicación es que, tal como se explicita en el Talmud Jerosolimitano, el hombre que pone su<br />

fe en Dios, siembra.<br />

De acuerdo a esta explicación, Berakhot es el primer tratado de este orden, pues es la forma<br />

primaria e inmediata de la manifestación de la fe.<br />

11 Esta explicación es la que presenta Maimónides en su introducción a su Exégesis de la<br />

Mishnah, página 46 de la edición Hakdamot LaPeirush HaMishnah, Mossad Harav Kook,<br />

Jerusalem, 5749 (1989).<br />

189


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

día’ 12 , Maimónides codificó 13 de acuerdo a esta enseñanza, y de tal modo quedó<br />

establecida la tradición 14 .<br />

Enseñaron los sabios del Talmud:<br />

“Le está prohibido al hombre disfrutar de este mundo sin haber bendecido, y<br />

todo aquel que ha disfrutado de este mundo sin haber dicho una bendición, ha<br />

pecado... se lo considera cual si hubiese disfrutado de los sacrificios que<br />

fueron ofrendados a Dios... se lo considera cual si hubiese robado a Dios y a<br />

la comunidad de Israel” 15 .<br />

Todo le pertenece al Señor, se explica en el contexto citado del Talmud, como<br />

dice; “De Dios es la tierra y todo lo que en ella hay” 16 . Todo posee la categoría de<br />

“Kodesh”, consagrado, aquello de lo que el hombre no puede disponer, pues es cual<br />

ofrenda que fue entregada para Dios. Del mismo modo que la ofrenda a Él<br />

pertenece, lo creado con Su intervención en la naturaleza también a Él pertenece.<br />

Sólo al decir la bendición se saca al objeto de su condición de Kadosh y se lo<br />

transforma en Hol (no consagrado), como en el caso del Ma’aser Sheny 17 (el<br />

segundo diezmo), y sólo entonces se puede disponer del mismo, aplicándose sobre el<br />

12 Menahot 43, b.<br />

13 Hilkhot Tefilah u-Nesiat Kapaim 7: 14.<br />

14 Shulhan Arukh, Orah Hayim 46: 3.<br />

15 Berakhot 35, a.<br />

16 Salmos 24: 1.<br />

17 Del fruto de su cosecha, debía dar el judío una Terumah (ofrenda) para el sacerdote (Kohen,<br />

Números 18: 8, 11-12), que era de alrededor del 2%, y que éste y su familia debían consumir<br />

en un estado de pureza (Taharah). Por otra parte, debía ofrendar un diezmo al levita del cual<br />

éste debía dar, a su vez, un diezmo el Kohen (Números 18: 25-30). Los años 1, 2, 4 y 5 del<br />

ciclo de la Shemitah, se debía separar del restante otro diezmo, el segundo diezmo: Ma’aser<br />

Sheny (Deuteronomio 14: 22-26), que debe ser comido por su dueño en condiciones de pureza<br />

en Jerusalem. Pero si le resulta difícil llevar los frutos a Jerusalem, serán vendidos, dejando<br />

éstos su condición de Kodesh y se transforma en Hulin, mientras que el dinero recibido se<br />

transforma en Kodesh, y perderá su condición de tal al comprarse en Jerusalem frutos y otros<br />

elementos para ser utilizados allí, los que se transformarán, a su vez, en Kodesh. De lo cual se<br />

deduce que ciertas cosas que son Kodesh pueden trocar su condición de tales mediante cierto<br />

acto. Este concepto se aplica aquí, mediante la bendición que redime el fruto por comer; pues<br />

lo saca de su condición de Kodesh, o sea: que pertenece a Dios, y lo transforma en Hol<br />

permitido al hombre.<br />

190


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

objeto el versículo: “los cielos son cielos de Dios y la tierra le dio a los hombres” 18 .<br />

El fruto de la tierra sólo es plenamente adquirido por el hombre cuando éste acepta y<br />

agradece la parte de la labor divina que permitió su gestación.<br />

La Torah 19 , tal como explica Maimónides 20 , sólo prescribe para cada individuo el<br />

recitado de una sola bendición, la que debe decirse después de haber comido y<br />

haberse saciado. Sin embargo los sabios prescribieron que antes de las comidas, y<br />

aún sin saciarse, y después de toda comida, al igual que en múltiples situaciones, se<br />

debe bendecir a Dios 21 .<br />

En el tratado de Berakhot (35, a) se halla en la Guemara un profundo análisis de<br />

los sabios que intentan hallar los versículos que permitan deducir el precepto de<br />

bendecir antes de ingerir cualquier alimento o de realizar un precepto, tal como ya se<br />

hacía en la época de formación de la Mishnah. Después de múltiples y arduos<br />

intentos se concluye, que tal normatividad es una consecuencia lógica (Sevara), ya<br />

que: “Le está prohibido al hombre disfrutar de este mundo sin haber bendecido”.<br />

El mensaje que subyace en el texto talmúdico transmite que, de acuerdo al<br />

criterio final de los sabios, la sociedad que se sustenta espiritualmente en la creencia<br />

en un Dios trascendente que busca un encuentro con cada individuo y donde cada<br />

individuo busca un encuentro con su Creador, debe inculcar a sus miembros que<br />

ante toda acción relevante y aún en las menos significativas, pero esenciales para la<br />

existencia (como al alimentarse) debe haber una evocación a Él.<br />

Si bien la Berakhah posee un valor muy especial para aquel que la profiere, ya<br />

que, entre otras cosas, cumple con la nobleza de agradecer a Quien ha creado lo<br />

necesario para su digno sustento físico y espiritual, el Talmud expone un relato en<br />

el que se presenta la ‘necesidad’ de Dios de la bendición del hombre.<br />

18 Salmos 115: 16.<br />

19 Deuteronomio 8: 10.<br />

20 Hilkhot Berakhot 1: 1.<br />

21 Maimónides las clasifica en tres tipos: bendiciones por algún gozo, al realizar algún<br />

precepto y de agradecimiento a Dios (Hilkhot Berakhot 1: 4).<br />

191


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Leemos en Berakhot 7, a:<br />

“Hay una enseñanza [que testimonia que] el Rabí Yshma’el ben Elisha’ dijo:<br />

Cierta vez entré dentro de adentro 22 para ofrendar el incienso. Vi entonces a<br />

Akatriel Yah 23 , el Señor de las Huestes sentado sobre un trono alto y<br />

sublime 24 , y me dijo: Yshma’el hijo mío, bendíceme. Le dije: Sea la voluntad<br />

delante de Ti que Tu misericordia domine a tu ira y que se extienda Tu<br />

misericordia por sobre tus normas 25 , y has de obrar con Tus hijos con la<br />

medida de la misericordia, y has de adentrarlos más allá de la norma de la<br />

justicia.<br />

Y Él asintió con su cabeza.<br />

De aquí se deduce que nunca has de tomar con liviandad la bendición de un<br />

simple hombre”<br />

Este párrafo es la continuación de otro en donde los sabios se preguntan<br />

“¿de dónde se deduce que Dios reza? En nombre del Rabi Yosei, el rabi<br />

Yohanan responde diciendo: del versículo: ‘los llevaré al monte de Mi<br />

Santidad y los regocijaré en casa de Mi oración’ 26 . ‘De su oración’ no dice,<br />

sino ‘de Mi oración’, de donde se deduce que Dios reza.<br />

¿Qué oración dice? Dijo el Rabi Zutra bar Tuvyah en nombre de Rav: ‘Sea la<br />

voluntad delante de Mi que Mi misericordia domine a Mi ira, y que se<br />

extienda Mi misericordia por sobre Mis normas y que obre con Mis hijos con<br />

la medida de la misericordia y he de adentrarlos más allá de la norma de la<br />

justicia’”<br />

22 Se refiere al Sancta Sanctorum, el habitáculo más occidental de la construcción principal<br />

del templo de Jerusalém, donde en el primer templo se hallaba el Arca con las tablas de la<br />

Ley, al cual sólo accedía el sumo sacerdote, como lo era Yshma’el ben Elisha’ (Midrash<br />

Tehilim (Buber), Mizmor 9, D”H (13) Ki Doresh), en el día de Kipur, para ofrendar el<br />

incienso delante de Dios, y obtener de tal modo el perdón del Creador para con el pueblo de<br />

Israel.<br />

23 Son nombres que refieren a Dios. Las revelaciones celestiales que tuvo el Rabí Yshma’el<br />

también pueden hallarse en otros lugares de la literatura talmúdica, como ser: Berakhot 51, a.<br />

24 Expresión de Isaías 6: 1.<br />

25 Se refiere a las normas de justicia con que Dios juzga a sus criaturas.<br />

26 Isaías 56: 7.<br />

192


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Más allá de los componentes míticos de estos párrafos talmúdicos, aquello que se<br />

deduce de los mismos es que el rezo, de acuerdo a la visión de los sabios del<br />

Talmud, es una profunda interacción entre Dios y el hombre. No es sólo el hombre<br />

el que se dirige a Su Creador y éste que espera el rezo del hombre; sino que el rezo<br />

del hombre genera un cambio en Dios mismo, una actitud dialogal entre sus<br />

cualidades de justicia y misericordia. El Dios de la Biblia hebrea, tal como se deduce<br />

del relato del libro del profeta Jonás y de la historia de Jeremías con Hananyah ben<br />

A’zur 27 , entre otros, es un Dios dinámico, pues es susceptible de cambiar sus<br />

decisiones ante la actitud cambiante del hombre.<br />

La Berakha no refiere exclusivamente a lo bueno o satisfactorio que se recibe de<br />

Dios. En la visión de los sabios del Talmud, aún en las ocasiones de dolor<br />

desgarrador debe bendecirse a Dios. Como leemos en la primer mishnah del noveno<br />

capítulo de Berakhot:<br />

“…y cuando son recibidas buenas noticias, se debe decir: ‘Bendito el que<br />

hace lo bueno y mejora. Cuando son recibidas malas noticias se debe decir:<br />

“Bendito que juzgas con verdad’.<br />

…El hombre debe bendecir por lo malo tal cual lo hace por lo bueno, pues<br />

dice 28 : ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón con todo tu ser y con<br />

todo tu poder’. ‘Con todo tu corazón’, refiere a tus dos instintos, el instinto<br />

del bien y el instinto del mal; ‘con todo tu ser’, debe entenderse: aunque Él te<br />

quite el ser; ‘con todo tu poder’, significa con todo tu dinero...”<br />

Este es uno de los párrafos más significativos de la literatura rabínica acerca de<br />

su concepción de la Berakha. Ya no se trata de agradecer a Dios por la buena tierra<br />

que nos confirió, de la cual se ha obtenido el fruto que permitió saciar el hambre, por<br />

lo cual se agradece bendiciendo al Creador, tal como aparece en el Deuteronomio.<br />

En la concepción rabínica aun en el dolor y en la angustia debe haber un lazo con<br />

Dios. Las palabras de Job (2: 10): “¿Lo bueno de Dios hemos de aceptar y no lo<br />

malo?”, (1: 21) “Dios da, Dios toma, que su nombre sea bendecido por la eternidad”,<br />

al igual que los conceptos de Isaías (45:7), que el Señor es: “Hacedor de la paz y<br />

Creador del mal”, cobran una dimensión superlativa en la cosmovisión arriba citada<br />

de los sabios del Talmud.<br />

27 Jeremías 28.<br />

28 Deuteronomio 6: 5.<br />

193


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

De acuerdo a una versión talmúdica 29 fueron los sabios de la Gran Asamblea, en<br />

los tiempos de E’zra quienes le dieron la formulación a las oraciones que se recitan<br />

hasta hoy en día; del mismo modo reglaron los tiempos en los cuales deben ser<br />

dichas las mismas, con sus características y peculiaridades. Dicha versión fue<br />

aceptada por Maimónides 30 , quien explica su gestación como consecuencia de la<br />

dispersión de los judíos por los confines del imperio persa y, posteriormente, del<br />

helenístico. Al perderse el conocimiento del hebreo por parte de aquellos que vivían<br />

en lugares muy distantes de Judea, los sabios le dieron una forma fija a las<br />

bendiciones que en los tiempos bíblicos eran recitadas improvisadamente, en los<br />

momentos de introspección que hallaban los hebreos de entonces en cada día.<br />

De acuerdo a una segunda versión que aparece en el Talmud 31 las oraciones<br />

fueron compuestas por los patriarcas, y de acuerdo a una tercera de raíz<br />

midráshica 32 , fueron los ángeles mismos los que en ciertas ocasiones en las que<br />

acaecieron acontecimientos significativos con los patriarcas y ancestros del pueblo<br />

de Israel, compusieron las dieciocho bendiciones de la A’midah, y los sabios del<br />

tiempo de E’zra las ordenaron y prescribieron al pueblo.<br />

De todos modos, en los tiempos de E’zra y la Gran Asamblea se fijó un estilo de<br />

rezo para todo el pueblo que marcó, a la postre, cuando el pueblo se halló disperso<br />

en el destierro, uno de los elementos aglutinantes más importantes en la<br />

manutención de su carácter de comunidad espiritual e identidad nacional, pues el<br />

retorno a Tzión es un elemento muy importante en las mismas.<br />

El concepto de Berakha es prácticamente sinónimo del de Tefilah, oración, en la<br />

literatura rabínica, pues las bendiciones son el elemento que enmarca o directamente<br />

conforma a todas las oraciones. Keriat Shema’ 33 , la proclama de la fe judía que debe<br />

pronunciarse en las oraciones de Shajarit y A’rvit, se encuentra enmarcada entre<br />

bendiciones que son recitadas antes y después de aquella y que conforman, al mismo<br />

29 Berakhot 33, a; Meguilah 17, b; Jerosolimitano Berakhot, cap 2, pág. 4, columna 4, halakha 3.<br />

30 Yad ha-Hazakah, Hilkhot Tefilah u-Nesiat Kapaim, cap. 1.<br />

31 Berakhot 26, b.<br />

32 Shibolei haLeket (Tefilah no. 18), citado por el Bet Yosef en Tur Orah Hayim 112 y basado<br />

en un midrash tardío, véase Ozar HaMidrashim de Judah David Eisenstein, pág. 584, D”H:<br />

Tania Shimo’n HaPakuli.<br />

33 Es el recitado de los siguientes tres párrafos del Pentateuco: Deuteronomio 6: 4-9; 11: 13-<br />

21; Números 15: 37-41.<br />

194


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

tiempo, su marco explicativo. La A’midah, denominada también simplemente<br />

Tefilah, se halla conformada por 19 bendiciones.<br />

Para que una oración tenga el carácter de Berakhah debe hallarse el término<br />

‘barukh’ –bendito- referido a Dios, y siendo Él nombrado por sus nombres: Ad-onai<br />

y E-lohim, y su señorío por sobre toda la existencia: Melekh haO’lam 34 , Rey del<br />

Universo.<br />

Es con esta fórmula, ya sea en forma abreviada como simple oración, o<br />

comenzando un párrafo con Barukh, o sin él, pero culminando con Barukh Ata Adonai<br />

E-loheunu Melekh haO’lam, que se expresan alabanzas a Dios,<br />

agradecimientos y petitorios. Se la recita antes del cumplimiento de un precepto, o<br />

antes de ingerir un alimento y después de haberlo hecho, al ver los rayos y al<br />

escuchar los truenos, al hallarse frente a un sabio o delante de un rey.<br />

La fórmula de las bendiciones comienzan dirigiéndose a Dios en segunda<br />

persona –Bendito eres Tú Señor del Universo- y continúa en tercera: “que nos ha<br />

consagrado con sus preceptos...”. Esta peculiaridad tiene su origen en una discusión<br />

entre Rav y Samuel que aparece en el Talmud Jerosolimitano Berakhot capítulo 9,<br />

página 12, columna 4, Halakhah 1, ‘Rav dijo: se debe decir ‘Tú’ –Ata- al referirse a<br />

Dios en la formulación de las bendiciones, mientras el sabio Samuel sostuvo que no<br />

se debe decir Tú, sino que se deben formular las mismas dirigiéndose a Dios en<br />

tercera persona. Para cumplir con ambos puntos de vista se instauraron las dos<br />

fórmulas en la enunciación de las bendiciones.<br />

El Rabi Shlomoh ben Abraham Adret 35 , explicó 36 en el siglo XIII que la forma<br />

de dirigirse a Dios en las bendiciones, comenzando en segunda persona y<br />

34 Berakhot 12, a; 40, b; Mishneh Torah, Hilkhot Berakhot 1: 5; Tur Orah Hayim 214, véase<br />

ad locum el comentario del Bet Yosef y su conclusión que es trascripta en el Shulhan Arukh<br />

Orah Hayim 214. Sin embargo, hay excepciones a esta regla como por ser: las bendiciones de<br />

la A’mida, esto es explicado por el Rav Berekhyah, en Midrash Tehilim 16: 8 (Shiviti Adonai),<br />

que en las bendiciones que conforman parte del rezo (o sea, de alabanza o pedido a<br />

Dios, a diferencia de las bendiciones por al cumplimiento de algún precepto o por el goce de<br />

alguna comida, etc.), con sólo nombrar a Dios en la bendición es suficiente. El mismo<br />

concepto es enunciado en Rokeah, siman 363, citado por el Beit Yosef en la cita arriba<br />

mencionada.<br />

35 Véase el ítem Adret, Solomon ben Abraham, en la Encyclopaedia Judaica.<br />

36 Sh”UT ha-RaSH”BA, Helek 5, Siman 52.<br />

195


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

finalizando en tercera, caracteriza las cualidades de Dios. Por un lado Él se halla<br />

muy cerca del hombre, a través de todo aquello que le revela; por otra parte se halla<br />

inconmensurablemente lejano del hombre, por todo lo aquello que le es oculto e<br />

ignoto del Creador 37 .<br />

Por otra parte, la invocación de los sacerdotes –Kohanim- a Dios para que<br />

bendiga al pueblo, era recitada de acuerdo al testimonio que nos brinda la<br />

Mishnah 38 , tanto en el templo de Jerusalem como fuera del mismo, en las distintas<br />

localidades de la Judea de entonces. En el Templo de Jerusalem los sacerdotes<br />

pronunciaban el nombre inefable de Dios (Y-H-W-H), mientras que fuera del mismo<br />

recitaban la bendición pronunciando su apodo (Ad-onai). En el templo la decían<br />

como una sola bendición, respondiendo el pueblo al final: “Bendito el Señor, Dios,<br />

el Dios de Israel desde la eternidad hasta la eternidad” 39 , mientras que fuera de él<br />

después de cada oración, de las tres que conforman el párrafo, se decía Amen,<br />

transformándola en tres bendiciones.<br />

De acuerdo a Megilah 23, b, los sacerdotes sólo pueden recitar la bendición en<br />

presencia de un Minyan 40 , o sea, diez varones que conforman el mínimo necesario<br />

para constituir una comunidad. Todo aquello que implica una acción de santidad,<br />

explica ad locum la Gemara, requiere de la presencia de, por lo menos, diez<br />

personas. De donde se deduce que, si bien la elevación espiritual puede comenzar<br />

como una acción individual, de profunda introspección, su proyección final debe<br />

37 Esta dualidad de relación de Dios para con respecto al hombre caracteriza, de acuerdo a<br />

Israel Isaac Efros (véase su ítem en la Encyclopaedia Judaica) al pensamiento filosófico y<br />

teológico judío de los tiempos antiguos, esta tesis fue magistralmente desarrollada por él en su<br />

obra Ha-Pilosofyah ha-Yehudit ha-Atikah, Ed. Ha-Histadrut ha-Tzionit ha-Olamit,<br />

Yerushalaim 5719 (1959).<br />

38 Sota 7: 6.<br />

39 Este extracto del versículo 106: 48 de Salmos era la respuesta que debía decirse en vez de<br />

Amen, al concluirse las bendiciones en el Templo de Jerusalem. De acuerdo a la Mishnah<br />

Berakhot 9: 5, la traducción del versículo debiera ser: “desde este mundo hasta el mundo”; ya<br />

que mientras en la Biblia o’lam designa el tiempo eterno, en el léxico de los sabios denota<br />

espacio, refiriéndose al mundo. La mishnah citada relata que, en un principio se decía:<br />

“Bendito... desde el mundo”; cuando los disidentes afirmaron que hay un solo mundo,<br />

desconociendo al “mundo venidero”, en cuya existencia afirmaron su fe los sabios del<br />

Talmud, se modificó la fórmula de la respuesta, Véase también: Tosefta Berakhot 6:21, 22 y<br />

Tosefta Ta’anit 1:11 (Ed. Saul Liberman).<br />

40 Siendo los kohanim parte del minyan, Tur Orah Hayim 128.<br />

196


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

acaecer en el seno de lo comunitario. La bendición que los sacerdotes invocaban a<br />

Dios, pese a que su formulación se halla en singular, requería de un mínimo de<br />

personas que conformasen una comunidad, pues sólo se puede materializar la misma<br />

plenamente en el individuo a través su interrelación con su prójimo.<br />

En la misma gemara se explica, en nombre del Rabi Yehoshua’ ben Levi, que<br />

todo sacerdote es bendecido por Dios en el momento en que invoca la bendición<br />

sobre el pueblo. Otra de las cuestiones que se plantean es ¿qué ocurre en aquellas<br />

localidades donde sólo hay Kohanim, debiendo todos ellos subir al estrado para<br />

bendecir a nadie presente? La respuesta propuesta es que su bendición se extiende al<br />

pueblo que se halla en los campos. A lo cual se plantea en qué medida la pared del<br />

templo no conforma una división para aquellos que se invoca sobre ellos la<br />

bendición de Dios. Son citadas entonces, como respuesta, las palabras del Rabi<br />

Yehoshua’ ben Levy: “Aun una divisoria de hierro no interfiere entre Israel y su<br />

Padre Celestial”.<br />

Los sacerdotes deben hallarse frente al pueblo, cara a cara, en el momento de<br />

recitar la bendición.<br />

El descubrimiento arqueológico de dos placas enrolladas de plata, en Ketef<br />

Hinnom (sudoeste de la ciudad vieja de Jerusalem) en los que se hallan grabadas<br />

sendas versiones de la bendición sacerdotal, semejantes a la de Salmos 67: 2, y<br />

datadas en el siglo VII a.e.c., conllevó al Profesor Gabriel Barkay 41 a plantear la<br />

hipótesis que las mismas serían las filacterias que se usaban en las postrimerías de la<br />

época del primer Templo. Serían las antecesoras de las de cuero, que contienen los<br />

cuatro párrafos de la Torah en los que se halla el mandato de colocar los preceptos<br />

de Dios “cual signo sobre el brazo y señal entre los ojos”, escritos sobre pergamino,<br />

y que son usadas desde la época del segundo Templo hasta el presente.<br />

En Meguilat ha-Serakhim 2-3 ‏;ב 42 , hallada en Qumran, se lee:<br />

“Que te bendiga con todo lo bueno<br />

y que te resguarde de todo lo malo,<br />

y que ilumine tu corazón con inteligencia para la vida,<br />

41 Gabriel Barkay, A treasure facing Jerusalem’s Walls, Jerusalem, The Israel Museum, 1986.<br />

42 Se usó la nomenclatura de A. M. Habermann, Megilloth Midbar Yehuda, Tel Aviv,<br />

Machbarot Lesifrut Publishing House, 1959.<br />

197


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

y que te agracie con conocimiento eterno.<br />

Que torne la faz de sus mercedes hacia ti para la paz eterna”.<br />

Se observa inmediatamente que estos versos conforman una muy bella y<br />

original exégesis a la bendición de los sacerdotes, hecha por algún importante<br />

maestro de la secta que tenía a orillas del Mar Muerto uno de sus habitáculos<br />

espirituales más importantes.<br />

Estas referencias vienen a testimoniar la centralidad de la bendición sacerdotal,<br />

la única formulada en forma explícita en el Pentateuco, en la tradición litúrgica<br />

hebrea, tanto en las postrimerías del primer Templo así como en las múltiples<br />

perspectivas religiosas que coexistían durante el segundo Templo.<br />

Hay una bendición, entre las muchas que aparecen en el tratado de Berakhot que<br />

merece una atención especial. En Berakhot 58, a, leemos:<br />

“Dijo el rabi Hamnuna: ‘el que ve una muchedumbre de Israel debe decir:<br />

‘Bendito el Sabio de los misterios’; cuando ve una muchedumbre de<br />

extraños, debe decir: ‘Ha de avergonzarse vuestra madre... (Jeremías 3: 12).<br />

Enseñaron nuestros maestros: el que ve una muchedumbre de Israel debe<br />

decir: ‘Bendito el Sabio de los misterios’, pues sus ideas no se asemejan las<br />

de uno con las del otro y sus semblantes no se parecen los unos a los otros”.<br />

La fuente primaria de esta enseñanza se halla en la Tosefta Berakhot (Liberman)<br />

6: 2, donde dice: “el que ve una muchedumbre”, omitiendo el vocablo Israel. En una<br />

versión distinta, que contiene la explicación del sentido de la bendición, que se<br />

encuentra en Bemidbar Raba (Vilna) Parasha 21, D”H: 2 Vaidaber Moshe, dice: “si<br />

uno ve una muchedumbre de personas”. En la versión del Talmud, a diferencia de<br />

las otras dos, aparece la reprobación citando a Jeremías 3: 12, que seguramente<br />

testimonia acerca de épocas en los que el pueblo sufría persecuciones por parte de<br />

los romanos y de algunos de sus vecinos. La versión del Midrash reflejaría el ideal<br />

de una humanidad en la que, pese a las múltiples ideas y concepciones, sabe<br />

alcanzar una armonía en el seno de lo humano. El midrash citado comenta la<br />

elección de Josué como líder del pueblo, sucesor de Moisés. Al analizar el versículo,<br />

donde dice: ‘Designe el Señor, Dios de los espíritus de toda carne’ (Números 27:<br />

16), el mismo trae a colación la referida bendición, pues es función del líder<br />

armonizar las diferencias de los muchos espíritus, tal como dice el versículo y<br />

hacen notar enfáticamente los sabios el plural peculiar de este vocablo en el texto de<br />

198


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

la Torah. Es a través de una realidad armónica de la multiplicidad de seres con<br />

diferentes características y opiniones, que saben alcanzar un idioma que refleje la<br />

armonía de dicho pluralismo, que es bendecido el Creador, que habiendo creado un<br />

solo hombre, misteriosamente, éste se multiplica en muchos más, cada uno diferente<br />

del otro, en lo físico y espiritual.<br />

En la Mishnah Okatzin 3: 13 se cita la enseñanza de Rabi Shimo’n ben Halafta:<br />

“No halló el Santo Bendito Él mejor utensilio para resguardar en él una<br />

bendición a Israel que la paz, como dice (Salmos 29: 11): ‘El Señor dará<br />

valor a su pueblo, el Señor bendecirá a Israel con la paz’”<br />

La paz sobre Israel, al decir de los profetas y de la tradición rabínica 43 , refiere a<br />

la paz de toda la humanidad.<br />

43 Hilkhot Melakhim 12.<br />

199


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

RESUMEN<br />

Abordar el análisis del concepto de Berakhah en la literatura rabínica requiere de<br />

una sucinta introducción de la utilización del mismo en la Biblia, que es la base y el<br />

fundamento del desarrollo del pensamiento rabínico posterior. Más allá de toda<br />

disquisición, lo que resulta absolutamente claro de todas las referencias bíblicas, es<br />

que no es el hombre el que tiene el poder de bendecir, pues el mismo se halla<br />

solamente en manos de Dios. Es importante que la invocación sea hecha por una<br />

persona con atributos espirituales superlativos, adquiridos mediante una conducta<br />

especial. Los sacerdotes debían cumplir con normas especiales de pureza para ser<br />

aptos de invocar a Dios para que le otorgue la bendición al pueblo. Es sobre esta<br />

concepción de la Berakha en la Biblia que se desarrolló el tema en la literatura<br />

talmúdica, entendiendo por tal los conceptos vertidos por los sabios tanaitas y<br />

amoraitas, contenidos en los talmudes de Babilonia y Jerosolimitano y en los textos<br />

midrashicos. Se analizan algunos de estos textos.<br />

Palabras clave: exégesis rabínica – literatura talmúdica – bendición – sacerdocio<br />

judío<br />

ABSTRACT<br />

The concept of Berakhah in rabbinic tradition<br />

Approaching the analysis of the concept of Berakhah in rabbinic literature<br />

requires a brief introduction of the use thereof in the Bible , which is the basis and<br />

foundation of the development of later rabbinical thought. Beyond all disquisition ,<br />

which is quite clear from all the biblical references, which is not the man who has<br />

the power to bless , because it is found only in God's hands . It is important that the<br />

invocation is made by someone with Superlatives spiritual attributes acquired by a<br />

special behavior. The priests had to meet special purity standards to be eligible to<br />

invoke God to grant you the blessing to the people. It is this conception of Berakha<br />

in the Bible that the theme developed in the Talmudic literature , meaning the ideas<br />

expressed by the Tannaim and amoraitas sages contained in the Babylonian Talmuds<br />

and in midrashic Jerusalemite and texts. Discusses some of these texts.<br />

Keywords: rabbinic exegesis - Talmudic literature - Blessing - Jewish priesthood<br />

200


ACTIVIDADES <strong>ISER</strong>


SIMPOSIO<br />

¿QUÉ PAZ ES POSIBLE?<br />

Aportes desde el diálogo interreligioso<br />

14 de septiembre de 2011<br />

Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales - CARI<br />

Buenos Aires


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS -<strong>ISER</strong><br />

204


<strong>DIALOGANDO</strong> 1, N. 1, <strong>2013</strong><br />

ISSN 2347-0712<br />

Presentación<br />

<strong>ISER</strong>, un lugar de encuentro teológico judeocristriano, con una trayectoria de<br />

más de 40 años de diálogo fecundo, como ejemplo vivo y lugar de reflexión y<br />

práctica concreta del diálogo, convocó a este Simposio con el propósito de despertar<br />

conciencia, desde la práctica reflexiva, acerca de la necesidad de coincidir en la<br />

búsqueda sincera de la paz. Luego de las Jornadas homónimas de 2009, invitamos a<br />

participar en este nuevo encuentro a todas las personas, de cualquier confesión<br />

religiosa o no confesionales, que compartan nuestros objetivos y propósitos.<br />

Se han vertido múltiples ideas y conceptos muy valorables. Las religiones fueron<br />

los ámbitos en los que se han formado y desarrollado las jurisprudencias de las<br />

múltiples culturas de los pueblos del Mediterráneo, así como de la Mesopotamia.<br />

Desde los lejanos códigos de Hammurabi, Lipit-Ishtar, etc., hasta los inicios del<br />

Derecho Romano, mientras el ius y el fas se hallaban unificados, pasando por la<br />

Tora, la dispensa de la justicia se hallaba en el ámbito religioso. Fue la religiosidad<br />

la que le dio el primer sustento ético a la noción de justicia. Al Dios de Israel se lo<br />

venera mediante la formación de una sociedad de justicia y equidad, como queda<br />

claro de las normas de la Tora y de las palabras vertidas por los profetas,<br />

especialmente a partir de Amós y sus contemporáneos en adelante.<br />

Se analiza aquí el rol de las religiones en aras a la formación de una sociedad<br />

más justa, enfatizando, de tal modo, el primigenio planteo bíblico. Materias a las que<br />

las instituciones religiosas pueden dar un aporte significativo, constituirán<br />

indudablemente un elemento valioso en la instauración de un sistema que sabe<br />

bregar por la pacificación en el seno de las distintas sociedades.<br />

Se ha planteado, con justa razón, acerca de la esencia misma de este simposio.<br />

Si se toma en consideración los millones de crímenes que se cometieron desde<br />

antaño y hasta el presente en nombre de la fe, cabe preguntar ¿en qué medida puede<br />

esperarse un real y significativo aporte de las religiones para alcanzar la paz? A lo<br />

cual puede responderse que es menester realizar una distinción entre el puro<br />

sentimiento de religiosidad y las corporaciones religiosas. Una de las luchas básicas<br />

de la Tora y los Profetas es la de desterrar el concepto de paganismo. En el Día de la<br />

expiación (Yom Kipur), se le debían entregar al Sumo sacerdote dos chivos, lo más<br />

parecidos posibles, adquiridos conjuntamente. El uno servía como sacrificio Dios.<br />

El otro era mandado a un lugar en el desierto llamado Azazel, llevando consigo<br />

205


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS -<strong>ISER</strong><br />

todas las trasgresiones del pueblo, y echado desde un peñasco al vacío. ¿Por qué<br />

debían ser iguales? Tal vez para significar que no es la apariencia la que guarda la<br />

esencia de la pureza con que se honra a Dios, sino la profunda espiritualidad. La<br />

línea entre lo pagano abyecto y la sincera búsqueda de Dios, puede confundirse<br />

fácilmente. La Tora misma nos conmina a aprender a distinguir entre un falso<br />

profeta y uno genuino (Deuteronomio 13: 2-6; 18: 22). Materia que no suele ser<br />

fácil. Muchas religiones supieron honrar a líderes que se consideraban deidades. Su<br />

esencia fue tergiversada. Muchos hicieron uso y abuso de lo religioso en provecho a<br />

sus mezquinos intereses egolátricos. Lo auténtico y lo falaz suelen hallarse muy<br />

juntos en las manifestaciones religiosas, se debe hacer un constante análisis<br />

superlativo para distinguir lo uno de lo otro.<br />

La Humanidad aún espera que lo puramente religioso florezca en la realidad<br />

humana a fin de que las visiones de un mundo de paz, avizoradas por Isaías (2: 1-4)<br />

y sus colegas, puedan trocarse prontamente en realidad.<br />

Abaham Skorka<br />

206


<strong>DIALOGANDO</strong> 1, N. 1, <strong>2013</strong><br />

ISSN 2347-0712<br />

La fuerza de las armas pobres<br />

Norberto Padilla<br />

Universidad Católica Argentina<br />

Buenos Aires<br />

A minutos del trágico atentado del 22 de julio pasado que provocó casi un<br />

centenar de muertos en Noruega medios de comunicación mundiales lo atribuyeron<br />

a fundamentalistas musulmanes. Otros medios encuadraron, también erróneamente<br />

al autor, Anders Behnring Breivik, un noruego como tantos en apariencia, como<br />

fundamentalista cristiano. La realidad es que es un adherente a sectas satánicas, a la<br />

masonería (que tampoco tuene por qué responder de la locura de alguno de sus<br />

miembros) y un odio antimusulmán por el cual reprochaba a Hitler no haber dirigido<br />

allí en vez del judaísmo, sus planes de exterminio. Fundamentalista, quizás, cristiano<br />

seguro que no 1 .<br />

¿Por qué esta referencia? Nos habla de lo alerta que está la sociedad al fenómeno<br />

religioso y lo teñido de prejuicios que se corre el riesgo de estar, en un sentido o en<br />

otro: antisemita, islamófobo, cristianófobo, que de todo esto hay.<br />

También nos muestra una sociedad cuya transformación hace que muchos se<br />

sientan desorientados, aislados, asustados. La puesta en cuestión de todos los<br />

valores, el relativismo y el secularismo, dejan al ser humano solo en una sociedad en<br />

que el éxito pasajero, el eficientismo, el hedonismo, se transforman en los dioses<br />

“que no pueden salvar” a los que se adora, apartándose del mandato: “No tendrás<br />

otro dios más que a mí”.<br />

Frente a ello partimos de una afirmación básica: el hombre contemporáneo no<br />

debe temer a lo religioso, la religión no es una barrera o una limitación sino el medio<br />

para encontrar a Dios y unirse para adorarlo y servirlo, porque somos “capax Dei” y<br />

a ese encuentro no se va en soledad sino en comunión. En esa medida somos más<br />

plenamente humanos. Entre los seres humanos y los pueblos, la religión, aunque<br />

muchas veces ha sido invocada para la guerra y la violencia, es una poderosa fuerza<br />

1<br />

Massimo Introvigne, The identity Ideology of Anders Breivik. Not a Christian<br />

Fundamentalist. http://www.cesnur.org/2011/mi-oslo-en.html.


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

de paz, de unidad, de respeto a los derechos humanos. En estos días lo ha dicho la<br />

Canciller alemana Angela Merkel en el Encuentro Hombres y Religiones, realizado<br />

en Munich por la Comunidad de Sant´Egidio. Sin Dios la propia razón de la<br />

dignidad de la persona queda desprovista de sustento último, es el drama del<br />

humanismo ateo.<br />

El fenómeno religioso retomó fuerza a partir de los años 70, lo que un autor<br />

(Gilles Keppel) definió como la revancha de Dios. En el mismo sentido, en 1994,<br />

Harvey Cox, que en 1968 había escrito La Ciudad secular, publicó otro libro, esta<br />

vez titulado El regreso de Dios. Pero el fenómeno es complejo y requiere respuestas<br />

nuevas:<br />

“El siglo XXI va hacia una proliferación de creencias, pero en el seno de<br />

sociedades religiosamente pobres, de ahí el riesgo de la difusión de toda clase<br />

de sectas, de una mezcla de espiritualidades que rechazan confesar un Dios<br />

personal, de una utilización de símbolos y palabras de fe para justificar las<br />

acciones políticas. La religión no desaparece sino que se metamorfosea. Estos<br />

cambios no deben ser simplemente padecidos, hay que administrarlos en una<br />

perspectiva que por un lado tenga en cuenta las nuevas condiciones sociales y<br />

culturales, pero del otro no renuncie a una función de orientación, incluso de<br />

corrección de las peligrosas derivaciones que a veces se derivan” 2 .<br />

Ya había surgido la necesidad de un diálogo entre las religiones y entre las<br />

culturas, en particular desde el Concilio Vaticano II. Hace 25 años, Juan Pablo II<br />

convocó a estar juntos en Asís para orar y dar un contundente testimonio del<br />

compromiso de las religiones por la paz. Entonces, ¿cómo hacer que en el mundo de<br />

hoy la voz de las religiones sea escuchada, comprendida, aceptada, como<br />

constructora de la paz en la casa común?<br />

Transcribo el párrafo final de mi intervención en las jornadas de la SAT en 2002,<br />

donde me pidieron que expusiera sobre las religiones y la paz.<br />

“podemos preguntarnos si la religión es o debe ser un factor de poder, y<br />

seguramente nuestra respuesta será negativa. No lo es, porque pese a toda la<br />

fuerza de las convicciones religiosas, de los creyentes en el mundo y de la<br />

2 Paolo Branca, La manipulation des réligions: queleques réflexions. Pontificium Consilium<br />

pro dialogo Inter Religiones, Bulletin 126, 2007/3.<br />

208


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

relevancia de sus dirigentes, no tienen poder de decisión en el mundo<br />

globalizado y unipolar en que vivimos. Posiblemente, tampoco quisiéramos<br />

que la religión fuera un factor de poder, porque la confusión de roles sería<br />

inevitable, y la religión saldría perdiendo en credibilidad. En cambio,<br />

ponemos nuestra convicción en la fuerza de las armas pobres, en<br />

definitiva, del poder moral de quien se sabe depositario y transmisor de<br />

un mensaje de paz, de justicia, de promoción integral de la persona. Las<br />

grandes religiones tienen, en el mundo altamente secularizado en que<br />

vivimos, la responsabilidad de unir sus voces sin perder la propia identidad<br />

en defensa del hombre, de sus derechos, de la justicia, de la paz entre las<br />

naciones, de la preservación de la obra creada por Dios” 3 .<br />

¿Qué entendemos por armas pobres?<br />

¿Son útiles para la construcción de un mundo más justo y más humano?<br />

¿Son necesarias para que nuestras religiones puedan transmitir su mensaje?<br />

¿Pueden las religiones hacer juntas, con esas armas pobres, una contribución a la<br />

paz del mundo?<br />

Sin pretensión de exhaustividad, intentemos individualizarlas:<br />

I. La coherencia entre el mensaje que se proclama y la vida. En el mundo de<br />

hoy, decía Pablo VI, se está más necesitado de testigos que de maestros. Lo vemos a<br />

diario, en la familia, en la docencia, en la vida social y política. Constatamos la<br />

fuerza de la ejemplaridad y el daño que a la credibilidad de nuestros mensajes<br />

causan los contra-testimonios. Cuántas veces los cristianos reflejamos bien poco de<br />

la “buena noticia” que tenemos que anunciar. Cuántas veces no expresamos en la<br />

vida que el amor es lo más fuerte, que Dios es amor, es paz, es libertad.<br />

Nuestras religiones amalgaman fe y razón, y de tal forma debemos vivirlas y<br />

transmitirlas, ya que de otro modo se convierten en fundamentalismo. Este fue en lo<br />

esencial el sentido del discurso de Benedicto XVI en Ratisbona, cuyas primeras<br />

3 Norberto Padilla, “Las religiones y la paz. Un panorama sociopolítico”, en AA.VV,<br />

Religiones, Justicia Justicia y Paz- La Argentina y el mundo, Sociedad Argentina de<br />

Teología (SAT) Editor. San Benito, 2003.<br />

209


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

repercusiones eran que caía todo el diálogo católico-musulmán, pero por el<br />

contrario, resultó un impulso del mismo, como veremos enseguida.<br />

El Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso y el Centro para el Diálogo<br />

Interreligioso de la Organización para la Cultura y Relaciones Islámicas, en su<br />

coloquio en Roma (28 al 30 de abril de 2008) expresó:<br />

1. Fe y razón son, ambas, dones de Dios a la Humanidad.<br />

2. Fe y razón no se contradicen, pero la fe puede en algunos casos estar por encima<br />

de la razón pero nunca en contra de ella 4 .<br />

II. El diálogo, que se construye en el respeto, la escucha, la consideración del<br />

tiempo de los interlocutores, la paciencia, la alegría, hasta el buen humor, como<br />

decía el Cardenal Kasper en el centenario del Cardenal Willebrands con relación al<br />

diálogo ecuménico.<br />

El diálogo se entabla en coherencia con la propia identidad, ya que de otra<br />

manera estamos engañando al otro, ocultándole por ser “políticamente correcto” o<br />

por una apertura mal entendida, lo que realmente somos y creemos. San Pablo, en su<br />

“himno a la caridad” dice: “el amor se alegra en la verdad” (I Cor.13).<br />

A partir de Unitatis Redintegratio y Nostra Aetate la Iglesia Católica se abrió al<br />

diálogo, en primer lugar con las confesiones cristianas en búsqueda de la plena<br />

unidad “para que el mundo crea”, con las otras religiones, comenzando con el<br />

judaísmo, y en cada vez mayor grado, con el Islam y, en menor medida, con las<br />

grandes religiones orientales.<br />

Algunos ejemplos, en lo que se refiere al diálogo de la Santa Sede con el mundo<br />

no cristiano:<br />

4 La traducción del original en inglés es del autor. Texto completo en Comunicado conjunto<br />

del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso y el Centro para el Diálogo Interreligioso<br />

de la Organización para las Relaciones y la Cultura Islámica de Teherán (Irán) presentado al<br />

final del VI Colloquium celebrado en Roma del 28 al 30 de abril de 2008.<br />

http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/interelg/documents/rc_pc_interelg_do<br />

c_20080430_rome-declaration_en.html<br />

210


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

a. Con el judaísmo. Podemos citar el International Liaison Committeee (ILC),<br />

que ha tenido veintiun reuniones anuales. Participan, por el judaísmo, la Anti<br />

Defamtion League y el Congreso Judío Mundial, entre otros.<br />

En julio de 2004 la reunión tuvo lugar en Buenos Aires sobre tzedek y tzedaká<br />

(Justicia y Caridad). Como uno de los participantes (también estaban el Dr. Roberto<br />

Bosca y el Rabino Abraham Skorka, y entre la delegación de la Santa Sede, el<br />

Cardenal Jorge Mejía), recuerdo la cordialidad y franqueza de los diálogos, la visita<br />

a la AMIA y al Centro Solidario San José de Caritas Buenos Aires donde el Pbro.<br />

Pepe Di Paola y el Rabino Alejandro Avruj hablaron de su trabajo en común en la<br />

villa 21, y de la ayuda de organizaciones caritativas judías para Caritas de varias<br />

diócesis 5 . En la declaración final, que sugerimos leer en forma completa, se<br />

marcaba el compromiso en la lucha contra la pobreza y la injusticia, como<br />

cooperación con el plan de Dios de construir un mundo mejor, lo alcanzado en los<br />

cuarenta años transcurridos desde Nostra Aetate, la condena del antisemitismo y lo<br />

que consideró como su expresión más reciente, el antisionismo, así como el<br />

anticatolicismo en todas sus formas y el terrorismo 6 .<br />

Otro mecanismo de diálogo son las reuniones, alternativamente en Jerusalén y en<br />

Roma de la Comisión bilateral de las Delegaciones de la Comisión de la Santa Sede<br />

para las relaciones religiosas con el judaísmo y del Gran Rabinato de Israel para las<br />

relaciones con la Iglesia católica. Por la Santa Sede ejerce la presidencia el Cardenal<br />

Mejía, ligado al <strong>ISER</strong> desde sus orígenes.<br />

Existe multiplicidad de reuniones en los niveles regionales y locales. Nuestro<br />

país puede reivindicar un lugar destacado en la relación entre judíos y católicos.<br />

Apenas semanas atrás, en la Mariápolis de O´Higgins se ha llevado a cabo el IV<br />

Simposio Internacional de Diálogo Judeo-Cristiano, organizado por el Movimiento<br />

de los Focolares, con personalidades de nuestro país y del exterior. Menciono entre<br />

los compatriotas a Claudio Epelman, con quien tuvo el gusto de organizar la reunión<br />

del ILC de 2004, que es ahora director del Congreso Judío Latinoamericano. Cabe<br />

señalar que él fue nombrado observador para la Conferencia General del Episcopado<br />

Latinoamericano de Aparecida, la primera vez que ello ocurría. .<br />

5 Norberto Padilla, “Católicos y judíos: confianza y cooperación”, Criterio, N. 2296, 2004, p.<br />

430.<br />

6<br />

http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/chrstuni/relations-jewsdocs/rc_pc_chrstuni_doc_20040708_declaration-buenos-aires_sp.html.<br />

211


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Merece recordarse el Simposio sobre la enseñanza de la Shoá organizado por la<br />

Confraternidad Argentina Judeo-Cristiana y la Facultad de Teología de la UCA,<br />

desarrollado en la Cancillería.<br />

Están también los gestos, que a veces valen mil palabras. Recuerdo que luego del<br />

atroz atentado contra la sede de la AMIA, el Cardenal Quarracino estuvo, como uno<br />

más, en el multitudinario acto de Plaza Congreso. Hoy sus restos descansan en la<br />

Catedral junto a recordatorios de la Shoá.<br />

¿Qué pueden hacer juntos judíos y cristianos para evitar lo que el inolvidable<br />

León Klenicki definía como quedarse en el “té y simpatía”? 7 .<br />

Una respuesta la encontramos en las palabras de Benedicto XVI en su visita a la<br />

sinagoga de Colonia en 2005 cuando invitaba a “mirar para adelante, hacia las tareas<br />

de hoy y de mañana” y proseguía:<br />

“Nuestro rico patrimonio común y nuestra relación fraterna inspirada en una<br />

confianza creciente, nos obligan a dar conjuntamente un testimonio todavía<br />

más concorde, colaborando prácticamente en favor de la defensa y la<br />

promoción de los derechos del hombre y el carácter sagrado de la vida<br />

humana, de los valores de la familia, de la justicia social y de la paz en el<br />

mundo. El Decálogo (cf. Ex 20; Dt 5) es nuestro patrimonio y compromiso<br />

común. Los diez mandamientos no son una carga, sino la indicación del<br />

camino hacia una vida en plenitud. Lo son particularmente para los jóvenes,<br />

que encuentro en estos días y que tengo muy presentes en el corazón. Es mi<br />

deseo que sepan reconocer en el Decálogo este fundamento común, la<br />

lámpara para sus pasos, la luz en su camino (cf. Sal 119, 105). Los adultos<br />

tienen la responsabilidad de pasar a los jóvenes la antorcha de la esperanza<br />

que fue entregada por Dios tanto a los judíos como a los cristianos, para que<br />

las fuerzas del mal "nunca más" prevalezcan, y las generaciones futuras, con<br />

la ayuda de Dios, puedan construir un mundo más justo y pacífico en el<br />

que todos los hombres tengan el mismo derecho de ciudadanía” 8 .<br />

7 Roberto Bosca, León Klenicki, varón justo, hijo de la Alianza, varón de Dios.<br />

http://www.jcrelations.net/Le n_Klenicki var__n_justo hijo_de_la_Alianza hombre_de<br />

