42Alguien levanta la manoUn lector: - Compañero poeta: yo quisiera decir algo...El poeta: - Diga nomás, compañero...Un lector: - No es por nada, pero...El poeta: - Pero...Un lector: - Quiero decir que en todos sus poemas en el seno de este collage, noto ciertotonillo zumbón, cierto distanciamiento irónico que no se aviene para nada con el tipo depersonaje que está en el centro de la temática. Lenin, sin duda el hombre más importantede nuestro siglo, por su gran altura histórica, merece un tono elevado y solemne. Y así locomprendieron Maiakovsky y Huidobro, entre otros, que no eran precisamentepersonalidades solemnizantes. Brecht mismo en su Cantata es breve y sencillísimo, peroconmovedor, severo y hondo. Yo también soy enemigo de la solemnidad, ese quesoburgués, pero creo que en este caso, tendría usted que tener mucho cuidado para no caeren el irrespeto, incluso para no parecer constantemente irrespetuoso. No olvide que yaconcede usted, de partida, una gran ventaja polémica: un poeta, la poesía, interviniendoen estos menesteres de política explícita, directa, no es lo más, dijéramos... Bueno, ustedme entiende.El poeta: - El asunto es más complejo, no hay que quedarse en las apariencias. Voy adefender una tesis, no original, por cierto. Recuerde usted que pienso y hablo en el centrodel vientre de la ballena neocolonial. Yo, el poeta, soy en este caso y en general, elcolonizado y la voz del colonizado. El colonizado que durante muchos años asumiócomo colonizado inclusive la teoría y la práctica revolucionarias. ¿Sería ir más allá deestablecer un simple, aunque rotundo hecho histórico, el señalar que durante demasiadotiempo nos acercamos a Lenin, llegamos hasta Lenin, con la ceguera del colonizado? Así,en una maroma histórica doblemente aplastante, la cultura del colonizador y la culturarevolucionaria de la humanidad más avanzada (la clase obrera liberada) fue para nosotroscarne y bocado de enajenación, aunque en distintos niveles. Eso, sin decir que hubotambién una corriente muy conocida en el campo revolucionario mundial, que cristalizóen dogmas el pensamiento marxista-leninista. En la tarea de búsqueda de nuestraidentidad y del rescate de las armas revolucionarias del arsenal de la experiencia históricade los pueblos, los poetas colonizados-pero-en-proceso-de-descolonización aportamosuna actitud social concreta y un tipo concreto de lenguaje. Eso que usted identifica por un“tonillo zumbón”, por un “distanciamiento irónico”, es simplemente lo que alguien hallamado el lenguaje crítico. Dentro de ese lenguaje, las actitudes al parecer irreverentesno son una bufonada más, una “mueca para hacerse agradable al blanco”, sino unalegítima arme de defensa objetivada en dicho lenguaje. Como ha dicho alguien: “la ironíadel colonizado desacraliza los valores de la cultura sobreimpuesta (la del colonizador, lacultura revolucionaria ajenada por el dogma y sus diferentes registros, etc.) y laproblematiza con sus mismo elementos”. Hay, es cierto, un problema de vecindad. Esimposible hablar junto a la voz de Lenin sin que nuestras palabras resulten deslucidas. Ycuándo estas palabras deslucidas tienden al tono polémico, por los efectos casi visualesde esa vecindad (la retina retiene la imagen por unos segundos, etc.), la impresiónconspira un tanto contra nosotros. Pero hay más. Es evidente que sería impropio entrar enuna polémica en voz alta en el interior del mausoleo de Lenin. Pero es más impropio,
creo yo, tratar de convertir a todo el mundo en “zona sagrada” para evitar la aplicaciónviva y creadora de la herencia leninista a través de la discusión esclarecedora. ¿Meexplico?Un lector: - Tanto como explicarse se explica... Lo que no sé es si usted me convence.Pero tengo otra duda, esta vez con respecto a la estructura coherente del poema. ¿Quédiablos hace en el seno del mismo ese campesino salvadoreño que habla de las guerrillas-sin ahorrarse palabras gruesas, por cierto-, de una hipotética lucha armada enCentroamérica? Ni siquiera menciona el nombre de Lenin...El poeta: - Bueno, yo creo que ese campesino resume con sus palabras, que son laspalabras del pueblo de mi país, las concepciones más generales de Lenin sobre la guerrade guerrillas y las relaciones de este fenómeno con el partido. Ese campesino desarrollasimplemente, en mi lugar, ese aspecto, básico para nosotros, del pensamiento de Lenin...Un lector: - Ah, pero entonces la cuestión es pero de lo que yo creía. No estoy de acuerdocon que lo que dice ese campesino sea el pensamiento de Lenin en ningún aspecto. Ustedlo que hace es traernos un Lenin traído de los cabellos, por así decirlo. Usted es un...El poeta: - Recuerde que lo que dice Lenin al respecto de las guerrillas y lo que elcampesino resume como una opinión propia, hay que conjugarlo con una realidadconcreta, la de mi país. Y con una actualidad determinada. Pero si a usted le asusta lo quedijo el campesino, espero que; no se desmaye al escuchar las siguientes citas textuales deLenin: “La cuestión de las operaciones de guerrillas interesa vivamente a nuestro partidoy a la masa obrera. Las operaciones de guerrillas, se dice, desorganizan nuestro trabajo...¿Qué es lo que desorganiza más al movimiento en dicha época: la falta de resistencia obien la lucha organizada de los guerrilleros?... No son las acciones de guerrillas las quedesorganizan al movimiento, sino la debilidad del partido que no sabe tomar en susmanos la dirección de dichas acciones. Nuestras quejas contra la lucha de guerrillas sonquejas contra la debilidad de nuestro partido en materia de insurrección... En toda guerra,cualquier operación lleva un cierto desorden a las filas de los combatientes. De esto nopuede deducirse que hay que aprender a combatir. Y nada más... Cuando veo asocialdemócratas que declaran con soberbia y suficiencia: nosotros no somos anarquistasni ladrones, ni bandidos, estamos por encima de todo eso, me pregunto: ¿comprende estagente lo que dice? En todo el país hay encuentros armados y refriegas entre el gobiernoarchirreaccionario y la población. Es un fenómeno absolutamente inevitable en la faseactual de desarrollo de la revolución. Espontáneamente, sin organización -y precisamentepor eso, en formas a menudo poco afortunadas y malas-, la población reacciona tambiénmediante colisiones y ataques armados. Estoy de acuerdo en que, a causa de la debilidado de la falta de preparación de nuestra organización, podemos renunciar, en una localidady en un momento dado, a colocar esta lucha espontánea bajo la dirección del partido.Estoy de acuerdo en que esta cuestión debe ser resuelta por los militantes locales activos,que la transformación de organizaciones débiles y poco preparadas no es cosa fácil. Perocuando veo a un teórico o a un publicista de la socialdemocracia que, en lugar de estarapenado por esta falta de preparación, repita con orgullosa suficiencia y entusiasmonarcisista las frases aprendidas en su primera juventud sobre el anarquismo, elblanquismo y el terrorismo, me causa una gran pena el ver rebajar así la doctrina másrevolucionaria del mundo... No se puede concebir esta guerra de otra manera que comouna sucesión de grandes batallas poco numerosas, separadas por intervalos relativamenteconsiderables y jalonadas por multitud de pequeñas escaramuzas durante esosintervalos...”. Las citas podrían seguirse aglomerando en esta dirección. Sin intentar irmás allá de las intenciones de Lenin, creo que lo correcto sería analizar la situación
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