Pierre <strong>Cabanne</strong> C o n v e r s a c i o n e s c o n M a r c e l D u c h a m p 13cuando uno se pregunta si se está acertado o equivocado y si se podría cambiar. Entre 1906 y 1910ó 1911 floté un poco entre distintas ideas: fauvista, cubista, regresando a veces a cosas algo másclásicas. Para mí el descubrimiento de Matisse en 1906 ó 1907 fue un importante a<strong>con</strong>tecimiento.P. C. — ¿Y no lo fue el de Cézanne?M. D. — No.Cezanne, autorretratoP. C. — Usted frecuentaba, junto <strong>con</strong> Villon, todo ungrupo de artistas de su misma edad, o sea comprendidos entrelos veinte y los veinticinco años, y <strong>con</strong> toda seguridadhablaban de Cézanne, Gauguin, Van Gogh, ¿no es cierto?M. D. — No. La <strong>con</strong>versación se refería a menudo aManet. Él era el gran hombre. Ni siquiera le superaban losimpresionistas. Seurat era totalmente ignorado, y apenas se<strong>con</strong>ocía su nombre. Tenga en cuenta que yo no vivía enabsoluto en un ambiente de pintores sino en un ambiente dehumoristas. En Montmartre, donde vivía, en la rueCaulaincourt, junto a la casa de Villon, nosotros frecuentábamosprincipalmente a Willette, Léandre, Abel Faivre, Georges Huard, etc., era algo totalmentedistinto, yo no estaba en <strong>con</strong>tacto <strong>con</strong> pintores por esa época. Incluso Juan Grís, al que <strong>con</strong>ocí pocodespués, hacía dibujos. Íbamos juntos a una revista dirigida por el cartelista Paul Iribe, que la habíafundado. Jugábamos al billar en un café de la me Caulaincourt. Y nos pasábamos informes quenunca nos pagaban. El precio era de 20 francos por página.Edouard Manet, autorretratoP. C. — No estaba mal, a <strong>con</strong>dición de cobrarlos,evidentemente.M. D. — En ese momento veía un poco a Gris,pero me fui de Montmartre en 1908.P. C. — Y se trasladó a Neuilly...M. D. — Sí, hasta 1913. Muy cerca de donde vivoactualmente.P. C. — En 1905 en el Salón de Otoño se presentóla famosa cage aux fauves y, al mismo tiempo, unaretrospectiva Manet-Ingres. ¿Supongo que quienes leinteresaron fueron estos últimos?M. D. — Evidentemente. En aquel momento elnombre de Manet estaba presente en todas las <strong>con</strong>versaciones sobre pintura. Cézanne era paramuchos, en esa época, una llamarada... Me refiero, claro está, al medio que yo frecuentaba; entre lospintores profesionales debía ser muy distinto... Pero, de todos modos, fue durante el Salón de Otoñocuando se me ocurrió la idea de pintar...
Pierre <strong>Cabanne</strong> C o n v e r s a c i o n e s c o n M a r c e l D u c h a m p 14P. C. — Pero usted ya pintaba...M. D. — Sí, pero así... En esa época lo que más me interesaba era el dibujo. Hacia 1902-1903había hecho cosas pseudoimpresionistas, de un impresionismo mal digerido. En Rouen yo tenía unamigo, Pierre Dumont 3 que hacía lo mismo, pero más exagerado... Después me interesé por elfauvismo.P. C. — Un fauvismo particularmente intenso. En el museo de Filadelfia donde, gracias a ladonación Arensberg, a la que volveremos a referirnos más adelante, está expuesta toda su obra; susobras fauvistas sorprenden por su vehemencia. Uno de sus biógrafos, Robert Level, compara suácida estridencia <strong>con</strong> la de Van Dongen y los parangona <strong>con</strong> el estilo del expresionismo alemán.M. D. — No recuerdo verdaderamente cómo ocurrió eso. ¡Oh! Es Matisse, evidentemente. Sí, éles el origen de todo.P. C. — ¿Le <strong>con</strong>ocía usted íntimamente?M. D. — En absoluto. Casi no le <strong>con</strong>ocí. Tal vez le vi tres veces en toda mi vida. Pero suscuadros del Salón de Otoño me afectaron profundamente, en particular las grandes figuras decolores lisos rojos o azules; era un gran asunto en esa época, sabe. Eso sorprendió mucho. Tambiénme interesó mucho Girieud... 4P. C. — Que tuvo una gloria efímera.M. D. — Y después se apagó totalmente. Había en él una especie de hieratismo que me atraía.¡No sé dónde hubiera ido a pregonar ese hieratismo...!P. C. — Además del Salón de Otoño, ¿frecuentaba usted las salas de exposiciones?M. D. — Sí, la sala Druet, de la rue Royale en la que podían verse las últimas cosas de losintimistas como Bonnard o Vuillard que se oponían a los fauvistas. También estaba Vallotton.Siempre tuve una cierta debilidad hacia él porque vivía en una época en la que todo era rojo yverde, y él utilizaba los marrones más oscuros, tonos fríos, apagados, preludiando la paleta de loscubistas. A Picasso le <strong>con</strong>ocí en 1912 o 1913. En cuanto a Braque apenas le <strong>con</strong>ocí. Le saludaba,pero nunca tuvimos ninguna <strong>con</strong>versación. Por otra parte sólo tenía amistad <strong>con</strong> las personas que<strong>con</strong>ocía desde hacía tiempo. Y también tenía su importancia la diferencia de edades.P. C. — Recuerdo una frase que me dijo Villon al referirse a Picasso; al hablarle yo de susencuentros en Montmartre él me respondió evasivamente: «Le veía de lejos». Y esa «distancia»entre jóvenes artistas de la misma generación, o casi, que frecuentaban los mismos lugares y<strong>con</strong>ocían a las mismas personas me sorprendió. Pero es evidente que Braque y Picasso vivían ya, enesa época, totalmente a parte, encerrados simultáneamente en su barrio y en su arte, y no salíanmucho de ambos ambientes.M. D. — Es cierto. París estaba entonces muy dividido y el barrio de Picasso y Braque,Montmartre, estaba muy separado de los otros. Yo tuve la suerte de frecuentarlo un poco en esemomento, junto <strong>con</strong> Princet. Princet era un ser extraordinario. Era un simple profesor dematemáticas en una escuela libre, o algo semejante, pero representaba el papel del señor que <strong>con</strong>oce3 Pierre Dumont, 1884-1936. Participó en 1912 en el Salón de la Section d'Or. Sus vigorosos paisajes hacen de él uno delos mejores pintores de paisajes urbanos. Tuvo una difícil vida, dramática, y murió loco.4 Pierre Girieud (1876-1948). Uno de los pintores más de moda del Salon d'Automne; su reputación fue tan <strong>con</strong>siderablecomo el olvido en que ha caído.