Pierre <strong>Cabanne</strong> C o n v e r s a c i o n e s c o n M a r c e l D u c h a m p 33P. C. — En ese aspecto científicohay toda una parte de<strong>con</strong>ocimientos...M. D. — Muy pocos. Nunca hesido un científico.Le Grand VerreP. C. — ¿Tan poco comopretende? Sus <strong>con</strong>ocimientosmatemáticos resultan sorprendentes,tanto más cuanto que usted no poseeuna formación científica.M. D. — No, en absoluto. Lo queen ese momento nos interesaba erala cuarta dimensión. En la BoîteVerte hay un montón de notas sobrela cuarta dimensión.¿Se acuerda de alguien que creoque se llamaba Povolowski? Era uneditor de la rue Bonaparte. Norecuerdo su nombre <strong>con</strong> exactitud.Escribió artículos en un periódicosobre la vulgarización de la cuartadimensión, para explicar que habíaseres planos, que únicamente poseendos dimensiones, etc. Era muydivertido, incluso en la época delcubismo <strong>con</strong> Princet.ironía...P. C. — Princet era un falsomatemático; él también utilizaba laM. D. — Exactamente. No éramos en absoluto matemáticos y por ello creíamos mucho enPrincet. Daba la impresión de saber muchas cosas. Ahora bien, creo que era profesor dematemáticas en un instituto, o en una escuela libre.En cualquier caso yo había intentado, en ese momento, leer algunas cosas de ese Povolowski queexplicaba las medidas, las líneas rectas, las curvas, etc. Eso me hervía en la cabeza cuandotrabajaba, a pesar de que casi no haya incluido ningún cálculo en Le Grand Verre. Simplemente,pensé en la idea de una proyección, de una cuarta dimensión invisible puesto que no se puede ver<strong>con</strong> los ojos.Como creí que se podía pintar la sombra de una cosa de tres dimensiones, un objeto cualquiera—como la proyección del sol sobre la tierra crea dos dimensiones— por simple analogía intelectual<strong>con</strong>sideré que la cuarta dimensión podía proyectar un objeto en tres dimensiones, dicho de otraforma, que todo objeto de tres dimensiones, que vemos fríamente, es una proyección de una cosa decuatro dimensiones que des<strong>con</strong>ocemos.Se trataba casi de un sofisma, pero, a fin de cuentas, era una cosa posible. Basé La Mariée en LeGrand Verre, como la proyección de un objeto de cuatro dimensiones.
Pierre <strong>Cabanne</strong> C o n v e r s a c i o n e s c o n M a r c e l D u c h a m p 34P. C. — Usted ha calificado La Mariée de «retraso en vidrio».M. D. — En efecto. Lo que me gustaba de las palabras era su aspecto poético. Quería dar a«retraso» un sentido poético que ni siquiera podía explicar. Lo hacía para evitar decir un cuadro devidrio, un dibujo de vidrio, una cosa dibujada sobre vidrio, ¿me entiende? La palabra «retraso» megustó en ese preciso momento, como una frase que se le ocurre a uno. Era algo realmente poético,en el sentido mallarmeano de la palabra, si usted quiere.P. C. — En La Mariée mise á nu par lesCélibataires, méme ¿qué significa la palabra méme?La Mariée mise á nu par les Célibataires, mémeM. D. — Generalmente, los títulos me interesabanmucho. En ese momento me ponía literario. Laspalabras me interesaban. La unión de palabras a lasque añadía la coma y méme, un adverbio que no tieneningún sentido puesto que no es eux-mémes y no serefiere ni a los solteros ni a la desposada. Se trata, portanto, de un adverbio en la más hermosa demostracióndel adverbio. No tiene ningún sentido.Ese antisentido me interesaba mucho en el planopoético, desde el punto de vista de la frase. Tambiénle gustó mucho a Breton y eso fue para mí una especiede <strong>con</strong>sagración. En efecto, cuando lo hice no sabía loque valía. Cuando se traduce eso en inglés se poneeven, se trata también de un adverbio absoluto ytampoco tiene ningún sentido. ¡Con mayor motivodebido a la posibilidad de la mise á nu! Es un sinsentido.P. C. — Al parecer en esa época usted apreciaba los juegos de palabras...M. D. — Me interesaban, pero de un modo muy ligero; yo no escribía.P. C. — ¿Se debía a la influencia de Roussel?M. D. — Sí, seguramente, aunque todo eso no se parece mucho a Roussel, pero él me inspiró laidea de que yo también podía intentar hacer algo en ese sentido, o más bien en ese antisentido. Yoni siquiera <strong>con</strong>ocía su historia, ni cómo explica en un opúsculo su modo de escribir. En él dice que,partiendo de una frase, hacía un juego de palabras <strong>con</strong> una especie de paréntesis. El libro de JeanFerry, que es muy interesante, me orientó mucho sobre la técnica de Roussel; su juego de palabrasposeía un sentido disimulado, pero no en el sentido mallarmeano o rimbaudiano, se trata de unaoscuridad de otro tipo.P. C. — ¿Usted abandonó todo tipo de actividad artística para dedicarse totalmente al GrandVerre?M. D. — Sí. Para mí todo se había acabado. Sólo me interesaba Le Grand Verre y no se trataba,evidentemente, de exponer mis primeros esbozos. Quería desprenderme de toda obligación materiale inicié una carrera de bibliotecario que era una especie de excusa social para no estar obligado amanifestarme. Se trataba verdaderamente de una decisión, desde ese punto de vista, muy clara. No