_Dios.2980.0.html?searchText=Martin&L=5.<br />

8<br />

http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2005/august/documents/hf_benxvi_spe_20050819_cologne-synagogue_sp.html.<br />

212


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

b. Mencionaré algunos de las relaciones más recientes con el Islam. En lugar<br />

importante tenemos el Comité Conjunto para el Diálogo formado por el Comité<br />

Permanente de Al-Azhar para el Dialogo entre las Religiones Monoteístas y el<br />

Pontificio Consejo par el Diálogo Interreligioso. Al-Azhar es el nombre de la<br />

Universidad Islámica de El Cairo, de filiación sunnita.<br />

En 2009, al término de una de las reuniones periódicas en 2009 las partes<br />

afirmaron la obligación conjunta de promover una cultura de la paz en sus<br />

comunidades, especialmente en la enseñanza y la predicación. “Una cultura de la<br />

paz debiera permear todos los aspectos de la vida: la formación religiosa, la<br />

educación, las relaciones interpersonales, y las artes en sus diversas formas”. Por<br />

ello proponía “revisar los libros escolásticos para que no contengan material que<br />

pueda ofender los sentimientos de otros creyentes, a veces a través de la errónea<br />

presentación de dogmas, de la moral o de la historia de otras religiones”. Más<br />

adelante se lee: “Reconociendo el estrecho vínculo entre paz y derechos humanos,<br />

ha de prestarse atención especial a la defensa de la dignidad de la persona humana y<br />

sus derechos, en especial respecto a la libertad de conciencia y de religión” 9 .<br />

Lamentablemente hay que consignar también los retrocesos y malentendidos.<br />

Así, en vísperas de la reunión de 2011, la Universidad Al Azhar “congeló” la<br />

relación con el Vaticano. El motivo invocado fue el pedido de Benedicto XVI tras<br />

los atentados en Egipto, Irak y Nigeria contra templos y fieles cristianos, en<br />

particular el que el fin de año pasado provocó la muerte de veintitrés muertos y<br />

docenas de heridos en Alejandría, de que se adoptaran medidas efectivas en<br />

protección de las minorías. La Universidad calificó de insulto y de interferencia<br />

inaceptable en asuntos internos de Egipto lo que no era sino un grito de dolor<br />

ante el sufrimiento de los cristianos católicos y coptos. Pero en el país se<br />

avecinaban los acontecimientos que dieron por tierra el régimen de Mubarak, lo<br />

que seguramente influyó.<br />

Uno de los más relevantes ecos del discurso papal de Ratisbona fue el mensaje<br />

de 30 dirigentes y académicos musulmanes sobre el diálogo, a lo que siguió un año<br />

después “A Common Word between you and us”, dirigida al papa, a los patriarcas<br />

ortodoxos, el presidente del Consejo Mundial de Iglesias y demás líderes cristianos<br />

9 Traducción del autor del texto en inglés,<br />

http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/interelg/documents/rc_pc_interelg_do<br />

c_20090225_final-decl-rome_en.html.<br />

213


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

por 138 personalidades musulmanas de diversas partes del mundo, sin distinciones<br />

entre sunnitas y shiítas a lo que se agregaron adhesiones hasta completar en 2009 el<br />

número de 299. A las citas coránicas y de autores que las comentan se agregan, y esta es<br />

una gran novedad, citas de los Evangelios, como respaldo de la esa “palabra en común”.<br />

Nos da una idea simplemente de su contenido este párrafo de la síntesis<br />

introductoria:<br />

“Musulmanes y cristianos juntos constituyen más de la mitad de la población<br />

mundial. Sin paz y justicia entre estas dos comunidades religiosas, no puede<br />

haber paz verdadera en el mundo. El futuro del mundo depende de la paz<br />

entre musulmanes y cristianos. Las bases de esta paz y comprensión ya<br />

existen. Forman parte de los principios fundamentales de la fe de unos y<br />

otros: el amor al Dios Uno y el amor al prójimo. Estos principios se<br />

encuentran una y otra vez en los textos sagrados del Islam y el Cristianismo.<br />

La Unicidad de Dios, la necesidad de amarlo y la necesidad de amar al<br />

prójimo es por lo tanto el terreno común entre el Islam y el Cristianismo”.<br />

Este documento tuvo respuestas tanto de Benedicto XVI como de los otros<br />

destinatarios, e impulsó nuevas iniciativas de diálogo” 10 .<br />

La Liga Mundial Islámica promovió en 2008, con el patrocinio del rey de Arabia<br />

Saudita, una Conferencia Mundial sobre el Diálogo en Madrid.<br />

Por supuesto, en todo el mundo y en nuestro país también, se llevan a cabo<br />

encuentros e intercambios, inclusive de un “triálogo” que reúne a judíos, cristianos y<br />

musulmanes, aunque el conflicto entre palestinos e israelíes sea un obstáculo<br />

periódico, que hay que comprender y ayudar a superar en un común anhelo de paz.<br />

También aquí los gestos tienen un gran valor: como señaló en su introducción el<br />

presidente del CARI y ex Canciller Adalberto Rodríguez Giavarini, apenas ocurrido<br />

lo que llamamos simplemente 11 de septiembre, en el Obelisco se reunieron las<br />

autoridades nacionales (encabezados por el presidente De la Rúa y su gabinete),<br />

dirigentes religiosos y mucha gente, casi espontáneamente movilizada. El Islam hizo<br />

escuchar su palabra de Salaam, respetuosamente acogida, en ese momento en que se<br />

10<br />

http://www.acommonword.com/downloads/CW-Booklet-Final-v6_8-1-09.pdf<br />

del autor.<br />

Traducción<br />

214


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

corría el riesgo de englobar a todo el Islam en los actos terroristas de algunos de sus<br />

adherentes.<br />

c. El diálogo implica reconocer al otro, asumir que no vivimos en sociedades<br />

uniformes sino pluralistas, multiculturales y multi religiosas. En la Argentina así lo<br />

experimentamos, más allá de episodios marginales de intolerancia. A través de la<br />

Secretaría de Culto, los sucesivos gobiernos a partir de 1983, por una vez como<br />

verdadera política de estado, han contribuido a ese clima de fraternidad entre las<br />

religiones que llama la atención a los que vienen de tantos lugares donde eso en el<br />

mejor de los casos, es un sueño. Afortunadamente no hay ni prohibiciones de ciertas<br />

vestimentas religiosas, como ocurre en Bélgica y Francia, ni a nadie se le ha<br />

ocurrido que en la Constitución Nacional se incluya la interdicción de construir<br />

minaretes, como recientemente, y tras un referendum, ocurrió en Suiza. En Gran Bretaña<br />

tanto la Iglesia Anglicana como la Católica trabajan por mejorar las relaciones entre las<br />

varias confesiones, en especial el Islam. En tal sentido, recomendamos el documento de<br />

la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales bellamente titulado Meeting God in<br />

Friend & Stranger, una guía para el diálogo interreligioso 11 .<br />

A los 10 años de este acontecimiento, el ya enfermo pontífice convocó a un<br />

segundo encuentro, en cuyo curso los representantes religiosos elaboraron un<br />

“decálogo”.<br />

El Decálogo de Asís en dos de sus puntos hace hincapié en el diálogo: al<br />

comprometerse a “dialogar con sinceridad y paciencia” (punto 5) y a impulsar la<br />

cultura del diálogo, necesaria, “ para que se desarrollen la comprensión y la<br />

confianza recíprocas entre los individuos y entre los pueblos” como condición para<br />

una paz verdadera (punto 3). El Decálogo habla del perdón mutuo de los errores y<br />

prejuicios del pasado y del presente, de sostenerse en el esfuerzo común por vencer<br />

el egoísmo y el abuso, el odio y la violencia y de aprender que no hay paz verdadera<br />

sin justicia (punto 6).<br />

Las confesiones quieren hacerse voz de los sin voz para los que sufren miseria y<br />

abandono (punto 7). Voz que no puede ser sino incómoda porque interpela y<br />

reclama cambios en las personas y las instituciones para que las personas puedan<br />

llevar “una existencia digna” (punto 4).<br />

11 http://www.catholic-ew.org.uk/Catholic-<br />

Church/Publications/meeting_god_in_friend_and_stranger<br />

215


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Los sucesos del 11 de septiembre de 2001 hicieron más imperioso si cabe<br />

reafirmar que ni la violencia ni el terrorismo pueden ser justificados en nombre de la<br />

religión. Por eso hay que trabajar en la erradicación de las causas de esos fenómenos<br />

(punto 1), en fomentar la amistad entre los pueblos, única manera de evitar que el<br />

progreso tecnológico se vuelva contra el hombre y en alcanzar un orden nacional e<br />

internacional de solidaridad y paz fundado en la justicia (puntos 9 y 10).<br />

III. El servicio, desinteresado que llega a la kénosis. Vuelvo a los términos que<br />

se conjugan, tzedek y tzedaka. Los creyentes tenemos mucho para decir en común, a<br />

partir de la ley escrita por Dios en los corazones y de amarlo a Él y al prójimo. Al<br />

hacerlo prestamos un servicio a la sociedad entera, como cuando defendemos la<br />

sacralidad de la vida y el valor de la familia, cuando nos comprometemos en la lucha<br />

contra la pobreza y la enfermedad, en la formación moral de los jóvenes, en<br />

promover la pedagogía de la paz. El cristiano debiera tener siempre ante sí el<br />

ejemplo de quien está en medio nuestro “como el que sirve”, aunque a veces nuestra<br />

conducta refleje lo contrario. Las religiones, fieles a su propia identidad, pueden y<br />

deben ser constructores de la paz, promotores de una sociedad más justa, en que se<br />

respeten los derechos fundamentales de la persona, en lugar preeminente, el de<br />

libertad religiosa “origen de todas las libertades”, 12 derecho humano desconocido en<br />

muchas partes del mundo.<br />

Estas armas son pobres, y hasta “contraculturales” en términos humanos pero<br />

poderosas a los ojos de Dios.<br />

Su sólo enunciado nos revela que en la sociedad contemporánea estas propuestas<br />

hasta son “contraculturales”.<br />

En el número de Criterio de este mes de septiembre de 2011 Rafael Braun<br />

individualiza para los católicos la necesidad de santidad, ejemplaridad y testimonio.<br />

Leemos allí:<br />

“La Iglesia debe aceptar con alegría que, si vive radicalmente su misión, será<br />

un signo de contradicción como su Maestro y Señor. No porque busque<br />

competir con los poderes de este mundo en el control de la sociedad, sino<br />

12<br />

Tal fue el lema del Congreso Internacional organizado en 2008 por CALIR.<br />

www.calir.org.ar.<br />

216


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

porque la fe hecha vida se transforma en cultura, y ofrece, sin proponérselo,<br />

una alternativa contracultural. ¿Por qué “alternativa”?<br />

Porque el cristianismo no es una ideología sino una forma de vida derivada<br />

del seguimiento de Jesucristo; la vida del hombre nuevo en el Espíritu tal<br />

como la describe san Pablo. Forma de vida estable, y no mera protesta. ¿Por<br />

qué “contracultural”?<br />

Porque esa forma de vida, que se propone pero no se impone, se nutre de<br />

valores y adopta conductas generadoras de una cultura distinta a la<br />

prevaleciente. La santidad de vida verificada en personas de carne y hueso<br />

constituye, de por sí, un acontecimiento trascendente de cultura. Los santos<br />

han sido, son y serán grandes creadores de cultura.<br />

Pero, y esto es esencial, no sólo los canonizados, sino los innumerables<br />

discípulos de Cristo que siguieron y siguen fielmente a su Maestro en el<br />

compromiso cotidiano, renunciando a vivir para ser vistos por los hombres,<br />

pero viviendo luminosamente en la presencia de Dios.<br />

¿Por dónde pasa hoy el encuentro entre fe y cultura? La respuesta no es<br />

sencilla, pero la pregunta es crucial. Para que haya encuentro es necesaria la<br />

fe. No simplemente fe proclamada y dicha, sino fe enamorada y vivida, que<br />

implica un compromiso personal con Cristo muerto y resucitado. La<br />

antropología cristiana es optimista pero no ingenua” 13 .<br />

Aún para los no católicos y no cristianos, creemos que estos conceptos ofrecen<br />

material para una reflexión.<br />

¿Oportunidad o riesgo?<br />

Si bien las religiones enseñan la paz, individuos de todas ellas han demostrado a<br />

lo largo de la Historia y al día de hoy, ejemplos de su utilización ignorante o fanática<br />

para justificar la violencia en sus diversas formas. A veces se da la manipulación de<br />

los textos sagrados para justificar el odio, no el amor, al prójimo.<br />

¿Debemos por ello declararnos vencidos? Por el contrario, tengamos conciencia<br />

de cuánto se ha avanzado en el conocimiento mutuo, sin el cual se corre el riesgo de<br />

tener una visión distorsionada y prejuiciosa del otro. Vivimos siglos aislados y<br />

enfrentados, lo que se ha revertido hoy, aunque haya mucho que hacer aún. En tal<br />

sentido, es necesario que la escuela, también la de gestión pública, no esté cerrada a<br />

13 Rafael Braun, “Una alternativa contracultural”, Criterio, septiembre 2011.<br />

217


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

la dimensión trascendente del ser humano y se enseñe el respeto a lo religioso y a<br />

las religiones como fuerza de paz y convivencia en la sociedad. Es primordial,<br />

leemos en el ya mencionado Decálogo de Asís, que la familia y la escuela eduquen<br />

“en el respeto y estima mutuos para que pueda alcanzarse una coexistencia pacífica<br />

y solidaria entre los miembros de etnias, culturas y religiones diferentes” (punto2).<br />

Se corre el riesgo, lo vemos seguido, de la banalización de lo religioso, la<br />

creciente ignorancia y la incomprensión de muchos sobre lo que es la religión, por lo<br />

que los creyentes están expuestos a que se los interprete en forma distorsionada<br />

cuando no con burla y menosprecio.<br />

A veces lo interreligioso se presenta como un mero común denominador, un<br />

sincretismo y una religiosidad “light” donde todo es bueno, todo lo mismo, que no<br />

compromete. No hay verdadero diálogo interreligioso si no partimos del<br />

conocimiento de la propia identidad, si a partir de ella nos abrimos a los demás. Las<br />

diferencias son profundas y hay que asumirlas, lo mismo que la conciencia de la<br />

diferencia de conceptos sobre el lugar de la mujer, los derechos fundamentales y, en<br />

especial, la libertad religiosa.<br />

El actual presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso,<br />

Cardenal Jean Louis Tauran, se preguntaba si la tarea en la que participa del diálogo<br />

es un riesgo o una oportunidad. Sobre el final de su exposición, que me tomo el<br />

atrevimiento de que lo sea de la mía, dice:<br />

“…los creyentes son profetas de esperanza. No creen en el destino. Saben<br />

que han sido dotados por Dios de corazón e inteligencia, pueden, con Su<br />

ayuda, cambiar el curso de la historia en tanto orienten su vida de acuerdo<br />

con el proyecto del Creador: esto es, hacer de la humanidad una auténtica<br />

familia de la que cada uno de nosotros es parte” 14 .<br />

En la medida que cada creyente y cada iglesia o confesión, “religando” al<br />

hombre con Dios, sea profeta de esperanza, se hará realidad que con las armas<br />

pobres las espadas se conviertan en arados.<br />

14 Jean Louis Tauran, Interreligious dialogue- A risk or an opportunity? Pro Dialogo., bulletin<br />

130, 2009/1. Pontificium Consilium pro Dialogo Inter Religiones.<br />

218


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Comentario<br />

Fabio Esquenazi<br />

Cuando tuve el placer de conversar previamente con el Dr. Padilla acerca del<br />

aporte que acaba de compartir con nosotros -por cierto muy lúcido-, me llamaron<br />

poderosamente la atención dos aspectos, en los que brevemente me detendré en este<br />

comentario. En primer lugar, la fuerza simbólica de la expresión “armas pobres”; en<br />

segundo lugar -como Padilla sostuvo en su trabajo para la Semana Argentina de<br />

Teología de 2002 15 -, la necesidad de que todos los creyentes demos señales<br />

elocuentes (y remarco el adjetivo “elocuentes”) de condena a la violencia y apoyo a<br />

la paz. Ambos aspectos sin duda se inscriben en los profundos contrastes con los que<br />

convivimos a diario como miembros de una sociedad globalizada.<br />

En cuanto a la fuerza de las armas pobres, la expresión adquiere en nuestro<br />

presente, como quizá en ninguna otra encrucijada histórica, significación plena,<br />

porque -precisamente por contraste- la realidad nos permite dimensionar cuán<br />

debilitados están hoy la coherencia, el diálogo y, especialmente, el servicio. Tal vez<br />

sea esa misma realidad la que nos llama a buscar ahora más que nunca en los<br />

ejemplos personales esas armas que muchos ya no perciben en las instituciones.<br />

Dicho esto, al escuchar a Padilla pensé inmediatamente en la “noche espesa y<br />

ruidosa” en la que Octavio Paz se sentía rodeado en el final del siglo XX 16 y nos<br />

rodea aún hoy en el comienzo de nuestro siglo. Pero también, y tal vez porque lo que<br />

amamos nos acompaña, no pude evitar recordar en el mismo momento el ejemplo<br />

humano que rescato en mi tesis doctoral: el de Juan de la Cruz, aquel contemplativo<br />

español del siglo XVI que sufrió en su propia vida la tenebrosa “noche oscura del<br />

alma”, y sin embargo pudo escribir el famoso “qué bien sé yo la fonte que mana y<br />

corre/aunque es de noche” 17 . Esa “fuente” de la que nos habla este carmelita<br />

15 Norberto Padilla, “Las religiones y la paz. Un panorama sociopolítico”, en Religión,<br />

Justicia y Paz. La Argentina y el Mundo (Anales XXI Semana Argentina de Teología),<br />

Buenos Aires, San Benito, 2003: 19-40.<br />

16 Octavio Paz, Árbol adentro, Barcelona, Seix Barral, 1987, p. 188.<br />

17 San Juan de la Cruz. Obras Completas. Edición crítica, notas y apéndices por L. Ruano de<br />

la Iglesia, Madrid, BAC, 1982, p. 11.<br />

219


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

descalzo y otorga sentido y fortaleza a las armas pobres, no es otra que la fe; esa<br />

misma fe que, como hemos escuchado, debiera ser garantía de la paz y cuya<br />

búsqueda compartimos sin duda todos los que estamos aquí reunidos.<br />

Sin embargo, es el segundo aspecto que rescato el que, a mi entender, abre las puertas<br />

a la esperanza confiable en una paz creíble y duradera. Me refiero a la elocuencia del<br />

compromiso de cada uno de nosotros con esas armas pobres con las que defendemos, en<br />

definitiva, la paz que construimos cada día. Sólo entendiendo su pobreza como humildad<br />

extrema y capacidad de escucha atenta y servicio hacia los demás, es que puede superarse<br />

la falacia de la tolerancia y emprender el camino de la verdadera aceptación sin condiciones<br />

de nuestro prójimo que nos interpela y completa.<br />

Como afirmo en un trabajo previo 18 , mediante el abandono del interés<br />

meramente intelectual por la realidad podemos no sólo reconciliar el pensamiento y<br />

la fe, sino dar vida a un modelo productivo de diálogo interreligioso. Este modelo<br />

reconoce en la experiencia de la escucha el camino que nos invita a vivir la alegría<br />

de la aceptación de aquellos con quienes sinceramente queremos construir la paz.<br />

La aceptación del otro, no la simple tolerancia, permite armonizar las tradiciones<br />

que nos atraviesan, escuchando paciente y amorosamente a todo aquel que necesita<br />

ser escuchado, como habitualmente nos escuchamos a nosotros mismos y hemos<br />

sido escuchados y aceptados, a su vez, en el seno de nuestras propias comunidades.<br />

Para poder construir la paz, debemos dar testimonio de que el otro tiene mucho para<br />

enseñarnos en nuestro propio camino, aún cuando no comparta nuestra fe, de manera<br />

que no nos alejemos de la gracia de Dios que, como sabemos, es perfecta unidad de<br />

fe, piedad y fidelidad. Si aceptamos que nuestro prójimo nos complete,<br />

transformamos toda nuestra vida en pura experiencia amorosa. Practicando esto<br />

hasta sus últimas consecuencias daremos las “señales elocuentes” que exige la paz<br />

que pregonamos y honraremos a todos aquellos que han dado sus vidas por este<br />

ideal, como Marshall Meyer, entre muchos otros. En definitiva, en la actual<br />

situación de extremo descreimiento y ausencia de amor por el prójimo, sólo el valor<br />

de las armas pobres y el humilde camino de la experiencia nos permiten sostener la<br />

esperanza de la paz, dando sentido a las palabras que Teresa de Ávila, otra maestra<br />

18 Fabio Esquenazi, “¿Tolerancia o aceptación? El valor de la experiencia en el diálogo<br />

interreligioso”. Trabajo presentado en la IX Semana Nacional de la Ciencia y la Tecnología.<br />

Buenos Aires, 7 De Junio de 2011.<br />

220


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

del testimonio amoroso, escuchó de Cristo: “No trabajes tú de tenerme a Mi<br />

encerrado en ti, sino de encerrarte tú en Mí” 19 .<br />

19 Santa Teresa de Jesús, Cuentas de conciencia, 15:3 (Ávila, 30 de junio 1571. Visión<br />

imaginativa de Cristo e intelectual de la Santísima Trinidad). Obras Completas.<br />

Transcripción, introducciones y notas de Efrén de la Madre de Dios, OCD y Otger Steggink,<br />

O. Carm., Madrid, BAC, 1986, p. 601.<br />

221


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

222


<strong>DIALOGANDO</strong> 1, N. 1, <strong>2013</strong><br />

ISSN 2347-0712<br />

De la religión como encuadre de la acción política por la paz<br />

Hilario Wynarczyk<br />

Universidad de San Martín<br />

Buenos Aires<br />

Yo pensaba llamarla a esta disertación “La religión como potencia neutra en la<br />

esfera política” porque pienso que el análisis de las religiones en el contexto de la<br />

civilización nos remite a una sociología atenta en detectar funciones latentes de las<br />

religiones como sistemas sociales. Y nos remite en segundo lugar a una perspectiva<br />

pragmática que mira por la eficacia en el mantenimiento de otros sistemas.<br />

Esa perspectiva no es nueva. La literatura especializada afirma que “la religión<br />

se ha convertido en una importante fuerza global” 1 . Pero nunca dejó de serlo. De<br />

hecho, el anti-catolicismo del siglo XIX y comienzos del siglo XX, desde México<br />

hasta la Argentina, estribaba sobre un análisis no de sus creencias teológicas sino de<br />

sus funciones latentes, presumiblemente retardatarias de la orientación hacia el<br />

progreso. Sin dudas, Benedicto XVI en su reciente visita a Madrid alude, por otro<br />

camino –el de un Pontífice que afirma una verdad absoluta–, a la capacidad de la<br />

religión cristiana de ser una base firme, que interpela a los que, dijo él, “dan en cada<br />

instante un paso al azar”. Y Benedicto habla de la crisis de la civilización.<br />

Establecidos esos términos introductorios, creo que la incidencia de la religión<br />

en la política es un hecho indiscutible en la historia. Y viceversa, es indiscutible la<br />

incidencia de la política en la religión.<br />

Por ejemplo, si Pablo de Tarso no hubiera sido ciudadano del Imperio y un<br />

violento perseguidor, y no hubiera pasado por una experiencia de conversión radical,<br />

no se habría ganado unos enemigos mortales, y no habría podido decir “al César<br />

apelo”, y no habría sobrevivido a una conjura, estando preso en Jerusalén, no<br />

hubiera partido para Roma y difundido el Evangelio hacia los judíos de la diáspora.<br />

A su vez, luego la semilla no hubiera prendido en la tierra fértil de los oprimidos, y<br />

más tarde en la clase alta, de donde surge un intelectual aristócrata, llamado Agustín.<br />

1 Thomas Farr, “Libertad religiosa y seguridad nacional”. Archivos del Presente – Revista<br />

Latinoamericana de Temas Internacionales, Año 12, N. 47, 2008: 23-35.<br />

223


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Y esto no hubiera sucedido sin la crisis de la sociedad y la cultura del Imperio y sin<br />

la acción del emperador que asoció la iglesia con el poder del César. Y luego en el<br />

siglo XIX no hubiera sido posible que Renán escribiese una teoría pionera de la<br />

difusión de la religión cristiana a partir de la crisis anómica de una sociedad, en su<br />

Historia de los orígenes del Cristianismo. Y tampoco hubiera sido posible que<br />

Marcos Aguinis en nuestro país escribiese La Cruz invertida. Y tampoco sería<br />

posible que existiese una Oficina de Libertad Religiosa Internacional del<br />

Departamento de Estado. Ni que algunas personas gestasen la Declaración Universal<br />

de los Derechos Humanos y la Liga de las Naciones para alzar una roca de<br />

sustentación de la paz basada en criterios de un valor más universal, supuestamente,<br />

que el de la diversidad de las religiones. Y no habrían sido posibles ni la Santa Rusia<br />

ni el ateísmo mesiánico de Estado. Y no sería posible que nosotros estuviésemos<br />

aquí reunidos.<br />

Pero no todo está dicho. En la actualidad florece un conjunto de líneas de<br />

investigación en sociología que se amplifica y ramifica en la ciencia política y las<br />

relaciones internacionales, alrededor de la incidencia pública de la religión.<br />

Me parece que resulta difícil asomarnos a este paisaje de convergencias sin<br />

detenernos en un concepto que articula relaciones entre religión y política. Este<br />

concepto es el de los marcos interpretativos para la acción colectiva. Los marcos<br />

tienen líderes que los piensan, difunden, consolidan, y trazan la definición de la<br />

escena, los objetivos de la acción y las estrategias admisibles. Y clasifican los<br />

aliados y enemigos. A su vez los marcos compiten entre sí, y algunos son más<br />

eficaces que otros en la arena política. Reajustando un poco ese concepto, podemos<br />

aplicarlo a continuación.<br />

Los marcos pueden nutrirse de diferentes reservorios: ideológicos, filosóficos,<br />

teológicos o de creencias religiosas en general. Movimientos de rebelión nativista<br />

como la de los tobas del Chaco en 1924, pueden tener un encuadre como de hecho<br />

sucedió en creencias de tipo religioso. Así fue en las Cruzadas; así fue con el avance<br />

sobre territorios y culturas politeístas; así con el Destino Manifiesto americano; y así<br />

con las revueltas de la Reforma Religiosa Radical, a las que Martín Lutero les<br />

respondió con un contra-marco que legitimó el aplastamiento de las, así llamadas:<br />

“salvajes hordas campesinas”.<br />

De este modo las religiones pueden tener funciones menos expuestas, de<br />

encuadre de la acción en el contexto de campos sociales que funcionan como<br />

224


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

campos de fuerzas o espacios de conflictos de intereses, con el agregado de una<br />

legitimidad trascendental y la mediación humana de individuos que los articulan y<br />

difunden, empoderados por un carisma que va más allá de lo político.<br />

Entonces vemos la importancia de lo religioso en lo política. Y me parece que un<br />

buen ejemplo de esta potencia del sistema de la religión en relación con otros<br />

sistemas de la sociedad se nota claramente a mediados del siglo XX en el<br />

pensamiento justicialista si aceptamos el supuesto de que en esta construcción<br />

ideacional hubo un intento, consciente o no, de crear algo así como una religión<br />

paralela al catolicismo y que se nutría del mismo habitus. Este marco tenía un<br />

núcleo duro en la Doctrina de la Tercera Posición (equidistante del capitalismo y el<br />

comunismo) y una fuente de poder carismático que emanaba del líder. También<br />

contaba el sistema con una mediadora femenina. El artista plástico Daniel Santoro lo<br />

refleja en un cuadro en el que dos manos bajando de lo alto extienden un número<br />

que simboliza la Doctrina de la Tercera Posición. Evita levanta sus manos para<br />

tomar el objeto del carisma y bajarlo al pueblo. Mientras tanto, en otros cuadros del<br />

mismo artista, las izquierdas aparecen condensadas en un niño que juega con un<br />

barquito con ruedas, su Acorazado Potemkin, eje de uno de los filmes emblemáticos<br />

de las juventudes de izquierdas de la década del 60. Así la competencia entre marcos<br />

queda reflejada y evidencia la eficacia superior de algunos marcos en contacto con<br />

sensibilidades culturales de cuño religioso.<br />

Pero permanece vacante aún el valor axiológico de la religión como potencia<br />

para la acción. Todos querríamos que la religión tuviese un valor absoluto para el<br />

bien y la paz. Este deseo que desde ya anticipo como utópico, se inscribe en un<br />

escenario de crisis de la civilización y este escenario admite ser desagregado en tres<br />

dimensiones. En primer término un resquebrajamiento de las sociedades<br />

occidentales más desarrolladas a partir de causas económicas. En segundo término<br />

un paisaje –así percibido en particular por sectores religiosos–, de cercamiento<br />

externo ejercido por Estados teocráticos y movimientos fundamentalistas<br />

globalizados que podrían contar con el apoyo de grupos migracionales. Y en tercer<br />

término un panorama de disrupción interna, que se expresa como la sustracción del<br />

poder depositado sobre las estructuras ministeriales y las garantías teológicas de la<br />

religión, pero también como un curso paradojal de una cultura que viaja<br />

posiblemente como un barco sin anclas.<br />

Es en este preciso escenario donde aparece un interés renovado en la cantera de<br />

recursos de las religiones del tronco abrahámico, para fortalecer una cultura de paz y<br />

225


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

reconciliación que abraza también la ecología. En este punto es necesario reconocer<br />

que dicho interés va, en parte, de la mano de una línea de acción que procura un<br />

campo de fuerzas religiosas unificado, heterogéneo en la manifestación de su<br />

monoteísmo básico, capaz de disolver el avance de las formaciones teocráticas<br />

radicales y moderar los cambios de la sociedad civil y la cultura que tornan obsoleto<br />

el poder de la legitimidad sacral.<br />

Y es aquí donde surge el margen para la duda y la búsqueda de un afinamiento<br />

de los conceptos, que los torne más realistas y eficaces. Porque en definitiva los<br />

análisis basados en los registros históricos nos llevan a la conclusión de que las<br />

religiones, desde el punto de vista de sus funciones latentes, son una potencia neutra.<br />

Y en tanto tales, pueden recibir las cargas de valores atribuidas por las agendas<br />

políticas. Como nos constata Slavoj Zizek, durante la década de 1930-1940, y cito<br />

textualmente: “el establecimiento del budismo zen no sólo apoyó la dominación del<br />

imperialismo japonés sino que incluso lo legitimó” 2 . Y luego afirma que –cito<br />

nuevamente– “el cristianismo puede ser entendido como una religión de<br />

acompañamiento del orden de lo existente o una religión que dice ‘no’ y ayuda a<br />

resistir”.<br />

2 Nicolás Truong. “La quiebra de la civilización occidental”. Reportaje conjunto a los<br />

filósofos esloveno Slavoj Zizek y alemán Peter Sloterdkijk. Ñ Revista de Cultura, N. 412, 20<br />

de agosto del 2011: 6-9. Edición original por Le Monde.<br />

226


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Comentario<br />

Emilio N. Monti<br />

En su ponencia, Hilario Wynarczyk presenta el escenario de los fenómenos que<br />

considera como una crisis de la civilización; la cual caracteriza, según sus propias<br />

palabras, en tres dimensiones: la “implosión de las sociedades occidentales más<br />

desarrolladas”, el “cercamiento externo ejercido por potencias nacionales y<br />

movimientos sociales antioccidentales y fundamentalistas religiosos de cuño<br />

mayormente musulmán”, y la “agresión interna del laicismo, el humanismo y el<br />

relativismo que se expresa en la abolición de los fundamentos de la familia<br />

patriarcal y el rol legitimador de los entramados sociales detentado por las<br />

instituciones religiosas”. Señala además que en este escenario aparece un renovado<br />

interés en la “búsqueda de recursos en la cantera de las religiones del tronco<br />

abrahámico, basada en la idea de que ellas pueden brindar los elementos necesarios<br />

para fortalecer una cultura de paz y reconciliación” entre las culturas, las naciones y<br />

con la creación.<br />

El autor, partiendo de “consideraciones empíricas”, haciendo uso de la teoría<br />

sociológica, manifiesta su escepticismo en cuanto a la capacidad de las religiones<br />

para jugar ese papel, relativizando “la confianza sanadora de las sociedades<br />

depositada en las religiones”, una confianza que admite las formas de un ideal<br />

utópico, que no es nuevo en nuestra cultura contemporánea. Personalmente<br />

comparto el escepticismo del autor, al menos si entendemos meramente por religión<br />

a la institución religiosa.<br />

Mi respuesta a la ponencia, por lo tanto, no es una crítica, en el sentido ordinario<br />

del término, sino simplemente señalar algunas cuestiones que a mi entender<br />

refuerzan la hipótesis del autor. Intento simplemente, frente a la interpretación<br />

sociológica, necesariamente sincrónica, referirme a acontecimientos que nos ayuden,<br />

en su diacronía, comprender la dimensión histórica: de dónde venimos y<br />

eventualmente hacia dónde vamos.<br />

1. El mundo que supimos construir. En una expresión ya clásica, Alfred N.<br />

Whitehead sostiene, que el mundo moderno es el resultado de “la insistencia<br />

medieval en el racionalismo de Dios, concebido con la energía personal del Dios de<br />

227


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

los hebreos y la mentalidad de un filósofo griego” 3 . En la misma línea Werner<br />

Jaeger, en su obra en la cual considera detalladamente el impacto del<br />

judeocristianismo sobre el mundo griego en los primeros siglos del cristianismo,<br />

sostiene que se produce allí una síntesis explosiva que genera una dinámica que<br />

llegará a expresarse plenamente en el humanismo del renacimiento 4 .<br />

Este proceso, que generalmente se conoce como el período de helenización del<br />

judeocristianismo, es más bien un encuentro de dos mundos. Por un lado, la filosofía<br />

clásica que seculariza la religiosidad del orfismo, en oposición al antropomorfismo<br />

de los dioses olímpicos. Por otro lado, la fe de Israel que desacraliza la naturaleza, y<br />

descubre la historia, rompiendo con el carácter cíclico de la mitología de su tiempo.<br />

Para la profecía, la historia no está atada al ciclo de un eterno retorno, sino que tiene<br />

un principio y un fin, lo cual implica un propósito. Así, la racionalidad griega recibe<br />

la energía del carácter personal de la teología bíblica, que se desarrolla durante la<br />

Edad Media de manos del racionalismo de la teología escolástica, sustentada en el<br />

aristotelismo. A ello se suma el pragmatismo constructor de los romanos y su<br />

espíritu jurídico, y el genio matemático de los árabes y su práctica industriosa. En<br />

este marco aparece un fuerte interés en los hechos, que es lo que le faltaba a la<br />

racionalidad griega, unido a la generalización abstracta. Esto marca lo nuevo del<br />

mundo moderno. Se produce así, en el siglo dieciséis, el Renacimiento del ideal<br />

humanista que era el elemento común de la filosofía y del judeocristianismo<br />

helenizado. A la par, la Reforma acentúa la posibilidad y la necesidad del cambio, lo<br />

cual es de fundamental importancia para romper el estatismo del pensamiento<br />

medieval. Este proceso, como lo había sido en su momento el proceso de<br />

helenización, es un momento significativo en el proceso de secularización, que<br />

acelera la aparición de la ciencia y la tecnología, partiendo de la convicción de que<br />

la creación tiene un propósito y un plan, que se quiere descubrir.<br />

2. El sueño ecuménico. En este momento singular de la historia se reaviva el<br />

sueño de la de la humanidad una, la oikoumene, bajo la forma de la utopía<br />

renacentista de la fraternidad universal. Se manifiesta así el anhelo universalista en<br />

la búsqueda de la paz. Sin embargo, este sueño ecuménico se impone como un<br />

proyecto imperial (no olvidemos que en el principio el término oikumene se refería<br />

3 Alfred North Whitehead, La ciencia en el mundo moderno, Bs. As., Editorial Losada, 1949<br />

(orig. ingl., Science and the Modern World, 1925), p. 26.<br />

4 Werner Jaeger, Cristianismo primitivo y paideia griega, México, Fondo de Cultura<br />

Económica, 1965 (1ra. ed. orig. ingl. Early Christianity and Greek Paideia, 1961), pp. 62, 14.<br />

228


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

exclusivamente al Imperio Romano) del cual aún no nos hemos podido salir, como<br />

queda claro en el triste destino de la Sociedad de las Naciones y de su sucesora las<br />

Naciones Unidas. No hemos podido todavía librarnos de las marcas del Imperio.<br />

Si observamos los rasgos que Wynarczyk ha indicado como el escenario en que<br />

nos movemos, veremos los rastros de esa marca: en las motivaciones económicas y<br />

tecnológicas, en el cercamiento externo que no es tan externo, y en la agresión<br />

interna que es fruto del proceso que hemos propiciado. Conviene no olvidar que los<br />

integrismos y fundamentalismos no empezaron con lo árabes, y que éstos también<br />

son parte del escenario. Como lo afirma Arend T. van Leeuwen, “el cristianismo y el<br />

islamismo son las formas opuestas por las cuales el judaísmo pasó a la civilización<br />

helénica y a la siríaca” 5 . Nos guste o no, la guerra de religiones es la guerra nuestra,<br />

y es una cuestión de familia. No nos faltan motivos para ser escépticos en cuanto al<br />

papel que pueden jugar las religiones en la búsqueda de la paz, pero tampoco nos<br />

faltan señales de un camino posible... si hay disposición para recorrerlos.<br />

3. La secularización del cristianismo. Destruidos los fundamentos ontocráticos,<br />

la secularización fue un movimiento inevitable. La secularización se presenta en<br />

términos que normalmente nos asustan: humanismo, laicidad, relativismo,<br />

historicismo. Entonces, los consideramos como enemigos y no alcanzamos a<br />

comprender que esas son las formas seculares del cristianismo. Nuestra situación no<br />

tiene parangón con la situación de la iglesia primitiva, que tuvo que enfrentarse a un<br />

mundo pagano, con el cual no tenía absolutamente nada que ver. En tanto que el<br />

cristianismo occidental tiene que enfrentarse con un mundo que por su propia acción<br />

ayudó a construir en más de veinte siglos de historia, y sobre el cual dominó<br />

omnímodamente por casi dieciséis siglos en el mundo occidental, marcando<br />

fuertemente la historia universal. Por esta razón no podemos pretender mirar desde<br />

afuera y desentendernos. El cristianismo primitivo enfrentó al mundo pagano, en<br />

5 Arend T. Van Leeuwen, Christianity in World History. The Meeting of the Faiths of East<br />

and West; Nueva York, Charles Scribner’s Sons,1964. La cita completa es la siguiente: “El<br />

judaísmo fue sacado tanto por Pablo como por Mahoma de sus propios confines y traído al<br />

mundo pagano; llegó a ser a los griegos, griego y a los árabes, árabe. La ummah universal<br />

árabe es la contraparte de la ekklesia universal griega; y el Corán árabe la contraparte del NT<br />

griego. Cristianismo e islamismo son las formas opuestas por las cuales el judaísmo pasó a la<br />

civilización helénica y a la siríaca. Roma y Bizancio, por un lado, y Medina y la Meca por el<br />

otro aspiran reemplazar y representar a Jerusalén” (p. 250).<br />

229


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

tanto que hoy el cristianismo tiene que enfrentar a la cristiandad, que según Soren<br />

Kierkegaard es la falsificación del cristianismo 6 .<br />

6 Soren Kierkegaard, El Instante N. 1, Madrid, Trotta, 2006, p. 19.<br />

230


<strong>DIALOGANDO</strong> 1, N. 1, <strong>2013</strong><br />

ISSN 2347-0712<br />

Significado y alcance del Derecho Humano a la Paz<br />

como nuevo Derecho Humano Emergente.<br />

Una mirada desde el ámbito internacional<br />

Mario Yutzis<br />

Comité de Naciones Unidas para la<br />

Eliminación de la Discriminación Racial (ERD)<br />

Buenos Aires<br />

La vastedad y complejidad de la problemática de los Derechos Humanos,<br />

requiere múltiples conocimientos y herramientas para su realización. Todo<br />

nuevo Saber que complemente y mejore su teoría y práctica resulta<br />

indispensable, particularmente frente a la complejidad y las contradicciones<br />

de la cultura y la sociedad contemporáneas.<br />

El efectivo disfrute y garantía de los derechos humanos implica,<br />

necesariamente, la prevención de sus violaciones y la actuación sobre las<br />

causas y consecuencias de las mismas.<br />

Así, todas las situaciones conflictivas -en especial las de carácter armado,<br />

pero también de origen social, político, cultural, étnico, religioso,<br />

económico, familiar, comunitario etc.- del tipo que sean, ponen<br />

sistemáticamente en riesgo los derechos humanos civiles, económicos,<br />

sociales, políticos y culturales de las poblaciones involucradas y, por ende, la<br />

posibilidad efectiva de una vida digna para millones de mujeres y hombres<br />

en muchas partes del mundo. Trabajar sobre estas realidades desde la<br />

perspectiva del Derecho Internacional de los derechos humanos en relación a<br />

la promoción y la construcción de la Paz es, por lo tanto, una necesidad<br />

candente.<br />

La paz ha sido reconocida como un valor universal, la “razón de ser de<br />

las Naciones Unidas y un prerrequisito y consecuencia para el disfrute de<br />

todos los derechos humanos”. Esta noción holística de paz va más allá de la<br />

231


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

estricta ausencia de conflictos armados y está relacionada con el desarrollo<br />

de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales de los<br />

pueblos e individuos como una condición para la satisfacción de las<br />

necesidades básicas de los seres humanos, para la eliminación de toda clase<br />

de violencia y para el efectivo respeto de todos los derechos humanos.<br />

En este sentido, la Asociación Española para el Derecho Internacional de<br />

los Derechos Humanos AEDIDH, como parte integrante de la sociedad civil,<br />

conduce desde 2005, con el apoyo de Unesco Etxea y el patrocinio de la<br />

Generalitat de Cataluña, una reflexión mundial entre la sociedad civil para<br />

determinar el contenido y alcance del derecho humano a la paz, uno de los<br />

derechos emergentes a cuyo reconocimiento internacional se aspira.<br />

Su ambición, como la de muchos actores de la sociedad civil, es que<br />

algún día la Asamblea General de las Naciones Unidas apruebe una<br />

Declaración Universal sobre el Derecho Humano a la Paz. Este derecho está<br />

fuertemente enraizado tanto en la Carta de las Naciones Unidas como en la<br />

Declaración Universal de Derechos Humanos (en especial su Artículo 28),<br />

ambos instrumentos universalmente aceptados.<br />

Hay bases suficientes en cuanto al Derecho Internacional de los DH, para<br />

fundamentar la Codificación internacional de una Declaración Universal de<br />

Derecho Humano a la Paz. Este proceso ya está en ruta en el Consejo de<br />

Derechos Humanos de las naciones Unidas y cuenta sobre todo, con la<br />

adhesión de la sociedad civil internacional, tanto laica como religiosa.<br />

232


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Comentario<br />

Jerónimo Granados<br />

La ponencia del Dr. Mario Yutzis marca un antes y un después en las relaciones<br />

internacionales en el marco de la paz como un bien innegociable para el<br />

entendimiento y convivencia entre las naciones, donde los derechos Humanos y la<br />

discriminación son un postulado esencial en estas relaciones. El marco que da las<br />

Naciones Unidas garantiza la legalidad y participación mancomunada de los<br />

procesos que devienen de su carta fundamental. El trasfondo de todo esto es el<br />

derecho a la vida que todo ser humano tiene en nuestro planeta.<br />

Y a desde las teorías de Estado moderno inauguradas por Grocio y Bodino<br />

marcan luego del siglo XVI un camino sin regreso de la conformación de la<br />

sociedad civil y su injerencia en la conformación de estados soberanos donde ya no<br />

hay un mandato de Dios sino una voluntad humana de convivencia. En este sentido<br />

ya un teólogo muy importante como Wolfhart Pannenberg anunció que una de las<br />

invenciones más importantes de la sociedad en el siglo XX fue incorporar los<br />

Derechos Humanos como un factor importante en la relación entre los hombres<br />

alejando toda espiritualización del sufrimiento humano y llevándolo a un factor<br />

importante en el relacionamiento entre las naciones y sus ciudadanos.<br />

En este sentido, las iglesias, entendiendo el valor de las instituciones sociales<br />

que velan por la paz, toman en su rol profético el velar por los derechos humanos<br />

como un mandato evangélico y encarnado en su compromiso en los tiempos más<br />

difíciles de nuestra sociedad. Así se pudo demostrar un compromiso marcado por los<br />

derechos humanos en tiempos de gobiernos totalitarios, antidemocráticos y de facto<br />

que suelen cercenar los derechos individuales y colectivos de una sociedad. Por ello,<br />

su compromiso se cristalizó a través de una serie de instituciones que surgieron<br />

especialmente en épocas difíciles políticas. Esto llevó a las iglesias a situarse a un<br />

nivel de entendimiento de la problemática y de su accionar donde el derecho a la<br />

vida y la justicia no son sólo concepciones sino estados susceptibles de defensa que<br />

requiere de un compromiso enfático de acción. Esto fue entendido así cuando líderes<br />

religiosos se interesaron pero también se comprometieron con la defensa de la vida<br />

de sus prójimos en distintas entidades de Derechos Humanos, pero también creando<br />

una propia como fue el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos<br />

233


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

(MEDH), entidad que defendió la vida ante la violencia estructural de un gobierno<br />

antidemocrático y de facto en tiempos de dictadura en Argentina.<br />

Tal como se destaca en la ponencia, queda claro que la individualidad<br />

contemporánea antepone ética y culturalmente valores donde el egoísmo y el<br />

bienestar propios se contraponen al conjunto de la sociedad, donde “el otro” no entra<br />

en juego y es marcadamente negado sus derechos. Una tarea imperiosa es<br />

deconstruir estos valores que van en dirección opuesta a las intenciones de las<br />

instituciones defensoras de los derechos humanos. Además, es interesante cómo es<br />

anunciado el derecho de los pueblos a la Paz que no es solo como ausencia de<br />

guerra, sino como recurso contra el ejercicio a de la violencia. Parafraseando a<br />

Agustín que enuncia que el mal es ausencia de bien. Ahora bien, esta violencia se<br />

presenta estructuralmente y sobre todo vulnerando los derechos básicos de cualquier<br />

ciudadano, su dignidad. Entonces, los estados requieren hoy una seguridad para<br />

todos y no solo para unos pocos en toda su magnitud de la palabra. Esto es<br />

refrendado por muchas instituciones nacionales e internacionales donde la paz como<br />

un bien colectivo es prioritaria. En este contexto, tanto la educación como el<br />

bienestar social son puestos como elementos básicos para alcanzar un equilibrio<br />

social en paz<br />

No obstante, nada de esto se podría llevar adelante en tanto la sociedad civil<br />

tanto secular como religiosa también debiera promover la práctica reflexiva y<br />

acciones diversas para dar a conocer los alcances del Derecho Humano a la Paz. En<br />

este gran marco ya desarrollado en la ponencia se afirma que el pacifismo actual<br />

comprende mejor las causas de la guerra y las condiciones de la paz, porque asume<br />

que no es posible construir la paz en el mundo si ésta no va acompañada de justicia,<br />

desarrollo económico y social, y garantía de los derechos humanos de todos. Deja<br />

así al descubierto un nuevo ingrediente que va a contramano del egoísmo y esto es el<br />

derecho a la solidaridad internacional, el derecho a un orden internacional<br />

democrático y equitativo, así como el tradicional derecho de los pueblos a la paz.<br />

Ahora bien, toda la ponencia del Dr. Yutzis nos lleva a pensar que los avances en<br />

materia de la responsabilidad de la sociedad civil enmarcada y garantizada por<br />

importantes entidades como la ONU nos permiten seguir reflexionando pero<br />

también participando en la construcción de la paz mundial. Sin embargo, y aquí ya<br />

como teólogo luterano debo marcar que si bien la sociedad política como un ámbito<br />

particular de organización de la sociedad y velador del bienestar y la paz de esa<br />

sociedad tiene sus límites. El ser humano con su tendencia a la caída como pecador<br />

