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28 este viejo estadio mío, en cuyo ámbito se mueve esta dialéctica,lleve todavía en sí rasgos típicos del marxismo de los años veinte,altera indudablemente algunos elementos de la fisonomía inte^lectual de Lenin quien, sobre todo en los últimos años de su vida,desarrolló mucho más de lo que lo haga su biógrafo la crítica delpresente: pero reproduce también sus lineamientos fundamentalesde una forma correcta, ya que la obra teórico-práctica de Lenines también objetivamente inseparable de los momentos preparatoriosde 1917 y está asociada a sus necesarias consecuencias.Yo creo que si hoy tratáramos de captar la peculiaridad especificade esta gran personalidad, sus rasgos serian no del todo idénticos,pero tampoco totalmente distintos, si la enfocamos a partir de lamentalidad de los años veinte.Todo lo que escribí en los años posteriores son trabajos ocasionales,no sólo exteriormente —se trata, las más de las veces, decriticas— sino también desde un punto de vista interior, porqueintenté aclarar mi propio camino futuro, en mi búsqueda espontáneade una nueva orientación, a través de la delimitación de las concepcionesajenas. En este sentido, la crítica de Bujarin es tal vezla más notable por su contenido. (Para el lector de hoy nóteseque en 1925, cuando se publicó, Bujarin era, junto con Stalin. lafigura más importante del partido ruso; sólo tres años más tardese verificó la ruptura entre los dos.) El rasgo más positivo de estacritica es la concretización de mis propias ideas en el campo dela economía, y se pone de manifiesto sobre todo en la polémicacontra la concepción muy difundida, tanto la del tipo comunistamaterialista'vulgarcomo la del tipo burgués-positivista, según lacual se debe ver en la técnica el principio decisivo, el principioobjetivamente motor del desarrollo de las fuerzas productivas. Esevidente que de este modo se afirma un fatalismo histórico, unaneutralización del hombre y de la praxis social, una acción de latécnica como ^fuerza natural» social, como ^ilegalidad natural*.No solamente mi crítica se desarolla en un plano históricamentemás concreto de lo que sucede generalmente en Historia y concienciade clase, sino que además contrapone, en medida menor,al fatalismo mecanicista fuerzas contrarias que son característicasde una ideología voluntarista, mientras se trata más bien de mostraren las propias fuerzas económicas el momento que, al desempeñarsocialmente una función de guía, determina la propia técnica.Una actitud análoga caracteriza la breve crítica del libro deWittfogel. Ambas exposiciones dejan que desear desde el puntode vista teórico, ya que en las dos el materialismo vulgar mecanicistay el positivismo son tratados indiferenciadamente como unacorriente unitaria e incluso el primero se resuelve, en muchos aspectos,simplemente en el segundo.Más importantes son los ensayos sobre la redición de las cartasde Lassalle y de los escritos de Moisés Hess. En los dos prevalecela tendencia a dar a la crítica de la sociedad, al desarrollosocial, una base económica más concreta de lo que haya podidohacer Historia y conciencia de clase, a poner la critica del idea-

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