La Violencia - Salta

Leonardo Strejilevich
una nebulosa indiferenciada que tiene estos ingredientes y que
se ve, cada día, incrementada. No se sabe en quién y en qué
creer, o para qué esforzarse, una sensación de sin sentido acompaña
a estos adolescentes. En toda transformación hay pérdidas
y ganancias y la vida se ha tornado más realista, incierta
y frágil; ya no rigen los valores anteriores que se apoyaban en
una idea errónea e ilusoria; se han perdido ciertas seguridades
y garantías, también el sentido, el para qué hago lo que
hago si, en definitiva, nada permanece.
La escuela estaba articulada con un entramado social más
amplio, que suponía que una vez terminado el proceso de aprendizaje
los jóvenes accederían a algún trabajo digno. Inclusive
para quienes quedaban excluidos de las instituciones educativas,
existían mecanismos paralelos de integración social. Esta
situación permitía pensar en diferir la satisfacción, en pos de
un sacrificio que redituaría en algún futuro cercano. No es lo
que sucede con muchos jóvenes en la actualidad, para quienes
no hay futuro. En este sentido hay que aclarar que el abandono
escolar está relacionado con las relaciones de clase y económicas
y que se expresa con mayor intensidad en los sectores
populares.
Las instituciones educativas tienen dificultades para establecer
vínculos con los alumnos, y también la imposibilidad de
sostener una rutina de sacrificio en pos de un futuro mejor, cuando
no se vislumbra futuro alguno. Entonces la rutina escolar
no sólo se vuelve poco atractiva, sino también, intolerable.
El acceso y el ingreso de los jóvenes al mercado laboral
son actualmente muy difíciles; les cuesta bastante conseguir
empleo debido a su escasa experiencia, calificación, bajo nivel
de instrucción y casi nula capacitación.
Los índices disponibles hablan de una crisis de cohesión
social, y de la necesidad de profundizar en la intervención de
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