234


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

rompe con todo optimismo triunfalista de cualquier índole. Diría más, la guerra hoy<br />

es un flagelo denunciable por las iglesias. Y a la vista está que hoy por hoy estamos<br />

muy lejos de poder terminar con los conflictos bélicos en el mundo que nos<br />

movemos donde el negocio de la guerras sigue siendo uno de los más rentables del<br />

planeta para unos pocos en detrimento del empobrecimiento de otros a no<br />

permitírseles el acceso a los bienes sociales de una sociedad democrática habiendo<br />

una doble marginación tanto como ciudadano como a veces empujado a integrar la<br />

maquinaria bélica participando en guerras propias o peor aun ajenas. Las mismas<br />

iglesias pretendieron tener un rol protagónico a comienzos del siglo XX sin lograr su<br />

cometido de que el entendimiento entre las distintas iglesias las llevaría a trasladar<br />

esto a la sociedad civil donde se derrumbó todo por el origen de las guerras<br />

mundiales que flagelaron a la humanidad y en cierto grado se terminó legitimando<br />

desde el ámbito religioso la guerra. La gracia de Dios se hace presente en un mundo<br />

pecador, pero que también no se cansa de buscar caminos que la lleven a una paz<br />

posible, una paz duradera y ampliada a todos los continentes.<br />

La iniciativa que propone el Dr. Yutzis en su ponencia de que el <strong>ISER</strong>, junto a<br />

otras organizaciones religiosas realizar como una suerte de apéndice de este<br />

simposio, una declaración en celebración del día Internacional de la Paz y<br />

promocionar y apoyar el Derecho Humano a la Paz, puede ser un paso más en este<br />

largo camino a conseguir la paz en el mundo.<br />

235


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

236


<strong>DIALOGANDO</strong> 1, N. 1, <strong>2013</strong><br />

ISSN 2347-0712<br />

Perdónanos nuestras deudas 1<br />

Una perspectiva ética de la paz en la construcción de ciudadanía<br />

Roberto Bosca<br />

Universidad Austral<br />

Buenos Aires<br />

Recuerdo de Shmuel Hadas<br />

Como pórtico de mi exposición quiero traer a este simposio la presencia de una<br />

de esas personas que se mueren sin dejarnos, porque la luz de su espíritu<br />

permanecen en nosotros, no sólo como un dulce recuerdo de haber disfrutado de su<br />

amistad, sino porque hemos incorporado algo aunque sea de su propia identidad, la<br />

belleza de su espíritu, a nuestra vida personal.<br />

Esa persona muy querida es Samuel Hadas, el primer embajador del Estado de<br />

Israel en la Santa Sede, una de las personalidades internacionales que abrieron un<br />

camino en la historia de las relaciones judeocristianas. Para él estas relaciones no<br />

tenían un significado solamente político, desde luego, sino principalmente espiritual<br />

y cultural.<br />

Cuando Samuel se retiró del servicio exterior activo de su país, podría decirse<br />

que afloró en él lo más profundo de su vocación diplomática en un sentido<br />

pontifical, ya ejercida durante sus misiones en Madrid y en Roma, por eso cuando<br />

él murió escribí un artículo cuyo título es Un constructor de puentes. El era un<br />

verdadero pontífice. El creía en el valor de la razón para fundamentar las relaciones<br />

entre los estados y los pueblos, pero esta dimensión racional se integraba en él en la<br />

perspectiva más profunda de la fe 2 . De este modo, el constructor encarnaba una tarea<br />

1 Petición del Padrenuestro, la oración cristiana por antonomasia, en su traducción<br />

tradicional, que después del Concilio Vaticano II fue cambiada, para una mejor comprensión<br />

del sentido, por “perdona nuestras ofensas” (et dimite nos debita nostra, sicut et nos<br />

dimittimus debitoribus nostris, en la versión latina).<br />

2 Cf. Roberto Bosca, “Shmuel Hadas Z’L, un constructor de puentes”, “Criterio”, abril 2010:<br />

132 -133. También: Roberto Bosca, “Los pies del mensajero de la paz. Shmuel Hadas Z’L, In<br />

memoriam”, Agenda Internacional, 22, junio 2010: 62- 67.<br />

237


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

que ha sido señalada como un imperativo de nuestro tiempo por el papa Benedicto<br />

XVI: la fe purifica la razón y la razón purifica la fe.<br />

Digo esto porque, al retirarse de su fecunda vida pontifical, creció en Shmuel una<br />

preocupación muy concreta que es el telón de fondo de nuestro encuentro: forjar una<br />

nueva cultura de la paz mediante un fundamento religioso 3 . También ejerció su<br />

misión entre nosotros, en el ámbito local y no sólo en los importantes foros<br />

internacionales a los que era invitado. De tal modo, Shmuel Hadas se convirtió en<br />

su madurez en el trabajador de una labor paciente, callada y perseverante en el<br />

diálogo intercultural, particularmente entre las tres culturas judía, cristiana e<br />

islámica. El estaba firmemente convencido de que así como en ocasiones las<br />

creencias religiosas habían sido ocasión de conflictos entre los pueblos, podían<br />

ahora ser un instrumento muy necesario para pacificar las conciencias y construir<br />

una nueva mentalidad en la que los hombres comprendieran la hondura de su<br />

condición de hermanos, una condición de fraternidad que da la filiación, en tanto<br />

hijos del mismo Padre.<br />

Las religiones y la paz<br />

El diálogo religioso no tiene un sentido, podríamos decir, puramente teológico o<br />

escatológico, en tanto no puede ser reducido en sus contenidos a las verdades<br />

últimas que se refieren a un significado ultraterreno, o en todo caso, el diálogo ha de<br />

incluir, y así sucede, las consecuencias temporales de esas verdades dogmáticas que<br />

las religiones atesoran en su patrimonio espiritual. De este modo, puede concluirse<br />

que el diálogo intercultural e interreligioso posee unas dimensiones también sociales<br />

y políticas y que ellas pueden significar un factor fundamental en la configuración<br />

de la convivencia humana que en una aldea global es cada vez más, aunque diversa,<br />

una. En este sentido, la paz, el valor paz, adquiere una categoría fundamental 4 .<br />

3 Hadas se inscribe en la misma línea juanpauliano-benedictina que recoge el mensaje de la<br />

Jornada Mundial de la Paz de este mismo año: “La política y la diplomacia deberían<br />

contemplar el patrimonio moral y espiritual que ofrecen las grandes religiones del mundo,<br />

para reconocer y afirmar aquellas verdades, principios y valores universales que no pueden<br />

negarse sin negar la dignidad de la persona humana”. Cf. Benedicto XVI, Mensaje para la<br />

celebración de la Jornada Mundial de las Paz, 1 de enero de 2011, consultado el 1.IX.11 en<br />

http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/messages/peace/documents/hf_benxvi_mes_20101208_xliv-world-day-peace_sp.html.<br />

4 Un ejemplo en esta materia lo constituye un pronunciamiento de este mismo año de la XXI<br />

reunión realizada en París, del Comité internacional de enlace entre judíos y católicos, que<br />

238


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

El diálogo interreligioso se anima de un criterio esencial conocido como la regla<br />

de oro, la norma de conciencia común a diversas tradiciones religiosas, que se<br />

encuentra por supuesto en el cristianismo pero también en el rabí Hillel, en el<br />

Islam, en el jainismo, en el budismo y en Confucio, y que consiste en hacer con los<br />

otros lo que deseamos que ellos hagan con nosotros.<br />

Es verdad que hasta este momento la dimensión religiosa ha sido, debido a una<br />

concepción pragmatista o positivista en las relaciones internacionales, considerada<br />

algo marginal y en todo caso ajeno a los grandes areópagos de la política mundial.<br />

Sin embargo, la irrupción del fundamentalismo en el escenario público ha puesto en<br />

evidencia que el valor paz en su significación también ética y religiosa debe ser<br />

atendido como una condición de primer orden en la construcción de esa<br />

convivencia, si se pretende que ella no sea precaria e inconsistente sino real y<br />

duradera. Dicho de otro modo, si los contenidos éticos que son una resultante de las<br />

verdades religiosas no alcanzan a ser considerados como categorías operativas en el<br />

ámbito de la vida pública, la misma supervivencia de un convivir verdaderamente<br />

humano queda gravemente comprometida.<br />

Una ética global<br />

En las últimas décadas existe una creciente convicción en la necesidad de<br />

elaborar a tales fines una ética mundial que pueda ser compartida y por lo tanto que<br />

pueda servir de fundamento a esa misma tan trabajosa convivencia 5 . Algunos pasos<br />

se están dando en esa dirección, de lo cual es ejemplo la conferencia mundial de las<br />

religiones a favor de la paz reunida en Kyoto en 1970, donde se definió un consenso<br />

sobre verdades fundamentales tales como la unidad de la familia humana y la<br />

inviolabilidad de la conciencia individual, entre otras. Este mismo año se realizó en<br />

Kingston, Jamaica, la Convocatoria Ecuménica Internacional por la Paz del Consejo<br />

condena la violencia en nombre de la religión como una corrupción de la verdadera naturaleza<br />

de la relación con Dios. Cf. Boletín de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso en la Argentina,<br />

61, junio 2011, 17.<br />

5 Por su naturaleza, dicha ética debería tener una naturaleza civil, aunque sin interferir en su<br />

raigambre religiosa. Cf. Bartomeu Bennassar, Etica civil y moral cristiana en diálogo,<br />

Salamanca, Sígueme, 1997.<br />

239


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Mundial de Iglesias, una iniciativa interreligiosa mundial para prevenir la violencia<br />

y estimular nuevos empeños de paz 6 .<br />

Otros emprendimientos difundidos en los últimos años apuntan en el mismo<br />

sentido, como el del teólogo suizo Hans Küng, que constituye una de las propuestas<br />

más interesantes tanto en el nivel teológico como político en el concierto mundial.<br />

Küng piensa que deben acordarse unos criterios éticos referenciales para ir logrando<br />

de a poco, sin prisa pero sin pausa, un consenso básico entre las diversas tradiciones<br />

religiosas, sobre la base de la dignidad de la persona humana 7 .<br />

El mismo Küng ha diseñado una teología ecuménica para la paz, pero no en el<br />

sentido de una amalgama y menos una religión unitaria o universal, al estilo de la<br />

propuesta por Vivekananda, sino como una reflexión concreta a la luz de la fe sobre<br />

la paz. Ella ha sido realizada sobre la base de una autocrítica y de la actitud<br />

dialogante que descartando el sincretismo relativista busca la conversión de los<br />

propios valores específicos de verdad en criterios universalmente compartidos, o sea<br />

fundar un ethos mundial que sea la base para la paz en el mundo 8 . Según Küng, el<br />

diálogo intercultural es el camino para elaborar una ética mundial que siente unas<br />

condiciones del convivir pacífico entre todos los hombres.<br />

Distintas contribuciones del diálogo interreligioso a nivel internacional se han<br />

expresado en un ponderable esfuerzo para trazar unos puntos de convergencia<br />

intercultural. Ramón Panikkar, considerado uno de los eruditos más importantes del<br />

siglo en religiones comparadas y una de las personalidades más representativas del<br />

diálogo entre las religiones, fallecido hace exactamente un año, fue ordenado<br />

sacerdote católico, aunque posteriormente trató de expresar sus propias convicciones<br />

cristianas en la espiritualidad india y en las formas budistas, apartándose de su<br />

vocación original de la cual sin embargo nunca renegó, puesto que consideraba que<br />

6 Amar es perdonar. Cf. Bartolomé, Arzobispo de Constantinopla y Nueva Roma y Patriarca<br />

Ecuménico, Encíclica del 22.V.11. Documento consultado el día 1.IX.11 en<br />

www.superarlaviolencia.org/es/recursos/recursos-del-speeches-mi/documentos.<br />

7 Cf. Francisco Javier de la Torre, Derribar las frontera. Etica mundial y diálogo<br />

interreligioso, Madrid, Desclée de Brouwer-Universidad Pontificia de Comillas, 2004, 22 ss.<br />

Cf. también: Hans Küng-Karl-Josef Kuschel, Hacia una ética mundial. Declaración del<br />

Parlamento de las Religiones del Mundo, Madrid, Trotta, 1994.<br />

8 Cf. Francisco Javier de la Torre, ob. cit., p. 231 ss. La propuesta de Küng ha sido explicada<br />

en detalle a lo largo del capítulo tercero de esta obra.<br />

240


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

no por ser budista dejaba de ser cristiano. Para Panikkar la interculturalidad es<br />

reconocernos en nuestras propias identidades y admitir que el sueño de la<br />

uniformidad humana es una utopía. Pero el diálogo tampoco es el instrumento de<br />

una arquitectura relativista del puro consenso sino una mutua ayuda en la<br />

profundización de la identidad 9 .<br />

Se trata de una construcción multicultural sin ser necesariamente sincretista, en<br />

la que el cristianismo tiene que brindar lo suyo según su propia identidad, como<br />

puede evidenciarse, contra algunas torcidas interpretaciones iniciales, en la<br />

convocatoria de Asís. Un ejemplo de ello es que la Santa Sede también acaba de<br />

proponer la búsqueda de una ética universal al trasluz de una renovada mirada sobre<br />

el concepto de ley natural, que representa un valor moral fundamentado en la<br />

racionalidad de la naturaleza humana y no en una verdad revelada de naturaleza<br />

religiosa.<br />

Un documento de la Comisión Teológica Internacional del año 2009 titulado “A<br />

la búsqueda de una ética universal: nueva visión sobre la ley natural” 10 promueve un<br />

lenguaje común ético para todos los hombres creyentes e increyentes sobre las bases<br />

de unos valores ya reconocidos desde la antigüedad clásica, luego desacreditados en<br />

la modernidad y a lo que se ve, puestos en entredicho y aun invertidos en la<br />

posmodernidad, aunque todavía vigentes en una multitud de ciudadanos que son<br />

mayoría, pertenecientes a culturas diversas como el de una naturaleza humana inmutable.<br />

Según este documento, la afirmación de una ética común representada por la ley natural<br />

representa una preciosa base para el diálogo intercultural e interreligioso.<br />

El magisterio eclesiástico católico<br />

El magisterio eclesiástico católico de todo el último siglo 11 se mostró<br />

particularmente solícito acerca de la necesidad de llegar a una paz duradera, visto el<br />

9 Cf. Francisco Javier de la Torre, ob. cit., p. 322. Sobre el pensamiento de Panikkar en la<br />

materia, cf. Paz y desarme cultural, Santander, Sal Terrae, 1993 y Paz e interculturalidad.<br />

Una reflexión filosófica, Barcelona, Herder, 2006. Una reciente reflexión sobre la paz desde la<br />

fe puede verse en Xabier Pikaza, El camino de la paz. Una visión cristiana, Khaf, Madrid,<br />

2010.<br />

10 Cf. “A la búsqueda de una ética universal”, en Aceprensa, 42/09, 24 junio 2009.<br />

11 En esta parte se sigue la certera síntesis de Francesco Occhietta, “La pace nel pensiero dei<br />

papi del novecento”, La Civiltá Cattolica, 3852, 18 diciembre 2010: 540-551.<br />

241


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

creciente poderío potencialmente autoexterminativo del andamiaje de la artillería<br />

moderna. Son célebres los radiomensajes navideños de Pío XII antes, durante y<br />

después de la segunda guerra mundial, así como su suplicante exclamación<br />

prebélica: “Nada se ha perdido con la paz. Todo puede perderse con la guerra”.<br />

Marcó también un hito el grito de Pablo VI en la sede de las Naciones Unidas:<br />

“¡nunca más la guerra!” 12 , repetido con mayor énfasis si cabe por Juan Pablo II,<br />

quien clamó angustiado en Azerbaiyán: Mientras que tenga voz, gritaré: “¡paz, en<br />

nombre de Dios!”. Juan XXIII ya había formulado -pronto hará medio siglo-, su<br />

alto mensaje en forma de encíclica bajo el nombre de Pacem in Terris 13 .<br />

Las guerras del siglo pasado, incluyendo dos mundiales, han provocado un<br />

número de muertes tres veces superior a las habidas en los dos milenios<br />

precedentes. A Benedicto XV y Pío XII se deben incansables esfuerzos para<br />

detener, aminorar o finalmente acortar el tremendo mal, entonces desatado sobre<br />

millones de víctimas inocentes, que con la Shoah alcanzaría abismos nunca<br />

conocidos por la historia humana. Tanto en los contenidos como en la metodología,<br />

la paz asume una definición nueva con Juan XXIII, ampliándose su significado al<br />

incluir los derechos humanos. Pablo VI introduce una verdadera revolución<br />

epistemológica en la doctrina sobre la paz al distinguir, en el campo de la moral<br />

social, una doble naturaleza de la paz: la paz interior y la paz exterior.<br />

Juan Pablo II y la paz: el espíritu de Asís<br />

El magisterio de Juan Pablo II, tan abundante en materia social, no lo es menos<br />

en el específico tema de la paz, así como sus elocuentes gestos a lo largo y ancho de<br />

todo el mundo. En su pontificado se operaría también un nuevo enfoque de la<br />

doctrina tradicional de la guerra justa. No es que esta doctrina haya cambiado en sí<br />

misma, pero en virtud de las nuevas condiciones emergentes del uso de armas de<br />

destrucción masiva, la legitimidad de la violencia se ha tornado más estricta, en<br />

tanto ellas modifican radicalmente el marco o escenario de aplicación de los<br />

12 El día de san Francisco de Asís. La figura del santo, elegida por Juan Pablo II en su<br />

iniciativa de una oración interreligiosa por la paz, está relacionada en el imaginario popular<br />

con la pobreza, pero también con la mentalidad ecológica (de la cual es patrono) y finalmente<br />

con un espíritu pacífico.<br />

13 Cf. Vincenzo Buonomo, “La comunitá internazionale e la pace. Una lettura a trent’anni<br />

dalla Pacem in Terris”, La Societá, 4, 1993: 689-710.<br />

242


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

principios acuñados por una elaboración teológica multisecular, bajo condiciones<br />

muy diversas.<br />

Hecha la excepción in abstracto para los conflictos armados exclusivamente<br />

defensivos contra una agresión, la guerra moderna, radicalmente distinta a las<br />

guerras del pasado, durante el pontificado de Juan Pablo II deviene para la actual<br />

doctrina moral de la Iglesia un intrinsece malum 14 , una perversión en sí misma,<br />

debido a condiciones tales como la utilización de las bombas de racimo o la muerte<br />

de civiles, que invierten a las antiguas guerras de soldados propias de los ejércitos<br />

profesionales.<br />

El papa Wojtyla continuaría la casi desapercibida celebración de la jornada<br />

mundial de la paz el primer día de cada año calendario, instituida por su predecesor<br />

en un año emblemático, 1968. Sin embargo, los sucesivos mensajes constituyen<br />

una especializada catequesis que conforma ya un verdadero cuerpo de doctrina<br />

sobre la materia, desde el primero de su pontificado, Para lograr la paz, educar a la<br />

paz, del año 1979, hasta el de este mismo año, bajo el pontificado de Benedicto<br />

XVI, con el título La libertad religiosa, camino para la paz 15 , que su antecesor<br />

Karol Wojtyla había tratado ya en su mensaje de 1988.<br />

A veces la voz del papa suena solitaria en el concierto de las naciones. No es<br />

para menos, y bien se ha afirmado que el Papa es la única voz legítima universal<br />

contra todo tipo de guerra y exterminio ético 16 . El se ha enfrentado con una cultura<br />

de la muerte que cruza transversalmente las más opuestas ideologías y que anida no<br />

solamente en los sistemas totalitarios sino también en las democracias relativistas de<br />

la posmodernidad.<br />

14 Cf. Francesco Occhietta, ob. cit., p. 550 y Restituto Sierra Bravo, Ciencias sociales y<br />

doctrina social de la Iglesia. Tratado de Teología social, Madrid, CCS, 1995, p. 538.<br />

También puede verse, entre una numerosísima bibliografía, Jean-Yves Calvez, Una ética para<br />

nuestra sociedad en transformación, Bs. As., Ciudad Nueva, 1993, 147-160<br />

15 Un comentario sobre las jornadas de la paz y en general sobre el magisterio juanpauliano en<br />

la materia puede verse en Marco Gallo, “La paz en el pensamiento de Juan Pablo II”, en<br />

Marcelo Camusso (coord.), Los frutos de la paz, La mediación de Su santidad Juan Pablo II<br />

en el diferendo austral entre Argentina y Chile, Bs. As., Universidad Católica Argentina,<br />

2009, p. 175.<br />

16 Cf. Fortunato Mallimaci, “Globalización y modernidad católica: Papado, nación católica y<br />

sectores populares”, en Aurelio Alonso (Comp.), América Latina y el Caribe. Territorios<br />

religiosos y desafíos para el diálogo, Bs. As., Clacso, 2008, 117.<br />

243


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Se debe a Juan Pablo II la audaz iniciativa interreligiosa por la paz de la<br />

Jornada Mundial de Oración por la Paz celebrada en 1986 en Asís, que no estaría<br />

exenta de alguna incomprensión incluso dentro de la propia Iglesia. Corresponde así<br />

a este pontífice la decisión de dar un nuevo giro en el diálogo interreligioso al<br />

señalar la presencia del Espíritu en la vida religiosa de los no cristianos y en sus<br />

tradiciones espirituales 17 y no sólo en la Iglesia Católica. Resulta significativa la<br />

elección que hizo el papa de Asís como lugar y como día, en cuanto el poverello se<br />

opuso a las Cruzadas. Cuando pudo entrevistarse con Nasiruddín al-Malik al-<br />

Kamil, que había ofrecido la paz a los europeos, sin ser escuchado, y el sultán le<br />

preguntó por qué los cristianos predican el amor y hacen la guerra, a Francisco se le<br />

saltaron las lágrimas 18 .<br />

Recuerdo por ejemplo que estuvo presente en Asís el Dalai Lama, quien hoy nos<br />

visita. Esta presencia misteriosa del Espíritu y la unidad ontológica de todos los<br />

hombres indiferentemente de sus creencias religiosas es la que permite rezar todos<br />

juntos, como en Asís, por la paz 19 . Para Juan Pablo II no se puede pensar en la paz<br />

mundial sin la paz religiosa, así como no puede haber paz religiosa sin diálogoentre<br />

las religiones.<br />

Al siguiente año de la reunión de Asís, en su encíclica Sollicitudo Rei Socialis,<br />

y en referencia a ese mismo significativo acontecimiento, el Papa recuerda que la<br />

paz es una cuestión religiosa. Pero ya cuatro años antes, el temario abordado en el<br />

mensaje del 1 de enero relacionaba el diálogo intercultural e interreligioso con la<br />

paz mediante el título El diálogo por la paz, una urgencia para nuestro tiempo.<br />

Asís merece una consideración especial en tanto que a partir de estas reuniones<br />

interreligiosas promovidas por la iniciativa personal de Juan Pablo II (quizás la más<br />

audaz y valiente del papa en esta materia), algo cambió. Fue claramente un gesto<br />

profético. Asís fue un punto de inflexión en la historia. El asunto, como en su<br />

momento el de la libertad religiosa en el Concilio Vaticano II, recogió como dije<br />

17 Cf. Francisco Javier de la Torre, ob. cit., 100 ss. Un documento de la Santa Sede del año<br />

1991 supone una novedad por cuanto asigna a los creyentes de otras religiones un papel en la<br />

salvación cristiana y reconoce la presencia del Reino más allá de los límites de la Iglesia. En<br />

esta misma dirección aparece la ampliación a los increyentes en la convocatoria de Assisi de<br />

este año.<br />

18 Cf. Roberto Vivo, La paz, esa ilusión. Religiones, diversidad y paz, Bs. As., s/e, 2009.<br />

19 Ibíd., 101.<br />

244


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

pequeñas incomprensiones dentro de la propia Iglesia Católica. Al año siguiente,<br />

hablando con Andrea Riccardi 20 , el fundador de Sant’Egidio, el papa le dijo:<br />

“sigamos adelante, continuemos, aunque por poco me excomulgan…”<br />

Lo cierto es que las reuniones de Asís fueron continuadas -contra lo que algunos<br />

pensaron, en parte por no conocer al nuevo papa-, por Benedicto XVI, y se ha<br />

conformado un nuevo clima que incluso con una denominación propia, el “Espíritu<br />

de Asís”, constituye una verdadera contribución a la paz mundial, desde una<br />

perspectiva interreligiosa comprometida con el diálogo. En pocos días todo el<br />

mundo volverá sus ojos nuevamente hacia la medieval villa de Assisi, en Italia,<br />

porque allí se habrá encendido una nueva luz sostenida por Benedicto XVI y con él<br />

por líderes religiosos de todo el orbe. La novedad de esta convocatoria consiste en<br />

que ella ha sido ampliada también, en un nuevo gesto profético esta vez de<br />

Benedicto, a los increyentes, cuyo antecedente puede encontrarse en otra iniciativa<br />

benedictina, la del Atrio de los Gentiles en París, inspirada en el extinto cardenal<br />

primado Jean-Marie Lustiger, de etnia judía. La Comunidad de Sant’Egidio ha<br />

sabido impulsar este espíritu a través de la Asociación Internacional “Hombres y<br />

Religiones” bajo el programa sintetizado en el enunciado La oración en la raíz de la<br />

paz 21 .<br />

El espíritu de Asís, que marcó un antes y un después en la historia de las<br />

relaciones entre las religiones, encuentra un antecedente en la vieja propuesta del<br />

pastor luterano Dietrich Bonhoeffer, mártir de la fe, de una asamblea mundial de<br />

iglesias cristianas para proclamar la paz, que fue relanzada por el físico y filósofo<br />

alemán Karl Friedrich von Weisacker, quien habló con el papa. Weisacker era un<br />

20 Juan Pablo II intuyó la fuerza pública de las religiones, no obstante la secularización”,<br />

acaba de declarar recientemente refiriéndose a las razones de Assisi el mismo Andrea<br />

Riccardi. El historiador puntualizó además que el sentido de la reunión no tiene nada que ver<br />

con el sincretismo religioso. Cf. http://www.zenit.org/article-39912?l=spanish. Consultado<br />

1.9.2011.<br />

21 Cf. Marco Gallo, El espíritu de Asís (1986-2007) Aporte de las religiones al diálogo y la<br />

paz del mundo, Bs. As., Guadalupe, 2007. En la última reunión por la paz organizada por la<br />

comunidad, en Munich (Alemania), en el mismo sentido de Asís, la primera ministra Angela<br />

Merkel expresó su convencimiento acerca de la contribución que los encuentros<br />

interreligiosos hacen a la paz del mundo.<br />

245


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

eminente hombre de ciencia de gran sensibilidad ética. Juan Pablo II encontró una gran<br />

ayuda en el cardenal Etchegaray, Presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz 22 .<br />

En Centesimus Annus, que es un verdadero compendio del pensamiento moral de<br />

la Iglesia en materia social, el concepto expresado por el papa Juan Pablo II es bien<br />

claro: “estoy persuadido de que las religiones tendrán hoy y mañana una función<br />

eminente para la construcción de la paz y de una sociedad digna del hombre” 23 .<br />

Cuatro años más tarde, la exhortación Apostólica Ecclesia in Africa, del año 1995<br />

señala como contenido del diálogo el trabajo conjunto para la paz. En Novo<br />

Millennio Ineunte, un documento liminar en el que traza una síntesis del programa<br />

cristiano para el nuevo milenio, el Papa propone el diálogo interreligioso “como una<br />

base firme de paz y alejar el espectro funesto de las guerras de religión que han<br />

bañado de sangre tantos periodos de la historia de la humanidad” 24 .<br />

La paz como valor interreligioso<br />

Más allá de la Iglesia católica, las diversas tradiciones religiosas así como otros<br />

organismos específicos del diálogo intercultural e interreligioso han transitado el<br />

mismo camino que el pontificado romano. La paz es el ideal de primer orden de<br />

todas las religiones, tanto en las antiguas culturas germánicas, como en las<br />

religiones indias, en el judaísmo, en el Islam y desde luego en el cristianismo 25 .<br />

Aunque no ha faltado en la historia de las religiones más de una iniciativa de<br />

constituir una religión única o ideal conformada por la verdad esencial de las<br />

religiones históricas, no parece ser ése un camino realista y tiene el grave<br />

inconveniente de destruir las tradiciones religiosas que son un valor en sí mismas.<br />

Algunas instituciones como el “Parlamento Mundial de las Religiones”, que no<br />

consiguió una permanencia pero inauguró un camino nuevo, y la “Conferencia<br />

22 Cf. Stanislas Dziwisz, Una vida con Karol. Conversación con Gian Franco<br />

Svidercoschi, Madrid, La Esfera de los Libros, 2007: 195-201.Sobre Asís puede verse Andrea<br />

Riccardi, Juan Pablo II. La biografía, Bs.As., San Pablo, 2011, p. 456 ss<br />

23 Cf. Juan Pablo II, Centesimus Annus, 60.<br />

24 Cf. Juan Pablo II, Novo Millennio Ineunte, 55.<br />

25 Cf. Arij Roest Crollius, “Las religiones y la paz en la era de la globalización”, AAVV,<br />

Religión, justicia y paz. La Argentina y el mundo, Bs. As., Sociedad Argentina de Teología-<br />

San Benito, 2002, p. 87 ss.<br />

246


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Mundial sobre las Religiones y la Paz”, y más recientemente el Millenium World<br />

Peace Summit of Religious and Spiritual Leaders han promovido reuniones en<br />

diversos lugares del mundo en la construcción de un largo y trabajoso proceso,<br />

todavía incierto pero cada vez más firme. Numerosas iniciativas confesionales sobre<br />

todo protestantes, pero también pertenecientes a otras religiones ajenas a la tradición<br />

cristiana e incluso interconfesionales, han realizado en los últimos años una multitud<br />

de reuniones para promover los valores de la paz, inclusive en la educación.<br />

No obstante que una mirada a la historia muestra que los creyentes de todos los<br />

tiempos han utilizado incluso sus propias estructuras religiosas como instrumentos<br />

de guerra, debe decirse que las religiones en sí mismas presentan hoy una<br />

sensibilidad muy diversa a aquellas antiguas querellas que mas bien han de mirarse<br />

como un estadio felizmente superado de la humanidad, aun cuando el<br />

fundamentalismo haya comenzado a mostrar su sombrío rostro en nuestros días<br />

como el fenómeno más amenazante para la paz, uniendo una vez más los principios<br />

religiosos a un proyecto político.<br />

También debe reconocerse que aún hoy existen graves situaciones que están<br />

esperando una nueva instancia que permita una solución, y en ese sentido, Jerusalén<br />

es quizás el ejemplo más emblemático de nuestro tiempo. En palabras de Andrea<br />

Riccardi, el gran promotor del espíritu de Asís, “Jerusalén está frente a nosotros<br />

como signo que rememora también todas las tensiones y todos los contrastes que<br />

atormentan al mundo: dolor de Jerusalén y dolor del mundo” 26 .<br />

La paz en el ámbito local<br />

La Argentina ha conocido a lo largo de su historia numerosos momentos de una<br />

vida pacífica, que fueron los más, pero también otros en los que esa convivencia<br />

sufrió notorios deterioros, durante las luchas civiles que se suscitaron entre unitarios<br />

y federales después de la primer guerra, la de la independencia, hasta la<br />

organización nacional de la Constitución del 53. En el siglo diecinueve nuestro país<br />

intervino en conflictos internacionales como el de la Triple Alianza, aunque se trata<br />

de un caso aislado, y ya en el veinte actuó, si bien de un modo formal, como estado<br />

beligerante ya en el fin de la segunda gran guerra y finalmente en la guerra de las<br />

26 . Cf. Andrea Riccardi, “Discurso Introductoria”, Encuentro de Jerusalén, 29 de agosto de<br />

1995, cit en Marco Gallo, ob.cit., p. 60.<br />

247


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Malvinas. Las guerras civiles volvieron nuevamente, corregidas y aumentadas, al<br />

escenario social de la mano de la guerrilla en los años sesenta.<br />

Si bien no llegó a declararse un conflicto armado, los argentinos y los chilenos<br />

recuerdan el delicado momento vivido por las dos naciones en el año 1978, cuando<br />

la decidida intervención de Juan Pablo II detuvo un inminente enfrentamiento bélico<br />

entre ambos países hermanos, una locura 27 atribuible solamente a la mentalidad<br />

militarista imperante durante los años de la dictadura impuesta por las fuerzas<br />

armadas, que siguió a un periodo de creciente violencia ideológica entre facciones y<br />

que desembocó en una verdadera guerra fratricida entre argentinos 28 . Tampoco debe<br />

olvidarse su actitud solícita con motivo de la guerra de Malvinas, al visitarnos en un<br />

momento difícil de nuestra historia. Tanto en el conflicto con Chile como en la<br />

Guerra de las Malvinas, fueron difundidas diversas expresiones de fuente religiosa,<br />

entre ellas las de la conferencia episcopal, una de ellas poco conocida y peor<br />

recordada, que es una declaración conjunta entre obispos argentinos e ingleses 29 .<br />

Sobre el impacto del “Espíritu de Asís” en la Argentina, puede decirse que el<br />

mismo día de la jornada, diversas instituciones como colegios y parroquias<br />

organizaron y celebraron espacios de oración y la Comisión Justicia y Paz promovió<br />

un encuentro interreligioso sobre el significado de la paz, y el propio presidente de<br />

la nación participó de un encuentro con tal motivo. Norberto Padilla ha consignado<br />

su propia experiencia en diversas reuniones internacionales 30 .<br />

También ha sido señalada como una iniciativa de paz la firma de un documento<br />

conjunto promovido por la Secretaría de Culto entre representantes del cristianismo,<br />

el judaísmo y el Islam, como un vivo testimonio de pluralidad, inclusión y<br />

27 Sobre el conflicto y en especial sobre la mediación papal puede verse la citada obra<br />

colectiva coordinada por Marcelo Camusso y el testimonio personal de Carmelo Giaquinta en<br />

El tratado de paz y amistad entre Argentina y Chile. Como se gestó y preservó la mediación<br />

de Juan Pablo II, Bs. As., Agape, 2009, con profusa documentación sobre el caso, incluyendo<br />

instrumentos oficiales y cartas pastorales.<br />

28 Cuando el Nuncio Pío Laghi le agradeció la intervención, el Papa exclamó: “¿Pero cómo<br />

habría podido permitir que dos pueblos católicos cometiesen una locura tal?”. Cf. Andrea<br />

Riccardi, ob. cit., p. 415.<br />

29 Cf. Conferencia Episcopal Argentina, Iglesia y democracia en la Argentina, Bs. As., 2006,<br />

p. 729 ss.<br />

30 Cf. Norberto Padilla, “Asís entre nosotros”, en Marco Gallo, El espíritu de Asís… cit., p.<br />

231 y ss.<br />

248


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

convivencia alrededor de la idea fuerza del diálogo interreligioso y<br />

integrador de una buena convivencia entre los argentinos 31 .<br />

como eje<br />

Si bien algunas publicaciones como la revista Criterio y otras hicieron un<br />

tratamiento del tema conforme a su importancia, no parece haber habido todavía una<br />

reflexión teológica adecuada en las iglesias y confesiones religiosas locales. No<br />

obstante, para celebrar los 25 años de la primera reunión de Asís están previstos<br />

encuentros y celebraciones organizados de manera conjunta entre organismos como<br />

la comisión episcopal respectiva, el Seminario Rabínico Latinoamericano y la<br />

Confraternidad Argentina Judeo-cristiana.<br />

Como un organismo ejemplar en la materia del ámbito local, en Córdoba<br />

funciona el Comité Interreligioso por la Paz (Comipaz), cuya misión es promover<br />

una cultura de paz mediante el diálogo interreligioso. En el año 2005 se realizó un<br />

multitudinario Encuentro Nacional por la Paz convocado por la Comisión Episcopal<br />

de Ecumenismo, Relaciones con el Judaísmo, el Islam y las Religiones.<br />

No ha sido abundante en nuestro país la actividad promovida por las iglesias y<br />

confesiones religiosas en relación al tema de la paz. Un rastrillaje a lo largo de las<br />

últimas décadas no registra datos significativos, aunque puede anotarse que en la<br />

Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) que produjo el<br />

informe Nunca Más, conocido también como Informe Sábato, donde se mezclan las<br />

implicancias políticas y morales, en relación a la violencia armada setentista, hubo<br />

miembros de diversas religiones como Carlos Gattinoni, un obispo metodista, el<br />

obispo católico Hessayne y el rabino Marshall Meyer, pero ellos no representaron a<br />

sus respectivas confesiones.<br />

Si bien no era su misión, el documento mostró una realidad atroz pero levantó<br />

una ola de críticas al omitir toda referencia a crímenes cometidos en muchos casos<br />

por los propios desaparecidos. El terrorismo es una estructura de pecado que una<br />

porción importante de la sociedad argentina se niega todavía a admitir. El escritor<br />

Abel Posse muestra en una reciente novela una historia real de la guerra sucia 32<br />

donde se entrelazan las grandezas y las miserias propias de lo humano. En esa<br />

noche de lobos que es un escenario cuajado de dramaticidad, ambos contrincantes<br />

31 Cf. Guillermo Oliveri, “El espíritu de Asís y la experiencia de diálogo interreligioso en la<br />

Argentina”, en Marco Gallo, El espíritu de Asís…cit., 121-129.<br />

32 Cf. Abel Posse, Noche de Lobos, Bs. As., Planeta, 2001.<br />

249


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

se destrozaron sin piedad, y sus respectivas historias se entrecruzaron de una manera<br />

que denuncia la inverosimilitud del imperio de la irracionalidad.<br />

Luis Dolan, un sacerdote pasionista, Presidente de la Asociación Internacional<br />

Cultural Diálogo y uno de los impulsores del diálogo intercultural e interreligioso en<br />

el ámbito global, ha señalado el reconocido liderazgo de la República Argentina y<br />

específicamente el rol del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales<br />

(CARI), que también puede calificarse justamente de precursor en esta temática que<br />

hoy podríamos calificar de clave para nuestro tiempo 33 . Desde una perspectiva del<br />

agnosticismo deísta, con una posterior conversión al judaísmo, Carlos Escudé ha<br />

reflexionado entre nosotros sobre la violencia de raíz bíblica 34 .<br />

Es un hecho que también ha pasado relativamente desapercibida e incluso ha<br />

sido injustamente considerada la labor desarrollada por el episcopado argentino en<br />

procura de una pacificación de los espíritus o sea en un espíritu de una verdadera<br />

reconciliación, cuyo punto de partida fue Iglesia y comunidad nacional de 1981 y<br />

uno de cuyos instrumentos fue la Mesa del Diálogo Argentino, y de la que da debida<br />

cuenta una multitud de documentos que alcanzan casi ochocientos folios a lo largo<br />

de casi treinta años. En ese cometido sobresale Camino de Reconciliación, una<br />

declaración de la comisión permanente en el año 1982, y sobre todo el examen de<br />

conciencia que los obispos realizaron en el marco del jubileo en la apertura del<br />

congreso eucarístico nacional en Mendoza en el año 2000 35 .<br />

La Iglesia en la Argentina ha estado sometida a una intensa crítica por parte de<br />

grupos progresistas en las últimas décadas con respecto a su actitud ante la guerra<br />

33 Cf. Luis Dolan, “Diálogo y mediación frente a los desafíos del futuro”, en Ana Lori,<br />

Encuentros Interreligiosos en la Argentina, Bs. As., Paulinas, 1998, p. 180.<br />

34 Una visión agnóstica sobre la violencia y la religión puede verse en Carlos Escudé, La<br />

guerra de los dioses. Los mandatos bíblicos frente a la política mundial, Bs. As., Lumière,<br />

2007. Fuera de ella, y salvo la abundante literatura de naturaleza política referida al caso de la<br />

violencia setentista, casi no ha habido sin embargo una reflexión teológica sobre la guerra,<br />

con excepción de aislados trabajos referidos a la Guerra de Malvinas que fue objeto de<br />

atención sobre todo en ambientes de sensibilidad conservadora e integrista. Un análisis sobre<br />

la temática bélica puede verse también en el trabajo preparado para la Sociedad Argentina de<br />

Teología por varios profesores bajo el título “La guerra y la paz en las Sagradas Escrituras”,<br />

AAVV, Religión, justicia y paz. La Argentina y el mundo, cit., pp. 49-83.<br />

35 Cf. Conferencia Episcopal Argentina, ob. cit., pp. 723-728.<br />

250


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

civil de los años sesenta y setenta. Existe una nutrida bibliografía al respecto 36 , no<br />

exenta en demasiadas ocasiones de cierta animadversión que pone entre paréntesis la<br />

objetividad del juicio.<br />

De otra parte, no se ha producido hasta el momento un análisis correlativo sobre<br />

el comportamiento y la sensibilidad de las otras confesiones religiosas como el<br />

Islam, el budismo, el judaísmo y las iglesias evangélicas o los nuevos movimientos<br />

religiosos, respecto a esta grave y siempre dolorosa crisis de la sociedad argentina.<br />

Lo cierto es que, sea como sea, transcurridas ya varias décadas, de ella nadie parece<br />

sentirse responsable, adjudicando al adversario sus propios crímenes.<br />

Aunque imperfecta y criticada como insuficiente, esta labor del episcopado en su<br />

tratamiento de la violencia setentista quizás no haya sido todavía bien comprendida<br />

por la anteojera del prejuicio ideológico o por la ceguera del odio. Hay que admitir<br />

que hubo capellanes militares que justificaron la tortura a guerrilleros y que los<br />

montoneros que produjeron asesinatos horrendos también tuvieron su propia<br />

bendición eclesiástica en la figura de un capellán militar, y que ellos no sólo<br />

justificaron sino que fundamentaron su violencia homicida en principios de<br />

naturaleza religiosa provenientes de las corrientes más extremosas de las teologías<br />

liberacionistas.<br />

El mensaje de paz no puede desatender las exigencias de justicia, desde luego,<br />

pero tampoco las del perdón. Todavía no hemos valorado debidamente que la<br />

purificación de la memoria es la condición de la liberación 37 , para no ser presos de<br />

un odio convertido así en tan imprescriptible como los delitos que lo indujeron.<br />

El perdón, camino de la paz<br />

Cuando el mensaje cristiano se refiere a la paz, inevitablemente se plantea uno<br />

de los nudos más difíciles de desatar en la humana convivencia, pero que constituye<br />

un núcleo central de la cuestión: el perdón 38 . Sin perdón no hay paz ni en el sentido<br />

36 Uno de sus ejemplos más recientes puede leerse en: Ruben Dri, La hegemonía de los<br />

cruzados. La Iglesia católica y la dictadura militar, Bs. As., Biblos, 2011<br />

37<br />

Cf. Jean Laffitte, El perdón transfigurado, Madrid, Ediciones Internacionales<br />

Universitarias, 1999, p. 264 ss. De otra parte, Joseph Ratzinger ha reflexionado primero como<br />

teólogo y después como papa sobre las relaciones entre la religión, la justicia y la paz. Cf.<br />

Joseph Ratzinger, Iglesia y modernidad, Bs. As., Paulinas, 1992, 35-67.<br />

38 Cf. el trabajo de Jean Laffitte, cit., en sus diversos tramos.<br />

251


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

individual ni en el social. La dura cerviz humana se estrella contra esta ley moral<br />

universal. Ninguna nación puede vivir una plenitud como tal sin el perdón, y la<br />

ideología y el odio no sostienen la felicidad de un pueblo sino su perdición 39 .<br />

Por eso la purificación de la memoria es uno de los ejes sobre los cuales Juan<br />

Pablo II organizó la celebración del último año jubilar en el fin de segundo milenio<br />

de la era cristiana. La paz no es un problema de filosofía política 40 . Lo escuchó con<br />

sus propios oídos el mismo Santo Padre de miles de gargantas argentinas cuando los<br />

buenos aires de la canción estallaron como una letanía liberadora a pocos metros de<br />

donde hoy estamos, proclamando que el amor es más fuerte que el odio y que la<br />

muerte.<br />

Todos los pueblos han reconocido, más allá de los desvaríos intelectuales del<br />

racionalismo, que las religiones son las únicas capaces de brindar un sentido a la<br />

vida del hombre en la tierra, para recordarle algo que irrumpe como una paradoja:<br />

que su destino no se encuentra aquí, que lo esencial es invisible a los ojos, que en<br />

este breve pasaje -vita breve est- no está toda la verdad de su ser, de su existencia.<br />

Es esta virtud, la de su verdadera humanización, la que nos puede indicar el camino<br />

que señala el espíritu de Asís, que es el mismo camino de Shmuel Hadas, de<br />

Maimónides, de Martin Buber, del Dalai Lama y del profeta Muhammad, quien<br />

cedió la mezquita de Medina, la primera que se había construido sobre la faz de la<br />

tierra, para que los cristianos celebren la eucaristía en el Día del Señor 41 . Una<br />

sentencia clásica del budismo sobre el amor y la paz y su oppositum es posible<br />

encontrarla en el Dammapada, uno de los textos más antiguos de los Sutra en<br />

lengua Pali, que reza: “El odio jamás se calma con el odio en este mundo. Solamente<br />

se vence al odio con la no-violencia. Esta es una ley eterna” (I, 5).<br />

39 No obstante debe diferenciarse el tratamiento del perdón en sentido religioso y moral de su<br />

dimensión jurídica. Cf. Pedro Rivas, Perdón, derecho y política. Consideraciones sobre el<br />

perdón y la justicia transicional a propósito de la Truth and Reconciliation Comission, Pro<br />

manuscripto. Para el controversial caso argentino de la “guerra sucia” merecen mencionarse<br />

la iniciativa de Javier Vigo Leguizamón, explicada en Amar al enemigo. Un diálogo de<br />

reconciliación entre argentinos, Pasco, Valentín Alsina, 2001 y Setenta Veces Siete.<br />

40 Cf. Vicent Martínez Guzmán, voz “Paz”, en Adela Cortina (Dir), 10 palabras clave en<br />

Filosofía Política, Estella, Verbo Divino, 1998, p. 309 ss<br />

41 Una voz islámica claramente identificada con el ideario de una diálogo de las religiones por<br />

la paz puede encontrarse en M. Fetullah Gulen, Ensayos, perspectivas y Opiniones, Nueva<br />

Jersey, Light, 2006.<br />

252


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Sin embargo, sabemos también que la historia de las religiones está revestida de<br />

intolerancia, superstición, connivencia con poderes injustos y negación de la<br />

dignidad y libertad de las conciencias. Tampoco ha estado exenta de violencias 42 .<br />

Todos los hombres conocen la experiencia del pecado, de su infidelidad a Dios, pero<br />

también -y en esto consiste la grandiosa virtud de la religión- su capacidad de<br />

arrepentimiento y de perdón, porque también perciben sobre todo que, contra esas<br />

limitaciones y fallos, ese corazón es capaz de amor, un amor que lo redime y lo<br />

exalta por encima de su humana y limitada condición, para llevarlo a la infinitud del<br />

amor infinito de Dios, un Dios-Padre, en el que todos podemos reconocer nuestra<br />

condición de hermanos.<br />

42 Algunas guerras han pasado a la historia incluso con el nombre de “Guerras de Religión”.<br />

Cf. Georges Livet, Las guerras de religión (1559-1598), Barcelona, Oikos-Tau, 1971. Cf.<br />

también María Clara Lucchetti Bingemer, Violencia y Religión. Confrontación y diálogo, Bs.<br />

As., La Crujía, 2007. Sobre el cristianismo, ver Maria Teresa Fumagalli Beonio Brocchier,<br />

Cristianos en armas. De San Agustín al papa Wojtyla, Madrid, Miño y Dávila, 2007.<br />

253


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Comentario<br />

Gabriel Minkowicz<br />

En primer término quiero agradecer esta posibilidad de poder comentar las<br />

palabras expuestas en este simposio por mi amigo, el Dr. Roberto Bosca. Sin lugar a<br />

dudas, resulta muy difícil abordar todos los aspectos enunciados en su exposición<br />

por el Dr. Bosca. Pero, sin perjuicio de ello, desearía resaltar aunque más no sea, tan<br />

sólo uno de ellos.<br />

La paz debe ser entendida como un proceso social, inspirada en el pasaje bíblico<br />

que reza “...amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lev. 19:18). Es, en sí misma,<br />

medio y fin, poniendo su énfasis no sólo en uno, sino también en el otro, como<br />

interpretara el sabio Hilel, al sostener que una de las formas para dar cumplimiento<br />

al referido versículo lo constituye “no le hagas a tu prójimo lo que no te gusta que te<br />

hagan a ti” (Shabat 30a). Como construcción social, y con el objeto de consolidarla,<br />

la paz necesita de que se tiendan puentes, como lo hizo en su momento Samuel<br />

Hadas, Embajador de Israel ante la Santa Sede, y también Juan Pablo II en tanto<br />

