Nº 83 - Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz

34 paisajes y personajes
actualidad miscelánea municipal
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Emilio Pérez de San Román
El Ayuntamiento de Vitoria editó un libro titulado
Relatos de Brasero. En él se hablaba de Javier de
Landaburu (Francisco Javier de Landaburu y Fernández
de Betoño, nacido en Vitoria el 5 de septiembre
de 1907), una figura un tanto olvidada por los
vitorianos. Quizá este libro ha servido para traerlo a
nuestra memoria. Era un hombre bueno. Estaba siempre
en primera línea. Cuando en marzo de 1925 viene
el Rey a inaugurar la estatua de Dato en La Florida,
quienes presentan sus respetos al monarca representando
a todos los estudiantes son Jesús Viana y Javier
Landaburu. Cuando se acuerda demoler la capilal del
convento de San Francisco se forman comisiones de
intelectuales vitorianos para oponerse a la demolición
de la iglesia. Entre ellas está Javier de Landaburu. En
las elecciones de 1933, representando al PNV, Landaburu
queda en segundo lugar tras de Oriol.
En Relatos de Brasero se cuenta la presión que soportaron
Ibarrondo y Landaburu por parte de los sublevados,
que pretendían que los nacionalistas alaveses se sumaran
al Movimiento. Landaburu no tenía enemigos.
Sus adversarios políticos lo seguían considerando como
un amigo. Alguno de ellos les advirtió que iban a ser detenidos.
Landaburu pudo huir al otro bando. Javier, que
deseaba formar una familia cristiana, se echó una novia
que tenía una hermano sacerdote. La novia quedó varada
en Vitoria esperando a un novio que ya no podría
volver. Esta novia ha muerto hace unos dos meses, a la
edad de 97 años, y soltera.
JAVIER DE LANDABURU
EL RECUERDO DE UNOS HECHOS QUE CONMOVIERON A VITORIA
Hospital La Roseraie (Ilbarritz, Francia), 1939. Homenaje a los inválidos de guerra.
Cruce de disparos
Para que se vea cómo era este vitoriano voy a recordar
unos hechos que conmovieron a Vitoria. Habían recalado
en Vitoria dos forasteros que encontraron trabajo
en una empresa de construcción. El sábado 11 de diciembre
de 1925 fueron a la empresa a cobrar la semana.
Y se encuentran despedidos porque a causa de la lluvia
no pueden trabajar. Entonces, uno de ellos saca una
pistola y atracan la empresa. Son perseguidos por un policía.
Hay un cruce de disparos y el inspector cae muerto.
Uno de los atracadores se suicida antes de ser apresado.
El otro es detenido y encarcelado. El día 16 el detenido
es juzgado por un tribunal militar que lo condena
a muerte. España estaba en estado de excepción. Todo
ello convulsionó a Vitoria. El cadáver del policía fue expuesto
en la comisaría para que el pueblo fuera a verlo.
Yo tenía cinco años y fui a verlo con mi madre. Estaba
amortajado con un hábito de monje. En sus manos no
tenía un crucifijo ni un rosario. Le habían puesto un revólver
enorme con el que persiguió a los atracadores. A
mis cinco años me pareció algo antiestético.
El detenido fue ingresado en la enfermería de la cárcel.
Fue tal la conmoción en el pueblo de Vitoria temiendo
que podía ser condenado a muerte, que fue visitado
por el Sr. Obispo y por el Sr. Alcalde. El juicio se celebró
el día 16, y como se temía fue condenado a muerte.
‘PIEDAD…’
Al día siguiente aparece El Heraldo Alavés con un escrito
de Javier de Landaburu. En cabecera de primera
página, ocupando tres columnas, y con letras mayúsculas,
figuraba el título, PIEDAD… El texto decía lo siguiente:
“Estamos aún bajo la impresión de lo que el dignísimo
fiscal que ayer informó en el Consejo de Guerra para
En su despacho de la Delegación del Gobierno de Euzkadi en París (Rue Singer). Finales de los años cincuenta - comienzo años 60.
castigar el delito de Lázaro San Martín.- Desconocemos
como es lógico el fallo del tribunal y la determinación
del Capitán General de la Región que aún no ha debido
estampar su firma.- Pronunció su última palabra el
representate de la Ley y ha propuesto el “cúmplase” a
sus intérpretes. Pero aun cuando el Conssejo admitiera
la pena y el Capitán General la sancionara, todavía quedaría
por pronunciarse la última palabra del sentimiento
noble y generoso, bien dispuesto siempre, que mueve
los corazones de los hombres buenos que por fortuna
para todos rigen España, y nos alienta la esperanza
de que esa última palabra habrá de ser el consejo magnánimo
por el que su Majestad el Rey trocará la última
pena por una temporal quedando así la justicia satisfecha
y el ánima del reo que ya se purificó por la gracia divina.
