"Deformando Europa": la mesa redonda de los ... - Viento Sur

lamentabilísimo espectáculo propiciado por las fuerzas parlamentarias obligan a
replantearse, o cuando menos a reflexionar, sobre la utilidad y viabilidad de la
estrategia seguida hasta ahora por las organizaciones feministas para tratar de
solucionar los problemas reales, concretos, cotidianos, que la actual y restrictiva
normativa legal sobre el aborto han producido.
De una parte, se arrastra la incapacidad que ha demostrado el PSOE, desde el
inicio, para afrontar el problema. Si en lugar del bodrio de despenalización parcial,
aprobado en 1985, se hubiera legalizado, respetado y garantizado la libertad de
decisión de las mujeres y la gratuidad de la prestación sanitaria que constituye una
interrupción voluntaria del embarazo, el Gobierno hubiera tenido que hacer frente
al mismo tipo de virulenta campaña en contra, con la diferencia de que legitímente
podría haber zanjado el problema. Pero los sucesivos ministros de Justicia, desde
Ledesma a Múgica, han estado más preocupados por las engañosas encuestas que
por actuar consecuentemente con las ideas que decían defender.
Después de once años de mayoría absoluta, el PSOE elige el peor momento para
intentar resolverlo por vía parlamentaria. Pero, ¿de verdad quería resolverlo
Durante más de un año ha ido sacando en momentos clave el nuevo Proyecto de
Ley del Aborto: en principio defendiendo su carácter progresista frente a los
problemas "técnicos" que planteó el Consejo General del Poder Judicial; más tarde
utilizándolo como coartada para "retomar cierta iniciativa política". Es decir, para
un lavado de cara externo y también interno; así las mujeres del PSOE ya pueden
decir que se ha aprobado una asignatura pendiente.
La Ley no soluciona los problemas existentes. Pero los sectores del
PSOE contrarios a la ampliación de la despenalización de 85 están tranquilos:
saben que no habrá cambios. El proyecto aprobado por el Gobierno no tiene
posibilidades parlamentarias, por tiempo y falta de apoyos, para que el Congreso
lo apruebe, lo ratifique el Senado y el Gobierno lo ponga en práctica, proceso que
no deja de tener su dificultad.
No es esto lo que lamento, pues como se ha reiterado desde el movimiento
feminista, esta ley no soluciona los problemas existentes: las interpretaciones
jurídicas que se apoyan en el mantenimiento del aborto como tipo delictivo en el
nuevo Código Penal; la práctica imposibilidad de su realización en la Red Sanitaria
Pública. Pero, además, introduce otros nuevos problemas, alguno de la magnitud de
obligar a un asesoramiento previo sobre las alternativas al aborto, para explicar a
una mujer que va a abortar "las razones que asisten al Estado para tutelar la vida".
Por todo ello, son pertinentes las preguntas que se han formulado desde el
feminismo: ¿dónde queda el respeto a la decisión de la mujer ¿Acaso esta fórmula
no supone una mayor y más grave intromisión del Estado en su intimidad
Fuegos artificiales. Pero, a pesar de su importancia, quisiera dejar al margen
la valoración del nuevo proyecto de ley para referirme al espectáculo más arriba
mencionado: la utilización del debate social sobre el aborto que han protagonizado
las fuerzas parlamentarias, conducidas por el PSOE.
El 2 de diciembre de 1994, un titular de Diario 16 anunciaba: "El Ejecutivo socialista
remitirá el proyecto (sobre aborto) cuando considere que se ha agotado la alianza
18 VIENTO SUR Número 22/Agosto 1995