Benedetti, Mario - El porvenir de mi pasado
Benedetti, Mario - El porvenir de mi pasado
Benedetti, Mario - El porvenir de mi pasado
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
dije que me la había enganchado en una <strong>de</strong> las verjas que ro<strong>de</strong>an el<br />
liceo.<br />
En ese punto Angélica e<strong>mi</strong>tió un se<strong>mi</strong>grito.<br />
-¡Las nueve! Perdóneme si lo <strong>de</strong>jo. Me olvidé que me esperaban. Esta<br />
ciudad mo<strong>de</strong>sta es como un pueblo. Seguramente nos volveremos a<br />
encontrar, así le ter<strong>mi</strong>no <strong>mi</strong> autobiografía. Gracias por escucharme y<br />
sobre todo por la paciencia, que no es por cierto un rasgo nacional.<br />
Y sí, tres o cuatro años <strong>de</strong>spués nos volvimos a encontrar. <strong>El</strong>la salía<br />
lentamente <strong>de</strong> la iglesia <strong>de</strong>l Cordón. Enseguida me reconoció, me dio la<br />
mano y por primera vez nos dijimos los nombres.<br />
-No la imaginaba con vocación religiosa.<br />
-Y estaba en lo cierto. Hasta hace poco era agnóstica. Ahora soy<br />
<strong>de</strong>finitivamente atea,<br />
-¿Y eso cómo se compagina con una visita a la iglesia?<br />
-Hay que conocer al ene<strong>mi</strong>go. Descifrar su lenguaje, sus intenciones, sus<br />
claves. Por parejas razones, escucho atentamente a los políticos. Pero<br />
en éstos, lo más revelador y aleccionante no son las líneas sino las<br />
entrelineas. Cada discurso tiene un subsuelo y allí es don<strong>de</strong> las<br />
ambiciones, las apetencias y la codicia se entrenan para dar el salto.<br />
-La encuentro más pesi<strong>mi</strong>sta, más <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñosa. Una pregunta indiscreta:<br />
¿nunca se ha enamorado? <strong>El</strong> amor, sobre todo cuando viene enganchado<br />
con el <strong>de</strong>seo, se incorpora a la vida soñada o a soñar. Y también<br />
cicatriza las heridas.<br />
-Por supuesto que me he enamorado. Precisamente, <strong>de</strong> ahí viene el<br />
pesi<strong>mi</strong>smo. No <strong>de</strong> la etapa <strong>de</strong> amor, sino <strong>de</strong> <strong>de</strong>samor. Es en ésta cuando<br />
aparecen las trampas, los simulacros, las dobleces.<br />
-¿No cree que el amor es una necesidad?<br />
-¿Necesidad o cala<strong>mi</strong>dad? ¿No será al menos un equívoco?<br />
De pronto nos separó un silencio. Nos <strong>mi</strong>ramos con dos signos <strong>de</strong><br />
interrogación. Angélica se tapó la boca, como si quisiera ocultar una<br />
mueca <strong>de</strong> burla.<br />
-¿Hoy no me va a convidar con otro jerez?<br />
-Naturalmente.<br />
En el café más cercano no había ninguna mesa disponible, así que nos<br />
arrimamos a la barra.<br />
Cuando levantó la copita <strong>de</strong> jerez, se <strong>mi</strong>ró <strong>de</strong>tenidamente las uñas y<br />
<strong>de</strong>tectó que por lo menos dos estaban sucias.<br />
-Me he vuelto <strong>de</strong>scuidada. Con<strong>mi</strong>go <strong>mi</strong>sma. Ya ni siquiera tengo tiempo<br />
<strong>de</strong> lavarme las manos.<br />
-¿Por qué? ¿Mucho trabajo?<br />
-Nada <strong>de</strong> trabajo. Pierdo tiempo pensando. Inútilmente, ya que no llego<br />
a la menor conclusión, ni me aplico en ningún borrador, en ningún<br />
proyecto. Usted me conoció en una noche <strong>de</strong> llanto y yo le dije que las<br />
campanas me hacían llorar. Pero no era rigurosamente cierto. No son las<br />
campanas <strong>de</strong> la iglesia las que me entristecen. No piense que <strong>de</strong>liro,<br />
pero las que me <strong>de</strong>sconsuelan son las campanas <strong>de</strong>l alma, o <strong>de</strong>l corazón,<br />
no las he localizado, pero las siento en mí <strong>mi</strong>sma, no en el aire exterior,<br />
fuera <strong>de</strong> mí.<br />
40