Entraría de lleno por los cauces de la espiritualidad
para ejemplo y edificación de los contumaces del delito.
– Vitoria todo lo que es vida, actividad y fuerza pública,
cuanto tiene de representativo, al conocer la peticiòn
del fiscal, se habrá levantado en imploración sincera
para que el amargor que en estos días venía rumiando,
no alcance las agrideces de un día más con el luto
entre sus calles. – Porque odia al delito corrió tras el criminal
en fatigosa carrera dando gritos de enérgica condenación.
Porque compadece al delincuente se acerca al
poder público y llegará hasta las gradas del trono para
mover a piedad a los que pueden hacer de la piedad
buen uso”.
Javier de Landaburu era un hombre muy pulcro en su
atuendo, con su palabra y con su pluma. En esta nota no
hay ninguna pretensiòn literaria. Está escrita a vuela pluma
embargado por el dolor. El artículo se publicó el día
17, y el día 19 llegó el indulto real. Éste era aquel vitoriano
que huyó durante la guerra.
Marisol Vega
Celedones de Oro
IÑAKI LANDA
MESANZA
“EL RECONOCIMIENTO DE LA
GENTE DE LA CALLE ES EL MAYOR
GALARDÓN QUE HE RECIBIDO”
Iñaki Landa (izquierda) junto a Andrés Sanchez, concejal de Cultura, y Martín
Fiz, pregonero de las fiestas de 1995 se dirige a recoger el Celedón de Oro
Tuvo el privilegio de recibir el Celedón de Oro del
año 1994 dos días antes de convertirse por décimosexta
vez en el personaje de carne y hueso
que cada 4 de agosto se encarga de dar comienzo a
las fiestas de la Virgen Blanca. “Es un reconocimiento
que me hace feliz y del que me siento orgulloso por
todo lo que representa, aunque yo siempre digo que
el mayor galardón concedido, y que sigo recibiendo,
es el calor humano –recuerda Iñaki Landa-. Ese agradecimiento
de la gente de la calle, que yo no conozco,
pero ellos a mí sí, que con una mirada, un gesto,
una sonrisa cómplice nos hacemos recordar que el 4
de agosto nos trae recuerdos inolvidables”.
Fue el miércoles 2 de agosto de 1995 y el balcón
de la Casa Consistorial el escenario donde Iñaki Landa
recibió de manos del alcalde, José Ángel Cuerda, el
Celedón de Oro, un galardón concedido a propuesta
de José Mari Sedano, que el homenajeado recibió
nervioso e improvisando un discurso (a pesar de llevarlo
escrito), en el que agradeció el premio que, en
su opinión, “es mérito de todos, porque todos hacemos
que cada 4 de agosto sea un día mágico”, dijo
aquel día.
Paseos por nuestro entorno V. P.
1
2
Délica
a Orduña
Pero los recuerdos imborrables de Iñaki Landa pasan
por su etapa de Celedón en activo. A lo largo de
21 años, con sus correspondientes chupinazos y paseíllos,
asumió la responsabilidad de abrir las fiestas vitorianas
y ha sido un privilegiado testigo de su evolución.
“Han transcurrido 28 años desde el comienzo
de mi etapa como Celedón y recuerdo el respeto,
casi exagerado, hacia el personaje en los primeros
años. Era yo quien rompía el protocolo para saludar
a la gente, que me miraba distante”, recuerda
Iñaki Landa, quien asegura que se sentía mejor entre
la multitud, que en aquel paseíllo “demasiado serio y
tan formal” que se organizaba con los agentes municipales
vestidos de gala. “Aunque en pocos años pasamos
al extremo contrario y todo el mundo quería
tocar, abrazar, saludar a Celedón. Poder transmitir felicidad
a todos, gracias a ese personaje tan querido,
era para mí una gran satisfacción” .