Pontífice, denominación ésta que etimológicamente viene a significar “constructor<br />

de puentes”.<br />

En tal sentido, la paz es una forma de vincularse con el otro, haciendo del<br />

prójimo un próximo. Es así, como el ser humano, en tanto ser social está llamado a<br />

convivir, o mejor dicho a vivir conel otro, estableciendo puentes de comunicación,<br />

que en palabras del filósofo judío Martin Buber se da cuando esta relación cobra<br />

sentido y dimensión convirtiéndose en un diálogo significativo entre el “yo” y el<br />

“tu”.<br />

La paz requiere de una mayor osadía, valentía y grandeza que la necesaria para<br />

establecer el conflicto. De hecho el conflicto es innato en el ser humano por su<br />

misma diversidad de intereses.<br />

Es por ello, que el precepto bíblico convoca al encuentro entre los seres<br />

humanos. Propone que el hombre deje el monólogo de lado y su exclusiva auto<br />

satisfacción, para poder reconocer al otro estableciendo con él un vínculo de respeto<br />

254


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

y amor que permita encaminarse hacia la construcción de la paz. En tal sentido, es el<br />

diálogo, el intercambio de palabras, de ideas y de necesidades, las que hacen que una<br />

relación se vuelva significativa, haciéndose posible de este modo que transitando<br />

caminos de paz se establezcan puentes que permitan consolidar la paz.<br />

255


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

256


<strong>DIALOGANDO</strong> 1, N. 1, <strong>2013</strong><br />

ISSN 2347-0712<br />

El acceso a justicia:<br />

uno de los caminos para la construcción de la paz<br />

Gladys Stella Álvarez<br />

Universidad de Buenos Aires<br />

Buenos Aires<br />

El Derecho Humano a la Paz, implica el Derecho Humano al Acceso efectivo a<br />

Justicia<br />

Se ha sostenido la necesidad de aludir a esta temática bajo el rótulo acceso a<br />

justicia y no acceso a la justicia con la intención de ampliar el enfoque de este<br />

derecho, de manera tal que no connote solamente la entrada al sistema judicial sino<br />

que abarque el camino a formas desjudicializadas de resolución de conflictos 1 .<br />

Esta mirada más comprensiva tiene relación con un concepto amplio de la<br />

administración de justicia entendida como la oferta de servicios de tutela que<br />

incluyan además de la jurisdicción estatal 2 , mecanismos alternativos de resolución<br />

de disputas. El sistema de justicia ha resultado insuficiente para satisfacer la<br />

demanda de justicia de las sociedades modernas.<br />

Uno de los aspectos más importantes de la reforma judicial es el acceso efectivo<br />

a la justicia pues aún hoy, ella no puede ser alcanzada o no está disponible para un<br />

gran número de personas. El acceso a justicia tiene un lugar primordial entre los<br />

nuevos derechos individuales y sociales, ya que la sola posesión de éstos carecería<br />

de sentido si no existiesen mecanismos para su aplicación efectiva.<br />

1<br />

William Davis, Reporte Final del Primer Encuentro Interamericano sobre Resolución<br />

Alternativa de Disputas, Buenos Aires 7/10 de noviembre de 1993, editado por el National<br />

Center for State Courts y la Fundación Libra, Buenos Aires, 1994.<br />

2<br />

Justamente con el término “jurisdicción” hoy se alude al monopolio que, respecto de la<br />

resolución de conflictos, reclaman para sí los órganos estatales. La jurisdicción se encuentra<br />

vinculada con la existencia de un sistema de reglas que estereotipan los conflictos, y sólo a<br />

través de aquél, las partes deben expresar sus intereses y obtener una respuesta.<br />

257


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

En las propuestas del Plan Nacional de Reforma Judicial para la Argentina, se<br />

precisa que la terminología “acceso a la justicia” se refiere a la posibilidad de la<br />

persona física o jurídica, de actuar ante el órgano jurisdiccional. La Constitución<br />

Nacional en su art. 16 dispone que todos los habitantes son iguales ante la ley y en el<br />

art. 18 consagra el derecho de defensa en juicio.<br />

En forma similar y con mayor desarrollo, se expresa esta facultad en las<br />

constituciones provinciales. Así, podemos mencionar la Constitución de la<br />

Provincia de Córdoba, establece en el art. 49: “En ningún caso puede resultar<br />

limitado el acceso a la justicia por razones económicas. La ley establece un sistema<br />

de asistencia jurídica gratuita a tal efecto”. En este caso la provincia de Córdoba<br />

sancionó la ley N. 7982 llamada Ley de Asistencia Jurídica Gratuita que prevé en la<br />

legislación adjetiva el Beneficio de Litigar sin Gastos (arts. 101 y ss del Código<br />

Procesal Civil y Comercial de la Provincia).<br />

Por otra parte el Primer Congreso Nacional de la Defensa Oficial –Buenos Aires<br />

1996- declaró la necesidad de que cada provincia reglamente la asistencia jurídica<br />

gratuita la que debe tener una función de prevención, asesoramiento, conciliación y<br />

patrocinio letrado. De ahí surge el deber de los Estados Provinciales de reglamentar<br />

un sistema de Asistencia Jurídica Gratuita. La ley de Asistencia Jurídica Gratuita en<br />

la Provincia de Córdoba prescribe que la asistencia es prestada por el Poder Judicial<br />

a través de la Mesa de Atención Permanente y el Cuerpo de Asesores Letrados y por<br />

el Colegio de Abogados de cada circunscripción judicial brindando así una<br />

asistencia preventiva, consultiva y defensiva. Disposiciones similares encontramos<br />

en las normativas que regulan los Colegios Públicos de Abogados.<br />

En el Código Procesal Laboral de Salta se consigna que el abogado debe<br />

“patrocinar, defender, y representar a los declarados pobres, como también atender<br />

el consultorio gratuito del Colegio de la forma que establezca el reglamento interno”<br />

Asimismo se dice que “el abogado debe prestar su asesoramiento a toda persona<br />

urgida o necesitada que lo solicite, con abstracción de que sea posible o no su<br />

retribución. Le está impuesto en especial como un deber inherente a la esencia de la<br />

profesión, defender gratuitamente a personas de insuficientes recursos<br />

En la Provincia de Buenos Aires, según la ley 5177, ordenada por decreto<br />

180/97, en art. 59 se establecen obligaciones del abogado y entre ellas “patrocinar o<br />

representar a los declarados pobres en los casos que ley lo determine y atender el<br />

258


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

consultorio gratuito del colegio en la forma que establezca el reglamento interno”.<br />

Similares prescripciones encontramos en otros ordenamientos procesales del país.<br />

La propuesta elaborada en este aspecto, en el Plan Nacional de Reforma Judicial,<br />

aparece bajo el nombre de plan de Asistencia Jurídica Gratuita y persigue la<br />

prestación de servicios legales en forma organizada y eficiente. Lo cierto es que un<br />

enfoque amplio del acceso efectivo a la justicia no sólo contempla el tema de la<br />

representación jurídica o ayuda legal a cualquiera que no pueda pagar los servicios<br />

jurídicos en un caso en particular, sino que comprende la creación de alternativas<br />

que utilicen procedimientos sencillos y no formales tales como la mediación, la<br />

conciliación o el arbitraje para pequeñas causas. El ombudsman que forma parte del<br />

repertorio de mecanismos RAD es una institución que da respuesta –entre otras- a la<br />

necesidad de protección de los derechos de los ciudadanos frente a los actos de la<br />

administración estatal o gubernamental que se encontrarían en una posición análoga<br />

a la de quien haría una reclamación pequeña, para quien la demanda resulta<br />

antieconómica. Además la demanda individual podría ser ineficaz y el infractor<br />

podría no verse impedido de continuar con su conducta.<br />

Algunos autores 3 consideran que el acceso efectivo a la justicia es el “derecho<br />

humano” más fundamental, el requisito básico en un sistema legal igualitario,<br />

moderno, que pretenda garantizarlos y no solamente proclamarlos.<br />

El acceso a la justicia es el principio fundamental de todo sistema jurídico e<br />

implica no solamente que los ciudadanos puedan ejercer sus derechos, sino además,<br />

que sus conflictos sean solucionados adecuada y oportunamente.<br />

Una visión del futuro de la justicia coherente con las esperanzas de los<br />

ciudadanos que desean el mejoramiento del sistema postula que los destinatarios<br />

tendrán un abanico de opciones adecuadas, para dar atención y solución a sus<br />

conflictos - entre los cuales incluimos al juicio como último recurso 4 . Las Casas de<br />

3<br />

Mauro Cappelletti y Garth Bryant, El acceso a la justicia. La tendencia en el movimiento<br />

mundial para hacer efectivos los derechos, México, Ed. Fondo de Cultura Económica, 1ª ed.<br />

1996, p.13. Titulo original Access to Justice. A World Survey, Milán, ed.Sijthoff and<br />

Noordhoff-Alphenaandenrijn y Dott. A. Giuffrè Editore, 1ª ed. 1978.<br />

4<br />

Los tribunales no deben ser el lugar donde comience la resolución de las disputas, deben ser<br />

el lugar donde finalicen, después de haberse examinado e intentado otros métodos<br />

alternativos.<br />

259


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Justicia, los Centros de Justicia Comunitaria, los Centros de Mediación constituyen<br />

caminos fundamentales para construir una sociedad participativa que tenga como<br />

práctica la solución pacífica de sus disputas.<br />

260


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Comentario<br />

Celina A. Lértora Mendoza<br />

La Dra. Álvarez ha señalado clara y firmemente la estrecha relación entre paz y<br />

justicia. Esta relación, que puede observarse en nuestra vida cotidiana, ha sido tema<br />

reiterado de nuestros textos sagrados. La justicia es una aspiración bíblica siempre<br />

presente.<br />

Siempre además, la necesidad de justicia se vinculó con la pobreza, como signo<br />

de desamparo. Se invoca y se pide justicia ante todo para con los pobres, es decir,<br />

los débiles, los que no pueden defenderse con su propia fuerza. La responsabilidad<br />

de los hombres de dios, de los religiosos, es primera y principalmente con ellos.<br />

“Justicia, justicia buscarás” es un reclamo permanente en los profetas. Así,<br />

Amós clama justicia contra los poderosos: “vosotros, los que oprimís al pobre…”<br />

(8,4) escuchad el juicio de Dios: habrá hambre sobre toda la tierra, es decir, para<br />

todos. Anuncia justamente que les sucederá por castigo aquello que trataban de<br />

evitar con su proceder. Y antes había dicho (5,7) “¡Ay de los que convierten el juicio<br />

en ajenjo y echan por el suelo la justicia!”. Aquellos que hacen amarga la vida de<br />

los pobres con una falsa justicia, que es en realidad injusticia disfrazada, serán los<br />

más castigados por la justicia divina.<br />

En el Nuevo Testamento, los Evangelios narran diversos episodios en que Jesús<br />

se pone de parte de los pones y contra la falsa justicia de los poderosos. El texto más<br />

emblemático es el Sermón del Monte, o de las Bienaventuranzas, en que Jesús<br />

contrapone el sentido humano al divino, una especie de “juicio final” anticipado:<br />

Dios hará justicia con aquellos que sufren injustamente.<br />

En la versión de Lucas (39, 20-26), los bienaventurados son de cuatro clases: los<br />

pobres, los hambrientos, los que lloran, los maldecidos (marginados), y quienes<br />

deben temblar por sus pecados son los ricos, los hartos, los que ríen, los aplaudidos.<br />

En la versión de Mateo (5, 1-10) las clases de bienaventurados son ocho: los<br />

pobres, los mansos, los que lloran, los justos, los misericordiosos, los limpios de<br />

corazón, los pacíficos, los que padecen persecución. En este texto se introducen las<br />

261


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

categorías de justicia y paz, manteniendo, como en Lucas, la prioridad de los pobres.<br />

En relación a los justos, ellos son definidos como “los que tienen hambre y sed de<br />

justicia” y se anuncia que “ellos serán saciados”. ¿Quiénes son los que tienen<br />

hambre y sed de justicia? Está claro que no solamente quienes padecen en carne<br />

propia la injusticia, sino también aquellos que luchan por la justicia, que la buscan y<br />

la promueven, aun cuando no sean personalmente víctimas. Estos que buscan<br />

justicia son los que se enfrentan sin temor a los poderosos, y muy probablemente<br />

terminen formando parte de otro grupo de bienaventurados: “los que padecen<br />

persecución por la justicia”, es decir, los que son combatidos por los poderes del<br />

mal. Jesús anuncia que “de ellos es el reino de los cielos”. En un primer sentido, esta<br />

afirmación significaría que obtendrán en la otra vida el premio merecido que no<br />

pudieron obtener en la tierra. Pero no es solamente eso. La idea de la predicación de<br />

Jesús no es reservar la llegada del “Reino de Dios” a un futuro escatológico<br />

impreciso (aunque muchos interpretaron e interpretan todavía de este modo su<br />

mensaje). Por cierto que “mi Reino no es de este mundo”, pero no sólo en el sentido<br />

de que no es de este tiempo y de esta vida, sino y más profundamente, “no tiene que<br />

ver con el mundo” entendiendo por “mundo” las potencias del mal y del pecado.<br />

Entonces, quien lucha por la justicia, quien padece sufrimiento a causa de ella, ya<br />

está en el Reino de Dios, ahora mismo, aun cuando su plenitud se alcance al fin de<br />

los tiempos. El mensaje cristiano, rectamente entendido, nos invita y nos constriñe,<br />

como deber y como consejo evangélico, a luchar por la justicia, puesto que su fruto,<br />

como uno de los dones del Espíritu Santo, es precisamente la paz.<br />

262


SIMPOSIO<br />

“JUSTICIA, JUSTICIA BUSCARÁS”<br />

Aportes desde el diálogo interreligioso<br />

24 de octubre de 2012<br />

Museo Roca - Buenos Aires


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS -<strong>ISER</strong><br />

264


<strong>DIALOGANDO</strong> 1, N. 1, <strong>2013</strong><br />

ISSN 2347-0712<br />

Presentación<br />

Este fue el tercer encuentro que el <strong>ISER</strong> realizó. Los primeros dos fueron<br />

jornadas sobre qué paz es posible. El tema elegido para este Simposio es muy actual<br />

y vigente, e indudablemente está relacionado con los anteriores. A pesar del paso del<br />

tiempo en el cual fue dicho, hoy carecemos en muchos lugares, de justicia. Leemos<br />

en el libro de Deuteronomio 16.20: Tzedek, tzedek tirdof. “Justicia, justicia<br />

perseguirás, para que vivas, y heredes la tierra que Dios te ha dado”.<br />

La gran pregunta es por qué se repite la palabra justicia. Varias son las razones<br />

que nuestros maestros nos han dejado. La palabra justicia obedece al criterio de que<br />

la búsqueda de justicia debe hacerse por métodos justos. Esto quiere decir que de<br />

acuerdo a la ley judía, no se permiten los apremios ilegales ni las torturas ni los<br />

sobornos de ningún tipo para llegara la resolución de una causa por más urgente que<br />

sea.<br />

Según una explicación de Eben Ezra, esta duplicación enseña que esta búsqueda<br />

de justicia debe ser continua, “una vez tras otra, toda tu vida”. Para el cabalista y<br />

exegeta sefardí Rabeinu Bejaie Ben Asher, “Justicia, justicia perseguirás” explica<br />

que la búsqueda de la justicia debe ser con a palabra y con los actos. Una va<br />

concatenada con el otro. Rabán Shimón Ben Gamliel basándose en este versículo<br />

dijo: “Sobre tres cosas se sostiene el mundo: La verdad, la justicia y la paz”.<br />

El primer pilar, que según Rabán Shimón Ben Gamliél segura la estabilidad del<br />

mundo es, pues, la justicia. Si comenzamos la lectura del Génesis, veremos que<br />

hubo una época en la que la justicia estaba totalmente ausente de esta tierra: “y la<br />

tierra estaba llena de violencia”. La Humanidad no podía subsistir en esas<br />

condiciones, “y Dios le dijo a Noe: ha llegado el fin de toda carne, pues en todas<br />

partes reina la violencia: voy a destruir toda criatura viviente”. Dios a pesar de su<br />

gran dolor, destruyó a casi toda la humanidad, dejando a una familia como testigo.<br />

Hoy, todos somos descendientes de Noe y su familia. Todos, de alguna manera<br />

estuvimos allí y todos vimos el pacto de que la humanidad nunca más iba ser<br />

destruida, a través del arco iris.<br />

265


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS -<strong>ISER</strong><br />

Pero nos dejó a nosotros, el trabajo de comportarnos imitándolo a Él, es decir<br />

con justicia y equidad, para que la humanidad tenga futuro.<br />

Por otro lado, hemos usado la palabra “buscarás” en lugar de “perseguirás”,<br />

porque a la justicia hay que buscarla desde el movimiento y desde la paz.<br />

Graciela Grynberg<br />

266


<strong>DIALOGANDO</strong> 1, N. 1, <strong>2013</strong><br />

ISSN 2347-0712<br />

Poder, resistencia y justicia<br />

Mario F. Federici<br />

UBA<br />

Buenos Aires<br />

I. La democracia constitucional<br />

La democracia, como régimen político, se sustenta éticamente en su<br />

compromiso con las garantías y vigencia de las libertades (expresadas jurídicamente<br />

en los derechos) y en las capacidades para la realización del bien común público<br />

configurado por dichas libertades. Para ello se organiza mediante una estructura de<br />

organización del gobierno cuyo formato específico puede variar aunque el sentido de<br />

su funcionamiento es común y está vinculado congruentemente con la realización de<br />

aquel compromiso fundamental sobre el cual se apoya su legitimidad. Así, pueden<br />

distinguirse tres núcleos de caracteres propios que definen la democracia<br />

constitucional: Un consenso básico, un buen sistema de gobierno representativo y<br />

una sociedad justa.<br />

a. Un consenso básico constituyente<br />

Desde esa perspectiva, es correcto afirmar que las democracias se rigen sobre las<br />

bases de un consenso fundamental. La construcción formal de dicho consenso se<br />

cimenta en la voluntad constituyente del pueblo, que expresa sus convicciones en<br />

los valores y principios inmutables e inherentes a la naturaleza y dignidad de la<br />

persona humana, formulados racionalmente en reglas eficaces para regir la validez<br />

de los actos de los gobernantes. El sentido material de dicho consenso y formulación<br />

consiste en asegurar la unidad nacional y la cooperación entre los individuos y<br />

grupos que la conforman, garantizando el desarrollo de las capacidades necesarias<br />

para realizar los fines públicos comunes valiosos para el beneficio del conjunto de la<br />

sociedad.<br />

En ese marco, la Constitución Nacional es el instrumento formal donde se<br />

establecen los contenidos de ese consenso nacional, atribuyéndoles fuerza<br />

normativa para garantizar las libertades de los ciudadanos y encauzar la acción<br />

267


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

eficaz del gobierno en su gestión política y administrativa, sin alterar las<br />

instituciones, ni las formas, valores y principios que configuran el alcance del<br />

mandato constituyente para la realización del bien común público.<br />

En ese sentido, las constituciones democráticas mientras garantizan el<br />

reconocimiento de derechos y su expansión histórica, el gobernante está limitado en<br />

el alcance del ejercicio de su voluntad, que no es la suya sino la expresada mediante<br />

el imperio de la constitución, es decir, en tanto y en cuanto sus actos se ajusten a ella<br />

en el ejercicio institucional de sus funciones.<br />

b. Un buen gobierno representativo<br />

A partir de la reflexión precedente y desde la teoría de la democracia, la idea del<br />

buen gobierno puede racionalizarse sintéticamente en dos conceptos: Eficacia y<br />

Legitimidad en el ejercicio de sus funciones e implementación de sus actos y<br />

decisiones.<br />

Esas son las premisas que en las democracias determinan el encuentro entre las<br />

capacidades y los comportamientos de los gobernantes y prácticas constitucionales<br />

con la Justicia:<br />

- Eficacia: entendida como las capacidades necesarias para aplicar<br />

adecuadamente los recursos públicos, en el sentido de formular y realizar las<br />

respuestas razonables a las necesidades y demandas de la sociedad.<br />

Sin embargo, aun siendo la eficacia una de las premisas necesarias del<br />

funcionamiento y estabilidad de la democracia constitucional, ella debe estar<br />

asimismo sustentada en la razonabilidad de los fines y medios que a ellos aplica, con<br />

los valores y principios del Estado de Derecho democrático. En este sentido, la<br />

razonabilidad se erige en la medida de la legitimidad requerida a todos los actos del<br />

gobierno.<br />

- Legitimidad: entendida como la manifestación del reconocimiento racional de<br />

la confianza de la sociedad en el gobierno y en el funcionamiento del sistema<br />

institucional. Su fundamento se encuentra siempre en el plexo de los valores<br />

compartidos que determinan los fines buscados y los procedimientos seguidos. En<br />

este sentido, la legitimidad es la condición esencial sobre la cual se sostiene<br />

éticamente la autoridad y las capacidades de los gobiernos y los regímenes<br />

268


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

democráticos para justificar su existencia y asegurar un escenario de paz y armonía<br />

social, que son los elementos de la concordia social.<br />

c. Una sociedad justa<br />

La sociedad justa es siempre el resultado de una construcción política respetuosa<br />

de las libertades. En este marco, las razones del gobierno y la eficacia de sus actos<br />

deben ser siempre razones y actos limitados por la fuerza normativa de la<br />

supremacía constitucional, en el estricto sentido tomista de ratione regulata, referida<br />

a los principios rectores (quantum ad vim directivam) a los que está sometido, ética<br />

y jurídicamente, en función de su propio origen derivado (constituido) de aquella.<br />

Precisamente, la independencia judicial está sustentada en su función de garantía<br />

de realización de esa vinculación fundamental con lo justo constitucional, sin<br />

condicionamientos o presiones políticas, ni compulsiones morales de ningún tipo,<br />

frente a quienes detentan la responsabilidad de formular e implementar las leyes y<br />

las políticas públicas.<br />

En ese sentido, la injusticia comienza, en el plano jurídico-político de la<br />

democracia constitucional, en el momento cuando la razón del gobierno busca<br />

desligarse de los vínculos que la subordinan a esas directivas constituyentes<br />

superiores, confrontando con el consenso e introduciendo las desarmonías que<br />

alimentan la discordia. Contrariamente, la concordia social es la prueba del<br />

encuentro de la sociedad con la justicia, de la mano de sus gobernantes.<br />

II. El poder y la resistencia<br />

El concepto de poder podemos entenderlo desde dos perspectivas:<br />

1. Como capacidad y fuerza de imponer<br />

2. Como capacidad y fuerza de resistir<br />

I. El mismo esquema de análisis puede emplearse para comprender el concepto<br />

de derecho:<br />

1. El derecho como facultad para exigir (el ejercicio y goce de la libertad)<br />

2. El derecho como límite (al abuso del ejercicio de una capacidad)<br />

269


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Sin entrar en el análisis detallado de estas relaciones muy complejas, su mención<br />

puede justificarse en la medida que permite comprender el significado del derecho<br />

constitucional desde una perspectiva más amplia que el simple reparto de<br />

atribuciones o el solo límite al poder de imposición del gobernante. En efecto, desde<br />

esas visiones, el concepto de resistencia puede presentarse aquí también como un<br />

poder constitucional articulador de lo político y lo jurídico. En otras palabras, el<br />

poder de resistencia puede así comprenderse como un eslabón de ajuste sistémico<br />

inorgánico y garantía de la legitimidad constitucional.<br />

II. A partir de ese marco, podemos avanzar y preguntarnos: ¿en qué consiste más<br />

específicamente el problema de la resistencia?<br />

Desde una perspectiva de filosofía del derecho, el concepto de resistencia puede<br />

comprenderse como una acción que se propone rechazar una fuerza opuesta<br />

(personas, grupos, instituciones o sistemas) y que su justificación esencial reside en<br />

defender, conservar y/o proteger un bien valioso (llamémoslo aquí “justo”) que se<br />

considera amenazado o alterado. En este sentido, la resistencia implica un proceso o<br />

conjunto de acciones dirigidas al rechazo o restablecimiento hacia un fin justo.<br />

Esta idea, sin embargo, plantea el inconveniente que puede entenderse<br />

exclusivamente como la expresión de un propósito negativo: Es decir: rechazar, o<br />

sea, ir en contra de un cambio.<br />

Por lo tanto, la resistencia plantea necesariamente el desafío de su justificación<br />

en el plano ético-político:<br />

- En este sentido, la resistencia puede justificarse en la medida de su congruencia<br />

con la representación colectiva de impedir la clausura de espacios de libertad.<br />

Pero la resistencia no se configura exclusivamente como un tipo de reacción<br />

conservadora enfrentada a pretensiones de cambio que buscan imponer nuevas<br />

configuraciones (arbitrarias) de la realidad.<br />

- Es decir, la resistencia también puede concebirse como una acción positiva que<br />

pretende transformar o desplazar o sustituir un estado de cosas arbitrarias o<br />

establecidas arbitrariamente:<br />

270


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

En consecuencia, la resistencia también puede expresar un propósito positivo sin<br />

necesariamente proponer un ruptura. Es decir, promover o buscar un cambio que<br />

transforme la realidad actual y persiga reabrir espacios de libertad (Las revoluciones<br />

en Inglaterra hasta fines del siglo XVII por ejemplo, fueron siempre del primer tipo,<br />

conservadoras, en el sentido de reponer condiciones preexistentes más justas, en<br />

contraste con la Revolución Francesa o la Norteamericana, que consistieron en<br />

ruptura y sustitución del régimen antiguo por uno nuevo).<br />

III. No tenemos tiempo aquí para profundizar una clasificación sobre las diversas<br />

formas de resistencia, que van desde la sublevación (desobediencia interna que no<br />

busca sustituir el orden existente ni los instrumentos o propósitos de ese orden sino<br />

las personas que lo conducen); la revolución (que busca precisamente la ruptura y<br />

sustitución del orden preexistente por uno radicalmente nuevo); o la protesta y/o<br />

movilización (que no busca cambiar sistemas ni siquiera personas sino actitudes,<br />

estilos, situaciones, decisiones y políticas puntuales, etc.).<br />

IV. Sin embargo, lo que tal vez sea oportuno en esta exposición es mencionar<br />

ciertas cuestiones relativas a la justificación de la resistencia: ¿Qué es lo que la<br />

justifica?<br />

Sintéticamente, la búsqueda de justificación de la resistencia nos lleva<br />

inexorablemente hacia el problema de la justicia, o tal vez mejor planteado: de la<br />

injusticia<br />

La injusticia puede comprenderse, desde el concepto de resistencia que nos<br />

ocupa, como siendo la expresión de un poder que actúa como fuente de ignición<br />

para poner en marcha un proceso complejo de construcción de un contra-poder a fin<br />

de lograr la remisión de lo injusto.<br />

En este sentido, la resistencia se expresa como un poder, es decir, un poder que<br />

resiste la pretensión de aquel otro que pretende impone lo injusto.<br />

Es claro que no puede justificarse cualquier resistencia: sino aquella opuesta a<br />

una violencia suficiente y recalcitrante que pretende paralizar y enmudecer las<br />

libertades:<br />

- En este sentido, la legitimación de la resistencia resulta un deber de<br />

responsabilidad colectiva frente a una configuración injusta de la realidad que es<br />

271


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

incapaz de garantizar la unidad y convivencia pacífica en la diversidad; que es<br />

incapaz de garantizar la seguridad individual; que es incapaz de impedir la<br />

corrupción y el bienestar; que es incapaz de reconocer las demandas de los<br />

ciudadanos. En fin, cuando los comportamientos del sistema imperante es incapaz<br />

de ponderar el valor de la dignidad y la libertad.<br />

De esta forma, la resistencia será legítima si se enfrenta a todo hecho, persona o<br />

sistema que impide la búsqueda de soluciones comunes; cuando se enfrenta a toda<br />

violencia, sea que esta se presente como vis absoluta o como vis compulsiva, para<br />

impedir que se instale en los límites desde donde es imposible retrotraerla; cuando<br />

las reclamaciones carecen de sentido por el agotamiento de las prevenciones previas.<br />

V. La resistencia aparece entonces como un deber de actitud crítica a partir de<br />

valoraciones cívicas. No tiene porque ser violenta, pero expresa siempre un<br />

descontento, es decir, un malestar, que puede ser más o menos específico o más o<br />

menos difuso.<br />

En el mundo de la política, la resistencia necesita justificarse éticamente,<br />

manifestándose en un encuentro de lo individual con lo colectivo, en una<br />

concordancia inexorablemente de la voluntad individual con la posición y la<br />

voluntad del otro y así tender a la reconstrucción de aperturas hacia los espacios de<br />

libertad inexistentes, amenazados o arrebatados. En este sentido, si dicha acción se<br />

caracteriza exclusivamente por “ir en contra de”, sin un propósito de abrir esos<br />

espacios de libertad concordantes con la relevancia otorgada desde las voluntades y<br />

propósitos coincidentes de los otros, difícilmente alcanzará la necesaria comprensión<br />

y justificación ética, en especial en las sociedades democráticas.<br />

Por lo tanto, la resistencia no es nunca un acto irreflexivo ni prematuro, sino la<br />

resultante de un estado de cosas complejo que alcanza un punto de agotamiento de la<br />

conciencia cívica individual y que se manifiesta colectivamente para reclamar un<br />

cambio: en las leyes, las actitudes y comportamientos, etc. Por eso tampoco es una<br />

manifestación de intereses particulares ni de concepciones ideológicas o sociales<br />

específicas, ni tampoco de una expresión política orgánica, sino una expresión de<br />

reclamo de ideas y principios comunes de justicia, que pueden ser incluso variados<br />

pero que permanecen siempre subyacentes en toda comunidad que busca mantenerse<br />

ordenada en las libertades de la democracia constitucional.<br />

272


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

En conclusión, la resistencia no solo se justifica rechazando la arbitrariedad sino<br />

cuando además se completa impulsando la construcción de los espacios de<br />

libertad impedidos por aquella. Recién entonces la resistencia asume su sentido<br />

liberador, sin consumirse a sí misma en una mera victimización carente de<br />

horizontes de mayor esperanza. En consecuencia, no es exagerado afirmar que en la<br />

persistencia de la búsqueda de esos horizontes es donde los pueblos expresan las<br />

fuerzas y compromisos para restablecer sus propósitos de encuentro con la justicia.<br />

273


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Comentario<br />

Aldo Ranieri<br />

Introducción<br />

Le agradecemos al señor Dr. Prof. Mario Federici su exposición de notable nivel<br />

académico. En su progresión compacta y lógica, ella manifiesta la lucidez del<br />

pensamiento del autor en el análisis de tensiones sociales que, aprovechadas con<br />

fines sectoriales, terminan con poner en juego la posibilidad misma de la<br />

convivencia democrática. Sin lugar a dudas, el interés de los temas tratados es<br />

extremado e imperecedero. Testigo de esto, sea la historia entera de la humanidad.<br />

Presento entonces al principio, una breve síntesis de la exposición, síntesis que<br />

puede resultar muy acotada, pero que me es útil para un comentario que corrobore la<br />

validez del pensamiento de Dr. Federici desde algunos momentos de la historia<br />

concreta, en este caso la del anarquismo español desde el 1869 hasta el 1923 1 . Dado<br />

el interés en reflexiones interreligiosas de nuestro grupo <strong>ISER</strong>, terminaré con<br />

algunas reflexiones que sobre estos temas sugiere el texto bíblico, primer y segundo<br />

Testamento.<br />

La síntesis<br />

Una actitud de negación de parte de la dirigencia en relación al descontento del<br />

pueblo produce la profundización de la protesta, que lleva a la ruptura del vínculo de<br />

confianza entre gobernantes y pueblo, eliminando la posibilidad de colaboración. El<br />

poder, entonces, ensimismado, se aísla, apareciendo sólo como capacidad de<br />

imponer y, por ende, genera sólo la capacidad de resistir. Esta resistencia evidencia<br />

el poder de la injusticia, y se reviste del carácter de sublevación y desobediencia<br />

interna a un sistema que se ha vuelto ilegítimo. Entra aquí el derecho constitucional<br />

como límite al abuso de poder, por un lado, y como instancia de legitimar la<br />

resistencia, por el otro, cuando invita a concordar voluntades y posiciones de los<br />

1<br />

José Peirats, Los anarquistas en la crisis política española (1869 – 1939), 1era edición<br />

Buenos Aires, Libros de Anarres, 2006.<br />

En las páginas que siguen cito muchas veces a la letra el texto del Peirats.<br />

274


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

actores intervinientes, con el fin de operar nuevas aperturas hacia espacios de<br />

libertad inexistentes, pero posibles.<br />

Prólogo al comentario<br />

Antes que nada, propongo tomar conocimiento de las siglas de las instituciones<br />

que intervienen en este breve lapso de historia española.<br />

La Sección Española de la Primera Internacional (1869) fue un movimiento<br />

obrero de tendencia anarquista. Declarada fuera de ley en 1872, sigue su vida<br />

clandestina hasta emerger como Pacto de Unión y Solidaridad (1896), después como<br />

Solidaridad Obrera hasta llegar en 1909 a Confederación Nacional de Trabajo<br />

(CNT). En las primeras dos décadas del siglo XX el movimiento decae por crisis<br />

internas (escisión de elementos autoritarios adictos a la política de de la revolución<br />

rusa 1917), por la clandestinidad forzada y de las fuertes represiones<br />

El comentario<br />

En 1882 el movimiento obrero de tendencia anarquista, en Andalucía, se había<br />

organizado con un cierto rigor sistemático.<br />

En ese mismo año tuvo lugar la insurrección campesina de Jerez de la frontera.<br />

Más de cuatro mil campesinos tomaron por asalto la ciudad al grito de “Viva la<br />

anarquía” Fue un acto de soñadores. Con palos y hoces querían vencer a los señores<br />

de Jerez que vivían bien guardados de sus tierras, sin verlas siquiera, mientras ellos<br />

que las labraban apenas si podían comer.<br />

La respuesta del gobierno (grosso modo monarquía y clases burguesas) fue<br />

inmediata: el anarquista Fermín Salvochea, a pesar de que estuviera en a cárcel, fue<br />

declarado responsable y condenado a doce años de presidio. Fueron además<br />

condenados a muerte cuatro campesinos y otros dieciocho sentenciados s cadena<br />

perpetua.<br />

En represalia de las ejecuciones de Jerez de la Frontera, en Barcelona, en el<br />

mismo año fueron arrojadas dos bombas, una contra un general, autor de las<br />

ejecuciones, otra en el aristocrático Teatro del Liceo barcelonés. Hubo veinte<br />

muertos.<br />

275


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Seis anarquistas fueron condenados a muerte. El hijo de uno de ellos recibe esta<br />

carta de su padre. “Puede que mañana alguien te diga que tu padre fue un criminal.<br />

Dile en voz alta que fue inocente del crimen que se le imputó. .... Que no te amilane<br />

el fin de tu padre, antes bien que te sirva de estímulo para difundir por todas partes<br />

los principios a los cuales ofrezco mi vida...” El muchacho debía morir asesinado<br />

por bandas de pistoleros, al servicio de la patronal y del gobierno del virrey, pocos<br />

años después.<br />

En junio de 1896, también en Barcelona, dos bombas fueron arrojadas en medio<br />

de una procesión en la que desfilaba el capitán general. Hubo varias víctimas y el<br />

gobierno se libró a una tan feroz como ciega represión. Es el negro capítulo de los<br />

martirios de Montjuich.<br />

En 1907 la federación local de Barcelona, denominada Solidaridad Obrera, se<br />

constituyó en Federación Nacional. El gobierno, por su parte, ya tenía sus planes<br />

para poner en jaque este renacimiento político y social de Cataluña. En ocasión de<br />

una huelga general declarada por Solidaridad Obrera como protesta por la<br />

movilización de reservistas, declarada por el gobierno en séquito al desastre de<br />

Barranco del Lobo en Marruecos, el pueblo levantó barricadas e incendió 17<br />

iglesias, 23 conventos y otros establecimientos religiosos. La prensa oficial se libró a<br />

una grosera campaña de difamación antipopular. De pronto, se apuntó la<br />

responsabilidad a Francisco Ferrer, fundador y director de la Escuela Moderna. Éste<br />

revolucionario convencido, había llegado a Barcelona a primeros de siglo y se había<br />

propuesto hacer la revolución en dos amplios frentes: en el plano social mediante la<br />

huelga general; en el plano pedagógico cultural por medio de al enseñanza<br />

racionalista y la divulgación de la ciencia positivista. En 1901 había así fundado la<br />

primera Escuela Moderna en Barcelona. Su iniciativa había sembrado, por su<br />

profundidad revolucionaria, la alarma entre los elementos gubernamentales y<br />

clericales. Declarado responsable del motín, fue condenado a muerte como estaba<br />

prefijado, y ejecutado el 13 de octubre de ese mismo año, junto con varios oscuros<br />

ciudadanos, fusilados para suavizar el mal efecto del asesinado de Ferrer.<br />

En 1909 la organización Solidaridad Obrera convocó a un congreso nacional en<br />

Barcelona. Se dieron cuenta de que la causa del asesinado de Ferrer y sus<br />

compañeros había sido la ausencia de una organización obrera de carácter nacional.<br />

Nació así la Confederación Nacional del trabajo (CNT) en el congreso llamado<br />

“Congreso de Bellas Artes” en 1910. El Congreso de Bellas Artes definió el<br />

sindicalismo “como medio de lucha […] para recabar [...] todas aquellas ventajas<br />

276


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

que permitan a la clase obrera poder intensificar la lucha del presente estado de<br />

cosas a fin de conseguir [...] la emancipación integral de la clase obrera...”. Pocos<br />

años después, la CNT había rebasado el millón de afiliados. El 21 de febrero de<br />

1918 se produce una de las huelgas generales más perfectas contra la poderosa<br />

compañía La Canadiense, de capitales norteamericanos. Fue un movimiento<br />

unánime y disciplinado que sobrecogió de pánico la burguesía y el gobierno que<br />

reaccionaron en forma violenta. Frente al temible sindicato único se puso en pié la<br />

Federación patronal que dio origen al “pistolerismo”, grupos de elementos del bajo<br />

fondo barcelonés, armados de pistola, para batir por todos los medios tan tremendo<br />

adversario. Según Farré Morego (Los atentados sociales en España) desde 1917 a<br />

1922 se cometieron 1472 atentados. Miguel Sastre (La esclavitud moderna) los<br />

eleva a 1012, de los que fueron víctimas 753 obreros, 1112 policías, 95 patronos y<br />

52 capataces. Ramón Rucabado (En torno al sindicalismo) señala 1207, y,<br />

finalmente, según la fuente oficial (José Pemartín: Los valores históricos de la<br />

dictadura española), de 1918 a 1923 se produjeron en Barcelona 843 atentados y<br />

1259 en toda España.<br />

Pongo aquí un punto final a esta lista de muertes violentas, aunque los años<br />

siguientes vieron más desolación y más asesinatos. Fueron años de descontento<br />

social frente a la injusticia y al arbitrio del poder, años de de rebelión y represión<br />

que entraron en resonancia con oscilaciones siempre mayores hasta al descalabro de<br />

la guerra civil española del 1936-39.<br />

Frente a este martirologio y extrapolando a toda la historia de la humanidad este<br />

breve tramo local y cronológico, la pregunta lógica es: ¿por qué al ser humano le<br />

cuesta tanto entender que la justicia es fruto de la solidaridad. Parece que no sean<br />

suficientes los códigos, leyes escritas en libros, que definen derechos y deberes, para<br />

lograr la paz social.<br />

En el Primer Testamento, cuando se llega a los penosos años del exilio: 722aC<br />

destrucción de Samaría, por obra de los Asirios, con la desaparición de las diez<br />

tribus del norte; 586-82 aC destrucción de Jerusalén con la deportación de la tribu de<br />

Judá, aparecen dos grandes profetas, uno en Babilonia, Ezequiel, y el otro en<br />

Jerusalén, Jeremías. Ambos enuncian una profunda reflexión del Señor frente al<br />

desastre de su pueblo: la Ley de Moisés, escrita en tablas de piedra, no había sido<br />

suficiente para evitar el desastre de las tribus. Entonces, dice el texto: “... pondré mi<br />

Ley en su interior y en sus corazones la escribiré, y Yo seré su Dios y ellos serán mi<br />

pueblo” (Jr 31, 33b). El profeta Ezequiel añade una expresión importante: “...<br />

277


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

infundiré en Uds. un espíritu nuevo, quitaré de su carne el corazón de piedra...<br />

Infundiré mi espíritu en Uds. y haré que se conduzcan según mis preceptos y<br />

observen y practiquen mis normas.” Ez 36, 26-27). En los evangelios, esta doble<br />

profecía se realiza en la resurrección de Jesús. Ésta es un volver del reino de la<br />

muerte en el sentido que realiza la efusión del Espíritu del Señor en el corazón de<br />

toda la humanidad. La fiesta de la efusión del Espíritu (Pentecostés) interpreta el<br />

sentido de la Resurrección de Jesús (Pascua) como dice Pedro en su primer discurso<br />

en Jerusalén: “A este Jesús, Dios le resucitó..., así pues exaltado por la diestra de<br />

Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y ha derramado lo que Uds.<br />

ahora ven y oyen.” (Hch 2, 32-33).<br />

278


<strong>DIALOGANDO</strong> 1, N. 1, <strong>2013</strong><br />

ISSN 2347-0712<br />

Reflexiones sobre la Ética pública<br />

Pedro José Jorge Coviello<br />

Universidad Católica Argentina<br />

Buenos Aires<br />

Una realidad que muestran los distintos países en los últimos tiempos es la<br />

exigencia cada vez mayor de la observancia de la ética pública, de la que nunca<br />

como en los últimos decenios se ha escrito e insistido tanto 1 .<br />

Su tratamiento en general va acompañado por el de uno de sus notables defectos<br />

que es la corrupción 2 . Ésta, ciertamente, mucho tiene que ver con el tema, pero la<br />

ética pública no abarca exclusivamente la corrupción. Hay acciones que pueden<br />

merecer reparo ético, pero no lleva necesariamente a reprocharlas como corruptas.<br />

Es más, pretender que la ética pública se limite sólo a la Administración Pública,<br />

implicaría una visión demasiado estrecha que iría en su desmedro, puesto que<br />

dejaría vacías otras manifestaciones no menos importantes, como luego se verá.<br />

La ética pública es la raíz nutricia, el alma que da razón al ser del Estado y a su<br />

buen funcionamiento, o, utilizando palabras de la Constitución italiana, en su art. 97,<br />

del “buon andamento e l’imparzialità dell’ amministrazione”. No hay república sin<br />

moral, puesto que el bienestar material de los integrantes de la comunidad estatal no<br />

es suficiente. Un Estado sin moral degenera en dictadura o en tiranía.<br />

1<br />

Jaime Rodríguez-Arana Muñoz, Ética, poder y Estado, Buenos Aires, Ediciones Rap, 2004,<br />

p. 26 ss. Ivanega, Miriam Mabel: Cuestiones de potestad disciplinaria y derecho de defensa,<br />

Buenos Aires, Ediciones Rap, 2010, p. 24 ss. Debo advertir que en este trabajo he hecho<br />

algunas referencias al Derecho Administrativo, puesto que inicialmente lo escribí teniendo en<br />

miras el reflejo de la ética pública en él. Sin embargo, el contenido del texto que presento no<br />

se ciñe exclusivamente a esa rama jurídica. Es más, tiene un contenido cívico amplio, útil a<br />

todo habitante o ciudadano “de buena voluntad”.<br />

2<br />

Por ejemplo, en el excelente estudio de Óscar Diego Bautista, Ética para corruptos. Una<br />

forma de prevenir la corrupción en los gobiernos y administraciones públicas, Madrid,<br />

Desclée de Brouwer, 2009, el título desvía la atención directamente hacia la corrupción,<br />

aunque concluye en los últimos tramos de su excelente obra señalando los pasos docentes<br />

para tratar de erradicarla.<br />

269


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

I. Ética pública: ¿una ética distinta? ¿Ética pública vs. etica privada?<br />

Sin pretender introducirme en los ámbitos propios de los filósofos, tendré<br />

sinónimas ética y moral 3 -aunque quienes con preciosismo profundizaron el tema,<br />

han expuesto sobre las distinciones desde su etimología griega (que puede ser êthos<br />

o éthos) o latina (mos, mores) 4 -.<br />

La ética es una ciencia práctica que tiende a procurar “el bien puro y simple del<br />

hombre”, y no apunta a la perfección de la obra, sino a la “bondad o perfección<br />

misma del hombre” 5 ; también se la ha llamado “la ciencia de las leyes ideales de la<br />

actividad libre del hombre”, que trata del empleo que debe hacer el hombre para<br />

conseguir su último fin 6 .<br />

Mas la ética no se limita exclusivamente al ser humano en sí, más allá de que<br />

enfoca primeramente a la persona y su realidad ontológica. Abarca también la propia<br />

esencia de la actuación estatal en punto a coadyuvar para que la persona pueda<br />

lograr sus fines existenciales (que abarcan aparte del fin último, los fines<br />

intermedios que están enderezados a éste). Los fines existenciales, denominación<br />

que engloba el fin trascendente y el fin inmanente o secundario del ser humano 7 , son<br />

los que dan su razón a toda ciencia e institución humanas y fijan el marco de<br />

actuación de los poderes públicos, sea en sentido positivo como negativo. Apartarse<br />

de ellos significaría quitar toda base ética a la ciencia y al ejercicio del poder.<br />

Por ello Maritain pudo sostener que “La política es una rama de la ética” 8 . De<br />

modo que la ética es la que en el orden de las cosas se encuentra presente en la<br />

3<br />

Jacques Maritain, Introducción general a la filosofía, trad. esp. de la 8ª ed. fr., Buenos<br />

Aires, Club de Lectores, 1949, p. 229 ss; Régis Jolivet, Tratado de Filosofía. IV Moral,<br />

Buenos Aires, Lohlé, 1962 (trad. de la 5ª ed. francesa), p. 9. Millán Puelles, Antonio:<br />

Fundamentos de filosofía, 4ª ed., Madrid, Rialp, 1966, pp. 609-610.<br />

4<br />

José Luis Aranguren, Ética, 7ª ed., Madrid, Alianza, 1981, p. 19 ss.<br />

5<br />

Maritain, Introducción …, cit., pp. 209-210.<br />

6<br />

Jolivet, Tratado … Moral …, cit., p.14<br />

7<br />

Se recoge aquí la denominación que da Johannes Messner, en su Ética social, política y<br />

económica a la luz del Derecho Natural, trad. esp., Madrid, Rialp, 1967, p. 39 ss.<br />

8<br />

Jacques Maritain, El hombre y el Estado, trad. esp., Buenos Aires, Kraft, 1952, p. 77;<br />

Rodolfo Rivarola, La Constitución Argentina y sus principios de ética política, Rosario,<br />

Editorial Rosario, 1944, p. 8 ss.<br />

270


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

propia naturaleza de la actividad estatal. Si se la deja de lado, la acción política (lato<br />

sensu) semejaría a una campana sin badajo.<br />

Así, cuando pregonamos la defensa de los valores del Estado de Derecho 9 como<br />

resumen modélico 10 y norte al que deben dirigir su rumbo el Estado, de lo que se<br />

está hablando es de “aquel que sirve a los valores éticos del Derecho mediante<br />

técnicas que están íntimamente vinculadas a los valores de justicia y seguridad que<br />

el Derecho debe realizar como instrumento de la vida humana en el orden social, o<br />

como definidor del orden de la convivencia humana en una comunidad política.<br />

Supone, pues, la respuesta al problema del equilibrio de los impulsos del poder y la<br />

libertad dentro del orden” 11 .<br />

Obsérvese que si bien la actividad estatal está enmarcada por el Derecho, puesto<br />

que no otra cosa es el Estado de Derecho, de lo que se está hablando es de un orden<br />

ético, que se exige a quienes actúan y expresan la voluntad estatal. Por lo tanto el<br />

comportamiento ético estatal será el de las personas que forman parte de la<br />

organización de sus poderes y entidades.<br />

1. Ahora bien, si rotulamos a esa ética de la acción estatal como ética pública,<br />

¿estaremos hablando de una ética diversa de la ética en general?<br />

9<br />

Si se quiere, puede hacerse también mención del término en boga Estado Constitucional de<br />

Derecho, que en esencia es, a mi entender, matices más, matices menos, lo mismo. Ello,<br />

cuanto menos, para la concepción que en nuestro país se tiene de la sustancia normativa de la<br />

