La Violencia - Salta
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<strong>La</strong> violencia<br />
la respuesta de un general del régimen: «¡Viva la muerte y<br />
muera la inteligencia!», terminó sus días recluido en su domicilio<br />
de Salamanca después de un prolongado exilio forzoso;<br />
por el año 1912 decía más o menos esto: una mitad del mundo,<br />
el gran Oriente oscuro, es místico; cree en la luz de luna del<br />
misterio; pide al Eterno vagos impulsos; entiende mal, desconfía<br />
y desprecia a occidente; son vitalistas, buscan la inspiración<br />
y creen en la persona; consideran que las grandes ideas<br />
acerca de la vida en occidente no son verdaderas. Occidente<br />
exige claridad; elaboró distintas y claras ideas de la vida y es<br />
consecuente con ellas; se impacienta con el misterio; cree en el<br />
mediodía del hecho científico; toma el presente dentro de su<br />
mano y no la abre ni suelta hasta que haya motivos razonables<br />
e inteligibles; son racionalistas, buscan definiciones y creen<br />
en el concepto. Cada uno de ellos entiende mal al otro. «El que<br />
basa o cree basar su conducta —interna o externa, de sentimiento<br />
o acción— en un dogma o principio teórico que estima<br />
incontrovertible, corre riesgo de hacerse un fanático, y, además,<br />
el día en que se le quebrante o afloje ese dogma, su moral<br />
se relaja». «¡Europa! Esta noción primitiva e inmediatamente<br />
geográfica nos la han convertido, por arte mágica, en una categoría<br />
casi metafísica. ¿Quién sabe hoy ya, en España por lo<br />
menos, lo que es Europa?». España, que se desangró luchando<br />
ocho siglos contra la morisma, defendiendo a Europa del mahometismo<br />
cuando ésta le debe gran parte de su cultura; que<br />
se desangró tratando de conseguir su unificación interna y al<br />
mismo tiempo engendraba conquistadores creando veinte naciones...<br />
Éstas y otras son viejas mareas de las contradicciones<br />
que forman parte de la condición humana. Eppur si muove! Lo<br />
mejor es no rendirse a la ortodoxia y no usar armas para aniquilarnos,<br />
lo que, además de trágico, es notoriamente ridículo.<br />
Los nuevos dictados geopolíticos tienden a opacar los gra-<br />
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