Iñaki Landa Mesanza vino al mundo en Ali el 19 de
abril de 1952 y 28 años después en la plaza de la Virgen
Blanca nació como Celedón y como tal vivió hasta
el 2000 cuando decidió retirarse tras 21 representaciones
del personaje festivo. “Esta Bajada de Celedón
la viví con una intensidad muy especial sabiendo
que era la última, aunque salvo mi familia y unos
pocos amigos, nadie intuía que era ‘mi despedida’,
hora de dar el relevo. Fue una lucha de sentimientos,
felicidad y tristeza a la vez, por una etapa que sabes
que se acaba en ese momento, por deferencia al
‘creador’, a José Luis Isasi”. Pero el destino “nos jugó
una mala pasada” y la enfermedad de Isasi truncó el
deseo de celebrar, como estaba previsto en un principio,
el 50 aniversario de Celedón con las tres personas
que a lo largo de este tiempo habían encarnado
al personaje: José Luis Isasi, Iñaki Landa y Gorka Ortiz
de Urbina, porque Enrique Orive falleció el 24 de septiembre
de 1997.
“Nunca podré olvidar el día en el que los 32 representantes
de las cuadrillas de blusas, por unanimidad,
me designaron como sustituto del ‘maestro
Isasi’. Una decisión que se fraguó a mis espaldas y me
pilló por sorpresa, aunque sentí orgullo y agradecimiento
hacia las personas que confiaron en mí”, recuerda
Iñaki Landa, para quien el Celedón de Oro le
sirvió para conocer gente de todo tipo y recordar los
años del “bonito sueño de alguien que ha tenido la
suerte de encarnar a un personaje festivo tan querido,
que ha dejado una huella imborrable en mi vida”.
Agradece a todos los vitorianos el cariño y apoyo recibidos,
“lo que no me hace olvidar que soy un vitoriano
cualquiera, al que a las siete de la mañana también
le suena el despertador”.
El barranco del infierno
Desde el pueblo de Délica, una pequeña carretera pasa bajo un
puente del ferrocarril y llega a un aparcamiento junto a un bar-restaurante.
Desde aquí, continuar por un sendero paralelo al río, que queda
a la izquierda, hasta alcanzar un camino ancho en las inmediaciones de
un conjunto de pequeñas cascadas conocidas como ‘El salto del caballo’
(1). El itinerario pasa junto a un puente de piedra (2) y continúa paralelo
al río. En el tramo final del recorrido el camino va desapareciendo,
por lo que hay que remontar el cauce entre los bloques de piedra
hasta alcanzar la superficie plana donde cae el agua del Salto del Nervión,
punto donde una impresionante pared de casi 300 metros cierra
el circo y pone punto final al recorrido. Si se pretende hacer este itinerario
en alguna de las raras ocasiones en que el agua cae por el salto,
hay que tener en cuenta el peligo del recorrido en el tramo superior.
Vitoria-Délica 34 km. Itinerario 1.30 aprox.
¿Quieres ayudarnos?
En los fondos del Archivo Municipal ‘Pilar Aróstegui’ hay fotografías de las
que no tenemos suficiente información. Si puedes reconocer el lugar o tienes
otro dato de interés de las imágenes publicadas, y quieres facilitárnoslo, puedes
hacerlo escribiendo al Archivo Municipal, Paseo de la Universidad, 1 - 01006
VITORIA-GASTEIZ, indicando en el sobre “foto Gaceta”, o por e.mail a: mjmarinas@vitoria-gasteiz.org
En cualquiera de los dos casos, no olvides indicar el número de la Gaceta en
la que se encuentra la foto a la que te refieres.
Muchas gracias por colaborar con nosotros.
Éstas son dos de las fotografías
que se han
podido identificar
a partir de los datos
aportados por las personas
que nos han escrito.
A todas ellas, muchas
gracias.
Archivo Municipal
‘Pilar Aróstegui’.
Foto 1. Hacia 1917. Autor: Enrique Guinea Maquíbar
Foto 2. Hacia 1930. Autor: Ceferino Yanguas Alfaro
Foto 3. 1964. Autor: ARQUÉ
El salto del caballo
VG 82, nº 1
Bloque de viviendas
en la esquina
de las calles Coronación
de la Virgen
Blanca y Julián
de Apraiz.
VG 82, nº 2
Edificio en la
calle Beato Tomás
de Zumárraga,
nº 28
Tras el salto de casi trescientos
metros que da el Nervión
en época de deshielo (el resto
del año el agua se filtra por la
caliza hasta el fondo del valle) el
cauce de este río, que nace en
la sierra de Guibijo, forma otra
sucesión de pequeñas cascadas
en las inmediaciones del pueblo
de Délica. El conjunto, al
que algunas publicaciones denominan
El salto del caballo está
formado por una sucesión de
cuatro cascadas de apenas 6-8
metros, que forman entre ellas
un grupo escalonado de pozas
que, a principios de verano, se
convierten en unas exóticas piscinas
naturales.
Nº 83. Junio de 2008ko ekaina