Constitución como norma suprema y del control de constitucionalidad que ejercen los jueces<br />

sobre las leyes. Ver al respecto: Meter Häberle, El Estado Constitucional, trad. esp., Buenos<br />

Aires, Astrea, 2001, p. 81 ss; Rodolfo Luis Vigo, “Del Estado de Derecho Legal al Estado de<br />

Derecho Constitucional, LL 2010-A-1165; José Luis Cea Egaña, “Estado constitucional de<br />

derecho, nuevo paradigma jurídico, Anuario de Derecho Constitucional, t. I-2005,<br />

Montevideo, Konrad Adenauer Stiftung, 2005, p. 43 ss.<br />

10<br />

La posición crítica de Alejandro Nieto plasmada en una reciente monografía publicada en<br />

Internet por la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, del 1/3/2011, titulada “Los<br />

supuestos valores de la Administración Pública”, aunque se observen motivos razonables<br />

frente a algunos temores sobre el mal uso “perverso” de los valores, como los cataloga, me<br />

parecen pesimistas y exagerados. A dichas consideraciones me atrevo a contraponer y afirmar<br />

los valores y las virtudes como forma de asegurar la vigencia del Estado de Derecho.<br />

11<br />

Luis Sánchez Agesta, Principios de teoría política, 6º ed., Madrid, Editora Nacional, 1979,<br />

p. 151.<br />

271


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

En nuestros menesteres descubrimos distintas “éticas”, una de cuyas<br />

manifestaciones, es la deontología de las profesiones, entre ellas, los códigos de<br />

ética de los abogados. Ahora bien, es evidente que ellas se nutren de principios<br />

característicos del ámbito descrito por la específica ética. Pero basta rasgar el texto<br />

para advertir que el sustrato es común a cualquier ética: la verdad, el honor, la<br />

lealtad, la buena fe, etc., son manifestaciones comunes a todas sus especificidades.<br />

Por supuesto, en ellas habrá aspectos que interesarán menos que a otras, y, en todo<br />

caso, existirán facetas que hasta para el Derecho carecerán de relevancia 12 .<br />

En definitiva, adhiero a la idea de que una es la ética, como una es la persona 13 .<br />

En consecuencia, otro tanto ocurre con la ética de la función pública. No se trata de<br />

una ética basada en principios propios, desgajada de la ética general (o Ética), sino<br />

que en ella encuentra su razón.<br />

2. Las exigencias de la ética pública no son las mismas para todas las jerarquías<br />

de funcionarios o empleados públicos (de cualquiera de los tres poderes o de los<br />

12<br />

Hay que tener presente que al Derecho, aunque esté cimentado en la moral, no le interesa<br />

primordialmente sino el comportamiento externo de las personas, o, en todo caso, la<br />

intencionalidad que produzca consecuencias exteriores. Ello es en principio cierto en la<br />

medida que el Derecho toma determinadas manifestaciones o acciones de las personas como<br />

relevantes en un momento histórico dado. Lo que pudo ser indiferente al Derecho -entendido<br />

como relevante para la comunidad política-, con el tiempo pudo cobrar importancia.<br />

El Derecho está en el orden moral, orden en el que se desarrollan las relaciones humanas. Si<br />

bien la moral busca la perfección individual y social del ser humano, y como hemos dicho, el<br />

Derecho posee un fundamento moral, su esfera es la acción humana, su ámbito externo. De<br />

allí que tradicionalmente se haya señalado que una de las características de la ley -lato sensu<br />

termino- es la exterioridad (Giuseppe Graneris, Contribución tomista a la filosofía del<br />

derecho, trad. esp. de Celina Ana Lértora Mendoza, Buenos Aires, EUDEBA, 1978, p. 40.<br />

Este tema lo traté en: “¿El Derecho: norma o realidad moral? A propósito de la tesis de<br />

Michel Villey, en Prudentia Iuris, Revista de la Facultad de Derecho de la Pontificia<br />

Universidad Católica Argentina, N. 29, junio de 1992.<br />

13<br />

Modesto Santos, “¿Unidad o fragmentación de la ética? Análisis, valoración y prospectiva<br />

de algunos modelos éticos actuales”, en P. Pérez Lizarbe, R. Lázaro (eds.), Verdad, bien y<br />

belleza. Cuando los filósofos hablan de valores, Pamplona, Servicio de publicaciones de la<br />

Universidad de Navarra. Cuadernos de Anuario Filosófico. Serie Universitaria N. 103, 2000,<br />

p. 87 ss; Tomás Alvira, “Libertad moral y unidad del hombre”, en Anuario Filosófico,<br />

Universidad de Navarra, vol. 13, N. 2, 1980, p. 173 ss; Rodríguez-Arana Muñoz, Ética, poder<br />

y Estado, cit., p. 21.<br />

272


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

comúnmente denominados “extra-poder”). En este sentido, cuando se trata del<br />

empleado o funcionario público se debe tener en cuenta en qué grado de la escala<br />

jerárquica él se encuentra, puesto que, vg., no es posible exigir el mismo<br />

compromiso ético a un magistrado judicial que a un empleado de las últimos niveles<br />

escafonarios. Ello es, en principio, lógico porque a mayor jerarquía mayor<br />

responsabilidad 14 . Igualmente, el comportamiento en la vida privada podrá tener<br />

mayor o menor importancia, que interesará en la medida que se extrapole al<br />

cumplimiento de la función (sostener lo contrario podría en algunos casos a erigirse<br />

en hipocresía).<br />

Si, entonces, es una la ética, no puede predicarse que la ética pública y la ética<br />

privada comporten ámbitos estancos el uno del otro 15 . En ese orden, configuran éstas<br />

un solo plano nivelador de conductas, en el que unas tienen más relevancia que otras<br />

para admitir el juicio moral de otros, en nuestro caso, del pueblo. La realidad<br />

muestra que la vida privada de los funcionarios y políticos no resulta indiferente; sin<br />

embargo, no toda la vida privada del funcionario importa: la reserva del art. 19 de la<br />

Constitución Nacional es la pauta certera, puesto que hay cuestiones que deben<br />

necesariamente quedar reservado a la conciencia personal y al juicio de Dios.<br />

Alguien que bien conocía la Administración Pública y el Derecho, como fue el<br />

profesor Rafael Bielsa, advirtiendo la crisis moral que se vivía en su tiempo,<br />

escribía: “La función pública debe tener una serie de atributos jurídicos y morales<br />

que le den significación y valor propios. […] La función pública debe tener un<br />

valor moral”, y por ello la separación entre la actuación pública y la vida privada,<br />

no pasa de un argumento efectista y simple” 16 .<br />

3. Es decir, ambas (que son una) derivan de una misma raíz que le confiere<br />

unidad en la verdad. Precisamente, un breve y profundo artículos escrito hace más<br />

de quince años por un sabio académico, respondiendo a las postulaciones de<br />

Gregorio Peces-Barba, quien sostiene la estanqueidad entre moral pública y moral<br />

14<br />

“Según la grandeza del hombre así son sus responsabilidades”, Ketubot 67, en Isaac S.<br />

Algazi, La sabiduría hebrea, Buenos Aires, Sigval, 1990.<br />

15<br />

Andrés Ollero, “Liberalismo político, moral pública y derecho”, en Andrés Ollero<br />

(coord.), Valores en una sociedad plural, Madrid, 1999, p. 173 ss.<br />

16<br />

Rafael Bielsa, La función pública. Caracteres jurídicos y políticos. La moralidad<br />

administrativa, Buenos Aires. Depalma, 1960, pp. 87-88.<br />

273


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

privada 17 , escribió: “Esta es la triste consecuencia del relativismo o pluralismo mal<br />

entendido, sin verdad que sirva de punto de referencia, nada es mejor ni peor. […]<br />

Porque negar la aspiración humana a conocer la verdad es racionalmente<br />

imposible” 18 .<br />

Mucho antes, Dabin había escrito que “la Moral política, es decir, la moral que<br />

rige las relaciones del orden político deja intacta la obra de la moral en política, es<br />

decir la aplicación de las reglas de la moral humana a la materia política” 19 .<br />

II. El fundamento de la ética pública<br />

Las creencias confluyen en fundamentos comunes, como lo es la propia unidad<br />

de la naturaleza humana. No significa sostener que pertenezca a una creencia<br />

religiosa en particular. Cada religión o creencia podrá tener sus particularidades en<br />

determinadas cuestiones. Cierto. Mas la apreciación sobre los valores comunes de<br />

las religiones abrahámicas (judía, mahometana y cristiana) lleva a la coincidencia<br />

del fundamento de la ética: es la llama del Creador puesta en la conciencia del<br />

hombre.<br />

1. En dichas religiones, los Diez Mandamientos constituyeron la síntesis<br />

fundante de la moral respectiva y las normas que elaboraron. Sin embargo, se ha<br />

querido desligar al Creador de todo vínculo con la moral, quitando de sentido a los<br />

Diez Mandamientos, aunque, por otro lado, principios que tenían relevancia para la<br />

vida social se erigían en sus pilares. A propósito de ello, escribió un gran sabio<br />

hebreo, estudiando la situación de su tiempo, que “Es comprensible que la sociedad<br />

no quiera basar una cuestión tan vital sobre un fundamento tan inseguro como es la<br />

fe y como es querer oír o no. Es así que la comunidad siempre ha hecho lo posible<br />

para transferir aquellos mandamientos y prohibiciones que considera importantes de<br />

la esfera de la ‘religión’ a la de la ‘moral’, de traducir los del lenguaje que usa el<br />

imperativo personal a la formulación impersonal del ‘deber’. La sociedad desea que<br />

17<br />

Gregorio Peces-Barba Martínez, Ética pública y Derecho (discurso de recepción en la<br />

Real Academia de Ciencias Morales y Políticas), Madrid, 1993, p. 28 ss.<br />

18<br />

Rafael Termes, “¿Ética pública y ética privada?, en ABC (Madrid) diario del jueves 8/6/95,<br />

p. 68.<br />

19<br />

Jean Dabin, Doctrina general del Estado. Elementos de filosofía política, trad. esp.,<br />

México, Editorial Jus, 1946, p. 147.<br />

274


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

esos mandamientos sean apoyados por la opinión pública, que puede en cierto<br />

sentido controlarse, más que por la voluntad de Dios de cuya efectividad no se<br />

puede depender”, y así, al no poderes contar con la seguridad pública, “se transfieren<br />

una vez más las órdenes y las prohibiciones, esta vez a la esfera de la ‘ley’, o sea, se<br />

traducen en el lenguaje de formulaciones del si; si alguien hace esto o aquello,<br />

entonces tal o cual cosa pasará” 20 .<br />

Lo escrito por Buber tiene apoyatura, habida cuenta que el reconocimiento de un<br />

derecho natural, común a la humanidad, toma forma a partir de los principios del<br />

derecho, como una manifestación contraria al positivismo jurídico, tal como fueron<br />

los juicios de Nüremberg. Al respecto, afirmó Perelman que allí campeó la idea de<br />

que los crímenes abominables no podían escapar a la acción de la justicia, aunque<br />

faltaran disposiciones legales expresas, a menos que se consideraran como tales las<br />

reglas del derecho internacional, y así, para respetar el principio del nullum crimen<br />

sine lege, era preciso afirmar la existencia de un principio general del derecho<br />

reconocido por las naciones civilizadas, relativo al respeto y dignidad de la<br />

persona humana. Ello, a juicio de Perelman, constituía más que un retorno al<br />

Derecho Natural clásico; era un retorno a la concepción de Aristóteles que afirmaba,<br />

al lado de las leyes especiales, la existencia de un derecho general constituido por<br />

los principios no escritos que se consideraran reconocidos en todas partes 21 .<br />

Y esa idea superior constituía, evidentemente, un juicio moral.<br />

20<br />

Martin Buber, “Los Diez Mandamientos y la ética contemporánea”, en Ensayos sobre la<br />

crisis de nuestro tiempo, Buenos Aires, Proyectos Editoriales, 1988, p. 88. El trabajo había<br />

sido publicado en el año 1929. Al final del artículo dice el sabio hebreo: “con tal que no me<br />

dejen de lado como alguien que simplemente tiene ideas anticuadas, sino que me pregunten<br />

más insistentemente que lo que debe hacerse con los diez mandamientos, yo les contestaré:<br />

hagan lo que yo mismo estoy tratando de hacer; y eso es, conducir a los demás hacia los diez<br />

mandamientos; lo que no significa conducirlos a un pergamino ni tampoco a las tablas de<br />

piedra sobre las cuales ‘el dedo de Dios’ … escribió una vez los mandamientos, después que<br />

hubieran sido pronunciados, sino conducirlos hacia la palabra articulada” (p. 90).<br />

21<br />

Chaim Perelman, La lógica jurídica y la nueva retórica, trad. esp., Madrid, Civitas, 1988,<br />

pp. 103-104. La obra de Aristóteles que cita es Retórica, I, 1368 b, 8-9. En la edición hecha<br />

en España, traducida por Antonio Tovar, Madrid, 1971, se lee textualmente: “La ley es o<br />

particular o común; llamo particular a aquella que escrita sirve de norma en cada ciudad;<br />

común, las que parecen, sin estar escritas, admitidas en todas partes” (el énfasis me<br />

pertenece).<br />

275


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

2. En otro momento escribí 22 que a partir de la propia naturaleza racional del<br />

alma humana, el hombre aprehende una realidad externa a él, que son aquellas<br />

leyes impuestas al mundo (o impresas en la realidad), que no son producto de la<br />

mera razón, sino que Alguien, distinto del hombre, allí las puso. De tal forma, en<br />

virtud de su aptitud racional, lo único que hace el hombre es aprehenderlas y<br />

ponerlas en práctica a través de distintas formas que alcanzan su relieve jurídicopolítico<br />

mediante tradiciones, precedentes y leyes positivas.<br />

La aprehensión humana es de valores (algunos los llaman verdades) que no<br />

fueron por él impuestas en el mundo. Puede que ciertos valores hayan sido producto<br />

de la evolución o desarrollo humano y de las instituciones, que, en realidad, no son<br />

otra cosa que el crecimiento ya impreso en el ser humano desde su nacimiento. En el<br />

campo de la ética pública hay un sentimiento o captación impresa en la mente de<br />

cada administrado de cómo debe ser el comportamiento deseado de los funcionarios<br />

públicos; y es la historia y la moral de los pueblos la que acredita su existencia.<br />

3. Cada uno, sabrá en definitiva dónde se originan los valores que sustentan la<br />

moral pública y personal; pero no hay duda que ellos son y están presentes en cada<br />

uno de nosotros.<br />

4. Nuestra Corte Suprema de Justicia de la Nación y, luego, de un dictamen<br />

emitido por la Procuración del Tesoro de la Nación, han tenido expresiones que se<br />

aúnan al respecto, en dos pronunciamientos.<br />

En el primero, donde estaba en juego el reconocimiento de la responsabilidad del<br />

Estado (caso “Asociación Escuela Popular Germana Argentina Belgrano v. Nación<br />

Argentina”, Fallos: 245:146, del 9/11/59), dijo allí, con remisión a los principios<br />

generales del Derecho (mencionando como fuente bibliográfica el libro de Benoît<br />

Jeanneau Les principes généraux du droit dans la jurisprudence administratif) que<br />

el reconocimiento parcial de la responsabilidad que cabía en la especie al Estado era<br />

“la simple aplicación del principio jurídico y moral que veda el<br />

enriquecimiento sin causa a costa de otro, o sea, de la aplicación de «una de<br />

esas raras reglas de derecho natural, que dominan todas las leyes, aun cuando<br />

el legislador no haya tenido especialmente el cuidado de formularlas”. “Ella<br />

22<br />

Pedro José Jorge Coviello, La protección de la confianza del administrado. Derecho<br />

argentino y derecho comparado, Buenos Aires, Lexis Nexis, 2004, pp. 298-300.<br />

276


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

rige también, por consiguiente, en relación al Estado, tanto en su favor como<br />

en su contra, que queda así sometido a una especie de orden moral ...” (el<br />

énfasis me pertenece). (Planiol, Traité élémentaire de droit civil, t. II, núm.<br />

933).<br />

De otro lado, en el dictamen de la Procuración del Tesoro de la Nación 23 , se<br />

reiteraron los principios orientadores del contenido de la ética estatal:<br />

“…no está de más recordar que la consideración del Estado como primer<br />

obligado ético que siempre ha sustentado la jurisprudencia administrativa<br />

vertida por mis antecesores, inhibe cualquier elucubración jurídica que no<br />

tenga en cuenta dónde está la necesidad y la disminución de los derechos en<br />

estos actuados. Porque, como ha tenido oportunidad de destacar este<br />

Organismo asesor…: ...el Estado Nacional, persona ética por excelencia,<br />

debe actuar no sólo dentro del orden jurídico sino también en<br />

consideración a la equidad y a los principios que la informan…<br />

“Ese carácter ético que reviste el Estado ha sido constantemente predicado no<br />

sólo desde el derecho, sino también, por cierto, desde la filosofía.<br />

“Se ha expresado en tal sentido: Como comunidad que tiene su fundamento<br />

en los fines existenciales del hombre el Estado forma parte del orden ético y<br />

es un valor de ese tipo. Forma parte de la realidad de la plenitud de la<br />

naturaleza humana, su función del bien común forma parte de la<br />

responsabilidad moral de la persona humana. El Estado como comunidad<br />

lleva pues consigo la dignidad de los seres morales. Y puesto que sus<br />

funciones son fundamentales para la satisfacción de las funciones humanas,<br />

culturales y vitales, su valor en relación con los valores particulares dentro<br />

esta esfera es el más amplio; por consiguiente, un valor moral del más alto<br />

rango. Santo Tomás de Aquino no vacila en designar al Estado, lo mismo que<br />

Aristóteles, como la creación más destacada de la razón humana, y en<br />

asignar, por consiguiente, a la política el lugar más elevado entre todas las<br />

artes.(v. Messner Johannes, Etica Social, Política y Económica a la luz del<br />

Derecho Natural, Rialp, Madrid, 1967, ps. 857 y ss., …).<br />

“De otra parte, no cabe albergar dudas que la directiva constitucional de<br />

promover medidas positivas en materia de derechos humanos (v. art. 75, inc.<br />

23, C.N.), a las que asigno no sólo un sentido compensatorio sino proactivo y<br />

amplio, y predicable respecto de todos los órganos que titularizan las<br />

23<br />

Dictamen Nº 549, del 11/11/2003.<br />

277


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

funciones del poder, se erige en una pauta útil de interpretación de toda<br />

disposición normativa…”.<br />

Como puede apreciarse, el dictamen que antecede marca una visión trascendente<br />

de la ética en relación con el comportamiento estatal, de profunda riqueza ética.<br />

Y otro tanto puede decirse del pronunciamiento de la Corte argentina, donde se<br />

insiere a las relaciones con el Estado en el marco de un “orden moral”, que, a<br />

fortiori, abarca tanto dichas relaciones, como el comportamiento de los propios<br />

integrantes del aparato estatal, lato sensu.<br />

5. Ahora bien, los textos iberoamericanos confirman o reconocen tal inserción,<br />

como puede leerse en la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del<br />

Hombre, cuando en su Preámbulo se lee, en lo que interesa, que “Los deberes del<br />

orden jurídico presuponen otros, de orden moral, que los apoyan<br />

conceptualmente y los fundamentan” (el énfasis me pertenece).<br />

Creo que frente a texto tan claro sobran las explicaciones.<br />

III. Ética pública, Estado de Derecho<br />

Antes se hizo referencia al Estado de Derecho. No se hará aquí una descripción<br />

de lo que es, lo que ha significado, su evolución y las distintas denominaciones que<br />

le fueron dadas. Aunque el “Estado de Derecho” en su formulación inicial, que era,<br />

como lo describió Carl Schmitt, un “Estado de Derecho liberal-burgués”, no es igual<br />

al “Estado Social de Derecho”, como aparece el la Ley Fundamental de Bonn (art.<br />

20.1) o la Constitución Española (art. 1º 1), ambas locuciones las utilizaré como<br />

sinónimas, lógicamente, orientada hacia la última, por su contenido material 24 . (No<br />

dejo de lado que otros autores prefirieron hablar de Estado de Justicia, como Del<br />

24<br />

Para la evolución de esta figura jurídica, ver, entre otros: Pablo Lucas Verdú, La lucha por<br />

el Estado de Derecho, Bolonia, Publicaciones del Real Colegio de España, 1975; Manuel<br />

García-Pelayo, Las transformaciones del Estado contemporáneo, Madrid, Alianza, 1977, p.<br />

13 ss; Jacques Chevallier, L’État de droit, Paris, Montchrestien, 1992; Luis Legaz y<br />

Lacambra, “Estado de Derecho e idea de la legalidad”, en Humanismo, Estado y Derecho,<br />

Barcelona, Bosch, 1960, p. 61 ss.<br />

278


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Vecchio y Goldschmidt 25 , o, más recientemente, es frecuente el uso de la locución<br />

“Estado Constitucional de Derecho” 26 , pero a todas esas denominaciones, también<br />

las tomo como sinónimas.)<br />

1. Como se ha escrito, “Estado de Derecho es aquel que realiza una determinada<br />

concepción de la justicia, a través de una determinada técnica, adecuada a las<br />

circunstancias históricas. Esa concepción de la justicia es la personalista. No<br />

necesita vincularse al orden de ideas del liberalismo, pero comparte con éste el<br />

respeto hacia los valores de la personalidad. Por eso el Estado de Derecho es<br />

incompatible con cualquier filosofía que no reconozca más valor sustancial al<br />

hombre que el que el que le confiere su inserción en una totalidad transpersonal” 27 .<br />

El Estado de Derecho, en su concepción vigente (puesto que ha sido una<br />

construcción político-jurídica dinámica desde su origen) toma como referencia<br />

basilar a la persona, que no se la concibe aislada del resto de la sociedad, ni es sólo<br />

un mero individuo, sino que está integrado en la sociedad, y ésta le es tan natural<br />

como lo es el Estado, que existe para que logre su perfeccionamiento y alcance sus<br />

fines existenciales. Como escribió Del Vecchio, “El individuo debe encontrarse a sí<br />

mismo en el Estado” 28 . Así, hay una visión ética de la persona a través de la fórmula<br />

del Estado de Derecho, el cual no es sino la formulación jurídica de la democracia.<br />

Y esa visión es integral porque abarca el comportamiento integral del Estado en<br />

relación a la persona y la comunidad 29 .<br />

Hay en consecuencia una evidente vinculación entre la ética pública y el Estado<br />

de Derecho, puesto que ella es la manifestación del comportamiento que deben<br />

ostentar quienes actúen dentro del aparato estatal (comprensivo de los tres poderes<br />

máximos), sometidos al orden de la legalidad y legitimidad públicas. El Estado de<br />

25<br />

Giorgio Del Vecchio, L’État et le droit, trad. Fr., Dalloz, París, 1964, p. 68; Werner<br />

Goldschmidt, Introducción al derecho, Buenos Aires, Depalma, 1967, p. 409. El primero<br />

escribió en la citada obra y lugar que “el Estado debe actuar sobre la base del derecho y bajo<br />

la forma del derecho. En este sentido afirmamos también que él debe ser un ‘Estado de<br />

Derecho’ o, mejor, ‘de Justicia’”.<br />

26<br />

Ver nota 9 de este trabajo.<br />

27<br />

Luis Legaz y Lacambra, Filosofía del Derecho, 2ª ed. Barcelona, Bosch, 1961, p. 643.<br />

28<br />

Giorgio Del Vecchio, Persona, Estado y Derecho, Madrid, Instituto de Estudios Políticos,<br />

1957, trad. de Manuel Fraga Iribarne, p. 448.<br />

29<br />

La lectura de la obra de Karl Larenz, Derecho Justo. Fundamentos de ética jurídica<br />

(Madrid, Civitas, 1993), constituye una referencia necesaria e insoslayable sobre el tópico.<br />

279


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Derecho “debe concebirse como la respuesta a un problema ético general: la<br />

necesidad de someter el poder público al Derecho”, lo cual implica, entre otras<br />

cosas, “la respuesta al problema del equilibrio de los impulsos del poder y la libertad<br />

dentro del orden” 30 .<br />

2. Al mismo tiempo, una correcta visión del Estado de Derecho contiene la<br />

concepción que se tenga de la persona humana, habida cuenta que no puede aquél<br />

configurarse de no reconocerse y garantizarse los derechos de las personas, que son<br />

anteriores al Estado mismo. Como se ha dicho por alguien sabio y santo, en una<br />

idea por todos compartida, “Una auténtica democracia es posible solamente en un<br />

Estado de derecho y sobre la base de una recta concepción de la persona humana” 31 .<br />

En ese sentido, Del Vecchio escribió que<br />

“La divergencia de las doctrinas comenzará cuando se quiere definir en qué<br />

consiste precisamente la naturaleza humana, esto es, cuáles son los esenciales<br />

factores antropológicos y psicológicos de la sociedad y del Derecho; y luego,<br />

de la diversidad de doctrina acerca de este punto, se deducirán otras<br />

discrepancias acerca de la mejor forma de gobierno y los límites naturales de<br />

su poder” 32 .<br />

Este autor, señaló que en la evolución del pensamiento de los filósofos del<br />

Estado, se erigió al Estado de Derecho “teniendo por supuesto la conciencia del<br />

absoluto valor de la persona” 33 .<br />

3. La visión señalada es ciertamente ética, que se extrapola también a la visión<br />

que se tenga de la ética del gobernante, habida cuenta que la virtud del gobernante<br />

no está sólo en reconocer la dignidad de la persona de cada uno de sus súbditos, sino<br />

en servir virtuosamente a ellos 34 .<br />

30<br />

Sánchez Agesta, Principios …, cit. pp. 150-151.<br />

31<br />

Beato Juan Pablo II, Centesimus annus, N. 46. Ver también Jaime Rodríguez-Arana<br />

Muñoz, Principios de ética pública. ¿Corrupción o servicio?, Madrid, Montecorvo, 1993, pp.<br />

47 ss.<br />

32<br />

Del Vecchio, Persona, Estado y Derecho, cit, p. 26.<br />

33<br />

Id., p. 35.<br />

34<br />

Cito nuevamente a Del Vecchio: “El pensamiento moderno, abandonándose al mero<br />

examen de los datos externos, ha olvidado demasiado los supuestos subjetivos de los mismos,<br />

280


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

En similar orden de ideas el maestro uruguayo Mariano Brito conviene que el<br />

Estado de Derecho viene a configurarse-definirse conceptualmente por su finalidad:<br />

concurrir a la realización del hombre en plenitud mediante la función estatal<br />

protectora de la persona humana. Es regla paradigmática del Estado de Derecho la<br />

aceptación de una sustancial impenetrable para el Estado: la dignidad personal del<br />

hombre, que en su interioridad se desenvuelve y cuya proyección necesaria (libertad<br />

exterior) plantea el reclamo de tutela 35 .<br />

III. Ética y democracia<br />

El poder del Estado es moral. No lo posee para hacer su voluntad (la de quienes<br />

gobiernan), sino para bregar por el interés general, el bien público o el bien común,<br />

según la denominación que se prefiera para designar el fin de la acción estatal.<br />

1. De tal manera el poder es benefactor, en cuanto el Estado aparece como un<br />

garante de la paz, un árbitro de las disputas y un gestor de bienes 36 . Es decir, actúa<br />

en beneficio de otros, no para aventajar a los gobernantes, sino al pueblo. En otros<br />

términos, la acción estatal es vicarial, está al servicio de sus súbditos.<br />

El Estado se encuentra ligado por “los preceptos de la honestidad común”,<br />

puesto que el Estado es un sistema humano que se realiza por medio de actividades<br />

humanas individuales, de manera que “el respeto de la regla moral se impone tanto<br />

y también ha olvidado demasiado que la naturaleza es sustancialmente una representación del<br />

yo, La ciencia se encuentra así en contradicción con la conciencia. Sobre todo, los principios<br />

éticos, aún vivos en el alma humana, y que esencialmente están por encima de la experiencia,<br />

se hallan abandonados y burlados por el concepto exclusivamente empírico y superficial del<br />

mundo. En vano, durante algún tiempo, la mente humana ha intentado superarse a sí misma,<br />

hundiéndose de cabeza en lo que sólo era una proyección suya; al fin tuvo que caer en la<br />

cuenta de que, procediendo así, iba siempre detrás de su propia sombra, y que el principio de<br />

la explicación de todo no estaba fuera sino dentro de sí. Allí, en el santuario de la<br />

conciencia, en la constitución intrínseca del sujeto, debe encontrarse la primera ley del<br />

ser y del conocer, y allí también debe estar la fuente del deber y del Derecho” (Id., p. 40,<br />

el énfasis me pertenece)<br />

35<br />

Mariano R. Brito, “El Estado de Derecho en una perspectiva axiológica”, en Derecho<br />

Administrativo. Su permanencia – contemporaneidad – prospectiva, Montevideo,<br />

Universidad de Montevideo, 2004, p. 251 ss, esp. p. 256.<br />

36<br />

Sánchez Agesta, Principios…, cit., p. 86.<br />

281


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

al Estado como a los particulares y que la mentira o el crimen de Estado no tienen<br />

mayor licitud que cualquiera otra mentira o crimen” 37 . De tal forma, prosigue el gran<br />

jurista belga, el verdadero bien público -generador de la específica moral pública-,<br />

“no podría jamás emanar de una actitud inmoral o injusta, ya sea de parte de<br />

los individuos particulares, o de parte de los gobernantes que actúan en<br />

nombre del Estado. El bien público sanamente comprendido debe<br />

necesariamente conciliarse con el bien de la naturaleza humana, lo que<br />

excluye todo argumento de ‘ razón de Estado ‘ o de bien público opuesto<br />

a la ley humana por excelencia, que es la ley moral” (el énfasis me<br />

pertenece) 38 .<br />

2. Esa incardinación del orden político en el orden moral, no surge solo como<br />

consecuencia de una autolimitación decidida por el propio Estado, más allá de que<br />

pudiera afirmarse que una de las fuentes del Derecho Administrativo la constituyen<br />

las denominadas autolimitaciones administrativas, las cuales, pese a ser ciertas en<br />

algunos casos, no dejan de contener un trasfondo sustentado en principios que van<br />

más allá de la mera voluntad estatal 39 .<br />

La realidad misma nos dice que las limitaciones del Estado no surgieron por<br />

mera afirmación de la filosofía y teología judeo-cristiana. Aristóteles no era cristiano<br />

ni conocía la Ley judía, pero conocía la limitación de los poderes 40 .<br />

37<br />

Jean Dabin, Jean Doctrina general del Estado…, cit. p. 146.<br />

38<br />

Id., pp. 146-147.<br />

39<br />

A ellas me referí en un reciente comentario al caso “Silva Tamayo”, de la Corte Suprema,<br />

del 27/12/2011, bajo el título; “La fuerza de las autolimitaciones administrativas y de la<br />

motivación del acto administrativo en un pronunciamiento de la Corte Suprema, ED serie<br />

especial Derecho Administrativo, del 30/3/2012. Debo citar también un trabajo de referencia<br />

insoslayable como es el de Carlos Manuel Grecco: “Apuntes para una teoría de las<br />

autolimitaciones de la Administración Pública”, Revista de Derecho Administrativo, Nº 14:<br />

317-342.<br />

40<br />

El gobierno de la ley aparece en las siguientes ideas: “no permitimos que nos mande un ser<br />

humano, sino la razón”. Ética a Nicómaco, 1134-b, Centro de Estudios Constitucionales,,<br />

Madrid, 1981, trad. de Julián Marías y María Araujo. La otra idea es más trascendente: “es<br />

preferible que la ley gobierne antes que uno cualquiera de los ciudadanos”. La Política, 1287-<br />

a, id, Madrid, 1989.<br />

282


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Pues bien, lo que escribí en el punto 1, precedente, permitiría admitir que un<br />

gobierno que no fuera democrático (es decir, que no hubiera sido elegido por los<br />

ciudadanos, y no existiera división de poderes, y sin embargo respetara los derechos<br />

de los súbditos) cumpliera con los mandatos del bien común. Mas ello pudo<br />

admitirse en épocas pretéritas frente a la figura de un rey justo o santo. Hoy es<br />

impensable -no porque no existan gobernantes justos-, apareciendo así la auténtica<br />

democracia republicana como la forma exigida por la naturaleza humana para la<br />

organización del gobierno en punto a permitir la participación ciudadana en la toma<br />

de decisiones y el control de los gobernantes.<br />

Las exigencias de la democracia parten de esencias más profundas: obedecen al<br />

desarrollo del ser humano, quien, en los tiempos que corren, exige mayor<br />

participación en el gobierno a fin de que los gobernantes cumplan con sus deberes<br />

hacia el pueblo, al que sirven 41 . En estos tiempos bien puede afirmarse que no hay<br />

verdadera democracia sin la observancia del principio de participación ciudadana,<br />

que es algo más que la mera emisión del voto.<br />

3. De allí que una dictadura, o seudo dictadura (una “democracia” travestida),<br />

aunque actuara correctamente, sería moralmente rechazable, porque en la realidad de<br />

los hechos terminará ahogando la libertad e iniciativas de los habitantes, negando la<br />

incorporación de los representantes del pueblo y sus instituciones, para así perdurar<br />

lo más posible en el poder. La elección popular de esas dictaduras o seudo<br />

dictaduras, en modo alguno las legitima (Hitler arribó “democráticamente” al<br />

poder…).<br />

Pese a esos desvíos, la democracia aparece, entre otras concepciones políticas,<br />

como aquella que atribuye (en buenos términos, los reconoce, regula y los amplía)<br />

“al hombre derechos inviolables; y estos derechos, para no ser violados, exigen a su<br />

vez, de parte de todos, una inalterable fidelidad al deber”, y el ciudadano es, a la vez,<br />

“legislador y súbdito”, donde “la fraternidad es lo esencial” 42 . Obsérvese que no hay<br />

aquí una visión individualista de la persona, sino que existe una unión fraterna y<br />

solidaria entre quienes se encuentran inseridos en un régimen democrático.<br />

41<br />

Ver al respecto, Messner, en su Ética social, política y económica…, cit. pp. 910 ss.<br />

42<br />

Henri Bergson, Las dos fuentes de la moral y de la religión, Buenos Aires, Sudamericana,<br />

1946, p. 350.<br />

283


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Maritain concibió la democracia como una forma de racionalización moral de la<br />

política, que implica el reconocimiento de los fines esencialmente humanos de la<br />

existencia política y de sus raíces más profundas: justicia, ley y mutua amistad, ello,<br />

para lograr que las estructuras y órganos del cuerpo político sirvan al bien común, la<br />

dignidad de la persona humana, y el sentido de amor fraternal. Y esa forma fue la<br />

democracia, como “único camino para obtener una racionalización moral de la<br />

política. Porque la democracia es una organización racional de las libertades fundada<br />

en la ley”. Lo cual lo llevó a decir (no hay que olvidar que sus mejores trabajos<br />

sobre la política corresponden a la lucha contra el nazismo) que “Con la democracia<br />

ha iniciado la humanidad el único camino auténtico, o sea el de la racionalización<br />

moral de la vida política; en otros términos: el camino hacia la más elevada<br />

realización terrestre de que sea el hombre en este mundo” 43 .<br />

4. Hay un componente de la democracia que no se le da debida trascendencia y<br />

que reviste, por su nota moral, una entidad que da vida a aquélla: la fraternidad, y a<br />

una de sus manifestaciones, la solidaridad. Ello lo advirtió en su momento el gran<br />

filósofo Bergson, ya citado más arriba en la nota 45, cuando, al afirmar acerca de<br />

que en la democracia la fraternidad es lo esencial, agregó: “lo cual permitiría decir<br />

que la democracia es de esencia evangélica y que tiene por motor el amor” 44 . Es<br />

más, Tocqueville en su momento había explicitado la influencia que la doctrina<br />

evangélica, ya fuera del protestantismo como del catolicismo, habían influido en las<br />

ideas democráticas del pueblo norteamericano 45 . Desde otra óptica, un autor y<br />

político inglés, al sostener que “los principios políticos deben adoptar un criterio<br />

ético conforme al cual hayan de formularse los juicios morales”, postulaba los<br />

criterios morales del Nuevo Testamento 46 .<br />

43<br />

Maritain, El hombre y el Estado, cit, pp. 74-75.<br />

44<br />

Bergson, Las dos fuentes… cit., p. 350. Maritain siguió la misma línea, entre otras obras,<br />

en El hombre y el Estado, cit, p.77. Téngase presente que Bergson era judío, pero sus<br />

afirmaciones se sustentaban en valores humanos comunes a todos, sobre todo, como dije al<br />

principio, a las religiones abrahámicas.<br />

45<br />

Alexis de Tocqueville, La democracia en América (selección), Madrid, Guadarrama, 1969,<br />

p. 235 ss.<br />

46<br />

Lord Hugh Cecil, Conservatismo, Bacelona, Labor, 1929, p. 53 ss. Lógicamente, el autor,<br />

que escribió este libro en 1913, era anglicano.<br />

Sin pretender un entusiasmo que llevara a decir que sólo de los Evangelios parte la idea<br />

democrática, y su formulación jurídica, que es el Estado de Derecho, conviene señalar que<br />

ellos son la continuación del Antiguo Testamento, el cual contiene reiteradas manifestaciones<br />

y admoniciones dirigidas a los gobernantes. Así, en el Libro de la Sabiduría, leemos en el cap.<br />

284


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Ciertamente, de la democracia no se puede predicar que su mera mención o<br />

reconocimiento signifique que todo lo decidido democráticamente sea moralmente<br />

admisible. Vuelvo al ejemplo del nazismo, en el que Hitler advino al poder<br />

democráticamente elegido; o las entonces denominadas repúblicas “democráticas”,<br />

como fue la URSS y sus satélites (entre ellos la “República Democrática”<br />

Alemana). Entre esos componentes propios de una democracia, está la moral, dado<br />

que en su puesta en práctica “los medios han de ser necesariamente morales”, toda<br />

vez que el fin para la democracia “es tanto la libertad como justicia” 47 .<br />

Por ello el empleo por parte de la democracia de medios incompatibles con la<br />

dignidad de la persona, la libertad y la justicia (recordemos las “leyes”<br />

6, vv. 4-5, que el Señor advierte a los gobernantes: “Si, como ministros que sois de su reino,<br />

/no habéis juzgado rectamente, /ni observado la ley, /ni caminado siguiendo la voluntad de<br />

Dios, /terrible y repentino se presentará ante vosotros”.<br />

Isaías, en varias partes, se dirige con dureza a los gobernantes injustos: “¡Ay, de los que llaman al mal<br />

bien, / y al bien mal; / que dan oscuridad por luz, / y luz por oscuridad , …! (5-20) […] [¡Ay] … los<br />

que absuelven al malo por soborno / y quitan al justo su derecho” (5-23).<br />

En el Eclesiático se lee: “Según el juez del pueblo, así serán sus ministros, […] El Rey sin<br />

instrucción arruinará a su pueblo, / la ciudad se edifica sobre la prudencia de los dirigentes”<br />

(10-2) […] “Grande , juez y poderoso reciben honores, / mas no hay mayor entre ellos que el<br />

que teme al Señor” (10-24).<br />

Frase tremenda es la del Deuteronomio dirigida a los jueces: “… ellos juzgarán al pueblo con<br />

juicios justos. No torcerás el derecho, no harás acepción de personas, no aceptarás soborno,<br />

porque el soborno cierra los ojos de los sabios y corrompe las palabras de los justos. Justicia,<br />

sólo justicia has de buscar, para que vivas y poseas la tierra que Yahveh tu Dios te da” (16-<br />

18-20).<br />

Mi amigo y hermano mayor en la fe, el rabino Gabriel Minkowicz (además, abogado y<br />

docente universitario), tuvo la gentileza de acercarme este texto: “Los preceptos generales de<br />

la ética judía en general y de la ética pública en particular se basan en el principio ‘Amarás a<br />

tu prójimo como a ti mismo’ (Lev. 19:18). Más aún, el hombre debe suprimir sus propios<br />

deseos y brindar ayuda, aún hasta su propio enemigo (Proverbios 25:21). Rabí Akiva, gran<br />

sabio judío del siglo II, decía que este mandamiento contenía la esencia de toda la Torá,<br />

porque equipara el amor divino con el sentimiento del hombre: ‘El que es amado por los<br />

hombres, lo es también por Dios’ (Tratado de Principios 3:1 3). De esta premisa se deriva un<br />

precepto que logró universalizarse: ‘No hagas a otros lo que no quieras para ti’ (Hillel, Shab<br />

31 a). La idea de abstenerse de lastimar a un semejante o abstenerse de hacer el mal es básica<br />

para evitar el odio sin fundamento que destruye la vida en sociedad: ‘Aborreced lo malo y<br />

amad lo bueno y restableced la justicia’ (Amos 5:15).”<br />

47<br />

Maritain, El hombre y el Estado, cit, p. 76.<br />

285


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

discriminatorias del nazismo contra el pueblo judío, los gitanos, la gente de color, y<br />

contra los mismos religiosos que se oponían al diabólico “sistema”) “constituiría en<br />

la misma medida un acto de autodestrucción”, lo que llevó a decir a Maritain que<br />

“no permitamos que la sofística maquiavélica nos desaliente, al decir que la justicia<br />

y el respeto por los valores morales provocan debilidad y ruina, y que la fuerza sólo<br />

es fuerte cuando se eleva al nivel supremo de la existencia política. Lo cual es<br />

mentira. […] En realidad, la fuerza es supremamente fuerte cuando la pauta<br />

suprema es la justicia y no la fuerza” (el énfasis me pertenece) 48 .<br />

Esto último<br />

excepcionalidad.<br />

nos servirá cuando expongamos sobre la doctrina de la<br />

IV. ¿Es necesario legislar la ética pública?<br />

Mucho se ha discutido sobre si es o no necesario hacerlo. Los profesores<br />

González Pérez 49 , Comadira 50 y Rodríguez-Arana Muñoz 51 que mucho han<br />

estudiado el tema, expusieron las posturas existentes al respecto, y a ellos me remito.<br />

No obstante me detendré en este tópico en virtud de que puede existir una cierta<br />

confusión respecto al supuesto “textualismo” de las normas que se han dictado sobre<br />

la ética pública.<br />

1. En primer lugar, sobre la necesidad de que se legisle sobre la ética pública, mi<br />

respuesta es positiva, pese a que algunas críticas no dejan de ostentar parte de razón,<br />

como la de Nieto 52 . No se trata de negar la trascendencia que tiene la conciencia en<br />

la captación de las normas morales, como precedentemente se vio. Mas si el propio<br />

Yahvé escribió en las tablas Su Ley, pese a ser el autor de las normas morales<br />

insertas en la conciencia, fue porque entendió que lo que era la obra de sus manos<br />

48<br />

Maritain, El hombre y el Estado, cit, pp. 76-77.<br />

49<br />

Jesús González Pérez, Corrupción, ética y moral en las administraciones públicas,<br />

Thomson-Civitas, Madrid, 2006, p. 44 ss.<br />

50<br />

Julio Rodolfo Comadira, “Regulación jurídica de la ética pública (con particular referencia<br />

al ámbito nacional”, en Derecho Administrativo. Acto administrativo. Procedimiento<br />

administrativo. Otros estudios, 2ª ed. Buenos Aires, 2003, p. 577 ss.<br />

51<br />

Rodríguez-Arana Muñoz, Principios de ética pública…, cit. passim. Id.: Ética, poder y<br />

Estado, cit., p. 132 ss.<br />

52<br />

Nieto, “Los supuestos valores de la Administración Pública”, cit.<br />

286


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

necesitaba también de la expresión escrita de ella y de la precisión e interpretación<br />

de sus ministros.<br />

Del mismo modo, la legislación sobre la ética del deber no significa que el<br />

hecho de que una conducta sea admitida como lícita o la ausencia de una situación<br />

determinada, signifique que está cubierta por la ética. Un prócer argentino, Domingo<br />

Faustino Sarmiento, dio a este tópico la respuesta, durante uno de los muchos<br />

debates políticos que en su ajetreada vida sostuvo: “No está prohibido que un<br />

hermano del presidente fuese ministro, pero la decencia lo impide”. La frase es<br />

suficientemente clara al respecto, y aventa el “textualismo” mencionado.<br />

De consuno con lo expresado en el párrafo que antecede, esté o no escrita una<br />

norma ética o deontológica, no significa que deba interpretarse como si fuera una<br />

norma penal, típica en su estructura y alcance. Si de alguna forma pueden<br />

describirse, podría decirse que se trata de conceptos jurídicos en cuyo seno se<br />

admiten conductas comprensivas de un núcleo ético admitido y formalizado en un<br />

texto escrito.<br />

Un componente a tener en cuenta en la regulación normativa de la ética pública<br />

está —como se ha señalado— en indicar la dirección y el camino a seguir para<br />

favorecer la trasparencia y la recta gestión administrativas 53 .<br />

2. Las fuentes positivas de las normas sobre ética pública emergen, en primer<br />

lugar, de la Constitución, que reúne los principios y valores que dan razón a la<br />

comunidad política respectiva, los cuales, de una simple lectura comparada,<br />

muestran que son los mismos, por partir de un mismo tronco jurídico. Luego los<br />

respectivos estatutos o leyes que regulan la función pública como de las normas<br />

internacionales, entre otras, en el orden iberoamericano, la Convención<br />

Interamericana contra la Corrupción, suscripta en la ciudad de Caracas, el 29 de<br />

marzo de 1996, aprobada por la República Argentina por la ley 24.759, del 4 de<br />

diciembre de 1996, y, luego bien sea por la reglamentación de las leyes respectivas o<br />

los códigos de ética pública. En nuestro país, podemos citar la ley 25.188 sobre<br />

Ética en la Función Pública; su reglamentación por el decreto Nº 164/1999; la ley Nº<br />

25.164, Ley Marco de la Relación de Empleo Público Nacional, o el Código de<br />

Ética de la Función Pública, aprobado por el decreto Nº 41/1999. Asimismo, se creó<br />

por la ley Nº 25.233, art. 13 la Oficina Anticorrupción, que actúa dentro del<br />

53<br />

María Claudia Caputi, La ética pública, Buenos Aires, Depalma, 2000, p. 162.<br />

287


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación. A dichas normas se<br />

agregan las que dictaron las provincias argentinas y la Ciudad Autónoma de Buenos<br />

Aires.<br />

IV. Algunos principios orientadores<br />

Siguiendo la línea trazada inicialmente, resaltaré algunos principios que entiendo<br />

básicos en la materia, y en relación tanto a la actuación de los tres poderes del<br />

Estado, como a nosotros, los habitantes del país.<br />

A. Respecto a la Administración Pública<br />

En primer lugar, la Administración Pública debe servir lealmente a la comunidad<br />

porque debe realizar el bien común 54 . El gobernante es un servidor público, por<br />

ello “gobierna”, conduce la nave del Estado hacia buen puerto. Ésto no es utopía. Es<br />

lo que debe ser. Es un deber ético, propio de una actuación virtuosa 55 , y, por lo<br />

tanto, imperativo para el gobernante que le corresponda el turno de ejercer tan grave<br />

y honorable función. Por ello resaltaré algunas virtudes que deben ostentar los<br />

gobernantes para cumplir acabadamente con la ética pública 56 .<br />

Porque las notas que en los puntos siguientes se enunciarán no se refieren al<br />

simple cumplimiento de los deberes de cualquier funcionario o a los actos que<br />

puedan entenderse corruptos, en los que cualquiera puede incurrir, desde el último<br />

agente público a la cabeza del Poder, sino a la faz política que es cada vez más seria<br />

en esta área, toda vez que mundialmente campea un peligroso decisionismo que en<br />

sus manifestaciones extremas puede llegar a despreciar el Derecho, favoreciendo la<br />

simple oportunidad política, y nada más.<br />

54<br />

Destaco en especial, el trabajo de Romeu Felipe Barcellar Filho: “Ética pública, o<br />

EstadoDemocrático de Direito e os princípios consectários”, en Reflexôes sobre Direito<br />

Administrativo, Belo Horizonte, Editora Fórum, 2009, p. 13 ss., esp. p. 21; María Jeanneret de<br />

Pérez Cortés, “Etica y función pública”, La Ley, t. 2005-1097.<br />

55<br />

Julio Rodolfo Comadira, “Regulación jurídica de la ética pública (con particular referencia<br />

al ámbito nacional”, en Derecho Administrativo. Acto administrativo. Procedimiento<br />

administrativo. Otros estudios, 2ª ed. Buenos Aires, 2003, p. 577 ss., esp. pp. 586-587.<br />

56<br />

Rodríguez-Arana Muñoz, Principios de ética pública…, cit., p. 27 y ss.<br />

288


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

1. Servir -dignísima palabra- es el primer deber del gobernante y de todos<br />

aquellos que desempeñan desde los más altos cargos hasta el último. De allí se<br />

deriva el resto.<br />

Sin perjuicio de exponer sobre algunos principios o pautas que considero<br />

necesario hacer una referencia particular, me remito al valioso trabajo de Julio Pablo<br />

Comadira y Federico Nielsen 57 , quienes así resumieron los siguientes principios,<br />

que, si bien son los que emanan del ordenamiento nacional, puede entenderse que<br />

son medulares y omnicomprensivos en este campo:<br />

“A) Honestidad y probidad: Veracidad; Transparencia, Fundamentación y<br />

Evaluación; Ejercicio adecuado del cargo; Uso adecuado de los bienes; Uso<br />

adecuado del tiempo; Régimen de declaraciones juradas; Régimen de<br />

beneficios y regales.<br />

“B) Rectitud, justicia y equidad: Igualdad de trato; Régimen de<br />

incompatibilidades y conflictos de intereses; Independencia de criterio;<br />

Equilibrio; Los principios en las contrataciones públicas (Publicidad,<br />

Igualdad, Concurrencia y Razonabilidad).<br />

“C) Buena fe y colaboración.<br />

“D) Cumplimiento de la juridicidad: Obligación de denunciar; Actuar de<br />

acuerdo con los fines de la norma; Motivación de los actos.<br />

“E) Dignidad: Honor; Decoro; Austeridad y templanza; Tolerancia.<br />

“F) Responsabilidad: Idoneidad; Aptitud; Capacitación; Obediencia.<br />

“G) Prudencia: Discreción; Uso adecuado de la información”<br />

2. La lectura de los principios anotados no son otra cosa que la derivación de<br />

esa idea de servir al bien común, a lo que agrego, como una persona honorable.<br />

Desgraciadamente el honor es un valor pisoteado por el relativismo cultural y el<br />

pensamiento débil. En la sabiduría hebrea se dice: “No es el lugar que honra al<br />

hombre sino que es el hombre mismo que honra el lugar” (Taanit, 21).<br />

57<br />

Julio Pablo Comadira y Federico Nielsen, “Apuntes sobre los principios de la ética pública<br />

en el Derecho argentino”, en Documentación Administrativa, Nº 267-268, septiembre 2003 -<br />

abril 2004, número dedicado a El Derecho Administrativo en Argentina: Situación y<br />

Tendencias Actuales (I), Instituto Nacional de Administración Pública, p. 134 y ss., esp. p.<br />

145.<br />

289


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

a. Pues bien, la idea de bien común tiene un sentido que abarca toda la acción<br />

estatal. Aquí ingresa la ética pública en la actividad de la máxima conducción<br />

estatal. Política y ética no constituyen compartimentos aislados 58 . Se alimentan<br />

de la misma raíz. Servir al bien común constituye un paradigma que es la “rosa de<br />

los vientos” del gobernante. Es estar atento a las necesidades de las personas que son<br />

servidas.<br />

Ello implica dejar de lado el oportunismo político, el decisionismo, o toda otra<br />

forma de tergiversación de los fines y los medios de la concreta acción estatal.<br />

En la órbita del Poder Ejecutivo es nota característica de ciertos países europeos,<br />

iberoamericanos, y, hasta en algunos casos en los Estados Unidos, que busque<br />

sortear el “obstáculo” del Poder Legislativo, y se dicten actos de naturaleza<br />

legislativa, denominados decretos leyes (art. 86 de la Constitución española),<br />

“decreti legge” (art. 77 de la Constitución italiana, y ley Nº 400/1988, art. 15),<br />

“executive orders” (Estados Unidos) o decretos de necesidad y urgencia (Argentina).<br />

No podemos dudar que pese a que hay autores que se oponen al dictado de dichas<br />

normas por el Poder Ejecutivo, la realidad puede llevar a que sea necesario que<br />

aborde ante la coyuntura que se presenta, atribuciones que pertenecen al Legislativo.<br />

En nuestro país, ante el vacío institucional, más allá de que en la sentencia<br />

recaída in re “Peralta”, Fallos: 313:1513 (1990), la reforma del año 1994 fijó los<br />

términos para el dictado de los decretos de necesidad y urgencia en el art. 99, inc. 3,<br />

cuyo texto es bien preciso en punto al carácter restrictivo y excepcional de ellos, lo<br />

que es comprensible para cualquier profesional del derecho como para quien no lo<br />

sea (también lo eran las pautas de aquella sentencia). Otro tanto ocurre con la<br />

prohibición de la delegación legislativa en el Poder Ejecutivo, como se inicia el art.<br />

76 del actual texto constitucional. Es decir, no cabe duda que el espíritu que se<br />

desprende de la reforma constitucional que introdujo dichas normas fue la<br />

prohibición de que el Ejecutivo dictara normas de sustancia legislativa formal, salvo<br />

las permisiones constitucionales previstas.<br />

58<br />

Aranguren escribió que el intento de supresión de la moral de la política es un intento<br />

“inconsecuente por limitado, y, sobre ello, imposible e irrealista”, José Luis Aranguren, Ética<br />

y política, Madrid, Guadarrama, 1963, p- 96. También José María Medrano, “Ética y Política:<br />

formulación general y problemas actuales”, en Prudentia Iuris N. 42, 1996, p. 23 ss.<br />

290


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

b. Ciertamente, el uso de atribuciones formalmente legislativas se puede tornar<br />

un instrumento peligroso en manos del Ejecutivo. De hecho es lo que se ha<br />

denunciado tanto en Italia, como España, y lo mismo en Iberoamérica. Lo que<br />

ocurre es que la influencia de la doctrina de Carl Schmitt -bien o mal interpretada,<br />

poco importa- sobre la importancia de la toma de decisión en el marco de la<br />

excepcionalidad, superando el marco jurídico propio de un Estado de Derecho<br />

(entendiéndose por algunos corifeos que la política no está sometida al Derecho), ha<br />

renacido en las últimas décadas en Europa de manos de quienes podrían haber sido<br />

en otro momento adversarios de su doctrina y pensamiento. Ello ha sido<br />

denunciado, entre otros, por Agamben, al mostrar las anomalías institucionales en<br />

Europa y en los Estados Unidos 59 .<br />

Es que Schmitt -a quien podríamos considerar como el más fuerte padre<br />

intelectual del decisionismo y de la doctrina de la excepción- permitió que con su<br />

doctrina, cualquier gobernante o “soberano”, como él lo llamaba pudiera decidir<br />

sobre la excepcionalidad. Y en tales extremos, sostenía que entonces “es evidente<br />

que mientras el Estado subsiste, el derecho pasa a segundo término. Como quiera<br />

que el estado excepcional es siempre cosa distinta de la anarquía y del caos, en<br />

sentido jurídico siempre subsiste un orden, aunque ese orden no sea jurídica. La<br />

existencia del Estado deja en este punto acreditada su superioridad sobre la validez<br />

de la norma jurídica. La ‘decisión’ se libera de todas las trabas normativas y se<br />

torna absoluta, en sentido propio. Ante un caso excepcional, el Estado suspende el<br />

Derecho por virtud del derecho a la propia conservación. Los dos elementos que<br />

integran el concepto de ‘orden jurídico’ se enfrentan uno con otro y ponen de<br />

manifiesto su independencia conceptual” 60 .<br />

c. Lo dicho tiene vinculación con la tradicional “razón de Estado”. Esta doctrina<br />

-de larga (y nefasta) prosapia, que se remonta a Maquiavelo- pretende escindir la<br />

Política de la moral, que, en otros términos más precisos, es la escisión de aquélla<br />

con el Derecho 61 . Puede ser que espíritus bienintencionados -y a menudo se ve-<br />

59<br />

Giogio Agamden, Estado de excepción, 3ª ed. de la traducción esp., Buenos Aires, Adriana<br />

Hidalgo Editora, 2007, passim, esp. cap. 1<br />

60<br />

Carl Schmitt, Teología política. Cuatro ensayos sobre la soberanía, trad. esp. de Francisco<br />

Javier Conde; Editorial Struhart & Cia., Buenos Aires, 1998, pp. 23-24.<br />

61<br />

Arturo Enrique Sampay Introducción a la teoría del Estado, Buenos Aires, Politéia, 1951,<br />

pp. 225 y 466, N. 1; Faustino J. Legón, Tratado de Derecho Político general, t. II, Buenos<br />

291


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

busquen cubrir con fundamentos rodeados de elocuencia y elevación a pensamientos<br />

morales, teológicos y hasta jurídicos, lo que no es otra cosa que una tergiversación<br />

de lo que es lo jurídicamente correcto y ético a la luz del ordenamiento estatal.<br />

Hasta se ha buscado -y no dudo de los buenos propósitos- sostener que existe<br />

una correcta y valedera razón de Estado. Sin embargo, muchas intenciones que<br />

parecen sanear interpretaciones supuestamente equivocadas de figuras jurídicopolíticas<br />

espurias, como la razón de Estado, colaboran al uso y abuso indiscriminado<br />

de ellas 62 . También podemos agregar la figura, tan común en la política y de<br />

influencia “schmittiana”, de “amigo-enemigo”.<br />

Por ello, para no jugar con fuego, debe a mi juicio quitarse de todo lenguaje<br />

éticamente valedero, la citada locución. Como se escribió: “Surge así, como<br />

contrapunto a la razón de Estado, otra figura no menos heredera de la Modernidad:<br />

la del Estado de Derecho”, el cual, implica entre otras cosas reconocer que<br />

“lejos de concebirse a los derechos como mero resultado de lo establecido<br />

por la ley, se entiende que la validez de cualquier ley estará subordinada a<br />

que respete aquellos derechos previos. Todo ello invita a asumir con mayor<br />

moderación cualquier alusión a presuntas ‘razones’ peculiares. A estas<br />

alturas, resultaría suicida descuidar el esfuerzo por hacer entrar en razón a un<br />

Estado que, falto de controles, degenera en bárbaro Leviatán” 63 .<br />

d. Ahora bien, junto a la crítica del “decisionismo”, en cuanto lo que más<br />

importa es la ocasión o la coyuntura u oportunismo, otro tanto es extensible cuando<br />

se trata de paliar un mal que afecta a la comunidad dejando de lado el Derecho y el<br />

respeto de los derechos. Un ejemplo es la lucha contra el delito, cuando éste alcanza<br />

grados de violencia insoportables: los delitos se combaten con la fuerza de la ley y<br />

no con la ley de la fuerza. Sólo por la razón se logra el orden justo y no por la nuda<br />

fuerza.<br />

Aires, Ediar, 1961, p. 381 ss; Carl J. Friedrich, Teoría y realidad de la organización<br />

constitucional democrática, trad. esp., México, Fondo de Cultura Económica, 1946, p. 385 ss.<br />

62<br />

Se atribuye a Quevedo haber escrito que la razón de Estado es verdadera sin razón<br />

(Legón, ob. cit., p. 384).<br />

63<br />

Ollero, Responsabilidades políticas, cit., p. 15.<br />

292


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

3. No hace falta entonces desarrollar la trascendencia que al decisionismo -<br />

moderna “razón de Estado” de ciertos politólogos a quienes se aúnan,<br />

lamentablemente, algunos juristas-, opone y enfrentan los principios y valores que se<br />

desprenden del Estado de Derecho, entre ellos un valor fundamental: la seguridad<br />

jurídica. Con acierto, el maestro Comadira denominó a este deber como deber de<br />

juridicidad 64 .<br />

Obsérvese cómo de la idea de servir al bien común se desprende la idea de<br />

hacerlo bien y virtuosamente, y justamente tal adjetivación no se logra si no se<br />

observan en toda actuación las líneas que nos señala el contenido moral del Estado<br />

de Derecho.<br />

4. Una de las facetas éticas de la actuación estatal es la buena fe que deben<br />

observar las autoridades 65 . El deber de buena fe es un principio general del<br />

Derecho, que abarca a toda acción humana. De allí que, como derivados de la buena<br />

fe se desgranan la doctrina de los propios actos 66 y de la confianza legítima 67 .<br />

Ello quiere decir que la acción estatal no debe sorprender la buena fe (auténtica,<br />

por cierto) del administrado, con cambios de conducta que producen un agravio a los<br />

64<br />

Julio Rodolfo Comadira “Regulación jurídica de la ética pública …”, cit., p. 589.<br />

65<br />

Es necesaria la mención del profundo estudio de don Jesús González Pérez, El principio<br />

general de la buena fe en el Derecho Administrativo, 3ª ed., Madrid, 1999.<br />

66<br />

Héctor A. Maizal, La doctrina de los propios actos y la Administración Pública, Buenos<br />

Aires, Depalma, 1988, passim.<br />

67<br />

Bacellar Filho: “Ética pública, o Estado Democrático de Direito e os princípios<br />

consectários”, cit., p. 23. Coviello, La protección de la confianza del administrado, cit.<br />

En el Código Europeo de la Buena Conducta Administrativa, aprobado por el Parlamento<br />

Europeo, se lee en el art. 10, bajo el epígrafe “Legítimas expectativas, consistencia y<br />

asesoramiento”, que: “1. El funcionario será coherente en su propia práctica administrativa,<br />

así como con la actuación administrativa de la Institución. El funcionario seguirá las prácticas<br />

administrativas normales de la Institución, salvo que existan razones fundadas para apartarse<br />

de tales prácticas en un caso individual; este fundamento deberá constar por escrito. 2. El<br />

funcionario respetará las legítimas y razonables expectativas que los miembros del público<br />

tengan a la luz de la actuación de la Institución en el pasado”.<br />

En el derecho español se lee en el art. 3º del Régimen Jurídico de las Administraciones<br />

Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, aprobado por la ley 30/1992 (y sus<br />

modificatorias), que las Administraciones Públicas “deberán respetar en su actuación los<br />

principios de buena fe y de confianza legítima”.<br />

293


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

derechos y expectativas que le habían generado. Muchas veces los gobernantes y<br />

funcionarios creen que pueden variar a voluntad sus criterios, afectando así la<br />

seguridad jurídica. Por desgracia, hay funcionarios que así lo creen y asesores<br />

jurídicos que o callan, ignoran, son cobardes o no les importa decirles a aquéllos que<br />

no deben actuar así 68 .<br />

Es decir, el administrado no debe ser un convidado de piedra de toda decisión<br />

estatal que le afecte. Por suerte, pese a ciertos ignorantes de ello, hoy en día se han<br />

incentivado los métodos de participación de los administrados en la toma de<br />

decisión en diversas materias, entre ellas, los reglamentos vinculados a los servicios<br />

públicos, mediante las audiencias públicas 69 .<br />

5. Los enunciados son los aspectos relevantes que me ha parecido necesario<br />

destacar, que han surgido de la práctica que he tenido en este terreno, y que<br />

lógicamente no agotan el tema, que exigiría para un detalle mayor un estudio mucho<br />

más extenso y hasta un verdadero tratado. Me remito a mejores plumas que<br />

expusieron con elocuencia sobre la materia.<br />

Empero, en nuestro país se ha expuesto no sólo sobre las anomalías advertidas,<br />

que en definitiva son comunes a los distintos países 70 , en las obras destacadas de<br />

Gordillo 71 y Mairal 72 , en las que se puede ver que no es exclusiva responsabilidad de<br />

68<br />

Los cambios sorpresivos son provocados muchas veces por falta de previsión de las<br />

autoridades, que entonces endosan o a los administrados su “desliz” o violentan el<br />

ordenamiento jurídico para sortear el obstáculo. Deberían recordar el pensamiento de -<br />

dejando de lado lo que pueda opinar de él (del gusto, por cierto, de los “decisionistas”)-<br />

Maquiavelo: “cuando los males se prevén con antelación es fácil ponerles remedio … […] Lo<br />

mismo sucede con los asuntos de estado, porque los problemas que nacen se pueden<br />

solucionar rápidamente cuando se perciben a tiempo (un don que solo tienen los prudentes),<br />

pero si, por no haberlos advertido a tiempo, se los deja crecer hasta que todos los conocen, ya<br />

no tienen remedio”. El Príncipe, cap. III, trad. esp., Espasa-Calpe, Madrid, 2007.<br />

69<br />

Julio Rodolfo Comadira, “El principio de participación ciudadana en la función<br />

administrativa (con especial referencia a la formación de la voluntad de la Administración y a<br />

la selección de autoridades públicas)”, en El Derecho, serie especial Administrativo, diario<br />

del 29/4/2005.<br />

70<br />

En España: Alejandro Nieto, La organización del desgobierno, Barcelona, Ariel, 1984: o<br />

en Uruguay Augusto Durán Martínez, Estudios de Derecho Público, Montevideo, 2008, vol.<br />

I, p. 327 ss., y vol. II, p. 89 ss.<br />

71<br />

Agustín A. Giordillo, La administración paralela, Madrid, Civitas, 1995.<br />

294


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

quienes exponen la doctrina “aggiornada” sobre la razón de Estado, sino que hasta<br />

el propio Derecho Administrativo puede constituirse en una herramienta que, mal<br />

utilizada, sirve a fines carentes de beatitud.<br />

B. Respecto al Poder Legislativo<br />

Lo expuesto sobre la Administración Pública es extensible al cumplimiento en de<br />

la actividad materialmente administrativa por parte del Poder Legislativo.<br />

1. Respecto a la función legislativa en sí, propia de ese Poder del Estado, bien<br />

sabemos los ciudadanos que lo que les exigimos a los representantes del pueblo, que<br />

sean “nuestros representantes”, y no de parcialidades políticas o de ciertos intereses.<br />

No podemos negar que por ser nuestros representantes, no todos los ciudadanos<br />

somos iguales, puesto que tenemos distintas ideas y creencias, y ocupamos distintos<br />

roles y menesteres en la sociedad. Pero es necesario que tomen conciencia que el<br />

Estado no tiene un “interés” o fin propio, que es el disfraz que muchas veces se<br />

utiliza para esconder los fines sectoriales. El interés público es el de la comunidad a<br />

la que sirven.<br />

2. También deben tener presente que cuando dictan una ley que implica un<br />

comportamiento o garantía hacia el pueblo, ulteriormente no pueden alterarlo,<br />

afectando a éste. Cuando nuestros representantes prometen algo al pueblo, deben<br />

cumplirlo. Es un compromiso republicano. Por cierto que cuando sea necesario<br />

dejarlo sin efecto por motivos razonables, deben prever las medidas que ayuden a<br />

paliar los efectos dañinos ocasionados. Ello es también protección de la confianza.<br />

La violación del compromiso republicano asumido en la ley 25.466 de que se<br />

mantendría la intangibilidad de los depósitos fue, junto con el decreto 214/2002, una<br />

muestra tangible del incumplimiento de la palabra dada 73 .<br />

3. Asimismo, y más allá de que se pudiera decir que en otros países democráticos<br />

ocurre lo mismo, la permanencia en los cargos legislativos -aunque se renueven<br />

72<br />

Héctor A. Mairal, Las raíces legales de la corrupción, o cómo el Derecho Público fomenta<br />

la corrupción en lugar de combatirla, Buenos Aires, Ediciones Rap, 2007.<br />

73<br />

Recomiendo la lectura de la disidencia de la jueza Carmen Argibay en la causa “Massa”,<br />

Fallos: 329:5913 (2006).<br />

295


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

democráticamente- no favorece al sistema republicano, puesto que, salvo<br />

enfermedad incapacitante o muerte, no se permite que los cuadros más jóvenes<br />

puedan acceder a esas altas y dignas funciones, favoreciendo la renovación<br />

legislativa. En tal sentido, la periodicidad en los cargos es, según lo aprecio, en una<br />

democracia republicana más beneficiosa que la continuidad en ellos.<br />

C. Respecto al Poder Judicial<br />

Reitero lo referente al ejercicio de la función materialmente administrativa por<br />

parte del Judicial, para el que vale lo dicho al respecto más arriba.<br />

1. Hay clásicas cualidades predicables y exigibles al juez, como, en primer<br />

lugar, la independencia, la prudencia, la imparcialidad, la austeridad, etc. En este<br />

sentido, la obra del juez Carlos S. Fayt, Principios y fundamentos de la ética<br />

judicial 74 , es fundamental para todos nosotros los jueces, en actividad o retirados.<br />

Ante una obra así no hacen falta mayores precisiones.<br />

Mas, por experiencia personal es conveniente apuntar algunas consideraciones<br />

particulares: Un deber básico del juez es la dedicación a su cargo. Hay magistrados<br />

que dedican una parte importante de su tiempo a actividades sociales, docencia o<br />

encuentros académicos. Ello no significa que no puedan cumplir esas actividades,<br />

que son naturales -entre ellas la docencia-, pero no exclusivas del juez. En ciertos<br />

casos me he preguntado cuándo estudian esos jueces sus expedientes, cuántas<br />

sentencias han escrito, de su puño y letra, si estudiaron debidamente la causa<br />

respectiva o cuánto es el tiempo que están en su despacho y cuánto en la cátedra.<br />

2. El juez tiene un deber ético de cumplir, hasta heroicamente, con su alta<br />

investidura. Por cierto, y es bueno decirlo, sin llegar a tal extremo de la heroicidad,<br />

se lee en la historia del contencioso administrativo de otros países que los jueces<br />

retrocedían en el control de los actos de gobierno o de los dictados en ejercicio de la<br />

potestades discrecionales. Bastaba su mera mención para que ejercieran un simple y<br />

cómodo “self retraint”, invocando que no se podía horadar esos ámbitos bajo el<br />

argumento de la división de poderes.<br />

Frente a ello, nuestro país, por suerte, mostró de parte de los jueces de todas las<br />

instancias y fueros un avance constante y decidido en materia del control de los<br />

74<br />

La Ley, Buenos Aires, 2006.<br />

296


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

actos de los poderes públicos, que en más de una ocasión superó al de países<br />

modélicos 75 , más allá de que se observe que hay todavía en algunos y aislados casos<br />

un ricorsi a superados criterios dogmáticos y jurisprudenciales (ajustados a la idea<br />

de que el principio de división de poderes inhibiría el control judicial).<br />

3. Hay una virtud que muchas veces está ausente en algunos jueces y<br />

funcionarios judiciales, que denominaría “coraje jurídico”: antes de cambiar la<br />

doctrina judicial o dejar de lado concepciones que no se ajustan al estado actual de<br />

las ideas jurídicas vigentes, no se atreven a tomar la decisión que conduciría a la<br />

solución justa del caso. En el fondo aun teniendo un criterio distinto, por pacatería<br />

prefieren y afirman que hay que sujetarse a la jurisprudencia, como si fuera<br />

dogmáticamente pétrea, o si en nuestro país estuviera bajo la órbita del common law.<br />

Por supuesto que lo que digo no significa que el juez vaya a la moda según las<br />

corrientes en boga. El juez no debe resolver según su ideología o pensamiento<br />

prefijado. Por ejemplo, cuando se pretende que el Estado no debe responder o<br />

desarrollan alquimias para no hacer responsable al Estado por los daños que<br />

provoca 76 . Para otros hay que tomar o presumir por ciertas, sin mayor indagación,<br />

las razones que da el Estado para tomar determinadas decisiones, yendo más allá de<br />

la prudente aplicación del principio de la presunción de validez o presunción de<br />

constitucionalidad (presunción, ésta, de uso frecuente por nuestra Corte Suprema en<br />

los últimos años, y que le ha permitido ejercer con eficacia dicho control).<br />

4. De otro lado, hay un accionar no menos criticable, que es el de los jueces que<br />

creen que pueden sustituir la competencia del Ejecutivo o del Legislativo, tomando<br />

75<br />

Sobre el tema, ver entre otros: Juan Carlos Cassagne, “La revisión de la discrecionalidad<br />

administrativa por el poder judicial”, en Estudios de Derecho Público, Buenos Aires, 1995.<br />

Julio Rodolfo Comadira, “La actividad discrecional de la Administración Pública. Justa<br />

medida del control judicial”, en Suplemento de Derecho Administrativo, ED del 29/3/00, y en<br />

Derecho Administrativo, 2ª ed., Buenos Aires, 2003; Domingo Juan Sesin, Administración<br />

Pública. Actividad reglada, discrecional y técnica, Buenos Aires, 1994. Hay una 2ª ed.,<br />

Buenos Aires, 2004; María Susana Villaruel, “Reseña acerca de la discrecionalidad<br />

administrativa en la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación de los<br />

últimos treinta años”, en EDA del 31/10/2011; Pedro J. J. Coviello, “El control judicial de la<br />

discrecionalidad administrativa”, en AAVV: Control de la Administraciòn Pública<br />

(administrativo, legislativo y judicial, jornadas organizadas por la Universidad Austral 15-17<br />

de mayo de 2002, Buenos Aires, 2003.<br />

76<br />

La Suprema Corte norteamericana ha sido un ejemplo en ello.<br />

297


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

decisiones que sólo éstos órganos supremos pueden tomar (lo que no significa que<br />

pueda tomar las medidas cautelares y urgentes que la situación exija). El juez es una<br />

persona de Derecho, cuyo rol -porque así es la manda constitucional- es<br />

pronunciarse en forma independiente y objetiva ante un conflicto intersubjetivo de<br />

intereses. Allí está la función que debe cumplir. El juez no es médico, ingeniero,<br />

legislador o político. Es juez; y nada más (y nada menos) 77 .<br />

D. Respecto de los habitantes de la Nación<br />

¿Hay una ética pública de los ciudadanos? Por cierto, y en sus relaciones<br />

comunitarias y con el Estado mismo. Es justo que al lado de los vicios que muestra<br />

la ética de la gestión estatal, se señale la importancia en determinados casos ostenta<br />

la acción de los particulares.<br />

1. Los gobernantes son hijos del pueblo, sus concepciones de vida, cultura y de<br />

su tiempo. Son al mismo tiempo, por la altura de su magistratura, referentes morales<br />

en los que el pueblo se ve reflejado o quiere verse reflejado. Cuando el gobernante<br />

es corrupto o amoral en su proceder, no deja su conducta de ser ejemplar para<br />

espíritus débiles moralmente. Y la ejemplaridad cunde entonces.<br />

Por ello está en la sociedad, y no exclusivamente en manos de los gobernantes,<br />

educar en la moral a sus miembros: padres a los hijos; maestros a sus educandos, y<br />

así subiendo en los escaños hasta las supremas autoridades. Y la educación parte de<br />

lo más elemental, por ejemplo, desde no arrojar un papel al piso en la vía pública,<br />

respetar las señales de tránsito, pagar los impuestos, cumplir nuestros deberes<br />

cívicos, etc.<br />

2. De allí que incumbe a todos nosotros, los gobernados, mirarnos en el espejo de<br />

la moral para ver cómo estamos, y no mirar sólo la paja en el ojo de los<br />

gobernantes.<br />

77<br />

Lo cual no significa que en determinadas situaciones pueda sustituir las decisiones<br />

adoptadas en el marco del ejercicio de potestades discrecionales, en los términos que expuse<br />

en: “El poder de sustitución del juez”, Cuestiones de Control de la Administración Pública.<br />

Administrativo, Legislativo y Judicial, correspondiente a las jornadas organizadas por la<br />

Universidad Austral, los días 13-15 de mayo de 2009, Buenos Aires, Ediciones Rap, 2010.<br />

298


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

V. Reflexión final<br />

1. La ética nos marca el camino de nuestra vida en lo interno, a través de la voz<br />

de la conciencia, y en lo externo, en las relaciones con los otros y en el<br />

cumplimiento del deber. Es un duro camino, en primer lugar con nosotros mismos<br />

ante la necesidad del seguimiento de lo que debemos hacer para nuestra perfección<br />

como seres humanos, y luego en nuestra acción frente a nuestros otros congéneres<br />

en cada lugar en el que desarrollemos la vocación personal.<br />

2. En esa acción tiene que existir un amor hacia los otros, manifestado en el<br />

cumplimiento consciente y correcto de los deberes comunitarios y cívicos, y hacia<br />

uno mismo (porque como decía Fromm 78 , el amor a sí mismo no es un defecto sino<br />

una necesidad y hasta, agrego, imperativo moral). Precisamente, aquí se refleja la<br />

identidad y continuidad con nuestros hermanos mayores en la fe, cuando Nuestro<br />

Señor Jesucristo responde a la pregunta de un escriba sobre cuál era el primero de<br />

todos los mandamientos, respondió: “El primero es: ‘Oye Israel, el Señor nuestro<br />

Dios, un solo Señor es. Y amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y con toda tu<br />

alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza’. El segundo es: ‘Amarás a tu<br />

prójimo como a ti mismo’. No existe mandamiento mayor que éstos” (Marcos, 12,<br />

29-31). El primero es tradicional y heroico Shemá, que ha sido el grito y credo del<br />

pueblo de Israel (Deuteronomio 6, 4-5), y el segundo, nos señala el otro<br />

mandamiento fundamental para todo hombre y mujer de fe (Levítico, 19, 18). Allí<br />

está la base de sustentación de todos los valores morales consecuentes.<br />

3. Lo que digo muestra, según lo entiendo, que en la ética hay una prolongación<br />

del amor cuando la extendemos a la faz pública, hacia los otros, aparte de uno<br />

mismo. No habrá una verdadera ética pública si falla esa virtud del lado de los<br />

gobernantes hacia su pueblo y de éste hacia aquél. Hay, diríamos, un flujo y reflujo<br />

en esas acciones virtuosas: la justicia, la fraternidad y la solidaridad son su reflejo.<br />

Es más, puede decirse que la ética, sustento del orden jurídico (en sentido amplio,<br />

comprensivo de las leyes positivas y los principios y valores que lo nutren), es una<br />

muestra del amor de Dios, puesto en nuestros corazones y en la realidad, a fin de<br />

que, por la senda de sus preceptos, lleguemos algún día a ver Su Rostro (Salmo 42,<br />

3), luego de nuestra jornada en este mundo.<br />

78<br />

Erich Fromm, El arte de amar. Una investigación sobre la naturaleza del amor, trad. esp.,<br />

15ª ed., Buenos Aires, Paidós, 1974 p. 65 ss.<br />

299


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

4. De allí que si sólo ciñéramos la ética pública a un mero respeto formal de las<br />

pautas diseñadas por el ordenamiento jurídico o los expertos, estaría faltando algo<br />

fundamental. No puede haber en el marco de un verdadero orden democrático una<br />

auténtica ética pública si los súbditos no vemos en nuestros gobernantes a personas a<br />

quienes debemos respetar y –aunque a algunos parezca absurdo-, amar, no sólo por<br />

la autoridad que detentan, sino porque moralmente debemos hacerlo 79 . Otro tanto<br />

vale para nuestros conciudadanos que son nuestros prójimos, y no extraños.<br />

Pero al mismo tiempo los gobernantes no pueden meramente pensar que toda su<br />

acción se basa en la simple “política” -como si ésta fuera un fetiche ante el que se<br />

prosternan-, sino un servicio al público, al pueblo a quien gobiernan y sirven.<br />

5. Hay de alguna manera un grado de heroicidad en la práctica de las virtudes<br />

vinculadas a la ética pública porque la corrupción de los gobernantes siempre<br />

existirá en grado mayor o menor a lo largo de la historia del mundo, pero no debe<br />

eso llevar a bajar los brazos en la lucha. Puede que los frutos no los veamos<br />

nosotros. Pero no hay que cejar.<br />

Se trata de practicar las virtudes cotidianas del buen ciudadano para que haya<br />

buenos gobernantes. Hay que comenzar con nuestros hogares, nuestras ocupaciones<br />

y con la educación, para conseguir gobernantes virtuosos. Los edificios se<br />

construyen desde sus cimientos. El edificio de la moral pública también.<br />

6. Nos enseñaba Comadira que “<br />

Si el anhelo social de ética pública no pretende alcanzar también a la propia<br />

conducta de los ciudadanos cuando éstos se vinculan de cualquier modo con<br />

el Estado, la regulación no sólo se muestra como jurídicamente incompleta,<br />

sino que, y por sobre todo, se evidencia como una muestra más de hipocresía<br />

social. […] La conducta virtuosa no se puede lucir en la función pública si<br />

antes no está vigente en la propia convivencia ciudadana” 80 .<br />

79<br />

San Pablo, frente a gobernantes despóticos, replicaba con el deber de respeto a las<br />

autoridades, las mismas que más tarde lo condenaron, como se muestra en la Epístola a los<br />

Romanos, cap. 13, vv. 1 a 7. No nos olvidemos en materia de tributos el “Dad al César lo que<br />

es del César”.<br />

80<br />

Julio Rodolfo Comadira, “Regulación jurídica de la ética pública …”, cit., pp. 615-616.<br />

300


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Ello nos debe conducir en definitiva al compromiso y solidaridad entre todos los<br />

que habitamos el país, y la conciencia ética, como se aprecia, nace desde abajo,<br />

desde el hogar y la escuela, todo en aras de lograr un país mejor. Precisamente, un<br />

gran filósofo argentino, Santiago Kovadloff, escribió esta frase con la que concluyo,<br />

y a la que adhiero: “Dejar de soñar con un país mejor equivale a resignarse a que la<br />

decadencia administre la historia”.<br />

301


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Comentario<br />

Gabriel Minkowicz.<br />

En primer término quiero agradecer la presencia del Dr. Pedro Coviello en este<br />

simposio y felicitarlo por su exposición. Mi función en esta oportunidad es de<br />

comentar la exposición que acabamos de escuchar y en tal sentido me gustaría<br />

resaltar algunas de las ideas referidas por el Dr. Coviello en su exposición:<br />

1. El judaísmo no es una religión. La palabra religión es de origen latina y el<br />

judaísmo es mucho más antiguo. El judaísmo es un “estilo de vida” en el que<br />

derecho y moral van juntos. De hecho, como lo refiere en sus investigaciones el<br />

padre de la sociología cultural, Max Weber, el judaísmo aportó al mundo occidental<br />

el concepto de ley en detrimento de la magia, como forma de acercarse a Dios.<br />

2. Ley y Moral van juntas. Para el Derecho y la tradición hebrea no puede haber ley<br />

inmoral, ni moral por fuera de la ley.<br />

3. El pueblo hebreo durante la época bíblica, fue objeto de dos estructuras sociales.<br />

La una de carácter horizontal: compuesta por doce tribus, entre las que se destaca la<br />

tribu de Levy, y otra vertical, compuesta por tres castas, a saber: sacerdotal, levitas e<br />

Israel. Sin perjuicio de esto, todos sin distinción de casta social o de origen tribal,<br />

debían observar la Ley que en sí misma es ética y moral por tener un origen divino.<br />

En este sentido cabe aclarar que el los Diez Mandamientos y el Pentateuco<br />

entendido como Torá se la traduce como ley, enseñanza, luz, puesto que contiene los<br />

principios éticos y morales¡del judaísmo.<br />

4. Si bien en el texto bíblico no habremos de encontrar referencia al Estado como lo<br />

concebimos hoy, si podemos referir a la época de los Reyes hebreos. En tal sentido<br />

aún siendo el Rey el juez de última instancia, éste no estaba exento de la ley y de<br />

una ética pública. Si bien, en principio el Profeta Samuel se oponía al pedido del<br />

pueblo de ungir un rey ante el consentimiento de Dios, finalmente “...Samuel<br />

proclamó el derecho del reino al pueblo, y lo escribió en un libro que depositó en el<br />

Santuario del Eterno” (1 Sam.10:25).<br />

302


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

5. En relación a la corrupción social el profeta Amós es un exponente digno de<br />

mencionar. Fue Amós quien cuestionó y condenó la corrupción de las elites, la<br />

injusticia social y el ritualismo ajeno al compromiso de vida, anunciando el fin de<br />

Israel. Acusado por el sacerdote Amasías de conspirar contra el rey (Amós7:10-11),<br />

fue expulsado del templo de Betel (Amós 7:12-13). De igual modo el profeta Isaías<br />

también refiere y condena la corrupción social.<br />

6. Por último quisiera citar las palabras del Sabio Janiná Ben Dosa quien “....solía<br />

decir: aquel cuyas buenas acciones superan a su sabiduría, su sabiduría perdura. Mas<br />

aquel cuya sabiduría supera a sus buenas acciones, su sabiduría no perdura (Tratado<br />

de Principios, 3,12).<br />

303


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Comentario<br />

Gabriel Minkowicz.<br />

En primer término quiero agradecer la presencia del Dr. Pedro Coviello en este<br />

simposio y felicitarlo por su exposición. Mi función en esta oportunidad es de<br />

comentar la exposición que acabamos de escuchar y en tal sentido me gustaría<br />

resaltar algunas de las ideas referidas por el Dr. Coviello en su exposición:<br />

1. El judaísmo no es una religión. La palabra religión es de origen latina y el<br />

judaísmo es mucho más antiguo. El judaísmo es un “estilo de vida” en el que<br />

derecho y moral van juntos. De hecho, como lo refiere en sus investigaciones el<br />

padre de la sociología cultural, Max Weber, el judaísmo aportó al mundo occidental<br />

el concepto de ley en detrimento de la magia, como forma de acercarse a Dios.<br />

2. Ley y Moral van juntas. Para el Derecho y la tradición hebrea no puede haber ley<br />

inmoral, ni moral por fuera de la ley.<br />

3. El pueblo hebreo durante la época bíblica, fue objeto de dos estructuras sociales.<br />

La una de carácter horizontal: compuesta por doce tribus, entre las que se destaca la<br />

tribu de Levy, y otra vertical, compuesta por tres castas, a saber: sacerdotal, levitas e<br />

Israel. Sin perjuicio de esto, todos sin distinción de casta social o de origen tribal,<br />

debían observar la Ley que en sí misma es ética y moral por tener un origen divino.<br />

En este sentido cabe aclarar que el los Diez Mandamientos y el Pentateuco<br />

entendido como Torá se la traduce como ley, enseñanza, luz, puesto que contiene los<br />

principios éticos y morales¡del judaísmo.<br />

4. Si bien en el texto bíblico no habremos de encontrar referencia al Estado como lo<br />

concebimos hoy, si podemos referir a la época de los Reyes hebreos. En tal sentido<br />

aún siendo el Rey el juez de última instancia, éste no estaba exento de la ley y de<br />

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<strong>DIALOGANDO</strong><br />

una ética pública. Si bien, en principio el Profeta Samuel se oponía al pedido del<br />

pueblo de ungir un rey ante el consentimiento de Dios, finalmente “...Samuel<br />

proclamó el derecho del reino al pueblo, y lo escribió en un libro que depositó en el<br />

Santuario del Eterno” (1 Sam.10:25).<br />

5. En relación a la corrupción social el profeta Amós es un exponente digno de<br />

mencionar. Fue Amós quien cuestionó y condenó la corrupción de las elites, la<br />

injusticia social y el ritualismo ajeno al compromiso de vida, anunciando el fin de<br />

Israel. Acusado por el sacerdote Amasías de conspirar contra el rey (Amós7:10-11),<br />

fue expulsado del templo de Betel (Amós 7:12-13). De igual modo el profeta Isaías<br />

también refiere y condena la corrupción social.<br />

6. Por último quisiera citar las palabras del Sabio Janiná Ben Dosa quien “....solía<br />

decir: aquel cuyas buenas acciones superan a su sabiduría, su sabiduría perdura. Mas<br />

aquel cuya sabiduría supera a sus buenas acciones, su sabiduría no perdura (Tratado<br />

de Principios, 3,12).<br />

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<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

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<strong>DIALOGANDO</strong> 1, N. 1, <strong>2013</strong><br />

ISSN 2347-0712<br />

El concepto chino de Justicia: sus definiciones etimológica y filosófica,<br />

y su administración (mediante dos estudios de caso) en la República Popular<br />

Jorge E. Malena<br />

Universidad del Salvador<br />

Buenos Aires<br />

La escritura china se formó a partir de dibujos, de allí que pueda afirmarse que<br />

la expresión escrita del idioma chino tiene un origen pictográfico. Por ello, los<br />

chinos para expresarse han “dibujado” a conceptos abstractos como “justicia” ( 法 ) y<br />

a conceptos concretos como “montaña” ( 山 ). Lo interesante aquí es que al estudiar<br />

la etimología de los conceptos abstractos, podemos conocer lo que los chinos<br />

piensan sobre determinado concepto o idea. A los efectos de introducir el concepto<br />

chino de “justicia”, se presentará el origen de ese término, junto al de las palabras<br />

“derecho”, “ley” y “equidad”.<br />

La forma antigua de escribir “justicia” es 灋 , que se pronuncia “fa” (hoy la<br />

manera simplificada se escribe 法 ). El mismo, está conformado por 3 partes:<br />

(1) A la derecha, el carácter 廌 , que se refiere a un animal divino que, según la<br />

mitología, podía distinguir entre el bien y el mal. La gente acudía a él cuando debía<br />

juzgarse una disputa, porque éste siempre embestía con su cuerno a quien no tenía la<br />

razón.<br />

(2) En la porción inferior, el carácter 去 , que significa el verbo “ir”, porque el<br />

animal divino iba en contra del malvado.<br />

(3) A la izquierda el carácter 水 o “agua”, porque se entiende que un hecho justo<br />

es llano “como la superficie del agua”.<br />

Por otra parte, encontramos que en chino el concepto de “lo justo” 義 (que se<br />

pronuncia “yi”), está más cercano a lo que entendemos como “lo correcto”. El<br />

mismo está compuesto por dos caracteres preexistentes: una parte superior 羊<br />

307


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

“oveja” y una parte inferior 我 “yo” (que a su vez se compone de 手 “mano” más<br />

戈 “lanza”). ¿Por qué en chino “lo justo” reúne a “oveja” y a “yo”? Porque según los<br />

chinos “lo justo logra someter el egoísmo y convertirlo en algo dócil como una<br />

oveja”.<br />

Pasando a otro carácter, en este caso “ley” o 法 則 (se pronuncia “fa ze”), el<br />

mismo reúne al conocido carácter “justicia” (fa) y al carácter “ze” cuyo pictograma<br />

está compuesto por “cortar” y “dinero”. Ello nos remitiría a la idea de “justicia<br />

distributiva” de Aristóteles.<br />

Otro concepto interesante para conocer su origen etimológico es el de<br />

“equidad”: 公 平 . El mismo se compone por dos caracteres: 公 “lo público” (gong)<br />

y 平 “nivelar” (ping). Este término se acerca a la equitas romano-cristiana, es decir<br />

el instrumento de humanización de la norma en función del caso concreto.<br />

A continuación, se efectuará un análisis de “lo justo” a partir de los principales<br />

pensadores clásicos chinos (que vivieron entre los siglos VI y III AC), para<br />

contrastar la vigencia de los conceptos que fueron examinados desde el punto de<br />

vista etimológico. Estudiaremos las definiciones dadas por Confucio, Mo Di (crítico<br />

del Confucianismo), Lao Zi (padre del Taoísmo), Mencio (representante del ala<br />

idealista del Confucianismo), Xun Zi (del ala realista del Confucianismo) y Han<br />

Feizi (padre del Legalismo).<br />

Para Confucio, el fin del hombre durante la vida es ser virtuoso, siendo las dos<br />

principales virtudes por practicar la benevolencia y la justicia. Confucio consideró<br />

que la justicia es un imperativo categórico relacionado con la moral: el hombre<br />

virtuoso es quien actúa según lo que es justo (y no busca el beneficio personal). Por<br />

otro lado, para este filósofo chino, el objeto de la política es la justicia, la cual se<br />

logra con funcionarios virtuosos. Según Confucio, si los que gobiernan dan el<br />

ejemplo, los súbditos no osarán tener mala conducta. Para que el ciudadano y los<br />

gobernantes practiquen la virtud, debe educárselos según principios morales e<br />

ideales.<br />

Mo Di, de cuyas enseñanzas deriva el Moísmo, fue un crítico del Confucianismo<br />

porque no creyó en el papel de la educación en los ciudadanos. Para él, es la fuerza<br />

308


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

del poder estatal la que imponía el orden en la sociedad, dado que en el estado de<br />

naturaleza cada hombre tiene su propio criterio de lo justo. Con la formación del<br />

Estado se terminó con la anarquía y se adoptó un único criterio de justicia.<br />

A continuación, se desarrolló la escuela Taoísta con Lao Zi. Según este<br />

pensador, los problemas del mundo surgieron no porque haya muchas cosas por<br />

solucionar, sino porque se hicieron demasiadas cosas. En el caso de la<br />

administración de justicia, mientras más leyes se promulguen, más delincuentes<br />

habrá. Para Lao Zi, cuantas menos leyes haya, más virtuoso será el pueblo.<br />

El Neoconfucianismo surgió a partir del siglo III AC, caracterizado por un ala<br />

idealista liderada por Mencio y otra ala realista representada por Xun Zi. Mencio<br />

explicó que el hombre puede practicar la benevolencia y la justicia, porque la<br />

naturaleza humana es buena. No es la educación la que hace virtuoso al hombre,<br />

sino la aversión que lo injusto genera en su corazón. Xun Zi consideró en cambio<br />

que el ser humano es egoísta por naturaleza, por lo cual la virtud es algo adquirido.<br />

Para él, por medio no sólo de la educación sino también de la administración de<br />

justicia, se logrará vencer el egoísmo en los hombres.<br />

Este análisis de los pensadores concluye con la Escuela Legalista. Para su<br />

principal representante, Han Feizi, la diferencia de conducta entre la sociedad actual<br />

y la del pasado, radicaba en las distintas circunstancias que le ha tocado vivir a cada<br />

sociedad, ya que la naturaleza humana ha sido siempre la misma. Según Han Feizi,<br />

la diferencia de circunstancia ha tenido lugar porque la sociedad actual no ha sabido<br />

establecer el orden y limitar el egoísmo de las personas. Por lo tanto, el orden viene<br />

dado por la existencia de una autoridad, la vigencia de las leyes y el conocimiento<br />

del arte de gobernar. A diferencia de Confucio, la causa de la armonía en la sociedad<br />

para Han Feizi no es la virtud, sino la ley.<br />

Por último, este análisis del concepto chino de justicia se apoyará en lo que se<br />

considera una herramienta central de una sociedad armoniosa: la prevención del<br />

delito. Sobre este en particular, se explicarán brevemente los sistemas de “registro<br />

de la población” y “reforma por medio del trabajo”, cuyos orígenes se remontan a la<br />

era imperial (dinastía Zhou -siglos XI al III AC- y dinastía Song -años 960 al 1279<br />

DC- respectivamente). Los mismos, tienen vigencia en la República Popular China,<br />

en virtud de su efectividad, más allá de que el PCCh enarboló dar por tierra con el<br />

“antiguo régimen”.<br />

309


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Con respecto al primer sistema, que en chino se llama “hukou”, éste se remonta a<br />

la dinastía Zhou oriental, cuando se ordenó que a nivel familia existiera un registro<br />

de la conducta de cada miembro. Con esta medida, se buscó que (a) cada clan<br />

asumiera la supervisión del comportamiento de sus integrantes y (b) fuera definido<br />

el status social de cada familia, según la práctica de la virtud. Incluso, la corte<br />

estableció que cada familia pudiera imponer castigos para los integrantes de la<br />

misma cuya conducta era indecorosa, a los efectos de que se los encausara a tiempo.<br />

Al proclamarse la República Popular China en octubre de 1949, se pusieron en<br />

marcha una serie de reformas que –entre otras- alcanzaron las esferas tanto familiar<br />

como laboral. La confección del registro pasó de la familia a la unidad de trabajo del<br />

individuo, y si bien mantuvo la información sobre sus antecedentes y conducta, le<br />

fueron agregados otros aspectos como la aptitud profesional, el grado de<br />

adoctrinamiento, la propensión al trabajo, etc. Como los registros pasaron a estar<br />

archivados en las comisarías y en el control de la seguridad pública China está en<br />

manos del PCCh, ya no fue el clan sino el partido gobernante quien ejerció el control<br />

de la conducta de las personas.<br />

En cuanto al segundo sistema (cuyo nombre es “laodong gaige” -o “reforma<br />

por medio del trabajo”-), el mismo consiste en transformar a quien resulta<br />

condenado por los tribunales, a través del desarrollo de una actividad productiva. Se<br />

considera que este sistema permite evitar la reincidencia, debido a que el condenado<br />

supuestamente se rehabilitará mediante el trabajo y la reeducación. En la práctica,<br />

como son incorporados a este sistema tanto los delincuentes comunes como los<br />

presos políticos, la principal crítica que se realiza es que el mismo es un mero<br />

mecanismo para incrementar la abundante mano de obra barata del país.<br />

A modo de conclusión de todo lo antedicho, en primer lugar se desprende del<br />

análisis etimológico de aquellos términos relacionados con “justicia” (lo justo, ley y<br />

equidad) que en la cosmovisión china coexisten criterios de justicia ética y de<br />

justicia legal, o de justicia sustantiva y justicia formal (tal como sucede en<br />

Occidente).<br />

Por su parte, en lo referido a las escuelas de pensamiento clásicas, resulta<br />

sugestivo que, si bien la mayoría de los autores clásicos se inclinaron por la<br />

supremacía de la justicia legal, el Confucianismo –con su búsqueda de la justicia<br />

ética- fue adoptado como filosofía oficial a lo largo de gran parte de la historia<br />

310


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

imperial. ¿Se habrá buscado desde el poder dar la idea de existencia de gobiernos<br />

alentados por la virtud?<br />

Finalmente, la vigencia de principios de tanto la justicia legal como de la justicia<br />

ética en los sistemas de “registro de la población” y de “reforma por medio del<br />

trabajo”, evidencian que la dirigencia de la República Popular China es pragmática<br />

en su abordaje de la administración de la justicia. Esta tendencia a acudir a toda<br />

herramienta que pueda servir a la obra de gobierno, sin importar su raíz doctrinaria,<br />

ha quedado inmortalizado en la máxima de Deng Xiaoping “no importa que el gato<br />

sea blanco o negro, mientras sepa cazar ratones”.<br />

311


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Comentario<br />

Lydia Garchtrom<br />

Para poder realizar este comentario entre el sistema chino y el judaísmo se debe<br />

precisar que ambos sistemas tienen notas en común: ambos se mantuvieron aislados,<br />

el chino mediante fronteras reales y el judaísmo mediante límites virtuales ya que se<br />

los determinó la propia religión.<br />

Su origen lo podemos encontrar en el libro del Levítico, en el capítulo Santos<br />

(Kedoshim) 19:2, cuando dice: “Diles a los hijos de Israel: Seréis santos, porque Yo,<br />

el Eterno, vuestro Dios, soy santo”; santo se debe entender como separado.<br />

Es así que se produce en el judaísmo una separación y una vida dentro del grupo<br />

social y religioso que se mantuvo durante toda las épocas destacándose, que se trató<br />

de un pueblo que vivió en la Diáspora durante casi toda su existencia, ya que recién<br />

desde el año 1948 volvió a tener un territorio propio que es el Estado de Israel.<br />

Esto le permitió el desarrollo de conceptos propios de gran trascendencia<br />

fundado en sus libros sagrados y en las prohibiciones y permisiones que de ellos<br />

provenían.<br />

El judaísmo plantea un concepto que podríamos calificar como humanista , que<br />

encuentra su expresión máxima en el Levítico (19:18) cuando dice “No tomarás<br />

venganza ni guardarás rencor contra los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu<br />

prójimo como a ti mismo”. Este principio fue aplicado a todo tipo de conductas, aún<br />

a las sanciones legales, ya que aún para el condenado por un delito criminal ordena<br />

la aplicación de un trato humano o la “muerte más hermosa posible” (Talmud,<br />

Tratado Sanhedrin 45 a,52 a).<br />

La concepción de justicia en términos generales, surge de Deuteronomio 16:20<br />

cuando dice: “Justicia, justicia, perseguirás” o “tzedek, tzedek tirdof” Tomando en<br />

consideración que el texto del cual emana, el Pentateuco, es un texto sagrado, que<br />

no tiene palabras de más ni reiteraciones casuales, sino que cada palabra tiene un<br />

valor y un significado en sí misma, más allá del imperativo que lo ordena, se<br />

trasunta de la expresión la importancia de la palabra, en su sentido más amplio,<br />

312


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

involucrando también dentro de esta la noción los conceptos de equidad, de verdad,<br />

de armonía y paz social.<br />

La tradición judía nos invita a transitar los caminos de la verdad y la justicia para<br />

acceder a un estado de armonía y paz social, tal como lo refiere el texto de “Rabí<br />

Simón, hijo de Gamliel que dice: El mundo reposa sobre tres pilares: Verdad,<br />

Justicia y Paz. Porque está escrito: “Verdad y justicia y paz juzgad en vuestras<br />

ciudades” (Zacarías 8:16). Y las tres son una unidad fundamental: “¿Se hizo<br />

justicia? Se hizo verdad. Y en consecuencia, la paz” (Talmud de Jerusalén, Taanit<br />

4:2).<br />

La conducta de los seres humanos dentro del judaísmo está regida por el<br />

Pentateuco y específicamente por los Diez Mandamientos que ocupan un lugar<br />

único entre las leyes del mismo, solamente ellos fueron dados directamente por la<br />

teofanía de Dios sin la mediación del profeta, inscriptos en las Tablas del<br />

Testimonio de Piedra y colocados en el Arca. Su examen nos puede decir mucho<br />

sobre la naturaleza de la Alianza y de la Torá y sobre qué estaba basada (Exodo<br />

(Bereshit), 20).<br />

También dentro del judaísmo se plantean tres prohibiciones capitales conocidas<br />

como Pikuaj Nefesh, cuya vulneración se paga con la propia vida, ellas son las<br />

prohibiciones a: la idolatría, el incesto y el asesinato. Con relación al incesto de<br />

acuerdo a la teoría expuesta por Levi Strauss esto marcaría el inicio del judaísmo<br />

como sociedad.<br />

Completa la regimentación de la vida judaica las mandatos o Miztvot,<br />

clasificadas en de hacer (Taasé) y de no hacer (Lo Taasé), 613 en total<br />

contabilizando también la Torá, que reglamentan la vida judaica y limitan la<br />

actividad de los individuos, produciendo en concordancia la idea de que el hombre<br />

que las respeta y las cumple es por naturaleza bueno.<br />

La consecuencia en el plano del derecho hebreo es un régimen legal en el cual<br />

la mayoría de las faltas se pueden zanjar mediante el pago de una indemnización,<br />

que constituye dentro del derecho hebreo lo que se conoce como dinei mamonot<br />

(derecho económico), en contraposición a las sanciones penales que constituyen el<br />

dinei nefashot.<br />

313


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Dentro del sistema legal del derecho hebreo, encontramos como en los distintos<br />

regímenes legales una diferenciación entre las normas jurídicas sujetas a sanción y<br />

las normas morales, sin embargo el derecho hebreo reconoce la existencia de una<br />

especial reciprocidad entre el derecho hebreo y la moral, que proviene de la<br />

vinculación existente en el origen común de ambos conceptos en las fuentes<br />

judaicas.<br />

El mandamiento que dice: “No asesinarás” tiene la misma finalidad que “No<br />

tomarás venganza, ni guardarás rencor contra los hijos de tu pueblo, sino que amarás<br />

a tu prójimo como a ti mismo [lo ordeno] Yo, el Eterno” (Levítico 19:18); este<br />

origen común de los conceptos de ley y moral fueron una guía para el judaísmo en<br />

todos los períodos y generaciones.<br />

Podríamos diferenciar dentro del sistema judaico también entre ley y derecho, ya<br />

que la ley viene impuesta por el Pentateuco, constituyendo el mismo la ley por<br />

antonomasia, mientras que el derecho estaría dado por la fuente jurídica que regla la<br />

vida civil y comercial de la comunidad y cuya fuente está constituida por la Torá<br />

como regla de carácter constitucional o fundamental, la Mishna, que abarca los<br />

comentarios posteriores, hasta el siglo II de la era común, y el Talmud que abarca<br />

los posteriores comentarios que fueron compilados en el siglo V de la era común.<br />

A este material se debería adicionar los pensadores posteriores, que a diferencia<br />

de los filósofos chinos fueron exegetas de la literatura judía y que trabajaron<br />

sistematizando las enseñanzas de estas obras básicas ordenándolas por materia, es<br />

así que reprodujeron obras que son utilizadas hasta el día de hoy, como por ejemplo<br />

la obra de: Rab. Moshé ben Maimon (Maimónides) Iad Jazaká también conocida<br />

como Mishnei Tora (la segunda Torá) y que a decir de su autor podría la persona<br />

reemplazar la lectura de la Torá, ya que la obra contiene la sistematización y<br />

comentario de todo el material de Pentateuco, o la obra de Iosef Karo, gran<br />

jurisconsulto de su época (nació en 1557)que recopila y sistematiza las normas<br />

halájicas bajo el nombre de “Shuljan Aruj”(mesa extendida u ordenada).<br />

Debemos finalmente hacer otra diferenciación entre derecho hebreo, que se<br />

denomina mishpat ivrit, y que constituye como ya se expresó la normativa para regir<br />

las relaciones civiles, comerciales y penales intracomunitarias y la Halajá, palabra<br />

que viene del verbo hebreo lalejet (caminar) y que con iguales fuentes literarias<br />

recopila la normativa general que sistematiza la vida de los judíos incluyendo las<br />

normas de carácter religioso.<br />

314


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

A manera de colofón podemos destacar otro rasgo común que presentan ambas<br />

culturas y es la recepción por parte de los respectivos regímenes jurídicos modernos<br />

de los conceptos básicos desarrollados en la antigüedad, destacando que en el Estado<br />

de Israel no penetran como fuente religiosa sino que penetran como secularización<br />

de la ley religiosa especial- mente en temas de familia y matrimonio. Existiendo<br />

dentro del Ministerio de Justicia del Estado de Israel, el Departamento de la Ley<br />

Judía cuya función es la de asistir en el proceso de legislación, para que las nuevas<br />

leyes se basen en lo posible en los principios de la Ley judía.<br />

315


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

316


<strong>DIALOGANDO</strong> 1, N. 1, <strong>2013</strong><br />

ISSN 2347-0712<br />

La construcción de una sociedad más justa:<br />

una perspectiva sociológica<br />

Aldo Rubén Ameigeiras<br />

CEIL-CONICET, Univ. Nac. Gral. Sarmiento<br />

Buenos Aires<br />

Aproximándonos al tema<br />

Cuando acepté el compromiso de participar en la Jornada lo hice con el<br />

convencimiento de sumarme a reflexionar en torno a un reclamo y un interrogante<br />

fundamental de nuestra generación pero también de la de muchos otros que se han<br />

comprometido con dicha temática. Una pregunta vinculada con el camino a recorrer<br />

para construir una sociedad más justa de manera de hacer frente a este reto<br />

fundamental de una sociedad que ha obtenido logros científicos y tecnológicos<br />

notables pero que por otro lado no ha podido dar respuesta a reclamos básicos y<br />

vitales de gran parte de la humanidad. Una sociedad que a la vez que se ha<br />

globalizado notablemente ha incrementado la desigualdad, mostrando las<br />

limitaciones de un desarrollo asimétrico que denota claramente la presencia del<br />

agotamiento de un modelo civilizatorio en el marco de una crisis global. Un tema<br />

que nos lleva a reflexionar sobre el anhelo de construir una sociedad “en donde<br />

quepan todos” 1 en el convencimiento de que “otro mundo es posible” 2 .<br />

Aparece sin embargo un conjunto de hechos que manifiestan en forma<br />

contundente las dificultades y los obstáculos que aún están presentes para concretar<br />

los anhelos expuestos. Acontecimientos que se presentan dolorosamente ante<br />

nuestros ojos y que denotan marcadas asimetrías y claras desigualdades existentes<br />

en la humanidad en la actualidad. Sociedades con un alto nivel de vida frente a<br />

otras marcadas por la pobreza y la indigencia, diferencias notables en la distribución<br />

1<br />

Cf.” “Por una sociedad en donde quepan todos”- Cuarta Jornada Teológica CETELA-<br />

Teología de Abya Yala en los albores siglo XXI.-Comunidad de Educación Teológica<br />

Ecuménica Latinomaericana- Dep. Ecuménico de Investig., 1996.<br />

2<br />

Cf. Foro Social mundial, “Porto Alegre representa la lucha y la esperanza de un nuevo<br />

mundo posible en donde el ser humano y la naturaleza son el centro de nuestra<br />

preocupación”- Compromiso de Porto Alegre- 28-1-2001.<br />

317


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

de los ingresos y fundamentalmente la imposibilidad de acceder de una gran<br />

mayoría de mujeres y de hombres a sistemas de salud, de educación y de vivienda<br />

adecuados. Situaciones de injusticia fortalecidas por la insensibilidad y voracidad<br />

de las políticas neoliberales, que en el cono Sur especialmente han caracterizado la<br />

década del noventa. Hechos que han ubicado a Latinoamérica en uno de los<br />

ámbitos con más profunda y marcada desigualdad. Como señala A. Moreno<br />

“No se trata solo de distintas condiciones de vida humana sino de unas<br />

condiciones en que la vida humana se hace posible y aun en abundancia y<br />

condiciones en que la vida humana se dificulta y llega a hacerse<br />

imposible” 3 .<br />

Planteos que no hacen más que consolidar nuestras apreciaciones respecto al<br />

obstáculo que dicha desigualdad significa en el caso particular de Latinoamérica<br />

para el desarrollo de una vida digna a millones de personas. Desigualdad generadora<br />

de exclusión y que constituye sin duda un cuestionamiento y un desafío para<br />

todos aquellos personas e instituciones que se plantean, en una sociedad más<br />

humana, la construcción de una sociedad más justa. Es que los cambios generados<br />

a nivel global y con enormes repercusiones en las sociedades en general se ha<br />

traducido tanto en instancias de “descentramiento” 4 como en políticas neoliberales<br />

que han incrementado la desigualdad. Resulta interesante al respecto lo señalado<br />

por N. Garcia Canclini respecto a considerar la manera en que<br />

“La reformulación del orden social y de gran parte de las interacciones<br />

nacionales e internacionales debido a las innovaciones tecnológicas y al<br />

neoliberalismo económico modifican el sentido de lo diferente y lo desigual.<br />

…las diferencias y desigualdades dejan de ser fracturas a superar como<br />

pretendía con la ingenuidad que conocemos el humanismo moderno .La<br />

relativa unificación globalizada d e los mercados se siente perturbada por<br />

la existencia de diferentes y desiguales . Una prueba es el debilitamiento de<br />

estos términos y su reemplazo por el de inclusión exclusión 5 .<br />

3<br />

A. Moreno, “Superar la exclusión, conquistar la equidad: Reformas políticas y capacidades<br />

en el ámbito social”, en E. Landser (comp.), La colonialidad del saber; Eurocentrismo y<br />

Ciencias sociales. Perspectivas Latinoamaericanas, CLACSO- UNESCO, 2000, p. 164.<br />

4<br />

J. M. Barbero, “Globalización comunicación y descentramiento cultural”, en R. Bayardoi y<br />

M. Lacarrieu (comp), La dinámica global- local, Bs. As., Edic. Ciccus, 1999: 27-53.<br />

5<br />

N. Garcia Canclini, Diferentes, desiguales y desencontrados, Bs. As., Edit. Gedisa, 2004, p. 75.<br />

318


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Una desigualdad que constituye un aspecto central a resolver en relación con<br />

discriminaciones socio-económicas que se producen a partir de la desigual<br />

distribución de los ingresos, la dificultad de inserción en el mercado laboral o el<br />

obstáculo para acceder a los principales bienes y servicios de salud, educación y<br />

vivienda pero que implica también formas relacionadas con la discriminación de<br />

las mujeres, o las discriminaciones de carácter étnico, de carácter sexual o religiosa<br />

en general. Una apreciación que involucra claramente la necesidad de la vigencia<br />

de los Derechos Humanos, considerando no solo la relevancia de los derechos<br />

civiles y políticos y todas sus implicancias en torno al derecho a la vida, a las<br />

libertades personales y las garantías judiciales, sino también a los derechos<br />

económicos, sociales y culturales considerados en forma inescindibles de los<br />

anteriores, incorporando nuevas apreciaciones como los derechos a un “ambiente<br />

sano y ecológicamente equilibrado o la consideración de “ los derechos de la tierra”<br />

entre otros.<br />

Sin embargo una gran parte de los abordajes sobre la desigualdad han ponderado<br />

fundamentalmente la dimensión socio-económica, en donde la asimétrica<br />

distribución de los ingresos ha constituido generalmente, el elemento clave a<br />

considerar. Una situación visible especialmente en los estudios e informes de los<br />

organismos internacionales que ratifican las afirmaciones expresadas respecto a<br />

las marcadas asimetrías que caracterizan la desigualdad que atraviesa a América<br />

Latina y el Caribe, en que la riqueza aparece concentrada en pocas manos en el<br />

marco de una crisis mundial de enorme profundidad. En esa línea los informes<br />

del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) como de la CEPAL<br />

avanzan en su descripción de la cuestión. Mientras el primero explicita en su última<br />

presentación la contundencia de algunos indicadores a la vez que destaca avances<br />

logrados en las últimas décadas advierte sobre la necesidad de generar medidas<br />

más contundentes al respecto 6 . En el segundo caso puede observarse no solo un<br />

planteo más integral de la situación, sino también observaciones respecto al<br />

contexto actual de la región. Una CEPAL que más allá de aludir a la creciente<br />

desaceleración de la economía mundial y el decrecimiento de las grandes<br />

economías rescata sin embargo la singularidad del momento por el que está<br />

6<br />

Señala el Informe del Desarrollo Humano 2011: “No es posible continuar con los notables<br />

avances en materia de DH conseguidos en las ultimas décadas […] Sin que se tome medidas<br />

audaces para reducir tanto los riesgos ambientales como la desigualdad”- prólogo- IDH 2011-<br />

Sostenibilidad y equidad: Un mejor futuro para todos”.<br />

319


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

transitando Latinoamérica e insiste, especialmente en su último informe respecto a<br />

la importancia de la búsqueda de un “cambio estructural con igualdad” como de la<br />

“igualdad de derechos “ y el esfuerzo por “reducir brechas internas y externas de<br />

ingresos y productividad” 7 . Una singularidad leída por algunos como una especial<br />

coyuntura, como por otros como una oportunidad relevante para la construcción de<br />

una sociedad menos desigual, pero que de hecho ha implicado el replanteo de<br />

políticas económicas y sociales sustentadas en la década anterior. Una CEPAL<br />

que nos advierte sin embargo sobre la necesidad de considerar que estamos frente a<br />

una crisis que demanda un cambio de paradigma, elemento interesante de tener en<br />

cuenta y sobre el que volveremos más adelante.<br />

Al respecto y en el marco de comenzar a realizar replanteos en relación a<br />

enfoques no reducidos exclusivamente a la desigualdad económica, resulta muy<br />

interesante el trabajo realizado por Luis Reygadas 8 en cuanto señala la necesidad de<br />

tener en cuenta la complejidad de los procesos que generan las desigualdades,<br />

tanto las económicas como las sociales, las culturales, como las políticas y<br />

territoriales .Una complejidad que requiere un abordaje que considere la<br />

multiplicidad de dimensiones en juego. Así si bien manifiesta la relevancia de la<br />

dimensión económica y los aspectos estructurales, considera necesario tener en<br />

cuenta también otros procesos y dimensiones que terminan produciendo un<br />

“entramado de desigualdades”, las cuales lejos de ser naturales responden a<br />

instancias que han sido construidas y legitimadas socialmente. Emerge así la<br />

importancia de considerar tanto la perspectiva de los actores como los aspectos<br />

simbólicos y culturales. Una mirada sobre la desigualdad que de alguna manera<br />

genera una apertura y un replanteo que nos conduce a cuestionar, no solamente<br />

enfoques existentes sobre la temática en particular sino fundamentalmente la<br />

necesidad de un profundo cuestionamiento de la forma en que conocemos en las<br />

ciencias sociales y desde donde lo hacemos. Así, es clave percibir que nuestra<br />

mirada y apreciaciones sobre estos temas está siempre inserta, como lo señalamos<br />

anteriormente ,en marcos interpretativos diversos y que es en relación con dichos<br />

7<br />

Al respecto su Informe sobre “El panorama social de América Latina 2010” se plantea un<br />

titulo que condensa la propuesta que realiza. Denomina el mismo “La hora de la igualdad;<br />

hechos por cerrar, caminos por abrir”. Una preocupación que estará presente también en el<br />

informe del “Panorama s social de A. Latina 2011” .Ver también el ultimo informe “Cambio<br />

estructural para la igualdad”- Cepal – San Salvador - 31-8-2012.<br />

8<br />

Luis Reygadas, “La apropiación: destejiendo la desigualdad”, Anthropos- UNAM- Iztalapa,<br />

2008.<br />

320


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

marcos que elaboramos nuestros diagnósticos, construimos nuestros cuadros y<br />

sacamos nuestras conclusiones.<br />

De allí la complejidad y también la importancia fundamental que implica<br />

abordar el tema que nos ocupa y que indudablemente ha generado múltiples<br />

lecturas tanto desde la economía, como desde la sociología, desde la filosofía como<br />

desde la antropología, desde la política como desde el derecho, desplegadas a su<br />

vez desde perspectivas paradigmáticas y teóricas diversas. Marcos interpretativos<br />

generadores de nociones y categorías que intentan definir, comprender, explicar la<br />

problemática en cuestión y que nos permiten acercarnos al tema. En esta<br />

oportunidad no nos interesa sin embargo detenernos en indicadores y guarismos ni<br />

tampoco en teorías desplegadas en torno a su explicación desde la ciencias<br />

sociales, sino simple y brevemente nos interesa aportar algunos interrogantes acerca<br />

de la forma en que se han construido muchas de esas categorías de análisis<br />

explicativas de la de la sociedad en general y la desigualdad en particular.<br />

Interrogantes que sin excluir otros enfoques y posicionamientos teóricos acerca de<br />

una sociedad desigual, avanzan sin embargo en sostener la necesidad de un nuevo<br />

planteo epistemológico que sustente nuevas formas de conocer. Un aspecto que<br />

lejos de conformar un aspecto secundario constituye un punto de partida<br />

fundamental para enfrentar el desafío de la pobreza y la exclusión social 9 . Se trata<br />

en realidad de enmarcar nuestras `preguntas en el marco mayor de la reflexiones<br />

que vienen produciéndose en las ciencias sociales en su conjunto de la mano tanto<br />

de los interrogantes acerca de la llamada “racionalidad de las construcciones<br />

científicas” o de los límites del positivismo como de las implicancias del giro<br />

hermenéutico en las ciencias sociales 10 , pero sobre todo cuestionamientos sobre la<br />

necesidad de un a nueva construcción de las ciencias sociales. Una reflexión que<br />

intenta tener en cuenta los profundos cuestionamientos existentes en el seno de las<br />

mismas en los últimos años. Diversidad de trabajos en donde no solo se explicitan<br />

9<br />

I. Vasilachis de Gialdino analiza con minuciosidad el proceso de construcción de<br />

conocimiento y de representaciones acerca de los pobres, enfatizando la necesidad de nuevas<br />

formas de conocimiento que no excluya ni la identidad ni la capacidad de conocer del otro. I.<br />

Vasilachis, Pobres, pobreza, identidad y representaciones sociales-I- Propuesta<br />

epistemológica y metodológica para el estudio de los pobres, de la pobreza y de la identidad,<br />

España, Edit. Gedisa, 2003.<br />

10<br />

J. Lulo-(2002) “La vía hermenéutica: Las ciencias sociales entre la epistemología y la<br />

ontología- p. 177- en F. Shuster (comp.) Filosofía y métodos de las ciencias sociales, Bs.<br />

As., Manantial, 2002, p. 177.<br />

321


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

los límites de las modalidades tradicionales de encarar la construcción de<br />

conocimiento en las ciencias sociales sino que avanzan en la necesidad de un<br />

profundo replanteo epistemológicos y paradigmático 11 .<br />

Desde esas perspectiva abordar la problemática de la construcción de una<br />

sociedad justa y de superar la desigualdad, como el desafío de tener en cuenta las<br />

singularidades de este momento histórico requiere ,imprescindiblemente ,como<br />

primer paso una profunda reflexión epistemológica. En otras palabras hacer visible<br />

la puja paradigmática que sustenta de una u otra forma las miradas desde las<br />

cuales abordar los problemas que afectan hoy a Latinoamérica en general y a<br />

nuestro país en particular. Plantear la unicausalidad de la problemática, ponderar<br />

una dimensión sobre otra, incorporar la necesidad de considerar la multiplicidad de<br />

abordajes o sustentar la imprescindible necesidad de tener en cuenta la perspectiva<br />

de los actores , de los grupos y los movimientos sociales es resultado precisamente<br />

de concepciones de carácter óntico, teórico y metodológico que discrepan desde<br />

posiciones paradigmáticos diversas. Apreciaciones a su vez no exentas de<br />

presupuestos en las cuales muchas veces predominan nociones y categorías<br />

profundamente etnocéntricas que resulta fundamental hacer explícitos. No es lo<br />

mismo considerar la problemática de la justicia en general y de la desigualdad en<br />

particular y sus múltiples consecuencias desde un paradigma modernizante y<br />

desde enfoques positivistas o postpositivistas, atravesados por una racionalidad<br />

claramente instrumental y una lógica unilineal capitalista ,que en un paradigma<br />

dialéctico en el marco de un planteo crítico que posibilita observar no solo las<br />

asimetrías sino los fundamentos perversos de los planteos neoliberales generadores<br />

de pobreza y exclusión o desde un planteo constructivista o histórico cultural.<br />

Sin embargo, más allá de los enfoques específicos de cada uno de los<br />

paradigmas e incluso de las propuestas de coexistencia paradigmática superadora de<br />

fundamentalismos y encerramientos, lo que aparece con enorme fuerza en los<br />

11<br />

Resulta muy interesante al respecto lo señalado por Norman Denzin y Y. Lincoln<br />

respecto a que “Habitamos un momento histórico marcado por la pluralidad de voces, los<br />

significados refutados, las controversias paradigmáticas y las nuevas formas textuales. Esta<br />

es una era de emancipación, de libertad desde los confines de un único régimen de verdad, de<br />

emancipación del hecho de ver el mundo de un solo color”, N. Denzin y Y Lincoln.(comp.),<br />

Paradigmas y perspectivas en disputa, Bs. As., M. de Inv. Cualitativa, T. II Gedisa, 2012,<br />

Introd., p. 37. Ver también C. Pinto de Castro, Leonildo Silveira Campos, Erni Walter Seibert<br />

y otros, Novos paradigmas, Inst. Ecuménico de Pos graduaçâo em Ciencias da Religiâo,<br />

Brasil, Sâo Bernardo do Campo, 1995.<br />

322


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

últimos años en las ciencias sociales es el convencimiento de que la crisis del<br />

sistema global no excluye sino atraviesa plenamente las ciencias sociales en su<br />

conjunto y que las situaciones de incremento y consolidación de la desigualdad<br />

global no está haciendo otra cosa que reclamar un replanteo epistemológico y la<br />

emergencia de un nuevo paradigma. Una apreciación de que nos encontramos<br />

transitando una crisis epocal de enormes consecuencias en donde la búsqueda de u<br />

nuevo paradigma constituye una propuesta sustentada no solamente en los<br />

imprescindibles planteos críticos que han aportado a desnudar los intereses<br />

hegemónicos vigentes en el mundo, sino fundamentalmente en un replanteo<br />

fundamental, marcado por la situacionalidad del pensamiento, pero<br />

fundamentalmente por los intereses y los saberes de los sujetos y los pueblos. Una<br />

situación interesante en la línea de lo que estamos señalando se produce con los<br />

planteos existentes en Bolivia respecto al Sumay Kausay o “buen vivir”, que han<br />

generado una diversidad de debates. Múltiples discusiones que no pueden<br />

entenderse si son analizadas exclusivamente desde las ópticas paradigmáticas<br />

existentes o desde una mirada economicista o un planteo unívoco de crecimiento o<br />

de desarrollo dentro de una lógica capitalista. Es que el “buen vivir” supone un<br />

profundo replanteo socio-cultural e implica una cosmovisión desde la cual se<br />

vertebran las relaciones sociales. No está en juego en la misma solo una<br />

apreciación distinta de desarrollo, sino otros supuestos epistemológicos y otro<br />

posicionamiento cultural, estrechamente vinculado a otra lógica y a otras<br />

perspectivas de construcción de una sociedad. Una propuesta que se explicita en un<br />

particular momento latinoamericano con la habilitación de espacios de integración<br />

y acuerdo frente a las políticas neoliberales hegemónicas. Pero a su vez espacios<br />

conformados por una diversidad de experiencias de movimientos sociales, pueblos<br />

originarios, organizaciones campesinas y de derechos humanos, grupos de<br />

trabajadores y distintos sectores sociales implicados en nuevas búsquedas de<br />

convivencia y resolución de problemas. Un tiempo especial para Latinoamérica<br />

difícil pero propicio para avanzar en replanteos profundos, oportuno para<br />

reconsiderar varios de los supuestos subyacentes en nuestros estudios y<br />

argumentaciones teóricas y que demandan nuevos modalidades de conocimiento y<br />

comprensión.<br />

De allí que nos interesa detenernos en la crisis vinculada al agotamiento de un<br />

modelo de conocimiento y de racionalidad que ha hegemonizado las prácticas de<br />

conocimiento y ha pretendido naturalizar las relaciones sociales a la vez que<br />

constituirse en el conocimiento objetivo, científico y universal. Pero más aun, un<br />

conocimiento que ha encubierto e invisibilizado otros saberes y modalidades de<br />

323


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

conocer. De allí que el cuestionamiento de las formas imperantes de conocer en las<br />

ciencias sociales constituya un paso imprescindible a realizar en tanto las mismas<br />

han contribuido, de una u otra forma, a legitimar con exclusividad una racionalidad<br />

y una lógica, conformadas en el marco del “pensamiento único”, desplazando a las<br />

restantes a la periferia de una modernidad excluyente. Una mirada sintetizada<br />

con precisión por E. Lander al señalar que la búsqueda de alternativas a una<br />

sociedad capitalista desigual y excluyente requiere a su vez de un esfuerzo de<br />

deconstrucción y de “cuestionamiento de las pretensiones de objetividad y<br />

neutralidad de los principales instrumentos de naturalización y legitimación de este<br />

orden social: el conjunto de saberes que conocemos globalmente como ciencias<br />

sociales” 12 .<br />

Múltiples miradas que no hacen más que enfatizar que es necesario un cambio<br />

en las categorías teóricas y los instrumentos de análisis con los cuales intentamos<br />

conocer y comprender la realidad social en cuanto los mismos están sustentados<br />

en un arsenal conceptual y metodológico que responde a los mismos intereses y<br />

supuestos que cuestionamos en nuestra reflexión. Aspecto sobre el que avanza<br />

claramente Boaventura de Souza Santos 13 al señalar que “no habrá justicia social<br />

global sin justicia cognitiva global. Los procesos de opresión y explotación, al<br />

excluir grupos y prácticas sociales excluyen también los conocimientos usados por<br />

estos grupos para llevara cabo esas prácticas”. Un tipo de afirmación que abre la<br />

posibilidad de múltiples reflexiones pero que sobre todo nos coloca en un camino<br />

de reconocimientos y descubrimientos imprescindibles a considerar en procesos<br />

emancipadores. Como señala en sus trabajos E. Said al hacer visible la manera en<br />

que los conocimientos de lo científicos sociales han generado una mirada de las<br />

culturas no occidentales que termina distorsionando el conocimiento de las<br />

mismas 14 , a lo que se suman luego las voces de varios autores de origen africano e<br />

Indio que encontramos en la base de los Estudios Postcoloniales 15 .<br />

Los saberes excluidos<br />

12<br />

E. Lander, “Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocéntricos”, en E. Lander (comp.)<br />

La colonialidad del saber, cit., p. 12.<br />

13<br />

Boaventura de Sousa Santos, Epistemología del Sur, Bs. As., CLACSO, coedic., 2009, p. 12.<br />

14<br />

E. Said, Orientalismo Barcelona, 2004.<br />

15<br />

Nos referimos especialmente a Gayatri Spivak (1985), Ranahit Guha (1995), Homi<br />

Bhrabha (2002).<br />

324


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Una parte central de los replanteo paradigmáticos pasa fundamentalmente por<br />

el reconocimiento del proceso de invisibilidad y de descalificación al que han sido<br />

sometidos saberes y formas de conocer de pueblos y culturas que sufren la<br />

exclusión social. Una situación consecuencia del predominio de una racionalidad y<br />

una lógica que termino en constituirse como absoluta y verdadera en el marco del<br />

modelo civilizatorio eurocéntrico. Una instancia fuertemente explicitada en los<br />

trabajos de Edgardo Lander, Aníbal Quijano o López Segrera 16 entre otros,<br />

quienes insisten en la existencia de prácticas de construcción de conocimientos<br />

etnocéntricas que de una u otra forma y desde distintos puntos del espectro<br />

paradigmático han terminado por descalificar la capacidad de los sujetos excluidos<br />

de conocer, que no es otra cosa que colocar bajo signos de interrogación su<br />

capacidad de pensar. De allí la necesidad de referirnos a un tipo de planteo<br />

sustentado en la necesidad de un nuevo paradigma emergente distanciado de<br />

propuestas “modernocéntricas” y construido desde las prácticas y propuestas de<br />

pueblos y poblaciones sistemáticamente marginadas de una vida digna.<br />

Al respecto Boaventura de Souza Santos es quien con mucha claridad enfatiza<br />

la necesidad de llevar a cabo dicha transformación epistemológica, haciéndolo<br />

desde el pensar y la mirada de los grupos, movimientos, sectores y clases<br />

explotadas, marginadas excluidas de Latinoamérica, lo que llama concretamente<br />

una “epistemología del sur”, no porque aluda exclusivamente a un entorno<br />

geográfico sino porque hace referencia a una “metáfora del sufrimiento humano<br />

sistemáticamente causado por el colonialismo y capitalismo” . Y agrega más<br />

adelante “El sur de la epistemología del sur es el sur antiimperial” (2009: 12) con<br />

lo cual extiende su apreciación más allá de lo territorial a los sujetos, grupos y<br />

organizaciones condicionados de una u otra forma por dicha presencia hegemónica.<br />

Una mirada de Boaventura que insiste en advertir acerca del profundo<br />

entrelazamiento aún existente entre el capitalismo global y el colonialismo de<br />

manera de tener en cuenta que las prácticas de conocimiento deben apuntar e<br />

intensificar “ la voluntad de transformación social ”. Una perspectiva que nos<br />

habla acera de la “epistemología de las ausencias” pero también de una<br />

“epistemología a emerger”.<br />

16<br />

Cf. E. Lander, “La colonialidad del saber…” cit., en E. Lander (comp.) Ciencias<br />

sociales, saberes coloniales… cit.; A. Quijano, “Colonialidad del saber, eurocentrismo y<br />

América Latina” en E. Lander (comp.) ob. cit. López Segerra, “Abrir, impensar y<br />

redimensionar las ciencia sociales en America Latina y el Caribe .¿Es posible una ciencia<br />

social no eurocéntrica en nuestra región”, en E. Lander (comp.) ob. cit.<br />

325


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Una perspectiva que conlleva no solo la apreciación del conocimiento existente<br />

y su adecuada valoración, sino básicamente el desafío de construcción de nuevos<br />

planteos teóricos y categorías de análisis como de planteos metodológicos .Una<br />

tarea de construcción cooperativa del conocimiento, de manera de posibilitar la<br />

realización de diagnósticos y propuestas profundamente insertas en los saberes y las<br />

experiencias de nuestros pueblos. Afirmaciones que no solo implican “dar<br />

credibilidad” a las prácticas cognitivas de los excluidos sino que debe involucrar a<br />

su vez una amplitud de miradas sustentada en la imprescindible situacionalidad de<br />

dicho conocimiento en un contexto de pluralidad e interculturalidad. Una<br />

situacionalidad vinculada con al gravitación de lo local frente a lo global, como<br />

con la recomposición de identidades desde la singularidad del “ lugar” y la<br />

especificidad del territorio..Una noción del “lugar” que ha sido fuertemente<br />

erosionada por la globalización con su tónica desterritorializante, generadora de<br />

desplazamientos, aparentemente superadora de fronteras , pero que sin embargo<br />

retoma constantemente, especialmente a partir de las prácticas territoriales de<br />

movimientos sociales, pueblos originarios y organizaciones barriales. Como<br />

explicita Arturo Escobar “Quizás sea el momento de revertir algunas de estas<br />

asimetrías al enfocar de nuevo la constante importancia del lugar y de la creación<br />

del lugar para la cultura, la naturaleza y la economía…” 17 . O sea se trata de<br />

recuperar la relevancia de lo local como espacio significativo inserto en procesos<br />

estructurales pero sustentado en una trama de relaciones y matrices culturales.<br />

Una apreciación del lugar que nos conduce a una revaloración de la urdimbre<br />

simbólica que acompaña la misma. Pero implica el desafío de dejar de asumirnos<br />

insertos en un eurocentrismo que solo nos devuelve una imagen distorsionada de<br />

nosotros mismos. Como señala A. Quijano<br />

“Aquí la tragedia es que hemos sido conducidos, sabiéndolo o no,<br />

queriéndolo o no a ver y a aceptar aquella imagen como nuestra y como<br />

perteneciente a nosotros solamente. De esa manera seguimos siendo lo que<br />

no somos. Y como resultado no podemos nunca identificar nuestros<br />

17<br />

Arturo Escobar, “El lugar de la naturaleza y la naturaleza del lugar ¿Globalización o post<br />

desarrollo?”, en E. Lander (comp.) ob. cit., p. 116.<br />

326


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

verdaderos problemas, mucho menos resolverlos, a no ser de una manera<br />

parcial y distorsionada” 18 .<br />

Y allí comienza el largo pero imprescindible camino de des-cubrimiento de<br />

aquello que ha estado por mucho tiempo encubierto y que alude a la presencia de<br />

nuestra experiencia social como de la gravitación de una diversidad de matrices<br />

culturales en esta singularidad de América Latina. De allí que el posicionamiento<br />

implique la visibilidad de tramas de sentido, de modalidades de vida, de prácticas<br />

sociales y simbólicas generadoras de experiencias y posicionadas desde la<br />

“América profunda” a la que aludía R. Kusch 19 . Es que se trata de culturas<br />

originarias fecundadas por los aportes africanos, atravesadas por el mestizaje,<br />

transitadas por los migrantes, despreciadas por su carácter popular. Un nuevo<br />

posicionamiento que supone otra mirada, otra valoración, otra concepción de<br />

cultura, otros maneras de aproximarse y abordar la complejidad de la desigualdad.<br />

Un reconocimiento de nuestra pertenencia americana, de reivindicar la necesidad de<br />

“pensar desde América”, no en cuanto mera atribución localista sino<br />

fundamentalmente como opción vital, como posicionamiento existencial, pero<br />

claramente cultural, social, económico y político y fundamentalmente emancipador.<br />

De esta manera no solo hacemos alusión a la necesidad de construir nuevos<br />

abordajes teórico-metodológicos, sino a su vez a la presencia de una racionalidad y<br />

una lógica vinculada con la emergencia de un pensar como a la explicitación de<br />

creencias y valores que los singularizan. Creencias, valores y significados que<br />

también han sido, no solo encubiertos sino permanentemente “descalificados”. Un<br />

estilo de pensamiento característico de la mentalidad popular en el marco de una<br />

modernidad periférica” 20 Pero sobre todo, un pensar y un conocer desde la mirada<br />

de los marginados y excluidos que hace explícita la inagotable fecundidad de lo<br />

humano.<br />

18<br />

Aníbal Quijano, “Colonialidad del poder, eurocentrismo y America Latina”, en A. Lander<br />

(comp.) ob. cit., p. 227.<br />

19<br />

R. Kusch, América profunda, Bs. As., Hachette, 1962. Ver también R. Kusch, “Lo<br />

americano y lo argentino desde el ángulo simbólico-filosófico”, en E. Azcuy (comp.) Kusch y<br />

el pensar desde América, Bs. As., F. G. Cambeiro, 1989: 139-151.<br />

20<br />

C. Parker, Otra lógica en América Latina, Chile, FCE, 1993, p. 380.<br />

327


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

A manera de cierre<br />

Hemos realizado así un breve recorrido vinculado con algunos de los aspectos<br />

involucrados en el desafío de construcción de una sociedad mas justa. Una reflexión<br />

que nos ha permitido plantear, como un requerimiento imprescindible en el<br />

tratamiento de esta cuestión, tanto el cuestionamiento de los planteos<br />

epistemológicos desde donde se ha abordado la misma, como fundamentalmente<br />

la necesidad de generar una nueva perspectiva epistemológica en las ciencias<br />

sociales. Una perspectiva que, sin descartar los aportes críticos existentes avance<br />

sin embargo en otorgar credibilidad al conocimiento y los saberes de los sectores<br />

excluidos desde la situacionalidad y el posicionamiento de la “América profunda”.<br />

Un desafío fundamental, éticamente irrenunciable, que implica un proceso<br />

dinámico y permanente, enfrentado a intereses económicos y poderes<br />

hegemónicos, pero que desde lo profundo de lo humano nos convoca a<br />

comprometernos con la construcción de una sociedad más justa.<br />

328


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Comentario<br />

Jerónimo Granados<br />

Reflexionar teológicamente sobre la construcción de una sociedad más justa<br />

conlleva aspectos histórico-epistemológicos que complementan lo expuesto por<br />

Ameigeiras. Su reflexión es de acuciante actualidad y nos impela a considerar sobre<br />

todo en el origen de una dinámica social que está en las postrimerías misma de la<br />

construcción de una sociedad, la justicia.<br />

La conocida obra La construcción social de la realidad (1966) de los sociólogos<br />

Berger y Luckmann sienta bases para el estudio contemporáneo de la sociología. En<br />

ella, ambos autores proponían una fundamentación teórica para una sociología del<br />

conocimiento. Las tesis fundamentales de su obra proponían que la realidad se<br />

construye socialmente y que la sociología del conocimiento debe analizar los<br />

procesos por los cuales esto se produce. Si bien este concepto del constructo social<br />

impone que la realidad es entendida como una serie de fenómenos “externos” a los<br />

sujetos que no pueden controlar su existencia en el mundo, y el conocimiento es la<br />

información respecto de las características de esos fenómenos, es un elemento<br />

importante para entender cómo se fue conformando la institucionalización de la<br />

justicia en medio de nuestras sociedades. Esto estuvo marcado por un largo proceso<br />

donde se va determinando la posición de los más débiles respecto a los más fuertes<br />

especialmente en el aspecto económico pero también en el aspecto de inclusión<br />

social y cómo las sociedades fueron estructurando sus leyes para su protección en un<br />

marco de justicia social.<br />

Rastreando históricamente la estructuración de ciudades o inclusive imperios y<br />

su dinámica de convivencia interna podemos referirnos a varios documentos<br />

descubiertos arqueológicamente.<br />

Uno de los más antiguos está representado por el código de la reforma de<br />

Uruinimgina, que tuvo lugar entre el 2352–2342 a. C. donde rescata, entre otros<br />

aspectos, la protección del huérfano y la viuda. Le prometer a su dios que no<br />

permitiría la opresión y así toma partido por los más débiles de su Estado. La<br />

siguiente reforma, es la de Gudea (2144 – 2124 a. C.) el Ensí de Lagash también<br />

legisla la protección a los más débiles e inclusive la novedad sobre género donde la<br />

329


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

mujer fue apartada de ciertos trabajos. Por su lado, en el Código de Shulgi (2094 –<br />

2047 a.C.) descubierto en Nippur sigue los mismos pasos priorizando la protección<br />

del huérfano y la viuda frente al hombre poderoso y rico. De este modo impide<br />

cualquier capricho privado donde no se puede imponer trabajos ni aprovecharse de<br />

esta situación de indefensión. Por último mencionaremos el Código de Lipit – Ishtar<br />

(1934–1924) donde por su investidura es denominado el pastor piadoso y el<br />

cultivador esforzado, él es quien tiene el trabajo de establecer la justicia y legisla a<br />

favor del más débil y para proteger el trabajo y una adecuada paga como para que la<br />

pobreza no fuera el resultado de un trabajo y no se acumule en unos pocos la<br />

riqueza.<br />

Sin embargo el más emblemático de estos códigos lo representa la Estela de<br />

Hammurabi creada en el año 1760 a. C. Esta Estela, basada en los contenidos de las<br />

anteriormente mencionadas, toma sus contenidos y forma uno de los conjuntos de<br />

leyes más antiguos que se han encontrado y donde se hablaba de la justicia social. El<br />

dios Shamash, que era el dios de la Justicia, entrega las leyes al rey Hammurabi tal<br />

como lo muestra el relieve superior de la estela. Con este acto epifánico, deja<br />

sentado un precedente muy importante para el funcionamiento del poder político.<br />

Saca la administración de la justicia de la órbita de la religión para pasarlo a la del<br />

administrador del Estado, el rey. Los sacerdotes ya no son más los encargados de<br />

administrarla. A partir de la asunción de Hammurabi rey de Babilonia (ca. 1790-<br />

1750 a. C.) los sacerdotes pierden poder en la órbita de la justicia y con ello se<br />

consigue evitar la excesiva subjetividad de estos jueces. Si bien esto centralizaba<br />

aun más el poder del rey, lo cual no era lo ideal, se iniciaba un proceso ordenado y<br />

racional del funcionamiento judicial: la justicia la imparten los 2 tribunales y se<br />

puede apelar al rey como última instancia para dirimir un pleito. Además se sale de<br />

la órbita de la oralidad y los fallos se debían plasmar por escrito. Por otro lado, el<br />

pueblo tenía acceso a las reglas de juego de la sociedad yel Código se ponía a la<br />

vista de todos, de modo que nadie podía alegar ignorancia de la ley. Cabe recordar,<br />

sin embargo, que eran pocos (escribas en su mayoría) los que sabían leer, sin<br />

embargo este es un paso importante en la economía de la justicia y abría el juego a<br />

toda la sociedad. A diferencia de los anteriores códigos toda su jurisprudencia se<br />

basa sobre la ley del Talión y mantiene la antigua preocupación por el pobre, el<br />

huérfano y la viuda. Sobre el judaísmo se expresaron otros comentaristas, sin<br />

embargo resalto que el pueblo de Israel toma como antecedente estos códigos y<br />

reproduce en el Pentateuco el concepto de justicia, la tzedaká. Sobre la justiciatzedaká<br />

descansa toda vida cuando está en orden. La justicia no sólo determina las<br />

relaciones del hombre con Dios, sino también las relaciones de los hombres entre sí,<br />

330


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

llegando hasta las discordias más insignificantes, e incluso a sus relaciones con los<br />

animales y con su medio ambiente natural. La dimensión comunitaria se privilegia y<br />

la convivencia entre las personas descansaba sobre la misma concepción de<br />

fidelidad. Por ello, el juicio sobre la justicia o injusticia actuadas en el marco de las<br />

relaciones comunitarias, no se limitaba a constatar una conducta correcta y conforme<br />

a la ley, sino que se desarrollaba una ecuación moral que además “...requería<br />

demostraciones de bondad, lealtad y, si era necesario, de una misericordia pronta a<br />

ayudar al pobre o al que sufre (Prov. 12, 10; 21, 26; 29, 7).<br />

En el Nuevo Testamento, entra en juego una clara teología soteriológica y Pablo<br />

presenta el Evangelio y la acción de Jesús como “revelación” de la “justicia de<br />

Dios” (dikaiosúne theou) y ¡profundiza la noción veterotestamentaria de tzedaká en<br />

dos sentidos fundamentales, que expresan su carácter específico como “poder de<br />

Diospara salvación”: En primer lugar el acontecimiento pascual y resurrección de<br />

Jesús tiene lugar la más absoluta solidaridad e incondicional fidelidad de Dios para<br />

con toda víctima del pecado y la injusticia, para que su criatura no muera, sino que<br />

por fe viva. En segundo lugar el Dios justo y fiel toma sobre sí la violencia<br />

desencadenada por el pecador-victimario –violencia que volvería a caer sobre él por<br />

la lógica del castigo punitorio– y la culpa, para que su criatura no muera, sino que<br />

por fe viva. Esta justicia toma dimensiones trascendentales pero también radican su<br />

pretensión en la vida cotidiana donde el débil pasa a ser el heredero de esa justicia<br />

que Dios quiere para todos, y obra su justicia redentora a través del poder creador de<br />

su amor.<br />

Para el protestantismo, siguiendo las enseñanzas de Lutero basadas<br />

especialmente en la carta a los Romanos se hace perentoria la actualización de sus<br />

contenidos o por lo menos su contextualización y por ello es importante hacer un<br />

análisis desde la interdisciplinariedad que el caso amerita. Como por ejemplo el<br />

diálogo con las ciencias sociales que es una contribución indispensable no pensada<br />

en aquellas épocas de la Reforma. Pero también desde lo teológico hay perspectivas<br />

que apenas nos mueven desde el análisis eurocéntrico. En este sentido, el teólogo<br />

Walter Altmann reflexiona en su libro Lutero y liberación: una perspectiva<br />

latinoamericana, se plantea la necesidad de evaluar de nuevo la enseñanza central<br />

que Lutero sacó de la Escritura. Si bien el pensamiento de Lutero era adecuado para<br />

sus tiempos y sus circunstancias, hoy para nuestro contexto es necesario repasar y<br />

hasta modificar la doctrina de la justificación. Gran parte del impacto libertador y<br />

revolucionario de Lutero se ha perdido tanto en un sentido personal como<br />

eclesiástico y tiene que hacerse aplicable en escala mayor en la vida social y política.<br />

331


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

La teología de Lutero sobre la justificación contenía el binomio culpa personal y<br />

recepción pasiva del don de la justicia consumada en la persona y obra de Cristo que<br />

encontraba su liberación por la fe. Ahora bien, esta aparente pasividad de la<br />

justificación del individuo elevado como un instrumento del amor en el mundo<br />

conlleva también una pasividad ética, y por tanto a la negación de la tarea de la<br />

liberación. Esta reflexión nos sugiere la pregunta de hasta dónde el cristiano está<br />

habilitado para ocuparse en la búsqueda de la justicia social.<br />

Según Altmann, estaríamos justificando una ética cómoda que en definitiva se<br />

puede interpretar y utilizar para justificar la no participación en la tarea de la<br />

liberación.<br />

332


<strong>DIALOGANDO</strong> 1, N. 1, <strong>2013</strong><br />

ISSN<br />

ÍNDICE<br />

Presentación 5<br />

Artículos<br />

Fabio Samuel Esquenazi<br />

“Shulján Aruj: diálogo y reconocimiento del otro en Lévinas y Ricoeur.<br />

Acogida y limitaciones de una amable invitación” 9<br />

Jerónimo Granados<br />

“Los Ángeles de la Conquista, la conquista de los Ángeles.<br />

El dilema iconográfico de los Ángeles Arcabuceros” 33<br />

Graciela de Grynberg<br />

“Relacionándonos con nuestro Creador” 75<br />

Andrea Hojman<br />

“La recepción de Gn 17 en Génesis Rabbah” 85<br />

Manuel Lázaro Pulido<br />

“La lectura en España de la Declaración vaticana Nostra aetate.<br />

Sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones<br />

no cristianas y sus repercusiones en el diálogo judeo-cristiano” 113<br />

Celina A. Lértora Mendoza<br />

“De la disputa a la condena. Cuestiones interreligiosas bajomedievales” 145<br />

Gabriel Minkowicz - Lydia Norma Garchtrom<br />

“Enfrentamientos ideológicos y sociales durante el período<br />

del Segundo Templo. Las sectas judías: saduceos y fariseos<br />

y su relator más conspicuo: Flavio Josefo” 175<br />

Abraham Skorka<br />

“El concepto de Berakhah en la tradición rabínica” 187<br />

Actos de <strong>ISER</strong>


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Simposio ¿Qué paz es posible?<br />

Presentación: Abraham Skorka 203<br />

Norberto Padilla: “La fuerza de las armas pobres”<br />

Comentario de Fabio Samuel Esquenazi 207<br />

Hilario Wynarzyk: “De la religión como encuadre de la acción política<br />

por la paz”<br />

Comentario de Emilio Monti 223<br />

Mario Yutzis: “Significado y alcance del derecho humano a la paz<br />

como nuevo Derecho Humano Emergente.<br />

Una mirada desde el ámbito internacional.<br />

Comentario de Jerónimo Granados 231<br />

Roberto Bosca: “Perdónanos nuestras deudas. Una perspectiva ética<br />

de la paz en la construcción de ciudadanía”<br />

Comentario de Gabriel Minkowicz 237<br />

Gladys Stella Álvarez: “El acceso a justicia.<br />

Uno de los caminos para la construcción de la paz”<br />

Comentario de Celina A. Lértora Mendoza 257<br />

Simposio “Justicia, justicia buscarás”<br />

Presentación: Graciela Grynberg 263<br />

Mario Federici: “Poder, resistencia y justicia”<br />

Comentario de Aldo Ranieri 267<br />

Pedro José Jorge Coviello: “Reflexiones sobre la Ética pública”<br />

Comentario de Gabriel Minkowicz 279<br />

Jorge E. Malena: “El concepto chino de justicia: sus definiciones<br />

etimológica y filosófica y su administración<br />

(mediante dos estudios de caso) en la República Popular<br />

Comentario de Lydia Garchtrom 307<br />

234


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Aldo Rubén Ameigeiras: “La construcción de una sociedad<br />

más justa: una perspectiva sociológica”<br />

Comentario de Jerónimo Granados 317<br />

235


<strong>DIALOGANDO</strong> 1, N. 1, <strong>2013</strong><br />

ISSN 2347-0712<br />

La construcción de una sociedad más justa:<br />

una perspectiva sociológica<br />

Aldo Rubén Ameigeiras<br />

CEIL-CONICET, Univ. Nac. Gral. Sarmiento<br />

Buenos Aires<br />

Aproximándonos al tema<br />

Cuando acepté el compromiso de participar en la Jornada lo hice con el<br />

convencimiento de sumarme a reflexionar en torno a un reclamo y un interrogante<br />

fundamental de nuestra generación pero también de la de muchos otros que se han<br />

comprometido con dicha temática. Una pregunta vinculada con el camino a recorrer<br />

para construir una sociedad más justa de manera de hacer frente a este reto<br />

fundamental de una sociedad que ha obtenido logros científicos y tecnológicos<br />

notables pero que por otro lado no ha podido dar respuesta a reclamos básicos y<br />

vitales de gran parte de la humanidad. Una sociedad que a la vez que se ha<br />

globalizado notablemente ha incrementado la desigualdad, mostrando las<br />

limitaciones de un desarrollo asimétrico que denota claramente la presencia del<br />

agotamiento de un modelo civilizatorio en el marco de una crisis global. Un tema<br />

que nos lleva a reflexionar sobre el anhelo de construir una sociedad “en donde<br />

quepan todos” 1 en el convencimiento de que “otro mundo es posible” 2 .<br />

Aparece sin embargo un conjunto de hechos que manifiestan en forma<br />

contundente las dificultades y los obstáculos que aún están presentes para concretar<br />

los anhelos expuestos. Acontecimientos que se presentan dolorosamente ante<br />

nuestros ojos y que denotan marcadas asimetrías y claras desigualdades existentes<br />

en la humanidad en la actualidad. Sociedades con un alto nivel de vida frente a<br />

otras marcadas por la pobreza y la indigencia, diferencias notables en la distribución<br />

1<br />

Cf.” “Por una sociedad en donde quepan todos”- Cuarta Jornada Teológica CETELA-<br />

Teología de Abya Yala en los albores siglo XXI.-Comunidad de Educación Teológica<br />

Ecuménica Latinomaericana- Dep. Ecuménico de Investig., 1996.<br />

2<br />

Cf. Foro Social mundial, “Porto Alegre representa la lucha y la esperanza de un nuevo<br />

mundo posible en donde el ser humano y la naturaleza son el centro de nuestra<br />

preocupación”- Compromiso de Porto Alegre- 28-1-2001.<br />

317


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

de los ingresos y fundamentalmente la imposibilidad de acceder de una gran<br />

mayoría de mujeres y de hombres a sistemas de salud, de educación y de vivienda<br />

adecuados. Situaciones de injusticia fortalecidas por la insensibilidad y voracidad<br />

de las políticas neoliberales, que en el cono Sur especialmente han caracterizado la<br />

década del noventa. Hechos que han ubicado a Latinoamérica en uno de los<br />

ámbitos con más profunda y marcada desigualdad. Como señala A. Moreno<br />

“No se trata solo de distintas condiciones de vida humana sino de unas<br />

condiciones en que la vida humana se hace posible y aun en abundancia y<br />

condiciones en que la vida humana se dificulta y llega a hacerse<br />

imposible” 3 .<br />

Planteos que no hacen más que consolidar nuestras apreciaciones respecto al<br />

obstáculo que dicha desigualdad significa en el caso particular de Latinoamérica<br />

para el desarrollo de una vida digna a millones de personas. Desigualdad generadora<br />

de exclusión y que constituye sin duda un cuestionamiento y un desafío para<br />

todos aquellos personas e instituciones que se plantean, en una sociedad más<br />

humana, la construcción de una sociedad más justa. Es que los cambios generados<br />

a nivel global y con enormes repercusiones en las sociedades en general se ha<br />

traducido tanto en instancias de “descentramiento” 4 como en políticas neoliberales<br />

que han incrementado la desigualdad. Resulta interesante al respecto lo señalado<br />

por N. Garcia Canclini respecto a considerar la manera en que<br />

“La reformulación del orden social y de gran parte de las interacciones<br />

nacionales e internacionales debido a las innovaciones tecnológicas y al<br />

neoliberalismo económico modifican el sentido de lo diferente y lo desigual.<br />

…las diferencias y desigualdades dejan de ser fracturas a superar como<br />

pretendía con la ingenuidad que conocemos el humanismo moderno .La<br />

relativa unificación globalizada d e los mercados se siente perturbada por<br />

la existencia de diferentes y desiguales . Una prueba es el debilitamiento de<br />

estos términos y su reemplazo por el de inclusión exclusión 5 .<br />

3<br />

A. Moreno, “Superar la exclusión, conquistar la equidad: Reformas políticas y capacidades<br />

en el ámbito social”, en E. Landser (comp.), La colonialidad del saber; Eurocentrismo y<br />

Ciencias sociales. Perspectivas Latinoamaericanas, CLACSO- UNESCO, 2000, p. 164.<br />

4<br />

J. M. Barbero, “Globalización comunicación y descentramiento cultural”, en R. Bayardoi y<br />

M. Lacarrieu (comp), La dinámica global- local, Bs. As., Edic. Ciccus, 1999: 27-53.<br />

5<br />

N. Garcia Canclini, Diferentes, desiguales y desencontrados, Bs. As., Edit. Gedisa, 2004, p. 75.<br />

318


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Una desigualdad que constituye un aspecto central a resolver en relación con<br />

discriminaciones socio-económicas que se producen a partir de la desigual<br />

distribución de los ingresos, la dificultad de inserción en el mercado laboral o el<br />

obstáculo para acceder a los principales bienes y servicios de salud, educación y<br />

vivienda pero que implica también formas relacionadas con la discriminación de<br />

las mujeres, o las discriminaciones de carácter étnico, de carácter sexual o religiosa<br />

en general. Una apreciación que involucra claramente la necesidad de la vigencia<br />

de los Derechos Humanos, considerando no solo la relevancia de los derechos<br />

civiles y políticos y todas sus implicancias en torno al derecho a la vida, a las<br />

libertades personales y las garantías judiciales, sino también a los derechos<br />

económicos, sociales y culturales considerados en forma inescindibles de los<br />

anteriores, incorporando nuevas apreciaciones como los derechos a un “ambiente<br />

sano y ecológicamente equilibrado o la consideración de “ los derechos de la tierra”<br />

entre otros.<br />

Sin embargo una gran parte de los abordajes sobre la desigualdad han ponderado<br />

fundamentalmente la dimensión socio-económica, en donde la asimétrica<br />

distribución de los ingresos ha constituido generalmente, el elemento clave a<br />

considerar. Una situación visible especialmente en los estudios e informes de los<br />

organismos internacionales que ratifican las afirmaciones expresadas respecto a<br />

las marcadas asimetrías que caracterizan la desigualdad que atraviesa a América<br />

Latina y el Caribe, en que la riqueza aparece concentrada en pocas manos en el<br />

marco de una crisis mundial de enorme profundidad. En esa línea los informes<br />

del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) como de la CEPAL<br />

avanzan en su descripción de la cuestión. Mientras el primero explicita en su última<br />

presentación la contundencia de algunos indicadores a la vez que destaca avances<br />

logrados en las últimas décadas advierte sobre la necesidad de generar medidas<br />

más contundentes al respecto 6 . En el segundo caso puede observarse no solo un<br />

planteo más integral de la situación, sino también observaciones respecto al<br />

contexto actual de la región. Una CEPAL que más allá de aludir a la creciente<br />

desaceleración de la economía mundial y el decrecimiento de las grandes<br />

economías rescata sin embargo la singularidad del momento por el que está<br />

6<br />

Señala el Informe del Desarrollo Humano 2011: “No es posible continuar con los notables<br />

avances en materia de DH conseguidos en las ultimas décadas […] Sin que se tome medidas<br />

audaces para reducir tanto los riesgos ambientales como la desigualdad”- prólogo- IDH 2011-<br />

Sostenibilidad y equidad: Un mejor futuro para todos”.<br />

319


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

transitando Latinoamérica e insiste, especialmente en su último informe respecto a<br />

la importancia de la búsqueda de un “cambio estructural con igualdad” como de la<br />

“igualdad de derechos “ y el esfuerzo por “reducir brechas internas y externas de<br />

ingresos y productividad” 7 . Una singularidad leída por algunos como una especial<br />

coyuntura, como por otros como una oportunidad relevante para la construcción de<br />

una sociedad menos desigual, pero que de hecho ha implicado el replanteo de<br />

políticas económicas y sociales sustentadas en la década anterior. Una CEPAL<br />

que nos advierte sin embargo sobre la necesidad de considerar que estamos frente a<br />

una crisis que demanda un cambio de paradigma, elemento interesante de tener en<br />

cuenta y sobre el que volveremos más adelante.<br />

Al respecto y en el marco de comenzar a realizar replanteos en relación a<br />

enfoques no reducidos exclusivamente a la desigualdad económica, resulta muy<br />

interesante el trabajo realizado por Luis Reygadas 8 en cuanto señala la necesidad de<br />

tener en cuenta la complejidad de los procesos que generan las desigualdades,<br />

tanto las económicas como las sociales, las culturales, como las políticas y<br />

territoriales .Una complejidad que requiere un abordaje que considere la<br />

multiplicidad de dimensiones en juego. Así si bien manifiesta la relevancia de la<br />

dimensión económica y los aspectos estructurales, considera necesario tener en<br />

cuenta también otros procesos y dimensiones que terminan produciendo un<br />

“entramado de desigualdades”, las cuales lejos de ser naturales responden a<br />

instancias que han sido construidas y legitimadas socialmente. Emerge así la<br />

importancia de considerar tanto la perspectiva de los actores como los aspectos<br />

simbólicos y culturales. Una mirada sobre la desigualdad que de alguna manera<br />

genera una apertura y un replanteo que nos conduce a cuestionar, no solamente<br />

enfoques existentes sobre la temática en particular sino fundamentalmente la<br />

necesidad de un profundo cuestionamiento de la forma en que conocemos en las<br />

ciencias sociales y desde donde lo hacemos. Así, es clave percibir que nuestra<br />

mirada y apreciaciones sobre estos temas está siempre inserta, como lo señalamos<br />

anteriormente ,en marcos interpretativos diversos y que es en relación con dichos<br />

7<br />

Al respecto su Informe sobre “El panorama social de América Latina 2010” se plantea un<br />

titulo que condensa la propuesta que realiza. Denomina el mismo “La hora de la igualdad;<br />

hechos por cerrar, caminos por abrir”. Una preocupación que estará presente también en el<br />

informe del “Panorama s social de A. Latina 2011” .Ver también el ultimo informe “Cambio<br />

estructural para la igualdad”- Cepal – San Salvador - 31-8-2012.<br />

8<br />

Luis Reygadas, “La apropiación: destejiendo la desigualdad”, Anthropos- UNAM- Iztalapa,<br />

2008.<br />

320


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

marcos que elaboramos nuestros diagnósticos, construimos nuestros cuadros y<br />

sacamos nuestras conclusiones.<br />

De allí la complejidad y también la importancia fundamental que implica<br />

abordar el tema que nos ocupa y que indudablemente ha generado múltiples<br />

lecturas tanto desde la economía, como desde la sociología, desde la filosofía como<br />

desde la antropología, desde la política como desde el derecho, desplegadas a su<br />

vez desde perspectivas paradigmáticas y teóricas diversas. Marcos interpretativos<br />

generadores de nociones y categorías que intentan definir, comprender, explicar la<br />

problemática en cuestión y que nos permiten acercarnos al tema. En esta<br />

oportunidad no nos interesa sin embargo detenernos en indicadores y guarismos ni<br />

tampoco en teorías desplegadas en torno a su explicación desde la ciencias<br />

sociales, sino simple y brevemente nos interesa aportar algunos interrogantes acerca<br />

de la forma en que se han construido muchas de esas categorías de análisis<br />

explicativas de la de la sociedad en general y la desigualdad en particular.<br />

Interrogantes que sin excluir otros enfoques y posicionamientos teóricos acerca de<br />

una sociedad desigual, avanzan sin embargo en sostener la necesidad de un nuevo<br />

planteo epistemológico que sustente nuevas formas de conocer. Un aspecto que<br />

lejos de conformar un aspecto secundario constituye un punto de partida<br />

fundamental para enfrentar el desafío de la pobreza y la exclusión social 9 . Se trata<br />

en realidad de enmarcar nuestras `preguntas en el marco mayor de la reflexiones<br />

que vienen produciéndose en las ciencias sociales en su conjunto de la mano tanto<br />

de los interrogantes acerca de la llamada “racionalidad de las construcciones<br />

científicas” o de los límites del positivismo como de las implicancias del giro<br />

hermenéutico en las ciencias sociales 10 , pero sobre todo cuestionamientos sobre la<br />

necesidad de un a nueva construcción de las ciencias sociales. Una reflexión que<br />

intenta tener en cuenta los profundos cuestionamientos existentes en el seno de las<br />

mismas en los últimos años. Diversidad de trabajos en donde no solo se explicitan<br />

9<br />

I. Vasilachis de Gialdino analiza con minuciosidad el proceso de construcción de<br />

conocimiento y de representaciones acerca de los pobres, enfatizando la necesidad de nuevas<br />

formas de conocimiento que no excluya ni la identidad ni la capacidad de conocer del otro. I.<br />

Vasilachis, Pobres, pobreza, identidad y representaciones sociales-I- Propuesta<br />

epistemológica y metodológica para el estudio de los pobres, de la pobreza y de la identidad,<br />

España, Edit. Gedisa, 2003.<br />

10<br />

J. Lulo-(2002) “La vía hermenéutica: Las ciencias sociales entre la epistemología y la<br />

ontología- p. 177- en F. Shuster (comp.) Filosofía y métodos de las ciencias sociales, Bs.<br />

As., Manantial, 2002, p. 177.<br />

321


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

los límites de las modalidades tradicionales de encarar la construcción de<br />

conocimiento en las ciencias sociales sino que avanzan en la necesidad de un<br />

profundo replanteo epistemológicos y paradigmático 11 .<br />

Desde esas perspectiva abordar la problemática de la construcción de una<br />

sociedad justa y de superar la desigualdad, como el desafío de tener en cuenta las<br />

singularidades de este momento histórico requiere ,imprescindiblemente ,como<br />

primer paso una profunda reflexión epistemológica. En otras palabras hacer visible<br />

la puja paradigmática que sustenta de una u otra forma las miradas desde las<br />

cuales abordar los problemas que afectan hoy a Latinoamérica en general y a<br />

nuestro país en particular. Plantear la unicausalidad de la problemática, ponderar<br />

una dimensión sobre otra, incorporar la necesidad de considerar la multiplicidad de<br />

abordajes o sustentar la imprescindible necesidad de tener en cuenta la perspectiva<br />

de los actores , de los grupos y los movimientos sociales es resultado precisamente<br />

de concepciones de carácter óntico, teórico y metodológico que discrepan desde<br />

posiciones paradigmáticos diversas. Apreciaciones a su vez no exentas de<br />

presupuestos en las cuales muchas veces predominan nociones y categorías<br />

profundamente etnocéntricas que resulta fundamental hacer explícitos. No es lo<br />

mismo considerar la problemática de la justicia en general y de la desigualdad en<br />

particular y sus múltiples consecuencias desde un paradigma modernizante y<br />

desde enfoques positivistas o postpositivistas, atravesados por una racionalidad<br />

claramente instrumental y una lógica unilineal capitalista ,que en un paradigma<br />

dialéctico en el marco de un planteo crítico que posibilita observar no solo las<br />

asimetrías sino los fundamentos perversos de los planteos neoliberales generadores<br />

de pobreza y exclusión o desde un planteo constructivista o histórico cultural.<br />

Sin embargo, más allá de los enfoques específicos de cada uno de los<br />

paradigmas e incluso de las propuestas de coexistencia paradigmática superadora de<br />

fundamentalismos y encerramientos, lo que aparece con enorme fuerza en los<br />

11<br />

Resulta muy interesante al respecto lo señalado por Norman Denzin y Y. Lincoln<br />

respecto a que “Habitamos un momento histórico marcado por la pluralidad de voces, los<br />

significados refutados, las controversias paradigmáticas y las nuevas formas textuales. Esta<br />

es una era de emancipación, de libertad desde los confines de un único régimen de verdad, de<br />

emancipación del hecho de ver el mundo de un solo color”, N. Denzin y Y Lincoln.(comp.),<br />

Paradigmas y perspectivas en disputa, Bs. As., M. de Inv. Cualitativa, T. II Gedisa, 2012,<br />

Introd., p. 37. Ver también C. Pinto de Castro, Leonildo Silveira Campos, Erni Walter Seibert<br />

y otros, Novos paradigmas, Inst. Ecuménico de Pos graduaçâo em Ciencias da Religiâo,<br />

Brasil, Sâo Bernardo do Campo, 1995.<br />

322


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

últimos años en las ciencias sociales es el convencimiento de que la crisis del<br />

sistema global no excluye sino atraviesa plenamente las ciencias sociales en su<br />

conjunto y que las situaciones de incremento y consolidación de la desigualdad<br />

global no está haciendo otra cosa que reclamar un replanteo epistemológico y la<br />

emergencia de un nuevo paradigma. Una apreciación de que nos encontramos<br />

transitando una crisis epocal de enormes consecuencias en donde la búsqueda de u<br />

nuevo paradigma constituye una propuesta sustentada no solamente en los<br />

imprescindibles planteos críticos que han aportado a desnudar los intereses<br />

hegemónicos vigentes en el mundo, sino fundamentalmente en un replanteo<br />

fundamental, marcado por la situacionalidad del pensamiento, pero<br />

fundamentalmente por los intereses y los saberes de los sujetos y los pueblos. Una<br />

situación interesante en la línea de lo que estamos señalando se produce con los<br />

planteos existentes en Bolivia respecto al Sumay Kausay o “buen vivir”, que han<br />

generado una diversidad de debates. Múltiples discusiones que no pueden<br />

entenderse si son analizadas exclusivamente desde las ópticas paradigmáticas<br />

existentes o desde una mirada economicista o un planteo unívoco de crecimiento o<br />

de desarrollo dentro de una lógica capitalista. Es que el “buen vivir” supone un<br />

profundo replanteo socio-cultural e implica una cosmovisión desde la cual se<br />

vertebran las relaciones sociales. No está en juego en la misma solo una<br />

apreciación distinta de desarrollo, sino otros supuestos epistemológicos y otro<br />

posicionamiento cultural, estrechamente vinculado a otra lógica y a otras<br />

perspectivas de construcción de una sociedad. Una propuesta que se explicita en un<br />

particular momento latinoamericano con la habilitación de espacios de integración<br />

y acuerdo frente a las políticas neoliberales hegemónicas. Pero a su vez espacios<br />

conformados por una diversidad de experiencias de movimientos sociales, pueblos<br />

originarios, organizaciones campesinas y de derechos humanos, grupos de<br />

trabajadores y distintos sectores sociales implicados en nuevas búsquedas de<br />

convivencia y resolución de problemas. Un tiempo especial para Latinoamérica<br />

difícil pero propicio para avanzar en replanteos profundos, oportuno para<br />

reconsiderar varios de los supuestos subyacentes en nuestros estudios y<br />

argumentaciones teóricas y que demandan nuevos modalidades de conocimiento y<br />

comprensión.<br />

De allí que nos interesa detenernos en la crisis vinculada al agotamiento de un<br />

modelo de conocimiento y de racionalidad que ha hegemonizado las prácticas de<br />

conocimiento y ha pretendido naturalizar las relaciones sociales a la vez que<br />

constituirse en el conocimiento objetivo, científico y universal. Pero más aun, un<br />

conocimiento que ha encubierto e invisibilizado otros saberes y modalidades de<br />

323


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

conocer. De allí que el cuestionamiento de las formas imperantes de conocer en las<br />

ciencias sociales constituya un paso imprescindible a realizar en tanto las mismas<br />

han contribuido, de una u otra forma, a legitimar con exclusividad una racionalidad<br />

y una lógica, conformadas en el marco del “pensamiento único”, desplazando a las<br />

restantes a la periferia de una modernidad excluyente. Una mirada sintetizada<br />

con precisión por E. Lander al señalar que la búsqueda de alternativas a una<br />

sociedad capitalista desigual y excluyente requiere a su vez de un esfuerzo de<br />

deconstrucción y de “cuestionamiento de las pretensiones de objetividad y<br />

neutralidad de los principales instrumentos de naturalización y legitimación de este<br />

orden social: el conjunto de saberes que conocemos globalmente como ciencias<br />

sociales” 12 .<br />

Múltiples miradas que no hacen más que enfatizar que es necesario un cambio<br />

en las categorías teóricas y los instrumentos de análisis con los cuales intentamos<br />

conocer y comprender la realidad social en cuanto los mismos están sustentados<br />

en un arsenal conceptual y metodológico que responde a los mismos intereses y<br />

supuestos que cuestionamos en nuestra reflexión. Aspecto sobre el que avanza<br />

claramente Boaventura de Souza Santos 13 al señalar que “no habrá justicia social<br />

global sin justicia cognitiva global. Los procesos de opresión y explotación, al<br />

excluir grupos y prácticas sociales excluyen también los conocimientos usados por<br />

estos grupos para llevara cabo esas prácticas”. Un tipo de afirmación que abre la<br />

posibilidad de múltiples reflexiones pero que sobre todo nos coloca en un camino<br />

de reconocimientos y descubrimientos imprescindibles a considerar en procesos<br />

emancipadores. Como señala en sus trabajos E. Said al hacer visible la manera en<br />

que los conocimientos de lo científicos sociales han generado una mirada de las<br />

culturas no occidentales que termina distorsionando el conocimiento de las<br />

mismas 14 , a lo que se suman luego las voces de varios autores de origen africano e<br />

Indio que encontramos en la base de los Estudios Postcoloniales 15 .<br />

Los saberes excluidos<br />

12<br />

E. Lander, “Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocéntricos”, en E. Lander (comp.)<br />

La colonialidad del saber, cit., p. 12.<br />

13<br />

Boaventura de Sousa Santos, Epistemología del Sur, Bs. As., CLACSO, coedic., 2009, p. 12.<br />

14<br />

E. Said, Orientalismo Barcelona, 2004.<br />

15<br />

Nos referimos especialmente a Gayatri Spivak (1985), Ranahit Guha (1995), Homi<br />

Bhrabha (2002).<br />

324


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Una parte central de los replanteo paradigmáticos pasa fundamentalmente por<br />

el reconocimiento del proceso de invisibilidad y de descalificación al que han sido<br />

sometidos saberes y formas de conocer de pueblos y culturas que sufren la<br />

exclusión social. Una situación consecuencia del predominio de una racionalidad y<br />

una lógica que termino en constituirse como absoluta y verdadera en el marco del<br />

modelo civilizatorio eurocéntrico. Una instancia fuertemente explicitada en los<br />

trabajos de Edgardo Lander, Aníbal Quijano o López Segrera 16 entre otros,<br />

quienes insisten en la existencia de prácticas de construcción de conocimientos<br />

etnocéntricas que de una u otra forma y desde distintos puntos del espectro<br />

paradigmático han terminado por descalificar la capacidad de los sujetos excluidos<br />

de conocer, que no es otra cosa que colocar bajo signos de interrogación su<br />

capacidad de pensar. De allí la necesidad de referirnos a un tipo de planteo<br />

sustentado en la necesidad de un nuevo paradigma emergente distanciado de<br />

propuestas “modernocéntricas” y construido desde las prácticas y propuestas de<br />

pueblos y poblaciones sistemáticamente marginadas de una vida digna.<br />

Al respecto Boaventura de Souza Santos es quien con mucha claridad enfatiza<br />

la necesidad de llevar a cabo dicha transformación epistemológica, haciéndolo<br />

desde el pensar y la mirada de los grupos, movimientos, sectores y clases<br />

explotadas, marginadas excluidas de Latinoamérica, lo que llama concretamente<br />

una “epistemología del sur”, no porque aluda exclusivamente a un entorno<br />

geográfico sino porque hace referencia a una “metáfora del sufrimiento humano<br />

sistemáticamente causado por el colonialismo y capitalismo” . Y agrega más<br />

adelante “El sur de la epistemología del sur es el sur antiimperial” (2009: 12) con<br />

lo cual extiende su apreciación más allá de lo territorial a los sujetos, grupos y<br />

organizaciones condicionados de una u otra forma por dicha presencia hegemónica.<br />

Una mirada de Boaventura que insiste en advertir acerca del profundo<br />

entrelazamiento aún existente entre el capitalismo global y el colonialismo de<br />

manera de tener en cuenta que las prácticas de conocimiento deben apuntar e<br />

intensificar “ la voluntad de transformación social ”. Una perspectiva que nos<br />

habla acera de la “epistemología de las ausencias” pero también de una<br />

“epistemología a emerger”.<br />

16<br />

Cf. E. Lander, “La colonialidad del saber…” cit., en E. Lander (comp.) Ciencias<br />

sociales, saberes coloniales… cit.; A. Quijano, “Colonialidad del saber, eurocentrismo y<br />

América Latina” en E. Lander (comp.) ob. cit. López Segerra, “Abrir, impensar y<br />

redimensionar las ciencia sociales en America Latina y el Caribe .¿Es posible una ciencia<br />

social no eurocéntrica en nuestra región”, en E. Lander (comp.) ob. cit.<br />

325


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Una perspectiva que conlleva no solo la apreciación del conocimiento existente<br />

y su adecuada valoración, sino básicamente el desafío de construcción de nuevos<br />

planteos teóricos y categorías de análisis como de planteos metodológicos .Una<br />

tarea de construcción cooperativa del conocimiento, de manera de posibilitar la<br />

realización de diagnósticos y propuestas profundamente insertas en los saberes y las<br />

experiencias de nuestros pueblos. Afirmaciones que no solo implican “dar<br />

credibilidad” a las prácticas cognitivas de los excluidos sino que debe involucrar a<br />

su vez una amplitud de miradas sustentada en la imprescindible situacionalidad de<br />

dicho conocimiento en un contexto de pluralidad e interculturalidad. Una<br />

situacionalidad vinculada con al gravitación de lo local frente a lo global, como<br />

con la recomposición de identidades desde la singularidad del “ lugar” y la<br />

especificidad del territorio..Una noción del “lugar” que ha sido fuertemente<br />

erosionada por la globalización con su tónica desterritorializante, generadora de<br />

desplazamientos, aparentemente superadora de fronteras , pero que sin embargo<br />

retoma constantemente, especialmente a partir de las prácticas territoriales de<br />

movimientos sociales, pueblos originarios y organizaciones barriales. Como<br />

explicita Arturo Escobar “Quizás sea el momento de revertir algunas de estas<br />

asimetrías al enfocar de nuevo la constante importancia del lugar y de la creación<br />

del lugar para la cultura, la naturaleza y la economía…” 17 . O sea se trata de<br />

recuperar la relevancia de lo local como espacio significativo inserto en procesos<br />

estructurales pero sustentado en una trama de relaciones y matrices culturales.<br />

Una apreciación del lugar que nos conduce a una revaloración de la urdimbre<br />

simbólica que acompaña la misma. Pero implica el desafío de dejar de asumirnos<br />

insertos en un eurocentrismo que solo nos devuelve una imagen distorsionada de<br />

nosotros mismos. Como señala A. Quijano<br />

“Aquí la tragedia es que hemos sido conducidos, sabiéndolo o no,<br />

queriéndolo o no a ver y a aceptar aquella imagen como nuestra y como<br />

perteneciente a nosotros solamente. De esa manera seguimos siendo lo que<br />

no somos. Y como resultado no podemos nunca identificar nuestros<br />

17<br />

Arturo Escobar, “El lugar de la naturaleza y la naturaleza del lugar ¿Globalización o post<br />

desarrollo?”, en E. Lander (comp.) ob. cit., p. 116.<br />

326


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

verdaderos problemas, mucho menos resolverlos, a no ser de una manera<br />

parcial y distorsionada” 18 .<br />

Y allí comienza el largo pero imprescindible camino de des-cubrimiento de<br />

aquello que ha estado por mucho tiempo encubierto y que alude a la presencia de<br />

nuestra experiencia social como de la gravitación de una diversidad de matrices<br />

culturales en esta singularidad de América Latina. De allí que el posicionamiento<br />

implique la visibilidad de tramas de sentido, de modalidades de vida, de prácticas<br />

sociales y simbólicas generadoras de experiencias y posicionadas desde la<br />

“América profunda” a la que aludía R. Kusch 19 . Es que se trata de culturas<br />

originarias fecundadas por los aportes africanos, atravesadas por el mestizaje,<br />

transitadas por los migrantes, despreciadas por su carácter popular. Un nuevo<br />

posicionamiento que supone otra mirada, otra valoración, otra concepción de<br />

cultura, otros maneras de aproximarse y abordar la complejidad de la desigualdad.<br />

Un reconocimiento de nuestra pertenencia americana, de reivindicar la necesidad de<br />

“pensar desde América”, no en cuanto mera atribución localista sino<br />

fundamentalmente como opción vital, como posicionamiento existencial, pero<br />

claramente cultural, social, económico y político y fundamentalmente emancipador.<br />

De esta manera no solo hacemos alusión a la necesidad de construir nuevos<br />

abordajes teórico-metodológicos, sino a su vez a la presencia de una racionalidad y<br />

una lógica vinculada con la emergencia de un pensar como a la explicitación de<br />

creencias y valores que los singularizan. Creencias, valores y significados que<br />

también han sido, no solo encubiertos sino permanentemente “descalificados”. Un<br />

estilo de pensamiento característico de la mentalidad popular en el marco de una<br />

modernidad periférica” 20 Pero sobre todo, un pensar y un conocer desde la mirada<br />

de los marginados y excluidos que hace explícita la inagotable fecundidad de lo<br />

humano.<br />

18<br />

Aníbal Quijano, “Colonialidad del poder, eurocentrismo y America Latina”, en A. Lander<br />

(comp.) ob. cit., p. 227.<br />

19<br />

R. Kusch, América profunda, Bs. As., Hachette, 1962. Ver también R. Kusch, “Lo<br />

americano y lo argentino desde el ángulo simbólico-filosófico”, en E. Azcuy (comp.) Kusch y<br />

el pensar desde América, Bs. As., F. G. Cambeiro, 1989: 139-151.<br />

20<br />

C. Parker, Otra lógica en América Latina, Chile, FCE, 1993, p. 380.<br />

327


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

A manera de cierre<br />

Hemos realizado así un breve recorrido vinculado con algunos de los aspectos<br />

involucrados en el desafío de construcción de una sociedad mas justa. Una reflexión<br />

que nos ha permitido plantear, como un requerimiento imprescindible en el<br />

tratamiento de esta cuestión, tanto el cuestionamiento de los planteos<br />

epistemológicos desde donde se ha abordado la misma, como fundamentalmente<br />

la necesidad de generar una nueva perspectiva epistemológica en las ciencias<br />

sociales. Una perspectiva que, sin descartar los aportes críticos existentes avance<br />

sin embargo en otorgar credibilidad al conocimiento y los saberes de los sectores<br />

excluidos desde la situacionalidad y el posicionamiento de la “América profunda”.<br />

Un desafío fundamental, éticamente irrenunciable, que implica un proceso<br />

dinámico y permanente, enfrentado a intereses económicos y poderes<br />

hegemónicos, pero que desde lo profundo de lo humano nos convoca a<br />

comprometernos con la construcción de una sociedad más justa.<br />

328


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Comentario<br />

Jerónimo Granados<br />

Reflexionar teológicamente sobre la construcción de una sociedad más justa<br />

conlleva aspectos histórico-epistemológicos que complementan lo expuesto por<br />

Ameigeiras. Su reflexión es de acuciante actualidad y nos impela a considerar sobre<br />

todo en el origen de una dinámica social que está en las postrimerías misma de la<br />

construcción de una sociedad, la justicia.<br />

La conocida obra La construcción social de la realidad (1966) de los sociólogos<br />

Berger y Luckmann sienta bases para el estudio contemporáneo de la sociología. En<br />

ella, ambos autores proponían una fundamentación teórica para una sociología del<br />

conocimiento. Las tesis fundamentales de su obra proponían que la realidad se<br />

construye socialmente y que la sociología del conocimiento debe analizar los<br />

procesos por los cuales esto se produce. Si bien este concepto del constructo social<br />

impone que la realidad es entendida como una serie de fenómenos “externos” a los<br />

sujetos que no pueden controlar su existencia en el mundo, y el conocimiento es la<br />

información respecto de las características de esos fenómenos, es un elemento<br />

importante para entender cómo se fue conformando la institucionalización de la<br />

justicia en medio de nuestras sociedades. Esto estuvo marcado por un largo proceso<br />

donde se va determinando la posición de los más débiles respecto a los más fuertes<br />

especialmente en el aspecto económico pero también en el aspecto de inclusión<br />

social y cómo las sociedades fueron estructurando sus leyes para su protección en un<br />

marco de justicia social.<br />

Rastreando históricamente la estructuración de ciudades o inclusive imperios y<br />

su dinámica de convivencia interna podemos referirnos a varios documentos<br />

descubiertos arqueológicamente.<br />

Uno de los más antiguos está representado por el código de la reforma de<br />

Uruinimgina, que tuvo lugar entre el 2352–2342 a. C. donde rescata, entre otros<br />

aspectos, la protección del huérfano y la viuda. Le prometer a su dios que no<br />

permitiría la opresión y así toma partido por los más débiles de su Estado. La<br />

siguiente reforma, es la de Gudea (2144 – 2124 a. C.) el Ensí de Lagash también<br />

legisla la protección a los más débiles e inclusive la novedad sobre género donde la<br />

329


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

mujer fue apartada de ciertos trabajos. Por su lado, en el Código de Shulgi (2094 –<br />

2047 a.C.) descubierto en Nippur sigue los mismos pasos priorizando la protección<br />

del huérfano y la viuda frente al hombre poderoso y rico. De este modo impide<br />

cualquier capricho privado donde no se puede imponer trabajos ni aprovecharse de<br />

esta situación de indefensión. Por último mencionaremos el Código de Lipit – Ishtar<br />

(1934–1924) donde por su investidura es denominado el pastor piadoso y el<br />

cultivador esforzado, él es quien tiene el trabajo de establecer la justicia y legisla a<br />

favor del más débil y para proteger el trabajo y una adecuada paga como para que la<br />

pobreza no fuera el resultado de un trabajo y no se acumule en unos pocos la<br />

riqueza.<br />

Sin embargo el más emblemático de estos códigos lo representa la Estela de<br />

Hammurabi creada en el año 1760 a. C. Esta Estela, basada en los contenidos de las<br />

anteriormente mencionadas, toma sus contenidos y forma uno de los conjuntos de<br />

leyes más antiguos que se han encontrado y donde se hablaba de la justicia social. El<br />

dios Shamash, que era el dios de la Justicia, entrega las leyes al rey Hammurabi tal<br />

como lo muestra el relieve superior de la estela. Con este acto epifánico, deja<br />

sentado un precedente muy importante para el funcionamiento del poder político.<br />

Saca la administración de la justicia de la órbita de la religión para pasarlo a la del<br />

administrador del Estado, el rey. Los sacerdotes ya no son más los encargados de<br />

administrarla. A partir de la asunción de Hammurabi rey de Babilonia (ca. 1790-<br />

1750 a. C.) los sacerdotes pierden poder en la órbita de la justicia y con ello se<br />

consigue evitar la excesiva subjetividad de estos jueces. Si bien esto centralizaba<br />

aun más el poder del rey, lo cual no era lo ideal, se iniciaba un proceso ordenado y<br />

racional del funcionamiento judicial: la justicia la imparten los 2 tribunales y se<br />

puede apelar al rey como última instancia para dirimir un pleito. Además se sale de<br />

la órbita de la oralidad y los fallos se debían plasmar por escrito. Por otro lado, el<br />

pueblo tenía acceso a las reglas de juego de la sociedad yel Código se ponía a la<br />

vista de todos, de modo que nadie podía alegar ignorancia de la ley. Cabe recordar,<br />

sin embargo, que eran pocos (escribas en su mayoría) los que sabían leer, sin<br />

embargo este es un paso importante en la economía de la justicia y abría el juego a<br />

toda la sociedad. A diferencia de los anteriores códigos toda su jurisprudencia se<br />

basa sobre la ley del Talión y mantiene la antigua preocupación por el pobre, el<br />

huérfano y la viuda. Sobre el judaísmo se expresaron otros comentaristas, sin<br />

embargo resalto que el pueblo de Israel toma como antecedente estos códigos y<br />

reproduce en el Pentateuco el concepto de justicia, la tzedaká. Sobre la justiciatzedaká<br />

descansa toda vida cuando está en orden. La justicia no sólo determina las<br />

relaciones del hombre con Dios, sino también las relaciones de los hombres entre sí,<br />

330


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

llegando hasta las discordias más insignificantes, e incluso a sus relaciones con los<br />

animales y con su medio ambiente natural. La dimensión comunitaria se privilegia y<br />

la convivencia entre las personas descansaba sobre la misma concepción de<br />

fidelidad. Por ello, el juicio sobre la justicia o injusticia actuadas en el marco de las<br />

relaciones comunitarias, no se limitaba a constatar una conducta correcta y conforme<br />

a la ley, sino que se desarrollaba una ecuación moral que además “...requería<br />

demostraciones de bondad, lealtad y, si era necesario, de una misericordia pronta a<br />

ayudar al pobre o al que sufre (Prov. 12, 10; 21, 26; 29, 7).<br />

En el Nuevo Testamento, entra en juego una clara teología soteriológica y Pablo<br />

presenta el Evangelio y la acción de Jesús como “revelación” de la “justicia de<br />

Dios” (dikaiosúne theou) y ¡profundiza la noción veterotestamentaria de tzedaká en<br />

dos sentidos fundamentales, que expresan su carácter específico como “poder de<br />

Diospara salvación”: En primer lugar el acontecimiento pascual y resurrección de<br />

Jesús tiene lugar la más absoluta solidaridad e incondicional fidelidad de Dios para<br />

con toda víctima del pecado y la injusticia, para que su criatura no muera, sino que<br />

por fe viva. En segundo lugar el Dios justo y fiel toma sobre sí la violencia<br />

desencadenada por el pecador-victimario –violencia que volvería a caer sobre él por<br />

la lógica del castigo punitorio– y la culpa, para que su criatura no muera, sino que<br />

por fe viva. Esta justicia toma dimensiones trascendentales pero también radican su<br />

pretensión en la vida cotidiana donde el débil pasa a ser el heredero de esa justicia<br />

que Dios quiere para todos, y obra su justicia redentora a través del poder creador de<br />

su amor.<br />

Para el protestantismo, siguiendo las enseñanzas de Lutero basadas<br />

especialmente en la carta a los Romanos se hace perentoria la actualización de sus<br />

contenidos o por lo menos su contextualización y por ello es importante hacer un<br />

análisis desde la interdisciplinariedad que el caso amerita. Como por ejemplo el<br />

diálogo con las ciencias sociales que es una contribución indispensable no pensada<br />

en aquellas épocas de la Reforma. Pero también desde lo teológico hay perspectivas<br />

que apenas nos mueven desde el análisis eurocéntrico. En este sentido, el teólogo<br />

Walter Altmann reflexiona en su libro Lutero y liberación: una perspectiva<br />

latinoamericana, se plantea la necesidad de evaluar de nuevo la enseñanza central<br />

que Lutero sacó de la Escritura. Si bien el pensamiento de Lutero era adecuado para<br />

sus tiempos y sus circunstancias, hoy para nuestro contexto es necesario repasar y<br />

hasta modificar la doctrina de la justificación. Gran parte del impacto libertador y<br />

revolucionario de Lutero se ha perdido tanto en un sentido personal como<br />

eclesiástico y tiene que hacerse aplicable en escala mayor en la vida social y política.<br />

331


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

La teología de Lutero sobre la justificación contenía el binomio culpa personal y<br />

recepción pasiva del don de la justicia consumada en la persona y obra de Cristo que<br />

encontraba su liberación por la fe. Ahora bien, esta aparente pasividad de la<br />

justificación del individuo elevado como un instrumento del amor en el mundo<br />

conlleva también una pasividad ética, y por tanto a la negación de la tarea de la<br />

liberación. Esta reflexión nos sugiere la pregunta de hasta dónde el cristiano está<br />

habilitado para ocuparse en la búsqueda de la justicia social.<br />

Según Altmann, estaríamos justificando una ética cómoda que en definitiva se<br />

puede interpretar y utilizar para justificar la no participación en la tarea de la<br />

liberación.<br />

332


<strong>DIALOGANDO</strong> 1, N. 1, <strong>2013</strong><br />

ISSN<br />

ÍNDICE<br />

Presentación 5<br />

Artículos<br />

Fabio Samuel Esquenazi<br />

“Shulján Aruj: diálogo y reconocimiento del otro en Lévinas y Ricoeur.<br />

Acogida y limitaciones de una amable invitación” 9<br />

Jerónimo Granados<br />

“Los Ángeles de la Conquista, la conquista de los Ángeles.<br />

El dilema iconográfico de los Ángeles Arcabuceros” 33<br />

Graciela de Grynberg<br />

“Relacionándonos con nuestro Creador” 75<br />

Andrea Hojman<br />

“La recepción de Gn 17 en Génesis Rabbah” 85<br />

Manuel Lázaro Pulido<br />

“La lectura en España de la Declaración vaticana Nostra aetate.<br />

Sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones<br />

no cristianas y sus repercusiones en el diálogo judeo-cristiano” 113<br />

Celina A. Lértora Mendoza<br />

“De la disputa a la condena. Cuestiones interreligiosas bajomedievales” 145<br />

Gabriel Minkowicz - Lydia Norma Garchtrom<br />

“Enfrentamientos ideológicos y sociales durante el período<br />

del Segundo Templo. Las sectas judías: saduceos y fariseos<br />

y su relator más conspicuo: Flavio Josefo” 175<br />

Abraham Skorka<br />

“El concepto de Berakhah en la tradición rabínica” 187<br />

Actos de <strong>ISER</strong>


<strong>REVISTA</strong> DEL INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS RELIGIOSOS - <strong>ISER</strong><br />

Simposio ¿Qué paz es posible?<br />

Presentación: Abraham Skorka 203<br />

Norberto Padilla: “La fuerza de las armas pobres”<br />

Comentario de Fabio Samuel Esquenazi 207<br />

Hilario Wynarzyk: “De la religión como encuadre de la acción política<br />

por la paz”<br />

Comentario de Emilio Monti 223<br />

Mario Yutzis: “Significado y alcance del derecho humano a la paz<br />

como nuevo Derecho Humano Emergente.<br />

Una mirada desde el ámbito internacional.<br />

Comentario de Jerónimo Granados 231<br />

Roberto Bosca: “Perdónanos nuestras deudas. Una perspectiva ética<br />

de la paz en la construcción de ciudadanía”<br />

Comentario de Gabriel Minkowicz 237<br />

Gladys Stella Álvarez: “El acceso a justicia.<br />

Uno de los caminos para la construcción de la paz”<br />

Comentario de Celina A. Lértora Mendoza 257<br />

Simposio “Justicia, justicia buscarás”<br />

Presentación: Graciela Grynberg 263<br />

Mario Federici: “Poder, resistencia y justicia”<br />

Comentario de Aldo Ranieri 267<br />

Pedro José Jorge Coviello: “Reflexiones sobre la Ética pública”<br />

Comentario de Gabriel Minkowicz 279<br />

Jorge E. Malena: “El concepto chino de justicia: sus definiciones<br />

etimológica y filosófica y su administración<br />

(mediante dos estudios de caso) en la República Popular<br />

Comentario de Lydia Garchtrom 307<br />

234


<strong>DIALOGANDO</strong><br />

Aldo Rubén Ameigeiras: “La construcción de una sociedad<br />

más justa: una perspectiva sociológica”<br />

Comentario de Jerónimo Granados 317<br />

235

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